El funcionamiento del sistema imperial diseñado por los Habsburgo a comienzos del siglo XVI, dependía básicamente de su capacidad para integrar a las élites sociales de los territorios de la periferia. En Cataluña, la falta de una aristocracia poderosa obligó a la corona a depositar su confianza en los juristas que ocuparon los puestos clave de la administración. Educados en una tradición legal independentista e intensamente implicados en las luchas entre bandos, estos ministros reales fueron un obstáculo más que un cauce para la transmisión d els órdenes procedentes de la corte.
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