Los beneficios de las empresas han experimentado un crecimiento excepcional que no se corresponde con el desarrollo económico y social del conjunto de la población española. Las enormes ganancias de algunos contrastan con la remuneración por asalariado, que se sitúa al mismo nivel real del año 1997. Tampoco se aprecia un crecimiento notable del empleo y menos aún del empleo de calidad, por lo que cabe preguntarse si resultaría positivo limitar los beneficios empresariales desmedidos.
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