Melanoma. Representa el 3% de todas las neoplasias malignas de la piel y el 1% de todas las muertes por cáncer. Existen cuatro subtipos clínicos de melanoma. El léntigo maligno melanoma afecta a personas en la séptima y octava décadas de la vida. El melanoma de extensión superficial es la forma más frecuente (40%- 70%). El melanoma lentiginoso acral afecta palmas y plantas, y alrededor de la placa ungueal. El melanoma nodular es el tipo más agresivo y con mayor tendencia a metastatizar.
La mejor medida terapéutica es un diagnóstico precoz. Los criterios de sospecha ABCDE son: asimetría, bordes irregulares, coloración irregular, diámetro mayor o igual a 6 mm y elevación en superficie. De los diversos factores pronósticos, los más relevantes son el espesor de Breslow, la existencia de ulceración y la localización. El tratamiento quirúrgico con márgenes de seguridad es el único tratamiento curativo.
Nevus melanocíticos congénitos (NMC). La incidencia de los NMC pequeños es del 1% al 2,5% de los recién nacidos; el riesgo de desarrollar melanoma es escaso. La incidencia de NMC gigantes oscila entre el 1/1.000-1/20.000 de recién nacidos y el riesgo de desarrollar melanoma varía entre un 2% a un 42%, sobre todo en los de localización axial.
Nevus melanocíticos adquiridos (NMA). Suelen aparecer en la pubertad y van aumentando en número hasta llegar al máximo en la tercera década de la vida. Es dudosa la relación con el desarrollo de melanoma; cambios en la coloración, contorno y tamaño, aparición de picor o dolor y exudación o hemorragia desarrollados a lo largo de los meses deben hacer pensar en el desarrollo de melanoma.
Nevus melanocíticos atípicos. Se caracterizan por asimetría, de tamaño entre 3 y 15 mm, con bordes irregulares o mal definidos, maculosos o con una pequeña elevación central y de coloración más abigarrada que los NMA pero menos que en los melanomas. Se consideran lesiones de riesgo para el desarrollo de melanoma.
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