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La Cofradía del Carmen de Sepulveda: sobre el sentimiento religioso del antiguo al nuevo régimen Acompañado de su primogénito se dirigía a las seis en punto a la fábrica. Sin que mediara entre padre e hijo una sola palabra, el eco de sus pisadas resonaba con ro­ tundidad en el empedrado solitario, húmedo de la bru­ ma, como si se tratara de un solo caminar. Simultanei­ dad pareja a la de las reflexiones de ambos, pues el si­ lencio quedaba empañado de un cariño acrecentado por todas las complicidades de la sangre y de la empresa co­ mún. Las contingencias de la ruta eran salvadas con regularidad matemática de un día a otro, de un año a otro; cada día cruzaban las aceras no sólo en el mismo lugar, sino también sobre invariable adoquín, y a la mis­ ma décima de segundo. (Ignacio Agusti, La ceniza fue árbol. I. Ma- riona Rebull). Alcé los ojos y vi la muerte en su trono, y a los lados muchas muertes. (Francisco de Q u evedo , El sueño de la muerte). La cera goteando marchita los bordados. (Pablo G arcía B aena , El Corpus).

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