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REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS
 I S S N     1577 - 6921

N Ú M E R O    I I I

NÚMERO 3 - MARZO 2002

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Curso de Lingüística General
Ferdinand de Saussure

En el Prólogo a la edición española del Curso de Lingüística General afirma Amado Alonso con rotundidad: “Sí; éste será siempre un libro clásico en la ciencia del lenguaje”. A veces, no es infrecuente que, por su propia grandeza, algunas obras artísticas, literarias o científicas sufran un exceso de respeto reverencial que las aleja de la contemplación, lectura o consulta cotidianas. Es por ello que volvemos a ofrecer, para su lectura y comentario, la obra de Ferdinand de Saussure, reconocido pórtico de entrada de la Lingüística europea contemporánea.

Uno de los padres del Estructuralismo italiano, el profesor Luigi Heilmann, afirmaba en un artículo memorable (1): “Cualquier ciencia, y también, por tanto, la ciencia lingüística, en sus enriquecidas etapas elabora principios catalizadores que se establecen en una precisa dimensión cultural de la que llegan a ser el polo dinámico. Tal ha sido, desde principios de siglo, el concepto de «estructura» en sus múltiples manifestaciones y aplicaciones. Hoy el módulo generativo y textual se presenta como el catalizador dinámico de un ulterior progreso y de un compromiso de superación, frente al pasado y al presente, en el tratamiento integral de los perennes problemas de la ciencia.

Como conclusión a todo lo que he dicho, quisiera resumir mi planteamiento en los siguientes puntos, fundamento del trabajo pasado y programa de trabajo futuro:

1.   La lingüística moderna encuentra su unidad en el principio de «estructura»;

2.  es, por ello, en sus diversas variaciones, estructuralismo;

3.   es el resultado de la necesidad de superar, mediante la síntesis, las polémicas antítesis saussureanas;

4.  nos encontramos dentro de un «paradigma» científico unitario todavía en proceso de elaboración.”


¿Siguen siendo válidas estas premisas del profesor Heilmann? En otras palabras, ¿continúa sin cerrar el paradigma saussureano? ¿Es todavía el Curso una de las ‘células madre’ de la Lingüística europea?

Junto al capítulo cuarto del Curso de Lingüística General, presentamos una primera valoración de la obra saussureana realizada en el año 1979 por Estanislao Ramón Trives, catedrático de Lengua Española de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.

  

(1) “Dallo strutturalismo alla linguistica del testo”, págs. 29-30. En Linguaggio, lingue, culture. Saggi linguistici e indologici, Il Mulino, Bolonia, 1983, págs. 13-30.


Curso de Lingüística General
Ferdinand de Saussure


Capítulo IV

Lingüística de la lengua y lingüística del habla

 

         Al dar a la ciencia de la lengua su verdadero lugar en el conjunto del estudio del lenguaje, hemos situado al mismo tiempo la lingüística entera. Todos los demás elementos del lenguaje, que son los que constituyen el habla, vienen por sí mismos a subordinarse a esta ciencia primera, y gracias a tal subordinación todas las partes de la lingüística encuentran su lugar natural.

         Consideremos, por ejemplo, la producción de los sonidos necesarios en el habla: los órganos de la voz son tan exteriores a la lengua como los aparatos eléctricos que sirven para transmitir el alfabeto Morse son ajenos a ese alfabeto; y la fonación, es decir, la ejecución de las imágenes acústicas, no afecta en nada al sistema mismo. En esto puede la lengua compararse con una sinfonía cuya realidad es independiente de la manera en que se ejecute; las faltas que puedan cometer los músicos no comprometen lo más mínimo esa realidad.

         A tal separación de la fonación y de la lengua se nos podrá oponer las transformaciones fonéticas, las alteraciones de sonidos que se producen en el habla y que ejercen tan profunda influencia en los destinos de la lengua misma. ¿Tendremos verdaderamente el derecho de pretender que una lengua en tales circunstancias existe independientemente de esos fenómenos? Sí, porque no alcanzan más que a la sustancia material de las palabras. Si afectan a la lengua como sistema de signos, no es más que indirectamente, por el cambio resultante de interpretación; pero este fenómeno nada tiene de fonético (ver pág. 109). Puede ser interesante buscar las causas de esos cambios, y el estudio de los sonidos nos ayudará en ello; pero tal cuestión no es esencial: para la ciencia de la lengua, bastará siempre con consignar las transformaciones de sonidos y calcular sus efectos.

         Y esto que decimos de la fonación valdrá lo mismo para todas las partes del habla. La actividad del sujeto hablante debe estudiarse en un conjunto de disciplinas que no tienen cabida en la lingüística más que por su relación con la lengua.

         El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica.

         Sin duda, ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es necesaria para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede siempre. ¿Cómo se le ocurriría a nadie asociar una idea con una imagen verbal, si no se empezara por sorprender tal asociación en un acto de habla? Por otra parte, oyendo a los otros es como cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro más que al cabo de innumerables experiencias. Por último, el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos. Hay, pues, interdependencia de lengua y habla; aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta. Pero eso no les impide ser dos cosas absolutamente distintas.

         La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos ejemplares, idénticos, fueran repartidos entre los individuos (ver pág. 29 y 30). Es, pues, algo que está en cada uno de ellos, aunque común a todos y situado fuera de la voluntad de los depositarios. Este modo existencia de la lengua puede quedar representado por la fórmula:

 

1 + 1 + 1 + 1... = I (modelo colectivo).

 

         ¿De qué modo está presente el habla en esta misma colectividad? El habla es la suma de todo lo que las gentes dicen, y comprende: a) combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de los hablantes; b) actos de fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales combinaciones. No hay, pues, nada de colectivo en el habla; sus manifestaciones son individuales y momentáneas. En ella no hay nada más que la suma de los casos particulares según la fórmula:

 

(1 + 1’ + 1’’ + 1’’’...).

 

         Por todas estas razones sería quimérico reunir en un mismo punto de vista la lengua y el habla. El conjunto global del lenguaje es incognoscible porque no es homogéneo, mientras que la distinción y la subordinación propuestas lo aclaran todo.

         Tal es la primera bifurcación con que topamos en cuanto se intenta hacer la teoría del lenguaje. Hay que elegir entre dos caminos que es imposible tomar a la vez; tienen que ser recorridos por separado.

         Se puede, en rigor, conservar el nombre de lingüística para cada una de estas dos disciplinas y hablar de una lingüística del habla; pero con cuidado de no confundirla con la lingüística propiamente dicha, ésa cuyo objeto único es la lengua.

         Nosotros vamos a dedicarnos únicamente a esta última, y si, en el transcurso de nuestras demostraciones, tomamos prestada alguna luz al estudio del habla, ya nos esforzaremos por no borrar nunca los límites que separan los dos terrenos.

 

(Publicado por Charles Bally y Albert Sechehaye con la colaboración de Albert Riedlinger)

Traducción, prólogo y notas de Amado Alonso.

Alianza Editorial, Madrid, 1987

 

 

 


          

COMENTARIOS

I

Aspectos de Semántica Lingüístico-Textual

Estanislao Ramón Trives

(Ediciones Istmo-Ediciones Alcalá, Madrid, 1979.

Págs. 166-169)

 

Para el caso que me ocupa, una lectura parcial del planteamiento lingüístico del Curso de Saussure, según creo, ha sido responsable del progreso de la “lingüística estructural”, y, justo es decirlo, también de su propia decadencia. La restricción metodológica, en efecto, según la cual el sistema es estudiable en sí, fue fructífera en una época ebria de observaciones concretas, datos, que reclamaban ordenamiento, geometrización, algebrización. Pero eso era radicalmente falso al considerar las propias limitaciones metodológicas de estudio como lo único estudiable: si se estudiaba la sistematicidad en niveles mínimos, ¿por qué no encontrar sistematicidad en niveles superiores? Pero el error que la “lingüística del texto” ha imputado a la “lingüística saussureana”, no es, razonablemente, imputable a F. de Saussure. La urgencia u oportunidad metodológica del estudio de la “microsistematicidad” pudo contribuir a una lectura errónea del Curso, en forma parcial o descontextualizada, excluyendo la “macrosistematicidad”, con argumentos de autoridad que no se sustentan, a mi parecer, válidamente en el Curso en su integridad[1]. En efecto, me parece suficientemente evidenciable – cf. nota 1 – la tesis saussureana, terriblemente actual, de una tipología sintagmática latente, según señala el propio Saussure al hablar de “type syntagmatique latent”, en una curiosa relación englobante con respecto a la “sintaxis”, puesto que “Tous les faits de syntagmatique ne se classent pas dans la syntaxe, mais tous les faits de syntaxe appartiennent à la syntagmatique”[2].

         El hablar, aunque no especialmente tratado por F. de Saussure, no es descartado de sus planteamientos, con clara incidencia en el texto, puesto que “Dans la règle, nous ne parlons pas pas signes isolés, mais par groupes de signes, par masses organisées qui sont elles – mêmes des signes”, según el acertado aserto del genial autor del Curso.

         No obstante, pese al integral ideario saussureano, la lingüística que reclamó su nombre ha venido centrándose en el ámbito de la “frase”, no aceptando razones cualitativas, sino meramente cuantitativas, para abordar la problemática supraoracional[3].



[1] Unos textos de FERDINAND DE SAUSSURE creo que pueden apoyar legítimamente lo que vengo diciendo: Cours de Linguistique Générale, Payot, 1969, pp. 29 – 30 (pp. 56 – 57 de la trad. de A. Alonso, 7ª ed.): “Il faut ajouter une faculté d’association et de coordination...; c’est cette faculté qui joue le plus grand rôle dans l’organisation de la langue en tant que système.

         Mais pour bien comprendre ce rôle, il faut sortir de l’acte individuel, qui n’est que l’embryon de langage, et aborder le fait social.

         Entre tous les individus ainsi reliés par le langage, il s’établira une sorte de moyenne: tous reproduiront – non exactement sans doute, mais approximativement – les mêmes signes unis aux mêmes concepts.

         Quelle est l’origine de cette cristallisation sociale? Laquelle des parties du circuit peut être ici en cause? Car il est bien probable que toutes n’y participent pas égelement.

         La partie physique peut être ecartée d’emblée. Quand nous entendons parler una langue que nous ignorons, nous percevons bien les sons, mais, par notre incompréhension, nous restons en dehors du fait social.

         La partie psychique n’est pas non plus tout entière en jeu: le côté exécutif reste hors de cause, car l’exécution n’est jamais faite par la masse; elle est toujours individuelle, et l’individu en est toujours le maître; nous l’appellerons la parole.

         ...Si nous pouvions embrasser la somme des images verbales emmagasinées chez tous les individus, nous toucherions le lien social qui constitue la langue. C’est un trésor déposé par la pratique de la parole dans les sujets appartenant à une même communauté, un système grammatical existant virtuellement dans chaque cerveau, ou plus exactement dans les cerveaux d’un ensemble d’individus; car la langue n’est complète dans aucun, elle n’est complète dans aucun, elle n’existe parfaitement que dans la masse.

         En séparant la langue de la parole, on sépare du même coup: 1º ce qui est social de ce qui est individuel; 2º ce qui est essentiel de ce qui est accesoire et plus ou moins accidentel.

         La langue n’est pas une fonction du sujet parlant, elle est le produit que l’individu enregistre passivement...

         La parole est au contraire un acte individuel de volonté et d’intelligence...” Páginas 41 – 43 (pp. 67 – 70 de la trad. Castellana): “Notre définition de la langue suppose que nous en écartons ce qui est étranger à son organisme, à son système, en un mot tout ce qu’on désigne par le terme de “linguistique externe”...

         ...le linguiste doit aussi examiner les rapports de la langue du livre et de la langue courante; car toute langue littéraire, produit de la culture, arrive à détacher sa sphère d’existence de la sphère naturelle, celle de la langue parlée.

         ...si l’on cherche les facteurs qui ont crée une langue littéraire en face des dialectes, on pourra toujours user de la simple énumération; si l’on ordonne les faits d’une façon plus ou moins systématique, ce sera uniquement pour les besoins de la clarté.

         Pour la linguistique interne, il en va tout autrement: elle n’admet pas une disposition quelconque; la langue est un système que ne connaît que son ordre propre.

         ...est interne tout ce qui change le système à un degré quelconque.” Página 169 (p. 206 de la trad. cast.): “...partout est toujours ce même équilibre complexe de termes qui se conditionnent réciproquement. Autrement dit, la langue est une forme et non une substance.” Páginas 172 – 173 (pp. 209 – 211 de la trad. cast.): “...la notion de syntagme s’applique non seulement aux mots, mais aux groupes de mots, aux unités complexes de toute dimension et de toute espèce (mots composés, dérivés, membres de phrase, phrases entières).

         ...La phrase est le type par excellence du syntagme. Mais elle appartient à la parole, non à la langue... Le propre de la parole, c’est la liberté des combinaisons; il faut donc se demander si tous les syntagmes sont également libres. (Subrayado nuestro).

         On rencontre d’abord un grand nombre d’expressions qui appartiennent à la langue; ce sont les locutions toutes faites... Ces tours ne peuvent pas être improvisés, ils sont fournis par la tradition...

         Mais ce n’est pas tout; il faut attribuer à la langue, non à la parole, tous les types de syntagmes construits sur des formes régulières. (Subrayado nuestro, por su importancia entitativa y su injustificado olvido en la lingüística subsiguiente.) En effet, comme il n’y a rien d’abstrait dans le langue, ces types n’existent  que si elle en a enregistré des spécimens suffisamment nombreux. Quand un mot comme indécorable surgit dans la parole, il suppose un type déterminé... Il en est exactement de même des phrases et des groupes de mots établis sur des patrons réguliers; des combinaisons comme la terre tourne, que vous dit – il?, etc., répondent à des types généraux, qui ont à leur tour leur support dans la langue sous forme de souvenirs concrets. (Subrayado nuestro).

         Mais il faut reconnaître que dans le domaine du syntagme il n’y a pas de limite tranchée entre le fait de langue, marque de l’usage collectif, et le fait de parole, qui dépend de la liberté individuelle. Dans une foule de cas, il est difficile de classer une combinaisons d’unités, parce que l’un et l’autre facteurs ont concouru à la produire, et dans des proportions qu’il est impossible de déterminer”. (Subrayado nuestro. Véase al respecto la discusión Coseriu – Pottier sobre “faits de langue” / “faits de réalité”, según el tratamiento que reserva a dicho problema ULRICH PÜSCHEL, por ejemplo, en Semantischsyntaktische Relationen. Untersuchungen zur Kompatibilität lexikalischer Einheiten im Deutschen, Niemeyer, Tübingen, 1975, pp. 63 – 68). Páginas 176 – 177 (pp. 214 – 215 de la trad. cast.): “L’ensemble des différences phoniques et conceptuelles que constitue le langue résulte donc de deux sortes de compaisons; les rapprochements sont tantôt associatifs, tantôt ayntagmatiques; les groupements de l’un et l’autre ordre sont, dans une large mesure, établis par la langue; c’est cet ensemble de rapports usuels qui la constitue et qui préside à son fonctionnement.

         La première chose qui nous frappe dans cette organisation, ce sont les solidarités syntagmatiques: presque toutes les unités de la langue dépendent soit de ce qui les entoure sur la chaîne parlée, soit des parties succesives dont elles se composent elles – mêmes.

         ...Le tout vaut par ses parties, les parties valent aussi en vertu de leur place dans le tout, et voilà pourquoi le rapport syntagmatique de la partie au tout est aussi important que celui des parties entre elles.

         C’est là un principe général, qui se vérifie dans tous les types de syntagmes énumerés plus haut; il s’agit toujours d’unités plus vastes, composées elles – mêmes d’unités plus restreintes, les unes et les autres étant dans un rapport de solidarité réciproque. (Subrayado nuestro).

         La langue présente, il est vrai, des unités indépendantes, sans rapports syntagmatiques ni avec leurs parties, ni avec d’autres unités. Des équivalents de phrases tels que oui, non, merci, etc., en sont de bons exemples. Mais ce fait, d’ailleurs exceptionnel, ne suffit pas à compromettre le principe général. Dans la règle, nous ne parlons pas par signes isolés, mais par groupes de signes, par masses organisées qui sont elles – mêmes des signes. (Subrayado nuestro). Dans la langue, tout revient à des différences, mais tout revient aussi à des groupements. Ce mécanisme qui consiste dans un jeu de termes successifs, ressemble au fonctionnement d’une machine dont les pièces ont une action réciproque bien qu’elles soient disposées dans une seule dimension”. Páginas 179 – 180 (pp. 217 – 218 de la trad. cast.): “Notre mémoire tient en réserve tous les types de syntagmes plus ou moins complexes, de quelque espèce ou étendue qu’ils puissent être, et au moment de les employer, nous faisons intervenir les groupes associatifs pour fixer notre choix... (Subrayado nuestro).

         ...Ce principe s’applique aux syntagmes et aux phrases de tous les types, même les plus complexes. (Subrayado nuestro). Au moment où nous prononçons la phrase: “que vous dit – il?”, nous faisons varier un élément dans un type syntagmatique latent – subrayado nuestro -, par exemple “que te dit – il?”, “que nous dit – il?”, etc., et c’est par là que notre choix se fixe sur le pronom vous. Ainsi dans cette opération, qui consiste à éliminer mentalement tout ce que n’amène pas la différenciation voulue sur le point voulu, les groupements associatifs et les types syntagmatiques son tous deux en jeu. (Subrayado nuestro).

         ...Or dans tous les cas de ce genre, le son isolé, comme toutes les autres unités, sera choisi à la suite d’une opposition mentale double: ...en opposition syntagmatique avec ceux qui l’entourent et en opposition associative avec tous ceux que l’esprit peut suggérer”.

[2] Ib., p. 188 (p. 226 de la trad. castellana). No en vano señala el autor de Les sources manuscrites du Cours de Linguistique Générale, ROBERT GODEL, en un oportuno artículo, “Problèmes de linguistique saussurienne”, pp. 75 – 89, en Cahiers de Ferdinand de Saussure, 29, 1974 – 75, Droz, Genève, 1975, p. 75: “L’influence de la pensée saussurienne sur le développement ultérieur de la linguistique se ramène ainsi en majeure partie à des prises de position à l’égard de telle ou telle thèse, comme le constate G. Lepschy, qui se résigne, non sans regret, à présenter la théorie saussurienne dans ce cadre devenu tarditionnel”.

[3] ANDRÉ MARTINET, La lingüística sincrónica. Estudios e investigaciones (versión de F. Marcos), Gredos, Madrid, 1968, pp. 219 – 226, y, concretamente, pp. 219 – 220: “Pero lo que explica a fondo que se pueda hacer lingüística perfectamente sin apenas hablar de la frase es que no hay nada en el discurso que no esté ya en la frase. Lingüísticamente, una frase es algo completamente diferente de la suma de palabras que la formas, ya que el francés Pierre bat Paul es diferente de Paul bat Pierre. Por el contrario, un enunciado no es sino la sucesión de las frases que lo componen. Entonces es comprensible que se pueda identificar frase y discurso, puesto que el discurso no tiene nada que no esté en la frase. Para analizar las manifestaciones de una lengua determinada se irá, pues, directamente al segmento más pequeño que sea perfecta e íntegramente representativo, esto es, la frase...”.



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