Introducción o motivación de la tesis:
Los estudios históricos, genealógicos y prosopográficos de los miembros de los cabildos catedralicios y de las colegiatas se han ido desarrollando desde la segunda mitad del siglo XX. Las investigaciones para conocer en profundidad esta parte de la Historia deben de continuar. Estos estudios abarcan todos los territorios dónde el cristianismo ha sido la religión predominante desde la antigüedad a la edad contemporánea, mayormente en Europa y América. Sólo algunas ciudades de África han tenido catedrales con cabildos, como los ejemplos de Ceuta y Canarias.
Málaga disponía, y sigue disponiendo, de un cabildo eclesiástico en su catedral donde no se había realizado un estudio en profundidad, de ahí su importancia e interés científico. Aunque esta deficiencia en sí misma es ya de por sí de interés, también lo es el conocer los cambios que produjeron la sustitución de la dinastía de los Austrias por los Borbones, así como las variaciones que sucedieron con los hitos de la firma del Concordato de 1753 entre España y la Santa Sede; y entre las monarquías de Fernando VII e Isabel II.
2.Contenido de la investigación:
El cuerpo principal de la investigación parte desde la genealogía de los miembros del cabildo catedral de Málaga, dónde se realiza una prosopografía de todos los miembros que tuvieron voto capitular. También se extrae la historia del cabildo contenida en su documentación y actas capitulares entre los años 1700 y 1851, para detallar el marco jurídico del cabildo; las formas de acceso cuando se producían vacantes; los expedientes de Genealogía y Limpieza de Sangre; la obligación de la residencia, cómo se realizaban las oposiciones a las canonjías de oficio y a las prebendas de músicos y voces; la dotación que tenían las colaciones; las rentas del cabildo, así como, sus obligaciones; la estructura interna dl cabildo y las ocupaciones de los capitulares; las dinámicas del cabildo, incluyendo la toma de posesión, el coro, las dinámicas que se realizaban ante una enfermedad de un prebendado o por su fallecimiento, y las dinámicas en Sede Vacante entre el fallecimiento de un prelado y la toma de posesión de su sucesor; el perfil sociológico de sus miembros dónde se analiza la extracción social, la dedicación anterior, el origen geográfico, la edad de llegada al capítulo, tiempo de estancia en su prebenda en la catedral, la formación y titulación académica y las promociones externas; los lazos de parentescos; las influencias de la Corona y el Estado; las relaciones entre los cabildos municipal y eclesiástico; la influencia en la economía y en la vida social malagueña.
3.Conclusión:
El primero de los objetivos planteados era conocer las diferencias que la implantación de la dinastía borbónica había producido en el Cabildo malagueño. Para este análisis hemos tenido en cuenta los prebendados que habían tomado posesión con anterioridad al año 1700 y estaban ya en su colación en esta fecha, sin los cuales no podríamos ver que aconteció en la corporación eclesial durante el periodo estudiado. También para conocer las diferencias entre dichas etapas hemos ido introduciendo episodios históricos que influyeron en la ciudad de Málaga y en su templo mayor. Aunque se comenzó en el siglo XVIII con una guerra civil por la sucesión de Carlos II, y las circunstancias que tiene en la población y en toda la sociedad un episodio bélico, no viene a ser muy diferente del siglo anterior, donde los Austrias estuvieron siempre en contiendas con los ingleses, franceses, turcos, holandeses, etc. Málaga, por su situación marítima fue siempre lugar punto de reunión de la armada. También debido a su puerto con la exportación de alimentos de toda Andalucía era idóneo para el saqueo y pillaje de los piratas. La defensa de la costa necesitaba de fortificaciones y torres almenaras que debían ser construidas y mantenidas, con el consiguiente gasto de piedra, la necesidad de mano de obra, y por supuesto de la milicia profesional y la milicia urbana para su defensa. Estas circunstancias, que durante la última etapa de los Austrias tuvo cierta relajación, tuvo que ser más decidida en la época posterior con la Guerra de Sucesión. Felipe V necesitó de los ingresos del Cabildo malagueño para la financiación de la Guerra y su mantenimiento en el trono. En unas ocasiones pedía la plata, en otros préstamos y, en otras, vestimenta para los Regimientos. Sin duda, como hemos visto, ganó el Cabildo con el cambio de dinastía en seguridad, debido al aumento del estamento militar, aunque su economía se viera necesitada de otros ingresos diferentes a los que ya poseía. La decisión del Cabildo de continuar la obra de edificación del templo por la necesidad de su supervivencia en el año 1719 obtuvo el respaldo de la Corona para avanzar hasta 1782, cuando se decidió por parte del gobierno de Floridablanca no continuar con los ingresos extraordinarios para la continuación de la obra de la Catedral y desviar parte de las rentas que percibía el Cabildo a las aperturas de los nuevos caminos a Antequera y a Vélez Málaga. La ampliación de las entradas con los arbitrios sobre las pasas, el vino y el aceite en los puertos de Marbella, Estepona, Vélez Málaga y Málaga, así como la disminución en los gastos por el privilegio de franqueza de derechos del hierro, cera, incienso, sedas, etc., fue un acicate económico para la reanudación de la obra de la catedral.
Además de las diferencias en el aspecto económico, destaca los cambios en el régimen jurídico, el concepto político de los deberes y obligaciones de la Corona de los Borbones, en los que el monarca dominaría todas las manifestaciones del poder del Estado y las quería de ejercer sin límites, incluso por encima de la autoridad de la Iglesia en su ámbito religioso. Este absolutismo se trasladó también a su representación municipal, dónde el alcalde y regidores de Málaga intentaron escenificar su preponderancia sobre el Cabildo eclesiástico, aunque dicho estamento también había sido elegido por el Rey y donde su representación en los pueblos, a través de los fieles y cilleros era mayor y más permanente que la del municipio. La llegada los Borbones condicionó con su nueva forma de hacer política y sus Reales Decretos, el ámbito en el que el Cabildo debía de realizar sus obligaciones, que desde la dinastía de los Trastámara con el patronato regio la habían ejercido con mayor autoridad e independencia.
Debido a la necesidad imperiosa de conseguir nuevos caudales para sufragar los gastos originados por la Guerra de Sucesión, el Cabildo experimentó un aumento de la correspondencia directa con la Corona, así como, de su cercanía que durante el siglo XVIII mostraron. Siendo muy diferente con la exigua cantidad de misivas de Carlos II.
El nombramiento de los prebendados también sufrió cambios importantes. En la extracción social los nombramientos realizados por la Corona para el Cabildo malacitano tenían, todos los que conocemos, su ascendencia social en la nobleza, solo un pretendiente accedió al capítulo con una naturaleza diferente y fue por oposición a una canonjía. En cambio, en el periodo borbónico posterior una tercera parte tenía su origen en una familia perteneciente a la burguesía y un 5% tenía un familiar como dignidad eclesiástica. Otra de las diferencias halladas en cuanto al acceso capitular es en cuanto a la dedicación anterior a su llegada a la S. I. C. de Málaga, en el periodo con Felipe V un 10% de los capitulares acceden desde un empleo civil o militar, procediendo todos desde la universidad u otro destino eclesiástico. Vemos también que hay un envejecimiento en los prebendados que acceden en el periodo posterior a Carlos II que durante su reinado. Sobre las promociones internas de los miembros del Cabildo se experimenta que los Racioneros y los Canónigos promocionan en mayor cantidad durante la etapa borbónica, lo hacen 3 veces más en porcentajes. Podemos resumirlo en que los prebendados del periodo borbónico no solo proceden de la nobleza, son un poco mayores en edad, promocionan mejor dentro de Cabildo y también acceden desde empleos civiles o militares.
Tras la firma del Concordato de 1753, hubo diversos cambios, pero no todos afectaron al Cabildo Malagueño. Puesto que, las disposiciones que emanaron de dichos acuerdo estaban ya recogidas en la Bula Ortodoxia fidei de Inocencio VIII, de 13 de diciembre de 1486. Con aquel documento se concedía a la Corona castellana el Real Patronato del Reino de Granada, Islas Canarias y Puerto Real. Seguidamente vemos como los capitulares en varias ocasiones pidieron a la Cámara de Castilla indicaciones sobre los cambios que la firma del Concordato afectaba al Cabildo, lo que hasta en tres ocasiones la única respuesta que reciben es una copia imprimida del texto del Concordato en latín y a su derecha, en la misma página, la traducción al castellano. No veían modificaciones en la legislación que se desprendía del texto del Real Patronato y el del Concordato, por lo que la respuesta no se podía expresar, pero también se reservaban la posibilidad de que si hubiera algún matiz que se les escapara y en el futuro pudiera ser considerado como una modificación reglamentaria o legal. En tercer lugar, vemos como los Reales Decretos que desarrollaban los acuerdos del Concordato no afectaban al Cabildo malacitano.
Desde el punto de vista social y económicamente no había cambios en la población en el año 1753. Por aquellos días, seguiría gobernando Fernando VI, con el Marqués de la Ensenada como Consejero de Estado o Ministro Universal de los reinos de España y el obispo de Calahorra don Diego de Rojas seguiría como Presidente del Consejo de Castilla, por lo que el Cabildo no se vio afectado en estos ámbitos por la firma del Concordato.
En la primera etapa, el origen social de los prebendados es de una mayoría de la nobleza en dos tercios de sus miembros, mientras que en la segunda etapa es algo menor, con un 54% de ellos. Tras el origen aristocrático le sigue la procedencia burguesa, con un 31% en la primera etapa, mientras en el periodo posterior el segundo lugar corresponde a las familias con altos cargos eclesiásticos con un 24%, cuando que en el primer periodo estos solo representaban el 4% de los miembros presentados al capítulo eclesiástico. Por lo que podemos concretar que los obispos tuvieron más influencia ante la Corona o la Cámara de Castilla en la elección de los miembros del Cabildo eclesiástico de Málaga con la firma del Concordato de 1753. Al comparar los datos que disponemos de las estadísticas sobre el ámbito laboral al que los capitulares tenían cuando fueron propuestos para el Cabildo malacitano, en los periodos anterior y posterior a la firma del Concordato, obtenemos que en primer lugar los prebendado proceden en ambas etapas de otro cabildo en S. I. Catedral o Colegiata, pero el dato significativo los tenemos en los que ocupan el último lugar. Los capitulares que promocionaron desde un empleo civil o militar fueron en porcentajes en mayor medida entre 1754 y 1799. Por tanto, podemos concretar que la Corona premio a los prebendados por sus méritos civiles o militares en mayor proporción que entre 1700 y 1753.
La titulación académica de los prebendados era muy alta teniendo en cuenta que todos los historiadores nos dicen que el grado de formación de los eclesiásticos era muy bajo, tanto cultural como intelectualmente. Para el acceso al Cabildo malagueño era indispensable su formación y los Estatutos requerían un mínimo de grado académico, lo que suponía un nivel cultural medio alto. Por este motivo nos encontramos en el periodo anterior al hito del 1753 con un 7% de los prebendados que fueron dispensados de su acceso a la universidad, frente al casi 19% en la etapa posterior. Significando que al ser mayor el número de empleos a completar de los cabildos y beneficios por la Cámara de Castilla, tuvieron mayor dificultad para proveer al Cabildo malacitano de los eclesiásticos con una formación necesaria alta, aunque mantuvieron los porcentajes de licenciados y doctores.
Las matanzas de frailes de Madrid, Barcelona y Reus con la llegada de los liberales al poder en la regencia de Isabel II trajo consigo el que Roma no reconociera a la nueva monarca tras el fallecimiento de su padre Fernando VII. La consecuencia más visible para el Cabildo malagueño fue la falta de nombramientos de nuevos prebendados para proveer las vacantes que se producían entre los años 1835 y 1843, llegando a haber 8 nuevos miembros entre 1834 y 1835, y 5 nuevas nominaciones entre 1850 y 1851. Otra de las consecuencias políticas y sociales más significativa fue que las relaciones con el ayuntamiento de la ciudad de Málaga se deterioraron por considerarse este superior estamentalmente al Cabildo eclesiástico, tal y como hemos podido ver el capítulo 4. La pertenencia a un cabildo dejó de verse como una mejora social a la que aspirar por la falta del apoyo político y social del gobierno y de la población.
La edad media de los capitulares que llegaron al Cabildo malacitano en las dos épocas que comparamos son muy similares en la primera es de 46 años y en la segunda de 45 años. Al analizarlos por los distintos grados de los prebendados obtenemos que los Medio racioneros bajan de los 46 a los 27 años de media. Los Racioneros bajan de los 46 a los 40 años. Los Canónigos suben de los 46 a los 53 años. Los Canónigos por oposición se sitúan en medias muy parecidas en 41 y 40 años respectivamente. Y las Dignidades suben de los 49 a los 53 años. En el segundo periodo de 1834 a 1855 las medias de los Canónigos y de la Dignidades son las más altas de los prebendados que llegan nuevos al Cabildo. Aparecen más distanciados en edades medias de unos grados a otros. Al cruzar los datos con la procedencia del empleo anterior de los prebendados podemos concretar que no solo se beneficiaban a los eclesiásticos desde una ocupación diocesana por su valía, sino que por edad también eran diferenciados, siendo los mayores promocionados a Dignidades y Canónigos, y los más jóvenes a Racioneros.
La permanencia de los prebendados en Cabildo lo hemos analizado desde por parámetros diferentes. El primero de ellos desde grupos de tiempos, en la tabla 44, dando como resultado que los mayores porcentajes de capitulares estuvieron entre 1 a 15 años en ambos periodos, entre 1800 y 1833, y entre 1834 y 1851. En el segundo parámetro, viendo las medias de tiempos de estancia de la ilustración 8, podemos comparar que los Canónigos y Medio racioneros suben en tiempos, y bajan las Dignidades y Racioneros. Pero estos parámetros son de los prebendados que llegan de nuevo al Cabildo sin tener en cuenta aquellos que han entrado anteriormente y siguen estando en estas etapas. Si vamos a la tabla 47, podemos ver la comparativa de los capitulares que llegan de nuevo al Cabildo en su permanencia por grupos de tiempo, obteniendo que el segundo periodo, entre 1834 y 1851, es muy alto el porcentaje de ente 1 y 15 años, siendo bastante más bajos las frecuencias de los otros grupos de tiempos, el más cercanos está en el 18,75% de los que permanecieron entre 16 a 30 años. Al cruzar los datos con las edades de llegada al Cabildo y ver que eran más mayores los prebendados, es lógico que su duración como capitulares fuera menor.
Los Estatutos de la S. I. C. de Málaga fomentaban que los prebendados accedieran con un nivel de estudios adecuados para los servicios que requerían, pero en el periodo de 1834 a 1851, se revierte la moda de que los pretendientes accedieran con el título de doctor, que en todas las etapas del Cabildo habían sido los más números. En esta época los titulares no son dispensados de los 2 años de estudios universitarios, pero este mínimo de requisito para ser prebendado se acepta por el Ministerio de Gracia y Justicia, que ha sustituido a la Cámara de Castilla en su función de proponer la terna de candidatos a la Corona par su nombramiento por el prelado de la diócesis de destino. Pero incrementa de forma notable de un 5,35% a un 42,85% las propuestas de los pretendientes con la formación mínima. También suben los titulados en Bachiller y los licenciados, en detrimento de los doctores que bajan del 57,15% al 21,45%. No podemos obtener conclusiones de estos datos, ya que deberíamos poder compararlos con otros cabildos y con las titulaciones universitarias de estas épocas, aunque sabemos que la universidad se abrió más a la población civil, dejando los eclesiásticos de tener la inmensa mayoría de las plazas universitarias, pero esto no significa que los sacerdotes optaran a grados menores al de doctor, o que los que los poseían fueran a otros cabildos.
Las dinámicas de acceso a los cabildos eclesiásticos en el siglo XVII e incluso en los principios del XVIII pueden observarse algunas coadjutorías como consecuencia de la prohibición por el Concilio de Trento de las resignas. En el Cabildo malacitano, por pertenecer al Patronato Real del Reino de Granada, y ser el monarca el único que puede presentar los candidatos a las colaciones al prelado malagueño para su nombramiento, los prebendados quedan sin posibilidades de hacer o deshacer por su propia cuenta. Por este motivo las resignas y coadjutorías no fueron nunca usadas como tales en el Cabildo malacitano.
Las permutas fueron utilizadas como medio de acceso a las prebendas del Cabildo exceptuando a las canonjías que precisaban de oposiciones, como la de lectoral, magistral, doctoral o penitenciario; pero la dinámica de acceso fue diferente al resto de la Península Ibérica hasta el Concordato de 1753, donde se equiparan al proceso a seguir en los cabildos con Patronato Real. Es decir, en el capítulo eclesiástico de S. I. C. de Málaga las permutas debían de ser aprobadas por los prelados de ambas sedes, y por la Corona tras su informe de la Cámara de Castilla o del Ministerio de Gracia y Justicia con posterioridad. Por tanto, las permutas que se produjeron en Cabildo malagueño contaron con el beneplácito de la Corona y de los obispos de sus jurisdicciones y por ello no podemos incluir a éstas como casos de corrupción de los procesos normales de acceso, porque en sí la permutas fueron una doble autorización real, ya que no solo debía de aprobar las salidas de las colaciones aprobadas con anterioridad sin causar vacante, sino además el destinos de cada uno de los beneficiados, que nunca fue otro cabildo, como se puede observar en las biografías.
Concluyo que no hubo accesos no normativos y reglamentarios en el Cabildo de Málaga y que las influencias que pudiera haber fueron permitidas por los prelados, la Cámara de Castilla y después el Ministerio de Gracia y Justicia, y también por el monarca como patrono del Cabildo eclesiástico de Málaga. Era costumbre que cuando había unas Honras funerarias, ya fuera por encargo de la Corona o del propio Cabildo por el fallecimiento del obispo diocesano, el sermón fuera realizado por un presbítero de prestigio. La elección se realizaba en una reunión normal del Capítulo donde se decidían los detales de las exequias. Este sermón se solía imprimir y repartir entre las autoridades y parroquias para darle mayor esplendor a las honras y por agradecimiento al autor de la predicación. La decisión del agraciado para la exhortación solía recaer en un capitular y nunca volvió a recaer sobre la misma persona.
Otro de los géneros literarios fue el de las Cartas Pastorales, que los prebendados usaron de este recurso cuando fueron promocionados a una prelatura. Dejando aparte estas producciones literarias hemos desglosado también en el apartado de la influencia cultural la producción literaria de estos autores eclesiásticos. Asimismo, debemos destacar la producción musical del Cabildo que, sin duda, fue más importante que la literaria. No obstante aquí no se ha reseñado por haber sido ampliamente investigada en otros trabajos y quedar en paralelo a los objetivos trazados en esta tesis.
En último lugar, quiero destacar el papel del Cabildo como cantera episcopal para las diócesis hispanas. Como hemos visto en estas páginas, el 4,5% de los prebendados del Capítulo malagueño fueron promocionados a una prelatura, tanto en la Península como en América. Es más fácil conocer la importancia de esta cifra sabiendo que se corresponde con un tercio de las 44 promociones externas que se produjeron durante el periodo de 1700 a 1851. Llegando a la misma conclusión de Bolea y Sintas, que la Catedral de Málaga era considerada un Seminario de Obispos.
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