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Resumen de El modelo territorial europeo: tendencias para el siglo XXI y sus implicaciones para el modelo territorial español

Antonio Serrano Rodríguez

  • Se realiza una introducción conceptual a las nociones de �modelo territorial� y �región funcional urbana�. El primero, como forma en que una determinada sociedad se relaciona, ocupa y trasforma un espacio determinado, destacando su doble carácter de proceso histórico acumulativo y de proceso social. Metodológicamente el �modelo territorial� se describe como síntesis del análisis diacrónico del sistema de ciudades y del conjunto de relaciones de interdependencia sociales definibles en el territorio, que trata de reflejar las líneas de evolución social y prever los niveles tipológicos y las interrelaciones previsibles en el territorio, si se continúa la dinámica que nos ha llevado a la situación actual. La �región funcional urbana� aparece como superación cualitativa del concepto de "área metropolitana", en la que el carácter monocéntrico de ésta, se ve fuertemente matizado por la incorporación de nuevos centros, áreas metropolitanas, o áreas urbanas, que pasan a integrarse en el conjunto de ámbitos espaciales con interrelación cotidiana significativa; tienen tres características fundamentales: su carácter plurinuclear, plurifuncional y su potencialidad de crecimiento autónomo y autosostenido cuando alcanza un determinado tamaño.

    En este marco se analizan los modelos territoriales europeo y español, y sus tendencias al horizonte del 2011. Como síntesis se señala que ambos son modelos concentrados y polarizados, en los que las regiones funcionales urbanas concentran no sólo la población y la actividad económica, sino también los centros decisionales, los centros de investigación e innovación tecnológica y las principales infraestructuras y equipamientos ligados a la dotación de una calidad de vida atractiva para la residencia, y que la tendencia a la concentración del crecimiento económico en estas regiones funcionales urbanas, y al incremento de las diferencias entre los distintos ámbitos territoriales, no ha cambiado en líneas generales en los últimos cincuenta años; y es muy discutible que en un futuro próximo pueda llegar a cambiar. En todo caso, se recuerda que, junto a la estructura urbana (directriz fundamental de la dinámica socioeconómica), existe una estructura rural que abarca a la mayoría del territorio de la Unión, y que si bien afecta a una población cada vez más reducida, sin embargo presenta una gran importancia socioeconómica y medio ambiental.

    Para España se muestra cómo la vuelta a un predominio de una visión sectorial y discrecional en la definición de planes y políticas sectoriales de las administraciones públicas parece confluir hacia una potenciación interesada por los beneficios a corto plazo de la urbanización y de la promoción inmobiliaria en áreas concretas del territorio, a la vez que se hacen propuestas de planes inviables, que responden más a motivaciones propagandísticas y políticas que a verdaderos planes de desarrollo sectorial o territorial. Las actuaciones que el Gobierno actual realmente impulsa con sus medidas de política infraestructural, económica y ambiental olvidan los objetivos de cohesión territorial y de sostenibilidad del desarrollo propugnados por la Unión Europea y la propia Constitución española, no consideran la necesidad de prever y poner solución a una estructuración municipal obsoleta para lo que son las necesidades del siglo XXI y promueven la concentración en megalópolis urbanas, con una cierta tendencia lineal, siguiendo los principales ejes de comunicación terrestre.


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