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RLA. Revista de lingüística teórica y aplicada

versión On-line ISSN 0718-4883

RLA v.45 n.1 Concepción  2007

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-48832007000100004 

 

RLA, Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, 45 (1), I Sem. 2007, pp. 45-66

ARTICULOS

 

ANTICONCEPTIVO DE EMERGENCIA, ABORTO Y OTRAS PILDORAS: EL CONTEXTO SOCIAL DE LA ARGUMENTACION

EMERGENCY  CONTRACEPTION, ABORTION AND OTHER PILLS: THE SOCIAL CONTEXT OF ARGUMENTATIONS

 

Gerardo Alvarez
Université Laval. Québec, Canadá. E-mail: galvar2001@yahoo.ca


RESUMEN

En este artículo, el autor expone los diferentes enfoques relativos a salud y reproducción, específicamente en lo que respecta a la prescripción de contraceptivos orales de emergencia (“la píldora del día después”), tanto en Chile como en Canadá. Se desarrolla un análisis de las posturas sociales e ideológicas de los sujetos de la argumentación, el cual se divide en tres campos: religioso, científico y político. Como conlusión se plantea que los argumentos no deben examinarse sólo respecto de su estructura lógica, sino principalmente en función de sus fundamentos sociales e ideológicos.

Palabras claves: Teoría de la argumentación, discurso, texto, contraceptivo de emergencia, aborto.


ABSTRACT

In this article, the author shows the different approaches to reproductive health, specifically in the prescription of emergency oral contraceptives (“the morning after pill”), both in Chile and in Canada. A study is carried out on the social and ideological postures of the argumentative subjects, divided in three fields: religious, scientific and political. A conclusion is put forward claiming that arguments must no be examined only on their logical structure, but mainly on their social and ideological foundations.

Keywords: Argumentation theory, discourse, text, emergency contraceptive, abortion.


 

Introducción

La discusión en Chile sobre la distribución pública, voluntaria y gratuita del anticonceptivo de emergencia –llamado popularmente “la píldora del día después”– ha alcanzado niveles de virulencia que sorprenden al que llega de otro contexto socio-cultural. Es cierto que cuando uno vive entre Chile y Canadá, cada vez que llega a su país natal es sorprendido por una especie de paisaje mental diferente. Pero en este caso, pareciera que uno cambia de siglo.  Ahora, en enero de 2007, la  discusión sobre políticas de salud reproductiva alcanza niveles de conflictividad extrema: la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica, que se opone ferozmente a la distribución de ese fármaco, acusa al Gobierno de “aplicar una política propia de un estado totalitario” y de “actuar en forma inconstitucional”.  El Tribunal Constitucional, requerido por los partidos de derecha, le da la razón y declara (12-01-07) que el reglamento sanitario no se ajusta a la Constitución, lo que obligaría al Gobierno a cesar la distribución de ese anticonceptivo. Eminentes juristas señalan que el TC está sobrepasando sus atribuciones (C. Peña, El Mercurio, 14-01-07). Los gremios de la Salud –Colegio Médico, Colegio de Matronas, Trabajadores de la Salud (CONFUSAM)– llaman a sus miembros a seguir aplicando la política de salud del Gobierno, sin considerar el dictamen del TC (El Mercurio, 14-01-07). O sea que, por un  lado, estamos al borde del conflicto de poderes y, por el otro, estamos al borde de la desobediencia civil. Y todo eso por un anticonceptivo.

Esta discusión, que parece de otro tiempo, en Canadá ya está resuelta desde hace más de treinta años. En efecto, la píldora anticonceptiva de urgencia se distribuye gratuitamente a toda mujer mayor de 14 años que lo solicite, en los Centros Locales de Salud (equivalentes a los consultorios de barrio en Chile), y está en venta libre en las farmacias –como ocurre en más de cien países del mundo–, teniendo derecho la mujer que lo adquiere allí al reembolso de su costo por el servicio de seguridad social. Conviene señalar que en Canadá no sólo la atención en salud es gratis para todos los ciudadanos, sino que además existe un seguro de medicamentos que permite obtener el reembolso (total o parcial) por la compra de fármacos que han sido recetados por un médico.

Pero mi intención en este artículo no es mostrar las diferencias entre los sistemas de salud, sino –como lingüista– examinar las evidencias textuales que permiten un estudio detallado de las argumentaciones sobre el tema mencionado, y subrayar la necesidad de examinarlas en el marco de sus condiciones sociales de producción. El estudio de los textos canadienses sobre este tema permitirá poner en evidencia la diferencia entre la situación en Chile y la que existe en países desarrollados. Este examen me parece importante no sólo para los estudios en análisis del discurso y en argumentación, sino para los estudios interculturales, ya que la discusión de Chile también se presenta, con diversos matices, en otros países de América Latina.

1. Algunos fundamentos teóricos

Para empezar, conviene subrayar algunos de los fundamentos teóricos indispensables para este examen.  El estudio de la argumentación  depende de dos disciplinas diferentes. Por un lado, como actividad del pensamiento es objeto de estudio de la filosofía y la lógica; por otro lado, como actividad discursiva –como interacción entre dos o más interlocutores, en una situación real de comunicación– depende de la retórica clásica, y más modernamente del análisis del discurso.

En el terreno de la lógica se examina el aparataje racional de la argumentación. En los tratados clásicos, la lógica formal señala desde Aristóteles (Organon) que un “razonamiento correcto” es válido en virtud de su forma silogística. El estudioso de la lógica, desde este punto de vista, está interesado en la forma de la argumentación (su validez formal) y no en la verdad o falsedad del contenido semántico de las proposiciones. Este tipo de estudios sobre la argumentación recibe una contribución importante con el trabajo de Toulmin (1958) que resitúa la argumentación en campos de actividad práctica: “Nuestra cuestión central se refiere a determinar hasta qué medida la lógica puede esperar ser una ciencia formal y sin embargo retener la posibilidad de ser aplicada en la evaluación crítica de argumentos reales” (Toulmin, 1958:3. Mi traducción). Se define así una “lógica factual”, que toma como modelo la argumentación jurídica y examina el contenido substancial de los argumentos (“facts”, hechos). Toulmin reformula el silogismo clásico (que constaba, como se sabe, de: la premisa mayor, la premisa menor y la conclusión), utilizando nuevos términos para cada uno de sus componentes: un dato (“ground”, “data”) lleva a una conclusión (“claim”, “conclusion”), en virtud de una garantía (“warrant”) que asegura el paso del “dato” a la “conclusión”. Esos son los tres componentes esenciales, a los cuales se agrega un eventual “respaldo” o “apoyo” (backing) –un hecho del mundo empírico que sustenta a la garantía–, y una eventual “calificación” que puede limitar el alcance de la conclusión. Por nuestra parte, nos atenemos a los términos habituales de los trabajos en argumentación en lengua española y en lengua francesa: un argumento lleva a una conclusión en virtud de una premisa (especie de ley general), generalmente implícita.

En el terreno de la retórica (también desde Aristóteles, Retórica) se busca examinar cómo se expresa discursivamente una argumentación, qué estrategias utiliza el argumentador para obtener la adhesión del argumentatario, cómo construye sus argumentos, cómo elige las premisas, etc. El estudio de la argumentación se ubica aquí en el campo de la interacción verbal, y es por eso que la línea retórica es bastante más cercana al análisis del discurso que la línea de la lógica (formal o factual). En este sentido es muy útil el trabajo de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1970), que definen la argumentación como el estudio de las técnicas discursivas que permiten “provocar o aumentar la adhesión de una audiencia a las tesis que se presentan para su asentimiento”. Perelman permite estudiar la construcción de la audiencia por el enunciador, la búsqueda de premisas que conciten la adhesión del destinatario, las estrategias de legitimación/ deslegitimación, etc. También da pautas para el estudio de los tipos de argumentos utilizados en un debate determinado, pero en el marco de este artículo no entraremos en este último aspecto. 

2. La discusión en Chile sobre la  “píldora del día después”

En Chile, el debate sobre el anticonceptivo de emergencia se da desde hace algunos años –primero para tratar de impedir su venta– pero se intensifica a partir de 2004 con motivo de la aplicación por el Ministerio de Salud de una política de distribución gratuita de este fármaco en los consultorios de barrio a las mujeres que hayan sido víctimas de abusos sexuales. Conviene recordar que en el origen de esta medida está un hecho social impactante: en Chile el aborto está prohibido por ley, por lo que más de 150.000 mujeres al año se ven obligadas a recurrir al aborto clandestino arriesgando la vida o la cárcel.

Daremos aquí lo esencial de los argumentos utilizados para justificar esta medida o para oponerse a ella, basándonos –para 2004-2005– en el estudio y la recopilación de documentos efectuada por Wittig (2005).

Los protagonistas principales de este debate son la Iglesia Católica, la Iglesia Evangélica, los médicos del Instituto de Medicina Reproductiva, los académicos de la Pontificia Universidad Católica y los diversos personeros políticos, del Gobierno y de la oposición.  Dividiremos a estos protagonistas en tres campos (Bourdieu, 1984): el campo religioso, el campo científico y el campo político, sin dejar de observar que los miembros de un campo puede también aparecer en otro: un científico puede ser también integrante del campo político, un parlamentario puede actuar en función de su afiliación religiosa.

2.1. El campo religioso

Como se sabe, el protagonista que lleva la voz cantante en este debate, desde su inicio, es la jerarquía de la Iglesia Católica. El año 2004, El cardenal arzobispo de Santiago, F. J. Errázuriz, interviene públicamente para expresar su total rechazo a la distribución de la píldora. Instala estratégicamente la premisa de base de que la vida humana es un don de Dios y de ella derivará –hasta el momento actual– la oposición total a cualquier elemento de política de salud reproductiva (en concordancia absoluta con el Vaticano).

Cada vida humana es un don de Dios. (...) Nuestro respeto a la vida, y con ello la oposición a toda conducta abortiva, implica un gran aprecio a los padres que la acogen, como también a las madres solteras. (…)Todo lo anterior vale también en el estremecedor caso de la violación (que) no puede justificar la eliminación (…) de una vida nueva e inocente que quiere nacer.

En esas razones se basa nuestra oposición al uso de la “píldora del día después”, ya que no se ha probado científicamente que no se destruya una vida humana recién concebida, que pide ser acogida y respetada” (F. J. Errázuriz, “El derecho a la vida”, La Tercera, 08-05-04).


El argumento “La píldora puede destruir una vida humana” lleva a la conclusión “Por lo tanto, la Iglesia se opone  a su uso”, sobre la base de la premisa implícita “La Iglesia no puede permitir que se destruya una vida humana”. Nótese que esta argumentación no admite “calificación” (o restricción): la prohibición vale incluso en el caso de las mujeres violadas. Nótese además que, implícitamente, el texto del arzobispo se basa en la noción de “concepción” (“una vida humana recién concebida”), lo que –como veremos– es una noción debatible.

Pero en el mismo campo de la religión, no existe unanimidad. En efecto, los diversos miembros de este campo pueden coincidir en la premisa del origen divino de la vida. Pueden también coincidir –como sin duda la inmensa mayoría de las personas– en el principio del respeto fundamental a la vida humana. Pero ello no los lleva a negar la necesidad de implantar políticas de salud pública. Así,  el presidente del Consejo Evangélico de Unidades Pastorales de Santiago, Emiliano Soto, interviene  para señalar su desacuerdo con la posición del Arzobispo Errázuriz.

El presidente del Consejo Evangélico de Unidades Pastorales de la Región Metropolitana, Emiliano Soto, señaló que su comunidad religiosa está de acuerdo con la distribución de la píldora del día siguiente. (…) “No habiendo claridad sobre la eterna discusión sobre cuándo se inicia la vida humana, somos respetuosos de la libertad de conciencia”, señaló Soto (Aciprensa, 06-05-04).

Pero en el propio seno de la Iglesia Católica, numerosos sacerdotes disienten de la posición de la jerarquía episcopal. Así lo expresan abiertamente, a través de los medios de comunicación,  con motivo de la reposición del debate en 2007, los sacerdotes jesuitas Berríos, Denegri y Delfau:

Hay materias que son opinables y uno tiene derecho a pensar distinto. (…) Muchos obispos están de acuerdo con el uso del condón o con el anticonceptivo, pero jamás se van a atrever a reconocerlo en público (…) (La Tercera, 23.01.2007).

En resumen, en el campo religioso la oposición radical, absoluta, a toda conducta considerada abortiva viene desde el Vaticano y de la jerarquía eclesiástica chilena. No sólo las otras creencias no la siguen en esta campaña, sino que muchos católicos tampoco están de acuerdo con ella.

2.2. El campo científico

Así como no hay una sola posición en el campo religioso, los médicos chilenos (investigadores, académicos) –que intervienen en el debate desde el campo de la ciencia– también presentan posiciones divergentes. Nos permitimos aquí dividirlos en dos grupos: los científicos laicos (investigadores del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva-ICMER) y los científicos católicos (académicos de la Pontificia Universidad Católica). Los primeros apoyan la posición del Gobierno, los segundos apoyan la posición de la Iglesia.  (Esta división es por supuesto relativamente arbitraria. No podemos determinar con certeza cuál científico es católico y cuál no. Además puede ocurrir, como veremos luego, que alguien se encuentre en conflicto entre su posición religiosa y su posición como científico. Esto plantea sin duda el problema mayor de la relación entre ciencia e ideología, pero no podemos ocuparnos de ese tema en este artículo).

a) Los científicos del Instituto de Medicina Reproductiva fundamentan su argumentación en la premisa básica de que la vida comienza con la fecundación del óvulo.

Estamos convencidos de que una nueva vida comienza con la fecundación. (…) A través de nuestras investigaciones y las de otros colegas (…) hemos constatado que la administración de levonorgestrel después que se ha producido la fecundación no interfiere en absoluto con el desarrollo del embrión ni con la implantación en ratas y monos.(…) Cuando la mujer lo toma en un momento de su ciclo menstrual en que aún puede interferir con la ovulación, se logra prevenir la fecundación. Si lo toma cuando ya ha ocurrido la ovulación, el método no funciona, y la mujer se embaraza si es que ese ciclo era fértil. En síntesis, el levonorgestrel usado como AE no es abortivo(H. Croxatto y F. Zegers,  El Mercurio, 06.05.2004).

Como se ve, en este caso el argumento: “La píldora impide la fecundación del óvulo” lleva a la conclusión: “Por lo tanto, no es abortiva”, sobre la base de la premisa implícita: “Si no hay fecundación, no hay embarazo”. La pregunta “¿En qué momento comienza una vida humana?”, recibe una respuesta precisa: “una nueva vida comienza con la fecundación”. La noción un tanto vaga de “concepción” se ve así reemplazada por el concepto científico de “fecundación”.

b) Otros científicos, sin afiliación jerárquica, como el doctor A. Cavalla, intervienen en el debate. Su premisa básica es que un ser humano vivo existe desde que hay embarazo.

[El uso de la píldora] es un método anticonceptivo y no abortivo. (…) Los estudios científicos señalan que el levonorgestrel 750 mg impide que los espermios lleguen al óvulo. (…)  Está claro para los científicos que “ser vivo humano viable” existe sólo cuando el óvulo ya fecundado se implanta en el endometrio uterino, o sea, cuando hay embarazo. Como es obvio, si no hay embarazo no hay aborto ( A. Cavalla, La Nación, 11.005.2004).

El esquema argumental

1: El AE impide que los espermios lleguen al óvulo,  por lo tanto impide el embarazo.  2: si no hay embarazo, no hay aborto, lleva a la conclusión general:  Por lo tanto, es un método anticonceptivo y no abortivo.

Nótese, de paso, que esta posición coincide con el uso habitual del léxico: el diccionario de la RAE define el aborto como la interrupción del embarazo. En francés, Larousse lo define como la expulsión de un feto antes de término.

c) Los Drs. Ventura-Juncá y C. Barrios, profesores titulares de la Pontificia Universidad Católica, intervienen también desde el campo de la ciencia, pero su argumentación apunta a introducir un elemento de duda sobre la información científica disponible. Su premisa básica es que se requiere más información científica en humanos.

(…)no existe hasta la fecha ninguna información científica concluyente en estudios humanos que descarte el mecanismo antiimplantatorio (abortivo) de la “píldora”. Los dos estudios realizados, uno en ratas y otro en primates, que no encontraron un efecto en la implantación no son extrapolables a humanos (P. Ventura-Juncá y C. Barrios, El Mercurio, 08.05.2004).

Sobre la base de la premisa: los estudios realizados en animales no son extrapolables a seres humanos, estos científicos concluyen que no se puede descartar el mecanismo antiimplantatorio de la píldora. Lo que puede ser argumentativamente inocuo.  Pero lo estratégico en esta intervención es que, por el simple mecanismo discursivo de la reformulación entre paréntesis, estos académicos asimilan “antiimplantatorio” y “abortivo”. Es decir, afirman sin decirlo (presuposición y no aserción): “un mecanismo  que es antiimplantatario es abortivo”, lo que contradice abiertamente la opinión anteriormente citada: sólo hay ser humano vivo cuando el óvulo fecundado se implanta en el endometrio uterino, es decir cuando hay embarazo.

Este recurso léxico aparece también en la intervención de enero de 2007 de la Conferencia Episcopal. En ella se asimila “interceptivo” y “abortivo”, por una simple reformulación alternativa:

(…) el sólo hecho de que existan datos que muestran que es probable que la anticoncepción de emergencia tenga un efecto ‘interceptivo’ o abortivo hace que sea éticamente inadmisible su uso para quienes respetan la vida de todos los seres humanos (Documento episcopal “Acoger y promover la vida”, La Segunda, 10-01-07).

Este juego de palabras permite a la jerarquía eclesiástica instalar, sin decirlo explícitamente, una suerte de definición genérica: “debe entenderse por “abortivo” todo mecanismo que impida la implantación del óvulo, o que intercepte la llegada de los espermios al óvulo”. Ahora bien, esta definición no sólo altera el sentido codificado de los términos “aborto” y “abortivo” (ver los diccionarios), sino que es tan amplia que hasta el condón, o el dispositivo intrauterino –que impiden todo tránsito de los espermios hacia el útero– puede ser considerado “abortivo”. Como se ve, aquí ya no se trata  de un problema de validez de los argumentos, ni de mayor o menor información científica, sino de un problema de alteración del sentido de las palabras.

2.3. El campo político

Como se ha visto, la discusión entre las diversas  posiciones religiosas, y entre los científicos laicos y católicos,  gira en torno al carácter abortivo o no abortivo de la píldora, en torno al sentido del término “abortivo”, y en torno al problema de determinar a partir de qué momento hay un ser vivo.

En cambio, las intervenciones de los representantes del Gobierno (que dan por establecido su carácter no abortivo) apuntan sobre todo a justificar la distribución del AE en los consultorios de salud.

a) El ministro de Salud de la época, que se declara católico, se sitúa en el campo de la salud pública; pero hace evidente el conflicto entre su fe religiosa y su responsabilidad como autoridad sanitaria. Su premisa básica es que los diversos dispositivos anticonceptivos no son abortivos.

La ‘píldora del día después’ no es abortiva, y así lo demuestra la inmensa mayoría de los estudios sobre la materia. De hecho, tiene exactamente el mismo efecto que el dispositivo intrauterino que se distribuye en los consultorios desde los años 60. (…) Si la píldora fuera abortiva, el dispositivo también lo sería. Como médico soy contrario al aborto. Estoy convencido de que la píldora no es abortiva y será Dios quien hará el juicio final. Estoy asumiendo responsablemente ese juicio como católico (La Tercera, 07.05.2004).

Como se ve, el ministro argumenta por analogía: 1. La píldora tiene el mismo efecto que el dispositivo intrauterino. Por lo tanto, la píldora no es abortiva. 2. Si la píldora fuera abortiva, el dispositivo [intrauterino] también lo sería. Nótese que este tipo de argumentación puede llevar a los sectores integristas a la conclusión contraria: entonces también hay que prohibir el dispositivo intrauterino. De hecho tal situación parece efectivamente estarse produciendo en Argentina, según el periódico Página 12 (13-11-06):

En San Juan parece imperar una teocracia. Por indicación expresa del ministro [provincial] de Salud Roberto Correa, reconocido simpatizante del Opus Dei, no se distribuyen en los hospitales de la provincia los dispositivos intrauterinos (DIU) que envía la Nación [el gobierno central].  (…) En declaraciones a medios locales, el ministro ha expresado su oposición al uso del DIU por considerarlo abortivo, en sintonía con la postura que emana del Vaticano.

b) El Presidente Ricardo Lagos también interviene en el debate, el 2004, y lo hace desde el campo de la salud pública. Sus premisas de base son la libertad de creencia y de opinión, la libertad de elección, la igualdad de acceso.

En esta discusión de la píldora yo quiero decir algo muy simple. Cada chileno, cada chilena, tiene el derecho a decidir conforme a sus creencias religiosas, a sus valores, como a él le parece. ¿Cuál es mi obligación? Que todos tengan libertad para elegir. Y para que todos tengan libertad para elegir, a aquellos que por alguna razón no tienen recursos, el Estado tiene que darles recursos para que ellos también puedan elegir (R. Lagos, La Nación, 06-05-2004).

En este caso, el argumento: Algunas chilenas no tienen recursos para elegir libremente (píldora o no) lleva a la conclusión: Por eso, el Estado debe entregar esos recursos, sobre la base de la premisa: El Estado debe garantizar a todos los chilenos la libertad para elegir. La diputada Carolina Tohá abunda en el  mismo sentido:

Como la píldora está en venta libre en las farmacias, las mujeres ricas la compran cada vez que lo requieren. Las mujeres más humildes, en cambio, enfrentan restricciones económicas para ejercer ese mismo derecho (La Tercera. 07.05.2004).

La Presidenta Bachelet, que se ve obligada el 2007 a dictar un decreto supremo para insistir en la distribución gratuita del anticonceptivo de emergencia, sigue una línea argumental semejante: libertad de elección y equidad en el acceso a las políticas de salud.

En las comunas con más recursos se producen sólo tres de cada cien embarazos adolescentes.  [En cambio] más de la mitad de todos los embarazos adolescentes se producen entre las personas que viven bajo la línea de la pobreza. La joven pobre, embarazada, tendrá menor acceso a la educación y menos oportunidades de surgir, reproduciéndose así el círculo de la pobreza. (M. Bachelet,  La Tercera, 18-01-07. Mi resumen).

Nótese que tanto el Presidente Lagos como la Presidenta Bachelet evitan entrar en la argumentación  religiosa. A cada intervención del Episcopado, replican que “respetan la opinión de la Iglesia”, pero reafirman  que ellos “tienen que gobernar para todos los chilenos”. Algunos parlamentarios de la Democracia Cristiana también sostienen esta línea argumental (principio de equidad) y apoyan la distribución de la píldora, como el senador Dr. Mariano Ruiz-Esquide, que utiliza explícitamente el argumento del mal menor:

Frente a la duda de la eventual acción abortiva de la píldora o la seguridad de que podemos evitar 150 mil abortos al año, hay que apoyar la distribución de la píldora (La Nación, 19.01.07).

c) A los protagonistas iniciales del debate, ya mencionados, se agregan en 2006, luego que la Presidenta Michelle Bachelet decidiera la distribución gratuita de la píldora en los consultorios de salud a toda mujer mayor de 14 años que la solicite (sin exigencia de receta médica o de autorización de los padres), algunos alcaldes del partido chileno de extrema derecha (Unión Demócrata Independiente - UDI) que se niegan a que este fármaco se distribuya en las comunas de su jurisdicción.

Por ejemplo, el alcalde Zalaquett intenta impedir la distribución del AE, e interviene en el debate desde el campo de la institución familiar. Su premisa básica es la patria potestad, es decir el derecho y la autoridad que tienen los padres sobre las conductas de los hijos.

El alcalde de La Florida, Pablo Zalaquett, llevó ante la Corte Suprema el fallo de la Corte de Apelaciones que rechazó el recurso de protección para detener la entrega de la “píldora del día después” a jóvenes mayores de 14 años sin el conocimiento de los padres.

El jefe comunal insistió en argumentar que la disposición ministerial vulnera el derecho constitucional de los padres de educar a sus hijos (La Tercera, 16.11.06).

3. Algunos elementos del análisis discursivo

Hasta aquí hemos tratado de limitarnos al  estudio del entramado lógico de los argumentos, las  premisas y las conclusiones. Pero el análisis de las argumentaciones reales, de los debates que efectivamente se dan en una situación determinada, no puede limitarse a eso. En una argumentación real se ponen en juego todo tipo de recursos discursivos que tienen por objeto dar mayor fuerza a los argumentos.

Algunos de esos recursos ya han  sido mencionados al pasar, como el uso de los mecanismos de denominación. Hemos observado que la jerarquía de la Iglesia Católica estima que “antiimplantatorio” e “interceptivo” quieren decir lo mismo que “abortivo”. Es útil observar también que el propio Vaticano acusa a los demás de hacer un “juego de palabras” cuando hablan del “aborto” como “interrupción del embarazo”. Acusación por supuesto contraria al conocimiento de cualquier hablante. Eso es exactamente lo que dice cualquier diccionario: “aborto: interrupción del embarazo”.

En declaraciones a la prensa, Soto (…) se puso de lado de los antinatalistas que, en un juego de palabras, defienden el aborto como “interrupción del embarazo”, y por lo tanto no abordan el inicio de la vida en la concepción sino que sostienen que el embarazo comienza en la implantación del óvulo fecundado (Aciprensa, 06.05.04).


Si observamos este texto, parece ser que el Vaticano propicia también una redefinición del término “embarazo”. Como ya hemos dicho, este debate no sólo se da en términos de la evidencia científica, sino que en gran parte gira en torno al sentido y al uso de las palabras.  Otro ejemplo: algunos parlamentarios de la Democracia Cristiana –que a pesar de ser miembros de la coalición de Gobierno se oponen a la distribución de la píldora, como el senador Frei– dicen: “Yo no quisiera que a mi hija le dieran la píldora sin que yo lo supiera”. La expresión “que a mi hija le dieran la píldora” es engañosa. En ella se hace aparecer al individuo “la hija” como un ente pasivo, que sufre la acción de alguien que “le da” la píldora. Una idea subrepticia de “obligatoriedad”, de “imposición de la píldora a quien no la pide” se desliza en esta expresión. El senador debería decir, para usar un lenguaje exacto: “Yo no quisiera que mi hija pidiera la píldora sin que yo lo supiera”, lo que sitúa el problema en la relación entre él y su hija.

En este debate tampoco están ausentes los mecanismos discursivos de legitimación/deslegitimación típicos de las argumentaciones cotidianas: auto-legitimación  de sí como proponente, deslegitimación  del otro como oponente. En este debate, este fenómeno discursivo se da particularmente entre los argumentadores del campo científico. Por ejemplo, los doctores Croxatto y Zegers protestan contra “acusaciones antojadizas de [quienes] desacreditan gratuitamente a los opositores a su ideario” y contraatacan: “Usando la misma estrategia sería muy cómodo propagar que muchos se oponen a la píldora guiados por la necesidad de racionalizar o justificar su fanatismo ideológico o religioso”. Y para la auto-legitimación: “No somos expertos improvisados” (Croxatto y Zegers). “Nosotros tenemos también una larga carrera como investigadores” (Ventura-Juncá y Barros).

Por último, es interesante destacar que a partir de un mismo argumento, o de una misma constatación de hecho, diversos enunciadores pueden llegar a conclusiones diferentes. Así, un afiche publicitario de los sectores anti-aborto (La Tercera, 25.01.07) muestra a una mujer desnuda, replegada en posición fetal, y dos aserciones:

AL ABORTAR PARTE DE TI TAMBIEN SE MUERE
En Chile se produce un aborto cada 5 minutos…
(Sigue un logo: Fundación Chile Unido, y un encuadre: Llámanos…)

Hay aquí una argumentación elíptica, que podría informalmente expresarse así: 1. En Chile se produce un aborto cada 5 minutos. 2. (sobre-entendido) Hay que evitarlo. 3. Por lo tanto, no al aborto.

Si comparamos con la intervención del senador Ruiz-Esquide, citada anteriormente, tenemos una conclusión diferente. 1. En Chile se producen 150 mil abortos al año. 2. (sobre-entendido) Hay que evitarlo. 3. Por lo tanto, sí a la píldora.

Algo semejante ocurre con la premisa del “respeto a la vida”. Ya vimos cómo la jerarquía eclesiástica utiliza esta premisa para oponerse no sólo al aborto sino también a todo instrumento anticonceptivo. Pero la misma premisa puede servir de base para defender el respeto a la vida de la mujer. Así lo hace por ejemplo el diputado Enríquez-Ominami que ha presentado un proyecto de ley para restablecer en Chile el aborto terapéutico1: “El aborto terapéutico tiene por objeto salvar la vida de la madre ante un embarazo que le pueda producir la muerte”. (La Nación, 26.01.07)

4. La situación en Canadá

Como ya lo anunciaba al comienzo, en Canadá –como en otros países del llamado Primer Mundo (salvo Estados Unidos)–, la situación es totalmente diferente, como lo prueban las evidencias textuales que presentaré aquí. La “píldora” se distribuye gratuitamente en los centros locales de salud desde hace años; el aborto es absolutamente legal; y las políticas de salud reproductiva son universalmente aceptadas. Un debate como el que se da en Chile no existe. No hay debate, la píldora “no es tema”, el aborto no es un delito. Los textos que aquí se presentan son, consecuentemente, de tipo informativo. Las diversas instituciones informan a las mujeres sobre sus derechos en materia de salud reproductiva. Se presentan en forma de folletos2  que están disponibles –junto a otros folletos sobre la salud– en las salas de espera de los hospitales y centros locales de salud para que cualquiera los tome. Estas condiciones de circulación de los textos aseguran la disponibilidad de la información, sin pasar por interrogatorios o entrevistas personales3.  

Texto 1: (extractos)

Emisor: La Federación canadiense de salud sexual

El contraceptivo de urgencia.
Porque un accidente puede ocurrir.

Disponible en las farmacias.
Un accidente puede ocurrir –un condón que se rompe, una píldora anticonceptiva que se olvida, una relación sexual no protegida que no se había previsto o que no se deseaba. Para eso está la píldora contraceptiva de urgencia (PCU). Si se toma dentro de los cinco días después de una relación sexual no protegida, la PCU reduce la posibilidad de embarazo. Es más eficaz mientras antes se tome –por lo tanto no hay tiempo que perder. Está disponible sin receta en las farmacias, pero también se puede pedir a un médico o a una enfermera. (…)
Texto 2 (extractos)

Emisor: Ministerio de Salud y servicios sociales. Gobierno de Québec.

La píldora contraceptiva de urgencia

Es un método contraceptivo de urgencia que sirve para impedir el embarazo. Se llama también la contracepción oral de urgencia (COU) o la píldora del día después. Usted debe tomarla lo más rápidamente posible después de una relación sexual no protegida. Por ejemplo, se rompió el condón, usted olvidó una píldora de su anticonceptivo habitual, usted está atrasada con su inyección anticonceptiva o en su parche anticonceptivo, o no utiliza ningún método anticonceptivo. Mientras más pronto se la tome, mayor es la eficacia.
Usted puede utilizar la píldora contraceptiva de urgencia hasta 5 días después de la relación sexual no protegida. Es eficaz a 95% si se la toma dentro de las 24 horas que siguen a una relación sexual no protegida. Su eficacia disminuye progresivamente en los días siguientes. Actúa principalmente bloqueando o retardando la ovulación. No es eficaz si usted ya está encinta.
Si la relación sexual no protegida remonta a más de 5 días, otras soluciones se presentan: consulte un médico.


Nótese que estos textos presentan el tema como absolutamente no conflictivo. Se informa de modo impersonal en el caso del texto 1, y de modo amigable, personalizado (“usted”) en el caso del texto 2. Tienen un carácter imperativo, incluso perentorio “Es más eficaz mientras antes la tome. Por lo tanto no hay tiempo que perder”, “Mientras más pronto la tome, mayor es su eficacia”.

Nótese también que hay una serie de contenidos presupuestos (no asertados explícitamente): las relaciones sexuales deben ser protegidas; las mujeres canadienses utilizan normalmente algún mecanismo anticonceptivo, etc. Pero el más interesante de estos contenidos semánticos implícitos se da en el último segmento del texto 2: si la relación sexual no protegida remonta a más de cinco días [y la píldora ya no es eficaz], hay “otras soluciones” que se presentan.

Demás está decir que no se encuentra en estos textos la menor alusión a creencias religiosas. Eso, en Canadá, no es tema de debate público. Desde la “revolución liberal” de los años 60, la religión pertenece al dominio privado de cada cual y no interfiere ni con las políticas sociales, ni con políticas de salud.

Texto 3 (extractos)

Emisor: El Servicio S.O.S. Embarazo

S.O.S Embarazo
¿Prevención de embarazos imprevistos?
Lo que hay que saber...
¡Por favor, protégete mucho! Para “protegerse” realmente… hay que instalar el condón antes de todo contacto entre los órganos genitales (…)
Protección doble…
Sólo el condón protege al mismo tiempo contra el embarazo y las enfermedades sexuales…
ATENCION
(…)   Piensa en el COU (contraceptivo oral de urgencia) para las relaciones sexuales no protegidas que remontan a 5 días o menos.
RECUERDA
A partir de los 14 años, tú tienes derecho a la confidencialidad total para una consulta [médica], cualquiera que sea el motivo. Tus padres no tienen por qué ser informados y tú puedes autorizar cualquier intervención4

Obsérvese que en este texto el destinatario es una joven adolescente, a la que el enunciador habla en TU. A esta joven –a partir de los 14 años– se le asegura no sólo la disponibilidad de la píldora (“Piensa en el COU”), sino también su derecho a tomar las decisiones que quiera para cualquier intervención médica, con una confidencialidad total (“tus padres no tienen por qué ser informados”).

Texto 4: (extractos)

Emisor: El Servicio S.O.S. Embarazo

S.O.S. Embarazo. Servicio de escucha, información y acogida
Para un oído sin prejuicios…llama.
Estamos a tu servicio. Confidencial….Llámanos
Nuestro equipo responde a todas las preguntas que Ud. se plantea sobre el embarazo, planificado o no, sobre la contracepción y la sexualidad.
Concepción… Evolución del embarazo… Partos… Pérdidas… Duelo perinatal… Información pre y post natal… Contracepción… Derechos… Interrupción voluntaria del embarazo… etc.

Este es también un texto personalizado: el enunciador habla en “nosotros”, “nuestro equipo”, y se dirige al destinatario en “” o “usted”, estableciendo una relación de cordialidad y de confianza: “estamos a tu servicio”, “sin prejuicios”. El recurso al aborto se plantea explícitamente, en términos de “interrupción voluntaria del embarazo”. Recordemos que en Canadá el aborto no sólo es legal, sino que es efectuado en la red de hospitales del Servicio de Salud, por médicos especialistas, en forma totalmente  gratuita, y sin ningún riesgo para la paciente. Como lo señala el texto, esta intervención (“voluntaria”) sólo depende de la decisión de la mujer (asesorada por un comité pluridisciplinario), y no requiere de razones traumáticas (como la violación, el peligro para la vida de la madre, etc.). Por supuesto, la proporción de intervenciones abortivas es infinitamente menor que en Chile, dado la extensa política de protección sexual de que disponen las mujeres.

Texto 5 (extractos)

Emisor: El Hospital San Francisco de Asís. Clínica de planificación familiar.

¿Y ahora? Paciencia… Escucha… Respeto…
Es posible que en los próximos días, la persona que usted acompaña pase por cambios de humor inexplicables (agresividad, tristeza, cólera), pero todo se normalizará gradualmente.
Los síntomas de embarazo desaparecerán poco a poco.
Los sentimientos que ella puede experimentar…
La mayoría de las mujeres viven la interrupción del embarazo de manera positiva. Se sienten aliviadas y retoman el control de su cuerpo, de su vida. (…) Es posible que también sientan emociones menos agradables como enojo, tristeza, culpabilidad y soledad. Pueden tener una impresión de pérdida.
¿Sabía usted que…?
-Los riesgos de complicaciones mayores son menos de 1%
-El aborto no tiene impacto sobre la fertilidad futura
-La fertilidad de la mujer vuelve rápidamente después de la interrupción de un embarazo
-El aborto es una solución y no un problema
-El aborto puede ser vivido como un duelo, incluso como una pena de amor
Para terminar…
Deje siempre la puerta abierta a la discusión; ella apreciará tener alguien con quien hablar…
Si ella lo desea, puede tomar contacto con una asistente social (…) Esta última también está disponible para usted si cree que lo necesita.

Este texto es sin duda más complejo, porque aborda en detalle un tema más delicado: el del aborto, que aparece por implicación en el primer párrafo (“Los síntomas del embarazo desaparecerán poco a poco”), y explícitamente desde el segundo párrafo, primero como “interrupción de embarazo”, y luego como “el aborto”. Este texto presenta también un carácter predominantemente informativo, pero con estrategias discursivas más variadas: el destinatario (“usted”) no es la mujer sino “alguien que la acompaña”  (y “que también puede necesitar ayuda”); el segmento introducido por la pregunta “¿Sabía Ud. que…?” muestra un carácter argumentativo indirecto: el emisor apunta a disipar temores habituales (de la opinión general) sobre el aborto –riesgos de complicaciones, peligro de posible infertilidad futura– y termina con una especie de conclusión: “el aborto es una solución y no un problema”. El enunciador adopta frente a las consecuencias del aborto una posición neutral (puede haber de parte de la mujer reacciones positivas o reacciones negativas), que contrasta con el tono culpabilizador con que se aborda habitualmente el tema en  Chile.

5. Discusión

Para volver al examen de los textos que emanan del debate en Chile sobre la entrega al público de la “píldora del día después”, trataremos ahora de examinar las condiciones sociales de producción de estos discursos. Y proponemos para ello las siguientes afirmaciones de base:

–Toda argumentación pública se da en un universo discursivo5  que está en gran medida dominado, circunscrito, por un determinado campo de fuerzas sociales, políticas e ideológicas, campo en el cual los diversos actores (agentes del discurso) están dotados de determinado poder.

–El estudio de las argumentaciones públicas no puede entonces reducirse a un análisis puramente lógico, a una puesta en relieve de la articulación mecánica entre argumentos, premisas, conclusiones, etc., sino que debe integrarse en la matriz teórica general del Análisis del Discurso (en nuestro caso, basada en la teoría de la enunciación6 ). Lo que implica insertar este estudio en su dimensión social, con sus protagonistas, determinados en gran medida por los discursos dominantes y por las relaciones de poder (poder material, poder simbólico) que se dan en un contexto socio-histórico determinado. Lo que implica también subrayar el carácter discursivo de todos los ingredientes de la argumentación que, como todo acto de lenguaje, opera en el “orden del discurso” y no en el “orden de las cosas”.

Visto así, los argumentos no son “hechos” ni “datos” del mundo (“facts”, “data”), como se podría creer en un enfoque de “lógica factual”. En efecto, el discurso no moviliza ni los hechos ni los objetos mismos de la realidad (como lo proponían jocosamente los académicos de una isla que encontró Gulliver en su tercer viaje)7 sino que construye representaciones de los sujetos, de los objetos, de las acciones y de las relaciones entre ellos. El “argumento” –como todo hecho de lenguaje– es una construcción del sujeto enunciador. El argumento es un producto de la construcción de mundo (J. Bruner, 2004) que efectúa el sujeto productor de discurso. (Lo que no implica adherir al idealismo filosófico. Una posición similar se encuentra ya en Marx8).

Así, hemos visto cómo la Iglesia Católica elabora su argumento fundamental: “la píldora es abortiva”. Primero comienza con una versión modalizada: “la píldora puede ser abortiva”, sobre la base de las afirmaciones de los académicos de la Universidad Católica. Luego, sobre la base de esas mismas afirmaciones y por medio del recurso a la asimilación semántica “antiimplantatorio = abortivo” e “interceptivo = abortivo”, extiende el campo de esta noción para llevarlo finalmente a designar “toda intervención en el sistema de reproducción humana”. 

Queda claro, entonces, que este argumento es una construcción ideológica que es movilizada por determinados actores sociales, y que encuentra fácil asidero en parte de la población porque forma parte de un imaginario social compartido, el que ha sido construido, y que está siendo reproducido en cada ocasión, por esos mismos actores sociales. En el caso chileno, la jerarquía eclesiástica esgrime este argumento para oponerse a la distribución de la píldora, basándose no sólo en premisas que estima indiscutibles, sino apoyándose además en un sistema de valores internalizado por la comunidad. Esta visión negativa del aborto se da de modo inconsciente en Chile, debido a la fuerte presencia del discurso criminalizante de los sectores conservadores ligados a la Iglesia. Como se desprende del examen de los textos canadienses, tal actitud criminalizante no existe en otros países. Es más, en aquel contexto socio-ideológico, un argumento como “la píldora es abortiva” no tendría sentido puesto que, como ya hemos visto, la interrupción voluntaria del embarazo es en esos países una práctica médica como otras.

Para entender entonces esta discusión que se da en Chile en la primera década del siglo 21, hay que examinar, desde el punto de vista sociológico, los circuitos de poder que se dan en este país y que determinan en gran medida los “objetos discursivos” que pueblan el espacio público. Aparecen entonces estos grandes agentes de discurso ideológico que son la Iglesia, el Ejército y los grupos económicos que controlan los medios de comunicación de masas9.  Aparece también el rol dominante que cumplen desde hace muchos años estos agentes sociales sobre el universo socio-cultural chileno. En un sentido más amplio, hay que observar cómo estos grupos dominantes ejercen no sólo un poder económico, material, sino sobre todo un poder simbólico que les permite ejercer una “dirección intelectual y moral” sobre la sociedad, que es uno de los aspectos de lo que Gramsci llama “hegemonía”10.

6. Conclusión

Para oponerse entonces a esta concepción dominante en materia de salud reproductiva, habrá que difundir mayor información sobre lo que ocurre en el mundo, habrá que difundir cada vez más los argumentos racionales, habrá que exponer una y otra vez los avances científicos. Pero eso no es suficiente. Será necesario además dotarse de medios técnicos y desarrollar estrategias que permitan ocupar el espacio discursivo. Será necesario trabajar para contrarrestar el poder mediático que detentan los sectores conservadores de la sociedad. Parece ser que en Chile incluso los miembros de la llamada “clase política” están retrasados respecto a lo que piensa el conjunto de los ciudadanos, como lo revelan las diferentes encuestas. Hay que lograr que “el discurso ciudadano” se haga sentir con mayor potencia en el espacio público del país.  

ANEXOS

NOTAS

1 El aborto terapéutico era legal en Chile hasta que lo abolió Pinochet en 1989. Los gobiernos de la Concertación, desde 1990 hasta hoy, no han cambiado esa situación heredada de la dictadura.

2 Ver imágenes en sección Anexos.

3 Agradezco a mi esposa Nancy Díaz no sólo el haber recogido estos textos, sino también el haberlos traducido del francés.

4 Entendemos que 14 años es la edad legal del consentimiento sexual, lo que tiene consecuencias judiciales para la tipificación de los delitos (violación / estupro).

5 Entendido como el conjunto de discursos que circulan en un momento histórico determinado, sobre un tema dado, en una sociedad determinada; pero también los discursos que persisten a través del tiempo, y que están disponibles –como dice Foucault– para reaparecer en cualquier nuevo texto. (Foucault, 1971).

6 Entre otros, recomendamos revisar Charaudeau (1983) y Alvarez (2001).

7 “Un académico proponía, como una forma de abolir todas las palabras, transportar consigo todas las cosas de las que uno quisiera conversar. Así las diversas naciones podrían entenderse fácilmente y no se perdería más tiempo en aprender lenguas extranjeras” (J. Swift. Los viajes de Gulliver, 3ª parte). 

8 En efecto, Massardo nos recuerda que el reproche que Marx dirigía a los materialistas anteriores era creer que el objeto de la intuición sensible, la realidad exterior, era un dato y no un producto, de suerte que entrando en relación con este dato, el sujeto debería limitarse a pura visión, a simple reflejo. Marx subrayaba la necesidad de concebir el sujeto y el objeto en sus relaciones mutuas: cuando se conoce, se construye, se hace un objeto (Massardo, J. 2006).

9 En países como Canadá es muy raro que aparezca en la televisión un obispo dando opiniones políticas. Menos aún un militar. En Chile, la Iglesia emite dictámenes sobre todo tipo de temas políticos y sociales.  En Francia, al ejército se le llama “el gran mudo”  (la Grande Muette), para denotar el hecho de que “no puede hablar”: no puede intervenir en los debates políticos o ideológicos de la sociedad civil. No parece ser el caso en Chile.

10 Véase Santucci (2005).

BIBLIOGRAFIA

Bourdieu, P. 1984. Questions de sociologie. Paris: Minuit.

Bruner, J. 2004. Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.

Charaudeau, P. 1983. Eléments de sémiolinguistique, en Connexions, 38.

Foucault, M. 1971. L´ordre du discours. Paris: Gallimard.

Massardo, J. 2006. A propósito de las once tesis sobre Feuerbach, Pluma y Pincel (septiembre).

Perelman, Ch. y  Olbrechts-Tyteca, L. 1970. Traité de l´argumentation. Bruxelles: Editions de l´Univ. de Bruxelles.

Santucci, A. 2005. Gramsci. Santiago de Chile: Lom Ediciones.

Toulmin, S. 1958. The uses of argument. Cambridge: Cambridge University Press.

Wittig, F. 2005. Perspectivas argumentales en disputa en torno a la distribución de la píldora del día después, en Alpha  21, pp. 159-175.

Recibido: 28-02-2007.   Aceptado: 25-03-2007.

 

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