Miguel Ángel del Arco Blanco (ed. lit.), Carlos Fuertes Muñoz (ed. lit.), Claudio Hernández Burgos (ed. lit.), Jorge Marco (ed. lit.)
Aceptación, consenso, consentimiento, aquiescencia, indiferencia, pasividad, rechazo, reticencia, resistencia, oposición han sido términos empleados para definir las complejas y heterogéneas actitudes adoptadas por los españoles durante el franquismo. El libro que tiene el lector entre sus manos se acerca a esa difícil y cambiante realidad desde perspectivas y fuentes muy diversas pero que, en su conjunto, tratan de mostrar la constante relación entre Estado y sociedad durante la dictadura franquista y de atender a los múltiples factores que, junto a la represión y al miedo, pero más allá de éstos, posibilitaron su nacimiento, desarrollo, permanencia y desaparición.
No solo miedo es la prueba palpable del creciente interés que las actitudes de los ciudadanos que vivieron bajo regímenes de carácter no democrático fueran estos de la naturaleza que fueran siguen suscitando entre numerosos estudiosos de diversas naciones y también, evidentemente, entre los historiadores del franquismo. Un interés en buena medida explicable por la convicción cada vez más generalizada de que tales sistemas no pudieron haber surgido y, en algunos casos, permanecido en pie durante largos periodos de tiempo, sin la participación de una parte de las sociedades sobre las que se edificaron. De esta forma, en las últimas décadas, han sido prácticamente desmontadas aquellas visiones que nos hablaban de dictaduras impuestas únicamente por la fuerza, apoyadas en el ejercicio continuado de la represión y en la manipulación ideológica y propagandística impuesta desde el poder, en las que los ciudadanos aparecían como sujetos pasivos, carentes de cualquier capacidad de reacción o diálogo con las instituciones del Estado. En su lugar, han aparecido enfoques más imaginativos y menos lineales que han contribuido a dibujar un panorama más complejo y menos estático tanto de los instrumentos empleados por los regímenes dictatoriales para alcanzar el grado necesario de aceptación social que garantizase su permanencia, como de los variados, cambiantes y contradictorios comportamientos y actitudes individuales y colectivos exhibidos por la población que convivió con ellos.
Probablemente han sido los investigadores encargados del análisis de la Italia fascista, la Alemania nazi y la Rusia soviética, quienes más tiempo y páginas han dedicado a examinar las actitudes de la sociedad, su relación con el Estado y los mecanismos utilizados para lograr un respaldo social que les permitiera desarrollar sus proyectos ideológicos y políticos. En Italia, sobre los pioneros y controvertidos trabajos elaborados por Renzo de Felice desde finales de la década de los sesenta del siglo XX, se han ido vertiendo numerosos estudios que han ido esclareciendo el papel que los italianos corrientes jugaron en la construcción de la dictadura fascista, la efectividad de determinadas políticas de consenso impulsadas por ésta y la importancia que los aparatos policiales y represivos tuvieron en la atenuación de actitudes de disenso y rechazo entre la ciudadanía.
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