Educar en el amor significa, en primer lugar, que el profesor desarrolle un conjunto de acciones basadas en la ética, el afecto, el respeto, la comprensión y la ayuda hacia el alumnado de manera altruista, fundamentada en una vocación, entusiasmo, amor y, a veces, pasión por su profesión. Evidentemente, hay docentes con una personalidad que les permite desarrollar una mayor sensibilidad y entrega, haciendo efectivo este modelo de enseñanza que, en absoluto, persigue la excesiva transigencia o condescendencia, sino la ecuanimidad en el desarrollo de su actividad programada y en la consecución de los objetivos educativos.
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