Esta tesis doctoral presenta la primera aproximación a la paleobiogeografía de los anfibios y reptiles de la Península Ibérica durante el Cuaternario final, basada en una síntesis comparativa del registro fósil conocido hasta ahora, desde el Musteriense hasta la Edad de Bronce, así como en el estudio específico del material herpetológico proviniente de un contexto arqueológico(las egagrópilas del Calcolítico-Edad del Bronce de la Cueva del Mirador, Atapuerca) así como a partir del análisis molecular de la nueva población ibérica de una especie alóctona recientemente descubierta (la población de Chalcides ocellatus de la Serra del Molar).
La investigación de los anfibios y reptiles en contextos arqueológicos y paleontológicos del Cuaternario ha vivido un auge en los últimos años, lo que ha hecho necesario un nuevo estudio de síntesis para entender la evolución de las comunidades de la herpetofauna del Cuaternario Final. Por medio de Análisis de Correspondencia se han establecido dos grandes regiones bióticas durante el Pleistoceno tardío. La primera estaba localizada en el sur y centro de la Península Ibérica, con especies termófilas como las más representativas. La segunda región biótica estaba formada por la región atlánticocantábrica y por el noreste ibérico, dominados por especies generalistas y eurosiberianas. Después del Último Máximo Glacial se produjo la concurrencia en el norte de la Península ibérica de taxones autóctonos generalistas-eurosiberianos junto con especies termófilas, debido a una expansión de las especies mediterráneas meridionales. A partir del Holoceno, nuevas especies europeas penetraron en el norte, provenientes de otros refugios climáticos más orientales. La introducción de nuevas especies norteafricanas fue el último cambio paleobiogeográfico importante durante el Holoceno medio-tardío, posiblemente por el ser humano.
Con este marco general, la importancia del clima y de la influencia humana en la composición de las asociaciones de herpetofauna se analizan a través de dos casos de estudio. El primero son las egagrópilas de los niveles MIR4 y MIR5 de la Cueva de El Mirador (Sierra de Atapuerca, Burgos). Se trata de un conjunto de 20 acumulaciones de restos de pequeños vertebrados, contemporáneo al uso funerario de la cueva durante el Calcolítico y el Bronce inicial. El estudio taxonómico ha permitido identificar 350 individuos de 20 taxones diferentes, mayoritariamente herpetofauna. El análisis tafonómico de la acumulación con mayor número de restos, MIR5-P21-n4, ha corroborado su origen coprocenótico y ha postulado como agente acumulador un depredador de categoría 2, posiblemente una rapaz nocturna. El análisis estadístico de las egagrópilas y de su contenido ha mostrado la existencia de diferencias cuantitativas y cualitativas en su composición faunística. Estas han sido interpretadas como variaciones estacionales entre el final del invierno y el verano, de acuerdo con la hibernación y con los ciclos reproductivos de los anfibios y reptiles. Según la reconstrucción paleoclimática, el clima era muy parecido al actual, aunque más lluvioso. La excepcional composición faunística de las egagrópilas se interpreta como un efecto secundario del impacto humano en el paisaje de la zona de Atapuerca, que habría obligado al depredador a cazar presas menos óptimas, pero más abundantes estacionalmente. La inclusión de las asociaciones de herpetofauna en el contexto septentrional ibérico del Holoceno las relaciona con la expansión posglacial de las especies termófilas.
El segundo caso de estudio es la nueva población de eslizón ocelado, Chalcides ocellatus, de la Serra del Molar (Alacant/Alicante). La especie C. ocellatus es una escinco de amplia distribución casi circunmediterránea, que de manera natural abarca desde el Magreb hasta el Próximo Oriente, Anatolia y el Egeo, además de varias islas del Mediterráneo Central y Oriental. Los datos moleculares aportados durante los últimos años señalan que C. ocellatus ha sufrido una muy reciente y rápida dispersión, especialmente a lo largo del litoral oriental mediterráneo y en las costas meridionales del Mar Rojo, y que se ha relacionado con translocaciones humanas y al comercio antiguo. La nueva población de la Serra del Molar supone su primera cita en la Península Ibérica y la hipótesis inicial de trabajo es que se trata de una introducción humana. A través del estudio molecular de cinco individuos se ha determinado su origen filogeográfico en la zona oriental del Delta del Nilo. A partir de estos resultados, se ha postulado su translocación desde el Norte de Egipto a través del comercio marítimo entre el Levante mediterráneo y el sureste ibérico. El registro arqueológico regional muestra la llegada de productos comerciales y de grupos humanos provenientes de Egipto, especialmente durante la Edad del Hierro y la Edad Media, que incluso continúa actualmente a través de la importación de palmeras. Se plantea la hipótesis de la llegada de C. ocellatus como polizón entre la carga comercial y su posterior colonización de la Serra del Molar, donde habría sobrevivido gracias a las condiciones insulares de la zona hasta tiempos muy recientes.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados