México
Transitamos por una etapa de cambios en lo que se hace en las instituciones educativas públicas. La cuarentena vivida entre 2020, 2021 y 2022 de alguna manera terminó de evidenciar varios anacronismos y/o obsoletismos del sistema de instrucción estatal. A mi entender, el principal lodo que se desbordó de la cloaca fue el hecho otrora sustancial de la transmisión de información como eje principal del proceso dentro del aula. En una época donde, precisamente la data recorre las redes de información de manera rápida, simultánea y eficaz, reducir los objetivos educativos a su transmisión resulta casi ridículo. Si hablamos de transmitir la cultura de una generación a otra podemos hacer más grande el punto de mira, precisamente porque eso que se hereda a los jóvenes no solo es el mero conocimiento enunciativo. Hablamos ya de actitudes, valores, maneras de vivir, maneras de celebrar, religiones, lenguas, cuidado del ser, del cuerpo, apreciación de la belleza y más. ¿Pero cómo se logra esto en un sistema que tiene su base y principalmente su estructura en la priorización del conocimiento enunciativo? ¿Cómo transitar a nuevas maneras si el aparato estructural es el mismo? ¿Cómo ayudarnos de la tecnología en este contexto?
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