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Resumen de El discurso de los padres y madres inmigrantes sobre la educación

Eduardo Terrén, María Concepción Carrasco Carpio

  • Este trabajo constituye una primera exploración de parte de las entrevistas y grupos de discusión realizados en el marco de un proyecto de investigación más amplio sobre la escolarización de los hijos e hijas de familias inmigradas. Se analizan, concretamente, 4 grupos de discusión, 1 entrevista colectiva y 5 entrevistas individuales en profundidad. El principal objetivo que persigue el trabajo es indagar el propio discurso elaborado por los padres y madres inmigrados acerca de la educación, no sólo para conocer cuál es su nivel de satisfacción con el sistema (algo para lo que hubiera bastado una encuesta), sino también para conocer desde dentro cómo se construye y cómo se produce su preocupación. El referente teórico de esta perspectiva se encuentra en lo que la tradición interaccionista denomina el análisis de la propia "definición de la situación" por parte de los sujetos investigados. Lo que se pretende explorar es, en definitiva, qué papel desempeña la escolarización de los hijos en el desarrollo del proyecto migratorio por parte de los padres y las madres inmigrantes, y en la producción de sus sentimientos de integración y percepción de la acogida.

    En este marco general es en el que ha cobrado vida preguntas de investigación como ¿Cómo se vive la escolarización de los hijos y las hijas en un sistema distinto al que los padres han conocido? ¿Como una mera inercia? ¿Más bien como una ilusión? ¿Qué lugar ocupa en la génesis y posterior reformulación de los planes migratorios de los padres? ¿Es una preocupación central que condensa buena parte de sus esperanzas de mejora o es un mero requisito que debe cumplirse para lograr un asentamiento normalizado? Dado su frecuente subempleo o sobrecualificación, ¿tiene alguna repercusión sobre su motivación educativa como padres la escasa rentabilidad económica de sus estudios en el país de acogida? ¿Lleva a la desmoralización y al escepticismo o alimenta la motivación y refuerza el sentimiento meritocrático? ¿Tiene que ver lo uno o lo otro en que padres y madres inmigrados participen y se impliquen más o menos en la vida escolar? ¿En qué términos se expresa la inversión de tiempo y esfuerzo y el coste de oportunidad que supone prolongar los estudios de los hijos? ¿Predomina la instrumentalidad (cualificación de la fuerza de trabajo de los hijos) o la formación en los valores básicos del buen encauzamiento? ¿Es el origen étnico o nacional de las familias una variable discriminadora de sus expectativas educativas o puede hablarse de un mismo discurso para todas ellas? Y, por último, ¿qué relación guarda el discurso educativo de los padres inmigrantes y el discurso oficial de la interculturalidad? ¿Coinciden, se ignoran? La novedad de este enfoque radica en que en nuestro país la literatura sociológica centrada en la escolarización de los jóvenes procedentes de familias inmigrantes ha tendido a centrarse mucho en la perspectiva de la adaptación recíproca del alumnado y la escuela y, por consiguiente, en aspectos muy ligados a la situación de aula, la organización escolar y la didáctica, tales como las dificultades lingüísticas, el desfase de nivel de los recién llegados o su rendimiento diferencial (sobre todo para los no nacidos en España), la implementación de programas de refuerzo y compensación, y las cuestiones relacionadas con el reconocimiento curricular de la diferencia que son propias de la literatura intercultural. Esto ha producido, sin duda, un considerable conocimiento sobre el fenómeno, pero ha asentado también un cierto sesgo epistemológico: en la forma de contemplar el objeto porque el alumnado inmigrante es siempre observado desde el punto de vista de la escuela, concentrándose la atención en su mayor o menor adecuación o capacidad de adaptación a ella. Lo que aquí proponemos es, justamente, invertir la dirección de la mirada sociológica para otorgar protagonismo a los observados (sobre todo, a sus familias) y contemplar la educación desde el propio discurso de éstos; es decir, contemplar el objeto (la escolarización) en la forma en que es producida en el lenguaje cotidiano de los padres y las madres inmigrantes, y revivirlo, así, en el marco de su experiencia diaria y de su proyecto de vida.

    El conocimiento "desde dentro" logrado con esta investigación se puede sintetizar en cuatro aportaciones básicas. La primera y más genérica es que, oídas las preocupaciones de los padres y las madres inmigrantes, parece existir un desfase entre éstas y el discurso dominante de la interculturalidad. No se trata de antagonismo, sino, simplemente, de que no hay coincidencia entre su discurso y el de la academia. La segunda corrobora una idea ya establecida tanto en la investigación sobre ciertos aspectos de las migraciones como en la investigación educativa: que cuando lo que se contempla es un proyecto (y tanto las migraciones como los hijos lo son) la unidad fundamental de análisis es la familia. Sin entender lo que en ella se fragua es difícil de entender lo que se espera, lo que se proyecta y lo que se está dispuesto a asumir en la educación de un hijo. Es muy probable que en muchos casos sea más el tipo y la situación de la familia que la etnicidad lo que permita entender su apuesta educativa. Y una familia inmigrada o fundada por inmigrantes extranjeros es, ante todo, una familia cuya historia está marcada por un importante proceso de movilidad hacia un objetivo: trabajar y mejorar. En ello se traduce lo que nos decía una madre ecuatoriana: "hemos venido a lo que hemos venido". Y precisamente con "trabajar" y con "mejorar" tienen que ver las otras dos conclusiones de nuestro estudio. La tercera confirma una de las hipótesis que hemos barajado a lo largo del texto: que el significado que tiene para los padres inmigrantes la experiencia escolar de los hijos deriva de su necesidad de ver los frutos de su esfuerzo migratorio. El buen desempeño escolar de sus hijos es un indicador de que el viaje merecía la pena (sobre todo cuando su propia vida laboral no arroja frutos tan ilusionantes). De ahí su elevada confianza en la educación, su implicación (aunque casi nunca traducida en abierta participación) y el que proyecten sobre ella toda su fuerte ideología del trabajo y el esfuerzo. Siempre y cuando no medien dificultades derivadas de la lengua, de un ingreso tardío o de un traslado a España a edad avanzada (e incluso en muchos casos en que se den estos casos), es muy probable que la moral de trabajo imperante en las familias inmigrantes constituya un importante factor de motivación para el desempeño de sus hijos en la escuela. Sin embargo, la historia de una familia inmigrada es, como también hemos visto, una historia plagada de ajustes y reestructuraciones a realidades nuevas que exigen rápidas adaptaciones. La cuarta conclusión tiene que ver precisamente con este horizonte de incertidumbre cuando no de temor que rodea la experiencia de los padres inmigrantes, no ya sólo como usuarios del sistema, cuanto como educadores en sí mismos. Creemos que la evidencia empírica recogida en nuestra investigación permite confirmar la hipótesis de que muchas de esas incertidumbres y tensiones que suelen incluirse en el estudio de fenómenos como el choque cultural o el síndrome de Ulises afectan igualmente a la forma en que los padres inmigrantes viven la educación de sus hijos. Su experiencia está más marcada por la novedad, la incertidumbre y el riesgo al fracaso, que por la hostilidad. Los patrones tradicionales de la guía moral y la autoridad se trastocan, el sentimiento de inseguridad aflora y, como consecuencia, se produce un cierto repliegue hacia un sentido más profundo y moral de la educación que ya no se considera que pueda ser ofrecido por la escuela (a pesar de lo bien valorada que ésta es). En unos casos, la experiencia de separación inicial anterior a la reagrupación genera una ansiedad de autoridad y control por no haber podido desempeñar ese rol durante la fase de separación; en otros, los de las familias formadas aquí con hijos de segunda generación, la fuente de una ansiedad similar sería la incertidumbre de ver crecer a los tuyos en un contexto distinto al recordado e incluso al imaginado. Ahora, más que el miedo a que los hijos saquen malas notas, es el miedo a que no sepan conducirse rectamente el que esconde el miedo al fracaso de haberlos criado en la emigración. Son, en definitiva, estas ilusiones y estos miedos los que parecen explicar buena parte del lugar que ocupa la educación de los hijos en el proyecto de los padres y las madres inmigrantes.


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