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Resumen de La emigración gallega a Venezuela

Xosé Ramón Campos Álvarez

  • El objetivo de este trabajo es realizar un estudio de la emigración gallega a Venezuela entre los años 1945 y 1985 a través de la utilización de fuentes orales, complementadas con material bibliográfico, hemerográfico y de archivo. Así, veremos cómo a finales de los años cuarenta esta república sudamericana se convirtió en receptora de inmigración masiva debido a la profunda transformación económica que está experimentando, impulsada por el auge petrolífero y por la política inmigratoria de puertas abiertas del gobierno del dictador Pérez Jiménez. Solamente en cinco años, entre 1953 y 1958, entraron 150.000 españoles, lo que supone la mitad de todos los que emigraron a Venezuela entre 1945 y 1985. Aproximadamente un tercio eran gallegos, que llegaron atraídos por una fuerte demanda de mano de obra eficiente y barata, necesaria para llevar adelante el programa de grandes obras públicas de la dictadura. El 70% se asienta en la capital, donde los paisanos ya instalados los informan sobre los posibles puestos de trabajo y alojamiento; también cuentan con el asesoramiento de los centros gallegos -los dos primeros, Lar Gallego y Centro Gallego, fundados en 1945 y 1948 respectivamente, por exiliados republicanos- entre cuyos objetivos está el socorro mutuo y la asistencia al emigrante recién llegado el país, normalmente sin familia y sin recursos económicos.

    Carecen de cualificación profesional y, en general, tienen escasos conocimientos técnicos o culturales, por lo que comienzan realizando trabajos humildes, con sueldos bajos y sin horario. Los hombres son criados en casas de familia (servicio doméstico, jardineros, chóferes), conserjes, albañiles, carpinteros, zapateros, sastres, peones, camareros, etc. Las mujeres trabajan en el servicio doméstico (sirvientas, cocineras, niñeras), talleres de costura, tintorerías, conserjerías, etc. La idea es conseguir unos ahorros que les permitan regresar a Galicia en mejores condiciones económicas.

    Establecerse por cuenta propia resultaba más arriesgado, pero ofrecía mayores beneficios, por lo que ese fue uno de los principales objetivos de muchos gallegos. Así, después de un tiempo trabajando duro y no gastando más que lo imprescindible, consiguieron unos ahorros que les permitieron establecer algún negocio. Cualquier tipo de negocio, ya que no demostraron predilección por ningún ramo especial dentro del comercio (salvo en contadísimas excepciones). En el sector de los tejidos hay una importante presencia gallega y también en: zapaterías, ferreterías, tiendas de muebles, tintorerías, sastrerías, tiendas de electrodomésticos, pensiones, hoteles, agencias de festejos, empresas constructoras, restaurantes o incluso en la industria del plástico y la agroalimentaria etc. Poco a poco, la presencia de gallegos se hizo patente en casi que todas las actividades urbanas, comerciales e industriales y pronto muchos de ellos pasaron a formar parte de las clases medias del país.

    En 1983 se consolida una situación de crisis económica con la caída del precio del barril de petróleo, el crecimiento de la deuda externa, una inflación sin precedentes y una fuerte devaluación del bolívar frente al dólar que culminó el 18 de febrero de ese año en el llamado viernes negro. A partir de ahí, a lo largo de la segunda mitad de la década de los ochenta y sobre todo durante la década de los noventa, se aprecia entre gallegos y españoles en general, una marcada tendencia al retorno, como consecuencia de la creciente inestabilidad económica y política en que se fue sumiendo Venezuela.

    Palabras clave: Emigración, Venezuela, Galicia, Historia Oral.


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