Enfrentarse a cosas nuevas es un reto, no importa si es un trabajo, escuela, gente… o idioma. El pasar por una situación nueva para nosotros, hace que nuestro cerebro tenga que trabajar más para procesar la información y la reacción ante esto varía de persona en persona (Moreira Ponce et. al, 2021). Para algunos, puede generar incomodidad y preferirán desistir, mientras que para otros, podría ser un estímulo que les motive a seguir a un objetivo. Aprender un segundo idioma en la etapa adulta en vez de haberlo aprendido en la infancia, es un desafío aún mayor para algunas personas; mientras que para algunos puede que sea innato como dice Chomsky (1957, citado por Chomsky 2002), para otros podría ser todo lo contrario y no solo por las cuestiones cognitivas. No se puede dejar pasar otros factores que, de igual manera, intervienen de manera directa en el proceso de aprendizaje, tales como: el contexto emocional, escolar, comunitario, etc. Plasmemos lo anterior en un contexto comunitario/escolar donde no es común estudiar un segundo idioma, los chicos llegan a la Normal y de repente son “bombardeados” con las clases de inglés trabajando todas las habilidades para el aprendizaje de un idioma, debido a esto, demuestran cierto temor y/o ansiedad para ejecutar el idioma por cuenta propia, todo esto presenta un desafío aún más complejo, pero para el docente. ¿Cómo lograr que los alumnos no se sientan con temor o ansiedad de poner en práctica un idioma que es nuevo para ellos y ahora es parte de su vida diaria?, este ha sido el principal reto al que he tenido que enfrentarme en este sistema normalista y que, cabe recalcar, ha ido en aumento a raíz de la pandemia.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados