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Arcipreste de Hita

La difusión y recepción del Libro de buen amor desde Juan Ruiz hasta Tomás Antonio Sánchez: cronología provisional

Alan D. Deyermond. Queen Mary, University of London

Al estudiar la historia del Libro de buen amor nos damos pronto cuenta de que hay tres historias distintas: las de la producción del Libro, de su difusión y de su recepción (véanse Gumbrecht 1973, Seidenspinner-Núñez 1990, Dagenais 1994: parte II y Lawrance, en prensa). No es siempre fácil separar totalmente las tres (sobre todo en cuanto a las últimas dos), pero la diferencia es importante. Se esperaría que la producción de una obra literaria se rastreara con más facilidad que su difusión y recepción, pero en este caso no es así. Se sabe muy bien que todos los aspectos de la producción del Libro son controvertidos: su autoría, su fecha, ¿una redacción o dos? En el presente trabajo no me ocupo de estas cuestiones, ya que otros artículos de estas Actas se dedican exclusivamente a ellas. Es conveniente, sin embargo, incluir en la cronología las fechas, por provisionales que sean, para que se compaginen con las etapas de difusión y recepción. En lo que sigue, las fechas de producción, seguras o hipotéticas, se indican así: 1330; las de difusión, 1438; las de recepción, h. 1420. Algunas entradas se refieren a datos muy conocidos, y no necesitan comentario alguno, mientras que otras son problemáticas y por lo tanto hay que comentarlas con bastante extensión.

1330

«fue acabado este libro» (estr. 1634ab, ms. T). ¿Fecha de la primera redacción (según la hipótesis de dos versiones)?

1343

«fue conpuesto el romance» (ms. S) = fecha muy posible de composición del Libro, según Blecua 1992: xxiii; ¿fecha de la segunda redacción?

1366

Geoffrey Chaucer en España: existe un salvoconducto («bon loyal sauf seur conduit et sauve garde») para «Geffroy Chauserre escuier englois en sa compaignie trois compaignons avec leurs varlez chevaux et bens quelconques […]» (Crow y Olson 1966: 64-66). La validez del salvoconducto, fechado el 22 de febrero de 1366, se extiende hasta «la feste de Penthecoste prochain», que en 1366 fue el 24 de mayo. Esto no significa necesariamente que Chaucer haya estado en España tres meses (como a veces se supone), ni siquiera prueba definitivamente que haya entrado en Castilla, pero las circunstancias históricas —la participación inglesa, a favor del rey Pedro, en la guerra civil (véase Russell 1955)— indican con alto grado de probabilidad que se haya aprovechado del salvoconducto para pasar por Navarra y quedarse un rato en Castilla.

El propósito de su misión se ha discutido bastante (la cuestión se reseña en Baugh 1968, Pearsall 1992: 51-53, y ampliamente en Serrano Reyes 1996: 21-49). Podemos descartar la hipótesis de Suzanne Honoré-Duvergé (1955) de que estuviera al servicio de Enrique de Trastámara; es muy probable, en cambio, que se haya tratado de una misión diplomática para apoyar al rey legítimo (tal vez combinada con la romería de Santiago).

Esta probable estancia en Castilla, y las alusiones a España en The Canterbury Tales (registrados por León Sendra y Serrano Reyes 1992), han suscitado varias hipótesis sobre la influencia en Chaucer de obras castellanas del siglo xiv: la del Libro de buen amor (Garbáty 1967a y 1967b, Hodapp 1968 y otros posteriores), del Conde Lucanor (Serrano Reyes 1996) y de la glosa de Juan García de Castrojeriz al De regimine principum de Egidio Romano (Waller 1976). La última hipótesis queda desacreditada por el artículo de Glending Olson (1989), pero tiene todavía su valor, porque demuestra que el conocimiento por Chaucer de la literatura castellana no depende exclusivamente de su estancia en la Península en 1366, sino también de los lazos políticos y matrimoniales entre las monarquías castellana e inglesa. Constanza, hija de Pedro, se casó en 1371 con John of Gaunt, y cuando se trasladó a Inglaterra después de la victoria trastámara habría llevado consigo sus libros. No sabemos nada de su biblioteca, pero vale la pena recordar que no sólo El Conde Lucanor sino también el Libro de buen amor llegaron a parar a bibliotecas reales (éste en las bibliotecas del rey Duarte de Portugal y en la de Isabel la Católica), mientras que es posible que la traducción portuguesa del Libro se realizara en la corte portuguesa (o, según Criado de Val 1978, en la castellana). No parece descabellado, por lo tanto, pensar en un primer conocimiento del Libro por Chaucer en 1366, seguido de una lectura detenida de un manuscrito en Londres unos diez años después (es decir, unos diez años antes de que empezó a escribir los Canterbury Tales).

No habría gran dificultad en la lectura del español, ya que Chaucer dominaba el latín, el francés y el italiano. La hipótesis de que Chaucer hubiera conocido el Libro al presenciar una recitación durante su visita a España es, en cambio, sumamente inverosímil: es muy difícil entender las palabras de una canción en una lengua dominada en parte, y es casi imposible entenderlas si la lengua de la canción no es nada familiar. Si Chaucer efectivamente leyó el Libro, se explican ciertas semejanzas de espíritu y tono entre la obra de Juan Ruiz y los Canterbury Tales (a diferencia de lo que sostiene Jesús L. Serrano Reyes con relación al Conde Lucanor, no se trataría de préstamos de contenido).

Huelga decir que esta hipótesis depende de la datación tradicional del Libro. Si Henry Ansgar Kelly (1984) tuviera razón al sostener que se redactó medio siglo más tarde, el Libro sería contemporáneo con la obra maestra de Chaucer, y habría que pensar en una fecha posterior para la traducción portuguesa.

¿h. 1375?

Traducción portuguesa. Nos quedan tan sólo dos hojas (utilizadas como hojas de guarda en otro códice), pero no hay razón para sospechar que la traducción hubiera sido incompleta. El esmero del fragmento indica que se trata de un manuscrito de biblioteca, muy posiblemente noble o real. Véanse Solalinde 1914, Moffatt 1956, Criado de Val 1978 y Dagenais 1994: 119-120 y 172.

h. 1380-1389

Fecha probable de composición del Libro, según Kelly (1984: 115). Si Kelly tuviera razón, Juan Ruiz, en vez de inspirar a la primera generación de poetas del Cancionero de Baena (posibilidad comentada en Deyermond 1980: 122-125), sería uno de los últimos poetas de dicha generación o uno de los primeros de la segunda. La opinión de Kelly ha sido rebatida, por varias razones, en las reseñas escritas por John K. Walsh (1986), Steven D. Kirby (1986-1987) y Peter Linehan (1986-1987), aunque Walsh está dispuesto a aceptar cierta parte de sus argumentaciones. Kelly contesta a estas reseñas (1988), y Gerald Gybbon-Monypenny resume el debate (1988: 11-13), llegando a una conclusión desfavorable a Kelly.

23 julio 1389

Explicit de G.

¿h. 1380-1390?

Pero Ferruz, Dezir dirigido a Pero López de Ayala (Cancionero de Baena = PN1, núm. 305; ID 1436) parece recordar la estrofa 969 (Deyermond 1973: 319-321, Dagenais 1994: 193-195).

h. 1398-1403

¿Influencia en el Rimado de palacio, de Pero López de Ayala? (Adams 1989, Orduna 1998: 18).

¿prin. s. xv?

Ferrán Manuel de Lando, Dezir dirigido a Juan Alfonso de Baena (Cancionero de Baena = PN1, núm. 262; ID 1396), incluye una alusión a «Pitas Payas, el de la fablilla» (Moffatt 1960: 37-38, Deyermond 1973: 318-319, Dagenais 1994: 195).

h. 1405

Alfonso Álvarez de Villasandino, Profecía contra el Cardenal (Pedro Fernández de Frías; Cancionero de Baena = PN1, núm. 115; ID 1255) imita las rimas de «Cruz cruzada panadera» (Gerli 1990, Dagenais 1994: 196-198).

h. 1405

Fernán Pérez de Guzmán, Dezir contra Pedro Fernández de Frías (Cancionero de Baena = PN1, núm. 119; ID 1259) también imita las rimas de «Cruz cruzada panadera» (Gerli 1990, Dagenais 1994: 196-198).

prin. s. xv

Ms. T, que carece de explicit.

prin. s. xv

Ms. P[uñonrostro] de El Conde Lucanor modifica la narrativa de unos enxenplos por influencia del Libro (Dagenais 1994: 201-203).

h. 1415

Explicit de S: «este es el libro del arcipreste de hita, el qual conpuso seyendo preso por mandado del cardenal don gil arçobispo de toledo. laus tibi christe quoniam liber explicit iste. Alffonsus paratinensis» (Criado de Val y Naylor 1965: 574). La identificación de Alfonso de Paradinas (García Blanco 1956) se ha discutido recientemente (por ejemplo, Kelly 1984: 29), pero es probable que sea acertada (Cátedra 1989: 44). El ms. quedó probablemente en la biblioteca de Diego de Anaya, fundador del Colegio Mayor de San Bartolomé, hasta su muerte en 1437. Pasó en 1440 a la biblioteca de dicho Colegio. S se distingue tanto por sus rúbricas (véanse Domínguez Prieto 1997 y Lawrance 1997) como por haberse destinado a lectores universitarios (véanse Lawrance 1984, Rico 1985, Cátedra 1989, Deyermond 1991).

h. 1420

Miscelánea no cazurra: «Agora comencemos del libro del Acipreste» (Ducamin 1901: xxx-xxxi, Menéndez Pidal 1924 = 1957: 233-239 y 288-292, Moffatt 1960: 37, Deyermond 1974, Dagenais 1994: 179-181, 189-190 y 204-206). Aunque varios investigadores (por ejemplo, Dagenais 1994: 179-80) han aceptado mi demostración de que la miscelánea no tiene nada que ver con un juglar cazurro, otros siguen repitiendo la descripción que se debe a la autoridad de Menéndez Pidal, al parecer sin darse cuenta de que queda refutada desde hace muchos años. Dagenais (1994: 189-190) refuerza mi conclusión con una comparación interesante entre esta miscelánea y el manuscrito glosado de un tratado de retórica (véase 1470-1508, abajo; ya se había comparado con la miscelánea de Álvar Gómez de Castro, h. 1550, abajo: Deyermond 1974: 217).

En la segunda sección de la miscelánea, cuatro versos del Libro son separados de seis versos más por bastantes líneas que no están en ningún ms. del Libro. Si, como parece probable, provienen de otro autor, su inclusión nos indica que material de este tipo se atribuía al Arcipreste fuera lo que fuera su autoría (compárense los numerosos textos y fragmentos medievales de Seudo-Séneca, Seudo-Ovidio, etc.). Esto implicaría una difusión más amplia del Libro de lo que se supone ahora.

¿1432-1437?

Alfonso Fernández de Madrigal, el Tostado, parece haber utilizado las estrofas 71-76 en su Breviloquio de amor y amicicia (Cátedra 1989: 41-46, Dagenais 1994: 169-170; para la fecha del Breviloquio, Cátedra 1989: 23, Dagenais 1994: 206-207).

1438

Inventario de la biblioteca del rey Duarte de Portugal: «O acipreste de fyta» (Moffatt 1960: 36). Moffatt sostiene que este ms. fue distinto del fragmento existente; para él, el fragmento será lo que queda de una copia del ms. que poseyó Duarte «or of another Portuguese translation» (1956: 108), y Dagenais parece inclinado a aceptar su hipótesis (1994: 172).

1438

Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera: «el arcipreste de Fita en su tractado» (con estr. 206), «el Arcipreste» (Moffatt 1960: 38-39, Dagenais 1994: 177-179).

21 dic. 1440

Inventario de la biblioteca del Colegio Mayor de San Bartolomé: «el acipreste de fita en romance» (descubrimiento de Charles B. Faulhaber; Askins 1986: 73; Cátedra 1989: 44 nota 64, Dagenais 1994: 173).

1446-1449

Santillana, Prohemio: «e aun el libro del Arcipreste de Hita» (Moffatt 1960: 39, Gómez Moreno 1990: 20-23, 60 y 132, Dagenais 1994: 174-175).

h. 1450

¿Influencia del Libro en las serranillas de Carvajales? (Dagenais 1994: 200-201, Gerli 1995).

1463

Un corrector de T indica en nota marginal (no sin ambigüedad) que trabaja en 1463, 134 años [son efectivamente 133] después de la composición del Libro (Ducamin 1901: xxix y 312 nota 5, Criado de Val y Naylor 1965: xv y 647, Gybbon-Monypenny 1988: 80, Dagenais 1994: 154-156 y 237 nota 5; Dagenais promete un estudio más amplio de las enmiendas de este lector, 1994: 156).

2.a mitad s. xv

Ms. M[adrid] de El Conde Lucanor modifica la narrativa de unos enxenplos por influencia del Libro (Dagenais 1994: 203-204).

1471-1476

Lope García de Salazar, Libro de las bienandanzas e fortunas, cita, en prosa y sin nombre del autor o título de la obra, estr. 44, 71 y 105 (Armistead 1973 y 1976-1977, Dagenais 1994: 185-189).

1476-1477

Esparsa anónima dirigida al Duque de Villahermosa (MP2, Biblioteca de Palacio ms. 617): «doña Endrina y don Melón se casaron hasta los codos» (Whinnom 1977-1978, Dagenais 1994: 198-199).

1470-1508

Las glosas a una antología de tratados de retórica, (BNM ms. 9589), descubiertas por Jules Piccus, incluyen las estrofas 553 y 1450 (Brey Mariño 1966: 30-31, Faulhaber 1974-75 y 1979-80, Dagenais 1994: 181-185 y 189-190). Se citan dos veces, primero en las glosas a dos tratados (553 en un breve tratado anónimo y 1450 en la Poetria nova de Geoffroi de Vinsauf), y luego, después de la ars praedicandi de un autor aragonés, en «a rather jumbled mass of short fragments» (Faulhaber 1974-75: 32).

El glosador introduce su cita de la estrofa 553 con estas palabras: «Nota bene in romantio optimum exemplum de distinctionibus pausis Archipresbiteri hitensis», palabras caracterizadas por Dagenais como «the most minute [minucioso, no menudo] bit of medieval criticism on the Libro we have» (1994: 183).

Para las fechas probables de la antología y de las glosas, véase Faulhaber 1974-75: 32-33 y 1979-80: 43 nota 1.

enero 1484

Inventario de la biblioteca de Pero Sánchez Muñoz: «Item otro libret, cubiertas verdes, maltractado, en paper, intitulado Arcipreste de Yta». Es posible que el ms. haya estado en la biblioteca pontifical (fundada por el antipapa Pedro de Luna) en Peñíscola, ya que buen número de los libros de Pero Sánchez Muñoz provinieron de aquélla (Monfrin 1964: núm. 63; Deyermond 1973: 317; Dagenais 1994: 173).

antes de 1491

El ms. 4245 de la Biblioteca Nacional es una miscelánea —principalmente en latín, con algunas glosas en castellano, y unas secciones castellanas— recopilada por un tal fray Lupus, «baccalarius in sacra theologia». John Dagenais nota su estrecha semejanza con el Libro de buen amor: incluye «Pamphilus, the Fables [esópicas] of Walter the Englishman, […] a citation of Ps. 31 (‘Intellectum tibi dabo’), a Castilian text in praise of the Virgin, an explanation of the seven deadly sins, the sacraments, and the virtues, together with pseudo-Ovidian material on love» (1994: 207). Hay diferencias, desde luego, y Dagenais las explica (207-208): no hay marco narrativo con protagonista, hay elementos de la miscelánea de fray Lupus que carecen de equivalente en el Libro y a la inversa, pero la semejanza en general es impresionante. Para Dagenais el descubrimiento de la miscelánea refuerza la idea de que el Libro se habrá leído en el siglo xv como florilegium escolar o incluso como libro de texto (207). Creo que tiene razón no sólo en lo que dice sino en lo que insinúa: que fray Lupus habría visto un manuscrito del Libro (o tal vez una parte de él) y que le habría animado a crear su propia miscelánea.

¿1499?

¿Fuente de la Comedia de Calisto y Melibea? F. Castro Guisasola (1924: 152-157), aunque se muestra más escéptico que Menéndez y Pelayo, no vacila al incluir el Libro entre las fuentes vernáculas de la Celestina, a pesar de que en otra sección (66-79) atribuye una fuente ovidiana a muchos de los mismos pasajes (defecto que comenta Keith Whinnom 1968: 7-9). Whinnom, igual que Peter Russell (2001: 119), dice que Juan Ruiz y los autores de la Celestina se inspiran en una tradición común. Íñigo Ruiz Arzalluz (2000: cxiv-cxvi) también insiste en la tradición común (ovidiana y popular hispánica). De acuerdo, pero Whinnom dice también que «it would have been psychologically quite wrong for an amateur humanist like Rojas [no menciona al ‘antiguo auctor’ del Auto 1], whose literary hero is Petrarch, to look for literary inspiration in any [vernacular] writer earlier than Juan de Mena» (1968: 9). Exagera un poco: un libro que estaba en la biblioteca de la Universidad de Salamanca cuando Fernando de Rojas estudiaba allí, un libro que en 1503 como más tarde estaba en la biblioteca de Isabel la Católica —datos ya conocidos cuando Whinnom pronunció su conferencia— no se debía de descartar como fuente posible de la Celestina. A la luz de las investigaciones posteriores a dicha conferencia, podemos ver que el Libro de buen amor se conocía bastante entre los intelectuales del fin del siglo xv. Es verdad que no se han demostrado préstamos textuales seguros en la Celestina, pero no es nada inverosímil que el Libro haya influido en el argumento y en el personaje de Celestina.

h. 1500

La oración con la cual empieza una miscelánea aljamiada —otra miscelánea más— se parece tanto a la oración narrativa del Libro que es probable que hubiera influencia directa. El manuscrito perteneció a un alfaquí de Ocaña (Martínez Ruiz 1976). Es curioso que, a pesar de los contactos con la cultura islámica que se han notado en el Libro (véase, por ejemplo, López Baralt 1984 y 1987) y del nacimiento en la España islámica de su posible autor, Juan Ruiz de Cisneros (Juan Lovera y Toro Ceballos 1995), el único elemento del Libro que parece haber influido en una obra aljamiada sea inconfundiblemente católico.

1503

El inventario de los libros de Isabel la Católica guardados en el Alcázar de Segovia, recopilado por Gaspar de Gricio (Sánchez Cantón 1950: 18) incluye: «de quarto de pliego, de mano, en romance, que son las Coplas del Arcipreste de Hita; con unas tablas de papel, enforradas en cuero colorado» (Sánchez Cantón 1950: 48, núm. 70; véase también Dagenais 1994: 173).

1536-1537

Ms. comprado por Hernando Colón, tal vez en Valladolid, septiembre-octubre 1536, o en Medina del Campo, junio 1537. «Dios padre e dios fijo e dios espiritu santo. de mano. 152606» (Abecedarium B, col. 487). «Jo. Ruiz arcipreste obra en coplas. de mano. 152606 » (col. 953). No puede ser S ni T, y no parece ser G. Es posible, sin embargo, que el ms. comprado por Colón fuera el que utilizó Argote de Molina hacia 1550 (Askins 1986). Nótese, sin embargo, que esta hipótesis implica o que el ms. utilizado por Argote fue distinto del que estaba en su biblioteca en 1580, o que el de Colón salió muy pronto de su biblioteca. Una hipótesis alternativa es que Argote haya manejado una miscelánea o un cuaderno suelto, y que no haya poseído el Libro entero hasta años más tarde. Véase también Dagenais 1994: 173.

h. 1550

Miscelánea de Álvar Gómez de Castro: 30 versos sueltos, sin autor ni título (Sánchez Cantón 1918, Moffatt 1957, Dagenais 1994: 190-191).

¿h. 1550?

Gonzalo Argote de Molina, Elogios, cita versos del Libro que atribuye a Domingo Abad de los Romances (Alonso 1957, Dagenais 1994: 175-176). Este error —si no es que se trata de una travesura—, casi simultáneo con la vaguedad de Álvar Gómez de Castro, indica que el Libro, como obra de Juan Ruiz, empezaba a perder contacto con versos o estrofas sueltas que circulaban en misceláneas. El error resulta más impresionante cuando recordamos que Argote de Molina realizó ediciones de dos textos medievales —las primeras ediciones que tratan la literatura medieval como la producción de otra época—. Esta impresión de un Libro de buen amor que desaparecía en las neblinas del pasado se refuerza cien años después, cuando Francisco de Torres y Diego Ortiz de Zúñiga revelan en 1646-1647 que lo que saben del Libro es poco, y de segunda mano.

1580

Inventario de la biblioteca de Argote de Molina: «Cancionero del Arcipreste, de canciones antiquíssimas de tiempo del rey don Alonso XI» (Millares Carlo 1923, Moffatt 1960: 39-40, Dagenais 1994: 173).

1646

Francisco de Torres, Historia de la mui noblíssima Ciudad de Guadalaxara: «El Arcipreste de Hita (que no he savido asta aora más nombre suyo) hizo un gran volumen de provervios en verso» (Whittem 1931, Moffatt 1960: 40-41).

1647

Diego Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos […] de Sevilla, copia los versos citados por Argote de Molina (Moffatt 1960: 40).

1727

T está en la biblioteca de la Catedral de Toledo: catálogo preparado por Martín Sarmiento (Ducamin 1901: xvi-xvii). Después de un intervalo de dos siglos, tenemos un indicio seguro de que un erudito ha visto el Libro y sabe lo que es (aunque Sarmiento no lo lee hasta veinte años más tarde).

1748

G está en la biblioteca de Benito Martínez Gayoso.

6 sep. 1750

Martín Sarmiento comenta el Libro, que ha leído en G; lo apunta en la hoja preliminar, el 6 de septiembre (Criado de Val y Naylor 1965: xv-xvii).

1753

Copia de G y T, realizada por Francisco Xavier de Santiago y Palomares (con la ayuda de otro copista en la primera parte de T). Hay dos copias, casi idénticas: París, BN, esp. 559, y BNM 12995 (Garcia 1998-1999). Hay otras copias manuscritas de la época. Una de ellas, que estaba en la Biblioteca de Emilio Cotarelo y Morí, fue regalada a Carmen Juan Lovera por Enrique Toral Peñaranda, y ella la donó a la Biblioteca Municipal de Alcalá la Real. Se incluyó en la exposición organizada con motivo del Congreso de mayo de 2002. Es de esperar que se publique pronto un estudio de dicho manuscrito.

1754

Citas extensas en Luis Joseph Velázquez, Orígenes de la poesía castellana.

1758

Citas extensas en Esteban de Terreros y Pando, Paleografía española.

1779

Tomás Antonio Sánchez dedica parte de la Introducción al primer tomo de su Colección a Juan Ruiz (Sánchez 1779: 100-106).

1781

John Talbot Dillon publica un resumen del Libro, apoyándose en Velázquez 1754. Opina que el Libro es «unintelligible at present» y «whimsical» (Dillon 1781: 129-136, cit. Vetterling 1981: 25).

1786

«Don Gabriel de Sancha, cuyo manejo en libros, tanto por fuera como por dentro, es bien conocido, me ha asegurado que el año pasado de 86 vio en Londres en poder del librero Huith las obras de nuestro Arcipreste, impresas en un tomo en 8. letra de Tortis; y en otro de igual tamaño las prosaicas del de Talavera […]» (Sánchez 1790: xxii; estas palabras se comentan brevemente en Deyermond (1997: 174). Vuelvo sobre este problema en Deyermond, en prensa.

1787

G pasa, mediante Francisco Xavier de Santiago Palomares, a Sánchez (Ducamin 1901: xvii-xviii).

1789

Juan Sempere y Guarinos (1789: 97-98) cita tres estrofas y proporciona varios datos sobre el Libro y su autor, apoyándose en el original manuscrito del tomo IV de Sánchez (Deyermond 1997: 191).

1790

Publicado por Sánchez en el tomo IV de su Colección (Deyermond 1997: 202-204).

Con la publicación de la edición de Sánchez el Libro de buen amor entra en la línea principal de la investigación hispanomedievalista, y la primera etapa de su historia termina. Quedan sólo cuatro cuestiones que comentar.

La primera es la distribución cronológica de la posesión de manuscritos y de la influencia literaria. Es curioso que la influencia poética (segura y dudosa) se concentra en época anterior a la de la posesión documentada de manuscritos. Si prescindimos de la posible influencia sobre Chaucer y de la traducción al verso portugués, la influencia poética se concentra en el Cancionero de Baena: ¿hacia 1380-1390?, principios del siglo xv, hacia 1405 (dos). En la misma época hay la posible influencia en el Rimado de palacio, y más tarde la bastante dudosa en las serranillas de Carvajales (h. 1450) y la casi segura en una esparsa de MP2 (1476-1477). Su influencia en la ficción en prosa es muy escasa (dos manuscritos de El Conde Lucanor, la posible influencia en la Celestina) y posterior a la poética.

La influencia en la prosa más o menos erudita, en cambio, coincide cronológicamente con las pruebas de posesión de manuscritos. Ésta empieza con la miscelánea no cazurra de hacia 1420. Es la primera de varias misceláneas: las otras son la «rather jumbled mass of short fragments» de la antología retórica (1470-1508), la aljamiada de hacia 1500 y la de Álvar Gómez de Castro (h. 1550). Mientras tanto, tenemos el primer caso documentado de la posesión de un manuscrito del Libro en 1438 (la traducción portuguesa en la biblioteca del rey Duarte), con la primera documentación de un manuscrito del original castellano sólo dos años después (biblioteca del Colegio Mayor de San Bartolomé). Por estos mismos años, casi medio siglo antes de la próxima documentación, tenemos un periodo intenso de influencia en la prosa erudita: el Breviloquio del Tostado (1432-1437), el Arcipreste de Talavera (1438), el Prohemio de Santillana (1446-1449). Después, los dos aspectos van más o menos paralelos: la influencia en Lope García de Salazar y en la antología de retórica (1471-1476 y 1470-1508) coinciden con el inventario de la biblioteca de Pero Sánchez Muñoz (1484); la miscelánea aljamiada (h. 1500) con el inventario de la biblioteca de Isabel la Católica (1503); la miscelánea de Gómez de Castro (h. 1550) con la compra de un manuscrito por Hernando Colón (1536-1537). Cuando la historia del Libro se reanuda después de un hueco de casi dos siglos, la influencia literaria ha desaparecido, para renacer en el siglo xx, y entramos en una época de posesión de manuscritos, comentarios eruditos y proyectos de edición.

Segundo, hay que repensar la suposición de que los que leyeron el Libro tenían acceso a un manuscrito más o menos completo. Las investigaciones de John Dagenais llegan a una hipótesis distinta: «Except for the Archpriest of Talavera, those who cite specific passages from the Libro work within a very narrow range. It seems odd that they would confine themselves to such brief sections of the book if they had had access to complete manuscripts» (209). Los casos que comenta van desde principios del siglo xv (ms. P del Conde Lucanor) hasta mediados del xvi (Gómez de Castro y Argote de Molina). Concluye que en esta época «the Libro circulated in separate cuadernos containing only portions of the book» (209), y me convence su argumentación. No habría circulado siempre de esta manera, desde luego (tenemos tres manuscritos extensos y ningún cuaderno), pero sí con bastante frecuencia, de modo que la experiencia de bastantes lectores de los siglos xv y xvi se habría aproximado a la de los públicos de las presentaciones orales en el siglo xiv. Vale la pena recordar que el cuaderno, como elemento independiente de muchos códices, interesa cada vez más a los codicólogos (véase Robinson 1980).

Estas cuestiones se enlazan con otra, la que plantea Keith Whinnom. Cité su opinión sobre la posibilidad de una influencia sobre la Celestina, pero ya es hora de citar la primera parte de la frase: «It is scarcely conceivable that any writer at the end of the fifteenth century could have known the Libro de buen amor: it vanished from the sight of educated men from 1449 to 1790; there is the very telling evidence that it was not printed […]». Estas palabras, pronunciadas por Whinnom en diciembre de 1967, fueron algo exageradas: pasan por alto la presencia del Libro en las bibliotecas de Pero Sánchez Muñoz e Isabel la Católica. No fueron, sin embargo, absurdas en su día. Los descubrimientos de los últimos treinta y cinco años, en cambio, nos dan una impresión muy distinta. Pensando únicamente en la segunda mitad del siglo xv y primeros años del xvi, sabemos ahora lo que no podía saber Whinnom: que en la segunda mitad del xv un copista de El Conde Lucanor modifica la narrativa de unos enxenplos por influencia del Libro, que Lope García de Salazar utiliza el Libro en 1471-1476, que una esparsa alude a Endrina y Melón en 1476-1477 (descubrimiento del propio Whinnom), que la antología retórica cita dos estrofas entre 1470 y 1508, que fray Lupus parece haberse inspirado en el Libro antes de 1491, y que un alfaquí de Ocaña conoció la oración narrativa del Libro hacia 1500. Me parece ahora poco prudente decir que «it was not printed». Lo que nos dice Sánchez de la presencia de una edición en una librería londinense en 1786 parece mucho más plausible a la luz de los descubrimientos de las últimas décadas. Nuestra visión del Libro en la cultura del siglo xv se ha trasformado.

Finalmente, vale la pena pensar un momento en la cronología no del Libro sino de la investigación. La estadística puede dar una impresión errónea, porque concede igual importancia a un descubrimiento de datos documentados y a hipótesis a veces discutibles. Hay que darse cuenta también de que dos de las tres publicaciones más fructíferas (Ducamin 1901 y Moffatt 1960) salieron en el primero o el último año de su década, de modo que si Ducamin hubiera publicado su edición un año antes, y si el artículo de Moffatt hubiera salido un año después, la estadística habría resultado muy distinta. Sin embargo, vale la pena dividir los descubrimientos y las hipótesis en periodos de veinte años:

  • 1901-1920: 6.
  • 1921-1940: 2.
  • 1941-1960: 7.
  • 1961-1980: 7.
  • 1981-2000: 15.

Esta estadística se refiere sólo al primer estudio. Si incluimos todos los estudios sobre cada entrada en nuestra cronología, los números para los primeros cuarenta años son casi idénticos, pero en la segunda mitad del siglo hay un aumento notable:

  • 1901-1920: 6.
  • 1921-1940: 3.
  • 1941-1960: 13.
  • 1961-1980: 17.
  • 1981-2000: 46.

El aumento enorme en 1981-2000 se debe en parte a que Dagenais 1994 estudia la mayoría de las entradas, pero incluso sin este factor el número de estudios en estos años sería notable, hasta tal punto que podemos esperar un aumento correspondiente para 2001-2020. En veinte años la cronología de la producción, difusión y recepción del Libro podrá ser muy distinta de lo que es hoy.

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