La muy antigua parroquia de San Andrés en Madrid tuvo la fortuna de albergar entre sus muros uno de los espacios arquitectónicos más importantes levantados durante el Barroco. A su imponente alzado, se sumó una profusa decoración escultórica y pictórica. Entre los muchos retablos que ornaron sus paredes destacó este desconocido de Antonio de Herrera, germen de otros proyectos posteriores. Si bien el pago de la hechura del retablo a un maestro no significó necesariamente la creación de las trazas, la importancia del escultor y su cargo para la monarquía casi obligan a presuponer su autoría.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados