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Literatura y lingüística

versión impresa ISSN 0716-5811

Lit. lingüíst.  n.13 Santiago  2001

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-58112001001300002 

TODOS LOS CAMINOS
LLEVAN A PARÍS: ACERCA DE
«LA RÉPUBLIQUE MONDIALE
DES LETTRES»

Burkhard Pohl
Univ. de Göttingen

Resumen Resumen

El presente trabajo lleva a cabo una revisión crítica del estudio comparatista de la académica francesa Pascale Casanova, dimensionando los alcances y limitaciones de una obra que se propone dar una explicación de las relaciones literarias a nivel global. En efecto, a partir de la teoría del campo literario de Pierre Bordieu, se examinan los circuitos de producción y recepción simbólica, en el contexto de la progresiva emergencia de comunidades desterritorializadas que ponen en cuestionamiento a los enfoques centrados en la nacionalidad literaria.

Esta área de estudio intenta dar cuenta de la estructura que regula la producción y recepción literarias a partir de ciertas leyes y revueltas. En tal sentido, la literatura se desarrolla en un campo cultural donde se actualizan las pugnas entre centro y periferia: resulta ilustrativa la identificación de Paris con el centro, una suerte de bolsa de capital literario internacional, en contrapunto al rol periférico de Barcelona durante la España franquista. El artículo concluye con un debate frente al discurso catastrofista de Casanova ante la globalización de la producción literaria, poniendo en discusión el rol activo de España como centro de difusión en diversos momentos de la historia y las posibilidades de hibridaje cultural en un escenario desterritorializado.tract

Abstract

The following work develops a critical revision of comparative studies developed by the French Academy Pascale Casanova, focusing on the work's projections and restrictions, which tries to explain global literary relationships. Based on Pierre Bordieu's literary theory, the circuits of symbolic reception and production are examined under the scope of progressive emerging non-territorial communities that motion scopes centered on national literature.

This field of study intends to give account of the structure of literary production and perception due to certain rules and riots. In such manner, literature is developed in a culture where peripheral and central riots emerge: it could be illustrative to identify Paris as the center of a kind of international literary stock market tendency, while the counterpart would be to identify Barcelona with a peripheral roll during the Spanish period of Franco. The paper concludes with a contend towards Casanova's catastrophical discourse in regard to literary production globalization, arguing on the active roll of Spain as the core of diffusion during different historical periods and the possibilities of hybrid cultures when dealing with a non territorial scenery.

Desde ángulos teóricos distintos, hace años que se vienen atacando los conceptos de la nación como entidad estática y de la consecuente nacionalidad literaria. Bajo lemas tales como la transculturality (Welsch) o el displacement (Giddens), definiéndose la nación como sólo imagined community (Anderson), se busca probar también la de-nacionalización de la literatura y de sus instancias mediadoras para imaginar otras comunidades transfronterizas1. Una rama de los estudios postcoloniales postula la diferencia cultural, frente a una política hegemónica de identidad (nacional, colectiva) y de nacionalismo cultural, mantenida tanto desde la metrópoli como desde la periferia. El término clave es el de lo híbrido cultural, ya propagado por García Canclini y divulgado entre las élites académicas, entre otros, por Homi Bhabha, el cual implica considerar la(s) cultura(s) popular(es) como agente activo en la comunicación cultural2. Mediante metáforas como el third space (Bhabha) se quieren definir áreas de negociación de contradicciones culturales, negociación productiva aunque conflictiva que no obvia las fronteras nacionales, antes al contrario superándolas. Bajo este enfoque, vuelve el ideal romántico de Weltliteratur, reivindicado ahora desde la periferia para señalar, dejando atrás el eurocentrismo dieciochesco, la existencia de un tipo de producción cultural-literaria que logra resaltar su propia naturaleza híbrida y transcultural3. Para el ámbito de la lengua española, se viene afirmando la identidad transnacional de cada literatura, idea sostenida entre otros por Carlos Fuentes, cuya Geografía de la novela esboza, con aires de manifiesto, un mapa de la internacionalización literaria4.Fuentes proclama una «literatura de la diferencia, [...] narración de la diversidad» (218), cuya comunidad, «un mundo único», se basa precisamente en la naturaleza ex-céntrica del texto literario en un intento de solventar la dicotomía centro-periferia: «La geografía de la novela nos dice que nuestra humanidad no vive en la helada abstracción de lo separado, sino en el pulso cálido de una variedad infernal que nos dice: no somos aún. Estamos siendo» (224).

En las declaraciones programáticas de Fuentes se dibuja un espacio transnacional, cuya reconstrucción constituye el objetivo del reciente estudio monográfico La république mondiale des lettres. Su autora, la crítica francesa Pascale Casanova, se basa implícitamente en la teoría del campo literario de Pierre Bourdieu al aplicar las relaciones de poder literario, promulgadas por éste para el ámbito nacional-francés, a un contexto internacional5. Se siguen así las propuestas de Joseph Jurt, quien sostiene que el concepto del campo literario permite «trascender la concepción de la literatura nacional, que es más una imaginación histórica que un instrumento de análisis»6.

La autora promete proporcionar «une nouvelle méthode d'interprétation» (64): interpretar la obra literaria desde la toma de postura del escritor frente a su patrimonio nacional, entendido como nacionalidad literaria y lingüística. Partiendo de las observaciones de Valéry Larbaud acerca de una internationale intellectuelle(16), Casanova trata de describir la «république des littératures mondiales» y discernir las leyes «qui régissent cette étrange et immense république»(15), en referencia implícita a las reglas del arte, identificadas por Pierre Bourdieu7 .

Casanova destaca un problema todavía vigente: a pesar de toda la intertextualidad y teoría postmoderna, se sigue manteniendo en la historiografía literaria el principio de la nacionalidad literaria. Por otra parte, el análisis de procesos y construcciones transnacionales se inscribe, en la investigación del intercambio literario llevada a cabo, entre otros, por la teoría de los polisistemas8 o por comparatistas como Claudio Guillén9.

El análisis está limitado a un número reducido de escritores canónicos ­«les plus grands révolutionnaires de ce siècle»­ y parte de dos enfoques: por un lado, considerar la posición del escritor/intelectual dentro de su espacio nacional ­Casanova prefiere hablar de «espacio» en vez de «campo»­; por otro, contemplar esta posición desde la relación del propio espacio nacional frente al espacio literario internacional: «il faudra le [l'écrivain] situer deux fois: selon la position de l'espace littéraire national où il est situé dans l'univers littéraire mondial, et selon la position qu'il occupe dans ce même espace»(65). Al igual que Bourdieu, Pascale Casanova entiende la constitución de la «république mondiale» hasta nuestros días como el resultado de luchas entre centro y periferia a nivel nacional e internacional, luchas en las que la internacionalización del escritor y de una obra literaria se revela como proceso de independización.

En la primera parte (cap. 1-5), se describen la estructura y las leyes del «monde littéraire», mientras que en la segunda (cap. 6-11) se ilustran diferentes procesos de autonomía literaria ­«révoltes et révolutions littéraires»­ desde la periferia. Para que se internacionalice una obra literaria y/o una literatura, se necesita acumular un cierto capital literario, cuya atribución se orienta por la literariedad de un idioma literario(33), es decir, por la cantidad de mediadores, traductores y poliglotos que se mueven en este idioma. Desde idiomas y/o espacios periféricos, se emprenden estrategias de littérarisation en un escritor como Beckett con la auto-traducción hacia el idioma hegemónico, para recabar la atención y consagración internacional. París, centro del idioma literario dominante, mito y refugio de artistas internacionales, constituye, a lo largo de la historia, la bolsa internacional del capital simbólico-literario y, en términos apodícticos, la capital de la literatura autónoma internacional, «de cette République sans frontière ni limite, patrie universelle exempte de tout patriotisme, le royaume de la littérature qui se constitue contre les lois communes des États, lieu transnational dont les seuls impératifs sont ceux de l'art et de la littérature: la République universelle des Lettres» (49). De esta manera, escritores como Joyce, Beckett o Faulkner alcanzan su primer reconocimiento allí, antes de la recepción en sus países de procedencia.

El espacio internacional se desarrolla a través de tres momentos históricos. La antigua hegemonía del latín claudicó ante la del francés como lengua literaria. Ateniéndose a las ideas de Benedict Anderson, la autora demuestra cómo la herderiana «invention des littératures nationales» (69) significa la ruptura con el dominio de una sola lengua mundial para fomentar procesos de diferenciación de literaturas nacionales, cuyos ejemplos actuales serían Bélgica o Suiza como espacios de una diferenciación intra-lingüística, o la independización regional de la literatura catalana. A lo largo del tercer proceso de descolonización política en las periferias, tras la Segunda Guerra Mundial, éstas intentan desarrollar una creciente autonomía literaria y lingüística, defendida contra la todavía existente preeminencia de la metrópoli en términos económicos y también literarios. Se enfoca aquí la «annexion ethnocentrique»(215) de las literaturas periféricas en las metrópolis, a través de simplificaciones no sólo terminológicas, como en el caso del Boom. Tal y como propugna Paul Aron, frente a lo expuesto sería preferible limitar la noción de autonomía a la producción cultural en un sentido más estricto, hablando, por el otro lado, de «independencia» política o económica10.

Nos encontramos, por lo tanto, con una estructura dualista del «espace littéraire mondiale»: por un lado, un polo autónomo, ocupado por las literaturas asentadas en los centros, y dotadas con capital económico y simbólico; por el otro, los espacios literarios «démunis ou en formation» (155), a cuya dependencia de los centros de consagración internacional se añade la heteronomía frente al absorbente poder político-nacional del propio espacio; nacionalismo cultural que se revela como subversivo en una primera fase de descolonización política. Según Casanova, dicha instrumentalización de la literatura como nacional se traduce en el empleo de una estética tradicional, es decir, realista. Una vez establecida la independencia nacional y constituido un espacio literario nacional, sin embargo, hace falta un segundo paso de emancipación también de las propias «forces sociales» y nacionales, una «dépolitisation» (60) de la literatura periférica. En suma, frente a los escritores nacionales se distinguen los revolucionarios, cuya carrera literaria se caracteriza por dichos procesos de descolonización y desnacionalización (246); aplican estrategias tales como la importación y traducción de literaturas internacionales en contra de una estética dominante, o la creación de contra-capitales literarias: como paradigma se explica la formación de un campo literario irlandés a finales del siglo XIX (411-438), cuyo cénit universal se logra a través de la desnacionalización literaria y física de Joyce o Beckett. En el análisis de la recepción de éstos por distintos autores periféricos (Benet, Vargas Llosa, Boudjedra) (439-480), la autora ilustra el proceso de autonomía del autor frente a la heteronomía política y nacional, destacando el rol de Barcelona como contra-capital literaria de la España franquista.

Pascale Casanova pretende, por lo tanto, nada menos que ofrecer una explicación de las relaciones literarias a nivel global. A continuación, voy a hacer algunas observaciones acerca de su tratamiento de las literaturas de lengua española, centrándome en los fenómenos literarios más recientes11.

Quiero adelantar que el trabajo de Casanova adolece de un francocentrismo poco matizado en cuanto al intercambio literario histórico. Al destacar la «bataille» por el idioma nacional francés (86) y la hegemonía del «empire français» (99) también a nivel cultural e intelectual de los Siglos XVII en adelante, echamos de menos toda mención al Siglo de Oro español, precedido, además, por una codificación lingüística a nivel nacional. Si Italia se lleva la palma de representar el poder intelectual dominante durante la Edad Media (74), no se puede pasar por alto la recepción de la novela picaresca en toda Europa, amén del modelo cervantino12.

Dentro de la presentación de los procesos del siglo XX, la decisión de Casanova de concentrarse en pocos autores canónicos (Cortázar, Vargas Llosa, Benet), que a su vez brillan como prototipos de una autonomía literaria, conlleva unas simplificaciones desagradables. En el caso español, se convierte, al parecer, a Juan Benet (457-62) en el único receptor de Faulkner en la postguerra española, en el solitario combatiente frente a una heteronomía político-cultural cuya representación estética sería la narrativa socialrealista: «[Benet] révolutionne à lui seul le roman espagnol, dans un univers littéraire totalement fermé aux innovations internationales» (159, el subrayado es mío, B.P.) Tamaña descalificación barata y absoluta de toda una literatura de postguerra española ha sido corregida últimamente, por ejemplo, por Jordi Gracia o Barry Jordan13. María-Elena Bravo, a quien Casanova no parece haber leído, ya en 1985 demostró no sólo una temprana (y propia) recepción de Faulkner en España, sino también una amplia lectura e incluso su edición en la época de los años 40 y 5014. Lectura de Faulkner como autor de crítica social más que innovador formal, ciertamente, interpretación que Casanova parece desechar como inadecuada.

Cabe matizar también en el caso de la recepción de Faulkner en los EE.UU., la cual Casanova supone mediada y determinada desde París. Sin embargo, hay quienes ven otro proceso de recepción: según Neil Larsen, basándose en un estudio de L. Schwartz, el «superstardom» de Faulkner en los EE.UU. de la Guerra Fría es producto de una nueva lectura apolítica de sus textos, para deslegitimar otra recepción previa, orientada por un «left-leaning social and proletarian realism»15

Sin entrar en la problemática de considerar un estilo realista ­si existe como tal­ más heterónomo y más nacionalista (271)16, ¿acaso no fueron prohibidas por la censura gran número de obras muy y demasiado realistas?, repetimos que la autora tiende a ignorar o simplificar extremadamente toda(s) una(s) generación(es) literaria(s). Como antípodas de Benet se identifican los 'nacionales' Cela (157) y Miguel Delibes, que por sí solos parecieran representar la literatura española de postguerra. No se hace mención de revistas literarias como Laye, Revista española o Insula, ni de la fervorosa admiración profesada hacia Sartre por los escritores del Medio Siglo, y ni llegan siquiera a aparecer los nombres de Martín-Santos o del paradigmático Juan Goytisolo, el escritor más internacionalizado de la España franquista en cifras de traducción; silencio incluso acerca del efímero éxito de la novela socialrealista española en Francia (1958-1962), debido precisamente al supuesto carácter testimonial y 'nacional' de estos textos17. Resulta insuficiente interpretar, como Casanova, la internacionalidad literaria según una intertextualidad en sentido estricto: se observa, pese y a causa de una rígida censura literaria, una considerable importación legal o ilegal de libros desde Francia y América Latina, que hace llegar a España un corpus de textos que incluye no sólo a Faulkner, sino también a algún otro escritor internacional de relieve. Bien entendido que se trata de una recepción muy minoritaria, pero igualmente válida según el modelo de Casanova que se reduce en suma al intercambio dentro de una élite internacional18.

Es muy probable que tal interpretación, no completamente inadecuada pero sí muy simplificada, se deba a la exigua base documental de la autora, casi por entero limitada a sendas entrevistas mantenidas con Benet y Vázquez Montalbán. De esta manera, Pascale Casanova revive una discusión maniquea de los años 60, en vez de analizar las condiciones y factores de tal debate entre estética autónoma y heterónoma, interpretándolas como diferentes formas de expresión dentro de una misma estructura represiva del franquismo.

Para el ámbito latinoamericano en los tiempos del Boom, Casanova despacha en pocas palabras el histórico debate entre cosmopolitismo y regionalismo, la «ley de evolución»19 de las literaturas latinoamericanas, reduciéndolo a un dualismo «entre les tenants de la littérature au service de la cause nationale et politique [...] et les partisans d'une autonomie littéraire» (440), para pronunciarse obviamente a favor de la última, la cortazariana «revolución en la literatura». Se confunden, una vez más, descripción y valoración por un lado, regionalismo y nacionalismo por el otro. Sin embargo, ¿es realmente posible establecer un paralelismo mecánico entre internacionalidad/autonomía y regionalidad/heteronomía, si, otrosí, se recurre al testimonio de un escritor nada imparcial como Carlos Fuentes para probar tal tesis? ¿Cómo se debería valorar el debate alrededor del caso Padilla, donde los propios «partisans» se enemistan por una causa política, o sea, heterónoma? Mencionemos, además, el singular caso de José María Arguedas, cuya postura marginal y residual, enfrentada con la internacionalización de los «revolucionarios», difícilmente parece adaptarse al esquema de Casanova.

Solamente diez páginas son destinadas a la descripción de fenómenos actuales, los cuales amenazan con convertir la república literaria en régimen anarquista o monárquico, «De l'internationalisme littéraire à la mondialisation commerciale?» (227-37). Casanova constata la proliferación de un tipo de «world fiction» (Lodge, Eco) que, al mezclar diversos géneros y estilos, tiende a una comercialización internacional, destaca la recepción 'metropolitana' del texto periférico, recepción nuevamente eurocéntrica y llena de exotismo, y plantea críticamente la concentración de las instancias de consagración y mediación, dentro de una estructura ahora policéntrica. En consecuencia, la actual literatura intercambiada a nivel internacional, pero controlada por la heteronomía de los mercados transnacionalizados, sólo imita y pretende una autonomía literaria que en realidad sería un «import-export commercial» (237) en pro de los intereses de las economías nacionales. Poco convence el anti-US-americanismo de la autora, cuando caracteriza a la world-fiction como «produit croisé de la généralisation du modèle commercial dans le secteur de l'édition et de l'universalisation des canons populaires américains» (233f.), lo que revela el arraigado elitismo de la autora que rechaza un pretendido «canon populaire» para consagrar, por otro lado, una vez más el «canon occidental» 20 de los Faulkner, Joyce o Beckett, los grandes hombres ­no se menciona casi ninguna escritora­ de cuya obra «revolucionaria» se hace exégeta: «Les révolutionnaires comme Joyce ou Faulkner donnent aux démunis littéraires de nouveaux moyens spécifiques pour réduire la distance qui les sépare des centres. Ils sont des grands accélérateurs temporels [...].» (444).

Se retoma así una perspectiva clasista que distingue entre recepción masiva (= heteronomía) y el arte de «une petite société cosmopolite, éclairée, nécessairement autonome» (237), comprometida con los «seuls impératifs de l'art et de la littérature» (véase arriba), como si la profesionalización del escritor y el interés comercial no hubieran acompañado desde siempre al desarrollo de la literatura21. En este sentido, sería preciso, por ejemplo, considerar las sugerencias del cultural materialism de Williams, además de tomar en cuenta una visión sociológica de la literatura, para preguntarse bajo qué supuestos es posible hablar de o incluso postular una vaga 'autonomía' literaria a finales del siglo XX22. Sospechamos, sin embargo, que el malestar de Casanova proviene precisamente de la imposibilidad de distinguir un canon de signo elitista dentro del presente contexto (trans)cultural, un tanto remiso a adaptarse a esquemas maniqueístas de autonomía literaria.

Frente al catastrofismo de Casanova referente a una «mondialisation» unidireccional o (neo)colonización cultural, hay que insistir en los procesos de reterritorialización (García Canclini) y de re-embedding (Giddens) en términos de identidad cultural, los cuales, lejos de producirse siempre en términos de nación o de carácter heterónomo-universalista, proponen alternativas frente a un proceso globalizador23. Proceso que, por cierto, habría que problematizar por su tendencia a profundizar o continuar hegemonías supranacionales, o por el peligro de propulsar una homogeneización cultural. Es una lástima que Casanova se limite a pronunciar su pesimismo cultural, ya que nos parece que su planteamiento puede sugerir muchas preguntas:

Por ejemplo, se dedican algunas páginas a la extraterritorialidad de una «literatura colombiana» (284s.), cuyos protagonistas se encuentran dispersos por todo el mundo, en una situación de «post-nacionalidad»24 que dificulta aunque no imposibilita mantener el concepto de literatura nacional. Tal observación ­que, por cierto, no se debe reducir al momento actual­ alcanza importancia dentro del discurso transnacional panhispanista, que acaba de ser defendido recientemente por toda una élite de la cultura de lengua española, en cuanto a la inscripción del texto literario en una comunidad imaginada de lengua española25. Allí se conjugan la superación ideológica de nacionalismos culturales con intereses editoriales transnacionales y con estrategias políticas, todo ello dirigido en contra de una supuesta hegemonia anglosajona y en favor del protagonismo de una Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Sería interesante discutir las versiones locales de world fiction sin caer en los determinismos de Casanova, quien rechaza la hibridez cultural ­de géneros literarios, de highbrow y lowbrow­ en favor de una nebulosa literatura internacional de vanguardia. Para mayor abundamiento cabría analizar un texto clave como el manifiesto de la Generación McOndo de Fuguet/Gómez,26 quienes reivindican una literatura internacional, entendida como amalgama y producto de los mitos urbanos cotidianos e inscrita en el complejo macroproceso de globalización cultural, política y económica. Apoyándose preponderantemente en un neorrealismo urbano, los escritores presentados marcan distancias frente al modelo establecido de la literatura internacionalizada, «autónoma» según Casanova, del boom y del realismo mágico, para reclamar para sí, sin embargo, idéntico protagonismo internacional. Por otro lado, es precisamente tal postura transnacionalista la que fomenta una recepción de los mcondistas como exponentes de nuevas literaturas nacionales, y resulta interesante observar procesos similares en Alemania o España, en donde se percibe el florecimiento de tendencias literarias para las que la asunción de cierto discurso realista de tipo universal proporciona un sólido prestigio y/o éxito local.

  Seguramente el estudio comparatista de Pascale Casanova ofrece muchos aspectos sugerentes y sabe atar cabos que las historiografías nacionales han dejado sueltos. Al enfocar las relaciones entre literaturas nacionales con sus respectivos procesos de diferenciación, Casanova intenta sistematizar observaciones atinadas ampliando las miras hacia paralelismos muchas veces sorprendentes. De esta manera, presta no flaco servicio a otras corrientes teóricas que se proponen analizar los procesos de intercambio y traducción literarias en contextos internacionales27.

Por otro lado, hay que constatar que los problemas mencionados influyen negativamente en el valor explicativo del libro: reduccionismo, francocentrismo, un cierto desorden en la presentación y en la terminología... Por supuesto, no podemos esperar de la autora profundos conocimientos en cualquiera de los ámbitos geográficos descritos. Sin embargo, para cumplir con el programa y las tesis propuestas, resulta insoslayable ocuparse más rigurosamente de las fuentes primarias y secundarias de los extramuros francófonos, a fin de no caer en simplismos o reducciones demasiado esquemáticas. Argumento válido sobre todo en el caso de este libro, oportuno y con posibilidades de cierta repercusión dentro de los mundillos literarios o académicos, tan aristocráticos como republicanos.

1 Wolfgang Welsch: «Transculturality: The Changing Form of Cultures Today», en: Armin Paul Frank/Helga Eßmann (eds.), The Internationality of National Literatures in Either America: Transfer and Transformation, Göttingen 1999, pp. 287-308; Anthony Giddens, The Consequences of Modernity, Cambridge 1990; Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the origin and spread of nationalism. 2a. ed. revisada, London 1991. Desde luego, estos enfoques forman parte de una amplia gama de estudios al respecto, de varia orientación y procedencia disciplinar.

2 Nestor García Canclini, Culturas híbridas. Cómo entrar y salir de la modernidad. México 1989; Homi Bhabha, The Location of Culture. London 1994.

3 Doris Bachmann-Medick: «Multikultur oder kulturelle Differenzen? Neue Konzepte von Weltliteratur und Übersetzung in postkolonialer Perspektive», en: Bachmann-Medick (ed.), Kultur als Text. Die anthropologische Wende in der Literaturwissenschaft, Múnich 1998, pp. 262-296.

4 Carlos Fuentes, Geografía de la novela, Madrid 1993.

5 Pascale Casanova, La république mondiale des lettres, París 1999. Ya en 1983, Altamirano/Sarlo habían discutido la validez de la teoría del campo literario para el ámbito latinoamericano para llegar a la conclusión de que haría falta un «trabajo de especificación» en algunos puntos esenciales (Carlos Altamirano/Beatriz Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires 1983, pág. 89). Buckley dibuja diferentes etapas históricas en el desarrollo de un campo literario español del tardofranquismo y de la transición (Ramón Buckley, La doble transición, Madrid 1996, pp. 3-10.). Para diferentes análisis del área francófona, cfr. Joseph Jurt, Das literarische Feld. Das Konzept Pierre Bourdieus in Theorie und Praxis, Darmstadt 1995.

6 «[...] die Konzeption der Nationalliteratur, die weniger ein Analyseinstrument als eine historisch datierte Vorstellung ist, zu transzendieren.» (Joseph Jurt: «Das Konzept des literarischen Feldes und die Internationalisierung der Literatur», en: Horst Turk, Brigitte Schultze, Roberto Simanowski (Hg.), Kulturelle Grenzziehungen im Spiegel der Literaturen. Nationalismus, Regionalismus, Fundamentalismus, Göttingen 1998, pp. 84-103).

7 Pierre Bourdieu, Les règles de l'art. Genèse et structure du champ littéraire, París 1992.

8 Itamar Even-Zohar: «Polysystem Studies», en: Poetics Today 11.1 (1990), pp. 7-94; José Lambert: «Un modèle descriptif pour l'étude de la littérature. La littérature comme polysystème», en: Contextos, V/9 (1987), pp. 47-67.

9 La reciente monografía de Guillén coincide en varios puntos con las explicaciones de Casanova, si bien evita establecer un modelo sistemático (Claudio Guillén, Múltiples moradas. Ensayo de literatura comparada, Barcelona 1998).

10 Paul Aron: «Littérature belge ou littérature de Belgique», en: Liber 21-22 (1995), pp. 24-26; citado en Jurt 1998: 101.

11 En la reseña de Jurt (1999), se discuten más bien las observaciones acerca del ámbito francófono y se dedica poca atención a las referencias actuales (Joseph Jurt: «L'espace littéraire international», en: Lendemains 93 (1999), pp. 63-69).

12 Guillén 1998: 351f. describe el impacto que tuvieron los autores españoles en el ámbito de lengua francesa del Siglo XVII. Destaca Guillén (1998: 352) cómo precisamente varios autores heteredoxos, periféricos de la metrópolis París, encuentran en la figura del pícaro y en los relatos de Cervantes una pauta de expresión. Cfr., además, la repercusión de la novela picaresca en la literatura de lengua alemana: «Seventeenth-century German artists and writers were keenly aware of Spain and Spanish culture, especially the Spanish pícaro tradition, which they tried to emulate.» (Conrad Kent/Thomas K. Wolber: «Introduction», en: Conrad Kent/Thomas K. Wolber/Cameron M.K. Hewitt (eds.), The Lion and the Eagle. Interdisciplinary Essays on German-Spanish Relations over the Centuries, New York/Oxford 2000, pp. 1-44, aquí: 11.

13 Jordi Gracia, Estado y cultura. El despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo (1940-1962), Toulouse 1996; Barry Jordan, Writing and Politics in Franco's Spain, London 1990.

14 Casanova sólo refiere la información del propio Benet quien declara haber leído a Faulkner en ediciones francesas - ediciones que sí existieron, pero al lado de ediciones españolas e hispanoamericanas. La primera traducción de Faulkner al español, Santuario, se produce ya en 1934 (Espasa-Calpe) merced al cubano Lino Novás Calvo. Para más detalles, véase María-Elena Bravo, Faulkner en España, Barcelona 1985.

15 Neil Larsen: «The 'Boom» Novel and the Cold War», en: Neil Larsen, Reading North by South, Minneapolis 1995, pp. 64-78, aquí: 65s.; Lawrence H. Schwartz, Creating Faulkner's Reputation: The Politics of Modern Criticism, Knoxville 1988.

16 En el terreno de la pintura, precisamente el arte abstracto queda asimilado por el franquismo como arte oficial y nacional, para conseguir amplio éxito internacional (Gracia 1996: 28-32). También Jurt parece demostrar cierto reparo hacia la dicotomía autonomie/art pure vs. hétéronomie/art realiste al constatar que, en el caso francés, se le atribuye al concepto de art pure el status de una «tradition nationale» (Jurt 1999: 67).

17 Véase José Antonio Fortes: «Gallimard y la Novela Española de Postguerra. Años 1957-1968», en: Letras Peninsulares 1:2 (1988), pp. 182-199; Burkhard Pohl: «Internationale Verlagsinteressen bei der Vermittlung lateinamerikanischer Literatur nach Spanien. Das Beispiel Seix Barral», en: Udo Schöning (ed.), Internationalität nationaler Literaturen, Göttingen, 2000, pp. 537-551.

18 De este modo, se repite el procedimiento de Goethe, cuyo concepto de Weltliteratur ha servido, según Bachmann-Medick, para establecer un esencialismo estético y a promocionar el «cruce de Weltliteratur y canonización» («Verschränkung von Weltliteratur und Kanonbildung»; Bachmann-Medick,1998: 264).

19 Ana Pizarro: «Historiografía y comparatismo», en: Ana Pizarro, De ostras y caníbales. Ensayos sobre literatura comparada, Santiago de Chile, 1994, pp. 12-29, aquí: 26.

20 Véase Harold Bloom, El canon occidental. La escuela y los libros de todas las épocas, Barcelona 1997.

21 Por el contrario, ya Emile Zola exige la mercantilización de la literatura y la profesionalización como bases precisamente de la autonomía del escritor (Altamirano/Sarlo, p. 70). Véase, a manera de ejemplo, Robert Darnton, The Business of Enlightenment. A Publishing History of the Encyclopédie 1775-1800, London-Cambridge/Mass. 1979. Por consecuencia, no entran en la exposición del proceso histórico de nacionalización literaria las conocidas observaciones de Benedict Anderson acerca del papel empleado por la industria editorial capitalista en este proceso (Anderson 1991: 39ss.), si bien Casanova cita repetidamente a este autor.

22 Raymond Williams, Culture, London 1981.

23 Véase Tomlinson 1999: 149ss.

24 Término introducido por Arjun Appadarai: «Global Ethnospace: Notes and Queries for a Transnational Anthropology», en: Richard G. Fox (ed.), Recapturing Anthropology. Working in the Present, Santa Fé 1991, pp. 191-210.

25 Burkhard Pohl: «El discurso transnacional en la difusión de la narrativa latinoamericana», en: Cuadernos Hispanoamericanos 604 (Oct. 2000), pp. 43-51.

26 Alberto Fuguet/Sergio Gómez (eds.), McOndo, Barcelona 1996. Cfr. al respecto Javier Campos: «Literature and Globalization», en: Mediations 22 (Primavera 1999), pp. 150-160.

27 Pienso, por ejemplo, en la teoría de los polisistemas, desarrollada por Itamar Even-Zohar (Itamar Even-Zohar: «Polysystem Theory», en: Poetics Today 11:1 (1990), pp. 7-94, aquí: 28). Veáse la muy acertada presentación hecha por Montserrat Iglesia Santos: «El sistema literario: teoría empírica y teoría de los polisistemas» en: Darío Villanueva (ed.), Avances en teoría de la literatura, Santiago de Compostela, 1994, pp. 327-348.

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