Ante las constantes dificultades que San Sebastián soportaba por su condición de plaza militar y lo que ello significaba en la vida cotidiana y social, con objeto de mejorar la convivencia y el desarrollo y ornato de la Villa, se trató de levantar una nueva Plaza en el centro, aún cubierta de los escombros ocasionados por el incendio de 1813.
Así fue realizada, superando las objeciones y protestas de los propietarios de las antiguas casas destruidas. Se le llamó Plaza Nueva, aunque después de la revolución liberal, en 1820 tomó el nombre de Plaza de la Constitución. (Nótese que fue esta Constitución la que atacó frontalmente los fueros vascos años antes de su eliminación) Con grandes fastos y regocijo de los vecinos fue levantada e inaugurada, con la confirmación del Rey.
Dentro de las características de la Plaza, cabe señalar la que más sorprende a tantos visitantes: la numeración que figura en la fachada de las casas sobre los balcones. Como se explica, es la característica de una plaza de toros y festejos que fue en su tiempo, y cuyo organizador y responsable del alquiler de balcones era el Ayuntamiento.
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