El 19 de febrero de 1789 cuatro frailes de la orden de San Francisco (el salmantino fray Francisco Miguel Sánchez, el extremeño fray Severo Patero, el mallorquín fray Lorenzo Socier y el valenciano fray José Espí) se embarcaron en la expedición comandada por Esteban José Martínez hacia el Pacífico norte, concretamente rumbo Nutka, con el propósito de llevar a cabo una de las acciones misionales más desconocidas de cuantas se han llevado a cabo en la Alta California al amparo del Colegio de Propaganda Fide de San Fernando de México, responsable de expandir el catolicismo hacia el norte de América. Esta tesis es el resultado de una investigación completamente inédita sobre la acción misional del citado Colegio en territorio canadiense. Pero el motivo de este encargo pastoral ancla su raíz unas décadas antes, por lo que ha sido necesario analizar todo ese periodo para comprender el contexto histórico en el que se enmarca el objeto de estudio propiamente dicho. A finales del XVIII, los derechos territoriales españoles sobre la costa noroeste del Pacífico comenzaron a ser cuestionados. Los rumores sobre la presencia rusa y la posibilidad de que tuvieran un establecimiento permanente en aquellas aguas con el fin de comerciar con las pieles de nutria llevaron a la Corona española a organizar una serie de expediciones, entre los años 1774-1788, que revalidaran esas 2 informaciones y, de ser ciertas, reafirmar la soberanía de España en lo que hoy constituye las costas de Alaska y Canadá. Pero los rusos no eran el único problema potencial. Franceses, americanos y, fundamentalmente ingleses rivalizaban por apropiarse de aquellas costas para pujar por el lucrativo mercado peletero a la vez que se buscaba el codiciado Paso del Noroeste que conectara el Atlántico con el Pacífico abriendo una nueva y próspera ruta comercial, más rápida y segura para la nación que lo descubriese. Otro de los aspectos que también inquietaban a la Corona hispana eran las expediciones que estaba llevando a cabo el británico James Cook en esa zona, concretamente, en 1778 arribaría a aquella bahía y, pese a que los españoles habían navegado esas aguas cuatro años antes, su estancia allí serviría a los ingleses como excusa para reivindicar aquel territorio como propiedad de la Corona británica, desencadenando así, la conocida crisis de Nutka en el referido año de 1789.
Con este contexto histórico de fondo y, confirmadas las sospechas sobre la amenaza rusa, se da comienzo al estudio detallado de la investigación. Será en 1789 cuando el alférez de navío Esteban José Martínez, recibió el encargo por parte del virrey de la Nueva España, Manuel Antonio Flórez, de comandar una expedición hacia la latitud N.49º 35’ (la bahía de Nutka), con las siguientes instrucciones: tomar posesión de aquel lugar, reafirmar la soberanía española, establecer un asentamiento permanente y llevar la fe católica a aquel confín del septentrión novohispano con el propósito de fundar una misión igual a las ya existentes en la Alta California (la costa oeste canadiense se consideraba parte integrante de todo ese vasto territorio californiano). Es decir, una misión que sirviera como frontera territorial hispana a la par que se evangelizaba y civilizaba a los naturales del lugar y, un presidio militar que haría la función de salvaguardar el territorio y la propia fundación misional.
Las fronteras de la “civilización católica” eran los límites territoriales de la Corona hispana en tierras americanas y la justificación de su conquista. Por tanto, para sostener aquella plaza de la costa oeste del Pacífico norte se dispuso protegerla mediante el exitoso y ya citado binomio presidio/misión que la orden franciscana, por medio del Colegio de Propaganda Fide de San Fernando, estaba llevando a cabo con gran éxito.
A su vez, el instituto fernandino vio en esta empresa la posibilidad de posicionarse como la orden religiosa con más territorio evangelizado bajo su propio método misional 3 convirtiendo toda la costa oeste norteamericana al catolicismo desde la óptica y proyecto seráfico.
Con ese celo evangelizador los cuatro misioneros citados al comienzo y seleccionados por el antedicho colegio franciscano se embarcaron en esta empresa para cumplir con el cometido misional: llevar el Evangelio y con él la lengua, la cultura y civilización europea a los confines del Imperio español.
Una empresa evangélica la cual, desde su planteamiento inicial se tornaba en todo un desafío de extremada complejidad, probablemente la misión más ardua y espinosa de cuantas se habían llevado a cabo por parte del Colegio fernandino.
Para conocer lo acontecido en aquellas aguas y la actuación de los religiosos ha sido esencial el análisis de los escritos realizados por los propios frailes, fundamentalmente el diario del franciscano Francisco Miguel Sánchez el único relato que nos ha llegado al completo narrando todo cuanto allí sobrevino.
Nos adentramos, en este punto, en el corazón de la investigación: la actuación de los frailes en el terreno a misionar, el proceso para implantar la fundación y, las causas que motivaron el desánimo de los religiosos para, finalmente cesar en el intento. Recordando que, era tal el reto que, desde sus inicios, se sabía que las probabilidades de éxito eran muy escasas ya que partían de una serie de premisas que hacía presagiar la inviabilidad de la misma o, si no su total inviabilidad, sí las casi nulas esperanzas de éxito. Pero la situación política y económica requería de un establecimiento misional que delimitara el territorio soberano español de aquel enclave estratégico para la Corona.
El fin de estos cuatro frailes era implantar el modelo de la Alta California en Nutka y, desde allí, ir avanzando hacia el sur fundando misiones hasta unirse con las fundaciones que, desde la Nueva California, iban avanzando hacia el norte sirviendo, a su vez, como frontera territorial hispana. Sobre el papel la idea era factible, pero si atendemos al sistema californiano, los frailes constituían sus reducciones a no más de dos o tres días de distancia recorridas a pie. En el caso de Nutka eran varias millas náuticas las que recorrer lo que dejaba completamente aislada a la misma y dependiente de un autoabastecimiento difícil de poner en práctica en los albores de la misión. A ello hay que añadir un dato que también es importante a tener en cuenta: los misioneros seleccionados, pese a su sólida formación, ésta era solo teórica ya que no tenían experiencia alguna como misioneros.
4 Era su primer encargo evangelizador desde que habían arribado a México escasos dos años y medio antes. Estos dos elementos eran indicios suficientes para desconfiar en la prosperidad de la misión, pero, como se ha indicado previamente, era necesario el intento y tener fe, aunque ciega, en las escasas probabilidades de éxito.
Sabemos que el sistema de reducción hispano requería de una serie de factores para que éste fuera viable entre los que cabe destacar: disponer de un territorio lo suficientemente extenso y fértil que permitiera los cultivos de cereales y maíz para el abastecimiento de la misión y del presidio militar, alimento que servía a su vez de pienso para el ganado, por ello, un clima adecuado y una orografía del terreno fácil de cultivar eran esenciales en el triunfo de la misión. Si estos factores no se alcanzaban no era posible reducir a los naturales ya que no se les podía garantizar el sustento alimenticio o una manutención básica y, por tanto, no dejarían su condición de nómadas lo que imposibilitaba todo el proceso, tanto de evangelización como de civilización.
Desde su llegada, los fernandinos comenzaron las labores de observación del entorno y de los naturales para comprobar que, los aspectos previamente comentados, se daban en aquel territorio y, si aquellos elementos se reunían, dar comiendo a la fundación de la reducción; pero, lamentablemente, aquellos factores determinantes no se dieron en las tierras de la costa oeste canadiense como lo expone, principalmente, el estudio del diario de fray Francisco Miguel Sánchez. De su escrito se desprende que ninguno de los elementos era proclive para un asentamiento. Pese a que la climatología de Nutka no era tan adversa, las abundantes lluvias producían una ingente cantidad de vegetación y de zonas boscosas que impedían encontrar tierras aptas para el cultivo y para la práctica de la ganadería lo que hacía impracticable la misma. Con estas condiciones no era factible constituir una reducción ya que no había forma alguna de conseguir alimento con el que poder retener a los nativos quienes, sin ese sustento vital, seguirían con su vida seminómada en busca de alimento haciendo imposible la labor pastoral y civilizadora de los frailes.
A ello hay que sumar que los problemas para desempeñar su cometido no dejaron de sucederse. Al poco de arribar la expedición de Martínez, como relata el padre Sánchez, a aquella bahía se produjo un desencuentro con las potencias extranjeras que allí se encontraban comerciando con las pieles de nutria, lo que llevó al comandante español a tomar una serie de decisiones para refrendar la soberanía hispana que se hallaba, en aquel 5 momento, en jaque. Un desencuentro que derivará en la conocida como crisis de Nutka entre británicos y españoles, lo que supuso, a los pocos meses de llegar, el regreso al completo de la expedición hispana de nuevo al puerto de San Blas y con ese retorno se daba fin al sueño evangelizador en el Pacífico norte del Colegio de San Fernando.
El conflicto dio a su término en 1795 con el abandono definitivo de la plaza por la parte hispana. Pero, desde 1790 hasta dicha fecha, los españoles realizaron una serie de expediciones a Nutka para tratar de sostener el enclave hasta la resolución definitiva que se debatía en las Cortes madrileña y londinense.
Mientras el conflicto se resolvía, como se ha indicado anteriormente, los buques españoles surcaban aquellas aguas en una tentativa de sostener la plaza. En una de esas fragatas, en la fragata Aránzazu, se embarcó, en 1793, un fraile franciscano, perteneciente también al Colegio de San Fernando llamado, Magí Català, desempeñando el rol de capellán de la Armada, pero, su celo predicador fue más allá poniendo en práctica un oficioso intento de evangelización entre los naturales de aquel enclave. Asunto que es tratado a modo de epílogo en la tesis. Por tanto, en medio de las negociaciones entre británicos y españoles sobre la soberanía de Nutka, Magí Català arribaría a la bahía en 1793 como capellán del citado buque, donde permaneció unos trece meses y, pese a no tener desempeño misional alguno ni por parte del Colegio de San Fernando ni por orden del virrey de la Nueva España, el padre Català libró una labor pastoral de considerable calado basada en el carisma puramente dicho de la orden franciscana: misionar con el propio testimonio de vida, interpretación muy alejada del concepto de reducción y misión de frontera asentado en la conquista hispana. Labor que aún hoy es recordada en la actualidad.
Finalmente, Nutka acabó en manos de los británicos y con ello el intento evangelizador del padre Català también cesó, como ya ocurrió con sus predecesores. Pero lo que sí queda demostrado es el propósito de llevar la fe y la civilización a tierras de la costa oeste canadiense por parte de la orden franciscana mediante el Colegio de San Fernando y el interés de la Corona hispana en proseguir su conquista basada en la justificación de propagar el catolicismo en todo su territorio teniendo a las misiones como frontera territorial que allanaba el terreno para la construcción de futuras poblaciones pertenecientes e integradas en la civilización y cultura española. Un modelo que, debido a las circunstancias del propio territorio sumado al conflicto con los británicos supuso un 6 fracaso que evidenció, no sólo la debilidad militar y política del imperio, sino las dificultades y la dependencia del propio modelo.
Cabe cuestionarse que, probablemente, si se hubieran dado las condiciones favorables para establecer la misión que reforzara la soberanía hispana en Nutka, el discurrir de los hechos hubiese sido muy diferente. Pero Nutka cayó en manos inglesas y como se ha referido antes, el sueño evangelizador del Colegio de San Fernando naufragó en aquellas aguas, tan solo, el oficioso celo misional de Magí Català ha dejado su impronta como testigo silencioso de una historia olvidada hasta ser rescatada, a día de hoy, con esta tesis doctoral.
Para el desarrollo de la misma se ha consultado un amplio compendio bibliográfico destacando: Archer, 1978; Fuster Ruiz, 1997; Bernabéu Albert, 1989, 1990, 1992, 1995, 2014; Gómez Canedo, 1977; Fisher y Jonhston, 1993; Hilton Stow, 1992; Rex Galindo, 2017; Vilar Vila, 1965 o Borges Morán, 1986. Pero fundamentalmente el análisis de la misma se ha realizado gracias a la documentación encontrada en diferentes archivos tales cómo el Archivo del Museo Naval, el Archivo General de Indias, el Archivo-Biblioteca de la Academia de la Historia, el Archivo General de la Nación de México o el Fondo Beinecke de la Universidad de Yale, documentos que han posibilitado el correcto desarrollo de esta tesis doctoral.
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