Romanos, judíos, árabes y cristianos construyeron la antigua ciudad de Toledo con ladrillos como principal material de construcción. Por causas naturales y antropogénicas, nuestro patrimonio arquitectónico es destruido tanto de forma repentina como lentamente. Así por ejemplo, el domo central de la catedral Hagia Sofía (Estambul), construido entre el año 532-537 DC se hizo íntegramente con ladrillo y tras varias restauraciones por daños producidos por los frecuentes terremotos, éste todavía sigue en pie (Richards RW., 1990); se investigaron las propiedades físicoquímicas de estos ladrillos bizantinos, demostrando que se emplearon técnicas de construcción y materiales realmente resistentes a continuas tensiones y deformaciones, proponiendo técnicas de restauración en base a estos estudios, de cara a futuros terremotos (Moropoulou A. et al., 2000).
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