El objeto de esta Tesis Doctoral es el estudio de la diplomacia occidental respecto a la Guerra de las Arenas, un conflicto fronterizo que tuvo lugar en el otoño de 1963 entre Marruecos y Argelia. Para su realización se ha consultado documentación diplomática inédita británica, española, estadounidense y francesa relacionada con el Marruecos de este periodo y con dicho conflicto bélico.
La primera parte de este trabajo identifica los hechos que determinaron el estallido y la evolución del conflicto; la segunda, que es la principal aportación de este trabajo a la historiografía del las relaciones exteriores del Marruecos independiente, analiza su dimensión internacional, en particular el papel jugado por Estados Unidos.
Este estudio pone de relieve un episodio de la historia diplomática norteafricana que es reflejo de las dinámicas que emergían en la escena internacional de principios de los años sesenta. Era aquel un momento histórico caracterizado por una nueva configuración de las relaciones internacionales, en el que el orden bipolar que había fomentado la Guerra Fría entre Bloques se veía forzado a adaptarse al surgimiento del Tercer Mundo y el movimiento de los No Alineados, aupado por un grupo de países cuyas élites dirigentes, surgidas del proceso descolonizador, intentaban encontrar un modelo de construcción nacional y de relación con el resto de países alejado de las influencias hegemónicas de las superpotencias, por un lado, y de las antiguas potencias coloniales, por otro.
El estudio de la Guerra de las Arenas en su dimensión diplomática nos ofrece un ejemplo ilustrativo de cómo esta nueva dinámica a escala global operaba y condicionaba el establecimiento de relaciones entre los antiguos colonizadores, los ex colonizados y las superpotencias emergentes.
La principal aportación de este estudio es la de profundizar en nuestro conocimiento sobre la evolución de las relaciones exteriores del Marruecos contemporáneo, en relación a sus vecinos (Argelia y España) y en relación a Estados Unidos.
Respecto a Argelia, este conflicto no hace sino consolidar la fractura intermagrebí que ya se perfilaba durante el transcurso de la guerra por la independencia, ante el carácter revolucionario que caracterizaba a los líderes de la insurrección anti-colonial y puesta ideológicamente al régimen marroquí.
Respecto a las potencias occidentales, la postura encabezada por Estados Unidos y basada en la no intervención directa a favor de Marruecos (a pesar de las presiones del Gobierno de Rabat), junto con la presión diplomática a favor de un alto el fuego y en contra de la intervención de terceros países, evitó la extensión del conflicto en el tiempo y sobre el terreno. Esta política, por tanto, resultó ser un factor de contención discreto, pero decisivo, a favor de la estabilidad norteafricana.
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