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ArribaAbajoLa penetración del capital extranjero en la industria española63

José Antonio Martínez Serrano



Universidad de Valencia

Rafael Myro



Universidad Complutense de Madrid


1. Introducción

Durante los últimos años, la economía española ha atraído un creciente flujo de capital extranjero que, en una proporción relevante, ha adoptado la forma de inversión directa en empresas ya existentes o en la creación de nuevas empresas. La importancia cuantitativa de estos flujos, y su plasmación en una incesante actividad de compra de empresas españolas, conocida fragmentariamente a través de los medios de comunicación, han extendido la creencia de que está teniendo lugar un rápido e importante traspaso de la propiedad de los activos productivos a empresas no residentes, sin que la dimensión de este fenómeno pueda ser adecuadamente conocida, ni analizados rigurosamente sus efectos, dado el secreto informativo que mantienen las instancias oficiales.

Aunque el principal centro de atracción de la inversión directa procedente del resto del mundo han sido las actividades de servicios, los flujos dirigidos a la industria han adquirido también una importancia considerable, por lo que tratar de conocer en qué cuantía ha aumentado el control que ejercen empresas extranjeras sobre la industria que opera en el territorio español, las causas a que ello obedece -y el papel que entre ellas cabe otorgar a la entrada en la Comunidad Europea- y los efectos que tiene sobre su competitividad, es fundamental para   —150→   comprender su reciente evolución, establecer perspectivas de futuro y orientar las actuaciones de política económica.

Con el objetivo de contribuir a clarificar algunos de estos aspectos, en el primer apartado de este trabajo estimamos la evolución cuantitativa de la penetración del capital extranjero en las manufacturas españolas, usando y contrastando las fuentes estadísticas directas e indirectas disponibles. A continuación, en el segundo apartado, estudiamos las estrategias y formas de penetración de las firmas extranjeras, examinando una muestra de sus operaciones de compra, fusión y colaboración con empresas que operan en el territorio nacional. Finalmente, en el tercer apartado, partimos de los resultados obtenidos en los dos anteriores para discutir la posible capacidad explicativa, para el caso de España, de algunas de las hipótesis que se han formulado acerca de las causas y efectos de la penetración extranjera.




2. Estimación de la penetración del capital extranjero en las manufacturas españolas

Disponemos de dos estimaciones, suficientemente rigurosas, de la penetración del capital extranjero en las diferentes ramas de la industria española. La primera, correspondiente al año 1981, es la ofrecida por el antiguo Ministerio de Industria y Energía (Miner) en la publicación titulada «Las grandes empresas industriales en España, 1980-1981». La segunda, de muy reciente publicación y referida al año 1988, es la realizada por Silvia Iranzo (Iranzo, 1991) con los datos del Registro de Inversiones Extranjeras de la Dirección General de Transacciones Exteriores. Ambas estimaciones poseen suficientes similitudes para hacer posible una comparación de sus resultados, que nos permita conocer la evolución de la penetración del capital extranjero en la industria española desde 1981 a 198864.

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CUADRO 1
PENETRACIÓN DEL CAPITAL EXTRANJERO EN LA INDUSTRIA ESPAÑOLA
(Porcentajes sobre la producción total)
SECTORESA
1981
B
1988
B - A
1. METÁLICAS BÁSICAS6,15 22,2416,09
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS 5,64 8,58 2,95
3. QUÍMICA31,8958,6926,80
4. PRODUCTOS METÁLICOS 2,826,914,09
5. MAQUINARIA MECÁNICA 1,40 9,22 7,82
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN 60,00 80,2120,21
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA 29,39 39,03 9,63
8. MATERIAL DE TRANSPORTE 31,46 47,43 15,96
9. ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO 3,3221,3017,98
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO 1,622,090,47
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS 3,2220,7017,48
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS 23,79 38,66 14,87
13. OTRAS MANUFACTURAS0,884,65 3,77
TOTAL 10,98 26,78 15,80
I. TECNOLÓGICA ALTA (6 y 7) 33,6850,56 16,88
I. TECNOLÓGICA MEDIA (3, 5, 8 y 12)25,96 44,4418,48
I. TECNOLÓGICA DÉBIL (1, 2, 4, 9, 10, 11 y 13)3,5914,75 11,16
Fuente: Elaboración propia a partir de Miner, Las grandes empresas industriales en España, 1980-1981, e Iranzo, 1991.

El Cuadro 1 recoge esta comparación. Los sectores manufactureros se agrupan primero siguiendo la clasificación NACE (dos dígitos) y posteriormente según la intensidad del esfuerzo tecnológico (gastos de I+D sobre valor añadido) que realizan en el ámbito de la OCDE. Para calcular la columna correspondiente a 1988 hemos estimado el valor añadido bruto que ofrece Iranzo de las empresas de capital extranjero sobre el de la rama (que difiere del que esta autora utiliza, acomodándose a la tabla input-output de 1985 y a la evolución que refleja la Encuesta   —152→   Industrial del INE de 1985 a 1988), y hemos supuesto que ese mismo porcentaje es atribuible a la producción. El porcentaje de penetración correspondiente al total de manufacturas se altera con respecto al que ofrece Iranzo, primero por la modificación de las cifras de valores añadidos, y segundo, porque las ponderaciones sectoriales usadas para la agregación son las participaciones en la producción, y no en el valor añadido. De la misma manera, para 1981, el total de manufacturas y los demás agregados se obtienen ponderando por los pesos sectoriales en la producción de ese año y no, como se hace en la estimación que tomamos de base, por el peso de las empresas incluidas en cada rama en el total de la muestra.

El cuadro mencionado indica que la penetración del capital extranjero en las manufacturas españolas suponía un control del 10,98 por ciento de la producción total en 1981, cifra no muy elevada, que, sin embargo, esconde su implantación selectiva en los sectores de intensidad tecnológica alta y media, donde su grado de penetración era sensiblemente mayor y una escasa presencia en los de intensidad tecnológica débil, donde se concentraba un porcentaje muy elevado de la producción industrial española. En 1988, el grado de penetración alcanzaba un 26,78 por ciento, habiendo experimentado un considerable crecimiento, al tiempo que una mayor diversificación sectorial. Los sectores menos intensivos en tecnología han pasado a tener una presencia extranjera significativa, conseguida a través de un rápido aumento de ésta en los sectores metálicos básicos, alimentos y papel. En los sectores más intensivos en tecnología, el control extranjero se ha afirmado, afectando a la mitad de la producción. Con todo, la estructura sectorial de implantación del capital extranjero no experimenta un cambio radical de 1981 a 1988 (1987, en realidad), pues el coeficiente de correlación entre las dos estimaciones que manejamos es de 0,9621.

La evolución no culmina aquí, puesto que las inversiones extranjeras directas con destino a las manufacturas han crecido a un ritmo muy considerable durante 1988, 1989 y 1990. Para intentar conocer el aumento en el grado de penetración que han podido suponer, hemos buscado relacionarlas con alguna variable patrimonial que pudiera ser estimada con relativa sencillez. Hemos escogido el valor de los activos netos en el año intermedio de este período, 1989, dado que, conocida la producción de 1989, puede obtenerse utilizando la relación ventas/activos netos (rotación) que se deriva de la muestra de empresas de la Central de Balances del Banco de España para cada sector, tras deducir de un examen de ella, si bien superficial, que no parecen existir,

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Estimación del aumento de penetración

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al menos para 1988 y 1989, diferencias en esta relación en función del tamaño de las empresas.

El Cuadro 2 recoge esta estimación. A tenor de los resultados obtenidos, podría deducirse que de 1988 a 1990 ha habido un sustancial aumento de la penetración del capital extranjero, que se situaría en la actualidad entorno al 36,5 por ciento para el agregado de manufacturas, cifra muy elevada. Por otra parte se mantendrían las pautas sectoriales ya mostradas de 1981 a 1988, a saber, consolidación del dominio extranjero en los sectores de intensidad tecnológica alta y media, en donde el control se situaría aproximadamente en el 60 por ciento, y rápido aumento de su presencia en los de menor intensidad tecnológica, a través de alimentos y papel, y, como importante novedad, de productos de minerales no metálicos. El aumento de penetración durante 1988, 1989 y 1990 habría tendido así a alterar, aunque solo levemente, en continuidad con lo ocurrido en los años anteriores, la estructura sectorial de implantación del capital extranjero existente en 1981. De hecho si efectuamos una estimación de los niveles de penetración para 1990, sumando a los de 1988 los aumentos que han tenido lugar durante 1988, 1989 y 1990, obtenemos un coeficiente de correlación con la estimación de 1981 de 0,9175.

Si atendemos pues a los datos expuestos, la penetración del capital extranjero en la industria española habría experimentado en la década de los ochenta un aumento espectacular, extendiéndose a todas las ramas, salvo a tres que parecen revestir pocos atractivos: productos metálicos y, sobre todo, textil y otras manufacturas.

Ahora bien, la estimación indirecta que hemos realizado de la penetración que ha tenido lugar de 1988 a 1990 ha de ser tomada con reservas, ya que plantea diversos problemas. En primer lugar, las cifras de inversiones extranjeras que hemos utilizado (las verificaciones y autorizaciones registradas por la Dirección General de Transacciones Exteriores) son, cuando se consideran en su totalidad, y no sólo las dirigidas a las manufacturas, y se descuentan las realizadas por empresas ubicadas ya en el territorio económico, sensiblemente superiores a los ingresos por inversiones directas del Registro de Caja del Banco de España, sobre todo en 1990, lo que resulta más extraño si se tiene en cuenta que el registro de la DGTE sólo recoge inversiones mayoritarias, que son las que requieren verificación. Ello puede deberse a que algunas inversiones verificadas no se realizan o tardan en hacerlo, o a que el Registro de Caja contabiliza como inversiones en cartera algunas que son directas, o a que no incluye las ampliaciones de capital   —155→   con cargo a beneficios no distribuidos (Gónzalez Ximenez y Rodríguez de Pablo, 1987). En segundo lugar, los activos netos no son la variable expresiva del valor patrimonial de la empresa, por otra parte, difícil de determinar a partir de los libros contables, y, además, desconocemos el grado de infravaloración que poseen.

Del análisis de la penetración del capital extranjero que hemos efectuado podría deducirse que ésta ha tendido a incrementarse sobre todo en la segunda mitad de la década de los ochenta, tras el ingreso de España en la Comunidad Europea. Pero carecemos de una visión evolutiva suficientemente clara para poder afirmarlo. Por ello, hemos buscado aproximar la evolución anual de la penetración, para el agregado de manufacturas, de la misma forma que los hemos hecho anteriormente para el período 1988-1990, relacionando inversión extranjera y activos netos empresariales. Los datos de inversión extranjera son los ofrecidos por la DGTE y los activos netos se han calculado, aplicando a los estimados para 1989 las tasas de variación que se obtiene de la muestra constante de empresas de la Central de Balances del Banco de España. El Cuadro 3 recoge el resultado, que revela un importante

CUADRO 3
IMPORTANCIA DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA SOBRE LOS ACTIVOS NETOS DE LAS EMPRESAS MANUFACTURERAS ESPAÑOLAS
(Valores en miles de millones de pesetas)
AÑOSA
INVERSIÓN EXTRANJERA ANUAL
B
ACTIVOS NETOS
(A/B) x 100
PENETRACIÓN
198159,3 9.223,4 0,6
1982 126,310.127,21,2
1983 97,011.331,90,9
1984 141,111,711,11,2
1985177,3 12.294,2 1,4
1986246,2 12.534,42,0
1987382,613.192,1 2,9
1988311,514.641,32,1
1989 522,816.276,8 3,2
1990 639,717.192,2 3,7
Pro-memoria: en 1981, la participación alcanzada por el capital extranjero en los activos empresariales era del 10,5 por ciento, y suponía unos activos de 968,1 miles de millones de pesetas.
Fuente: Elaboración propia, a partir de las informaciones de la Dirección General de Transacciones Exteriores, y la Central de Balances del Banco de España, las tablas input-output de 1985 y los índices de producción y de precios industriales que elabora el INE.

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aumento, a partir de 1986, del grado de penetración del capital extranjero en la industria española.

Esta estimación, no obstante, posee la limitación de que, mientras las inversiones anuales aparecen en valores corrientes, desconocemos el grado de actualización de los activos netos. Por ello, hemos tratado de mejorar el cálculo, relacionando la evolución del stock de capital extranjero a precios constantes con la de los activos inmovilizados materiales netos del agregado manufacturas, también a precios constantes de 1990. Hemos partido para ello de una estimación de los inmovilizados materiales netos realizada para 1981 (Gómez Villegas, 1987) y hemos ido acumulando las inversiones anuales (obtenidas de la Encuesta Industrial y la Encuesta de Inversiones del Ministerio de Industria, Energía y Comercio para el período 1988-1990), aplicando dos tasas de depreciación alternativas, de un 11,6 por ciento, que es la utilizada por el autor de la estimación, correspondiente al 1,5 del inverso de la vida útil estimada para los activos materiales manufactureros, y de un 7 por ciento, que corresponde a la que, como media, han aplicado sobre sus inmovilizados materiales brutos las empresas incluidas en la Central de Balances del Banco de España de 1983 a 1988 (Gónzalez Romero y Myro, 1990). El stock de capital extranjero lo hemos obtenido aplicando a los inmovilizados materiales netos sectoriales de 1981 los porcentajes de penetración de capital extranjero que figuran en el cuadro 1 y acumulando después las inversiones extranjeras, en términos reales, usando las mismas tasas de depreciación alternativas que para el inmovilizado material total.

El Cuadro 4 recoge los resultados de las dos estimaciones, A (depreciación de un 11,6 por ciento) y B (depreciación de un 7 por ciento). En ambos casos se observa que la penetración del capital extranjero en la industria española crece gradualmente hasta 1985, a razón de un punto anual, para posteriormente pasar a hacerlo a un ritmo sensiblemente superior65. El Gráfico 1, en el que se representan ambas estimaciones, junto con la que se obtiene acumulando las cifras de penetración sobre los activos netos que figuran en el Cuadro 3, permite ver con mayor claridad que 1986 supone un cambio de tendencia, que parece ir acompañado de un aumento del peso de las inversiones procedentes de la Comunidad Europea en el total, algo que es claro para el

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Cuadro 4

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total de la inversión extranjera dirigida a España pero que no podemos afirmar en el caso de la industria, por falta de datos específicos.

Con todo, las estimaciones de la penetración del capital extranjero en la industria española incluidas en el Cuadro 4 ofrecen una evolución de ésta más moderada que la obtenida en el Cuadro 1. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el cálculo agregado no tiene en cuenta que el cambio en la estructura productiva ha favorecido un mayor control del capital extranjero, al crecer más aquellos sectores más penetrados por él. Así, la penetración existente en 1981, con la estructura de la producción de 1988, sería tres puntos porcentuales superior. Las diferencias, no obstante, pueden ser también un reflejo de que, al realizarse la estimación sobre el valor de los activos materiales, se sobreestiman los valores de compra de las empresas, y, por consiguiente, se infravalora la capacidad de compra del volumen de inversiones extranjeras. Asimismo, pueden ser la expresión de las diferencias metodológicas entre las estimaciones del MINER en 1981 y de Iranzo en 1988.




3. Fusiones y adquisiciones efectuadas por empresas extranjeras en España

En este epígrafe vamos a analizar aquellas inversiones que han sido consecuencia de fusiones y adquisiciones de empresas españolas por parte de empresas extranjeras, durante el período 1986-1990, que, como es sabido, se ha caracterizado por un elevado número de operaciones de esta índole, no solo en España, sino en el resto de las naciones desarrolladas.

Aunque puede suponerse que este fenómeno ha respondido a las mismas motivaciones que el resto de las inversiones extranjeras, a cuyo estudio dedicaremos el siguiente apartado de este artículo, diversos estudios lo han relacionado, de forma particular, con las expectativas generadas por la formación del Mercado Único Europeo, que habría impulsado las estrategias de crecimiento externo de las empresas, como forma de conseguir rápidamente economías de dimensión. No hay que olvidar, sin embargo, que esta reciente ola de fusiones y adquisiciones de empresas no se ha iniciado en la Comunidad Europea, ni circunscrito a ella, y sucede a otras que, aun cuando poseen características propias, cuentan también con algunos rasgos comunes66.

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Teniendo presentes estas consideraciones, vamos pues a intentar describir y analizar las pautas que las empresas extranjeras han seguido en su penetración en las manufacturas españolas a través de fusiones y adquisiciones de empresas propiedad del capital nacional. La carencia de estadísticas que ofrezcan un registro sistemático de estas operaciones dificulta nuestros propósitos. Por ello, siguiendo estudios similares realizados para otros países, hemos recurrido a la prensa especializada en información económica, en concreto al diario CINCO DÍAS, que recoge las operaciones de fusión y adquisición más relevantes. De entre ellas, hemos seleccionado aquellas protagonizadas por empresas extranjeras, en las que se ha visto implicada alguna empresa española. Dada la fuente utilizada, resulta evidente que el registro no es exhaustivo, y que posiblemente no recoge una parte sustancial de las operaciones que han tenido lugar67.

Una primera visión de la actividad del capital extranjero con respecto a las empresas españolas se obtiene a partir del Cuadro 5. En los años comprendidos entre 1986 y 1990 han tenido lugar 325 operaciones de fusión o adquisición de empresas españolas, cifra indicativa de una intensa actividad compradora por parte de empresas extranjeras, que se ha acelerado en los dos últimos años considerados. La mayor parte de estas adquisiciones las han protagonizado empresas pertenecientes al resto de los países de la Comunidad Europea (67%), seguidas por las norteamericanas (13%) y, en menor medida, por las japonesas (5%). El resto proceden de países muy diversos, si bien los europeos no comunitarios destacan como activos compradores. Además, las empresas compradoras poseen un rasgo común: su gran tamaño. Entre ellas es frecuente encontrar todos los años un número elevado de las situadas entre las 500 mayores del mundo. Por lo tanto, al igual que en todo tipo de operaciones de esta índole, las compradoras son

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Fusiones y adquisiciones

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de tamaño superior a las adquiridas. Pero, en este caso, son, como media, extraordinariamente mayores, lo que confirma que se trata de grandes empresas multinacionales.

Hemos clasificado las operaciones registradas de acuerdo con el grado de control que han permitido a la empresa compradora. Se observa que las empresas extranjeras han optado principalmente por alcanzar el control mayoritario de las sociedades adquiridas. De hecho, las tomas de participación minoritarias representan el 23 por ciento y las joint ventures el 10, pudiendo considerarse que el resto -con excepción de las no clasificadas- suponen un control mayoritario por parte de los compradores. El número más elevado de operaciones han sido adquisiciones de todas las acciones de una empresa o de una parte mayoritaria en una sola operación. No obstante, también es significativo el número de operaciones en las que, mediante aumentos graduales de participación, las empresas extranjeras van haciendose con el control de la empresa española. Las fusiones en sentido estricto, que hayan supuesto una entrada de capital extranjero, son escasas, aunque ha habido algunas otras como consecuencia de la fusión de empresas extranjeras en sus países de origen, que, sin embargo, nosotros no hemos recogido, al no implicar nueva penetración en España. Por último, se observan algunas operaciones consistentes en adquisiciones de plantas y algunos otros activos de una empresa. Suelen ser el resultado de la reventa de parte de una empresa previamente adquirida por otra, o bien, de la venta de alguna línea de producción de una gran empresa en proceso de reestructuración.

Por consiguiente, una primera conclusión acerca de la estrategia de las empresas extranjeras en España es su preferencia por el control mayoritario de las sociedades españolas participadas. Ello podría indicar que los objetivos perseguidos son una rápida penetración en el mercado interior o la explotación de economías de escala, o ambas cosas a la vez, para los que suele ser, en general, imprescindible el control mayoritario de la empresa. La penetración a través de participaciones minoritarias o de joint ventures suele ir, en cambio, asociada a proyectos empresariales de alto riesgo o de naturaleza complementaria.

En el tipo de penetración no se observan grandes diferencias por países (Cuadro 6). No obstante, las empresas japonesas muestran una mayor preferencia por las joint ventures y las francesas por adquirir participaciones minoritarias. Por sectores, los únicos en los que la creación de empresas en participación son relativamente importantes son los metálicos básicos, los químicos, los de maquinaria de oficina, ordenadores

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Cuadro 6

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Cuadro 7

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e instrumentos de precisión y los de material de transporte, un hecho para el que no es fácil ofrecer una explicación en ausencia de mayor información.

La penetración de empresas extranjeras a través de fusiones y adquisiciones es bastante general a los diferentes sectores de las manufacturas españolas, pero hay algunos de ellos que destacan por el elevado número de operaciones registradas. El que mayor atractivo parece haber tenido para el capital extranjero es el de alimentación, bebidas y tabaco, seguido del de papel y artes gráficas y del químico. También destacan, por el mismo hecho, el de material de transporte y el de maquinaria eléctrica y electrónica.

Para profundizar en la estrategia seguida por las empresas extranjeras, en el Cuadro 7, hemos clasificado las compraventas en una matriz interindustrial. Las operaciones que aparecen en la diagonal de la matriz son de naturaleza horizontal, mientras que el resto son «diversificadas». Hay que advertir, no obstante, que el clasificar las operaciones de esta manera plantea algunos problemas difíciles de resolver (Goudie y Meeks, 1982)68.

Como puede observarse en el cuadro citado, un elevado número de operaciones se concentran en la diagonal de la matriz que hemos construido, concretamente el 80 por ciento de las 325 que hemos registrado, mostrando la preferencia de las empresas compradoras por expandirse en el mismo tipo de actividades en que se encuentran especializadas.

Un modo complementario de observar las estrategias seguidas nos lo ofrece el Cuadro 8. En su primera columna figura el porcentaje de adquisiciones que las empresas extranjeras han efectuado en su propio sector, y en la segunda, el porcentaje de empresas de cada sector que han sido adquiridas por empresas extranjeras incluidas en otros sectores. Los datos de este cuadro confirman, de un modo aún más claro, la preferencia de las empresas extranjeras por adquirir empresas españolas pertenecientes a su propio sector. Asimismo, la tasa de entrada en actividades distintas a la propia no es muy elevada, excepto en los sectores de textil, confección, cuero y calzado, caucho y plásticos, productos

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Cuadro 8

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metálicos y otras manufacturas, todos ellos caracterizados por un número reducido de operaciones.

Por consiguiente, se puede afirmar que en España, al igual que en el resto de los países europeos (Jacquemin, 1991), las empresas prefieren concentrarse en aquellas producciones en las que poseen mayor tradición y dominio de las técnicas productivas, ampliando su cobertura geográfica, como alternativa a una diversificación de sus productos dentro de un área más limitada. Esta estrategia también es la que ha predominado en Estados Unidos, en donde tres cuartas partes de las adquisiciones efectuadas por empresas extranjeras han sido de tipo horizontal (Harris y Ravenschaft, 1991). Así pues, ya sea debido a la formación del Mercado Único Europeo, o bien debido a las tendencias, de índole más general, hacia la globalización de los mercados, existe una clara opción por parte de las empresas extrajeras por estar presentes y consolidar sus posiciones en el mercado español. Además, dado que, como anteriormente hemos señalado, las empresas extranjeras que penetran en España suelen encontrarse en el grupo de las líderes mundiales, podría pensarse que el territorio español es un nuevo escenario de su lucha competitiva en el plano internacional.

En este sentido, es interesante examinar las diferencias en las estrategias de penetración sectorial seguidas en España por los diversos países inversores. Pueden ofrecernos una idea de la medida en que se derivan de la búsqueda de un aprovechamiento de sus ventajas competitivas o de un intento de aumentarlas. Con todo, hay que tener en cuenta que estamos considerando una muestra muy reducida y limitada a solo cinco años.

El Cuadro 9, que agrupa los sectores según su intensidad tecnológica, permite comprobar que la mayor parte de las adquisiciones se han efectuado en los de intensidad tecnológica baja, lo que resulta coherente con la tendencia a la extensión de la penetración del capital extranjero hacia estos sectores que hemos puesto de relieve en el apartado anterior. Por grupos de países, destaca la mayor importancia relativa de los países no comunitarios en los sectores de intensidad tecnológica alta, de Japón en los de media -fundamentalmente material de transporte- y de los restantes países comunitarios en los de débil, lo que resultaría relativamente acorde con las ventajas competitivas relativas de estas áreas geográficas, si no fuera por el hecho de que la Comunidad Europea muestra una clara especialización, en cuanto a ventajas comerciales y a número de grandes empresas, no sólo en las producciones de tecnología débil, sino también en las de tecnología media

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Cuadro 9

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(Myro y Yagüe, 1989). Sobre esta base, podría apuntarse como hipótesis que el mercado español ofrece, en la actualidad, atractivos diferentes para las empresas comunitarias y para las norteamericanas o japonesas. Pero nada puede decirse con rigor sin conocer la implantación anterior a 1985 de las empresas pertenecientes a cada una de las áreas geográficas mencionadas y sin extender el análisis a toda la inversión extranjera, y no sólo a la que se deriva de fusiones y adquisiciones de empresas españolas.

El Cuadro 10 ofrece un mayor detalle de las estrategias sectoriales seguidas en España por las empresas de cada país. Se observa que una mayoría de países inversores muestran preferencia por un reducido número de sectores. El sector de alimentación ha atraído empresas americanas y europeas, tanto comunitarias como no comunitarias, lo que resulta acorde con la explotación de sus ventajas relativas. En este sector parece haberse planteado una rivalidad oligopolística en el plano mundial, en la cual la lucha por alcanzar cuotas significativas en cada mercado y disponer de marcas líderes ha determinado las estrategias de las grandes empresas multinacionales. En el sector del papel, el mercado español atrae de modo generalizado a los demás países europeos, aunque las estrategias podrían ser distintas en cada uno de sus subsectores. Por una parte, habría interés en racionalizar la fabricación de papel en Europa y, por otra, en controlar los medios de comunicación españoles. En el sector químico, las fusiones y adquisiciones han sido protagonizadas por empresas americanas y de los países europeos no comunitarios, que poseen claras ventajas competitivas en este tipo de producciones, mientras que en el de material de transporte han predominado las inversiones procedentes de Japón, Alemania y Francia, que, como es sabido, poseen sociedades líderes, en el plano internacional. Finalmente, hay que señalar que las empresas francesas han sido las más activas en la adquisición de empresas españolas, de forma generalizada en todos los sectores productivos, aunque de forma destacada en alimentos y papel.

Puede concluirse, pues, que las adquisiciones de empresas manufactureras españolas que han tenido lugar en los últimos años por capitales extranjeros se han extendido a los distintos sectores productivos, aunque con diferente intensidad en cada uno de ellos, y han sido protagonizadas por empresas extranjeras líderes en sus producciones características y con claras ventajas competitivas en ellas a escala mundial, lo que ha contribuido a integrar más claramente a España en sus estrategias internacionales, y, por consiguiente, a internacionalizar nuestra

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Cuadro 10

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industria. Las posibles razones de este hecho, algunas de las cuales se han apuntado de forma parcial en las páginas anteriores, al hilo de la descripción efectuada, merecen ser consideradas con detenimiento, por lo que constituyen el objeto del siguiente apartado, junto con el análisis, también imprescindible, de sus posibles efectos sobre la competitividad y el crecimiento de las manufacturas españolas.




4. Causas y efectos de la inversión extranjera dirigida a las manufacturas

Con la información disponible, limitada a un número reducido de años, no resulta fácil intentar explicar las causas y los efectos de la penetración del capital extranjero. Mucho más, si se tiene en cuenta que las hipótesis teóricas que pueden ayudarnos a hacerlo consideran un elevado número de variables, por lo que su contrastación empírica resulta complicada. Por otra parte, la distinción entre causas y efectos tampoco es una tarea sencilla, puesto que una creciente presencia de capital extranjero en el territorio nacional modifica las características de la industria nacional, y por consiguiente, los atractivos que el país ofrece para nuevas inversiones. Así pues, nuestro objetivo en este apartado es modesto, buscando exclusivamente formular posibles hipótesis acerca de las causas de la penetración del capital extranjero en la industria española, basadas en una evidencia empírica fragmentaria, así como una primera aproximación a la evaluación de sus efectos.

Como es sabido, desde la perspectiva analítica tradicional, que tiene su base en el modelo de Heckscher-Ohlin-Samuelson (HOS), el comercio de productos, al tender a igualar en el ámbito internacional los precios de los factores productivos, aparece como sustitutivo de los movimientos internacionales de éstos, lo que hace difícil entender que un proceso de apertura comercial, como el que han vivido las economías de España, Portugal y Grecia, tras su integración en la Comunidad Europea, haya ido acompañado de flujos crecientes de inversiones hacia estas economías, procedentes de los restantes países del área comunitaria. Más difícil de entender aún, desde esta perspectiva, resulta la persistencia y el acrecentamiento de flujos de capital entre los países integrantes de la Comunidad Europea ante el reto de 1993.

No obstante, puede asumirse que la lentitud con que se harían realidad las predicciones del modelo HOS y, sobre todo, la permanencia de barreras naturales al comercio (costes de transporte, dificultad de comunicación,   —171→   diferencias culturales y costes impuestos por los gobiernos), que probablemente poseen una mayor magnitud de lo que tradicionalmente se ha pensado (Krugman y Venables, 1990), sostendrían diferencias en la remuneración del capital entre países, en respuesta a diferentes grados de «escasez». El capital se movería, así, desde los países «ricos», con mayor abundancia de capital, y menores tipos de interés, hacía los «pobres», con mayores tasas de remuneración del capital. Los primeros serían oferentes netos de capital y los segundos demandantes netos respecto al resto del mundo.

Este modelo, sin embargo, no puede ofrecer una explicación completa de la inversión extranjera pues no admite distinciones entre diferentes formas de inversión (directa, préstamos, cartera), ni entre industrias, ni puede explicar el que un país sea simultáneamente oferente y demandante de capital, ni el que las transferencias de capital vayan acompañadas a menudo de las de otros factores productivos (tecnología, dirección, comercialización) (Lall y Streeten, 1977; Agarwal, 1980). En realidad, si los países ricos poseen dotaciones abundantes de estos factores, junto al capital, es plausible teóricamente, y existe suficiente evidencia empírica de ello, que la inversión en el país rico dé lugar a externalidades que provoquen movimientos contrarios en el capital y el trabajo, desde los países pobres a los ricos (Romer, 1990).

Ello no quiere decir que este modelo haya de ser invalidado por completo, y aún menos, que las diferencias en la rentabilidad del capital no influyan en las inversiones exteriores. Es más, resulta coherente con sus predicciones, tal y como señala Molle (1990), que los países considerados más pobres de la Comunidad Europea (Italia, Irlanda, Grecia, Portugal y España), sean los que aparecen como receptores netos de inversiones directas, junto con Bélgica, que constituye una excepción. Datos más recientes que los utilizados por este autor (OCDE, 1990), muestran que Italia ha pasado, durante la década de los ochenta, a convertirse en un país inversor neto en el resto del mundo, lo que posiblemente también sería fácil de explicar desde la perspectiva mencionada69. También es coherente con el modelo descrito el que la integración de España, Grecia y Portugal en la Comunidad Europea, que ha ido acompañada de una liberalización de los movimientos de capital, haya incrementado los flujos de inversión directa netos provenientes del resto de los países comunitarios, y posiblemente, también lo es el hecho   —172→   de que la penetración del capital extranjero en la industria española, tal y como hemos visto en el segundo apartado, se haya hecho más general a sus diferentes ramas productivas, y, por consiguiente, menos discriminadora entre ellas. Incluso puede resultar acorde con sus postulados el que España reciba inversiones directas por una cuantía muy superior a la de Grecia y Portugal, si se tienen en cuenta las diferencias en el tamaño de los mercados.

Sin embargo, no es coherente con el modelo descrito el que la distribución sectorial de la inversión extranjera directa recibida entre 1987 y 1990 no posea correlación alguna con las tasas de rentabilidad económica de los sectores manufactureros españoles70 en 1988, como puede comprobarse a partir de los datos incluidos en el Cuadro 11. Puede pensarse, no obstante, que la variable a considerar es la evolución del grado de penetración y no la inversión extranjera. Pero, ni el aumento de penetración que hemos estimado para el período 1981-1988, ni el calculado para 1988-1990 muestran coeficientes de correlación estadísticamente significativos con las tasas de rentabilidad (0,419 y 0,455), si bien son superiores a los correspondientes a la inversión extranjera71. Tampoco se acomoda al modelo descrito el que, tal y como hemos visto en el tercer apartado, las operaciones de compra y fusión de empresas se realicen de forma muy mayoritaria entre empresas que operan dentro de un mismo sector, puesto que ello sugiere la presencia de factores propios a cada industria en la explicación de la inversión extranjera.

La limitada capacidad explicativa del marco teórico tradicional que hemos descrito brevemente ha dado lugar, durante las tres últimas décadas, al desarrollo de diversas hipótesis, unas más generales y otras más concretas, cuyo punto de partida común es la existencia de imperfecciones en los mercados (Agarwal, 1980; Lizondo, 1991). Con un carácter más acabado, por ser síntesis de las más importantes de entre ellas, merece destacarse el denominado enfoque ecléctico, desarrollado por Dunning (1977, 1979, 1980 y 1988), que relaciona las aportaciones ofrecidas por tres tipos de teorías, la de la organización industrial, la

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CUADRO 11
CAPITAL EXTRANJERO Y RENTABILIDAD
SECTORESINVERSIÓN EXTRANJERA 1987-199072 RENTABILIDAD ECONÓMICA EN 198873
1. METÁLICAS BÁSICAS 5.3199,50
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS53.56317,10
3. QUÍMICA 119.503 15,50
4. PRODUCTOS METÁLICOS14.495 10,60
5. MAQUINARIA MECÁNICA16.33014,00
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN9.138 28,90
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA 30.010 19,00
8. MATERIAL DE TRANSPORTE 48.370 24,00
9, ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO69.635 17,89
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO11.958 8,00
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS 68.131 15,31
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS15.648 16,99
13. OTRAS MANUFACTURAS2.03617,50
TOTAL 464.136 15,21
I. TECNOLÓGICA ALTA (6 y 7) 39.14818,60
I. TECNOLÓGICA MEDIA (3, 5, 8 y 12) 199.85217,91
I. TECNOLÓGICA DÉBIL (1, 2, 4, 9, 10, 11 y 13) 225.137 13,96
Fuente: Elaboración propia a partir de la información de la DGTE, la Central de Balances del Banco de España, y el Cuadro 1.

de internalización de transacciones y la de la localización. Siguiendo los trabajos primeros de Vernon (1966), y sobre todo, de Hymer (1960), las imperfecciones derivadas de las condiciones estructurales de los mercados, que constituyen el objeto de la teoría de la Organización Industrial, justifican la existencia de determinadas ventajas competitivas por parte de algunas empresas, que pueden ser de diversa índole -disponibilidad y costes de financiación, innovación, diferenciación, dirección, escala, comercialización, poder negociador y político (Lall y Streeten, 1977)- y que a menudo se plasman en activos intangibles. Las derivadas de la existencia de costes de transacción, señaladas también por Hymer y objeto de la teoría de la internalización, aplicada a este ámbito, entre otros autores, por Buckley y Casson (1976) y Rugman (1980), justifican, a su vez, que la explotación de tales ventajas haya de hacerse a través de la inversión extranjera, y no mediante su venta   —174→   o arrendamiento a otras empresas. Los costes de transacción provienen de la dificultad de fijar precio y rentabilizar separadamente elementos de un «paquete» de ventajas competitivas, lo que conduce a su aprovechamiento más eficiente mediante transacciones internas a la empresa. También contribuye a ello la imposibilidad de vender determinados activos intangibles. Finalmente, las ventajas locacionales que posee un territorio (recursos naturales, costes de factores, barreras naturales o impuestas de protección) permiten explicar el que la explotación de las ventajas no se haga exclusivamente a través de la exportación.

De acuerdo con este enfoque74, una empresa acometerá inversiones extranjeras en un determinado país si, poseyendo alguna ventaja competitiva propia, le es más rentable explotarla internamente que venderla o alquilarla y, si, además, el país anfitrión ofrece alguna ventaja locacional.

Existen posibilidades de enriquecer este marco explicativo mediante la consideración de diferentes aspectos motivacionales y estratégicos de la empresa, sugeridos por la teoría de la firma, que destacarían la importancia de variables como liquidez, rentabilidad, riesgo, estabilidad política y potencialidad de crecimiento del mercado (Lall y Streeten, 1977), así como mediante la integración de algunas hipótesis de carácter más parcial, como la reacción oligopolística, formulada inicialmente por Knickerbocker (1973). Según esta hipótesis la inversión extranjera forma parte de un comportamiento oligopolístico, de modo que la internacionalización productiva de una empresa líder de un determinado país desencadenaría un comportamiento similar entre las principales empresas de dicho país con el fin de mantener un equilibrio competitivo. Es decir, la inversión extranjera constituye un aspecto de una estrategia global de la empresa y, en cierto modo, se puede interpretar como una extensión de la estrategia nacional. Como ya hemos señalado, esta hipótesis no pretende ser general, sino entender solamente el comportamiento que se desencadena en industrias oligopolísticas donde existe una rivalidad y no una colusión de intereses. La hipótesis de la reacción oligopolística; como la del ciclo de vida del producto, pueden integrarse perfectamente en el enfoque ecléctico, como parte de los aspectos que mueven a una empresa a instalarse en otro país en vez de exportar, más alla de los atractivos locacionales que el país ofrece (Lall y Streeten, 1977).

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La importancia de las ventajas competitivas de índole tecnológica y organizacional permite explicar que la inversión extranjera haya adquirido una mayor relevancia en los sectores intensivos en tecnología, donde, por otra parte, la globalización de los mercados, la concentración de la oferta, y, por consiguiente, las estrategias de reacción oligopolística también asumen un papel más destacado (Porter, 1986; Myro y Yagüe, 1991).

En definitiva, resumiendo el enfoque expuesto, la inversión extranjera en un país sería una función de tres factores: ventajas diferenciales de las empresas extranjeras respecto a las empresas controladas por el capital nacional, importancia de los costes de transacción y atractivos locacionales relativos del país en cuestión.

Tratar de explicar la presencia del capital extranjero en la industria española, y su evolución temporal, siguiendo esta hipótesis teórica, exige pues prestar atención al papel de estos tres tipos de factores.

Que las empresas extranjeras de carácter multinacional poseen ventajas con respecto a las españolas no parece difícil de asumir, ni de demostrar, al menos en lo que respecta a la tecnología, cualquiera que sea el indicador utilizado. Uno de ellos, que ofrece buenos resultados en la explicación de las ventajas aparentes en la exportación de diversos países, es el porcentaje de patentes registradas en un mercado tecnológicamente avanzado como el de Estados Unidos (Dosi et al., 1990). Pues bien, de 1966 a 1988, el porcentaje de las patentes europeas registradas en Estados Unidos por empresas o individuos españoles no supera el 0,6 por ciento, cifra suficientemente significativa (Patel y Pavitt, 1991). En relación con el total de patentes registradas en ese mercado, incluyendo también, por tanto, las no europeas, el porcentaje es de 0,09 (Molero et al., 1990). Por sectores, las diferencias son apenas relevantes, pero destaca, en general, la desventaja relativa, esto es, respecto a los demás sectores, de los de intensidad tecnológica alta y media (Molero et al., 1990). No quiere decir ello, sin embargo, que los demás sectores posean ventajas tecnológicas respecto a las empresas extranjeras.

Una confirmación adicional de que las empresas extranjeras que penetran en España poseen ventajas competitivas, que pretenden explotar internacionalmente, se encuentra en la clara orientación de las empresas de cada país hacia la inversión en aquellos sectores en los que poseen algún tipo de ventaja competitiva, en el plano internacional, que hemos puesto de manifiesto en el apartado anterior.

  —176→  

Por consiguiente, al menos la ventaja tecnológica del capital extranjero ofrecería una primera justificación para la inversión en España, así como para que esta asumiera un carácter general a los distintos sectores, tal y como parece tender a hacerlo en los últimos años. Sin embargo, las mayores economías de internalización de transacciones que parecen existir en los de intensidad tecnológica alta y media serían una primera clave para entender que el grado de penetración en ellos sea considerablemente más elevado. Altos niveles de protección efectiva en estos sectores, si atendemos a recientes estimaciones (Cañada y Carmena, 1991) ofrecerían una segunda clave75.

El elemento central de la explicación, sin embargo, es descubrir los atractivos que posee España para la inversión extranjera. Al margen de atractivos peculiares a cada sector (bondad de recursos naturales, por ejemplo), podemos considerar, en función de la información de que disponemos, dos de carácter general: los costes laborales y las perspectivas de expansión del mercado.

El Cuadro 12 ofrece la evolución de los salarios en España, medidos en ecus, respecto a siete países de la Comunidad Europea. Con la misma tecnología, y, por tanto, con idéntica productividad del trabajo, es un indicador de la reducción de los costes unitarios relativos que puede conseguir una empresa de la Comunidad Europea implantada en España. Puede observarse que los salarios españoles, para el agregado de manufacturas, son sensiblemente inferiores a los comunitarios, mostrando las posibilidades diferenciales de rentabilidad que, con idéntica tecnología, ofrece el producir en España. Adicionalmente, de 1980 a 1988, tuvo lugar una ligera reducción de los salarios relativos españoles. Parece pues, difícil negar la existencia de un atractivo locacional importante de España en sus bajos salarios relativos, si bien estos han tendido a elevarse durante 1989, 1990 y 1991, por las mayores alzas salariales que han tenido lugar en España y por la apreciación de la peseta frente al ecu76.

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Cuadro 12

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Sin embargo, si calculamos el coeficiente de correlación sectorial entre la penetración de capital extranjero existente en 1981 y el nivel relativo de salarios en cualquiera de los años considerados obtenemos un valor próximo a cero, sorprendentemente. Tampoco los aumentos en la penetración sectorial del capital que han tenido lugar de 1981 a 1988 y de 1988 a 1990 están correlacionados con los salarios relativos. Ello parece indicar que la ventaja de costes laborales españoles no ha sido guía sectorial de la inversión extranjera, sino que existen otros determinantes sectoriales de importancia. Dicho de otra manera, la ventaja salarial española puede, sin duda, justificar la penetración del capital extranjero, pero no explica su distribución sectorial.

Hay que tener en cuenta, a este respecto, que una determinada ventaja salarial ofrece atractivos locacionales distintos para los diferentes sectores. En particular, con economías de escala importantes y barreras naturales intermedias al comercio, puede ser preferible una localización más cercana a los grandes mercados (los del centro de Europa). En cambio barreras muy bajas harán más relevante la ventaja salarial, tanto más cuantas más economías de escala existan, y barreras muy altas harán más atractivo el mercado (Krugman y Venables, 1990). Por consiguiente, explorar adecuadamente el papel de los atractivos salariales exige un modelo más complejo y disponer de mejor información.

Si efectuamos el mismo ejercicio anterior, no con los salarios relativos, sino con los costes laborales unitarios reales relativos, que figuran en el Cuadro 13, obtenemos un resultado algo distinto. El coeficiente de correlación entre el grado de penetración del capital extranjero en 1981 y tales costes va aumentando gradualmente sin llegar a ser significativos hasta que introducimos los correspondientes al año 198877. Alcanza entonces el valor de -0,76. Ello sugiere que la evolución favorable de los costes laborales reales unitarios relativos es un efecto positivo, no una causa, de la presencia de capital extranjero, en la medida en que este supone aumentos en la productividad aparente del trabajo, como más adelante observaremos. En este mismo sentido cabe interpretar que el aumento en la penetración del capital extranjero de 1981 a 1988 posea un coeficiente de correlación con los costes laborales relativos en 1988 de -0,652 y, en cambio, su correlación con los de 1985 no sea significativa. En este caso, no obstante, podría pensarse que el desarme arancelario respecto a la Comunidad Europea ha tendido a hacer más relevante la ventaja salarial española. Pero el

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Cuadro 13

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aumento de penetración que hemos calculado para 1988-90 no muestra relación significativa con los costes laborales reales unitarios relativos, aunque ello puede deberse a la forma más imperfecta de estimación del aumento de penetración.

Consideremos ahora el otro posible atractivo que hemos mencionado, a saber, el crecimiento del mercado interno. El Cuadro 14 ofrece la evolución del Valor Añadido Bruto (VAB) de las manufacturas españolas respecto a los mismos países de la Comunidad Europea. Es un indicador de la capacidad diferencial de crecimiento del mercado español.

CUADRO 14
CRECIMIENTO DEL VAB REAL RESPECTO A CEE-7
SECTORES1967-801981-881967-88
1. METÁLICAS BÁSICAS5,63-0,343,42
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS3,95-0,902,16
3. QUÍMICA4,363,213,94
4. PRODUCTOS METÁLICOS8,36-1,834,54
5. MAQUINARIA MECÁNICA4,86-2,322,19
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN-2,0314,983,84
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA6,043,134,97
8. MATERIAL DE TRANSPORTE0,423,571,55
9. ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO4,732,463,90
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO2,20-1,400,87
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS3,50-0,701,95
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS-1,470,00-0,94
13. OTRAS MANUFACTURAS-2,59-2,22-2,45
TOTAL3,250,842,37
I. TECNOLÓGICA ALTA (6 y 7)4,904,684,82
I. TECNOLÓGICA MEDIA (3, 5, 8 y 12)2,992,232,72
I. TECNOLÓGICA DÉBIL3,57-0,302,10
Fuente: Myro (1992)

Puede observarse que, en el largo período comprendido entre 1967 y 1988, las manufacturas españolas crecieron, como media, 2,37 puntos más al año que las de los países de referencia. Es un crecimiento diferencial elevado, que posiblemente constituye un gran atractivo para el capital extranjero. No obstante, el coeficiente de correlación del grado   —181→   de penetración sectorial del capital extranjero en 1981 con el crecimiento diferencial de 1967 a 1980 no llega a ser significativo. Sin embargo, con respecto al crecimiento diferencial que tuvo lugar entre 1981 y 1988 alcanza un valor de 0,90. ¿Significa ello que el capital extranjero evaluó acertadamente las perspectivas de expansión del mercado nacional? Posiblemente; como también que el elevado crecimiento relativo hubo de beneficiarse de la presencia del capital extranjero, constituyendo uno de sus efectos. El que el aumento de la penetración del capital extranjero de 1981 a 1988 posea una relación también significativa con el crecimiento respecto a la Comunidad Europea permitiría avalar lo primero. Pero, el que el coeficiente de correlación sea sensiblemente menor, de 0,57, parece conceder relieve a lo segundo.

En apoyo de la importancia del mercado como factor determinante de la inversión extranjera se puede añadir el hecho de que el capital extranjero ha penetrado básicamente mediante operaciones horizontales, y no diversificadas, que han debido estar motivadas por las perspectivas que se detectaban por el lado de la demanda. Asimismo, el abundante número de adquisiciones que comienzan con pequeñas participaciones para posteriormente ampliar su penetración sería indicativo del deseo de evaluar con mayor precisión las posibilidades que ofrece el mercado español antes de decantarse por el control total o mayoritario de una empresa.

En ausencia de mejores datos, poco más podemos añadir. España parece ofrecer grandes atractivos de costes y de expansión del mercado para la implantación de empresas extranjeras. Sin embargo, el capital extranjero no parece guiado principalmente, en su implantación sectorial, por las ventajas de costes laborales que posee España, posiblemente porque estas significan atractivos diferentes para los distintos sectores, en función de sus propias características técnicas y de mercado. En todo caso, las perspectivas de expansión del mercado parecen desempeñar un papel más claro, por sí solas, en la orientación sectorial del capital extranjero establecido en la industria española78.

Sería deseable calibrar el impacto sobre la estructura sectorial de la penetración del capital extranjero de la entrada de España en la Comunidad Europea, pero no podemos hacerlo, ya que carecemos de estimaciones del cambio en la estructura de penetración en el entorno   —182→   de 1985. Podría pensarse, no obstante, que los efectos de la adhesión se anticiparon, y que el aumento de penetración que tuvo lugar de 1981 a 1988 en los sectores que hasta entonces eran un enclave claro del capital nacional, los de intensidad tecnológica débil, es una expresión de estos efectos. Si así fuera habría que buscar algunas de las razones en los cambios operados en la legislación sobre inversiones extranjeras, en la protección nominal de estos sectores, o en los incentivos ofrecidos por la política gubernamental. No hay que descartar, sin embargo, la posibilidad, ya señalada anteriormente, de que la incorporación a la Comunidad Europea haya hecho más relevante la ventaja salarial española.

Para finalizar este apartado, hemos de considerar los posibles efectos de la inversión extranjera sobre la industria española. Existe también una abundante y controvertida literatura de índole teórica que ofrece diversas hipótesis orientativas. En el modelo de corte neoclásico al que hemos hecho referencia al inicio de este apartado, los efectos sobre el bienestar, tanto del país que recibe inversiones extranjeras como del que las realiza son positivos, como consecuencia de una mejor asignación del capital entre países. El país de origen de la inversión se beneficia de la mayor productividad marginal del capital en el país más pobre. El país receptor de inversiones aumenta su producto (neto del pago de rentas correspondiente a la financiación suplementaria recibida). Adicionalmente, la distribución de la renta se hace más favorable al trabajo, como consecuencia de una mayor relación capital/trabajo, que eleva la productividad del trabajo y, con ella, su precio relativo (Molle, 1990).

Como hemos señalado anteriormente, uno de los inconvenientes de este modelo es que no discrimina entre formas de inversión, ni distingue entre industrias. Si nos referimos a préstamos o inversiones en cartera, sus predicciones resultan aceptables. Sin embargo, cuando nos referimos a la inversión directa, es evidente que los beneficios para el país receptor pueden ser mayores, si las entradas de capital van acompañadas de otros inputs (superior tecnología, comercialización, dirección, capacidad de exportación) (Kindleberger, 1969), que además son generadores de efectos externos positivos. Pero también que los beneficios pueden ser contrarrestados, al menos en parte, por los costes sociales derivados de una mayor concentración y oligopolización de los mercados, provocada precisamente por las ventajas derivadas de la posesión de tales inputs no rivales, que se traducirán en un pago excesivo de sus servicios.

Los costes de un dominio de los mercados por parte de las empresas   —183→   de capital extranjero serán, por otra parte, mayores cuanto menor sea su aportación financiera neta (más basen sus actividades en financiación local y más rentas repatríen a sus países de origen), y cuanto menor sean los efectos externos positivos generados, pudiendo traducirse su implantación en un balance negativo a largo plazo para el país receptor, a través de mermas en su capacidad de financiación, empresarial y tecnológica, y, por ende, de su capacidad de crecimiento futuro (Lall y Streeten, 1977). Sin embargo, las posibilidades de un dominio monopolista por parte de las empresas extranjeras dependen en gran medida del grado de apertura al exterior de la economía, y de las actitudes de los gobiernos, pudiendo suponerse que, en ausencia de políticas proteccionistas, los peligros se limitan a aquellos sectores para los que las barreras naturales al comercio son importantes.

En el caso de España, los efectos positivos sobre el crecimiento de las aportaciones financieras que el capital extranjero ha supuesto han sido objeto de numerosos análisis y parecen difíciles de negar si se tiene en cuenta, primero, que, a lo largo de los años ochenta, constituyen un porcentaje creciente de la inversión, segundo, que no parecen haber ocasionado un pago de rentas al exterior excesivo79, y tercero, que una gran parte de los beneficios obtenidos se reinvierten en el interior, a juzgar por el hecho de que las inversiones extranjeras totales -no sólo las dirigidas a la industria- provenientes de empresas ubicadas en España suponen un porcentaje creciente del total, habiendo pasado aproximadamente del 12 por ciento del total antes de 1986 al 22 por ciento con posterioridad a este año.

Por otra parte, la aportación de otros inputs que acompañan a la inversión extranjera parece muy importante. En particular, el capital extranjero dirigido a la industria aparece estrechamente relacionado con el porcentaje de tecnología extranjera usada en los sectores, con un coeficiente de correlación del 0,96, como puede comprobarse a partir de la información contenida en el Cuadro 15. Por otra parte, caben pocas dudas, tal y como anteriormente hemos expuesto, del carácter superior de esta tecnología, habida cuenta del escaso esfuerzo tecnológico de nuestro país.

Si la ayuda financiera ha favorecido la capacidad de crecimiento de

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CUADRO 15
ESFUERZO TECNOLÓGICO Y TECNOLOGÍA EXTRANJERA EN LAS GRANDES EMPRESAS EN 1981
SECTORESGASTOS DE I+D SOBRE VAB (%)UTILIZ. TECNOL. EXTRANJ. % VENTASPENETRAC. CAPITAL EXTRANJ. % VENTAS
1. METÁLICAS BÁSICAS0,711,616,1
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS0,412,320,7
3. QUÍMICA3,840,049,2
4. PRODUCTOS METÁLICOS1,514,214,9
5. MAQUINARIA MECÁNICA3,330,140,1
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN4,065,065,0
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA3,643,750,5
8. MATERIAL DE TRANSPORTE4,749,948,9
9. ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO0,511,49,2
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO0,44,48,7
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS0,55,19,9
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS3,976,462,7
13. OTRAS MANUFACTURAS1,55,48,7
TOTAL1,726,829,0
I. TECNOLÓGICA ALTA3,643,750,5
I. TECNOLÓGICA MEDIA4,246,949,6
I. TECNOLÓGICA DÉBIL0,510,512,2
Fuente: Elaboración propia a partir de Miner, Las grandes empresas industriales en España, 1980-1981

la industria española, la aportación tecnológica ha debido tener un impacto positivo sobre el acercamiento de sus niveles de productividad al de los países más desarrollados. El Cuadro 16 muestra la evolución de la productividad respecto a los siete países de la Comunidad Europea anteriormente considerados. La penetración del capital extranjero en 1981 aparece correlacionada, con un coeficiente de 0,85, con el aumento sectorial de la productividad respecto a la Comunidad Europea en el período 1981-1988, mientras que no posee relación alguna con los aumentos del período anterior (1967-1980). También el aumento de penetración de 1981 a 1988 aparece relacionado con el aumento de la productividad respecto a la Comunidad Europea en el mismo período, con un coeficiente de 0,54.

A su vez, el crecimiento del VAB respecto a la Comunidad Europea

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CUADRO 16
PRODUCTIVIDAD APARENTE DEL TRABAJO RESPECTO A CEE-7
SECTORES1967-801981-881967-88
1. METÁLICAS BÁSICAS3,383,773,52
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS2,561,152,05
3. QUÍMICA1,904,912,98
4. PRODUCTOS METÁLICOS4,49-2,311,97
5. MAQUINARIA MECÁNICA2,07-1,290,83
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN-0,0113,374,66
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA6,024,235,37
8. MATERIAL DE TRANSPORTE0,754,141,97
9. ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO3,543,023,35
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO0,512,371,18
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS2,66-0,711,42
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS0,710,600,67
13. OTRAS MANUFACTURAS-3,36-1,09-2,54
TOTAL2,142,232,18
I. TECNOLÓGICA ALTA (6 y 7)4,895,575,13
I. TECNOLÓGICA MEDIA (3, 5, 8 y 12)1,703,222,25
I. TECNOLÓGICA DÉBIL (1, 2, 4, 9, 10, 11 y 13)1,891,221,65
Fuente: Myro (1992)

se beneficia de los avances en la productividad, tanto más cuanto más abierta se encuentra la industria respecto al exterior (Myro, 1992). De ahí la correlación que aparecía anteriormente entre capital extranjero y crecimiento relativo del valor añadido, que en parte interpretábamos como un efecto.

Sin embargo, el capital extranjero parece haber tendido a incrementar el grado de concentración de los sectores, que es superior en los de intensidad tecnológica alta y media, aunque ello es un fenómeno de índole general, no atribuible exclusivamente a España.

Por otra parte, al capital extranjero, si bien ha debido favorecer las exportaciones, a través de los avances logrados en la productividad, y de hecho existe una correlación positiva entre el grado de penetración del capital extranjero en 1981 y el crecimiento de las exportaciones para el período 1980-1988, con un coeficiente de 0,72, parece haber favorecido   —186→   también el crecimiento de las importaciones. En efecto, por una parte, las empresas de capital extranjero muestran una mayor propensión a importar que aquellas controladas por el capital nacional (Martín y Rodríguez Romero, 1983). Por otra parte, en la estimación de funciones de importación para el período 1966-1988 con datos de panel, utilizando los mismos sectores que aquí hemos considerado, el capital

CUADRO 17
VENTAJAS REVELADAS ABSOLUTAS EN EL COMERCIO EXTERIOR DE MANUFACTURAS DE ESPAÑA
SECTORES198019851988
1. METÁLICAS BÁSICAS17,440,8-13,5
2. PRODUCTOS DE MINERALES NO METÁLICOS44,148,226,7
3. QUÍMICA-29,5-11,7-26,8
4. PRODUCTOS METÁLICOS15,740,78,5
5. MAQUINARIA MECÁNICA-20,8-13,9-39,7
6. MAQUINARIA DE OFICINA, ORDENADORES E INSTRUMENTOS DE PRECISIÓN-65,6-49,9-62,9
7. MAQUINARIA ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA-32,9-29,2-53,3
8. MATERIAL DE TRANSPORTE2529,1-14,4
9. ALIMENTOS, BEBIDAS Y TABACO19,914,9-20,2
10. TEXTIL, CONFECCIÓN, CUERO Y CALZADO46,445,61,4
11. PAPEL Y ARTES GRÁFICAS13,16,4-15,4
12. CAUCHO Y PLÁSTICOS38,244,122,5
13. OTRAS MANUFACTURAS-23,3-0,8-32,1
TOTAL2,19,6-32,2
I. TECNOLÓGICA ALTA (6 y 7)-45,2-40-57,1
I. TECNOLÓGICA MEDIA (3, 5, 8 y 12)-5,65,3-22,5
I. TECNOLÓGICA DÉBIL (1, 2, 4, 9, 10, 11 y 13)19,729,9-9,5
Fuente: Myro (1992)

extranjero aparece como una variable relacionada positivamente con las importaciones, aunque no es estadísticamente significativa (Myro, 1992).

De forma más relevante, el capital extranjero aparece relacionado negativamente, y de forma significativa, con la tasa de cobertura del comercio exterior (Myro, 1992), lo que por otra parte es coherente con el elevado grado de correlación negativa existente, por sectores, entre   —187→   capital extranjero y ventaja absoluta revelada en el comercio exterior (0,90), cuya evolución aparece incluida en el Cuadro 17.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que, puesto que el capital extranjero posee una implantación mayor en los sectores más intensivos en tecnología, esta correlación puede no ser sino un reflejo de otra, posiblemente más relevante, la que existe, también con signo negativo, entre intensidad tecnológica de los sectores y ventaja comercial revelada. Por otra parte, la evolución de la ventaja revelada sectorial desde 1980 a 1988 muestra una correlación positiva con la penetración de capital extranjero, aunque no llega a ser significativa (0,47).




5. Conclusiones

La presencia del capital extranjero en la industria española ha experimentado un sensible aumento durante la década de los ochenta, multiplicándose por más de dos el control que ejerce sobre la producción interna de manufacturas, que al final de la década puede cifrarse en un entorno del 33 por ciento.

Este aumento ha sido elevado en los sectores en los que su presencia era ya importante en 1981, los más intensivos en tecnología. Como consecuencia, la presencia del capital extranjero en ellos alcanza en la actualidad porcentajes muy altos, superiores al 60 por ciento. Pero, el rasgo más novedoso es que la penetración extranjera se ha extendido también a los sectores de baja intensidad tecnológica, característicos de la producción industrial tradicional española, especialmente, a alimentos, papel y productos de minerales no metálicos. Sólo tres de ellos parecen resultar poco atractivos para el capital extranjero: productos metálicos, textiles y otras manufacturas.

Ha tendido, de esta manera, a modificarse la estructura sectorial de la implantación del capital extranjero, haciéndose más general a las diferentes ramas manufactureras. Pero el cambio operado en ella no ha sido radical, sino gradual, por lo que ha alcanzado una magnitud relativamente reducida, de forma que la presencia por ramas del capital extranjero al final de la década respondía básicamente a la existente al principio de ésta.

La incorporación de España a la Comunidad Europea ha estimulado la entrada de capitales extranjeros, siendo clara la aceleración de su tasa de penetración anual a partir de 1986, así como el creciente protagonismo de las empresas ubicadas en otros países de la Comunidad Europea.   —188→   Sin embargo, carecemos de datos para poder afirmar que ha sido una de las causas de la tendencia descrita a la modificación de su estructura sectorial de implantación.

Para su penetración en el territorio nacional, el capital extranjero parece haberse apoyado, en gran medida, en empresas ya ubicadas en él. En estos casos, la forma elegida preferentemente ha sido la compra, aunque no siempre mayoritaria, de participaciones en ellas, y sólo en pequeña medida, las fusiones o las joint-ventures. Por otra parte, normalmente, las empresas compradoras están especializadas en el mismo tipo de producciones que las adquiridas y poseen un tamaño muy superior al de éstas, lo que lleva a pensar que se trata de grandes empresas internacionales.

Las razones de la implantación del capital extranjero en la industria manufacturera española hay que buscarlas en la notable superioridad de activos intangibles de las empresas de capital extranjero respecto a las de capital nacional (capacidad de dirección, tecnología y comercialización), en el interés que poseen por rentabilizarlos en el ámbito de la propia empresa (internalizar transacciones) y en los atractivos locacionales que ofrece el territorio nacional, fundamentalmente los bajos costes laborales relativos y las elevadas perspectivas de expansión del mercado interior.

La desventaja del capital nacional en activos intangibles mencionados es clara, al menos, respecto a la tecnología, y general a las diferentes ramas manufactureras, lo que justificaría una implantación también generalizada del capital extranjero, coherente con la tendencia evolutiva de éste durante los años ochenta.

La importancia de las economías de internalización de transacciones en los sectores donde la ventaja tecnológica es mayor, justificaría, no obstante, que el capital extranjero haya penetrado primero, y afianzado su implantación en mayor medida, en los sectores más intensivos en tecnología.

El atractivo que ofrecen los costes laborales españoles y las perspectivas de expansión del mercado también son generales a las diferentes ramas productivas, aunque de magnitud diversa, justificando también una presencia general del capital extranjero. Sin embargo, las ventajas salarial y de expansión del mercado desempeñan un papel diferente en cada sector, según sus características técnicas y de mercado y según las barreras naturales o impuestas al comercio exterior, no pudiendo ser aisladas de éstos factores. Este hecho puede explicar el que no aparezca una correlación por sectores entre las ventajas salariales y   —189→   la estructura sectorial de penetración del capital extranjero. Aunque existe cierta evidencia de una mayor relación entre ambas variables tras la adhesión de España a la Comunidad Europea, no puede interpretarse en el sentido de que ésta habría hecho más relevante la ventaja salarial española, en ausencia de mayor información, que permita establecer relaciones entre un número más elevado de variables. Más fácil de ver directamente resulta la relación entre la penetración del capital extranjero y el crecimiento diferencial del mercado español respecto a los restantes países comunitarios.

Finalmente, la presencia del capital extranjero parece haber ejercido efectos favorables sobre el crecimiento de la producción manufacturera española y de las exportaciones, financiando la inversión e incorporando tecnologías superiores, las cuales, aparentemente, han influido, y en medida muy considerable, en el aumento de la productividad y la reducción de los costes laborales. A cambio de ello, el capital extranjero parece haber contribuido a aumentar los niveles de concentración de la oferta y de las importaciones, lo que en parte explica que exista una correlación elevada y negativa, por sectores, entre la presencia del capital extranjero y el índice de ventaja absoluta revelada en el comercio exterior. No hay que olvidar, sin embargo, que otro factor que aparentemente influye en la ventaja comercial española es la intensidad tecnológica de los sectores, positivamente relacionada con la estructura sectorial de implantación del capital extranjero.




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Abstract

This paper analyzes the degree of foreign control of the Spanish manufacturing industry. We estimate its evolution and examine the main route for it; that is, the wave of cross-border acquisitions in the second half of the eighties. We discuss the determinants of foreign direct Investment in terms of competitive advantages of foreign firms and the locational advantages of the Spanish economy. Finally, the effects of foreign investment in encouraging technological improvement and economic growth are considered.




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Comentario

Carmela Martín



Universidad Complutense de Madrid y Fundación Empresa Pública

Para valorar cualquier estudio que, como éste, pretenda analizar desagregadamente las características de la inversión directa extranjera en España parece conveniente partir del hecho, ciertamente paradójico, siguiente; conforme mayor ha sido la importancia de este fenómeno en España menor es la disponibilidad de estadísticas de base que permitan su estudio.

Así, aunque sigue habiendo información sobre los flujos de inversión directa, las bases de datos que resultarían precisas para conocer aspectos tan relevantes como su presencia efectiva en las distintas ramas del sistema productivo, las características de los sectores y empresas que resultan más atractivos para los inversores extranjeros o la incidencia que el capital extranjero tiene en la conducta y resultados de las empresas y sectores penetrados, se han dejado de elaborar o, al menos, de publicar. En efecto, el último censo de inversiones extranjeras   —192→   se refiere al año 197780 y la Encuesta de Grandes Empresas Industriales elaborada y publicada por el entonces denominado Ministerio de Industria y Energía que, en defecto del Censo, también podría constituir una fuente estadística de gran utilidad para analizar todos los aspectos anteriormente aludidos, dejaría de publicarse en 1981.

En este contexto, lo primero que cabe señalar del trabajo de Martínez y Myro es lo meritorio que resulta el intento de los autores de aportar evidencia sobre todas estas cuestiones a partir de las insuficientes, dispersas y no siempre coincidentes fuentes estadísticas que existen o resultan accesibles a los investigadores. Dicho esto, a continuación efectuaré algunos comentarios más específicos suscitados por la lectura de este sugerente trabajo y siguiendo, para ello, la propia estructura establecida por los autores.

La estimación de la presencia que en 1990 tenía el capital extranjero en las ramas manufactureras, cifrada en un 36,5 % de la producción, parece una aportación valiosa, pues la única evidencia reciente al respecto era la ofrecida en Iranzo (1991) para el año 1988, que los autores utilizan como base de su estimación.

No obstante, si he comprendido adecuadamente el método de estimación empleado por los autores, me parece que existen algunas razones para utilizarla con cautela. La primera razón serían las limitaciones de los propios datos de partida de la estimación procedentes del estudio de Iranzo, dado el peculiar criterio que se sigue en él para determinar el control de los inversores extranjeros en las empresas participadas81. Un segundo motivo que justificaría un uso cuidadoso de las cifras de penetración estimadas, reside en el hecho de que a ellas se llegue a través de la acumulación de los flujos de inversiones directas autorizadas o verificadas que, como señalan los autores, no tienen por qué coincidir con los efectivamente llevados a efecto en el período de referencia. Adicionalmente, estos datos pueden llevar a una sobrevaloración de la penetración del capital extranjero si, como parece, no están depurados de las liquidaciones. Por último habría que considerar los sesgos que puede introducir en la estimación la aproximación que, para llegar a ella, se hace del valor patrimonial empresarial a través   —193→   de los activos netos de la muestra de empresas recogidas en la Central de Balances82.

La estimación de la evolución anual de la penetración de capital extranjero en el agregado de manufacturas entre 1981 y 1988, que los autores efectúan a continuación, todavía dentro del primer apartado de su estudio, sería susceptible de análogos comentarios. Además aquí habría que añadir el problema derivado de la ruptura que provoca, en la serie de inversión directa, el profundo cambio en la definición de este concepto que se produce a raíz de la aprobación de la nueva Ley y Reglamento de Inversiones Extranjeras de 1986.

En el segundo apartado de su trabajo los autores llevan a cabo un nuevo intento de suplir las deficiencias estadísticas tratando ahora de indagar sobre las características y estrategias de las inversiones extranjeras a partir de la información recabada de la prensa diaria (periódico Cinco Días) respecto a 325 operaciones de fusión o adquisición de empresas españolas efectuadas durante el período 1986-1990. Este esfuerzo, sin duda encomiable, pone de manifiesto numerosos rasgos que permiten aumentar nuestro conocimiento sobre las inversiones extranjeras realizadas en los últimos años.

El problema es que, al no disponer de ninguna referencia sobre la cobertura y características de la muestra de operaciones de fusión o adquisición analizadas, no se puede saber el grado de confianza que tienen las inferencias que de ella se deriven para el conjunto de las inversiones directas efectivamente realizadas en el período. En cualquier caso, si nos atenemos a la literatura disponible al respecto, hay que señalar que el número de operaciones analizadas es relativamente elevado.

El último apartado del trabajo (si dejamos al margen el destinado a conclusiones) se dedica a la síntesis de algunas de las hipótesis disponibles en la evidencia teórica acerca de las causas y efectos de la inversión extranjera directa y se discute su posible capacidad explicativa para el caso de España.

A este respecto, los autores ofrecen una gran cantidad de reflexiones y sugerencias apoyadas en ilustraciones estadísticas que considero de gran interés, por cuanto contribuyen no sólo a mostrar lo complejo que resulta el tema, sino también a señalar las vías de análisis que parecen más fructíferas. En este sentido cabe señalar que sus hipótesis sobre la asociación sectorial positiva entre la inversión extranjera y la   —194→   productividad, dinamismo del mercado interno, grado de utilización de tecnología extranjera y propensión importadora y, sin embargo, negativa con el saldo comercial coinciden con los resultados de otros trabajos recientes (Egea y López Pueyo, 1991, y, también, con la evidencia obtenida en estudios referidos a períodos precedentes (Martín y Rodríguez Romero, 1983). En consecuencia, podría afirmarse que todos los factores aludidos constituyen rasgos que desde hace tiempo se encuentran asociados a la inversión extranjera directa, mucho más difícil resulta, sin embargo, pronunciarse sobre la dirección de la causalidad que subyace a tal asociación.

Además de las variables mencionadas, los autores integran en sus reflexiones otras dos, la rentabilidad y los costes salariales, tratando de indagar sobre su influencia en la determinación de la distribución sectorial del capital extranjero. Respecto a la primera variable, la rentabilidad, se concluye señalando la inexistencia de correlación entre ésta y la inversión a nivel de los trece sectores manufactureros analizados. Dado que este resultado no tiene fácil justificación teórica ni un respaldo empírico adicional, parece razonable achacarlo a los problemas de medición que comporta esta variable83 -sobre cuya especificación nada se dice en el texto- así como a la probable distorsión que conlleva el relativamente bajo nivel de desagregación sectorial84.

En lo que se refiere a los costes laborales, los autores no encuentran, en línea con la evidencia empírica disponible (Martín y Rodríguez Romero, 1983; Bajo, 1991 y Egea y López Pueyo, 1991) una relación significativa con la inversión extranjera por ramas de actividad. Ahora bien, del hecho de que los costes salariales no parezcan constituir un factor relevante para explicar la distribución sectorial de la inversión extranjera, no debe inferirse, como acertadamente puntualizan los autores, que los costes laborales relativos no sean un factor de ventaja relativa de España en la atracción de la inversión extranjera directa.

En suma, como conclusión de los comentarios precedentes, cabría señalar que este trabajo tienen un gran interés para el esclarecimiento de las múltiples y relevantes facetas que tiene el fenómeno de la inversión extranjera en la industria manufacturera española.

  —195→  
Referencias

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Martín, A. y Moreno, L. (1991), Medidas de stock de capital a partir de datos contables, Documento de Trabajo 9107, FEDEA.

Martín, C. y Rodríguez Romero, L. (1983), «Un análisis discriminante sobre el comportamiento diferencial de las empresas industriales españolas con capital extranjero», Cuadernos Económicos de ICE, 22-23

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Egea, P. y López Pueyo, C. (1991), «Comportamiento sectorial de la inversión extranjera en España», Información Comercial Española, 696-697.

Bajo, O. (1991), «Determinantes macroeconómicos y sectoriales de la inversión extranjera directa en España», Información Comercial Española, 696-697.






Comentario

Carmen Matutes



Instituto de Análisis Económico, CSIC

El artículo de José Antonio Martínez Serrano y Rafael Myro aborda la problemática de la inversión de capital extranjero en la industria manufacturera española en la década de los ochenta en torno a tres cuestiones; concretamente, en torno al grado de penetración de capital y su evolución, a las formas de penetración y, finalmente, a la capacidad explicativa de algunas hipótesis sobre sus causas y efectos. Organizaré mis comentarios en relación a estos tres temas.

Evolución de la magnitud de la penetración de capital. El artículo extiende la investigación de una publicación del MINER y el artículo de Silvia Iranzo que estudian el grado de penetración en 1980-81 y 1988 respectivamente en dos sentidos. En primer lugar, centra su análisis en el período 1988-90 y por tanto completa el período de estudio. En segundo lugar, proporciona medidas cuantitativas alternativas para el período 1981-1990.

Los trabajos anteriores miden el grado de penetración como porcentaje sobre la producción y sobre el valor añadido respectivamente. El presente trabajo adopta como medidas de penetración la inversión sobre los activos netos y sobre el inmovilizado material neto. Tal vez son éstas medidas más adecuadas al basarse en variables patrimoniales menos sujetas por tanto a las fluctuaciones económicas. Sin embargo, pueden hallarse más sometidas a arbitrariedades de orden contable. En todo caso, el artículo no justifica adecuadamente la superioridad o inferioridad de una medida sobre las restantes.

  —196→  

Si comparamos la inversión extranjera sobre activos netos entre 1981 y 1990 se observa que efectivamente se ha producido un aumento de inversión considerable en el segundo quinquenio, no obstante parece que la tasa de aumento ha disminuido considerablemente: alcanza el 233 % entre los años 1981 y 1986, mientras que entre 1985 y 1990 no rebasa el 170 % (cuadro 3). Sin lugar a dudas, la visión que defienden los autores, que subraya el aumento en la tasa de penetración a partir de 1985, parece más acorde con la segunda medida de penetración que se resume en el cuadro 4.

La comparación que realizan con trabajos anteriores es algo problemática. En primer lugar, si existen datos sobre producción, ¿por qué calcular primero el ratio inversión sobre activos y, teniendo en cuenta el porcentaje en que contribuyen a la producción estos activos, calcular finalmente una medida de la inversión sobre la producción? Parece un rodeo un tanto innecesario que dificulta la comparación con los estudios anteriores. Que la correlación entre industrias con los estudios anteriores sea significativamente alto no indica, por supuesto, que la magnitud de la penetración esté correctamente valorada. Por otra parte, se obtiene este estimador a partir del ratio entre las inversiones acumuladas durante tres años y el promedio anual de los activos, lo cual no parece apropiado si el objetivo estriba en comparar los resultados con otros obtenidos a partir de estudios anuales. La comparación entre el grado de penetración medido sobre los activos en los cuadros 2 y 3 refuerza esta impresión.

Formas de penetración del capital extranjero. -La sección que estudia las adquisiciones de empresas españolas, basada en información recopilada en prensa especializada, es la más interesante del artículo. Informa sobre el origen del capital extranjero, las formas preferidas de penetración y los sectores a que se dirige según el origen.

Destacan la extensión de la actividad inversora extranjera a sectores de intensidad tecnológica débil, tradicionalmente reservados al capital español y la pauta de especialización en la adquisición de empresas.

Causas y efectos de la penetración de capital extranjero. -La sección más larga del artículo se plantea una primera aproximación a las causas y los efectos de la inversión extranjera. Lejos de proporcionar respuestas definitivas, el artículo plantea interrogantes y valora su respuesta a la luz de las secciones anteriores y de artículos relacionados. El marco teórico subyacente combina la teoría de la organización industrial (que subraya los activos intangibles de las empresas), la teoría   —197→   de los costes de transacción (que sugiere que la explotación interna de los activos intangibles puede ser preferible a la venta de los mismos) y la teoría de las ventajas de la localización (costes inferiores a los de otros países, demanda creciente).

Como activo intangible en manos de empresas extranjeras se subrayan aspectos tecnológicos que se evidencian con el éxito logrado en la consecución de patentes. Como ventajas locacionales se subrayan los costes laborales, inferiores en España que en el resto de la Comunidad Europea, y el crecimiento del mercado interno. Sin embargo, en relación a los salarios, se indica que no existe correlación sectorial entre la penetración de capital extranjero y el nivel relativo de salarios. Se argumenta en cambio que los costes laborales unitarios relativos en términos reales disminuyen como efecto de la presencia de capital extranjero. Del mismo modo, se plantea que el crecimiento del mercado interno puede haber sido no sólo causa sino también consecuencia del proceso de penetración de capital. No hay un intento de calibrar cuantitativamente hasta qué punto los factores que se mencionan son causa o consecuencia del proceso de inversión extranjera. Se apunta que la posible consecuencia negativa de dicho proceso consiste en un mayor grado de monopolización de los sectores; sin embargo no se aporta evidencia empírica que justifique esta hipótesis.

Globalmente, creo que el artículo representa un esfuerzo notable de aproximación a la problemática en torno a la inversión extranjera en España. Recopila información valiosa que resume en indicadores de las tendencias que se presentan, formula hipótesis y valora su grado de validez en el caso español algo informalmente y, a veces, basándose excesivamente en juicios apriorísticos. Ello puede actuar como acicate de investigaciones futuras sobre el tema.






ArribaAbajo Discusión general

Vicente Salas indica que existen problemas en la construcción del stock como suma lineal inversiones, pues habría de tenerse en cuenta la depreciación y, a partir de 1983, las regularizaciones de los activos contables, lo que permitiría hacer homogéneas las comparaciones. A continuación, en relación con la dicotomía eficiencia versus estrategia, Salas piensa que las conclusiones acerca de la productividad y la capacidad de innovación deberían matizarse empleando datos sobre la tasa   —198→   de beneficios por sector, variable que debería ayudar a explicar los flujos de inversión y también debería responder a la baja a los mismos. En este sentido, las diferencias de valor añadido que se miden en el trabajo podrían deberse a diferencias en el nivel de beneficios.

En respuesta a Carmela Martín, los autores señalan que los fines de su trabajo son modestos, pretendiendo destacar la importancia de un fenómeno sobre el que se ha mantenido un casi absoluto silencio oficial. En vista de la ausencia de series temporales de datos oficiales sobre la penetración del capital extranjero, en su trabajo los autores pretenden construir series utilizando la información disponible sobre flujos. Quieren hacer notar que ellos fueron los primeros sorprendidos al encontrar que con una estimación no muy refinada llegaban a resultados similares sobre la penetración del capital extranjero a los datos oficiales reflejados en el artículo de Iranzo.

Acto seguido, Martínez Serrano y Myro muestran su completo acuerdo acerca de los muchos problemas que tienen los datos, por obsolescencia, por cambios de definición, etc. También desean señalar la ausencia de modelos teóricos generales sobre el fenómeno. Por ello, los autores afirman que sólo pretenden sacar a la luz correlaciones entre variables, sin poder pronunciarse acerca de si la inversión extranjera directa es causa o efecto de otras variables.

No obstante, consideran que las correlaciones son muy significativas. Por ejemplo, en cuanto al cambio de la estructura productiva, señalan la ganancia de productividad en los sectores más dinámicos, que son también los sectores más penetrados por el capital extranjero, que favorece especialmente la introducción de nuevas tecnologías. Finalmente, los autores señalan que una razón alternativa para explicar porqué encuentran niveles de productividad mayores en España que en otros países de la CEE en algunos sectores, es el alto grado de penetración extranjera en esos sectores, en algunos casos del 60 %, que impide hablar de una industria «española». Aceptan también, no obstante, que pueda haber problemas de medición que den lugar a este resultado un tanto sorprendente.

En cuanto al uso de las tasas de rentabilidad como variable de atracción del capital extranjero, como lo sugería Vicente Salas, los autores consideran que es una hipótesis plausible pero difícil de contrastar.