Entre 1975 y 2000, el PIB por habitante creció 5% por año en Chile. Sin embargo, las regiones no se beneficiaron de igual forma: la pobreza cayó significativamente en todas ellas, pero la desigualdad de ingreso regional se mantuvo constante. Encontramos que la convergencia en el ingreso y productividad per capita es demasiado lenta para igualar los ingresos regionales. La falta de convergencia se relaciona con la insuficiente migración interna. Esta se debe, en gran medida, a políticas públicas, en especial la de vivienda. La alta eficiencia en la asignación de subsidios en conjunto con las restricciones de enajenación han anclado a las familias a sus lugares de origen, inhibiendo la migración.
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