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Resumen de Riesgo natural, extremismo climático y desastre en tierras valencianas durante el siglo XVIII

Adrián García Torres

  • El Levante español está considerado como un "territorio de riesgo" debido a los condicionantes climáticos y naturales. La sequías y los aguaceros eran -y son- males inherentes al solar valenciano a los que debemos sumar los problemas biológicos derivados de las epidemias de paludismo y de las plagas de langosta, esta última de carácter exógeno. Tales episodios, muchas veces concatenados, afectaban sobremanera a las sociedades preindustriales, pues el sector agrícola era el fundamental para el trabajo y la subsistencia.

    El objetivo de esta investigación consiste en aproximarnos a las incidencias que este tipo de desastres tuvieron en las tierras meridionales valencias en el siglo XVIII, inserto en lo climático en la llamada Pequeña Edad del Hielo (siglos XIV-XIX). De este modo, prestaremos nuestro interés a los períodos donde estos acontecimientos climáticos, naturales y biológicos afectaron sobremanera a la sociedad y a la economía del sur alicantino. También haremos hincapié en las soluciones que desde la ciencia y la técnica se implementaron para remediar las consecuencias desastrosas de estos eventos de índole extremos. Por último, los relacionaremos con las diferentes oscilaciones climáticas acaecidas en el Setecientos, destacando la Anomalía u Oscilación Maldá (1760-1800).

    Las fuentes para dicha investigación proceden de la documentación oficial conservada en diversos archivos, entre los que debemos de subrayar, entre otros, el Archivo Histórico Histórico Municipal de Novelda para la comarca del Medio Vinalopó, el Archivo Histórico Municipal de Elche para la comarca del Bajo Vinalopó y el Archivo Histórico de Orihuela para la comarca del Bajo Segura. El método utilizado es el propio de la ciencia histórica, basado en la interpretación y en el cruce de información y datos.

    Los resultados obtenidos muestran que la esterilidad estuvo presente a lo largo de la centuria, sobresaliendo las fases de inicios de siglo, la década de los veinte, los treinta, parte de los cincuenta, los sesenta, los setenta, parte de los ochenta y de los noventa. Para hacer frente al déficit hídrico se pusieron encima del tapete proyectos con los que nutrir de riego y de agua potable a diversas localidades. Ahora bien, la mayor parte de estas empresas no llegaron a cristalizar por diversos motivos. La llegada de la oscilación Maldá tuvo una alta repercusión en nuestro territorio pues a las enquistadas sequías se unieron el aumento de la presencia y de la destructividad de las avenidas de los ríos. De este modo, si durante las primeras cinco décadas el río Vinalopó solamente vivió una riada catastrófica, desde los sesenta fueron constantes. En cuando al río Segura, las crecidas a lo largo del siglo ilustrado estuvieron a la orden del día, aunque desde el arranque de Maldá su grado destructor aumentó. Las reconstrucciones tras el desastre se dilataban en el tiempo por la falta de medios económicos y se apostaba por el pragmatismo. En cuanto las plagas de langosta, sobresaldría la desarrollada entre 1756-1758, a la postre las más importante en la Península Ibérica en esta centuria. La legislación contra este insecto, en especial la Instrucción de 1755, tuvo unos resultados bastante discretos a razón de la falta de medios y de la descoordinación de las instituciones, Por último dentro de las diversos brotes de paludismo destacaría el de de 1784-1787, debido a su radio de incidencia y morbilidad. La política higiénico-sanitaria aplicada en el Setecientos fue la de la medicina tradicional y llegaron a ejecutarse algunos desagües para evitar aguas estancadas, germen del vector de la enfermedad.


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