Cuerpos sociales vivos, con formas materiales e inmateriales definidas, los cabildos catedrales conformaban la optima parte del clero diocesano en el Antiguo Régimen. Sus integrantes, los prebendados, quedaron asimilados frente al común como una verdadera aristocracia eclesiástica local, tal cual la denomina el autor. Desde el inmejorable mirador de la catedral cordobesa y gracias a una enorme labor de documentación en archivos nacionales e internacionales. Antonio J. Díaz examina de forma rigurosa y original todas las facetas de un grupo privilegiado clave para la comprensión de la sociedad española en la Edad Moderna.
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