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HACIA UNAMUNO CON UNAMUNO (I) A la buena memoria del amigo y maestro, P. Enrique Rivera de Ventosa 1. INTRODUCCIÓN Escribir o hablar de Unamuno hoy aportando novedad, no es fácil. ¿Qué decir del que tanto se ha dicho de palabra y por escrito dentro y fuera de España? Se calculan millares los libros y artículos a él dedicados. Casi todas las lenguas han registrado su nombre; en muchas los registros suman cantidad inmensa. Los trabajos de grado universitario centrados en su figura (memorias de Licenciatura y Tesis doctorales) no sólo no decaen; se mantienen a buen nivel. ¿Qué queda pues por reseñar de este intelectual, filósofo, escritor, político y poeta (todo a la vez), el Rector por antonomasia de la Uni- versidad de Salamanca, vasco y español en una pieza, hombre uni- versal, tan conocido y reconocido, y al mismo tiempo tan discutido y controvertido? ¿Cuánta hermenéutica no se ha derrochado por penetrar en la vida, obra y pensamiento de esta personalidad tan singular de nuestra historia contemporánea? Apabulla ciertamente la bibliografía. Ante tal riqueza y copiosa diversidad de “lecturas”, alguien podría pensar que precisamente por eso el Unamuno real se nos ha evaporado; que en medio de tanta interpretación y a veces sutil y compleja metodología, se nos ha convertido en una figura enigmá- tica, quizá abstracta y cifrada. No parece sino que como imagen impresa expuesta largamente a la intemperie o a la potente luz solar va perdiendo poco a poco sus perfiles y colores, así la figura de Unamuno que, en fuerza de los mil focos de brillante y encontrada hermenéutica, parece que, paradójicamente, va borrándose poco a poco el color y silueta originales del hombre y pensador de carne y hueso que realmente existió. Y fue ésa precisamente una de sus pre-

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