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EXPERIENCIA DE DIOS EN LA HISTORIA ¿Tiene sentido este título? ¿Puede tener el hombre una expe­ riencia de Dios en la historia? ¿No se ha negado repetidamente y sobre todo en la filosofía reciente, la metafísica y la teología natural en nombre de la experiencia? Éstas y otras preguntas semejantes pueden plantearse a partir de un significado de experiencia muy común: El concepto de experiencia acuñado por los empiristas ingleses, presente en Kant y en el positivismo, y en las ciencias empíricas. Por otra parte, vienen a nuestra mente títulos como éste: Cien­ cia de la experiencia de la conciencia, pensado para una obra que luego se llamó Fenomenología del espíritu y que, ciertamente, no pertenece a las ciencias experimentales. O el título de obras más recientes, donde se habla de experiencia transcendental o de expe­ riencia integral. Por no mencionar unas experiencias mucho más conocidas, como «experiencia religiosa*, «experiencia mística» o «experiencia de los profetas». En realidad, el concepto de experiencia es complejo incluso en los empiristas. En Hume, este concepto implica una actividad no pequeña del sujeto. Kant, ya en el primer párrafo de la introduc­ ción a la Crítica de la razón pura, habla de dos conceptos distintos de experiencia. Y en las ciencias recientes se supera muy pronto el concepto de experiencia, para adentrarse en teorías cada vez más especulativas y menos controlables. Si de estos ámbitos pasamos al de una filosofía más especula­ tiva, podemos constatar que Hegel, mediante el análisis de la expe­ riencia y los supuestos de la misma, llega hasta el espíritu absolu­ to. Husserl habla de una experiencia en la cual está ahí para mí ser (Sein), experimentado con todo el contenido y el modo de ser. Y Heidegger habla también de un presaber o de un saber atemáti-

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