Marco Alfonso Contreras Preciado, Nereyda Cruz Zuñiga, Rubén Vargas Jiménez
A través de su historia, la educación ha generado diversos retos en la formación de los estudiantes. Entre muchos de ellos está el aumento de conocimiento de cada alumno, así como de su estabilidad educativa. Tanto la satisfacción académica como el engagement académico son importantes en el ámbito educativo, ya que a través de éstos el alumno cursa sus estudios con entusiasmo y dedicación. Agregado a lo anterior, el diseño instruccional es parte fundamental que el educando tiene que conocer, ya que es aquí donde ellos se basan e identifican la forma en la que se trabajará durante el curso educativo (Martínez Rodríguez, 2009). Dentro de los determinantes sociales de la salud pública se encuentra, entre otras, la educación, pieza fundamental para el desarrollo de un país o comunidad. Dos aspectos importantes para el buen desempeño académico de los alumnos es disminuir los niveles de estrés que generan y aumentar, tanto la satisfacción y el entusiasmo o compromiso (engagement), en cada uno de los estudiantes. Si esto no se realiza adecuadamente puede tener impacto negativo en la salud. Por ello, el educando debe obtener una educación de calidad con el objetivo de que se encuentre en una esfera holísticamente positiva. Es decir, sus valores, sus competencias y sus actitudes los deben encaminar a tener vidas saludables (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], 2016. Lo anterior se determina como factores psicosociales educativos inmersos en la comunidad estudiantil.
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