Los ciudadanos de sentimiento progresista se lamentan de que el �modelo� de globalización a la chilena se ha preocupado de dirigir sus esfuerzos a formar parte de la economía global, cuando en realidad el país tiene serias cuentas pendientes. Por el otro lado, los partidarios de Pinochet, francamente más liberales en materia económica, señalan que el precio pagado por el incremento de las desigualdades bien ha valido la pena. Y, asimismo, los socialdemócratas a la europea no dudan en aprovechar las oportunidades que brindan los mercados internacionales, pero al mismo tiempo se lamentan porque no todos los chilenos se hayan visto beneficiados.
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