Jerónimo interpreta el reproche que el apóstol Pablo hace a Pedro por su actitud y conducta ante las observancias judías -y que figura en la Carta a los Gálatas del Nuevo Testamento-, como pura simulación o ficción escenificación pactada pensando en los convertidos al cristianismo que no eran judíos. Agustín, por el contrario, sostiene que admitir la "simulación" equivale a defender que la Biblia miente, lo cual lleva a gravísimas consecuencias. El otro tema de debate se refiere a la versión de la Biblia a la lengua latina. Jerónimo emprende la ingente tarea de hacer la versión al latín desde el original hebreo o -como él dice-, desde la verdad hebraica. Agustín, por el contrario, defiende que es preciso hacerla desde la Biblia griega, conocida como la Biblia de los Setenta, ya que, además de inspirada, cuenta con la autoridad de los Apóstoles.
El debate pone de manifiesto la riqueza intelectual, cultural y personal de los dos pensadores apasionados por la verdad.
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