Recientemente, los estudios sobre el consumo de vino han recibido una considerable atención, tanto por parte de la comunidad científica como del público en general.
La baja incidencia de cardiopatía isquémica y de otras enfermedades cardiovasculares en la población del sur de Francia, a pesar de tener una dieta rica en grasas saturadas y unos factores de riesgo similares a los de otros países industrializados (escaso ejercicio, elevado consumo de tabaco, etc.) ha sido atribuida a un mayor consumo diario y moderado de vino, especialmente de vino tinto por dicha población (fenómeno que se denomina la paradoja francesa) (Renaud y De Lorgeril, 1992).
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