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LAAROJ)EOLOGÍA ESPAÑOLA EN LA ÉPOCA DE CARLOS IV Y GODOY LOS DIBUJOS DE MÉRIDA DE DON MANUEL DE VILLENA MOZIÑO 1791-1794 LA ARQVEOLOGÍA ESPAÑOLA EN LA ÉPOCA DE CARLOS IV Y GODOY LOS DIBUJOS DE MÉRIDA DE DON MANUEL DE VILLENA MOZIÑO 1791- 1794 Alicia M. ª Canto MA DRID 2 001 ~ . セ@ Fundación ELMONTE FUNDACION u, ESTUDIOS R.OMANOS E 1 estudio de las antigüedades emeritenses tuvo siempre muchos adeptos, y es que ese impresionante conjunto de ruinas, que fue incluido por la UNESCO entre las obras Patrimonio de la Humanidad, no deja a nadie indiferente. Entre sus estudiosos debemos destacar, no sólo ya por su dedicación a los venerables restos de nuestro pasado, sino también por el afecto que ha prodigado con creces a los que aquí trabajamos, a doña Alicia M.ª Canto de Gregario. Nos sorprende ahora esta investigadora con nuevos descubrimientos acerca de un hombre significativo en los estudios emeritenses, Manuel de Villena y Moziño, cuyos dibujos y excavaciones en Mérida pudimos conocer gracias al almirante don Julio Guillén Tato. Fuimos poco a poco, gracias a la generosidad de la profesora Canto, descubriendo la personalidad del «tal Villena» y pudimos percatarnos de que era de naturaleza portuguesa, que era un gran dibujante y que no vino a Mérida -en la década final del Siglo de las Luces- por casualidad, pues había sido comisionado por las autoridades, principalmente por nuestro paisano, don Manuel Godoy, para rescatar a ese «niño dormido en los brazos de un gigante» en que se había convertido Mérida, al decir de «Fígaro». El estudio de la figura de Villena llevó a la profesora Canto a descubrir toda una sensibilidad arqueológica en una época hasta ahora poco valorada. Carlos IV se empeñó, aún con más decisión que su progenitor, en el rescate de preciados jirones de nuestra Antigüedad, como la reforma del Faro de Hércules y las excavaciones en Rielves, Sagunto o Segóbriga. No podía quedar Mérida relegada y, sobre todo, por la voluntad del Príncipe de la Paz, hombre culto e impulsor de grandes proyectos, como lo fue el del conocido Viaje pinto- resco e histórico de Laborde. Carlos IV, a lo que parece, pretendió hacer de Mérida una «segunda Pompeya». Este libro, por tanto, nos traslada a la descripción del singular conjunto augustano en una centuria donde no faltaron iniciativas locales para potenciarlo, como el célebre «Jardín de Antigüedades», obra del padre del literato Juan Pablo Forner y del fraile Domingo de Nuestra Señora. Pero, igualmente, nos acerca al pensamiento que nuestros políticos tenían de la puesta en valor, del alumbramiento, de nuestra Arqueología. Debemos felicitar y agradecer por esta contribución a los temas emeritenses a la doctora Canto, a la Fundación de Estudios Romanos, presidida por doña Carmen Gasset, por el apoyo prestado, y a quien lo ha hecho posible, la Fundación El Monte. José María Álvarez Martínez DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO Y PATRONO DE LA FUNDACIÓN DE ESTUDIOS ROMANOS J La Fundación El Monte tiene ya una dilatada tradición cultural, desarrollada especialmente en Andalucía, con incur- siones esporádicas en Madrid y, conjuntamente con la Obra Cultural de otras Cajas de Ahorros, en otras capitales españolas. Ahora, al tiempo de su presencia en Extremadura, iniciamos nuestra actividad cultural en estas tierras. Ya se han llevado a cabo algunas actuaciones, especialmente musicales, en Badajoz y Almendralejo. La ocasión que se nos brinda ahora de participar en una exposición en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, organizada por la Fundación de Estudios Romanos, no podía ser desaprovechada. Más, al tratarse de dar a conocer a los extremeños y al gran número de visitantes de este importante museo, una obra aún no divulgada, como son las láminas de Manuel de Villena y Moziño sobre las excavaciones arqueológicas de la romana Emérita Augusta. El marino Villena y Moziño, protegido de Manuel Godoy Álvarez de Paria Ríos Sánchez Zarzosa -un extremeño que va mereciendo ya un estudio a fondo de su personalidad, carrera y participación en la Historia de España de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, con la perspectiva y desapasionamiento que debe dar el tiempo transcurrido-, describió de forma bellísima la Mérida que conoció, y que podemos ahora adii:J.irar en sus originales y en el espléndido libro editado para esta ocasión, del que es aurora la propia comisaria, doña Alicia Canto. Esperamos que esta primera colaboración nuestra con el Museo Nacional de Arte Romano y la Fundación de Estudios Romanos tenga una larga continuidad en el futuro. Manuel del Valle Arévalo PRESIDENTE DE LA FUNDACI()N EL MONTE AGRA D ECIMIENTOS Esta investigación ha llegado a ser una realidad visible gracias a la Al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y a su direc- generosa ayuda de varias instituciones, y de muchos amigos: unos tor y amigo, doctor José María Álvarez Martínez, por acoger con ya lo eran, y otros se han convertido en ello gracias a, y durante, simpatía el estudio y especialmente por su apoyo, en la línea que las búsquedas. A muchos tardará tiempo en olvidárseles el nombre siempre siguió su recordado padre. En el propio museo, al buen de Manuel de Villena Moziño. De mi agradecimiento por su inte- amigo y compañero de fatiga·s emeritenses, don Agustín Veláz- rés y su paciencia quiero dejar constancia en el propio pórtico: quez, que me ayudó de muchas formas, pero especialmente lle- Al Museo Naval de Madrid y a su direcror en 1998, el almi- vándome ante los más valiosos fondos bibliográficos del museo rante don José l. González-Aller Hierro, quien, siguiendo las y auxiliándome con su bien conocida información de todo lo huellas de su predecesor, el contralmirante don J. F. Guillén escrito sobre la ciudad. Y al Archivo Histórico Municipal, Tato, me permitió generosamente el estudio y la publicación de muchos de cuyos documentos en su día organizó y dio a cono- la maravillosa colección de láminas objeto inicial de este libro. En cer J. Álvarez y Sáenz de Buruaga y hoy mantiene y mejora don el mismo museo, no olvidaré la grata ayuda de su Jefe de Inves- J. A. Peñafiel. tigación Cartográfica, doña María Luisa Martín-Merás, quien En Cartagena, al capitán de navío don José Ruiz García, localizó ·en mi favor documentos útiles del Archivo «Álvaro de Director del Archivo Histórico de la Zona Marítima del Medi- Bazán» de El Viso (Ciudad Real), además de explicarme muchos terráneo, a quien debo sus valoraciones, así como el diligente detalles de Historia de la Marina; y los datos y sugerencias de envío de dos para mí importantes documentos y el estudio sobre doña María Dolores Higueras, Jefe del Área de Investigación y pilotos extranjeros en la Armada Española que a su sugerencia Directora Técnica de la misma institución. En este y en otros preparó, y le agradezco, el licenciado don J. M. Valdés Pedauyé. temas, ha sido una suerte contar con la cooperación de don En Cuenca, al Ilmo. señor vicario don Dimas Pérez, archivero Jorge Juan Guillén Salvetti, ilustrado hijo del contralmirante diocesano, y al doctor don Antonio Chacón Gómez-Monedero, Guillén Tato. canónigo-archivero de la catedral y paleógrafo y compañero en la UAM, sus búsquedas de «la pista conquense», contradictoriamen- portuguesas, así como la del Arquivo Histórico da Biblioteca te interesantes por lo infructuosas. En Santa María del Campo Central da Marinha y don Carlos E. da Cruz Luna, de Estre- Rus, de la misma provincia, a su párroco, don Pedro Lozoya. moz. En el Arquivo Histórico-Militar do Exército Portugués, la En Madrid, estoy siempre en deuda, por este y otros temas del teniente coronel señor A. Henrique Afonso. También la del de mi investigación, con el personal de biblioteca y sala de la Director del Arquivo Nacional da Torre do Tombo. Y, en Setú- Real Academia de la Historia, especialmente con doña Asunción bal (la patria del que entonces era aún Manoel de Vilhena y Miralles de Imperial y los señores José Megía y Julio García, Mozinho) , la del señor párroco de la Iglesia de Sao Juliao y el siempre tan amablemente dispuestos a atender mis peticiones, personal de la Biblioteca Pública Municipal. así como con la doctora C. Manso, del departamento de Carto- En la Emory University de Adama, al doctor Carlos Rojas, grafía y Dibujo, y con don Ricardo Leoz, del de Reproduccio- Charles Howard Candler Professor, estudioso de la vida de Godoy, nes. No olvido tampoco la ayuda de don José Cremades, de la por compartir conmigo sus conocimientos sobre la época y sus Real Biblioteca; del personal, de investigación y técnico, del personajes, y hacerme obsequio de algunos impagables materiales. Archivo Histórico Nacional de Madrid; de doña Isabel Balsin- Mi compañero de tantos años en la Universidad Autónoma de de, de la Fundación Universitaria Española, depositaria del Madrid, doctor Fernando Valdés, me permitió cotejar un estudio Fondo Gasset-Dorado del conde de Campomanes; y de la doc- inédito de una de las inscripciones árabes de la Alcazaba. tora Gloria Mora, del CSIC, así como las sugerencias del exper- A Ediciones El Viso, el esmero con el que han atendido la to conocedor del apasionante mundo gráfico del siglo XVIII, el edición de este libro y, especialmente, a la señorita Lucía Varela, arquitecto profesor Carlos Sambricio. por su paciencia y dedicación. En Simancas me auxiliaron doña Isabel Aguirre, Jefe de la Especial agradecimiento reservo a la incansable Presidenta Sala de Investigación del Archivo General, y don F. J. Álvarez ejecutiva de la Fundación de Estudios Romanos, doña Carmen Pinedo, a cuya instancia me animé a buscar -y a encontrar- Gasset Loring quien ha seguido de cerca y procurado favorecer también en aquel apacible entorno; en Segovia el personal del el desarrollo, resultados y publicación de esta obra; así como a Archivo Histórico Militar, no menos atento. sus colaboradoras, doña Inés Gil Casares, por su inteligente revi- En cuanto a mis pesquisas portuguesas, agradezco la ayuda, sión literaria del manuscrito, y doña Pía Rubio. en mi viaje a Lisboa, de mi buen amigo el doctor Luis Coelho, Lo mismo cabe decir de la Fundación El Monte, de Sevilla, por sus detenidas ilustraciones sobre las intrincadas genealogías que ha creído en los valores de este trabajo, no sólo al patrocinar su publicación, sino también al complementarla con una expo- toria y Bellas Artes, Biblioteca Nacional, Biblioteca de Palacio, sición pública en el Museo Nacional de Arte Romano de Méri- Excmo. Ayuntamiento de Almendralejo) y propietarios particu- da, entre junio y septiembre de 2001, que permite a los emeri- lares que accedieron a prestar fondos para poder celebrarla, y, tenses de hoy y a muchos otros visitantes disfrutar de cerca de por supuesto, al propio Museo que las acogió, y en especial a su las láminas de Villena y las de Fernando Rodríguez y, más en director, José María Álvarez Martínez que tomó como propia la general, de libros, láminas, cuadros y piezas originales, que ayu- tarea de ayudar a una comisaria no muy ducha en tan gran res- dan a conocer y comprender mejor la poco conocida Arqueolo- ponsabilidad. gía de la España de la Ilustración. Por su especial colaboración Una vez más soy agradecida deudora de mis tres hijas, que, en los trabajos de esta exposición, «Mérida y la Arqueología Ilus- como siempre, siguieron con paciencia durante muchos meses el trada. Las láminas de Manuel de Villena», cúmpleme expresar relato de los avances y paradas de la investigación y colaboraron también mi agradecimiento a título personal a doña Carmen a ella con su, como siempre, estimulantes apoyo y cariño. Gasset otra vez, por su igual ánimo al apoyarla e impulsarla, a la Si, a pesar de todo ello, quedan aún en el libro lagunas, desa- Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del ciertos o errores, ninguno de ellos podrá ser atribuido a esta Ministerio de Educación y Cultura en las personas de doña larga serie de benefactores. Laura López de Ceráin, Subdirectora General, y doña Ana Car- Dedico este libro a la memoria del entrañable don José Álva- men Lavín Berdonces, coordinadora, así como a las diversas rez y Sáenz de Buruaga, que supo transmitirme el mismo amor entidades públicas (Museo Naval, Reales Academias de la His- por Mérida que a él le animaba. Laus Deo. ÍNDICE I · Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l 3 I I · La herencia italiana: Carlos III y la formación de Carlos IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . l 7 I I I · Carlos IV y el Príncipe de la Paz, protectores de la Arqueología española ................................. 32 IV - Las aficiones emeritenses del conde de Campomanes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 l V · Don Manoel de Vilhena Mozinho: portugués, marino, dibujante ... español, presbítero y arqueólogo . . . . . . . 8 l VI · El expediente y los informes de la Real Academia de la Historia acerca de Villena y sus dibujos .......... 106 VII · Los «diseños coloridos» de Villena sobre las antigüedades romanas de Mérida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l 2l VIII. Epílogo ... . ... ............ . . . . ................•. .. ............................ . ..... .... .... . . .. 173 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l So · ' · y topon1m1co ' · . . . . . .. . .. . . . . .. . . . . .. . . . .. . . . . . . . . .. . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . I,n d"ice an al'1nco, onomasnco 89 l ABREVIAT URAS UTILIZADAS AGM Archivo General del Ministerio de Marina, Madrid AGS Archivo General de Simancas (Valladolid) AHC Archivo Histórico de la Zona Marítima del Mediterráneo, Cartagena AHM Archivo-Museo de Historia de la Marina «Don Álvaro de Bazán», AHN Archivo Histórico Nacional, Madrid MAN Museo Arqueológico Nacional, Madrid MN Museo Naval, Madrid El Viso del Marqués (Ciudad Real) MNAR Museo Nacional de Arte Romano RABSF Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid RAH Real Academia de la Historia, Madrid UAM Universidad Autónoma de Madrid UCM Universidad Complutense de Madrid En las transcripciones de los textos se ha respetado la ortografía de las fuentes originales. I INTRODUCCION El 30 de diciembre de 1933 fallecía en Madrid el ilustre arqueólogo clásico, estrechamente vinculado a las antigüedades emeritenses, don José Ramón Mélida Alinari. Dos años después, el Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (1935) publicaba en su honor un sentido homenaje. En el tercero de los volúmenes, el entonces joven capitán de corbeta don Julio F. Guillén Tato', a la sazón director del recientemente (1932) trasladado Museo Naval2, contribuyó a la honra de aquel hombre «bueno y sabio» 3 dando a conocer una colección inédita de diecinueve grandes láminas en colores de monumentos emeritenses 4 del siglo XVIII, hechas y firmadas por un desconocido «Manuel de Villena Moziño». Dos años antes se las había ofrecido, como primicia, al todavía activo Mélida, quien las había examinado, sin duda con el ánimo de estudiarlas y publicarlas él mismo más adelante (pues «le parecieron interesantísimas» 5). Pero no pudo llegar a hacerlo, ya que la muerte le sorprendió a los pocos días de su visita al museo. Con su artículo sobre los planos, Guillén sólo pretendía «enviarlos sin más noticia, pues comentarlos, siquiera anotados debidamente, fuera sacrilegio por escapar de mi cuenta». Terminaba entonces su trabajo el futuro contralmirante y secretario perpetuo de la Real Academia de la Historia6, con estas generosas palabras: «Quedan, pues, públicos los planos, libre su estudio y saque provecho de ellos quien deba, quiera y pueda, que no es avaro de sus fondos el Museo Naval y sí celoso en divulgarlos a través de quien enhorabuena venga>/. Sesenta años más tarde, el 21 de agosto de 1995, y en su Mérida de adopción, nos dejaba el sucesor de Mélida, también a/mus paterde las antigüedades emeritenses e ilustre arqueólogo, don José Álvarez y Sáenz de Buruaga. Otro hombre «bueno y sabio» para quienes tuvimos la suerte de contar con sus exquisitos trato, estima y ayuda. A comienzos de 1996, en la Real Academia de la Historia de Madrid, encontré un expediente desconocido sobre el autor de aquellos planos, Manuel de Villena Moziño, y sobre los dibujos mismos, que completé en búsqueda intencionada más adelante en otros archivos y bibliotecas. Mientras tanto, el propio artículo de J. F. Guillén se había ido convirtiendo en un T, raro8, y los planos, publicados en su día en blanco y negro y a muy pequeño tamaño (sólo catorce de ellos, y en general dos o tres por lámina), no eran muy conocidos9 ni utilizados 1º. Pensé entonces que podía resultar muy oportuno que, seis décadas después, en otro volumen de homenaje, y precisamente al digno sucesor emeritense de José Ramón Mélida, pudiera por fin disponerse de la publicación más detallada, en sus colores reales y a mejor tamaño, de unos documentos que estimo preciosos para todos cuantos nos interesarnos hoy, o se interesen en el futuro, por «la arqueología de la Arqueología» de Augusta Emerita, así corno de aspectos inéditos de los intereses anticuarios del denostado rey Carlos IV Pues, en efecro, no se conocía hasta ahora la verdadera razón de la misión y los dibujos emeritenses de Villena que, cuando se citaba el motivo, venían atribuyéndose por lo general a un encargo «del Gobierno portugués» o incluso «de la Real Academia de la Historia de Lisboa». Con tal propósito comencé, y terminé, el citado trabajo. Ahora bien, la mera descripción de diecinueve planos, la transcripción cornpleta 11 de los múltiples textos, algunos con detalles fundamentales, que acompañan a muchos de los dibujos («Narraciones» y «Explicaciones», al uso de la época, les llama Villena), además de un mínimo comentario sobre cada uno de ellos, ya amenazaban por sí solos con sobrepasar en mucho lo que podía considerarse como extensión razonable para una contribución dentro de un homenaje colectivo. La amenaza se convirtió poco después en una realidad, pues otras figuras, documentos y circunstancias, igualmente importantes, y que servían para comprender el conjunto de esta empresa ilustrada, pero inserta en un ámbito mucho mayor que lo en principio sospechado, fueron saliendo de las sombras según avanzaba en mi investigación, haciendo ya completamente imposible su inclusión en el volumen de homenaje que dedicaba a don José la revista Anas, como en principio hubiera sido el deseo de todos 12 • Los editores pensaron conmigo, creo que con buen juicio, que la publicación de los planos mismos y su estudio, por razones de espacio, económicas y circunstanciales inapelables, podrían ser mejor objeto de una publicación monográfica, que de todos modos formaría parce espiritual del mismo acto de homenaje. Por tal motivo, y de acuerdo con aquéllos, opté por ceñir mi aportación en el citado volumen a algunos aspectos desconocidos de la relación con la Arqueología española en general, y con la emeritense en particular, tanto del rey Carlos N como de su favorito, Godoy, así como de don Pedro Rodríguez Campo manes, conde de Campo manes, avanzando también los datos nuevos obtenidos hasta entonces sobre el propio Villena13 • Presenté así sólo a los principales personajes que contribuyeron a la creación de las láminas, mientras estas mismas irían en la presente monografía. r..¡. Convenían nuevamente las citadas frases de don Julio F. Guillén, pues el entonces director del Museo Naval, almirante don José l. González-Aller Hierro, las revalidó, mostrándose liberal con los fondos del museo y «celoso de divulgarlos a través de quien enhorabuena venga», por lo que le muestro desde aquí el agradecimiento mío y el de todos los que en adelante podamos de ellos «sacar provecho». Por mi parte, para no exceder tampoco la extensión razonable para este estudio 14, me he limitado, en cuanto a los dibujos, a su mera descripción y, por su interés para distintos aspectos, a la transcripción de los textos manuscritos que frecuentemente los ilustran 15• Incluyo además los datos hallados en otras fuentes, imprescindibles para dilucidar la personalidad de su hasta ahora prácticamente desconocido autor y la ocasión del encargo regio del que los mismos son resultado, así como detalles del juicio que a la Real Academia de la Historia en su día (noviembre de 1794), y a regias instancias, los diseños merecieron. Por consiguiente, me he autoimpuesto privarme del deseable comentario arqueológico extenso de los dibujos excepto en lo estrictamente imprescindible. Con ello no me ajusto a la desiderata de su primer divulgador («comentarlos fuera sacrilegio por escapar de mi cuenta»), pero en cambio sí a otra que él expresaba al final: «Quede libre su estudio y saque de ellos provecho quien deba, quiera y pueda». N O T A S se verá) en Madrid, y en el día de hoy es Centro de Estu- Para facilitar la lectura y evitar la búsqueda reiterada de notas anteriores, he preferido combinar los dos J. F. GU!LLÉN, «Hallazgo de los planos de unas exca- dios Constitucionales, en la plaza de la Marina Española, sistemas corrientes de citas bibliográficas: la pri- vaciones en Mérida en el siglo xvm», HomenajeaMéli- junto al Senado. El Museo Naval se encuentra actual- mera vez que se cite un libro o arúculo, lo será al da. Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, mente en el Cuartel General de la Armada, en el Paseo modo tradicional, de forma completa; pero si se cita Bibliotecarios y Arqueólogos, Madrid, 1935, vol. III, del Prado dando entrada a la calle Juan de Mena. 3 más de una vez, las sucesivas lo serán al modo pp. 223-235 y láms. !-VII. moderno anglosajón, esto es, mediante el apellido 2 GUILLÉN, 1935, p. 235. del autor y el año de publicación. La referencia com- El Ministerio de Marina y el Museo Naval estuvieron, pleta figura en el listado bibliográfico que va al final de 1853 a 1929, en el Palacio de los Ministerios, que 4 Además de los dieciocho planos de Mérida, se incluía de la obra. había sido el palacio Godoy (daca esteirnponance, como otro de las termas romanas («sudaderos») del vecino Alange, de fecha anterior en varios años al único hasta IO lo cual su nueva presentación perdería gran parte de entonces publicado, el que había hecho Alexandre de Cf A. VELÁZQUEZ )IMÉNEZ, Repertorio de bibliografia su valor. Laborde. arqueológica emeritense, Cuadernos Emeritenses, 6, 13 5 Mérida, 1992. Sólo cuatro de los diecinueve (de Méri- A. M. ª CANTO, «La arqueología española bajo Car- GUILLÉN, 1935, p. 225. da, los arcos de San Lázaro, el puente y el monumento los IV y Godoy: Preludio a los dibujos emeritenses 6 de Santa Eulalia, ydeAlange, las termas) han sido cita- de Villena Moziño (1791-1794)», Anas, 7-8 (Home- naje a D. José Álvarez y Sdenz de Buruaga) , 1994- Sobre su figura y obra véase V RAM os, El almirante y dos y reproducidos en trabajos arqueológicos (vid. polígrafo Julio Guillén Tato, Valencia, 1976. En enero infra); los únicos dos publicados en colores, hasta donde 1995, pp. 31-56, con sólo dos láminas en blanco y de 1930 había sido nombrado subdirector del museo, conozco, lo fueron por C. Sambricio, ilustrando de negro. Resulta ser este el primer estudio concreto y el 8 de diciembre de 1933, es decir, casi coincidien- forma genérica la introducción de su preciosa mono- sobre las actividades arqueológicas del reinado de do con la visira de Mélida, acababa de hacerse cargo grafía Territorio y ciudad en la España de la Ilustración, Carlos IV. de la dirección del mismo. Madrid, M.O.P.T., 1991, p. 40.Aprovecho para agra- 14 7 decer a este autor sus amables indicaciones en torno a Conviene advertir que se repite sólo aproximadamen- GUILLÉN, 1935, p. 235. planos de la época, de la que es un gran conocedor. te, en las partes 111 a V de la presente monografía, parte 8 II del texto del citado artículo. Aquí se amplía bastante, Valga como muestra decir que en la Biblioteca Nacio- En el artículo de Guillén ya se transcribían bastante ya que la investigación misma se prolongó (por ejem- nal parece conservarse solamente el volumen I del cita- correctamente los textos, pero no todos (por ejemplo, plo, con los viajes a Lisboa/Setúbal y a Simancas, y el do homenaje a Mélicla (aunque existe una separara del ninguno de los repetidos, que resultan no ser idénticos, hallazgo de otros importantes datos) justo después del artículo en la sala de Bellas Artes). La fotocopia utiliza- ni las muchas «explicaciones» de claves alfabéticas, que momento de la enuega de aquél. Se añaden también da la obtuve de la riracla aparte depositada por el mismo contienen a veces información básica). Y en el catálogo ahora un capítulo sobre el precedente que supuso Car- Guillén en la Biblioteca del Museo Naval de Madrid. citado de 1990, en cambio, sólo se recogen sus encabe- los III, la actualización bibliográfica pertinente y nue- 9 zamientos. Por ello, yya que pensaba incluirlos, en aten- vos datos en el de Carlos IV y Godoy, más los docu- Recientemente han sido censados por M. ª L. MAR- ción al lector y debido a su interés y a la pequeñez de su mentos mismos sobre la vida de Villena, así como el TÍN-MERÁS y B. RivERA en su valioso Catdlogo de car- letra, los he rranscrito personalmente todos, a partir de total de las láminas con un breve comentario. He teni- tografia histórica de España del Museo Naval, Madrid, los originales, de diapositivas y de fotocopias Din A-2. do ocasión también de aclarar alguna de las dudas que Museo Naval-Ministerio de Defensa, 1990, n.°' 647 12 entonces quedaron planteadas. a 665, con breve descripción formal y una pequeña Sin olvidar el importante capítulo económico de la foro cada uno. publicación de los planos en sus colores originales, sin 15 Cf supra, nota 11. r6 11 LA HERENCIA ITALIANA: CARLOS 111 Y LA FORMACIÓN DE CARLOS IV Carlos III de Borbón y Farnesio (1716-1788) (lám. I) es sin duda el más celebrado y el más estudiado de los Borbones españoles del siglo XVIII. La bibliografía sobre él y su reinado 16 se acrecentó todavía notablemente en España con motivo de la celebración, en 1988, del segundo centenario de su muerte 17 • Como introducción a la actividad arqueológica de su hijo Carlos IV parece procedente referirse brevemente a la de su padre, puesto que aquél hubo de recibir desde muy pronto influencias que justifiquen su aprecio posterior-como veremos, muy poco conocido y menos destacado- por las antigüedades clásicas. Sería lógico pensar a priori que sus intereses anticuarios españoles pudieron traer modelo de los mantenidos años atrás por su progenitor. La relación de Carlos III con el mundo italiano y a su vez con las antigüedades romanas 18 puede juzgarse predestinada en cierto modo desde su nacimiento, pero ante todo por su herencia materna. Su madre y segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio (1692-1766), descendía de una nobilísima familia de Orvieto LÁM. I asentada en Roma, que había pasado a ostentar el ducado de Parma cuando éste fue instituido, en 1545, por el famoso cardenal Alejandro Farnesio -de nombre papal Paulo III- para un hijo natural. El apellido Farnesio estaba vinculado así C. Paderni, Retrato de Carlos 111 de Borb6n y Farnesio, ''Hispaniarum atque lndiarum Rex'; caracterizado como mecenas de la Arqueología. Tomado de las Antichita di Ercolano. desde el Renacimiento a algunos de nuestros más familiares edificios y piezas clásicas: el «Palazzo Farnese», la «Villa de la Farnesina», el «Toro Farnesio», la «Taza Farnese», el «Ercole Farnese» y tantos otros. Pero el amor de la familia real española por el coleccionismo no se reducía a cuidar de los magníficos fondos ya reunidos en l7 Italia; en 1724, siendo el futuro Carlos 111 sólo un niño, ve desembalar en Madrid, compradas por sus padres, las bellas esculturas antiguas que había reunido en Roma la reina Cristina de Suecia 19 • En 1731, a los quince años, el madrileño infante don Carlos hereda -por extinción de la línea masculina de los Farnesio- el ducado de Parma2º, y comienza así su larga estancia en la patria de su madre. Por la misma herencia llegan a su poder los archivos, las bibliotecas y la rica colección de obras de arte de los Farnesio. Como resultado de la guerras contra Austria2 1, en mayo de 1734 reconquista yes coronado rey de Nápoles, con gran júbilo de la población; como Carlos VII rescata el añejo título de «rey de las Dos Sicilias», por el que se le conocerá en adelante, y traslada su residencia a aquella capital meridional. Entonces hace traer de Parma y de Roma la mayor parte de las bellezas de su familia materna, iniciando para albergarlas junto con las pinturas, el palacio napolitano de Capodimonte. Su matrimonio, en 1738, con la jovencísima princesa polaca MaríaAmalia de Sajonia (educada, asimismo, entre los bellos mármoles de la colección paterna en Dresde) trae, además de trece hijos 22 y una gran estabilidad personal para el rey, una inesperada consecuencia23 , que es también uno de de los más felices hitos de la Arqueología clásica: el descubrimiento y excavación de las ciudades sepultadas de Herculano, Pompeya y Stabia, a cuyos nombres e historia nuestro Carlos 111 permanecerá vinculado para siempre. Este período arqueológico napolitano del rey, de 1738 hasta 1759, es uno de los más conocidos y analizados de este monarca. Sobre los trabajos y sus vicisitudes, sus aciertos y sus errores, se ha publicado mucho y, hace una década, una detallada monografía24 , a todo lo cual remito al lector especialmente25, ya que aquí se trata solamente de delinear un esbozo 26 • Las excavaciones regulares en Herculano (la moderna Resina) comenzaron a mediados de octubre de 1738, con sólo dos o tres obreros. Me parece de interés, para conocer su propósito inicial, reproducir estas frases de la Real Instrucción que las autorizó, el día 13 del mes citado: Prevengo a V.S. de Orden del Rey [... ] a continuar la excavación de las grutas o ruinas del antiguo consabido templo que V.S. mismo 27 entró a reconocer, para ver si se encuentran algunos mármoles, estatuas o piedras de algún provecho, disponiendo se saquen todas las piedras de alguna utilidad o grandeza [... ] que no se pierda tiempo en excavaciones inútiles, y previniéndole vaya dando cuenta de lo que se fuere descubriendo y encontrando, para que cuando no resulte provecho alguno se abandone esta obra si se reconociere inútil...". ,..,o Se fue viendo en los meses siguientes que no se trataba de un templo, sino del teatro de la ciudad, y que aquella exploración era el comienzo de la más famosa y duradera de todas las empresas arqueológicas modernas. En cuanto a sus fines, es claro que los presidía el pragmatismo, y por tanto que se movían aún bastante lejos de lo que podría entenderse como «ilustración». Se trataba de una inversión más en obras de arte para la corona, de «encontrar alajas», aunque no más ni menos que en la línea de casi todas las colecciones pontificias, reales o aristocráticas que se habían ido formando por toda Europa desde el siglo XVI. Se añadía en ésta la extraordinaria dificultad de la excavación, picando y cavando hondos pozos y largas galerías subterráneas en una lava volcánica petrificada por los siglos, y bajo casas e iglesias que era tan peligroso desestabilizar como caro y problemático adquirir. Todo esto hace más comprensible la advertencia regia sobre su inutilidad si no se daba con un filón muy provechoso, como si de cualquier explotación minera se tratara29 • Y, de hecho, un testimonio del propio soberano, y muy posterior, confirma a mi juicio paladinamente este principio de rentabilidad económica, cuando felicita, en 1760, a Bernardo Tanucci: «... me alegro [... ] del computo que hiziste, paseandote por el Museo, de lo gastado asta aora, y del valor de lo hallado»30 • Las excavaciones (que, en palabras del propio rey, «eran una de sus mayores diversiones»31), dirigidas hasta su muerte por el ingeniero militar aragonés Roque Joaquín de Alcubierre32 , se ampliaron y enriquecieron en 1748 con el descubrimiento de Pompeya, y en 17 50 con el de Stabia33 • Los impresionantes hallazgos llevaron a extender en los años siguientes las exploraciones, tentativas y sin continuidad, por todo el golfo de N ápoles, a Sorrento, Pozzuoli, Cumas, Fusaro, Boscotrecase, Baia o Capri34 , hasta descubrir otra famosísima ciudad, griega esta vez, la célebre Paestum, al sur de Nápoles 35 • En 1755 fundó el rey español la Academia Herculanense, dentro de una línea muy de la Europa de la primera mitad del XVIII (de hecho, decididamente impulsada en España por su padre, Felipe V), con el objeto de estudiar y publicar de forma ilustrada los descubrimientos de la ciudad romana. Los trabajos académicos son dirigidos desde el comienzo por una persona de su total confianza, su mentor político italiano36 desde los tiempos de Parma y propiamente «un hombre del rey»: Bernardo Tanucci. El personaje ha sido recientemente puesto una vez más de relieve 37 , remarcando esta vez su responsabilidad al frente de los trabajos arqueológicos cuando el rey Carlos debe ausentarse definitivamente, en 1759, y de los que, como avanzamos más atrás, le informa puntualmente cada semana a Madrid desde su nuevo cargo de regente en N ápoles del jovencísimo hijo de Carlos, el nuevo rey Fernando IV. El ya Carlos 111 contesta a su vez semanalmente a Tanucci y, de forma casi 19 invariable en las decenas de cartas que he visto, en posición siempre final y tras los asuntos de Estado, le incluye unas frases -rara vez más de tres o cuatro líneas- acerca de dos temas: la caza y las excavaciones. Carlos III en Nápoles se inserta además en la verdadera carrera que los países más cultos de Europa habían establecido para descubrir, dibujar, grabar y publicar los más bellos monumentos de la Antigüedad grecorromana38, y lo hace además bajo la inspiración neoclasicista de Johann Joachim Winckelmann, a través de su amigo el pintor Anton Raphael Mengs, que el rey mantenía junto a sí en Nápoles. Winckelmann acababa de publicar, en Dresde (1755), la obra que le iba a convertir, ya en Roma -a donde se traslada muy poco después, alojándose en la casa romana de Mengs- en «el alma del movimiento neoclásico»: su famosa Ideas sobre la imitación de las obras griegas en la pintura y en la escultura que, junto con su Ges- chichte der Kumt desAltertums o Historia de/Arte de laAntigüedadseguida de las observaciones sobre la arquitectura de los antiguos (1764), tanta repercusión tendría en la segunda mitad del siglo, y aún mucho después, en la formación de la moderna Historia del Arte y a su vez en el nacimiento de la disciplina arqueológica como ciencia, generando una escuela y una maniera, rendidamente admirativa, de contemplar el arte griego y su principal imitador, el romano. Estos, pues, son los conceptos que influyen en el rey y en su esposa de forma directa (Winckelmann trabajaba en Dresde para Augusto III, padre de la reina María Amalia), mientras van reuniendo en N ápoles la que Guerra de la Vega considera, exceptuadas las pontificias, como «la más fabulosa colección de esculturas, vasos, pinturas y mosaicos del arte griego y romano de la península itálica». La cada vez más enorme colección de antigüedades llevó a la creación en el vecino Portici39 de un «Museo Herculanense» o «Borbónico» 40 , pavimentado con los propios mosaicos romanos. Como detalle favorable, y a diferencia de la mayoría de las colecciones reales europeas, buena parte de él era visitable41 • Los criterios citados son también los que presiden las justamente famosas series de publicaciones arqueológicas a partir de la de O. A. Baiardi en 1754: Catalogo degii antichi monumenti dissoterrati dalla discoperta citta di Ercolano per ordine della maesta di Carlos, re delle due Sicilie. A ésta siguieron los ocho grandes volúmenes de Le Antichita di Ercolano (Nápoles, 1757179242) y los Herculanensia volumina (Nápoles, 1793); estas publicaciones estimularon a su vez las Cronache Ercolanesiy las Cronache Pompeiane, cuya vida activa continúa hoy. El interés del monarca por la promoción de las artes del grabado y la publicación le había llevado a proteger desde hacía años a varios artistas notables en este campo (a los que suele llamar en sus cartas «incisores»), que trabajaron en una larga 20 en la afición por la Arqueología clásica, creo que su segundo hijo y heredero, el futuro Carlos IV, no pudo tener otro más completo que su padre; sin olvidar tampoco que su madre, la reina María Amalia, tenía idénticos formación y gusto. De hecho, el infante don Carlos vino al mundo, en noviembre de 1748, en pleno «palazzo dei Portici», levantado en principio por su padre junto a Herculano sólo para disfrutar de la caza y del descanso pero en el que para entonces ya se exhibían, en patios, jardines, salones, cámaras privadas y vitrinas, las muchas bellezas salidas de las excavaciones. De forma que los primeros once años de la vida del infante don Carlos transcurrieron entre mármoles, piezas epigráficas, mosaicos y bronces, y viendo afanarse a anticuarios, restauradores, dibujantes y grabadores. Por estas sostenidas actividad y mecenazgo italianos del rey Carlos resulta contradictorio, al menos a mis ojos, lo que ocurre a partir del verano de 1759. El 1O de agosto de aquel año, consumido por la profunda melancolía de su reciente viudedad, fallece en Madrid de forma prematura el rey de España Fernando VI, hermanastro de Carlos VII de· N ápoles. Éste debe abandonar su reino para asumir el trono vacante y pasar a ser Carlos 111 de España50 • Ello, según algún autor moderno, «per lui e per tutta la sua reale famiglia, rappresento certamente un vero trauma»51 • Y podemos creerlo, pues llevaba más de veinte años rigiendo un territorio de tamaño muy asequible -y en los últimos diez libre por fin de guerras-, de condiciones climáticas deliciosas, con todas las comodidades inherentes a su linaje y riqueza y dedicado a sus aficiones culturales y cinegéticas favoritas. Pero el nuevo rey español debe dejarlo todo y embarcar hacia Barcelona en octubre de 1759, entrando en Madrid en diciembre del mismo año. Para empezar, el traslado y la estrenada corona le cuestan la vida a la reina, que fallece en 1760 tras una serie reiterada de fiebres tercianas y «vapores histéricos» 52 • Carlos 111, un viudo ejemplar, comienza un reinado que desde casi todos los aspectos se ha considerado en general modélico. Nada es preciso decir aquí sobre su inteligencia, su enorme actividad en los campos de la utilidad pública y la política económica53 , los cambios urbanísticos, la fiebre constructora (es el rey español que en tal aspecto goza de mejor recuerdo en América), la instrucción superior, la agricultura o la banca, acertando a rodearse de colaboradores de primera fila, primero italianos y después españoles, muchos de los cuales han pasado luego a la historia por sus propios méritos. Giovanni Stiffoni, en un sugestivo artículo póstumo, analiza decisiones experimentadas o desarrolladas en su reinado previo de Nápoles en cuanto modelos de otras semejantes adoptadas más tarde en España54• 2) Si hablo de contradicción es porque aquí debo referirme al aspecto anticuario. Quizá debido a que la labor de modernización e ilustración que España y su gigantesco territorio necesitaban absorbía demasiado de su tiempo, en el campo de la Arqueología, y más concretamente de la romana, es muy poco 55lo que podemos atribuir a este rey. Debe ser prueba también de ello el que en las innúmeras publicaciones, actas, congresos, catálogos y monografías que le fueron dedicados en el bicentenario de 1988 no sea posible encontrar nada referido expresamente a las antigüedades hispanas. Y es más llamativo por cuanto se percibe aún hoy que en los ambientes cultos de la época existía desde mediados del siglo un interés creciente por las antigüedades, a cargo más bien de Academias 56, canónigos57 y particulares 58, y de cuyos informes, estudios y dibujos, hasta hace poco en su mayoría inéditos, hay múltiples ejemplos en nuestros archivos y bibliotecas 59 . Pero Carlos III no se decidió, por la razón que fuera, a agrupar, encauzar, financiar o hasta liderar, como sí lo había hecho en Italia, los intereses y esfuerzos existentes en favor de la Arqueología nacional. Como he dicho, se conformó con seguir desde Madrid, con cierta nostalgia y sobre todo a través de Tanucci y Paderni, los relatos y noticias de lo que en Nápoles se continuaba excavando, encontrando e ilustrando, así como con ir recibiendo réplicas exactas en escayola de las mejores esculturas 60 • Parece que tuviera claro en su fuero interno (aunque hasta ahora no he podido dar con algún documento en el que él mismo comente la cuestión), bien que no podía encontrarse en España ninguna ciudad romana que superara los hallazgos de tres ciudades enterradas casi intactas -en lo que seguramente estaba acertado61-, bien que ya era suficiente inversión, trabajo y preocupación en antigüedades to~o lo que de lejos continuaba patrocinando en Nápoles. Da así la impresión de que en España el monarca concentró su o¿io efectivo en su terapia cinegética62 , para el disfrute de la cual el Real Patrimonio disponía de vastos cotos y dehesas con pequeños deliciosos palacios en los que reponer fuerzas, y donde la tierra misma ofrecía variada cantidad y calidad de piezas a cobrar63 . Puede decirse por tanto que Carlos 111, en cuanto a sus aficiones al margen de los deberes de Estado, no fue para España ningún «rey arqueólogo». Viajes, bibliotecas y colecciones recibieron en cambio su protección, aunque cabe anotar que se aprecia en conjunto que sólo moderadamente. Auspicia tres interesantes «viages» histórico-arqueológicos: el del canónigo, orientalista y académico F. Pérez Bayer, bibliotecario real, en 178264, el del también canónigo J. Ortiz y Sanz65 y el del académico de Bellas Artes Antonio Ponz66 , de los que especialmente el último, gracias a su publicación casi completa y a su formato muy asequible, fue de longeva repercusión y utilidad para la documentación arqueológica y epigráfica de España. 2_1 Continúa también con tesón el rey la labor emprendida por su padre Felipe V y seguida por su hermano, Fernando VI, en cuanto a la ampliación y mejora de los fondos bibliográficos y museísticos, especialmente los reales, a los que incorpora sus fondos italianos. La bibliofilia era, en efecto, una de las pasiones de Carlos 111 67 , llegando a establecer una real imprenta en el propio palacio, y a aprender él mismo el arte de la tipografía. Varias medidas y ordenanzas, dictadas en favor de los impresores, de la industria del papel, de la fundición de tipos (haciendo innecesaria la importación de los mismos desde Francia) o de la confección de punzones y matrices propios para las imprentas del reino, son tantos positivos para la promoción de la cultura en general. En cuanto al incremento de las colecciones públicas, una parte de los hallazgos de Pompeya, Herculano y Stabia, que habían sido traídos a España, fueron donados por Carlos III en 1787, un año antes de su muerte, a la sección de antigüedades de la Biblioteca Nacional 68 • En este sentido, R. Guerra de la Vega afirmaba en 1988 que, «cuando en 1759 debe abandonar Nápoles para venir a España, Carlos III deja en aquel reino todo cuanto ha encontrado en las excavaciones. Su extremada honradez le conduce a embarcar con sus estrictas pertenencias como rey que ha sido de las Dos Sicilias sin confundirlas con las propiedades del pueblo napolitano»69 • Diversos autores, y ya desde aquella época, relatan en el mismo sentido la anécdota del anillo personal con camafeo, que se quita al partir hacia España (por ejemplo, Fernández Murga, 1989, p. 145). A pesar de esto, encuentro en carta a Tanucci de 30 de noviembre de 1762 una referencia contraria: «... siento muchísimo los naufragios sucedidos [... ] y el aver sido uno de ellos el que llevava los tesoros donos de Erculano a Marsella para la corte de Francia ... », por lo que creo hay que admitir que si regalaba «tesoros de Herculano» a Francia, con más motivo podemos pensar que otros se obsequiarían a otras cortes, o vendrían con él a España. Quizá algunas de las piezas de «procedencia desconocida» de nuestros museos madrileños provengan de allí. A la hora del balance con respecto a la Arqueología, creo poder afirmar que Carlos III no tenía una conciencia «ilustrada» de la cultura, ni en comparación con otros aspectos de su buen gobierno, ni tan clara como se verá en el reinado de su hijo, al menos en los planos legislativos y prácticos. Es cierto que estaban sólo comenzando a llegar las brisas liberales, a cargo sobre todo de verdaderos pioneros de la actitud modernamente científica, como el marqués de Valdeflores. Formados entre franceses y jesuitas, los portadores de tales brisas pasaron, durante los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III, por procesos, destierros y cárceles. Y hemos de tener en cuenta también, a semu contrario, que, a diferencia del de Carlos IV, el reinado de Carlos III fue más largo y tuvo además extensos períodos de paz interior y exterior. De tal modo que, primero, la inexistencia de medidas legislativas de protección de las antigüedades (que en ocasiones incluso son agredidas 70), o de al menos un simple «bando», como el que había promulgado en Nápoles en 1755 (vid in.fa, nota 128); segundo, la falta de un interés cierto por propiciar excavaciones científicas oficiales en España7 ' (más llamativa por la extensión y medios de los trabajos y, sobre todo, de las lujosas publicaciones que en Italia había patrocinado y seguía financiando); y, tercero, los indicios existentes de la parsimonia con que estas carísimas ediciones fueron distribuidas entre unos pocos elegidos -individuos o instituciones-, inclinan en conjunto a pensar que el monarca concebía aún el mecenazgo arqueológico como una actividad cuyo desarrollo y resultados eran privativos de la corona o, como mucho, de las clases más selectas, y que, en todo caso, nada vio en la Arqueología española que llamara realmente su atención. Cuando se relacionen, en el capítulo próximo, las actividades concretas de Carlos IV en favor de la Arqueología española y del conocimiento de sus antigüedades y documentos en general, según unos criterios que buscan claramente, no la «real diversión», ni «las ediciones para uso privado y casi secreto», o la veneración exclusiva del «buen gusto» y de lo «clásico», sino, de forma mucho más científica, amplia y moderna, «coadyuvar á la ilustración de la patria», «conservar monumentos que interesan á a la instrucción pública y aún al interés de la Nación» - «ya sean púnicos, romanos, cristianos, godos, árabes y la baxa edad»- , y evitar que «el interés de las clases privilegiadas escasee la verdad o la oculte, como se ha visto tantas veces»72 , entonces, insisto, podrá concluirse fácilmente que, aunque sólo fuera en este preciso aspecto, Carlos 111 fue superado ampliamente por su denostado hijo y por el aún más denostado favorito de éste. Quiero terminar rescatando, para suscribirla, una acertada reflexión de 1985 de un gran experto de nuestro siglo x:vm, F. Aguilar Piñal73 , refiriéndose al callado trabajo de los académicos españoles de aquel siglo: Creo que, lamentablemente, gran parre de sus esfuerzos han quedado sepultados en el olvido, sin que los investigadores posteriores hayamos sabido sacar provecho de sus muchas horas de paciente y no retribuida labor. Se pueden suceder los ditirambos a los reyes y a los dirigentes ilustrados del país, pero, por desgracia, ni los nombres ni las investigaciones de los académicos han recibido el homenaje y el reconocimiento que merecen. Quizá sea esta una tarea pendiente para quienes, en nuestros días, nos entregamos con especial dedicación al estudio del siglo XVIII. En 1987, a propósito esta vez de los anticuarios andaluces del siglo XVIII, el mismo autor se dolía claramente de su «menosprecio actual»74 • Estos llamamientos debieron de retumbar como el trueno, ya que, especialmente en el septenio 1991-1998, nuestra ciencia ha presenciado un inusitado interés -a veces una auténtica pugna- por encontrar y publicar toda clase de manuscritos y dibujos arqueológicos, epigráficos y numismáticos inéditos de los siglos XVIII y XIX, en lo que me parece haber devenido en una especie de «día del Juicio Final» para nuestros predecesores científicos 75 • Aunque quizá, remozando aquella crítica de F. Aguilar, si bien aquellos beneméritos investigadores y sus investigaciones son ahora más conocidos, en demasiadas ocasiones los trabajos se limitan a presentar el «nuevo» material, sin extraer de él el deseable provecho. N O T A S r6 co de don Carlos de Barbón», Boletín del Seminario de cf X. DE SALAS, «La compra para España de la colec- Véase el poderoso trabajo de selección bibliográfica, Estudio, de Artey Arqueología de la Universidad de Valla- ción de antigüedades de la reina Cristina de Suecia», prácticamente exhaustiva, publicado en 1988 por F. dolid, XLVII, 1981, pp. 395-402;y R. GUERRA DELA Archivo Español de Arqueología, 43, 1941, pp. 242- Bibliografla de estudiossobre Carlos!!! VEGA, «Carlos III y el descubrimiento de la Antigüe- 246, y M . A. ELVIRA BARBA, Cristina de Suecia en el AGUILAR PIÑAL, y su época, Madrid. dad clásica», ReaÚ!s Sitios, 96, 1988, pp. 21-28. Museo del Prado, Madrid, 1997. Véase también, de r7 r9 este autor, «Las colecciones de antigüedades en el Museo del Prado», en W.AA., Bajo el signo de For- Vid por ejemplo G . ANES, «La Espaiía ilustrada en Cabe imaginar que la reina italiana añoraba las colec- tiempos de Carlos III», en VV.AA., Carlos IIIy la Ilus- ciones familiares y quería comenzar un nuevo gabi- tuna. Esculturas Cldsicas del Museo del Prado, (cae. tración (1788-1988), Madrid, 1987, pp. 39 y ss. y su nete anticuario en su etapa hispana; en 1746 Isabel exp.), Madrid, 1999, pp. 22-32 y anexos. En un copiosa bibliografía; W .AA., Carlos[!!y la ciencia de de Farnesio creó con ellas la «Galería de Estatuas» del expresivo balance que se desprende de éstos (pp. 34- J. L. Peset y A. Lafuenre, comps., Madrid, 1988. O las actas del congreso Car- palacio de La Granja (Segovia) . Gloria Mora, en la 37), el grueso de la colección clásica del Prado lo pri mera m onografía que se acaba de publicar sobre componen las aportadas por Felipe V e Isabel de Far- io, III y la Ilustración, vol. III, Educación y Pemamien- la Arqueología de este siglo (Historias de mdrmol. La nesio (48 esculturas), frente a sólo 28 (de las que to, Madrid, 1989; e, incluso, VV.AA., Carlo1 JI! y 1u Arqueología Cldsica española en el siglo XVIII, Madrid, ocho ins,guras) q ue se adquirieron en los reinados de sus tres sucesores. la Ilustración, M. Sellés, Jiglo (coloquio internacional, 1988), Madrid, 1990, 1998, p. 50), recuerda que la adquisición de estatuas entre otros. antiguas y vaciados en escayola tenía un precedente 20 r8 en la dinastía anterior, cuando Felipe IV envió con Era también duque de Piacenza, y en el mismo año En este semido son importantes dos trabajos en con- este propósito a Italia a Diego Velázquez, de 1649 a de 173 1 fue reconocido por el último Medíci como creto: J. URREA, «Sobre la formación del gusto artísti- 1651. Sobre los detalles de la adquisición y el viaje heredero del Gran Ducado de Toscana. 2I nadas, aunque con desigual reconocimiento y apre- superstiti, Nápoles, 1885, p. 2 (he actualizado alguna Se suele reprochar a la astuta e inteligente Isabel de cio por la labor española, y las más de las veces silen- grafía). También la Noticia de las a/ajas antiguas que se Farnesio su excesiva influencia sobre Felipe V, median- ciados, en las más habituales monografías sobre las han desettbierto en las escavaciones de Resina y otras [sic], te la cual arrastró a Espaiía a sucesivas guerras en Ita- ciudades vesuvianas. que el propio Alcubierre escribió en 1756, contiene lia para asegurar el futuro de su hijo. En esa época 25 datos importantes. Naruralmente, a 22 de octubre ya nada presagiaba que éste pudiera llegar a ser rey de Según FERNÁNDEZ MURGA, 1989, p. 23, sería el inge- se sube a diez el número de obreros destinados a los Espaiía, a lo que estaban llamados los hijos del primer niero Alcubierre, informado durante los trabajos de trabajos. matrimonio de Felipe V Portici de los frecuentes hallazgos fortuiros en la zona, 29 22 quien propusiera en el otoiío de 1738 el inicio de exca- FERNÁNDEZMURGA, 1989, p. 29, recuerda con acier- De los que seis fallecieron en la infancia y el primer vaciones «en busca de antiguos tesoros». Puede que to las palabras de M. Ruggiero en 1885: «los estudios varón, Felipe Pascual, era deficiente. Cf C. ROJAS, La esta información y la procedente de la reina llegaran y la erudición de aquel riempo no iban mucho más allá de la interpretación del arce figurado [... ] y la noble vida y la época de Carlos IV, Barcelona, 1997, pp. 7-10. al rey de forma simultánea. Esre autor hace un amenísimo, muy personal y bas- 26 ambición de aquel Príncipe no superaba el propósito tante desmitificador retrato de la familia a lo largo de Sí creo que merece la pena lamentar que las propias de poseer un rico Museo, publicado docta y suntuo- la vida y reinado de Carlos IV excavaciones, así como la figura de Alcubierre, resul- samente». 23 taran muy perjudicados en su momento y en la his- 30 La anécdota correspondiente es relatada por GUERRA toria posterior debido precisamente a malévolos Un quinquenio de correspondencia entre el rey y su DE LA VEGA, 1988, p. 22 y nota 2. comentarios del propio Winckelmann, informado viejo colaboradot B. Tanucci (al que me refiero algo 24 éste habitualmente por Camilla Padern i, director del más abajo) rambién fue objeto, en el marco del cita- Con detalle véanse, por ejemplo, los artículos de Museo Herculanense, que era enemigo declarado del do centenario, de otra publicación: M. BARRIO, Car- R. HERBIG , «Don Carlos von Bourbon als Ausgraber ingeniero aragonés. Algunas de las perversas fábulas los 111. Cartas a Tanucci (1159-1763), Madrid, 1988. van Herculaneum und Pompeji», Madrider Mittei- fueron ya aclaradas en 1881, a partir de documentos Pero antes había sido ya considerada, por ejemplo en lungen, l, 1960, pp. 11-19; o M.ª F. REPRESA FER- originales, por el investigador italiano M. Ruggiero, el trabajo de M. D'ADDIO, «Cario di Borbone e Tanuc- NÁNDEZ, «Las primeras excavaciones borbónicas en y otras lo han sido en FERNÁNDEZ MURGA, 1989, pp. ci nell' epistolario», en VV.AA., / Borbone di Napo!i e Pompeya, Herculano y Estabia ( 1738-1775)», Revis- 48-49 y passim. Pero, como suele ocurrir, coda falsa i Borbone di Spagna: un bilancio storiografico, N ápo- ta de Arqueología, 76, agosto de 1987, pp. 40-51. La especie propalada por algún «consagrado» acaba les, 1985, vol. I, pp. 423-451, además de en la publi- monografía a la que me refiero, basada en muchos pesando más que la propia verdad. cación global del epistolario que este último dirige. documentos de la época, se debe a F. FERNÁNDEZ 27 Espigo esta frase de una misiva de 7 de octubre de MURGA, Carlos III y el descubrimiento de Herettlano, Se trata del ingeniero jefe de la construcción del pala- 1760, cuando se llevaban ya más de veinte aiíos de Pompeyay Estabia, Acta Salmanticensia. Estudios His- cio de recreo de Portici, Juan A Medrana, a cuya soli- excavaciones. No concreta la valoración, pero se puede tóricos y Geográficos, n. 0 56, Salamanca, 1989. Este citud contesta, en nombre del rey, el marqués de Salas, imaginar que el balance sería extremadamente posi- mismo autor había dedicado mucho antes un rrabajo su secretario de despacho. tivo (la carta en BARRJO, 1988, p. 151). al primer encargado de las labores: «Roque Joaquín 28 31 deAlcubierre, descubridor de Herculano, Pompeya y FERNÁNDEZ MURGA, 1989, p. 26, quien la toma de La frase citada corresponde a una cana enviada por el Estabia», Archivo Español de Arqueología, 35, 1962, la excelente obra del mencionado M. RUGGIERO, Sto- rey recién llegado a Madrid, el 18 de diciembre de pp. 3-35. Los precedentes son brevemente mencio- ria degli scavi di Ercolano, ricomposta su' documenti 1759 (en BARRIO, 1988, pp. 48-49). 32 titucional de la Arqueología en España, (II Congreso (parte de cuyos derechos de venta el rebelde abate Desde agosto de 1750 fue auxiliado, en calidad de de Historiografía, Madrid, CSIC, 1995), ed. G. Mora cedió ala Revolución francesa) se encuentra en nues- subdirector, por el ingeniero militar de origen suizo y M. Díaz-Andreu, Málaga, 1997, pp. 63-69, con tra Biblioteca Nacional, donde la he consultado (aun- K Weber, quien supuso una valiosa aportación para bibliografía precedente. que no la encontré en sus ficheros: sala Goya, sign. ER 1846 y 1847). Véase sobre el museo HERBJG, el diseño de planos de edificios y excavaciones. FER- 38 NÁNDEZ MURGA (1962, pp. 3-35; y 1989, pp. 106 GUERRA DE LA VEGA, 1988, p. 25, recuerda concre- 1960, pp. 16 y ss., y tambiéri la muy reciente obra y ss.) glosa con detalle las disensiones y rivalidades tamente las obras de D. LEROY, Les ruines des plus Museo Archeologico Nazionaíe di Napoli. Guida alíe internas que a lo largo de los cacorce años siguientes beaux monuments de La Crece, París, 1758, y la de los co!Lezioni, Nápoles, 1999, con textos de S. DE CARO, surgieron contra ambos militares, por parte de Pader- ingleses J. STUART YN. REVETT, Antiquities ofAthem espec. su capitulito «Cenni storici», pp. 11-12, con ni y de otros, y posteriormente entre los dos ingenie- and other Monuments ofGreece, Londres, 1762 (reed. la lámina de Saint Non (aunque erróneamente le atri- ros hasta la muerte de Weber en 1764, cuando es sus- Londres, 1837). buye el haber inventado la escena). tituido por F. La Vega. 39 Existe una pequefia pero muy interesante monogra- 41 33 No se conocía esto al principio con certeza, pues de fía sobre este palacio, sus fondos, sus talleres y su expo- dos tipos de visitantes autorizados: la nobleza de REPRESAFERNÁNDEZ, Í988, pp. 17-18, destacando Herculano se pensaba en general que era Pompeya y sición, parcialmente pública: M.• F. REPRESA FER- sangre y la aristocracia cultural. Para ambos, sin de ésta que era Stabia. La excavación de Pompeya iba NÁNDEZ, EL Real Museo de Portici (Ndpo!es): embargo, estuvo prohibido por completo hasta a ser mucho más sencilla, como bien vio Alcubierre, 1750-1825. Aproximaci6n al conocimiento de la m- 1775 realizar dibujos o croquis y tomar notas, lo que puesto que estaba al aire libre, aunque por la misma tauraci6n, organizaci6n y presentaci6n de sus fondos, motivaba el disgusto de muchos, por ejemplo el de razón estaba más expoliada. Aquí sí se pudo dibujar Srudia Archaeologica, n. 0 79, Valladolid, 1988. Winckelmann . La autora contrasta este recelo con la planta del anfiteatro, que fue lo primero que se exca- 40 la actitud aperturista, por la misma época, del Museo vó, antes de volver a cubrirlo (véanse los detalles y la Hay una valiosa descripción de época del museo y sus Británico. progresión de los trabajos y hallazgos en FERNÁNDEZ colecciones, debida al célebre Jean-Claude-Richard 42 MURGA, I 989, pp. 77 y ss.). Desde 1763 se acos- de Saint-Non (1727-1791), político y clérigo ilus- FERNÁNDEZMURGA, 1989, p. 124: los cuatro prime- tumbró exonerar los edificios para permitir su visita trado y perseguido, y también fino dibujante y gra- ros y el séptimo dedicados a las pinturas, el quinto y a estudiosos y aficionados. bador por afición, conocido como «Abbé de Sainc- el sexto a los bronces (bustos y estatuas) y el último a 34 Non», quien la publicó dentro de su Voyage pittoresque lucernas y candelabros. REPRESA FERNÁNDEZ, 1987, pp. 48-49. de Nap!es et de Sici!e, que realizó desde Marsella, en 35 1777, dedicó a la reina consorte de Nápoles y publi- 43 GUERRA DE LA VEGA, 1988, p. 23. Sobre esto véase MORA, 1998, pp. 115 y ss. có en París, 1781-1786, en dos volúmenes. En el 36 segundo de ellos dedicó un pequeño aparcado al Aparte, naturalmente, de su propia madre, Isabel de «Transpon des antiquités d'Herculanum au Palais carta se fechaenAranjuez, el 14 de abril de 1761, vid Farnesio. des Études au Mousaeum de Naples» (pp. 54-55), en BARRIO, 1988, p. 223. 44 La frase de GUERRA DE LA VEGA, 1988, pp. 24-25. La 37 acompaiíada de una preciosa lámina que no es real, S. CALLE MARíN, «Tanucci y su vinculación con el sino que se creó para que el rey pudiera imaginar 45 GUERRA DE LA VEGA, 1988, p. 23. nacimiento de la Arqueología», en VV.AA., La crista- cómo sería el desarrollo del evento, como afirma el 46 lizaci6n del pasado. Génesis y desarrollo del marco im- propio Saine-Non. Un ejemplar de esta singular obra !bid. Éste es, sin embargo, el que ha pasado a la fama. 47 Empresa que, como más adelante comprobaremos 51 F. FERNÁNDEZ MURGA, «Cario III a Napoli», en Bor- despliegue de estudios del centenario, «falta todavía (capímlo III. 2), fue en su nacimiento regia y española. bone, 1985, vol. I, p. 241. 55 F. ARRIBAS, «Datos y documentos sobre arte proce- una biografía crítica del gran soberano ilustrado». 48 52 M. GIGANTE, «Carla III e i papiri ercolanesi», en Bor- ROJAS, 1997, p. 11, lo atribuye al debilitamiento por dentes del Archivo General de Simancas. Hallazgos bone, I 985, vol. !, p. 240. Casi idéntica frase es utili- su larga serie de partos y abortos ininterrumpidos. arqueológicos en el siglo XVIII», Boletín del Seminario zada veinticinco años antes por Herbig. El trabajo de En efecto, había tenido a su decimotercer hijo, el de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Gigante destaca por su objetividad en torno a un asun- luego malogrado infante Francisco Javier, dos años Valladolid, XVI, 1949-1950, pp. 195-199, encuentra to que en su día recibió tanta crítica como el de la atrás, en 1757. En carta a Tanucci de 29 de abril de constancia oficial en los archivos estatales de Simancas excavación de la famosa «Villa de los Papiros» y la res- 1760 el rey le informa confidencialmente de que la de sólo tres datos arqueológicos durante los reinados de tauración y publicación de sus ricos mareriales. Llamo reina está preñada, embarazo que parece una falsa Felipe V, Fernando VI y Carlos III (en total ochenta y la atención especialmente sobre sus notas 72 a 76 para alarma (carta de 10 de junio). El 12 de agosto le dice ocho años): un «gasto secreto» autorizado en I 745 para la bibliografía de la historia cultural de Nápoles en este que padece «unas tercianillas ligeras», de las que excavar un mosaico en Murviedro (Sagunto, Valencia), período y sus valoraciones posreriores, pero vistas comienza a recaer durante el verano en La Granja, el hallazgo de un tesorillo monetal en Mallorca en 1756 desde el lado italiano. hasta un inesperado agravamiento ya en Madrid el y el informe de las excavaciones de 1781 de Bruna en 49 M. GIGANTE, 1985, p. 240. C. JuSTI, Winckelmann. 15 de septiembre, tras el que fallece, el día 27. Pare- Itálica, al que inmediatamente haré referencia. Natu- ce más lógico que la desequilibrara el cambio de la ralmente no es lo único, pero sí es sugestivo de una muy Sein Leben, seine Werke und seine Zeitgenossen, Leip- soleada Nápoles marítima por el gélido Madrid escasa actividad oficial. zig, 1872, vol. Il.l, pp. 169 y ss., (que no he podido decembrino. Pero la psicología también pudo influir: 56 consultar). FERNÁNDEZ MURGA, 1989, p. 147, cita unas cuan- F. AGUILAR PIÑAL, «Las academias del siglo XVIII como 50 tas frases, amargas, de María Amalia a Tanucci: centros de investigación», en Borbone, 1985, vol. II, Los detalles de esta transición se encuentran por «... estaba mucho más contenta con ese pequeño pp. 391-404; y MORA, 1998, pp. 36-41. extenso en las historias del reinado y biografía de Car- reino [... ] es demasiado desgarrador el cambio hecho, los III debidas sobre todo a M. Danvila y Collado, al y cada día lo advierto más». 57 Un caso paradigmático sería el del jerónimo fray Fer- conde de Fernán Núñez, a A. Ferrer del Río y a A. Muriel, rodas ellas escritas y publicadas durante el 53 Hace un interesante análisis, presentando un esque- -especialmente teológicos, antiencidopeclistas y anti- siglo XIX y sobre las que descansa buena parte del ma de agrupación sectorial de medidas concretas, rregalistas-- y en nuestro campo por su documentada excelente crédito del que aún goza el reinado de Car- V. LLOMBART, Campomanes, economista y político de obra La Itálica, que dejó manuscrita en 1786 pero no los III; véanse aquéllas más resumidas en BARRIO, Carlos 111, Madrid, 1992, pp. 352-353. fue publicada hasta un siglo más tarde (Sevilla, 1886). 1988, pp. XIV y ss. Sin embargo, es interesante con- Zevallos efectuó además varias excavaciones por su cuen- trapesar un enfoque crítico del reinado y de sus 54 G. STIFFONI, «El "pórtico italiano" de Carlos III. hagiógrafos como el de M. HERNÁNDEZ BENfTEZ, Apuntes sobre problemas todavía abiertos a la inves- terio, el de San Isidoro del Campo de Santiponce (Sevilla), poseía una buena colección de piezas italicenses. nando de Zevallos, célebre por otros escritos notables ta para comprobar algunas de sus hipótesis. Su monas- «Carlos III: un mito progresista», en Equipo Madrid tigación», en VV.AA., Estudios dieciochistas en home- de Estudios Históricos, Carlos 111, Madrid y la Ilus- naje al profesor José Miguel Caso González, Oviedo, 58 tración: contradicciones de un proyecto reformista, Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII, I 995, vol. 11, Otro caso notable es el del edil sevillano Francisco de Madrid, 1988, pp. 1-23. pp. 337-351. Observa (p. 337) que, a pesar del gran Bruna y Ahumada, creador de la colección arqueoló- gica del Alcázar y excavador en Itálica junto al conde nos bellos mosaicos, para la que envía nada menos que del Águila: véase su informe «Escamas, pedestales, ins- al director de Arquitectura de la Real Academia de San los cotos napolitanos de Procita y Persano. cripciones y demás objetos que se descubrieron en Fernando [M.ª C. FERNÁNDEZ CASTRO, «Las llama- 64 Santiponce, cerca de Sevilla», msc. de 1781, publica- das "termas" de Rielves (Toledo)», Archivo Español de El informe correspondiente se tituló Diario del viaje do en Revista de Archivos, Bibliotecasy Museos, 1, 1875, Arqueología, 50-51, 1977-1978, pp. 209-252; y ahora desde Valencia áAndalucía { ..} en 1782. Para el deta- pp. 240-241 (vid nota 71). Se trata sólo de ofrecer T. GALlANA MATESANZ Y J. M. MEDRANO, «Juan Pedro lle de este viaje, complementado con otro a Portugal una muestra de este tipo de iniciativas. Arna! y los mosaicos de Rielves. El hallazgo Arqueo- a fines del mismo afio, así como para la bibliografía 59 Este detalle es bien notado por I. NEGUERUELA, «Las lógico y su interés artístico», en VV.AA., Anticuaria y sobre él, véase ahora MORA, 1998, pp. 45-46; y Fran- Arqueología. lmdgenes de la España antigua 1151-1817 cisco Pérez Bayer. Viajes literarios, ed. A. Mestre San- excavaciones arqueológicas en el siglo XVIII y el (cat. exp.),1997, pp. 21-26]. Pero la realidad es que se chís et. al., Col. Arxius i Documents, 22, Valencia, so a distancia y con buenos consejos, la evolución de M.A.N.», en VV.AA., De Gabinete a Museo. Tres siglos abandonan los trabajos en cuanto se comprueba que 1998, pp. 69-606. de historia (cae. exp.), Madrid, 1993, pp. 246-254, se traca sólo de una villa rústica. De codos estos yaci- 65 espec. 248, aunque, curiosamente, no responsabiliza mientos, sin embargo, hubieran podido ser«rentables» MORA, 1998, pp. 46-47. En 1778 realizó con sub- de la incapacidad para organizarlas a los reyes, sino al menos Mérida, Itálica y Sagunto. vención de Carlos III un viaje a Italia. El de España propiamente dicho no se llegó a desarrollar por dife- «al siglo». 62 60 En las misivas semanales a Tanucci nunca falta el inter- rentes circunstancias. Sobre este autor y sus proyec- Carca a Tanucci desde Aranjuez, de 31 de marzo de cambio de referencias a las batidas y a veces el detalle tos arqueológicos, porque más bien son atribuibles a 1761: «Siento mucho que las escavaciones no hubie- de piezas cobradas, de las suyas al comienw de la carta, Carlos IV, me extiendo con más detalle en el capítu- sen dado nada aquellos dias, y veo lo que me dizes que y al final de las que se siguen haciendo en los cocos de lo III del presente trabajo, a partir de documentación Paderni te avia dicho del deseo que yo tendría de tener Nápoles. Su interés es que su hijo Femando se apa- inédita del Archivo Histórico Nacional. en yiesos las cosas mas particulares que se hallan en el sione como él, y varias veces alude a que se traca de 66 Palazio, y en el museo de Porcici, lo qua! es assi, pues una actividad inocente y útil, buena para la salud, y A. PONZ, Viage de España, Madrid, 1772-1794. La a lo menos de este modo tendría el gusto de ver en el con la que él «procura divertirse la imaginación», es comisión regia le encargaba, en principio, el recorri- modo que es posible aquellas cosas que saves que son decir, alejarse momentáneamente de sus otras graves do por los colegios de jesuitas expropiados tras su tan de mi genio y gusto, y assi estoy muy cierto que preocupaciones (carta de 11-11-1760). El grueso de expulsión en 1767 para inventariar sus objetos artís- contribuiras a ello, pues se q uanto deseas darmelo en cada carra, sin embargo, siempre lo ocupan los asun- ticos. La instrucción precisa se debió a P. Rodríguez todo ... » (véase el fragmento en BARRIO, 1988, p. 217). tos de Estado. Campomanes, auror del dictamen fiscal de su expul- 6r 63 sión. Pero Ponz complementó extraordinariamente el No obstante, alguna hubiera satisfecho su «genio y Tiraba alternativamente en los bosques del Buen Reti- encargo inicial tomando notas preciosísimas sobre gusto». MORA, 1998, pp. 89-106, documenta, para ro, El Pardo, El Escorial y en los Montes de Toledo; monumentos, colecciones y piezas luego perdidas. todo el siglo XVl!I, excavaciones o acciones y estudios sobre todo lobos, zorras, gamos, jabalíes y diferentes Véanse otros detalles en MORA, 1998, pp. 47-48, e de diversa entidad en doce yacimientos: Segóbriga, tipos de aves, especialmente palomas torcaces (que en infra en el capítulo III para otras referencias sobre el Sagunto, Elche, PuigdeCebolla, Calpe, Munigua, Itá- Italia gustaba de regalar a Tanucci). Muestra también último tercio de este viaje, ya bajo Carlos IV lica, Cástula, Osuna, N umancia, Clunia y Mérida. En una notable preocupación por la caza controlada y la 67 1780, por ejemplo, Carlos III patrocina una excava- conservación de las distintas especies (aunque su moti- Véase C. MORALES BARRERO, «Biblioteca de Cámara del ción en Rielves (Toledo), tras el hallazgo casual de algu- vación no fuera propiamente ecologista) y sigue, inclu- Rey Carlos III», Reales Sitios, 96, 1988, pp. 49-54. La .1º 1 aurora señala que la biblioteca heredada de sus antece- como las financiadas por la Real Academia de Buenas La antigua Ostippo y actual Estepa, y ello hasta 1994, sores fue en parte «el bloque inicial de la Biblioteca Letras de Sevilla en Itálica, en 1781 y 1788, bajo la cuando, por la diligencia del padre A. Recio y del Patrimonial de los Borbones. Se la llamó "Biblioteca de dirección del conde del Águila y F. de Bruna y Ahu- Ayuntamiento de Estepa, ha sido rescatado de la oscu- Cámara" o "Real Particular", para distinguirla de la mada, y de las que también se informó, al menos el 17 ridad para el disfrute y uso de todos. Biblioteca Real Pública fundada en 1712 por Felipe V». de noviembre de 1781, al conde de Floridablanca ( vid. 68 la nota 58). 75 Se pueden contar, entre las obras colectivas: dos congresos nacionales sobre Historiografía (publicados en l. NEGUERUELA, 1993, p. 250 con nota 11, en la que 72 cita como fuente los Apuntespara un catálogo que com- Las primeras citas son de la Real Cédula de Carlos IV, 1991 y 1997), otros dos sólo sobre temas andaluces prende la colección de antigüedades de la Biblioteca de 1803, y la última de las Memorias de Manuel Godoy (1993 y 1995) y el catálogo de la exposición del ter- Nacional, de B. S. Castellanos de Losada (Madrid, (vid. nota 169). De todo ello se tratará con detalle en cer centenario del Museo Arqueológico Nacional 1847), haciendo referencia expresa de los bronces. el capítulo siguiente. (1993) (véase sobre ellos con detalle infta en la nota 73 AGUILAR PIÑAL, 1985, p. 404. 94); como obra de conjunto, el ya citado (nota 19) 69 GUERRA DE LA VEGA, 1988, p. 26. librq de G. Mora sobre la Arqueología Clásica en el Por ejemplo con la concesión en 1774 del permiso ofi- 74 F. AGUILAR PIÑAL, Un escritor ilustrado: Cándido siglo XVIII (1998). Y todo sin sumar aún las contri- cial para excavar en la muralla romana de la burgale- María Trigueros, Madrid, 1987, p. 42: «[anticuarios] o dentro de congresos dedicados a temas más gene- sa Clunia, pero no por razones científicas, sino para cuyos nombres, por desgracia, no tienen presentes los rales; un ejemplo sería el trabajo de J. M. MORALES extraer de ella materiales con los que reparar la capi- actuales estudiosos, que menosprecian la "prehistoria" FOLGUERA, «Clasicismo y antigüedad en Málaga en el siglo XVIII», en VV.M., Historia Antigua de Málaga y 70 buciones individuales en muchas revistas científicas llamayor de la iglesia de Peñalba (MORA, 1998,p. 103 de la ciencia arqueológica en España». Un caso muy con la referencia). representativo de este tipo de nobles esfuerzos priva- su Provincia (Actas del Primer Congreso de Historia 7r dos, valiosos aunque no fueran académicos, me pare- Antigua de Málaga, 1994), ed. F. Witlff Alonso y G. De las que, sin embargo, algunas se hacían particular- ce el del laborioso provincial franciscano padre Ale- Cruz Andreotti, Málaga, 1996, pp. 375-389. Para mente y dando cuenta de ellas, así las de Cástulo (c. jandro del Barco, autor entre otros de un Retrato haberse producido todo ello en sólo siete años, resul- Linares, Jaén) de J. de Figueroa Silva, en 1784-1785 naturaly político de la Bética antigua (1779), pero del ta una resurrección general digna de meditación y de (MORA, 1998, p. 102), o por instituciones locales, cual quedó inédito su interesante manuscrito de 1788, asombro. III CARLOS IVY EL PRÍNCIPE DE LA PAZ, PROTECTORES DE LAARQ1JEOLOGÍA ESPAÑOLA CARLOS IV: EL PRIMER PATROCINADOR ILUSTRADO DE LA ARQ!)EOLOGÍA ESPAÑOLA Carlos IV de Borbón y Sajonia (r. 1788-1808) (lám. II) es monarca no muy bien considerado, y por varios convincentes motivos, en la memoria histórica de los españoles. Sin embargo, en su mucho menos estudiada faceta de protector de la Arqueología, las artes y las letras antiguas no creo que nos hallemos ante ningún indigno epígono de sus dos cultos antecesores, Fernando VI y Carlos III, a los que incluso adelantó notablemente en el aspecto legislativo. Fernando VI (r. 1746-1759), el reorganizador de las tres academias humanistas, entre otras actividades, había patrocinado la -en mi opinión- más grande y fallida empresa histórico-cultural que España acometiera nunca, bajo la batuta, entre otros, del inteligente jesuita P. Andrés M. Burriel (1719-1762) y, en lo referente a antigüedades, por un gran pionero de la Arqueología y la Historia Antigua hispanas, aplastado por las envidias y la política: Luis José Velázquez de Velasco, marqués de Valdeflores, el primer excavador oficial en Mérida76 • Por la ambiciosa concepción de esta gran empresa77 , aunque fallida78 , y por las distintas obras y proyectos que de ella se derivaron en los siguientes cuarenta años, podría adelantarse, en mi opinión, hasta Fernando VI el nacimiento de un concepto moderno de la Arqueología en España79 • En cuanto a Carlos III, como en el capítulo anterior se esbozó, son su enorme peso específico y la cantidad de estudios dedicados a su obra80 , los que sin duda han contribuido a dejar en la sombra81 los también notables avances culturales y artísticos del más breve y más problemático período de su hijo Carlos IV82 • Y es cierto también que en el reinado de éste, a partir de los enfrentamientos con Francia en 1793-1 7 95, con Inglaterra entre 1796 y 1805, con Portugal en 1801, de la Guerra de la Independencia y del destierro del rey y de su privado Godoy83, prácticamente todas las iniciativas cultas en marcha sufrieron diversos retrasos o encontraron su fin; retrasos debidos, unos a las restricciones económicas derivadas de las necesidades béli.cas, otros a la inestabilidad y a las banderías políticas, y todo para desesperación de intelectuales y artistas 84 , casi permanentemente expuestos en nuestra historia a los vaivenes políticos, cuando no comprometidos a fondo en ellos 85 • No obstante, entre los logros generales de la cultura y el arte en la época de Carlos IV conviene destacar bastantes, y de forma general 86 , e incluso más particular 87 , se ha hecho. Aparte de la restauración del Observatorio Astronómico de Cádiz (1790-1796) 88 , o de la construcción del de la corte (1790), Carlos IV mantuvo en vigor casi en su totalidad las novedades educativas y culturales introducidas en las casi tres décadas del reinado de su padre. Es especialmente notable la creación del Depósito Hidrográfico (también llamado «Dirección Hidrográfica») de Madrid, sobre el que, muy orgulloso, comenta Godoy cómo en los primeros seis años de su mando se incrementó el número de cartas náuticas, derroteros, vistas y planos, que «para no quedar encerrados al alcance de unos pocos fue dado a luz[ ... ] a los precios más cómodos [... ] estas grandes publicaciones fueron recibidas con aprecio general en los dos mundos [... ], como la Colección de cartas esféricas, para un curso nuevo de Geografía antigua y moderna[ ... ] entre otros trabajos de este género». Según Alexander von Humboldt, «el Depósito Hidrográfico de LÁM. 11 Francisco de Goya, Retrato del rey Carlos IV de Borbón y Sajonia, c.1789. Madrid, Museo del Prado (antes en el de Bellas Artes de Zaragoza). Madrid era el mejor establecimiento de esta clase que existía en la Europa» 89 • Fue también decisivo el impulso dado a la Calcografía Nacional 90 • La actividad impresora y divulgadora durante este reinado, si podemos creer al propio Godoy9 i, fue muy considerable, incluso la dirigida a las enseñanzas elemental y media. En este sentido concedo especial valor a la creación del Real Instituto Pestalozziano, y a las traducciones ordenadas hacer y publicar de las recientes teorías del suizo H. J. Pestalozzi sobre los métodos de la enseñanza a niños, que sentaron las bases de las modernas escuelas primarias europeas (proceso que, obviamente, quedó truncado en España). Son su mérito también el patrocinio de la célebre expedición científica de Alejandro Malaspina y José F. Bustamante (1789-1794) 92 , ésta auspiciada todavía por el impulso «novador» del conde de Floridablanca, y la protección singularísima sin la cual el citado Humboldt jamás hubiera podido realizar su famoso viaje privado (1799-1804) por la América hispana. El propio científico alemán así lo reconocía:« ... y, cosa que los españoles consideran imposible, no sólo he recibido el permiso real de penetrar en todas partes en las colonias españolas con mis instrumentos, sino que he conseguido, además, las recomendaciones del rey [Carlos IV] para todos los virreyes y todos los gobemadores»93 • Pero son completamente desconocidos el interés y el mecenazgo de Carlos IV en nuestro campo de las antigüedades. Quisiera relacionar aquí sólo algunos ejemplos, pues, como muestra de lo que antes decía, ni las síntesis generales de este reinado, ni los estudios de historiografía de la Antigüedad sobre estos dos siglos de España (el XVIII y el XIX), iniciados por fin, como dije, en 1988, han recalado en el reinado, y menos aún en la persona, en tanto aficionado o como promotor, de Carlos IV de Borbón94 • Así pues, muchos de los datos y documentos que paso a ofrecer, basándome en informaciones archivísticas y bibliográficas de época, han permanecido inéditos hasta este momento, mientras otros no han sido comprendidos o sistematizados nunca dentro del programa de la obra anticuaria de todo un reinado, pues de la existencia de tal programa y de su alcance no parece existir al día de hoy una verdadera consciencia. Esto es lo que justifica que haga aquí el esbozo de unos primeros apuntes sobre las acciones e intereses anticuarios que creo se pueden atribuir directamente a Carlos IV y a su valido, el Príncipe de la Paz, junto con lo que me parece todavía más importante -el criterio «ilustrado» que los guiaba-, y que espero merezcan que otros investigadores los vayan completando y enriqueciendo en el futuro. Este encuadre servirá además para enmarcar y hacer más comprensible la misión arqueológica oficial de Mérida de cuyas láminas me voy a ocupar más adelante: no se trata de un encargo esporádico, caprichoso o excepcional, sino de una medida más dentro de una política consciente de estudio y protección de las antigüedades españolas, 34 que no había de responder ya a «lo clásico» ni al mero «buen gusto», sino que sirve -o al menos lo pretende- a los intereses históricos de la nación. En 1790 Carlos N ordenó, por vía reservada de Marina, la reparación y restauración de la Torre de Hércules en La Coruña por sus valores históricos, requiriendo a la Real Academia de la Historia para que le confirmara cuál de las teorías que le llegaban era la cierta: si el monumento se debía a César, a Trajano o, por el contrario, como otros le decían, LÁM S. lJl A Y B Joseph Comide, Alzado exteriory sección de la llamada« Torre de Hércules» ofaro romano de La Coruña, 1792. era de época moderna. A contes- tar a este interés especial se debió el estudio del académico J. Cornide (láms. III a y b). También en 1790, el monarca encar95 gó a Fr. Joseph Ortiz y Sanz la continuación del Viage anticuario que había comenzado e interrumpido por enfermedad en el último año del reinado de su padre, 1788, aunque finalmente el real erario no se lo pudo financiar (cf infra) 96 • Entre 1792 y 1798 se adoptó la decisión de «multiplicar los ejemplares de los autores clásicos, griegos, latinos y españoles», además de las reimpresiones «de todas las que no abundaban» 97 , y de igual forma se procuró «beneficiar los tesoros empolvados» de la literatura arábiga, apoyando a orientalistas como Joseph Banqueri o José Antonio Conde; y, en lo material, se ordenó a la Real Academia de San Fernando que se continuara la monumental Antigüedades drabes de España98 (lám. IV). De igual modo, trabajos de mucho mérito que habían quedado inéditos fueron dados a la luz, como es el caso del académico Ignacio de Hermosilla y Sandoval y su importante estudio de 1762 sobre las ruinas de Augustobríga (Talavera la Vieja, Cáceres). El 9 de julio de 1792, el conde de Aranda transmite a Pérez Bayer (autor, como se dijo, de un célebre Viaje en época de Carlos III) la orden del rey para que inicie en Madrid un trabajo sobre la disputada cuestión histórica de la batalla de Mundct9 y en 1794 recolectar y publicar todas las obras de Alfonso X el Sabio 1ºº. Con oficio de 17 de septiembre de 1793, por vía reservada de Estado, envía el monarca a la Academia, para su examen y juicio, un tomo en folio, manuscrito, sobre epigrafía romana y goda de la provincia de Extremadura, a fin de conocer su valor científico 10 1 • En 1792, el gobierno envía al académico aragonés Joaquín Traggia a recorrer varios archivos de España, y en 1794 al escritor y marino J. Sans Barutell para investigar en los de Barcelona y Simancas 102 • Las grandes obras geográficas modernas de Tomás López y de su hijo Juan, geógrafos de los dominios del rey (el primero desde Carlos III), no olvidaron la creación y grabado de mapas de la Geografía antigua de Hispania según distintos autores, por petición o para satisfacción del rey y de Godoy, aunque con desigual éxito a juicio de éstos. A modo de ejemplo, en el Archivo Histórico Nacional he hallado un escrito autógrafo del secretario de Estado, conde de LÁM . IV Visea general de Córdoba con la mezquita y, en la parte inferior, los célebres miliarios romanos del Floridablanca, desaprobando la calidad de los dos tomos hechos por Tomás !anusAugustus, del Patio de los Naranj os. Lámina de la López sobre la provincia de Madrid, a efectos de convenir o no en que éste, según segunda parce de las Antigüedades árabes de Espana, Madrid. 1804. había solicitado en carta de 5 de abril de 1789, los dedicara al monarca. Anota Floridablanca que «lo siento por lo que le estimo». Consternado, don Tomás le contesta el 18 de mayo y, entre dolido y humilde, le asegura que «nunca más escribirá sobre Geografía Histórica», y que volverá a dedicarse «sólo a la Geografía exacta»103 • Juan López, por ejemplo, tradujo en 1787 el libro III de Estrabón (no del griego, sino del latín) al castellano, con objeto de «indagar la correspondencia de los nombres antiguos con los actuales» para un mapa de la España Antigua. En diciembre de 1795 se dirige al Príncipe de la Paz y, durante el intervalo en que está «ocupado en formar las listas de mapas que se han de pedir para el ministerio de VE. [... ] y en arreglar un archivo geográfico para uso de su Secretaría... » encuentra tiempo para acompañarle «una disertación ó memoria geográfico-histórica sobre la Bastitania y Contestania» 104. Tomás López, hacia 1798, recogió muchas papeletas con destino al siempre inacabado Diccionario Geográfico, de las cuales algunas se han publicado recientemente de forma regional 1° 5 • A veces los propios viajes geográfico-científicos auspiciados por la corona daban lugar a hallazgos y a excavaciones arqueológicas autorizadas, como ocurrió durante el de Antonio José Cavanilles, quien, en la primavera de 1791, recibió el encargo del rey de «recorrer la España para examinar los vegetales que en ella crecen»; en el tomo II de su obra (pp. 226-232), inserta la memoria de su excavación de una villa romana entre Calpe e Ifach, hecha en sólo dos días de mayo de 1792 1º6 • LÁM . V E. Palos y Navarro, Planta y alzado del teatro de Sagunto, 1793, lámina dedicada "Al Excmo. Sr. Duque de la Alcudia, Secretario de estado del Rey Nues- La propia Academia de la Historia constituyó, en 1792, una «Sala de Geografía» 107 , y en 1796 el rey encargó a Manuel tro Señor". Abella el reconocimiento exhaustivo de los archivos españo~-,,.-. ·--- ... -r .. ;'.,._,.."_ rr fl l"i11J1'1 r.,. l".,.. セ@ • ......... les, especialmente de los municipales. De éste, Godoy afirma que se quería con él «juntar datos para la formación de una nueva geografía más exacta de la España, para recoger noticias de sus antigüedades y reunir nuevas luces ... ». Este nuevo viaje era, en cierto modo, una continuación parcial del de Valdeflores, y en la imprenta real se editó como anuncio el opúsculo Noticia y plan de un viaje para reconocer archivos y formar la colección diplomática de España, encargada por el rey a don ManuelAbella (Madrid, 1796). Tras declararse protector de este empeño ante el rey, Godoy concluye: «... fue desgracia que mis sucesores en el mando, un J avellanos y un Saa,a ,:r"' 1• n1vn•: /J1-:r.,1 .11.e1vu ; ,rA't'n1:r.1111rJ1»:1,,rr.1Da»KJ.Rrr.\Tl:!T'llo.~~.Vo11 vedra, descuidaran esta obra» 1º8 • 37 Son también de este reinado (1793) los trabajos en el circo y en el teatro 109 romanos de Saguntum (Sagunto, Valencia) de Enrique Palos y Navarro, abogado de los Reales Consejos y estudioso de las ruinas de la por entonces llamada «Murviedro» (de «adMurum Veterum»), nombrado por Carlos IV -con muy notable avance sobre la generalización de ·-;._·-·~""--r"""'!?' _ _ ___. Jr "-r--...... r.r_. • .,......._, esta costumbre en España- «juez conservador de las anti- · ~";:=:-""' ........... güedades saguntinas». Palos se dirige así a Godoy, hablan- , ..... .,,.r.~ セ@ "c,.,._,,1r.a... セ@ T do del teatro, en la dedicatoria de su obra: «La memoria del A•.J"~ T ,-,-•~,-,-•r....._.,...,_.~ ,: ,At..,,1r:.... A_,.,,..,r_ ... 11J,1,.1,.,..~-· justo aprecio que VE. hizo de tan insigne fábrica, me obliga á esperar que VE. se holgará de ver el estado bastante bien conservado en que se halla ... »''º (lám. V). Asimismo se deben a Carlos IV las primeras excavacio- -..a.--· .. LÁM . V I Púmo de la ciudad de Segóbríga (Saelices, Cuenca), co n los hallazgos de las excavaciones regias, levantado en julio de 1794 por M. d e Prado y M aríño y grabado por López Enguídanos. Tomado de J. C om ide, 1799. nes oficiales de la, desde el siglo XVI, muy disputada ciudad celtibérica de Segabriga (Saelices, Cuenca) (láms. VI-VII) , después de haber seguido atentamente las particulares allí desarrolladas en 1789 11 '. Los trabajos de 1789 y 1790 los dirigió don Francisco Javier de Santiago Palomares, el archivero real 11 2 , quien también dibujó lo que iba apareciendo. De las exploraciones rememora Godoy que «llevadas adelante las excavaciones, se hallaron con efecto nuevos monumentos, medallas, inscripciones y vestigios magníficos de una gran ciudad populosa. Los más de nuestros sabios anticuarios la han reconocido por la antigua Segóbriga, una de las más célebres de nuestra España romana y goda, destruida y arrasada por los sarracenos. Las inscripciones y medallas que se hallaron han ofrecido a la ciencia de los tiempos muchas fechas importantes, que ilustró después nuestra Academia de la Historia ... » (en efecto, de 20 de febrero de 1790 data el Informe de Campomanes a la Real Academia de la Historia, que en ella se conserva). Resulta muy notable también que Godoy caracterice estas excavaciones arqueológicas como ejemplo de «obras emprendidas para sustento de los pobres», ya que «los trabajos ocuparon a muchos brazos» 113 • La obra Noticia de las antigüedades de Cabeza del Griego, del académico Comide, es de su segundo viaje de estudio, en 1793, .:,8 aunque viera la luz en 1799. Casi todo el expediente que cito se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, y la propia Academia conserva otro lote 114 • Parecida intervención se hacía en el caso de otros hallazgos fortuitos y actividades arqueológicas de índole privada, M -- ...,• セ@ ., 111, •• •• .,., l!l , I!], •• ii, llh como en las exploraciones iniciadas en 1791 y proseguidas en tJ ,,,.,,J;,.., f'h' /4,,.,., ,/,-,N">,· ./,/ ,:,,,4,.,,,., r 1:./,.-1,,1.,,,,,,,,,.w/,,,,.1,,J b l',,¡;.,1,,/4, ,,.,f.,.,.y,v,o,/u:w/4 rutn/4,-,8¡=,vf" z .t ,-,,4,_, ('",,/1,,.. -~,1,-,,r/,t,, sus arquitectos reales -y nada menos que a Juan de Villa- F.,,h.,,I,, ,, /,,., r:,¡Wh, ¡, , flmh-.r,.•• r ,7.,t,.,,,(,.¡t,>1,i,/.,/,;,,./,r i~"lffl"•,1,,,.,,...,,rno""'"¡,,. .,,1,.,,.,~M, ·' K L e.,,4,4,~,La,,,;_-~.bt, ,G4,... Om, ,rr/m, ,/,,~ ~.z,/4, ,v,,,.,1_,,_..,,~, .f,..i:u.., ,r f9"'Jr.r, .lí ~,¿,,~¡,Mk/~,,,..~ ff .f? ',,¡_ J' ,L,t,,,,,.,j.,.,J,4,r,l,,.;,,,,,,{v,v .!-.¡,,,. ,/.~.,.+fa"" /..,/..G./.v L..fUf"''',,n., (/ L,,/"'I" J.¡w,:r.,/ ,k JY,,RM $fi'.-.v..,m~"'/"'~,r,.,..-· - ,\1 doctor Santos Martín Sedeño; el rey envía en 1795 a uno de y;,/..,,,,,,;...,,1,.,=Al1,,, ,k/.v ,¡:,,,1. ... 0/Jv,,.,, J>?,,.,.,,.. !/~;¡,,.,,,., ,; 1794 en Duratón (Segovia) por el cura rector de Duruelo, 1..1..A/M, 4 /.., ,fii,,/,,4".k,.,,, nueva- para hacerse cargo de las excavaciones y de los hallazgos; creo sinceramente, pues era obvio que se trataba de una simple villa privada, que más con afán de que no se perdieran objetos importantes que con el de apropiarse de las antigüedades. Cuando las excavaciones las emprendían las ilustradas Sociedades Económicas de Amigos del País (que se extendieron pronto por muchas provincias) normalmente se limitaban a recibir y aprobar sus informes periódicos. -~ . 4 n.P791M1;1,1; ,{7?7 x,Jf'('C,())/ ('(7//(7'&¡?.r? h1rr/. ('Z) He encontrado asimismo una referencia de interés en el prólogo de la obra, a la que más abajo me referiré, del ya citado bibliotecario honorario de Carlos III y Carlos IV, fray Joseph Ortiz y Sanz, canónigo de Játiva 11 5 , en 1807: «En gracia de los LAM. Vil Plano de la basílica cristiana de Segóbríga (Saelices, C uenca), con los hallazgos de las excavaciones regias, levantado en julio de 1794 por M. de extrangeros que ignoren la lengua española, me mandó su Prado y Mariño y grabado por López Enguídanos. Tomado de J. Comide, 1799. Magestad poner la Descripción [también] en la latina, como común a todas las Naciones cultas». El rey, por tanto, consciente del escaso conocimiento que por entonces había en Europa del español, se preocupaba de que se acompañara la traducción a la que entonces seguía siendo la lengua culta común por excelencia. Algunos de los anticuarios del momento servían a Carlos IV en distintos destinos, como Cándido María de Trigueros, segundo bibliotecario de los Reales Estudios de San Isidro 11 6 , o Isidoro Basarte, que era miembro del Consejo del rey y luego su secretario honorario 11 7 • A Basarte se le encomendó, en febrero de 1802, la continuación del Viage de Antonio Ponz, y es él, por cierto y como veremos, el académico al que en 1794 la Real Academia de la Historia encomienda el informe pericial sobre los planos emeritenses de Villena. Se interesaba también Carlos IV por la valoración científica de diversas obras que él encargaba o le remitían espontáneamente 118 • Una relación similar mantuvo también el soberano con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, requiriéndole con frecuencia sus informes y asesoramientos, que muchas veces incluían las valoraciones económicas de láminas y dibujos de antigüedades 1 19 • Esta misma Academia, puesto que se estimaba entonces mucho el aspecto artístico o «bello» de los monumentos antiguos y de sus reproducciones, publicó entre 1787 y 1804 las fundamentales Antigüedades árabes de Granada y Córdoba12º, verdadero estímulo del interés ilustrado por la Arqueología árabe, si bien con un fuerte componente artístico inicial. Sobre el valor que se daba al dibujo habla la conversión de la Escuela de Dibujo de Zaragoza, en 1792, en su Real Academia de San Luis. Y, aunque no tenga que ver directamente con España (salvo que merced a él se enriquecieron nuestros fondos), es patente el extraordinario interés del soberano por llegar a poseer la rica colección arqueológica italiana del célebre diplomático y anticuario José Nicolás de Azara. Según el embajador en París y su amigo, B. Iriarte, «Carlos IV se interesa vivamente por ellas»; el diplomático le ofrece las esculturas, a través de Cevallos, en enero de 1801, «como un débil y humilde tributo de mi gratitud». A finales del mismo año, «el rey se impacienta», pues las piezas no terminan de venir. Fallecido Azara en enero de 1804, embarcan bustos y estatuas hacia España, y el rey adquiere además a su heredero la colección de encalles y camafeos, que la reina María Luisa por su parte admiraba desde hacía años. De todas formas, el propio Azara dejó escrito que siempre había sido su voluntad «traerla [su colección de esculturas] algún día a España para que sirviesen en ella a la instrucción y gusto público», y este último deseo, por fortuna para todos, entre Aranjuez y Madrid se sigue cumpliendo al día de hoy12 1• Pero quiero detenerme ya en dos iniciativas de Carlos IV que tuvieron una repercusión activa, general y duradera, en beneficio de la protección de las antigüedades de toda la nación, y que es hora ya de reconocer cumplidamente al monarca que estudiamos. La primera de ellas, en parte como culminación de un continuado interés y a su vez como prueba eficaz del mismo, es el impulso para la reforma de los Estatutos de la Real Academia de la Historia, en cuyo seno se procedió a crear, el 21 de septiembre (R.O. de 15 de noviembre) de 1792 122 , una comisión específica denominada Sala de Antigüedades, de la mayor responsabilidad en el siglo y medio venidero y cuya existencia, aunque con variaciones en el número de sus individuos y fuertes altibajos en su actividad, perdura hasta el día de hoy 123 • Las labores que la Academia asignó desde el principio a su Sala de Antigüedades fueron numerosas, variadas y, de haberlas llevado completamente a cabo, las más ambiciosas de ellas hubieran sido pioneras para el estudio de la Antigüedad hispana. Se pueden contar entre éstas la preparación del Tratado de la Cronología de España, la Colección Lithológica o epigráfica (a partir de los miles de fichas del marqués de Valdeflores), la recogida de materiales para un futuro corpus de los mosaicos romanos de Hispania124 o la revisión y publicación de su rica colección diplomática. Además de todo lo dicho, hasta esta Sala llegaban noticias acerca de una infinidad de yacimientos arqueológicos, descubrimientos casuales, piezas que se ofrecían para adquisición o regalo, así como de expolias, procedentes de todo el país y de cuya valoración científica debía encargarse, por propia iniciativa o a instancias reales. De esta forma puede afirmarse que en la Academia existen informes, noticias, dibujos o estudios -inéditos o publicados-de casi todos los grandes hallazgos españoles de estos dos últimos siglos 125 , además de una interesante colección arqueológica 126 • Véase, pues, cuál fue el acierto de Carlos IV al potenciar la responsabilidad de la Real Academia de la Historia, ya que en realidad ella era en aquel momento la única institución nacional verdaderamente científica que podía, a pesar de ·sus limitaciones, concentrar la información y documentar y velar por el patrimonio arqueológico e histórico de la nación. Esta labor fue complementada, muy poco después, con una segunda medida, ésta de carácter más puramente legal, y que debe ser aquí destacada como -y hace ya demasiado tiempo- se merece. Se trata de la promulgación, en Madrid y el 6 de julio de 1803, de la Real Cédula por la cual se ordenaba vigencia nacional y obligado cumplimiento a la Instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y conservar los monumentos antiguos descubiertos ó que se descubran en el Reyno, cuyo texto completo ha sido hace muy poco publicado por primera vez 127 (lám. VIII). Esta fue la primera vez que se tomó en España128 una medida legislativa de alcance nacional con objeto de proteger y conservar el patrimonio arqueológico, hecha además con un concepto y propósitos astronómicamente alejados de los que hemos visto habían movido a su padre Carlos III. Aunque J. Maier atribuye la idea REAL CEDULA misma de esta ley al ya citado don Mariano Luis de Urquijo, secretario de Esta- DE S.M. do de 1798 a 1800, por el carácter ilustrado de éste, me parece más fundamen2" SEÑORES DEL CONSEJO, tado pensar -por lo que hasta aquí llevamos visto y por lo que aún veremosPOR LA QUAL SE APRUEBA Y MAl\"DA 0BSER.VA1l que detrás de la iniciativa estuvieran el propio Carlos IV y Godoy, quien en 1800 (por tanto tres años antes, y precisamente tras la caída de Urquijo) había comen- J1 lastruccioo formada por 1a Real Academia de b. Hiscoria sobre el modo de recoger y con.. servar los monumentos antiguos descubiertos 6 que se descubran ea el Reylk>, zado su segunda etapa de poder ministerial. Por un lado, acabamos de verificar la formación y familiaridad del monarca con los monumentos y los estudios arqueológicos ya desde su infancia en N ápoles (al llegar a España con su padre, en 1759, iba a cumplir los once años) y cómo, desde los comienzos mismos de su reinado , a fines de 1788, se había ~o 1803, venido interesando por aquéllos. Por otro, también hemos comprobado que en 1792 -seis años antes de llegar Urquijo al cargo- se había procedido ya a la potenciación y reforma de la Real Academia de la Historia misma y a la creación de su Sala de Antigüedades, a las que el rey había encargado por MADRID EN LA IMPRENTA REAL. entonces la propuesta del proyecto de ley. Resulta así muy coherente el que en 1803, mediante esta Real Cédula, le confiera precisamente la «inspección general de las antigüedades del reyno». Ambas medidas legales-reforma espe- LA M. Vlll Portada de b ~ al Cédula de Cario.~ 1 , de 6 de julio de 1803, sobre protección y docu memación de las Antigüedades de España. cífica y responsabilidad en la protección de las antigüedades- pueden por consiguiente observarse como un todo muy complementario, y por ello han de ser atribuidas de plano al criterio y previsión del monarca 129. De esta Real Cédula quisiera destacar aquí sólo algunos párrafos. Por ejemplo, en cuanto a la motivación, que se debe «al deseo de hallar algun medio que pusiese á cubierto las antigüedades que se descubren en la Península de la ignorancia que suele destruirlas, con daño de los conocimientos históricos y de las artes ... » (preámbulo). Por lo que toca a la naturaleza de los monumentos antiguos a proteger, se entiende por éstos (artículo 1. 0 ): 42 .. .las estatuas, bustos y baxos relieves, de qualesquiera materia que sean, templos, sepulcros, teatros, anfiteatros, circos, naumachias, palestras, baños, calzadas, caminos, aqüeductos, lápidas ó inscripciones, mosaycos, monedas de qualquiera clase, camafeos: trozos de arquitectura, colunas miliarias; instrumentos músicos, como siseros, liras, crótalos; sagrados, como preferículos, símpulos, lítuos, cuchillos sacrificatorios, segures, aspersorios, vasos, trípodes: armas de todas especies, como arcos, flechas, glandes, carcaxes, escudos: civiles, como balanzas, y sus pesas, romanas, reloxes solares ó maquinales, armilas, collares, coronas, anillos, sellos; toda suerte de utensilios, instrumentos de artes liberales y mecánicas; y finalmente qualesquiera cosas, aun desconocidas, reputadas por antiguas, ya sean Púnicas, Romanas, Cristianas, ya Godas, Árabes y de la baxa edad 130 • Se reconoce la propiedad de lo hallado al dueño del terreno o a quien los descubra «a su costa y por su industria», pero se hace obligatorio el comunicarlo a la Real Academia para que ésta convenga el modo de adquirir la pieza131 (art. 2. 0 ). La obligación de cooperar en todos los pasos es extensa, especialmente para los miembros de la Iglesia132 , los magistrados seculares y los justicias municipales (arts. 3. 0 y 7. 0 ). En el artículo 4. 0 se destaca el deber de «notar puntualmente el parage de los hallazgos, para que por este medio pueda la Academia conjeturar ó resolver a qué Pueblo, Colonia ó Municipio pudiéron pertenecer». En los artículos 5. 0 y 6. 0 se insta a los «buenos patriotas» a «buscar y conservar monumentos, y comunicar de ellos noticia», de los nuevos, de los ya conocidos de antiguo, y de los ubicados en lugares apartados donde puedan correr algún peligro. Por fin, en el artículo 7. 0 se dictan normas para que «nadie destruya ni maltrate los monumentos descubiertos ó que se descubrieren, puesto que tanto interesan» y para impedir que «en los edificios antiguos que hoy existen en algunos Pueblos y despoblados se derriben ni toquen sus materiales para ningún fin; antes bien cuidarán de que se conserven: y en el caso de amenazar próxima ruina, lo pondrán en noticia de la Academia... » Se destaca en general, como fin último del estudio arqueológico, «sacar ventaja para nuestra Historia secular o eclesiástica», mientras se consigue coadyuvar «á la ilustracion de la patria[ ... ] al honor, antigüedad y nombre de los Pueblos mismos» y «que no se pierdan unos monumentos en cuya conservación interesa la instruccion pública, y aun el honor de la Nación». Creo que esta disposición legislativa por sí sola, y por si no fuera suficiente todo lo antes comentado y lo que de aquí en adelante se refleje, bastaría para reivindicar el reconocimiento de Carlos IV como el más claro y eficaz defensor de la Arqueología española hasta ese momento. No sólo la motivación y las medidas de esta Real Cédula hacen honor a un espíritu ilustrado, que en su planteamiento (otra cosa fue su desarrollo efectivo) se alineaba tanto -diría que incluso mejor- con la 43 tradición familiar como con los criterios europeos más modernos, sino que demuestra la justicia de efectuar una valoración más generosa en este campo hacia el-por otros contundentes motivos- habitualmente descalificado monarca. Pero ahora hemos de tener también en cuenta a un personaje que, de forma oficial precisamente entre los años de 1792 y 1798, y de forma más oficiosa entre 1798 y el final de su reinado, se mantuvo siempre junto al rey y ejerció sobre él una muy notable influencia. EL PRÍNCIPE DE LA PAZ: PARA LA ARQJ)EOLOGÍA ESPAÑOLA, MUCHO MÁS QJ)E UN «FAVORITO» A la hora de valorar los aspectos culturales del reinado de Carlos IV, y muy especialmente en el campo de la Arqueología, sería improcedente e incluso injusto omitir a su valido Godoy (lám. IX): el tercer miembro de lo que algunos autores han definido como «la trinidad» 133 -y también «el triunvirato»' 34- que gobernó España entre 1792 y 1808, y que tanto odio suscitó en el seno de muchos sectores sociales, especialmente nobles y eclesiásticos. Douglas Hilt, en el prefacio de su obra (vid. nota 133), destaca, a mi juicio muy lúcidamente, cómo Godoy, dentro de la voluminosa bibliografía del período napoleónico, «permanece incomprensiblemente como una figura desatendida, a pesar de ser el gobernante de facto de España desde 1792 hasta 1808, y el más importante adversario del emperador francés al sur de los Pirineos». Agrega que en muchas síntesis históricas escritas fuera de España se le suele despachar como el paramourde una reina de moral ligera, y con algunos párrafos muy tópicos sobre los daños que causó a su país. Entre los historiadores españoles el asunto se ha tratado con más amplitud, pero la tónica general no ha sido muy diferente: según Serrano Poncela, de catorce monografías sobre su vida sólo dos le son favorables y, en trabajos menores, otros tres o cuatro tratadistas: el «dossier Godoy» parece hoy tan inamovible como hace siglo y medio. Los historiadores actuales -afirma- no parecen decidirse a la tarea de volver sobre los documentos y de rectificar análisis y conclusiones anteriores, a veces axiomáticas. En las páginas que siguen creo que podrá comprobarse que, como dice Hilt, «Godoy himself was an enlightened product of the Siglo de las Luces, a liberal anxious to free Spain of obscurantism». La presente obra será, en efecto, la primera en la que su imagen se reivindique desde campos como la Arqueología y los estudios y la protección de las antigüedades hispanas. Y afirmo algo más: cuanto más se tienda a pensar en Carlos IV como un rey débil y sin iniciativas (punto de vista muy generalizado pero que no me decido a compartir del todo), más forzoso sería admitir el peso efectivo de Godoy en las medidas que sobre tales aspectos se tomaron durante su reinado 135 • Entre las muchas biografías, pasadas y presentes, sobre este político y ser humano de destino tan fulgurante como desgraciado, aparte de las citadas en su momento, destacaría también la del alemán H. R. Madol1 36 • Me parece genial su visión de la vida de Godoy como un «J ano bifronte», con los 84 años de su periplo vital estrictamente divididos en dos ciclos brutalmente contrapuestos. Supongo que Madol parte del dato real de que fue precisamente un Jarro bifronte, que simbolizaba la suma de Prudencia y Sabiduría, el icono del guión heráldico que Carlos IV autorizó que le precediera, al tiempo de elevarle, por encima de toda la nobleza española, hasta Príncipe de la Paz 137 • Su nombramiento como «príncipe» -inaudito en la tradición monárquica española-le elevaba casi a la misma altura que el heredero de la corona, el príncipe de Asturias. No es de extrañar, pues, el rencor personal y el recelo que LÁM . IX D. Val divieso, Manuel Godoy Álvarez de Paria, Príncipe de la Pazy Duque de la Alcudia, ante un mapa de Ofivenza (Badajoz) como general en jefe en la «Guerra de las Naranjas» contra Portugal (1801). Obsérvense el toisón de oro al cuello y las iniciales "P[ríncipe de la] P[az]" en el cinto. Barcelona, colección particular. siempre guardó hacia el brillante y agraciado Godoy el oscuro y torvo futuro Fernando VII. A la larga éste demostró ser un hombre carente de calidades humanas y políticas 45 y de toda lealtad, pues le faltaron las esenciales, las que debía a su propio padre y a su patria. En cuanto pudo, volvió a sumir a España en un negro período de absolutismo que significó otro lamentable paso atrás en el progreso de la nación, que había estado tan cerca de aproximarse a una verdadera modernización de corte europeo. La especie de «transición política» que me parece que Godoy quiso ensayar tras la experiencia del trágico fin de la monarquía absolutista francesa la veo como un experimento sin precedentes: se trataba de salvar y mantener la institución monárquica por m~dio de su alejamiento del absolutismo, de la Inquisición y del excesivo poder de la Iglesia, adaptándola a los modernos principios culturales y económicos nacidos antes y durante la Revolución francesa. Este ensayo, que entonces fracasó, no era muy distinto, salvando todas las distancias, del que modernamente hemos podido ver en nuestro país coronado por el éxito. En todo caso, como afirmó M. de Esménard en la introducción a la edición francesa de sus Memorias, Godoy fue «envidiado, adulado, calumniado, proscrito», al tiempo que «nadie ha visto de más alto ni de más cerca el movimiento interior y exterior de la grande y antigua monarquía española». Pero vamos con el detalle que aquí nos interesa ahora, que es el casi completamente desconocido asunto de si desde su gobierno se trató, y cómo o con qué medidas, de la protección a la Arqueología y, en general, a las antiguas culturas hispanas. Las páginas que en las citadas dolidas y detalladísimas Memorias que el extremeño 138 don Manuel Godoy y Álvarez de Paria, Príncipe de la Paz y duque de la Alcudia entre otros varios títulos, dedica en su largo destierro a describir las actividades culturales del reinado en las etapas bajo su gestión 139 son, sólo entre 1792 y 1798, nada menos que cuarenta y tres 140 • Comparto sin problemas la opinión de C. Seco Serrano 141 cuando escribe que «es un hecho indudable que amó la cultura en todas sus manifestaciones, y que procuró hacerse perdonar su omnipotencia empleándola en favor de las luces». Y, según lo que afirma el propio duque de su juventud, «los maestros que yo tuve [... ] más que todo sobresalían en el conocimiento de la antigua ciencia de griegos y romanos y sin que sea alabarme, me comunicaron su afición a los grandes clásicos latinos» 142 • De forma que no parece aventurado suponer en Godoy cierta simpatía por la Arqueología Clásica en general y, a priori, como extremeño, por la de Mérida en particular (en cuyo término además tuvo más tarde propiedades 143). Según sus propias palabras, parece claro que varias de las empresas culturales apoyadas procedían de proyectos concebidos ya por Carlos 111, pero muchas otras debieron de responder a su gran ascendiente personal y político sobre Carlos IV, quien, como hemos visto, también (aunque fuera por herencia) era desde el principio amante de ellas. Esta conocida afición del valido, a veces llamado «furor» 144 , explicaría que muchos estudiosos, de forma privada o al solicitar el real patrocinio, dedicaran a Godoy sus obras históricas, literarias y científicas 145 • Como dato indirecto y curiosísimo de su personal inclinación, la Real Biblioteca conserva el Diario del viage egecutado en virtud de las órdenes recebidas del Sr. Duque de la Alcudia por D. Francisco Zamora en 1793-1794 146 • Se trata de un viaje para espiar las actividades de franceses residentes en Levante, y el «ambiente político» en general. Pues bien: el espía Zamora no olvida intercalar -en un estilo muy ad hoc- notas sobre algunas antigüedades que visita en sus ratos libres, lo que sólo puede deberse a que tal instrucción se contara entre las que le había dado Godoy. Así (fol. 22), el 26 de enero de 1794 visita en Carragena «el Castillo romano», en el que, «encima de la puerta del Macho, en caracteres muy bien conservados, se lee la inscripción siguiente ... », copiando a continuación el famoso epígrafe, hoy en el Museo Arqueológico Nacional, del rico scriba quaestorius Aemilius Rectus. En el lienzo de Poniente ve unos garabatos de otra inscripción, que no puede copiar bien «porque estaba alta y obscureció», con el texto (enteramente tachado después en el manuscrito) «BASTETANUS CIXIB. QUAE PISTO/ RIUS CUBAE CDE/ LICIUS CIVIS»147 • Este testimonio, dentro de su carácter pintoresco y secundario, o más bien precisamente por ello, a mi juicio no puede ser responder más que a un interés muy concreto y cierto por parte de Godoy. Porque, en efecto, en la historia de la Arqueología se ha dado varias veces, y sobre todo en el Próximo Oriente, el caso del arqueólogo utilizado para servir como espía; pero es bastante más insólito lo contrario: aprovechar a un espía para que de paso efectúe prospecciones arqueológicas ... Dentro de un género al que historiadores, arqueólogos y epigrafistas debemos muchísimo, el de los viajes anticuarios 148 y artísticos, uno que había sido iniciado en 1771, bajo Carlos III, el fundamental, completo y ameno de Antonio Ponz 149 , concluye en 1794 150 • La obra, el Viage de España, era «de bastante trabajo y mérito [... ] única en su clase y curiosa para los naturales y aún los extranjeros ... » 15 1• Tuvo una continuación, aunque ciertamente de distinta tonalidad, en el ya citado de Isidoro Bosarte, bajo el amparo de Godoy y publicado en 1804, con el título Viage artístico a varios pueblos de España, con el juicio de las obras de las tres nobles artes que en ellos existen, y épocas a las que pertenecen, t. I, Viage a Segovia, Valladolid y Burgos, único volumen del mismo que vio la luz, en Madrid y en la Imprenta Real. Sus referencias a las antigüedades son J mucho menos frecuentes y detalladas que las de Ponz, en parte sin duda por la distinta formación de Bosarte 152 • También de esta época es el Viaje literario a las iglesias de España, de fray J. de Villanueva, que contiene alusiones interesantes a las ciencias anticuarias. 47 En 1794 llega a la Real Academia de la Historia la orden de Godoy para la ya referida búsqueda de manuscritos de las obras de Alfonso X el Sabio, y se comisiona especialmente para ir a Lisboa (donde se creía que existía un manuscrito de las Partidas) al referido y aún muy activo, a pesar de su edad, José Comide 153 • A propuesta del propio estudioso, Godoy autorizó ampliar la comisión, de forma que también fuera un Viage literario de Portugal y una especie de complemento del del marqués de Valdefl.ores, recogiendo las antigüedades habituales (inscripciones, esculturas, edificios), los caminos romanos y, en fin, «visitando lo que Velázquez no pudo». A. Sánchez Moguel, en el prólogo de otra obra que tuvo origen en este mismo viaje, escrita simultáneamente, pero a instancias del gobierno y para otros propósitos: Estado de Portugal en el año de 1800' 5\ aporta muchos detalles sobre la génesis y desarrollo de aquel periplo luso, de junio de 1798 a marzo de 1801. Se le asignaron 5.000 reales al mes y para acompañarle, dos escribientes (uno de ellos dibujante) y un joven auxiliar. Pero son deudores de la protección de Carlos IV y de su secretario de Estado otros dos proyectos viajeros 155 , también de mucho interés para mi intento: el frustrado del ya mencionado bibliotecario real, Joseph Ortiz, y el espléndidamente concluido de Alexandre de Laborde, de los que algo quisiera comentar brevemente. Se deben a fray Joseph Ortiz la mejor traducción e ilustración de su época del Tratado de Arquitectura de Vitruvio, que le había sido encargada ya por Carlos 111 en 1778 (Madrid, 1787), y la traducción de los cuatro libros del mismo tema de Andrea Palladio, de la cual se llegó a publicar sólo la mitad, en 179?1 56 • Ambas obras se prepararon en la Imprenta Real y con gran despliegue de grabados realizados ex professo, muchos de ellos por su sobrino T. López Enguídanos, uno de los mejores grabadores de antigüedades de la época. De ello puede colegirse que Ortiz era un máximo especialista en la arquitectura clásica, asunto que había estudiado en Italia, y por sus propios medios, durante seis años; el influjo de estas dos espléndidas ediciones sobre el neoclasicismo español, como se puede imaginar, fue muy notable. En cuanto a las antigüedades hispanas, el volumen de estudio del teatro de Sagunto es el único que el sabio canónigo y bibliotecario real consigue publicar dentro un proyecto mucho más ambicioso, aprobado por Carlos 111 en 1788 (el mismo año de la muerte del rey) e interrumpido, nada más iniciarlo, por una larga enfermedad de Ortiz: el Viage arquitectónico-anticuario de España. Aunque se le renovó el permiso en 1790 y 1796, ante la imposibilidad de librarle años después los fondos pedidos 157 , el estudioso sacerdote se dirigió en 1800 158 , con 8.000 reales de vellón, a Sagunto. Allí estudió a fondo únicamente el teatro, que publica, en 1807 y con siete láminas, la lmpren ta Real (lám. X), obra que, según él (con algo de amargura) dice, «no sólo vindicará en parte nuestro conocimiento en Artes y Anticuaria, sino que también puede acobardar a los extranjeros del Viaje Pintoresco de España, si son hombres que tienen alguna tintura de Anticuaria ... » EL ESPAÑOL Y REGIO YOYAGE PITTORESQ1JE DE LABORDE Y esta queja, no tan fundada 159 (pero útil para saber que nuesLÁM . X J. Orriz, CáveadelteatrodeSagunto, vistadesdee!Este, c. 1800-1804. tra ciencia era llamada «Anticuaria») , me conduce ya muy a propósito a terminar esta recopilación tentativa sobre la actividad arqueológica de Carlos IV y de Godoy (pues casi todo lo dicho para Carlos Nen bastante medida es aplicable tarn-· bién a su privado) con el muy ilustre y único «viaje» anticuario superviviente: el famoso Vcryrage Pittoresque de l'Espagne de Alexandre de Laborde (La Borda, en realidad), cuyas bellas láminas de gran formato siguen ilustrando con frecuencia nuestros trabajos y exposiciones. De forma inveterada en nuestra ciencia nacional, esta magna obra se viene considerando corno un proyecto de inspiración y financiación francesas, atribuyéndose a veces e incluso al patrocinio del propio Napoleón 160 • Pero, por lo que dice el propio Godoy y por otros indicios, esta empresa puede considerarse no tanto gala corno española, e incluso no tanto del rey corno casi exclusivamente suya. De hecho, la primera edición de la primera parte del primer tomo (Madrid, 1806) fue dedicada al Príncipe de la Paz, incluyendo en plena portada un espléndido retrato suyo a toda página 16 1• Por razones obvias, retrato y dedicatoria fueron eliminados de inmediato en las tiradas posteriores, y sustituidos por unas frases de agradecimiento de Laborde, intencionadamente difusas pero en las que se percibe todavía el rastro de su reconocimiento al valido caído en desgracia. 49 La simultánea edición francesa (t. I, parte I, París, 1806, ed. P. Didot l'Ainé, con tipo Bodoni) lleva desde el principio lo que parece un simple paisaje de género de tema anticuario. Pero cuando se observa éste detenidamente (lám. XI), se admira cómo, sobre un fondo donde se mezclan en la lontananza la coruñesa Torre de Hércules, el acueducto tarraconés de Las Ferreras y la Alhambra granadina -representando quizá las tres principales épocas culturales de España- surge en el primer plano una a modo de estela conmemorativa romana que es una verdadera oda a la monarquía española: en su centro los Reyes Católicos, los últimos de dos dinastías propiamente autóctonas, entre quienes se ubica una alegoría femenina de la Iglesia, y sobre ellos el escudo con las flores de lis y el toisón borbónico. En las jambas laterales y directamente bajo los iconos de León y Castilla aparecen, en sendos clípeos con sus nombres, «Charles V» y «Philippe V», es decir, lo que entiendo como los dos fundadores de las dos siguientes dinastías reinantes en España: la de Austria y la de Borbón. Remata la zona inferior de esta impresionante y meditadísima estela, dibujada por Ch. Perciet, una escena de batalla victoriosa contra el infiel (¿turco?) ambientada en el siglo XVI, que encuadran dos relieves de Niké, la diestra de las cuales, alada, escribe en un clipeus virtutis la Historia, según el conocido tipo iconográfico monetal augusteo que el hispano emperador Teodosio y su primera esposa, la posiblemente bética Aelia Flaccilla, eligieron también en muchas ocasiones para los reversos de sus monedas. Tipo icónico que, dicho sea de paso, continúa siendo el de la Real Academia de la Historia. Si apasionadamente española y laudatoria es esta portada, impresa en París en 1806, no menos lo es la página con la dedicatoria original de A. de Laborde (lám. XII). En ella puede leerse: «Voyage / Pittoresque et Historique / de l'Espagne, / par Alexandre de Laborde, / et une société de gens de lettres et d'artistes de Madrid./ Dédié ason Altesse Sérénissime / le Prince de la Paix, / Généralissime des Armées de S.M.C., / Grand-Amiral d'Espagne et des lndes, etc.». El reconocimiento, por parte del propio autor, de que en la obra le ha acompañado «une société de gens de lettres et d'artistes de Madrid», así como la totalidad de la dedicatoria, y la moneda del emperador Galba que conmemoraba la concordia entre Hispania y Galia (representada bajo el título), me parecen, junto con la laus a la monarquía hispana de la portada, bastante más que indicios, y harto elocuentes, para probar las hipótesis que sugiero acerca de la españolidad de este proyecto y del apoyo expreso hacia él y hacia Laborde, tanto de Carlos IV como, muy especialmente, de Godoy. Sin embargo, nunca se han analizado detenidamente estas cuestiones y estos documentos gráficos desde esta óptica, y se viene admitiendo que se trató de una gran obra enteramente francesa. A modo de ejemplo, el prólogo de O . Valls a la 50 PITTOHES<)l'E ET IIJSTOl{l()lT. VOYAGE PITTORESQUE ET HISTORIQUE DE L'ESPAGNE. LÁM . XI Portada de la primera edi- p., ALEXANDRE DE LABORDE, ción de París del ¼yage Pittoresque et Ol!DHt Historique de l'Espagne de Alexandre A. SON ,;.LTESSE St:IU:'.l'USSIME LE PRINCE DE LA PAJX, de Laborde, de 1806, dibujada por Gf'.Nl'i.JIAllSSUtf.DESAílMt:tSOF.S M C, Gi\ANO,ollnAL O'f.Sf'ACNE "ET m:s IPl'DES, ª" en: C h. Perciet, con un panegírico de la TOME PttEMIEJ\. monarquía española a través de sus tres dinastías. LÁM. XII Página de título del tomo I de la misma obra (París, 1806) , conteniendo aún la dedicatoria original A PARIS, al Príncipe de la Paz. En la parte infe- DE L'IM\ 1 1\l~ll'.1111 111: 1'111\llF llllllll l.,\liH., rior derecha, reverso de una moneda de Galba con la amiscad entre Hispa- nia y Galia. L utilísima edición en lengua catalana del tomo I presenta la intervención española en el proyecto como algo completamente secundario; sigue la tesis, muy tradicional, del «viaje de espionaje» de Laborde, mientras de Carlos IV recoge sólo sus «simpatías» por el proyecto. La propia S. Cubiles, en el marco de su estudio sobre la real imprenta, afirma que «no poseemos documentación sobre las posibles condiciones en que fueron realizados [los grabados] y hasta qué punto fueron hechos a expensas de los fondos de la Imprenta o del rey», recogiendo sólo la primera y corra alusión de Godoy a él en sus Memo- rias (t. I, p. 21 7), y dejando como simple (pero válida) hipótesis que «de alguna forma debió de hacerse a expensas de la Corona o de los fondos de la imprenta»162 • Pero el que ella encontró no era el único comentario de Godoy, e incluso se trataba del menos explícito. Para seguir desmontando esta extendida idea del« Voyagufrancés » será lo mejor que dejemos la palabra a su patrocinador, el mismo Godoy: tres veces se refiere el Príncipe de la Paz, con verdadera nostalgia, al Viaje pintoresco (que él siempre cita en 5r español) entre sus recuerdos, y en distintas épocas del reinado. El que aluda a él ya en su «primera época» (1792-1798), nos autoriza a datar el primer viaje de Laborde a España, y ya con este propósito, poco después de 1792. El citado O . Valls supone que pudo ser antes de 1800, cuando Laborde viene a Madrid como attaché en la misión diplomática de Lucien Bonaparte, y se plantea que quizá entre 1794 y 1797 pudo Laborde, como un simple particular, <(visitar Barcelona, lugar de cita y refugio de muchos franceses emigrados; podría ser que en este primer viaje le viniera la idea y anotara los primeros apuntes para el que después sería el \lbyage,1163 • Antes al contrario, me parece que a donde viajaría más bien (o además) sería a Madrid, pero no como turista o como refugiado, sino para las gestiones cerca de Godoy y el rey a las que antes me referí. Entre los grupos de comentarios del Príncipe de la Paz sobre esta empresa es especialmente importante el tercero. Pero por su gran interés para comprender el concepto del que me parece un verdadero ilustrado acerca del estudio de las antigüedades, así como la génesis real de la obra misma (tema sobre el que tan poco se ha investigado), reproduzco todos ellos aquí, permitiéndome subrayar en ellos aquellas frases que me parecen más esclarecedoras: Tal fue el proyecto de un Viaje histórico y pintoresco de la España, que mi amor de sus glorias y mi tesón constante en promoverlas consiguió más tarde ver cumplidos. Yo hablaré de él más largamente en la segunda época. (Tomo I, p. 21 7: 1792-1 798) Por el propio tiempo, con los brazos abiertos, procurándole privilegios, gracias y auxilios especiales, recibí la docta empresa del Viaje pintoresco de la España, que apareció más adelante. Literatos y artistas distinguidos, españoles y franceses, se hicieron cargo de esta obra. Se buscaba por medio de ella no tan sólo ofrecer al mundo las antigüedades y los grandiosos monumentos que decoran y distinguen a la España, sino lo que era más: hacer su Historia más común y más sensible, y que los españoles la estudiasen por el sentido de la vista tanto y aun mejor que por los libros. Debía abrazar aquella empresa las cuatro grandes épocas de nuestra historia, bien glosada y explicada cada una de las láminas' 64 • Nada me parecía más grande ni más propio para dar cima a mis designios, que excitar el espíritu de nacionalidad por cuantos medios fuese dable. No bastaba amar la patria por instinto; se necesitaba amarla bajo todos los respectos que ofrecían sus glorias y recuerdos, sepultados los más de ellos en doloroso olvido. Elpincely el buril no habían dado en muchos siglos sino cuadros y estam- pas de santos, martirios y prodigios 65 • (Tomo! , p. 373: 1801-1803) Tocantes a bellas artes, no me privaré de referir que en 1806 llegó a cabo la magnífica empresa, que yo ansiaba y protegía, del Viaje pintoresco de España. Tenían el suyo otras naciones; la nuestra no debía ser menos. Interesaba mucho a nuestra historia, e interesaba nada menos a nuestra arqueología y a nuestra arquitectura y escultura: se necesitaba eternizar por el dibujo y el grabado lo que la voracidad del tiempo podría llevarse en adelante, tantos monumentos fenicios, griegos, romanos, godos y drabes e hispanos que conocían tan sólo los viajeros, cuyas noticias y detalles escaseaban en los libros, de los que nada entraba por los ojos del que no viajara. Siendo tan conocida esta obra, no necesito detenerme en su alabanza. (Tomo II, p. 156: 1804-1807) En la nota 152 de esta misma página detalla aspectos más concretos y técnicos de la obra: En la parte del dibujo y del grabado de esta vasta empresa trabajaban a competencia artistas españoles y franceses, tales como Carmona, Selma, Ametller, Enguídanos, Moulinier, Liger, etc. El texto español fue puesto a cargo del sabio agustino Fray Juan Fernández de Rojas' 66 , continuador de la España Sagrada del padre Flórez 167 , juntamente con 1a parte histórica, en unión con don Bernardo Cerat de Salvatierra, antiguo presidente de una de las salas del parlamento de Tolosa, y bibliotecario en aquella actualidad de la real biblioteca de San Isidro. Todo el texto de la obra fue impreso en la Imprenta Real con caracteres de Bodom168 • Los señores Boudeville y Laborde, a quienes fué dado el privilegio y la dirección de esta empresa, y que tan acreedores se hicieron por ella al aprecio de los españoles, me hicieron el obsequio de dedicdrmela. Los párrafos segundo y cuarto son cruciales, a mi entender, para caracterizar un nuevo concepto, más ilustrado y moderno, de la Arqueología: la misión de esta ciencia es «hacer visible la historia», pero al mismo tiempo hacerlo para el gran público, y no para unos cuantos viajeros ricos y privilegiados. La misma idea de la divulgación de los documentos históricos hacia un más amplio sector del pueblo la había expresado Godoy al justificar el viaje archivístico de M. Abella (ut supra), con estas palabras: «Se necesitaba impedir que, conocidos los demás objetos del Gobierno, el interés de las clases privilegiadas escasease la verdad o la ocultase, como se había visto tantas veces» ' 69 • En estas mismas ideas Godoy viene a coincidir -como no podía ser menos- con el interés puesto de manifiesto por la «instrucción pública» de la Real Cédula de 1803 de Carlos N, antes comentada, y con otras pruebas e indicios escritos o promulgados en los años en los que ambos estaban de verdad en pleno poder, lo que salva al antiguo valido -y a nosotros- de la tentación de un «maquillaje» interesado a posteriori. Está también presente en Manuel Godoy la idea conservacionista de salvar, al menos por medios gráficos, lo que «el tiempo voraz puede llevarse por delante». Y, asimismo, un interés igual por cualquier época histórica, lejano ya, tanto del 53 simple «buen gusto» al modo winckelmanniano -mucho más propio del reinado napolitano de Carlos III-, como de los prejuicios tradicionales que, especialmente contra todo lo judío y lo árabe, habían provocado, en los siglos intolerantes de España, el abandono y el descuido, cuando no la destrucción deliberada, de muchas espléndidas obras de origen semita. Por último, el estudio arqueológico es para él un medio noble de rescatar del olvido las honras del pasado, que permite practicar un patriotismo culto y que incluye, con una visión más europeísta, la colaboración científica con los colegas extranjeros, incluso cuando el propósito principal es «excitar el espíritu de nacionalidad [... ] que los españoles amen a la patria[ ... ] a través de sus glorias y recuerdos». En resumen, España debía ponerse a la altura, «no debía ser menos que otras nac10nes». He de confesar que, después de la lectura de sus Memorias, y en especial de estas páginas y párrafos, y a pesar de la mucha bibliografía adversa y crítica que también he consultado atentamente, mi opinión personal sobre Godoy ha mejorado sustancialmente 170, y ello incluso amortizando el efecto que él, en medio de su larguísimo y muy pobre exilio 171 , contaba con causar en sus futuros lectores: «Yo dejo aquí la pluma: lo que no vieron, o lo vieron sin examen los abuelos, lo verán mejor sus nietos, si en lugar de dar oído a las calumnias arraigadas por la facción tiránica que a mí me hundió en la nada, y a mi patria poco menos, consultaren imparciales la verdadera historia de los hechos que no han visto». No cabe duda de que la propaganda en contra de Godoy por un maestro consumado en servirse de ella como lo era Napoléon, combinada con la que desarrolló impunemente Fernando VII durante muchos años, surtió efectos muy duraderos. Por mi parte, prefiero quedarme, por ejemplo, con esta valoración de un experto conocedor, más cercano en el tiempo y más liberal, como lo fue R. de Mesonero Romanos, escrita diez años después de la muerte del poderoso y desgraciado valido, a quien había visitado en París poco antes de su muerte: La corte de Carlos IV y M. ª Luisa, con su arrogante favorito, su ligereza, su voluptuosidad, sus errores y hasta su inmoralidad, si se quiere, tenía también su lado brillante para la capital; y era la ostentación y magnificencia, la tolerancia y libertad práctica de las opiniones, la ausencia de toda persecución política o religiosa, la protección y el impulso dispensado á las letras y las artes por ese mismo Godoy á quien políticamente pudieran hacerse severos cargos, á quien la mayoría de la opinión aborrecía de muerte, á quien la revolución y la venganza llevaron á espiar sus faltas en una muerte oscura en país extranjero al cabo de un destierro de cuarenta años, y á quien la historia contemporánea ha estado escarneciendo durante medio siglo .... Sin embargo, ni las dos generaciones que él pedía ni todas las que después las reemplazaron han bastado para que Godoy alcanzara de la Historia al menos un poco de la imparcialidad en la que confiaba. Y no sólo la de muchos historiadores: cada año hasta el día de hoy se celebran las «fiestas del Motín de Aranjuez» en el municipio madrileño donde éste tuvo lugar y en las que otros españoles, la inmensa mayoría de los cuales no saben ya casi nada de él, le siguen vituperando puntualmente. Las más recientes de cuyas generaciones, por cierto, acostumbramos a estimar como conquistas de la más moderna democracia bastante de lo que en aquel reinado -hace dos siglos- se practicó, para escándalo de nobles, eclesiásticos, absolutistas, conservadores e incluso de liberales 172 • Pero volvamos a la que parece más estimable de las empresas culturales del Príncipe de la Paz. Parece deducirse que el «viaje» propiamente dicho se desarrolló, con los permisos y ayudas oportunos, entre 1801 y 1806, cuando Godoy da la obra por terminada. La primera tirada del primer volumen del \lóyage(l 806), dedicado a Cataluña, se hizo, pues, en la Real Imprenta de Madrid, y sólo un volumen llevó la portada en castellano. Se trata así, como Godoy indica a las claras y Laborde, canco explícita como implícitamente, reconoce, de una empresa hispano-gala173 , interrumpida, como tantas otras, por la crisis política y económica, seguida por la ruptura posterior de las hostilidades con la propia Francia. El ya para entonces (1809) comtede Laborde tuvo el valor y la habilidad de coronarla por su cuenca. Pero no a todos era simpática la empresa. Hemos visto cómo el deán Joseph Ortiz y Sanz se quejaba de ella, posiblemente por el calibre de los «privilegios, gracias y auxilios especiales» concedidos y también porque dos o tres extranjeros, sin tener mucha «tintura de anticuarios», le habían pedido su esquema del Viage arquitectónico-anticuario' 74 y se dedicaban a copiarle. Lo que, de momento, la comparación con las láminas emeritenses de Manuel de Villena me ha permitido comprobar, además de la leve sospecha de que el hispano-francés las pudo conocer en Madrid, es que las de Laborde son más bellas y más románticas, pero menos exaccas 175 • A. Bonet Correa, al comentar el vóyage, se hace eco de lo siguiente: «Hay quien opina que Laborde no escribió nada, y Marchena se alaba de haber escrito él solo la Descripción del mosaico de Itálica (publicada separadamente en París, en 1806). El itinerario fue escrito por M. Carrese, médico francés que residió muchos años en España y vendió su manuscrito a Laborde por 3.000 francos» 176 • Fuera también o no tan original o preciso, y fuera o no en parte un plagio del malogrado plan de Ortiz177 , con aquel viaje hispano-francés patrocinado por la monarquía nos quedó para siempre una de nuestras mejores y más bellas fuentes para la Arqueología de España, y sólo por esto tendríamos una gran deuda desde nuestra ciencia hacia Carlos IV y su valido. Será pertinente además citar la opinión del mismo Alexandre de Laborde, cuando, en el Prólogo, elogia a Carlos IV y a su protector, Godoy: «... pour d' entreprendre cet ouvrage. Ce monarque, qui protege taus les travaux utiles dans ses États [... ]. Une égale faveur nous a été accordée par S[on] A[ltesse] S[érénissime] le prince de la Paix, aussi instruir dans les arts qu'habile dans l' administration, et qui ne néglige aucun des moyens propres aavancer le progres des sciences et des lettres». Para completar la reivindicación que pretendo -al menos en el campo que me compete, el del estudio de las antigüedades hispanas- de las figuras de Carlos IV y de Godoy 178 , vayamos a la que hace el autor de los dibujos objeto de este estudio. El propio Manuel de Villena (y admitiré un cierto margen de entusiasmo, por su papel de comisionado real) le dedica al rey, en su «Explicación» de la primera lámina del teatro, a poco de llegar a Mérida (octubre de 1791), este elogio, encendido pero en el que, no obstante, alguna verdad se encontraría posiblemente: había que excavar y estudiar «para que las Extrañas Naciones, que nos concibieran dormidos en las Ciencias, vean que tenemos un Monarca que no sólo nos despierta, mueve, ilumina e instruye en ellas, fundándonos Academias en todas Artes y Ciencias; sino también que hace que se vea lo que tantos siglos yace sepultado» 179 . Pocas notas ensombrecen la cultura del veintenio de Carlos IV, y siempre dentro de su llamado «despotismo ministerial»1 80, como la medida adoptada por el conde de Floridablanca, en 1791, prohibiendo la entrada de libros en España; medida que, sin embargo, puede explicarse desde una comprensible prevención hacia los posibles impactos colaterales de la Revolución francesa 181 . Pero lo cierto es que, casi por el mismo tiempo en que se decretaba la citada prohibición, el rey, a través de Floridablanca -el ilustre ministro que su padre le había aconsejado retuviera junto a sí-, comisionaba especialmente a nuestro don Manuel de Villena Moziño para desplazarse a Mérida durante como mínimo tres años, para que levantara planos, hiciera dibujos detenidos de sus ruinas e incluso practicara excavaciones arqueológicas, «dotado por la generosidad del monarca»182 , éstas al menos en tres puntos: el teatro (donde halló, por ejemplo, el arquitrabe oriental con el epígrafe dedicatorio de Agripa), la Puerta de Santiago (scil., el llamado «Arco de Trajano») y el foro provincial de la calle Holguín 183 . Otra muestra de la afición sincera de Carlos IV por la Arqueología es el hecho de que a 30 de octubre de 1794, pasado sólo un mes escaso del citado encargo de un informe a la Real Academia de la Historia sobre la calidad de estos trabajos de Mérida, Godoy184 requiera a la institución para que abrevien en enviárselo en cuanto esté listo, pues «el Rey tiene mucho interés» en conocer los resultados. Con todo lo dicho hasta aquí, y a través de algún otro documento que comentaré más adelante, Carlos IV y su favorito Godoy demuestran haber hecho bastante más de lo que se piensa, y ciertamente bien orientado, por el mundo de la cultura española. Acerca de esta realidad, que sería de justicia reconocerles de forma más general y objetiva, creo que no resultará ocioso citar aquí por último, a modo de valoración de conjunto y testimonio de época, lo que escribió alguien fundamentalmente hostil a Godoy-circunstancia que a mis ojos otorga a este juicio más valor-, como lo fue el general francés M.S. Foy: «I..:impulsion, donnée par les Bourbons a!'industrie et aux arts, il [Godoy] la continua, l'accélera. Il a plus fait pour les arts et pour les sciences pendant quinze ans qu'il n' avait été fait sous les trois regnes précédents»185 • Si un enemigo reconoce que «Godoy, en sólo quince años, hizo más por las artes y por las ciencias que todo lo que se había hecho en los tres reinados precedentes» para nosotros desde luego debería ser suficiente. En este marco general de impulso y apoyo a las letras, la historia y las artes, creo que se puede justificar también, sobre hechos ciertos, una preocupación notable por las antigüedades romanas, ésta en cambio nunca resaltada hasta ahora y sin duda, en el caso del monarca, heredada de su culta madre y de su padre, el primer excavador (como hemos recordado en el capítulo II) de las ruinas de Herculano 186 durante su etapa como rey de Nápoles 187 • El ejemplo de Mérida, junto a los otros citados, a mi juicio en respetable número , sugiere que, contrariamente a lo que se viene creyendo, nuestro infamado rey 1ª8 sí se ocupó de estos aspectos, y quizá hasta acarició al menos la idea de emular a su padre, buscando excavar alguna «Pompeya española». Por lo menos tengo, en efecto, la impresión de que lo intentó, primero en Segóbriga, poco después en Mérida y Sagunto, y es lástima que le pasara inadvertida la extraordinaria potencialidad de Itálica 189 , ciudad que en esta época, y a modo de excepción, resulta particularmente desgraciada 190 • Fue precisamente en 1794 cuando se ocasionan destrozos irreparables sobre la vetus urbs, al construir el nuevo «camino real a Badajoz» (luego «nueva carretera de Extremadura»), rodeando el foro antiguo, dentro de Santiponce, con una zanja que, calculo, tendría unos seis metros de profundidad por un ancho de entre 40 y 50 metros, y de la que un gran número de curiosos pudo llevarse innumerables piezas y fragmentos de todo tipo. Naturalmente que la consumación concreta de tal desastre está en principio fuera de la responsabilidad real (aunque, curiosamente, sería el monarca quien estrenara la nueva ruta, en su viaje de 1796) y pienso que, de saberlo, en ningún caso la hubiera aprobado. 57 Es el caso que aquel noble deseo regio, que podemos deducir de los tanteos que aquí quedan reunidos, y que quizá pensaba materializar y ampliar más adelante, es verosímil que fuera arrastrado, junto con el propio monarca, por el atropellado curso posterior de los acontecimientos bélicos y políticos. Se produce sin duda bajo este reinado una sintonía entre los deseos de la corona y los esfuerzos particulares de un amplio estamento cultural, a los que aquélla abre un camino y dota de unos instrumentos legales eficaces, así como de un apoyo cierto. En cuatro casos al menos (Segóbriga, Sagunto, Mérida y Duratón), ni el rey ni su primer ministro se limitan a prestar un consentimiento, o a esperar un informe o alguna pieza notable como regalo, sino que envían un comisionado regio, con financiación o sueldo de las arcas reales, para que se haga cargo directamente de las excavaciones o vele como «juezconservador» por las antigüedades. Por último, la relación del soberano con la Real Academia de la Historia es frecuente y fluida, atribuyéndole en el plano legal, en cuanto única institución del país que por entonces estaba realmente capacitada para hacerlo, un papel arbitral y de centralización y control del conocimiento y la protección de las antigüedades nacionales -de las de toda cultura y época sin excepción-, providencia que se mostró realmente operativa durante todo el siglo siguiente. En cualquier caso espero que lo citado, incluso dentro de la brevedad que sólo se pretende en una primera aproximación, sea suficiente para abrir una buena brecha en la severa armadura crítica con que la historiografía posterior tiene revestidos tanto a Carlos IV como a Godoy, y para reconocerles el mérito de haber sido, en muy poco tiempo y en las circunstancias más desfavorables, dos tempranos y muy decididos protectores de la Arqueología española, cuyos fines perciben y tratan de una forma moderna y en el marco de las más ilustradas corrientes europeas. Remitiéndome a la valoración ya hecha, al final del capítulo anterior y al comienzo de éste, es evidente que no buscaban egoístamente enriquecer sus propias colecciones sino, por primera vez y oficialmente -como bien evidencia la Real Cédula de 1803, que no es sustituida por una ley más ambiciosa o completa hasta la de Excavaciones de 1911hacer progresar la pública instrucción, poner al alcance de toda la sociedad el conocimiento del pasado histórico de la nación y preservar para las generaciones futuras, física o por lo menos gráficamente, su riquísimo patrimonio arqueológico. N O T A S 76 sino que, por el contrario, trataba de cubrir, etapa tras Madrid, 1991, y véanse más abajo las notas 86 y 87. Hace unos años reivindiqué la vida, obra y métodos etapa, todos los objetivos propuestos, que constituían GóMEZ DE LA SERNA, 1974, p. 74, se queja también científicos de este interesante personaje: A. M. ª la razón de ser del viaje [ilustrado]». (pero en su caso hacia atrás) de que las glorias cultu- CANTO, «Un precursor hispano del CIL en el siglo 78 rales de Fernando VI suelen ser oscurecidas, «con obse- El marqués de Valdeflores», Boletín de la Real Muy descriptivo es el comentario de V. BARRANTES siva [... ] y tópica reiteración [... ]» por las de su her- Academia de la Historia, CXCI, 1994, pp. 499-516, MORENO, Aparato bibliogrdfico para la Historia de mano Carlos III. donde hago referencias más extensas, junto con la Extremadura, t. II, Madrid, 1875, p. 44, al tratar sobre 82 bibliografía moderna, a las circunstancias y avatares ella: «Las líneas en resumen que para su Viaje de Espa- Sólo muy recientemente, S. BLASCO CASTIÑEYRA, El de aquel gran empeño científico -el llamado « víage ña tiró el Sr. Velázquez fueron tan extensas, que fácil- palacio de Godoy, Madrid, 1996, p. 57, señala que es XVIII: Literario de España»-, encuadrado, para su desgra- mente pudo preverse el resultado. Ni se acabó el viaje casi un «lugar común [... ] intentar contrapesar su cia y nuestro retraso, en el marco de las luchas intes- ni el libro [... ] ¿Qué era la vida de un hombre para tal escasa simpatía política [de Godoy] con la decidida tinas de la corte durante el último tramo del reinado empresa?». protección que ptofesó hacia la cultura y las artes de de Fernando VI. Me basé parcialmente en la peque- 79 El propio Valdeflores, al comienzo de su Noticia del su época». Ella cree que esta separación de ámbitos ña pero pionera biografía de J. MATHÍAS, El marqués de Valdejlores. Su vida. Su obra. Su tiempo, Madrid, viagede España (Madrid, 1765, pp. 1-38), alude elo- idea de una súbita decadencia cultural durante el rei- 1959. Posteriormente, M. Álvarez Martí-Aguilar ha giosamente a las muchas «empresas literarias» de Fer- nado de este monarca [Carlos IV]». Es destacable en analizado con más detalle y precisiones la concepción nando VI, «cuando se hizo de moda el saber». Este rey este sentido el original punto de vista de la más es «irreal,,, pues ya «se ha abandonado también la histórica de este pionero malagueño y preliberal: La protegió a intelectuales «modernizadores», como Fei- reciente y amena biografía del rey vid.: ROJAS, 1997. Antigüedad en la historiografia española del s. joo, Flórez, Pérez Bayer y Burriel; y trajo a España Para este autor (pp. 2-3), «todos los contemporáneos XVIII: el marqués de Valdeflores, col. Textos Mínimos, Málaga, orientalistas como M. Casiri, geógrafos como Godin de Carlos IV, empezando por el mismísimo Napo- Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1996. e ingenieros como Bowles, al tiempo que patrocina- león, se equivocaron de medio a medio al juzgarlo También se refiere a este celebrado periplo G. MORA ba los viajes científicos de Jorge Juan, del economista un necio bienintencionado y un benévolo consenti- (1998, pp. 44-45), quien no ha debido de tener oca- irlandés B. Ward por Europa o el mismo de Valdeflo- do [... ] semejanre burriciego no cuadra con la reali- sión de manejar o de poder citar en el suyo estos tres res por España. dad del hombre que descubrió a Goya, antes que el trabajos anteriores. Véanse otras referencias al viaje So propio Goya». infta, en el capítulo VI y en las notas 365 y 366. Véanse las obras citadas en las notas 16y 17. En todas 83 77 ellas, sin embargo, laArqueología está completamente Un modelo de concisión y visión certera de la com- En mi trabajo de 1994 aludía al marqués de Valdeflo- ausente. pleja política de todo el periodo en C. SECO SERRA- res, formado en los jesuitas y temprano afrancesado, 81 NO, «La España de Goya: Panorámica histórica», en como un claro predecesor de los ilustrados hispanos. He sido capaz de encontrar sólo un congreso, frente VV.AA., Goya. 250 aniversario (cat. exp.), Madrid, G. GóMEZ DE LA SERNA, Los viajeros de la !lustración, a los cinco dedicados a Carlos III, sobre el reinado de 1996, pp. 37-46. Madrid, 1974, pp. 75-78, considera el de Valdeflores su hijo: VV.AA., La España de Carlos IV(I Reunión 84 como muesrradel viaje que obedece «a un planeamiento científica de la Asociación Española de Historia G. Gómez de la Serna sitúa en esta última época, a interno que procuraba no dejar nada ala improvisación, Moderna, diciembre de 1989), ed. P. Molas Ribalta, caballo del siglo siguiente, «el apogeo de la operación ilustrada» comenzada por Fernando VI. La de la que de precedentes y no encontrará adecuada sucesión en llegando a funcionar mejor que su matriz. Proyecto acertadamente llama «la cuarta generación del siglo los reinados posteriores». Véase también A. MESTRE personal de Carlos III, Godoy lo recogió y patrocinó XVlll» (Samaniego, Cadalso, Masdeu, Jovellanos, y E. LA PARRA, «Política y cultura en el reinado de con entusiasmo. Cf S. CUBILES FERNÁNDEZ, Los gra- Cavanilles, Iriarte, Ibáñez, Goya, Forner, Moratín, Carlos IV», en Carlos IV, 1991, pp. 189-204, espe- bados de arquitectura y la Imprenta Real bajo los reina- Meléndez Valdés y Vargas Ponce, entre otros), «cuya cialmente 200-201 (en realidad buena parte del ar- dos de Carlos IIIy Carlos IV, Madrid, 1983, pp. 35, 38 obra va a ser cortada en flor por dos acontecimientos tículo comenta los reinados anteriores), aunque no y passim. capitales: la Revolución francesa y la guerra de la Inde- tocan para nada el campo de la Historia o la Arqueo- pendencia» (ibid., p. 109). Aunque este corte brutal logía. Desde las bellas artes, es muy reciente aún la 91 Y debemos. Godoy no hace afirmaciones genéricas o afectó también a mucho de lo que llevaban avanzado espléndida monografía de J. J. JUNQUERA y J. SuRE- confiadas a la sola memoria, sino que detalla autores, los para entonces ya provectos miembros de «la ter- DA, El Siglo de las Luces. Ilustrados, neoclásicos yaca- títulos y aiíos de publicación de los libros, muchos de cera generación». démicos, Barcelona, 1996, pero en la que el aspecto los cuales he tenido ocasión luego de consultar; y, en 85 que aquí nos incumbe, el mundo de la Antigüedad, efecto, en bastantes de ellos (incluidos aquellos que Pero gracias a los cuales, también es cierto , a veces está asimismo ausente. he podido encontrar manuscritos, que le ofrecieron ellos mismos sentaron cátedra, buenos cargos y for- 88 pero no se llegaron a publicar), las dedicatorias o los runa; los valiosos junto a otros muchos que no lo No tuvo continuidad la creación del mismo por Jorge prólogos mismos no dejan ningún lugar a la duda. merecían en absoluto. Es un fenómeno que se repi- Juan en 1753, ni su renovación por V. Tofiño hacia 92 En las corbetas «Descubierta» y «Atrevida». Su «dia- te en España casi sistemáticamente hasta nuestros 1773. Vid. M. A. SELLÉS, «La Academia y observato- días. rio de Marina» , en Carlos III y la ciencia de la Ilustra- rio» y resultados fueron silenciados durante un siglo: 86 ción (id. et aL, comps.), Madrid, 1988, pp. 173-186, A. MALAsPINA y J. F. BUSTAMANTE, Viaje político-cien- M. Á. ARTOLA GALLEGO, «Luces y sombras en el siglo y M. A. SELLÉS y A. LAFUENTE, El Observatorio de tífico alrededor del mundo, Madrid, 1885, pues Malas- XVlll», Reales Sitios, 96, 1988, p. 14, apunta cómo Cádiz (1153-1831), Madrid, 1989. pina también cayó luego en prisión, víctima de Godoy cabe considerar ya a los antecesores de Carlos III 89 como monarcas ilustrados, «... y en cierta medida su M. GODOY, Príncipe de la Paz, Memorias críticas y (cf E. BEERMAN, El debate delproceso y encarcelamiento deAlejandroMalaspina[1794-1803}, Madrid, 1992). sucesor; incluso el propio Godoy trató de ser un apologéticas para la historia del reinado del Seiíor D. No hace muchos aiíos se hizo una nueva edición, ilus- gobernante ilustrado dentro de sus posibilidades y Carlos IV de Barbón, Biblioteca de Autores Espaiío- trada: A. MALASPINA y J. F. BUSTAMANTE, Diario de opciones». Cf. para detalles sobre la acción culrural les, n.º' 88 y 89, ed. y estudio preliminar de C. Seco viaje de Alejandro Malaspina, ed. M. Palau, A. Zaba- de Carlos IV, además de las citadas en las notas 81- Serrano, Madrid, 1965. La frase de Godoy sobre el la y B. Sáez, Madrid, El Museo Universal, 1984. La 83, en: VV.AA., El Estado y la Cultura (1759-1808), Depósito Cartográfico en el t. I, p. 217. El elogio de figura de este siciliano-espaiíol es recientemente obje- vol. I de La época de la Ilustración, t. XXX1 de Histo- Humboldt es de su Examen político de la isla de Cuba, to de un gran interés, como está ocurriendo en gene- ria de España Menéndez Pidal J. M.ª Jover Zamora, cap. II, citado por el propio Godoy, ibid., nota 398. ral con toda la Ilustración espaiíola, y la bibliografía dir., 2.ª ed., Madrid, 1992 (aunque prácticamente no Aunque esta es la edición que he consultado prefe- sobre él sólo en los últimos años es ya casi centenaria. se ocupan de los aspectos anticuarios, por ser éstos rentemente y por la que cito, véanse las de época infra Aunque hay alguna documentación, de 1-6-1797, casi desconocidos). en nota 140. que probaría que Godoy no se opuso formalmente a 87 90 publicarlo después de solicitarlo J. Bustamante, en Por ejemplo, ROJAS, 1997, pp. 141-142: «... el lega- Fundada primero en 1789 como «Estampería» de la 1796, sino que fue la Secretaría de Marina (M. ª D. do culrural y educativo de Godoy y Carlos IV carece Imprenta Real, se independizó en el afio siguiente, HIGUERAS RODRÍGUEZ, Catálogo científico de los docu- mentos de la expedición Malaspina [J 789-1794], en nota 37), ed. G. Mora y M. Díaz-Andreu. Agra- Coruña, La Coruña, 1991; asícomo muy brevemente Madrid, 1994, t. III, p. 194), dudo-cuiquesuum- dezco a la doctora Gloria Mora sus amables informa- por J. M. MATILLA, «La documentación histórica de que Godoy tuviera verdadero interés en hacerlo. De ciones al respecto. Desde una visión regional, véanse la arquitectura romana. José Comide y las investiga- hecho, encontré la curiosa noticia anterior, de 22-12- los dos congresos La Antigüedad como argumento. His- ciones sobre la Torre de Hércules», en Anticuaria, 1796, deque, faltando planchas de cobre grandes para toriografia de Arqueología e Historia Antigua en Anda- 1997, pp. 27-28. concluir la edición espafiola ampliada de la Theórica lucía, ed. J. Beltrán y F. Gaseó, Sevilla, 1994 y 1995. 96 y práctica de la equitación de Paty de Clam (en cuyos Destacaría especialmente la labor de F. WulffAlonso, Hay bastantes hallazgos casuales en estos años, a lo grabados iban a aparecer a caballo, profusamente, la por ejemplo en «Andalucía antigua en la historiogra- largo y ancho del país. Quizá uno de los más llamati- real familia y Godoy), se ordenó al ministro de Mari- fía española (XVI-XIX)», Ariadna, 10, primer semestre vos sea el del desdichado mosaico del Circo y las na que, «habiéndose mandado suspender el grabado de 1992, pp. 9-32, o en «Historiografía ilustrada en Musas, de ltá1ca, encontrado en diciembre de 1799. de las láminas que debían servir para la obra de D. Ale- España e historia antigua. De los orígenes al ocaso», Fue excavado por su cuenta por el fraile J . Moscoso y jandro Malaspina», se traspasaran las planchas que en Antigüedad, 1995, pp. 135-152. No obstante, y a el abogado sevillano Francisco Espinosa (quien pagó hubiese en la Secretaría de Marina para ese fin y se apli- pesar de esta verdadera eclosión, en ninguno de estos de su dinero una valla de protección en 1800) y dibu- caran para la citada (cf J. PÉREZ DE GUZMÁN, Papeles congresos se puede encontrar algún estudio específi- jado por J. Ceán, A. de Laborde, F. Delgado y D. de los Ríos, mientras iba pereciendo de forma ignomi- históricos inéditos del archivo de la Secretaría de la Real co sobre Carlos IV o alguno de sus influyentes minis- AcademiadelaHistoria,Madrid, 1920,pp. 164-165). tros en relación con la Arqueología o con la Historia niosa, convertido el lugar en cabreriza ( vid. A. M.• 93 Del cual acabamos de celebrar, en La Coruña y Tene- Antigua (pero véase ahora la noca 122). Incluso uno CANTO, «Némesis y la localización del circo de Itáli- de los mejores conocedores del tema y época, F. Wulff ca», Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueo- rife (septiembre de 1999), su bicentenario, coinci- Alonso, afirma (1995, p. 150): «...y con ello vamos logía de la Universidad de Valladolid, 52, 1986, pp. 56- diendo con el VIII Congreso de la Asociación de Anti- llegando al ocaso de la historiografía ilustrada[ ... ] en 57, con otras referencias). Como diré más abajo guos Becarios Humboldt de España. Su frase en Cartas 1788 Carlos IV sucede a Carlos III, un cambio nada (véanse las notas I 89 y 190), precisamente Itálica no americanas, ed. Ch. Minguet, Caracas, 1980, p. 8 (me favorable para las perspectivas optimistas», asevera- se benefició apenas de la protección del movimiento parece curioso, por cierto, el que añada el detalle de ción con la que, como vemos, no podemos estar de ilustrado. Acerca del dibujo de Laborde de este mosai- que el nuevo secretario de Estado, M. J. de Urquijo, acuerdo. co (que publicó más adelante, en París en 1806, de le había recomendado «especialmente ante la reina»). 95 El título fue Investigación sobre la fundación y fábrica forma independiente del Voyage), dijo J. Ceán Ber- de la torre de Hércules de La Coruña. Memoria escrita güedades, t. XI, 1880, p. 45) que «los franceses, en 94 Véanse los dos párrafos finales del capírnlo anterior y múdez (apud J. MADRAZO, Museo Español de Anti- su nota 75. En efecto, en el marco del CSIC se cele- por D. fosé Comide. Consta con fecha 25 de abril de medio de una guerra sangrienta, sacaron otro diseno bró, en 1988, el I Congreso sobre Historiografia de la 1792 que «se avisa al autor haber visto el Rey con apre- y lo grabaron con presreza y exactitud». Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos cio esta obra. Se le regalan cien ejemplares, encar- XV!!l-X!X), cuyas actas se publicaron también en gando que ponga los demás a la venta pública. Se le 97 GODOY, 1965, t. I, p. 223: obras completas (de Cicerón en 14 volúmenes, I 797) o ediciones especiales de Madrid. En noviembre de 1995 tuvo lugar el II Con- pagan los gastos de impresión y encuadernación»: greso, dedicado al marc.o institucional de la Arqueo- vid. PÉREZ DE GUZMÁN, 1920, p. 163. La obra de Cicerón (Diálogos), Jenofonte, Tácito, Veleyo Patér- logía en Espafia en los siglos XVIII al XX: La cristali- Comide ha sido reeditada (La Corufia, 1986), y tam- culo, César, Quintiliano, un curso de humanidades zación del pasado. Génesis y desarrollo del marco bién reconsiderada, en el reciente estudio del faro por clásicas y una nueva gramática greco-latina. De cada institucional de la Arqueología en España (citado supra S. HUTTER y TH. HAUSCHILD, E/ faro romano de La una de ellas cita Godoy autor, circunstancia o fecha. 98 roo Hispania: el legado de Roma (M. Almagro-Garbea en GODOY, 1965, t. I, p. 229. Cita con más detalle las Encuentro esta y las anteriores referencias en el lega- Hispania, 1999, p. 524, ficha n . 0 9). figuras y estudios de J. Banqueri (favorecido por jo 9/7962 de la RAH. El resultado mismo de los tra- ros Godoy en 1798 con una canonjía en Tortosa: AHN) bajos no se publicó hasta 1851, en el t. I de la serie T. LóPEZ, La provincia de Extremadura alfinal del siglo y del más adelante desgraciado y perseguido Conde, académica Memorial Histórico Español Madrid. Cf XVIII. autor de una amplia Historia de la dominación de los infra para un viaje de J. Comide en relación con esta recopilación y estudio por G. Barrientos Alfageme, Mérida, 1991. Ensu introducción (p. 11 con nota 1), Descripciones recogidas por Tomds López (1198), drabes en España, obra «conocida y estimada por todos recopilación. los sabios de la Europa» pero que su autor jamás llegó ror Barrientos se refiere al «fracaso paradigmático de la a ver publicada; tampoco hemos de olvidar entre ellos VV.M., Memorias de la Rea/Academia de la Historia, Academia» para terminar este trabajoso Diccionario la obra anterior y coetánea del académico siro-maro- 1796, vol. I, pp. XCIII yxcv (encargos del rey). Geogrdfico, cuyas papeletas se repartieron durante años nita M. Casiri. La parte segunda de las Antigüedades ro2 muchos de los académicos. Parte de ellas están en la drabes de España, dedicada a los monumentos y epí- Otras se debieron al esfuerzo privado. Así, los dos Biblioteca Nacional y parte en la propia Academia de grafes de Granada y Córdoba, en gran folio, vio la luz tomos de la obra de E. MASDEU, Historia crítica de la Historia. Véase también M.ª T. NAVA RoDRlGUEZ, en la Imprenta Real en 1804, a cargo de P. Lozano, España, dedicados a las inscripciones hispanorroma- «Logros y frustraciones de la historiografía ilustrada bibliotecario real y académico de honor de San Fer- nas vieron la luz en 1792 y 1800, Madrid. El XIX, de española a través de los proyectos de la Real Acade- nando. Para el trabajo de Hermosilla y Sandoval epigrafía, tiene carácter de suplemento. O la obra de mia de la Historia», en VV.M., Carlos 111 y su siglo, (caído en desgracia junto con Valdeflores) que cito a los menos conocidos hermanos RODRÍGUEZ MoHE- Madrid, 1990, pp. 73-90. continuación véase hace muy poco J. M. MEDRAN O, DANO, Historia literaria de España, Madrid, 1766- ro6 «Ignacio de Hermosilla y la inspección ocular de las 1791, que se terminó de publicar bajo Carlos IV. Un El célebre geógrafo y botánico escribió tras el «viaje» por su país natal una obra que «carece de preceden- ruinas de Talavera la Vieja», en Anticuaria, 1997, análisis de la visión de España en ambos empeños en pp. 29-32 y 63. F. ALONSO y G. CRUZ ANDREOTTI, «Ün tes y no tiene paralelos en su ambición en la Penín- 99 Creo que se refiere a un encargo anterior a éste un Ancient History and Enlightenment: Two Spanish sula Ibérica»: Observaciones sobre la historia natural, Histories ofthe Eighteenth Century», Storia della Sto- geografta, agricultura, población y frutos del Reyno de comentario de fray J. Ortiz (cf infra), p. 26: «Sabemos riografia, 23, 1993, pp. 75-94. Valencia, 2 vols., Madrid (en la Imprenta Real), 1795- quán empeñado estuvo el Ministerio seis años hace ro3 1797 (ed. facsímil, Bibliotheca Valentina, 1 y 2, Valen- [1784 o 1791] en averiguar el verdadero parageenque WULFF AHN, Estado, leg. 3241, n. 0 16.3. cia, 1995). La excavación citada se publicó separa- estuvo la célebre Munda [... ] Después de haber dado ro4 damente en los Studia Archaeologica, n. 0 5, Santiago que reirá los literatos el modo con que pensó hallar la AHN, legajo citado en la nota anterior, pero donde de Compostela, 1970. Algunas de sus muchas lámi- Munda, y de haber malgastado dos años y no poco no encuentro la Memoria que se adjuntaba. Me pare- nas ilustrativas son interesantes también para la dinero sin adelantar un paso, se le hubo de mandar lo ce obvio que eran temas de interés personal para Arqueología, como las vistas de Murviedro (Sagun- dexase» (Ortiz silencia el nombre del investigador, pero Godoy o el rey, o para ambos. En cuanto a la Iberia de to) y otras ciudades levantinas. parece que no se trata de Pérez Bayer, del cual tenía muy Estrabón, quizá el bello Mapa de España según Estra- ro7 buena opinión). La esquiva ciudad de Munda es una bón en color, que se conserva en laAcadem ia de la His- ]. A. RoDRlGUEZ ESTEBAN, Geografla y colonialismo. notable cruxde la investigación histórico-arqueológi- roria como anónimo (inv. Rl 76-Clb58) sea el que La Sociedad Geogrdfica de Madrid (1876-1936), ca española, a la que se vuelve periódicamente, en mi ilustrara la traducción parcial de Juan López en 1787. Colección de Estudios, n. 0 50, Madrid, UAM, 1996, opinión aún no de forma definitiva. Estaba inédito hasta que figuró en la exposición sobre p. 43. Recuerda además un curioso precedente de las sociedades geográficas, la «Academia Geográfico-His- traen la misma); parece que los favorables resulrados que imitaran su manera, más militar y precisa, de tórica de Caballeros Voluntarios de VaUadolid», que de unas y otros le animaron a hacerse cargo oficial- hacerlos. se mantuvo muy activa en los dos reinados previos, mente de las investigaciones. Vid. ahora la monogra- II5 entre 1748 y 1788. fía de M. ALMAGRO-GORBEA y J. M. ABASCAL, Segó- J. 108 briga y su conjunto arqueológico, Madrid, RAH, 1999. Madrid, 1807, p. IV. La obra trata, con siete magní- GODOY, 1965, t. I, p. 242 con nota 247. Lo que dice II2 ficos planos, alzados y dibujos, del teatro saguntino, Godoy, en efecto, ocurrió así. Decía ALMAGRO BASCH, 1983,p. 93,que«nadasabe- que poco antes (1790) también había estudiado y 109 mos sobre su personalidad que justifique el que se le publicado, en Dublín, W Cunningharn, tesorero de Hace algunos anos se ha editado la monografía de S. encargara la dirección». Lo identifico como el mismo la Real Academia Irlandesa. Esca obra de Ortiz ha sido LARA ÜRTEGA, El teatro romano de Sagunto: génesis y alto funcionario palaciego que saldrá a colación en asimismo reeditada (Valencia, 1976). Sobre este autor cf infra. ÜRTIZ, Viage arquitectónico-anticuario de España, construcción, Valencia, 1991, que documenta muy relación con los dibujos de Mérida (véanse el cap. VI bien la historia de las investigaciones en este que fue y la nora 336), de donde puede deducirse que en esca II6 -antes de su muy lamentable reconstrucción segunda campana había más participación regia de la Toledano (1736-1798) fue personaje notorio en la actual- emblemático monumento de la arquitectura que se cree, y no sólo a través de la Academia (por cier- Sevilla de la segunda mitad del siglo, y miembro de su hispanorromana. to que Palomares creía que aquello era la ciudad de Real Academia de Buenas Letras. Ingresó en la Real IIO Valeria). Almagro pensaba que no se había continua- de la Historia en 1792, precisamente con un discur- E. PALOS y NAVARRO, Disertación sobre el teatro y circo do la excavación después de 1790, pero algunos docu- so sobre el valor de la epigrafía y la numismática como de Sagunto, ahora villa de Murviedro, Valencia, 1793. Otros datos ofrece el canónigo Ortiz, en la Respuesta mentos (ibid., p. 96, de 17-3-1791, yp. 97, de 17-4- fuentes para la historia. En 1869 su credibilidad cien- 1791), más la afirmación de Godoy que cito acto tífica fue violentamente atacada por Emil Hübner, el que, contra algunas opiniones del antedicho, publicó seguido, sugieren que pudieron continuarse bajo la recopilador del CIL II (pp. 38 y 188) en 1862, lla- en Valencia en 1812. dicha financiación real. mándole «celebérrimo falsario». M. Almagro Basch II l (1983, p. 103) recoge otras críticas tremendas, y afir- La historiografía segobriguense sí fue detenidamente 113 GODOY, 1965, t. II, p. 18 con nota 11. Bien enten- ma por su parte que «fue un mal historiador y peor estudiada, hace ya cinco lustros: M. ALMAGRO BASCH, dida en el comexco de su época, y hasta admitiendo arqueólogo». Han defendido posteriormente el cré- Los textos de la Antigüedad sobre Segóbriga y las discu- un cierto margen para la demagogia del descierro, me dito de Trigueros: AGUil.AR PIÑAL, 1987, pp. 44-45; siones acerca de la situación geográfica de aquella ciu- chocaría que pudiera encontrarse una referencia como G. MORA, «Trigueros y Hübner. Algunas notas sobre dad, Excavaciones Arqueológicas en Espana, n. 0 123, esra última, ni una alusión de interés social parecida, el concepto de falsificación», Archivo Español de Madrid, 1983, pp. 45 y ss., y para el siglo XVlll, 81 en roda la bibliografía arqueológica coetánea. Arqueolcgía, 61, 1988, pp. 344 y ss.; y J. BELTRÁN y ss. El ilustrado prior de Uclés y futuro obispo de Sala- II4 FORTES, «Entre la erudición y el coleccionismo: anti- manca, Amonio Tavira, financió la primera campana AHN, Estado, leg. 3193 y RAH, en la sign. antigua cuarios andaluces de los siglos XVI al XVlll», en Anti- güedad, 1994, p. 109. junto con tres eruditos de Saelices (así lo hicieron E-124. Me gustaría resal car la calidad de los planos y constar en un epígrafe en la iglesia rupestre), comen- dibujos que ofrece Comide, debidos al arquitecto II7 zando el 17 de octubre de 1789 y manteniendo pun- Melchor de Prado y Mariño. Especialmente su plano Isidoro Bosarre tenía una excelente formación euro- tualmente informado al rey a través de Floridablan- de julio de 1794 (cf ALMAGRO BASCH, 1983, p. 108) pea. Fue académico y secretario de la de Bellas Artes ca. A su vez, Carlos IV solicitó informes en 1790 de es muy similar en concepción a los de Manuel de Ville- de San Fernando desde 1792 durante quince años. la Academia de la Historia (el expediente se encuen- na que presentaré más adelante, por lo que no descarto Sobre su vida y obra se detuvo A. Pérez Sánchez en la introducción que hizo a la reedición de su Viaje artís- cedencia rreinta y seis esculturas de las que conserva ra, hasta el cambio de era. En cuanto a las inscripcio- tico a varios pueblos de España (Madrid, 1978), pp. Vll en su colección el Museo del Prado. nes, el de Hispania fue al final el volumen II de una y ss. Pero, por su formación fundamentalmente en I22 gran empresa extranjera, auspiciada por la Academia Arce, su viaje por Castilla resulta muy diferente del de J. MAJERALLENDE, Comisión de Antigüedades. Comu- Imperial de Berlín y pilotada por Theodor Momm- Ponz. Según Pérez Sánchez (ibid., p. XXJ) no fue afor- nidad de Madrid. Catálogo e índices, Madrid, RAH, sen, el célebre Corpus lnscriptionum Latinarum (II: tunado en ninguno de sus proyectos, y especialmen- 1998, pp. 11-17. Es esca la segunda vez (aparte de en Berlín, 1869), con su Supplementum (Berlín, 1892), te en sus disputas con J. A. Ceán Bermúdez. Véase más mi propio avance de 1994-1995) en que se trata de ambos a cargo del sabio alemán Emil Hübner. Éste abajo. forma separada la actividad de Carlos IV, aquí a causa fue por ello elegido miembro honorario de la RAH, II8 de su relación con la Real Academia de la Historia. Esta y también publicó separadamente las Jnsc,-iptiones His- paniae Christianae (Berlín, 1871) y los Monumenta Datos obtenidos de Memorias, 1796, pp. XCV, CXXXJI monografía es otro útil producto de la amplia activi- yCLV. dad de reorganización y publicación de la vastísima Linguae lbericae (Berlín, 1900). El co,pus musivario, rr9 documentación anticuaria de la Academia, que está por su parce, quedó igualmente inconcluso; lo ha ido desarrollando, a partir de 1977 y en sucesivas mono- La Real Academia de Bellas Arces conserva muchas siendo impulsada, en el último trienio, por el actual de estas llamadas «regulaciones», como las seis dece- académico anticuario, M. Almagro Garbea. Para los grafías, el actual académico J. M. • Blázquez Marcínez, nas de láminas emeritenses, hasta hace muy poco datos inmediatos que siguen me apoyo en los citados con la colaboración de otros autores. inéditas, debidas a Fernando Rodríguez, y a las que por J. Maier. 125 me referiré más adelante (nota 338 y aparcado al final r23 Y especialmente del cap. VII). MAlER, 1998, pp. 11-39, analiza por períodos la activi- «Comisión Mixta» de las Reales Academias de la His- a raíz de la creación, en 1864, de la I20 dad de este órgano especializado en el estudio y aseso- toria y de Bellas Artes de San Fernando, que dio lugar La empresa había comenzado en 1766, con el excep- ramiento sobre las antigüedades hispanas, y en pp. 41- en 1865 alaformación del importante instrumento que cional equipo formado por Hermosilla, Víllanueva y 45 ofrece la relación de las sucesivas comisiones desde supusieron hasta el primer tercio del presente siglo las Arna], cuyos dibujos quedaron por entonces inéditos 1792 hasta el momento presente. La primera «Sala» o llamadas «Comisiones Provinciales de Monumentos (vid. supra nota 98). Se han reeditado hace poco en Comisión, de 1792 a 1797, la compusieron C. M.•Tri- Históricos y Artísticos» (ef.MAJER, 1998, pp. 30-31). una bella edición facsímil. En el II Congreso de His- gueros, J. Comide, J. Traggia, J. Guevara, J. J. Banq ue- 126 toriografía ya citado, J. M. Rodríguez Domingo trató ri, F. MartínezMarina,J. B. Mufioz, V GonzálezArnao Véase la reciente publicación previa de M. ALMAGRO- sobre esta obra en su comunicación «La Alhambra y M. Manuel, todos bajo la presidencia del Secretario, GORBEA Y J. ÁLVAREZ-SANCHfS, Archivo del Gabine- arqueológica (1847-1907): Origen y evolución de Antonio Capmany. A ella precisamente se encargó el te de Antigüedades. Catálogo e índices, Madrid, RAH, un modelo anticuario» , en Historiografia 1L 1997, informe sobre los trabajos de M. Villena al que se dedi- 1999. Entre los fondos del llamado «gabinete» se pp. 341-350. ca el capítulo VI del presente estudio (y véase más ade- encuentra, por ejemplo, la pieza arqueológica hispa- I2I lante la nota 348). na más reproducida y estudiada internacionalmente Además de la conocida y extensa biografía de Azara 124 desde su hallazgo en 1847 : el suntuoso dí peo de plata por B. Castellanos de Losada, este aspecto ha sido muy MAlER, 1998, pp. 12-13, con indicación de las publi- (que no missorium) con la imagen labrada de Teodo- bien puesto de relieve recientemente en M. A. ELVJ- caciones y documentos que testimonian el plantea- sio I el Grande y sus dos hijos, que acabo de reesm- RA, «La actividad arqueológica de D. José Nicolás de miento y el avance o retroceso de estas actividades. De diar y datar en el afio 393 d.C. [A.M.• CANTO, «Las Azara», en Antigüedad, 1994, pp. 125-151, y espec. la cuestión cronológica, esencial para la historia nacio- quindecennalia de Teodosio I el G rancie (19 de enero nal, sólo se llegó a publicar, en 1796, la parte prime- del 393 d.C.) en el gran clípeo de Madrid», en 144-146; y ELVJRA, 1999, pp. 37-38: son de esta pro- su t. III, p. 1170, dice que de Carlos N «litde need ro VV.AA., El Disco de Teodosio, ed. M. Almagro-Gor- piezas de los períodos históricos, según se aclara expre- bea, J. M.• Álvarez Martínez, J. M. Blázquez y S. samente al final del título, pero conviene valorarlo en el be said», y en la 1263 lo define como «the poor imbe- Rovira, Madrid, RAH, 2000, 289-300] y en una contexto de la época, en la que las ciencias prehistóricas cile King». En cuanto a Godoy (ibid.), que «no enlighc- monografía, actualmeme en trámite de publicación, llevaban aún un retraso generalizado en toda Europa. ened patronage of art or lecters could be expecced vid. infra nota 143. 131 from the drivelling roo! ofGodoy... », afirmación esta 127 Parece que de la cusrodia, notificación yvaloración no última que me parece especialmente carente de base. Por ejemplo, A. YÁNEZ VEGA, «Estudio sobre la Ley se exceptúa ningún objeto, incluso si su valor históri- 136 de Excavaciones y Antigüedades de 1911 y el Regla- co o artístico no es destacable. Había mucha costum- H. R. MADOL, Godoy. El primer dictador de nuestro mento para su aplicación de 1912», en Historiografia bre de ofrecer el doble del valor de tasación. tiempo, Madrid, 1987. JI, 1995, pp. 423-429, la citaba de pasada como pre- 132 1 37 cedeme de la de 1911, fijándose sólo (p. 404) en que El extraordinario cuidado con que se detallan exhausti- Sobre el «guión», ROJAS, 1997, p. 79. en su texto no se usan los vocablos «arqueología» o vamente todos los rangos y tipos posibles de autoridades 138 «excavación». En cambio, MAIER, 1998, p. 13, repro- eclesiásticas, muy diplomáticamente «encargadas» deno Nacido él en Badajoz, su solar por línea paterna esta- duce su contenido de forma facsímil, entre sus pági- consentir con pretexto alguno la contravención de la Real ba en Castuera; su madre era también nacida en la nas 53 y 60. Cédula, da una buena idea indirecta, no sólo de cuánto capital, aunque de origen portugués (GODOY, 1965, 128 patrimonio arqueológico debía de encontrarse entonces t.!, p. 10). Véase también infra, en la nota 333. Posiblemente pueda considerarse un ya lejano prece- bajo su jurisdicción, sino también del peso efectivo que 139 deme el bando hecho público a los napolitanos por aquéllas tenían en que los fines propuestos por el rey J. PÉREZ DE GUZMÁN, «El protecrorado del Príncipe su padre Carlos III, en 1755: «... tale reliquie offrono pudieran llegar a tener una eficacia real. de la Paz á las Ciencias y á las Letras», La España grandissimi proffiti [... ] e per intelligenza dell'Anti- 1 33 Moderna, julio de 1905, pp. 132-165, aunque tam- chita e per rischiriamento dell'istoria, e della Crono- D. HILT, The troubled trinity: Godoy and the Spanish poco erara de las que aquí nos interesan más especí- logía, e per perfezione di molte arti ... » (GUERRA DE Monarchs, Tuscaloosa, 1987. Se trata, obviamente, del ficamente; véase también ROJAS, 1997, pp. 141 yss. LA VEGA, rey, la reina y el valido. Me ha parecido excepcionalmente documentada la 1988, p. 26). 129 134 tesis doctoral de I.-J . ROSE WAGNER, Manuel Godoy, El rey mismo diferencia las fases del proceso en el pre- G. G. FERNÁNDEZ, «Godoy», en Historica!Dictionary patrón de las artes y coleccionista, Madrid, UCM, ámbulo de la Real Cédula: «... áconseqüencia de lo que ofModernSpain 1700-1988, ed. R. W. KernyM. D. 1983, si bien se refiere exclusivamente a pinturas y tuve á bien encargar á mi Real Academia de la Histo- Dodge, Westport, 1990, pp. 250-252 (este compen- pintores. Sobre su mecenazgo concretamente, véase ria [... ] [ésta) me propuso por medio de mi primer dio, por otra parte, tiene varios errores en los artícu- en su t. I, pp. 220-256. Secretario de Estado ... » y lo manifiesta en su art. 7 y los correspondientes a Carlos III y Carlos IV, por 140 último: «... a fin de que [... ] sirviese para los efectos A. J . Kuethe y R. W. Kern). GODOY, 1965, r. I, pp. 193-236. Para el período que me había propuesto» Véase cómo puede relacio- 1 35 entre 1801 y 1803: t. I, pp. 372-377, y entre 1803 narse con consejos de Godoy, cuyas ideas al respecto La mala imagen tiene larga tradición, y no sólo en el y 1804: pp. 412-416. El tomo II aparece más des- eran muy similares (vid. cap. III.2). campo de la pura historia. Véanse como simples mues- compensado, y es lógico, en favor de los asuntos polí- 130 tras dos frases, de gran repercusión en el extranjero, ticos internos y externos (« ... era la tarde ya de aquel Por el catálogo de los objetos protegidos, es obvio que del gran historiador del arte inglés W. STIRLING-MAx- reinado; la cueva de los vientos se agitaba y se sentían se está pensando muy especialmente en monumentos y WELL, Annals oftheArtists ofSpain, Londres, 1848: en bramidos [... ] pero España no romaba ya prestado 65 de las luces de otras partes», ibid., p. 150). Así, los fiscación ») de todas las propiedades de Godoy Beturias hispalense y cordubense que, junto con su «progresos de las arres y las ciencias» que refleja entre (embargo, dicho sea de paso, por completo ilegal y mapa, dedicó especialmente su autor al Príncipe de la Paz, cf A. M.ª CANTO, Epigrafia Romana de la Betu- 1804 y 1807 ocupan sólo trece páginas (24 a 27, 67 que nunca se justificó en un juicio). Mientras busca- a 69 y 151 a 156). La larguísima obra, lamentable- ba en ellos alguna referencia de la colección de pla- ria Céltica, Colección de Estudios, n. 0 54, Madrid, mente, carece de índices que faciliten su consulta, de nos emeritenses, encontré (sección de Hacienda, leg. UAM, 1997. Puede verse detalle de otras muchas forma que pueden habérseme escapado orras refe- 3581, doc. 27) los datos de las escrituras de propie- (aunque no sobre las que nos interesan aquí y ahora) rencias. Llamo la atención sobre dos ediciones espa- dad en favor del Príncipe de la Paz de la «Dehesa de en PÉREZ DE GUZMÁN, 1905, passim, con algunas de ñolas de época: Cuenta dada de su vida política por las Tiendas», cerca de Mérida. Ésta y la de Cubillana tales muy expresivas peticiones y dedicatorias, la don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, ó sean [sic} habían sido del monasterio de El Escorial en los años mayoría llenas de cargantes adulaciones. Memorias críticas y apologéticas para la historia del anteriores. La Real Cédula concedía también a Godoy 146 reinado del señor D. Carlos IVde Barbón, en seis volú- «jurisdicción, señorío y vasallaje de ella». Se excavó Sign. II/3166. El mismo autor lo es de otros diarios menes, Madrid, 1836, en cuyo tomo primero se le allí hace años una villa rural con mosaicos de cacerías de viaje, como el de Caraluña y el llamado «africano». presenta en un pequeño y elegante grabado, de per- y estaciones, del siglo !V Q. M.ª ÁLVAREZ MARTl- 147 fil. No menos interés tiene otra edición española, de NEZ, «Un mosaico con escena de cacería procedente Donde se adivina la copia del mismo texto: «Basteta- la misma fecha, en rústica y formato algo mayor, de la villa romana de "Las Tiendas"», en Actas XIV nus, scriba quaestorius, scriba aedilicius, civis» ( CJL II, cuyo primer fascículo ocupa el referido prólogo Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1977, n. 0 5 3423 y 3424). hecho por Esménard para la edición francesa (las fra- pp. 843-850). Para otro propósito y trabajo muy dis- 148 ses que cité algo más atrás, en su p. 4). tintos de éste (A. M.ª CANTO, El clípeo de Teodosio 1 Con los importantes precedentes cirados de los viajes de Valdeflores o Pérez Bayer, en los reinados anterio- 141 y Estilicón de la Real Academia de la Historia de En el largo y excelente «Estudio preliminar» de las Madrid. Una revisión profunda de la mejor pieza de la res (véase cap. II), que fueron auténticos estímulos y mismas, p. Arqueología española, en trámite de publicación), he ejemplos. lX. 142 podido documentar que, además del valle de la Alcu- 1 49 GODOY, 1965, t. I, p. 13. Muchos autores han consi- dia, al que debió el nombre de su ducado, adquirió Antonio Ponz era secretario de la Real Academia de derado que en estas afirmaciones acerca de su forma- la vecina comarca de «La Serena», asimismo en tie- Bellas Artes de San Fernando y, en esta calidad, fue nom- ción juvenil (como en otras muchas de su amplia auto- rras de Badajoz, -en condiciones regiamente ven- brado en 1787 «Secretario de S.M. adhonorern» (AHN: justificación histórica) Godoy exagera o incluso tajosas- en 1795, a la que él llamaba «mi Estado de LibrodeDecretosn. 0 2753= leg. 13243, n. 0 12). Natu- miente abiertamente. Desde luego esto no lo creo, la Serena». ralmente, Carlos N lo mantuvo en este puesro. aunque sólo fuera porque, durante los primeros años 144 150 de su amistad, el relativamente alto nivel cultural de Hay anécdota, debida al pintor J. Gómez en 1805 y Fueron publicados por la imprenta de !barra, de los entonces príncipes de Asturias no hubiera sobre- contada por el propio Godoy en carta a la reina, según Madrid, incluidas las láminas, pero el viaje mismo fue llevado la participación diaria, ante el círculo de ami- la cual el artista no sabía decir cuál de los dos, el rey o costeado por las arcas reales. Fallecido su tío, un inten- gos de sus tertulias, de un completo patán de provin- el valido, «tenía más furor por el ramo de las Artes» to de su sobrino Alejandro de vender a la Imprenta cias, por muy seductor físicamenre que éste fuera. (apudBLASCO, 1996, p. 57). Real los derechos del último tomo (el 18) y algunas 1 43 El Archivo Histórico Nacional conserva varios lega- 145 Tal es el caso de la obra de M. l. PÉREZ QUINTERO, La láminas y dibujos que quedaban inéditos (curiosa- jos relativos a lo que se llamó «secuestro» (por «con- Beturia vindicada, Sevilla, 1794, sobre las antiguas anuales sobre la diócesis de Cuenca [véase más abajo, 66 mente a cambio de «una pensión de 30.000 reales en el capítulo V], o cualquier otra»), no tuvo éxito. buscado manuscrito de las Partidas no se encontraba visto, esta pensión incluía también los gastos de dibu- Cf CUBILES, 1983, p. 171. en el archivo de la Torre do Tambo de Lisboa. jo y los de posibles excavaciones, como las que el mar- 151 155 qués arqueólogo hizo en Mérida. Se advierte en la cita- A juicio del juez subdelegado de la Imprenta Real, al Otros muchos viajes, de carácrer científico, geográfi- da frase de Orriz un resabio hacia la protección y las informar negativamente la mencionada petición del co, botánico y médico, entre otros, fueron auspicia- facilidades que el rey y Godoy estaban prestando a sobrino de Ponz (CUBILES, 1983, p. 171). El título dos por estos mismos años. esta otra empresa. El bibliotecario real, sin embargo, completo fue Viage de España, en que se da noticia de 156 había demostrado ser bastante lema, y sus obras resul- las cosas mds apreciables y dignas de saberse, que hay en CUBILES, 1983, dedica tres capítulos de su tesis a labio- taban, como se ha visto, demasiado caras. J. M. Medran o, hace poco (en Anticuaria, 1997, pp. 41-50), ha ella, Madrid, 1772-1794. Se han hecho moderna- grafía del presbítero J. Ortiz y Sanz y a sus dos grandes mente reediciones facsímiles parciales para algunas obras, concluidas en Italia y España. Curiosamente, se transcrito varios párrafos de su cirada Noticia. .. de 1797, regiones, véase por ejemplo: A. PONZ, Viajar por Extre- sabe (ibid., p. 154) que, de los 750 ejemplares tirados y entre ellos destaco esta queja del canónigo sobre «.. .la madura I-II, Badajoz-Salamanca, 1983. del Palladio, se habían vendido sólo veintitrés en los tres fatalidad común de que siempre los amantes de este 152 primeros años, debido a su alto precio. Ello tuvo que género de letras y expediciones carecen de caudales con Se ha reeditado en Madrid, en 1978 (infra). Véase en pesar, no sólo en que no se hiciera la segunda parte de los que sostener los gastos de viages, excavaciones, dise- el capítulo VI de este trabajo su intervención como esta obra, sino en desalentar la totalidad del propio iíos, grabados de láminas, y demás anexos», mientras académico experto en el informe de los planos eme- Vzage de España que quería llevar a cabo Ortiz. Ambas se podía ver a los acaudalados «derramar tesoros en vani- ritenses, cuando realmente la Arqueología no era el obras arquitectónicas de este canónigo han sido reedira- dades, luxo, superfluidad, pasatiempos, bagatelas y ámbito que dominaba. das, de nuevo muy costosamente, por el Colegio Oficial otros bellísimos nadas». 1 53 Sobre la vida y obra de este importante arqueólogo e de Arquitectos de Madrid (1991, ed. de S. Rodríguez). 160 1 57 Véase un ejemplo muy reciente: la ficha de la lámina historiadorvéaseA. GIL MERINO, Vidayobrade] Cor- Véase además lo dicho en la nota anterior. de Laborde del Arco de Bará en el catálogo de la gran nide Saavedra, La Coruña, 1993. En estos momen- 158 exposición de 1998 sobre la Hispania romana (His- tos, según mis noticias, se procede en la Academia a A partir de ciertas afirmaciones del propio Ortiz en pania, 1999, n. 0 14,474): «.. .la obra de Laborde, rea- la reordenación de sus papeles inéditos. su Respuesta a la ya citada Disertación de E. Palos cabría lizada bajo el patrocinio de Napoléon ... », que sigue la 1 54 deducir que partió en 1799, y que volvió de allí en opinión de X. Dupré en su monografía de 1996, erró- La obra misma, sin embargo, vio la luz casi un siglo des- 1801. Sin embargo, en ORTIZ (1807), 1976, nota 60, nea, pero que representa a la communis opinio sobre el pués: J. CORNIDE, Estado de Portugal en el año de 1800, se dice textualmente que «midió y estudió el teatro de proyecto y la autoría. Lo que comento a continuación en Memorial Histórico Español n. 0 XXVI, Madrid, Sagunto» del 1Oal 23 de enero de 1800, y del 6 al 15 forma parte de un pequeño artículo sobre el peso de 1893. En cambio, las notas y muchos dibujos del Viaje de junio de 1803. Seguramente en 1812 había olvi- la participación española en esra preciada obra y algu- literario quedaron, una vez más, inéditos, pues don dado estos detalles. nos otros datos inéditos sobre la misma, en el que jus- Joseph, sin duda debilitado por el gran esfuerzo, enfer- 1 59 tifico con más datos mi opinión divergenre. Pero ya mó, falleciendo el 22 de febrero de 1803; aquéllos se La cantidad con que se le doró para Sagunto no era sólo con la lectura de los comentarios de Godoy que conservan en laAcademia, pues le legó en su testamento tan escasa como parece creer Oniz si la comparamos transcribiré acto seguido puede probarse que el patro- (que he encontrado en el Archivo de Protocolos de con los 36.000 reales anuales que Fernando VI le había cinio español es mucho mayor de lo que se viene pen- Madrid) todos sus papeles y los libros que ésta no tuvie- asignado a Valdeflores, el 2 de noviembre de 1752, sando. Ya avancé esta novedad en el trabajo citado ra. Por cierto que, por ironías de la vida, el famoso y para desarrollar el viaje de España; y, como hemos supra en la nota 13. 6, I I6I que «no ha podido encontrar esta obra» (sic). El retra- bien si tenemos presente lo que dice Godoy: que la La edición con el retrato de Godoy quizá se retiraría to del sabio fraile, pintado por Goya, se conserva en edición del vol. I (Cataluña) no se hizo en París, sino el mismo año siguiente; tanto es así que el ejemplar la Academia de la Historia (vid. Goya, 1996, cat. n. 0 que he manejado ahora-el de la propia Real Biblio- 115, pp. 249 y 388-389, ficha de J. J. Luna). teca- procede de la primera edición francesa. Recien- nota siguiente. Yahe recordado su imerés por la publicación de obras temente, el Museo de Mérida ha adquirido un ejem- 167 culeas a precios más asequibles al gran público. plar de la rarísima primera edición española. Abundando en la misma idea expresada en la noca 170 I62 anterior (la confusión posterior, incluso entre los espa- Godoy cumplía con todos los req uisiros para ser la Cf la en Madrid con los tipos de Bodoni. 169 A. DE LABORDE, Viatge pintoresc i historie. I, El Prin- ñoles, sobre la génesis real del Voyage) , véase lo que bestia negra de la nobleza consolidada y el blanco cipat. !l El País Valencia i les illes Balears, Biblioceca dicen los padres A. Merino y J. de la Canal, en el pró- inevitable de todas las envidias y de todas las conju- Abar O liba, Serie il-lustrada I y 2, con prólogo de O. logo al tomo 43 de la continuatio de la obra citada del ras de que se había hecho objeto, con muchos menos Valls, Barcelona, 1974-1975, vol. I, pp. 9-10. El texto padre Flórez (Madrid, 1819, p. VIII), a propósito del motivos, a casi todos los poderosos políticos que le de CUBILES, 1983, p. 175. mismo fraile y de por qué abandonó su misión con- habían precedido o le siguieron en la segunda mirad I63 tinuadora: «... ya porque entonces se tratase dela edi- de aquel siglo: Ensenada, mi antepasado Esquila- LABORDE, 1974- 1975, vol.!, p. 9. ción del Víage Pintoresco de Espafía, emprendido desde che, Floridablanca, Aranda, en menor grado el pro- 164 el 1802 por varios literatos franceses, que escogieron al pio Campomanes, Urquijo y Jovellanos. Los exce- Resulta ser cierro que un rasgo muy caracteríscico del Mro. Femández [Rojas] para poner en castellano y sos de aquel tipo de personas suelen resultar insufribles, y sus defectos simplemente imperdona- Voyage Pittoresque son precisamente las páginas con corregir el texto francés, la Espafía Sagrada quedó en detenidas explicaciones de lo dibujado en cada lámina. el olvido ... ». Compárese ya entonces, a tan pocos años bles. No debe de ser un detalle menor el que, andan- I65 vista, la diferencia con las anteriores afirmaciones de do el tiempo, todos los personajes citados, incluido Obsérvese cómo se trasluce su militancia contra la Godoy, e incluso con las del propio Laborde, que las Carlos IV -la mano que entregó España a Fran- «superstición» y el poder omnímodo que durante reconocía al referirse al grupo de «literatos y artistas cia-, y hasta el torpe Fernando VII, fueron reivin- siglos había tenido la Iglesia católica sobre los espa- de Madrid»: can sólo trece años después, en 1819, los dicados y terminaron por ser honrados con sendas ñoles, causa a su juicio de muchos atrasos nacionales. autores del encargo a Rojas eran ya «varios literatos calles en Madrid. Pero Godoy no. Sí las tiene en su Y causa aquella misma a su vez de la inquina que los franceses». Es sin duda uno de los efectos menores de Badajoz natal, y en Cáceres. Pero en la Villa y Coree miembros de la propia Inquisición generaron contra aquella cruel situación. parece que todavía nada le ha sido condonado a el favorito, hasta que consiguieron regresar triunfan- 168 Manuel Godoy, y ni siquiera sus restos mortales han tes, acompañando a Fernando VII. Cf LABORDE, 1974-1 975, vol. !, p. 17: Valls la atri- podido regresar aún a España. Quizá fuera ya 166 buye al impresor parisino Didoc el Viejo («el ti pus de momento de ir pensando en todo ello. Sería fecha Sobre esce sabio religioso véase la tesis doctoral de M. ª lletra és un Bodoni refinar, cal com només aquest adecuada el 4 de ocrubre de 2001, día en el que se R. BARABINO MACIÁ, Fray juan Fernández de Rojas: impressor sabia fer-ho») . Pero acto seguido no acier- cumplirá el 150 aniversario de su fallecimiento en su obra y su significación en elsiglo XV!!!, Madrid, UCM, ta a explicar por qué el tipo de papel no coincide con París (y que será celebrado en Badajoz con una expo- 1981 , p. 103; aunque esta autora, siguiendo la ver- el que solía usar Didot, ni con el tamaño de la «edi- sición y un congreso científico). sión habitual, dice sólo que «varios literatos franceses ción especial que comiene sólo la parte dedicada a I7I le escogieron [en 1802] para poner en castellano y Cataluña», para él supuestamente hecha por el mismo Su rehabilitación en 1847, a cargo de la reina Isabel corregir el texto francés»; en su noca 2 afirma además impresor de París. Escas incongruencias se explican II (soberana que sería su bisnieta, según quienes creen en la paternidad del Príncipe de la Paz de los dos infan- la vida de Godoy», Revista de la Biblioteca, Archivo (p. xn); errores que, según afirma el editor, aprovecha tes menores de Carlos IV: if.MADOL, 1987, pp. 257, y Museo (Ayuntamiento de Madrid), año XVIII, 58, él para corregir mientras abrevia la obra. 258, 265 y 267), no llegó ya a tiempo de que su edad 1949, pp. 69-108, espec. p. 81. 176 y su salud le permitieran regresar a España. Despoja- 1 73 A. BüNET CORREA ET AL., Bibliografla de arquitectu- do -sin haberse celebrado nunca juicio alguno-de Para empezar, es muy dudoso que en Madrid se con- ra, ingeniería y urbanismo en Espaiía (1498-1880), cítulos, honores y propiedades, e incluso de todo aque- siderara siquiera al mismo Laborde como un verda- Madrid, 1980, t. II, p. 498, siguiendo las opiniones Ho que le había sido concedido con la ley ordinaria en dero extranjero, puesto que él mismo haría valer para de Querard y Barbier. Añade algunos otros artistas la mano -como el palacio de Buenavista, obsequia- el caso que su padre era natural de Jaca (Huesca) . El franceses a los citados por Godoy, como Chateau- do a él libremente por el Ayuntamiento de Madrid en apellido mismo me parece proceder de «La Borda». briand y Girode. 1807, o los bienes de libre disposición que en 1819 le En francés «borde» no existe, sino «bord», con la 177 legó en su restamento la reina María Luisa-, falleció misma idea de «frontera»; a mi juicio este apellido se De todos modos, el modelo inicial de este tipo de viajes y su documenración gráfica sigue correspondien- pobre y olvidado en París, donde fue enterrado el 4 podría relacionar fácilmente con el nombre vasco- de octubre de 18 51. Reposa todavía, en una modes- aquitano, ya conocido en época romana, de Lapur- do al de 1747-1752, patrocinado por Fernando VI y ta tumba del histórico cementerio del Pere Lachaise, dum, que corresponde a la moderna Bayonne. también malogrado, del marqués de Valdeflores (if. junto a algunos miembros de su familia y a otros 1 74 supra y notas 76 a 79). muchos españoles amargados por el destierro. De Publicado, como dije, en la Imprenta Real, en 1797: 178 forma que el Altísimo concedió a Godoy muchos años Noticia y plan de un viage arquitectónico-anticuario El académico y secretario de la RAH, de vida para llorar a casi todos sus amigos, sobrevivir encargado por Su Majestad a Don José Ortiz Sanz, el año Tato (al que cité ya elogiosamente en la Introducción) J. F. Guillén a la mayor parte de sus enemigos y escribir sus deta- de 1790. En el mismo rrabajo que preparo sobre el publicó hace muchos años un curioso arrículo. Se lladísimas Memorias («muy curiosas, amenas y dignas Voyage me ocupo de estudiar el interesan te texto de este Hama «Godoy "coleccionista"» (Archivo Espaiiol de de leerse», según M. Menéndez y Pelayo). pequeño fallero, y de verificar sus quejas de plagio. Arte y Arqueología, 25, 1933, pp. 247-255) . Su pers- 172 1 75 pectiva crítica se percibe ya por el uso que hace de las La frase de Godoy antes citada es el párrafo con el que Véase sobre ello más adelante la nota 394. A. de Labor- comillas dentro del título. Consiste en la ti;anscripción concluyensusMemorias(GODOY, 1965, t. II, p. 501). de publicó una especie de Voyage pero sobre la España de un expediente del año de 1814 (AGM, Indiferen- El juicio del famoso concejal y escritor madrileño en de su tiempo, en cinco volúmenes y un atlas de mapas tes, leg. 1814) para justificarla propiedad delconvento R. MESONERO ROMANOS, El antiguo Madrid. Paseos rureros: Itinéraire descriptif de l'Espagne, París, 1808, de los Mercedarios de Madrid sobre un cuadro de Car- histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa, que se editó en España abreviado y con una «traduc- duccio que supuestamente Godoy les había «arreba- Madrid, 1861 (ed. facsímil, Madrid, 1984), pp. LXV- ción libre»: Itinerario descriptivo de las provincias de tado» hacia 1806 «en virrud de su prepotencia» y que Para las «fiestas del motín» F. MARTí G!LABERT, Espaiia, Valencia, 1816 y 1826. En el prólogo de M. querían ahora, con la nueva situación política, recu- LXVI. El motín de Aranjuez, Colección histórica de la Uni- de Cabrerizo a esta segunda edición dice de esta obra perar. A pesar del análisis de Guillén, el hecho es que, versidad de Navarra n. 0 XXIV, Pamplona, 1972. que, en general, «instruye sin fastidio y deleita con uti- tras ser citados varios testigos, los mercedarios no pue- den probar el expolio alegado, ni que no hubiera sido Resulta paradójico que para G. M . de Jovellanos, un lidad» (p. x), pero que sin embargo, debido a «ligere- personaje tan reconocidamente liberal según los his- zaó prisa, ó precipitación nacional» (se refiere ala fran- en realidad un regalo de eHos mismos al valido, por- toriadores, resultara insufrible «la libertad moral» de cesa), tiene «innumerables equivocaciones históricas y que, según dice un testigo, un viejo servidor de Godoy Godoy, véase, por ejemplo, la famosa cena con la Tudó, geográficas [comenzando porJ las que comete en la que ninguna recompensa podía esperar ya de su anri- en A. ÁLVAREZ DE LINERA, «Escenarios madrileños de primera provincia que describe, que es la Cataluña» guo dueño por decir nada más que la verdad, «... en aquel tiempo [las obras de arce] se las presentaban a los asuntos a conciencia y no dejaba dormir ningu- do minoritaria, a pesar de que en su propia época este porfía rodas las clases del Estado», es decir, que todos no, de lo que este detalle mismo es también buena aspecto al menos no se le regateó tanto (otros ejemplos en ROSE WAGNER, 1983, t. l, pp. 220 y ss.). pugnaban porobsequiárselas. Es obvio que la leíia del prueba. árbol de Godoy, con ser éste tan grande, cuando cayó 185 189 no alcanzó para codos ... Hístoire de la guerre de la Pénínsule sous Napoléon, París, Es incomprensible que escapara a la diligencia del rey 179 Se debe referir con ello a las excavaciones que ya se 1827, c. II, p. 259 (apudROSE WAGNER, 1983, t. 1, o de Godoy el cuidado por las ruinas de la venerable p. 221 con su nota 6). ltalica, que era, junto con Tarraco (y mucho mejor encuentra realizando en el teatro, en 1791. Para como- r86 que Segóbriga) otra ciudad romana que hubiera didad del lector he actualizado y corregido aguí las gra- G. MORA, «Arqueología y poder en la Espaiia del siglo podido merecer por entonces el papel de «Pompeya fías y las expresiones deficientes de Villena. xvm», en Hístoríografia I, 1991, p. 32, escribe sobre «el espaíiola», aunque había sido hacía poco muy casti- 180 escaso eco científico [en nuestro país] de la experiencia gada, pot el terremoto de Lisboa de 1755. El expo- E. C. CORONA BARATECH ET Al., Historia de España, napolitana de Carlos III» (pero debe recordarse, como lio de la ciudad, muy considerable desde la misma Madrid, Rialp, 1983; L. M. ENCISO RE.cm ET AL., Los dije, que comenzando por el propio Carlos III). Antigüedad, no había bastado para hacer desapare- Barbones en el siglo XVI!! (1700-1808), Madrid, 1991; 187 cer codo su esplendor, del que numerosos viajeros y Estado y Cultura, 1992. Sobre esta influencia habla, en líneas generales, I. dejaron constancia. 181 NEGUERUELA, 1993, p. 248, aunque no indica nin- 19() Y que, de momento, acabaron siendo la causa de la guna actividad arqueológica concreta de Carlos IV Cf el relato del testigo presencial S. Sánchez Sobrino, caída del propio Floridablanca, pocos meses después. Véase todo lo dicho al respecto en el cap. II, y la biblio- el de J. MATUTE y GAVIRJA, Bosquejo de ltdlica, Sevi- 182 grafía pertinente. lla, 1827, p. 32; o el de A. GARCÍA y BELLIDO, Colo- Cf ínfra, parte VI. 188 níaAelíaAugustaltalíca, Madrid, 1960, p. 55-junro 183 Aparte de las legendarias de J. Pérez de Guzmán (C. con el de Segóbriga otro claso ejemplar de celo histo- Entre los dos dibujos de un capicel procedente de allí Seco Serrano, vid. en GODOY, 1965, t. II, p. CXXXVJ, riográfico-; y mis trabajos de 1983 (A. M.ªCANTO, (cf ínfra, parce VII, n. ' 1 y 11), se puede concluir que fue él mismo quien excavó «en el convento jurídico», para el detalle), se puede citar, como ejemplo de defen- LaEpigrafiaRomanadeltálica,Madrid, UCM, 1985, sa del rey y de su valido, y junto ala de C. Seco, el estu- p. 56), 1985 (A. M.•CANTO, «Die vetusurbsvon Itá- ha! landa capiteles, cornisas y fragmentos de columnas dio de A. BULLÓN DE MENDOZA, Manuel Godoy, Prín- lica: Probleme ihrer Gründung und ihrer Anlage», y de estatuas, aunque no sabemos exactamente cuáles. cipe de la Paz, Badajoz, 1968. La posición de ROJAS, Madríder Mitteilungen, 26, pp. 140 y ss.) y 1992 (éste 184 1997, pp. 141-146, coincide también en una mejor aún inédito): Notas para una historia de las excavacio- Llegó a ser célebre la eficacia de la Secq,taría de Des- estimación de Carlos IV y Godoy en el ámbito de la nes de ltdlíca. Parte I, con sus notas 62 a 66 (véase tam- pacho del duque de la Alcudia, que seguía siempre educación y la cultura, que en nuestros días sigue sien- bién más atrás la nota 96). 0 70 IV LAS AFICIONES EMERITENSES DEL CONDE DE CAMPOMANES Cuando nos preguntamos acerca de cómo, al margen de sus gustos personales, o incluso de posibles sugerencias paternas anteriores, surgió en Carlos IV la idea de esta misión arqueológica concreta en Mérida, además de Godoy viene a la memoria la figura de Pedro Rodríguez Campomanes y Pérez Sorribas 19 1 (1723-1802), primer conde de Campo manes (lám. XIII 192 ). Aunque asturiano 193 , estaba muy vinculado a Extremadura, y más en concreto a Mérida, en cuyo término Carlos III, en 1771 194, obsequió al ya destacado jurista 195 una espléndida finca de caza, cerca del embalse de Cornalvo, a unos 15 Km al noreste de la ciudad, del cual «coto» recibiría algo más adelante (1780) su título nobiliario. Había realizado además, siendo presidente de la Mesta, en 1778, un detenido viaje por la región, estudiando a fondo la necesidad de la creación de una Audiencia propia para la provincia de Extremadura196 , las posibilidades de su amejoramiento agrícola197 (que en política fue quizá lo más característico suyo 198), y el de las necesarias vías de comunicación; es entonces cuando debió de darse cuenta de que los romanos le habían precedido mucho en la valoración de la privilegiada situa- LÁM . XIII Ancon Ra.ph ael Mengs, Retrato del conde de Campomanes, Madrid, c. 1774-1 776 . M adrid, colección particular. ción geo-económica de Mérida, donde se detuvo varios días. En este relato 199 dice, por ejemplo, que «son tantos los objetos y monumentos de la antigüedad que yo no tuve tiempo de observarlos, y su magnificencia suspendió mi curiosidad [... ] sería necesario un volumen y más tiempo ... ». Y, al hablar sobre el teatro, el circo y la «naumaquia» afirma: «Si se vaciasen de tierra presentarían gran parte de los edificios antiguos». Así pues, tenemos pruebas de que, trece años antes de la misión arqueológica que más adelante vamos a estudiar, el conde de Campomanes ya había llamado la atención sobre la necesidad de que los monumentos emeritenses fueran estudiados con más cuidado, e incluso algunos de ellos excavados. Campomanes tenía claras inclinaciones progresistas, y se muestra como un típico ilustrado, sensible en su interés por dotar de instrucción y oficios al pueblo, en atender a sus problemas y en combatir la marginación social 200. Él mismo, en su testamento 2º1, atribuye a Fernando VI el comienzo de sus éxitos políticos, al haberle nombrado, en 1755, asesor general del Juzgado de Correos y Postas de España: «Procurando mi hijo [Sabino], si yo no lo pudiese hacer, adquirir el retrato del Señor Fernando Sexto, a cuya benignidad debí en el año de mil setecientos cincuenta y cinco el nombramiento de Asesor[ ... ] y fue el principio de mis servicios, y adelantamientos hasta llegar al empleo de Gobernador del Consejo». Gozó de una gran influencia durante el reinado de Carlos III, junto al cual desempeñó altos cargos,durante muchos años, entre otros la Fiscalía de Castilla (1762-1783) 2º2 , de cuya Cámara y Consejo más tarde, entre 1783 y 1791, fue presidente y gobernador. Por estas funciones le tocaría finalmente presidir las Cortes mismas, y además en circunstancias históricamente tan comprometidas como cuando, a partir del 19 de septiembre de 1789, fueron convocadas para decidir sobre el espinoso tema de la sucesión al trono, con la abolición de las disposiciones restrictivas de Felipe V al respecto y la restauración de la más vieja tradición hispánica ( cf la nota 231). Pero tuvo además una faceta de historiador y epigrafista mucho menos conocida203 . Su formación temprana, cuando se preparaba para la carrera eclesiástica, había sido de jurista y de helenista204 , pues estudió «Latinidad, Artes, Derecho Civil y Canónico»; se recibe, sin embargo, de abogado de los Reales Consejos en 1745 205. Dos obras históricas le habían hecho ya célebre en su juventud. La primera, cuando contaba con escasos veinticuatro años, sobre la historia de los caballeros templarios2º6, que le catapultó al año siguiente a individuo honorario de la Academia de la Historia. La segunda, en 1756, de mucho impacto por ser un tema y período muy poco tratados, fue la Antigüedad marítima de la República de Cartago, con el Periplo de su General Hannón, traducido del griego en nuestro idioma, e ilustradd-07 (lám. XIV). Además no hay que olvidar que, entre ambas obras, hizo tres viajes a El Escorial, comisionado para cotejar los códices de los antiguos concilios de España y otras crónicas y fueros (1748, 1751 y 1755) 208 ; publicó un Discurso sobre e/Establecimiento de las Leyes, redactado en latín (1750), y, habiendo aprendido el árabe desde 1748 con el siromaronita M. Casiri, bibliotecario e intérprete oficial para esta lengua de Fernando VI 209, tradujo en colaboración con él dos capítulos, XVII y XIX, de 72 lbn al-Abwan (Abu Zacaría) sobre la agricultura (1751) 21 º. En este mismo año ascendió en laRealAcademiaasupernumerario, yen 1756, con el mismo grado, fue admitido en la de la Lengua. Todo esto, entre otras muchas actividades ya para el Estado, desde fines de 1755, cuando es nombrado asesor general de Correos, llevaba ya desarrollado precisamente al alcanzar sus trein_ta y tres años de edad. Y he tratado de referirme sólo a las más conocidas de las que tienen relación con la historia21 1. Ya que vendrá a propósito más adelante, Plano del puerto de Carthago Nova, lámina realizada para la obra de P. Rodríguez detallaré que su obra sobre Cartago pretendía Campomanes, Antigüedad marítima de la República de Cartago, con el Periplo de su General Hannón, ser además la primera parte de un~ «Historia LÁM . XIV traducido del griego en nuestro idioma, e ilustrado, Madrid, 1756. de la Marina Española» 212 • Así lo relata el mismo Campomanes, en el que sin duda constituye su último expediente oficial, y quizá uno de los últimos documentos de su vida. Trece escritos componen el citado expediente, que he encontrado en el Archivo Histórico Nacional213 : el 20 de diciembre de 1801, menos de dos meses antes de fallecer, Campomanes responde al entonces secretario de Estado, don Pedro Cevallos. Éste le ha pedido datos sobre su «Historia Náutica de España» para la obra que está escribiendo un joven investigador, don Juan A. Enríquez. A vuelta de correo 214 Campomanes le contesta que, en efecto, él había comenzado en 1752 una Historia completa de la Marina, Comercio y Derecho Náutico de España, pero que de ello «ya casi ni se acordaba». Sorprende que la llevara más adelantada de lo que se cree, pues cuenta que a mediados de 1754 hizo sacar la licencia de imprenta pero que, justo cuando se acababa el plazo, cesó el marqués de la Ensenada en el Ministerio y, aunque pidió protección al nuevo «hombre fuerte», (el anglófilo) Ricardo Wall, para poder continuar la publicación, éste no accedió, y sólo pudo salir, en 1756, la primera parte, quedando inédito el resto. Añade que redactó también en su día un largo prólogo, 73 extendiéndose sobre el mismo tema, para el meritorio Diccionario de Marina de Tomas Soutwel (sic) 215, prólogo que dejó sin finalizar pues la obra misma tuvo dificultades. Deseando, como siempre, ser útil a la ciencia, y medio ciego como ya estaba216 , prosigue diciendo que «hice buscar en mis cédulas, que estaban muy desordenadas»; y, «para que sean útiles a don Juan Antonio Enríquez», envía a Cevallos tres cosas: primero, el borrador del libro; segundo, una lista de lo que debería de contener una «Historia Náutica de España»; y tercero, aquel prólogo inédito 217 • La carta es dictada2 18 , pero la firma, ya muy insegura2 19 , es del mismo conde. El 30 de diciembre, Cevallos le devuelve todo, y le pregunta qué cosas tiene aún manuscritas, para ver de publicárselas. Pero Campomanes fallece en Madrid el 3 de febrero de 1802, a los 78 años. Se había mantenido muy activo hasta los últimos meses, en el Consejo de Estado 22º. También la epigrafía, tanto la griega como la latina y la árabe, le preocupaba e interesaba. Se conservan en el Archivo Campomanes 221 las cartas sobre la transcripción, traducción e interpretación de una inscripción griega, parece que procedente de Mérida y remitida en primer lugar por Valdeflores; sobre ella Campomanes consulta al padre Sarmiento222 y arriesga, por dos veces consecutivas (1752 y 1753) sus propias lectura e interpretación223 • Hizo comentarios, que sepamos, sobre dos inscripciones árabes, de Mérida (1752) y Jerez de la Frontera224 , y al menos otro sobre una latina de Ginzo de Limia (1 759)225_ En 1755, y aunque estaba aún reciente el proyecto en parecido sentido de don Luis J. Velázquez, marqués de Valdeflores, redactó y leyó ante la Academia una interesante Representacíón sobre la formación de una coleccíón de inscripcíones-26 • Por otra parte, no he de añadir nada al minucioso estudio de L. Gil sobre la actividad de Campo manes en cuanto «helenista en el poder», pues agota el análisis de sus facetas como estudioso (la más breve de su vida), como reformador de los estudios universitarios junto con Floridablanca, como mecenas de muchos helenistas, religiosos y laicos, y como impulsor de una política editorial que, con algunos desaciertos (y cómo evitarlos en quien toma tan gran número de decisiones), durante toda su vida de estadista tendió a favorecer los estudios clásicos. Fue elegido y reelegido durante veintisiete años consecutivos227 (de 1764 a 1791, precisamente el año en que perdió su preeminencia política) como director de la Real Academia de la Historia228, y en una segunda etapa de 1798 a fines de 1801, apenas unos meses antes de fallecer. Veinticinco de esas votaciones lo fueron por unanimidad, pero en la de 1791, y aunque 74 Campomanes había renunciado por escrito a presentarse, se produjo una tensa situación, que terminó con la elección por mayoría del duque de Almodóvar. La situación, en efecto, había cambiado, a raíz de su posición frente al rey en las Cortes, y esta fecha no nos será ajena del todo más adelante. Con todo lo dicho, pues, no es nada difícil imaginar la gran influencia que Campomanes estaba en condiciones de desplegar ante Carlos IV para estos estudios arqueológicos de Mérida en concreto, especialmente como directo conocedor y admirador de las antigüedades emeritenses, y en su doble faceta de director, y luego decano, de la Real Academia. Como antes apunté, tenía además otros motivos distintos de vinculación personal con Mérida. Me parece especialmente relevante su deseo, expresado en 1778, de que «se le considere como un ciudadano más de Mérida» y de «ser útil a la ciudad». Se trata de una carta229 de reconocimiento, que escribe a la corporación en abril de 1778, después de una visita al «coto» 230 • En 1771 se había dirigido a la ciudad para notificarle que había solicitado del rey (entonces Carlos 111) la concesión del terreno montuoso de los sitios del Borbollón, La Navilla y Valle de la Viña (su futura finca), y pide y consigue de la ciudad su colaboración para obtenerla. Se estudia en sesión del Ayuntamiento la Memoria sobre los trabajos que allí quiere Campomanes hacer, y se le ponen ciertas condiciones para salvaguarda del común, puesto que afecta a su principal propio, que es la dehesa de Cornalvo, y a algunos beneficios en agua, arbolado, leña y deslindes. Acordado todo lo cual, consienten en la petición, dados los «relevantes méritos» de don Pedro. En 1773 vuelve Campomanes a dirigirse al Ayuntamiento, pidiendo el uso del embalse mismo de Cornalvo, para instalar allí el molino de papel. También se le concede, con algunas otras condiciones. Por todo ello, Campomanes tenía especiales relaciones con la ciudad de Mérida, a la que obviamente había de estar agradecido, como él mismo asegura al querer ser considerado como un emeritense y ofrecerse para serles útil. Por qué no incluir en ello también el estudio de sus ruinas y, con él, la promoción de la ciudad y de sus comunicaciones, hacia la corte y hacia Portugal. Aunque su declive político comenzó precisamente a poco de iniciarse el reinado de Carlos IV, desde 1791 era, en compensación, Consejero de Estado 23 ' , y le unirían seguramente al monarca unas todavía excelentes relaciones. Por ejemplo, sabemos por Godoy que «el rey era muy devoto de las obras dedicadas a abrir puertas y dar luces a la industria, como las de nuestro ilustre Campomanes» 232 • Y, sobre todo, como muestra de esta buena relación, consta una estancia de toda la familia real en el «coto Campomanes», nada menos que de una semana, camino de Sevilla, en enero de 1796 233 , que se cerró con una visita oficial de Carlos IV a Mérida, muy celebrada. Y durante la cual, por cierto, y aunque fuera de forma somera, el soberano tendría ocasión de comparar con el natural al menos algunas de las ruinas y monumentos que había encargado, cinco años atrás, estudiar y dibujar al anticuario hispano-portugués Villena. Concluiremos así que, si bien Manuel de Villena Moziño -el que realiza la misión arqueológica de Mérida- pudo ser un protegido de su colega en el gobierno y amigo durante muchos años, el secretario de Estado, conde de Floridablanca (e/ capítulo V, in fine), hay algunos buenos indicios para poder considerar al conde de Campomanes como el probable promotor de la comisión regia, que se materializa en 1791. Su especial vinculación con la ciudad de Mérida desde 1771, unida a sus concretos conocimientos, estudios y aficiones por la arqueología y las antigüedades emeritenses, además del cargo, que todavía ejercía a mediados de 1791, de director de la Real Academia de la Historia, lo hacen bastante posible, mientras que puede probarse, según hemos visto, que en 1778 ya había sugerido por escrito la idea de hacerlo. N O T A S 191 fue publicado dos veces, en las obras de Álvarez Req ue- F. ÁLVAREZ REQUEJO, El conde de Campomanes. Su jo y Jordán de Urríes. Lo he encontrado citado en su obra histórica, Oviedo, 1954. Muy poco se puede aña- testamento (cf inftanota 201): «mi retrato[ ... ] hecho dir a esta detenida y muy documentada biografía del de mano de D. Rafael Mengs, pintor de cámara de conde en su relación con sus propios estudios histó- S.M.[... ) una obra digna de tan grande profesor, y una ricos y su mecenazgo sobre los de otros. En 1996, no memoria que me dejó de su amistad, por la grande que obstante, ha publicado C. de Castro otra completa y mediaba entre los dos». Como síntesis más reciente versátil biografía: Campomanes. Estado y reformismo sobre el arte de la Ilustración véaselaobradeJ. E. GAR- 1 93 Nacido en el Concejo de Ti neo. 1 94 Una certificación de la Real Cédula de concesión, de 30-12-1771, en copia de 1780, se conserva en el archivo del marqués de Villanueva de la Sagra (ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, p. 260) . ilustrado, Madrid. C1A MELERO, Arte espanol de la Ilustración y delsigl.o XJX. 192 En torno a la imagen del pasado, Madrid, 1998, y sus 1 95 El más reciente estudio que he consultado sobre su Este espléndido rerrato del conde de Campomanes, pp. 107-111 para la obra cortesana de Mengs (en dos faceta de hombre de leyes se debe aJ. M.ª VALLEJO que hizo para él el gran Mengs posiblemente entre épocas principales: 1761-1769 y 1774-1776) y su GARC1A-HEV!A, 1774 y 1776, es menos conocido que el más tradicio- influencia en otros pintores españoles. Para este autor manes, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Cons- nal (propiedad de la Real Academia de la Historia) y (p. 108), sus retratos son «un tanto halagadores». titucionales, 1997. La monarquía y un ministro, Campo- 196 Clásicos Asturianos del Pensamiento Político, n. 0 7, debe de ser el bellísimo cuadro deMengs (cf nota 192, Doce años más tarde, en 1790, se creó en efecto la Real ed. y estudio preliminar de S. M . Coronas González, que explica la lámina XIII) . Audiencia de Cáceres. Oviedo, 1996. 203 197 199 Véase ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, la obra más detallada La queja por el destrozo que la intensividad de la gana- E. RoDRíGUEZAMAYA, «Viaje de Campomanes aExtre- con mucho sobre estas facetas. Para su formación en dería llevaba ocasionando a la agricultura extremeña madura», Revista de Estudios Extremeños, sepr.-dic. relación con su política, y más precisamente en la esfe- «estaba en el ambiente», y en el mismo sentido se pue- 1948, pp. 199 y ss. En el preámbulo cuenta el autor ra de la lengua griega, consúltese desde luego el ensa- den leer las palabras de Antonio Ponz, en su célebre que «llegó a sus manos una copia [del manuscrito ori- yo de L. GIL, Campomanes, un helenista en el poder, Viage de España (vals. VII y VIII, Madrid, 1784, cf ginal] con rodas las garantías de autenticidad»; pero no Madrid, 1976. supra), que recuerda las protestas que ya hacía en 1765 fue directamente del ejemplar que conserva la RAH, 204 el padre Sarmiento. Campomanes -con más mérito sino del ejemplar de la familia. Agradezco la noticia de La obra acabada de citar de Luis Gil se extiende con aún, pues él mismo era presidente de la Mesta- quiso este artículo y la siguiente, sobre su invitación a Carlos primor sobre la formación y práctica lingüística de practicar la alternativa personalmente, invirtiendo IV en 1796, al buen amigo y experto conocedor de la Campomanes, especialmente en griego (considerada grandes sumas en el «descuaje» de las 1.900 Ha del bibliografía emeritense don Agustín Velázquez, con- por entonces dentro de las «lenguas orientales»). ((coto>}, y en su preparación para una explotación mixta servador del MNAR de Mérida. Posteriormente loca- 205 de agricultura, ganado, pastos y árboles, así como en licé el manuscrito mismo de la Academia. El mismo Campomanes, en su «Relación de Méritos» la reparación de la red hidráulica romana para el rega- 200 de 1757 (que se conserva en el Archivo Campomanes, dío, y en la apertura de una innovadora fábrica de Lo que no deja de aparecer a mis ojos como en cierto de la Fundación Universitaria Española, sign. 11-1 O), papel, a través de colaboradores y administradores, modo contradictorio, cuando se produce a la vez en detalla sus estudios, y qué tipo de asuntos atendió al pues parece que él visitó la finca sólo en pocas ocasio- una persona de convicciones regalistas tan acendra- abrir su propio despacho juddico: «Canónicos, com- nes. Sobre estos últimos detalles se extiende, docu- das. Estas ideas, convertidas en el Tratado de la Rega- petencias, pleitos de mayorazgos, aniversarios, fidei- mentadameme (ya que se trata de un interesame inten- lía de España de su juventud (Madrid, 1753), habían comisos de la corona de Aragón, materias de regalías to de «finca modélica» al modo ilustrado), CASTRO, influido basrante en sus tempranos éxitos al lado de la y diezmos secularizados ... », cf GIL, 1976, p. 196. 1996, passimy es pee. pp. 402-410. Al menos una visi- monarquía. CASTRO, 1996, pp. 214-216, sintetiza bien 206 ra o escancia más en el Coto hubo de las que esta auto- cómo conseguían los ilustrados hispanos combinar P. RoDRíGUEZ CAMPOMANES, Disertaciones Históricas ra documenta (1778, 1780 y 1782: p. 41 O, su nota 42): ambas formas de pensamiento. de la Orden de los Templarios, Madrid, 1747, un tomo la de 1796, cuando Campomanes recibe y hospeda a 201 en cuarto (el Museo Nacional de Arte Romano de la familia real (infta). Aparte de que resulta verosímil Lo he cotejado en el Archivo Histórico de Protocolos Mérida acaba de adquirir, con verdadero sentido de la que, más liberado a partir de 1792, fuera a pasar allí de Madrid, volumen de Testamentos de personajes, n. 0 oportunidad, un ejemplar original de esta obra). Sobre algunos de sus ocios. Sobre su relación con la ciudad 62 (seleccionados por el benemérito don Antonio ella, su método, fuentes y valoración, cf ÁLVAREZ de Mérida en esta empresa vid. infta. Matilla): testamento cerrado de don Pedro Rodríguez REQUEJO, 1954, p. 74. 198 de Campomanes, de 28 de junio de 1791, con sendos 207 CASTRO, 1996, pp. 292-294, sobre su especial preo- codicilos de 1799 y 1801, p. 432. También en cuarto y con varias láminas, en la Acade- cupación por la dura situación de Extremadura. Es de 202 mia de la Historia se conserva un ejemplar de ella en interés el más reciente libro sobres u pensamiemo polí- De entre 1774 y 1776, segunda estancia madrileña en excelente estado. La comenta extensamente ÁLVAREZ tico: P. RoDRíGUEZ CAMPOMANES, Inéditos políticos, su condición como pintor de cámara de Carlos 111, REQUEJO, 1954, pp. 75 y ss. Como recuerda Luis Gil, ¡¡ l l esta obra en general fue bien recibida. Sólo consta una más intentar la publicación de las Obras completas reseña crítica («Observaciones»), enviada por el jesuita de Campomanes, como están recopiladas las de sus correspondencia de otro prócer político y culcural del S. Nicolau a A. Montiano a la RAH y que Gil trans- -casi siempre- amigos, el conde de Floridablanca fin de aquel siglo, Jovellanos, una posible alusión a él, cribe, también de la copia que tenía Campomanes y Melchor Gaspar de Jovellanos. mediante el apelativo de «el bizcu» (carca de J. A. Ceán (GIL, 1976, pp. 143-151, doc. n. 0 2), sin fecha. Álva- 2I2 Bermúdez a F. de P. Jovellanos, de 28 de agosto de Academia hasta casi el final de su vida. Se ve entre la rez Requejo (p. 80 con nota 181) cita la opinión de J. En una deliciosa y emdita carca que Luis Gil rescató del 1790, justamente a raíz del problema Cabarcús) en: E. Casariego (en su edición crítica bilingüe de 1947, ArchivoCampomanes (sign.23-31:GIL, 1976,p.141 , G. M. DE JOVELLANOS, Obras compfet/flS. Ji. Corres- p. 22) en el sentido _d e que se puede reputar «como la doc. n. 0 l ), Alonso Clemente de Aróstegui, embajador pondencia (1767-junio de 1794), ed. J. M. Caso Gon- mejor o una de las mejores de su tiempo», a pesar de espaiíol, en cartade-8 de febrero de 1757 desde Case,- zález, Oviedo, 1985, p. 427 con nota 3, donde ya apunta Caso a esca posibilidad. que «la-c~ducción es libérrima y adolece de algunos tá, al tiempo de felicitarle por su Cartago, le dice que fallos en la interpretación filológica». En parecido sen- ha hecho llegar un ejemplara! rey (el futuro Carlos III) , 2I7 tido, y resaltando el aprecio de que gozó en el extran- y que le desea «pueda luego engolfarse en el ancho mar Cevallos le acusa recibo al día siguiente, el 21, al tiem- jero, al punto de deberle su propuesta para la Acadé- de la Historia náutica de Espaiía [... ] y llegue V[uestra] po que reexpide al joven Enríquez el material, indi- mie des Inscriptions et Belles Lemes de París, vid. m[erced] abuenpuerco».LLOMBART, 1992,pp. 77-78, cándole que come las notas que necesite y se lo devuel- LIOMBART, 1992, pp. 76-78. cree que estas aficiones anticuarias no influyeron en su va. Éste acusa recibo el día 22 y devuelve codo el 27, 208 posterior nombramiento (en 1762) como Fiscal por el indicándole a Cevallos (ami juicio de forma algo inde- Los informes de los mismos se custodian en la RAH. rey ya en Espaiía, según algunos han mantenido, entre licada) que «no le ha sido muy útil», pero que en cam- Concretamente el de 1751 (que elaboró junto con ellos Gil, con el que me alineo. bio «ha podido ver [el manuscrito de) la obra Cádiz don Lorenzo Diéguez) en el legajo 11/8135, n. 0 10. 2r3 Fenicia, del marqués de Mondéjar, de donde sacó 20<) Sección Estado, leg. 3107, n. 0 2 l. mucho». GIL, 1976, p. 32. ÁLVAREZ REQUEJO, 1954: acadé- 2r4 218 mico desde 1749, este sacerdote de origen libanés llevó Todo el asunto: petición, envío de manuscritos, reen- Ofrece su texto completo ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, a cabo en la institución una importante labor, siendo vío al interesado, consulca y vuelta de lo prestado a pp. 177-180. su principal obra la BibliothecaArabico HispanaEscu- Cevallos y de éste a Campomanes, se produce entre 2r9 rialensis (1760-1770). el 19 y el 30 de diciembre. Supongo que el conducto Falleció en Madrid el 3 de febrero de 1802, a los 78 2IO no era el correo ordinario, de codas formas bastante aiíos (daros de su expediente citado). D e esca úlcima Más tarde, en 1793, se encargó de la «censura» de la bueno en la España del XVIII. época del «eminente repúblico» habla A. Rodríguez nueva edición del presbíteco J. Banqueri, cuya publi- 2r5 Villa, en la intmducción biográfica a la edición de las cación seguramente ya no vio (Madrid, 1802). En el AGS (Secretaría de Marina, leg. 207) encontré Cartas político-económicas escritas por el conde de Cam- 2II un plan de este mismo Thomás Souchwel (así firma pomanes al conde de Lerena, Madrid, 1878, p. Para otros aspeccosvéaseÁLVAREZ REQUEJO, 1954, pp. él mismo), de 27 de septiembre de 1768, para fomen- «La dolencia nacida de su incesante trabajo mental XXX:V: 219-228; entre sus manusc,itos cica bastantes sobre tar una podecosa Marina española, con los medios atormentaba gravemente su cuerpo[ ... ] el oírleerasus otros temas históricos. De muchos de ellos se cono- para aumentar nuestro comercio. dependientes cuando ya su vista le abandonaba y dic- cen sólo sus títulos gracias a que fueron mencionados zr6 tar sus pensamientos fueron sus ocupaciones en los en escritos de su época (como biografías y discursos Hay referencia a graves problemas en su ojo izquier- once anos que sobrevinieron al tiempo de los negocios» necrológicos), pero no sus contenidos. No estaría de do, no obstante lo cual le leían, y se hacía llevar a la (más tarde, en 1949, L. SánchezAgesta demostró que de 1792, manifiesta su desprecio por quienes intriga· dichas Cartamo correspondían a Campomanes). Pero, como señalan los renglones». No obstante, tiene dife- como he comentado, no se dedicó sólo a esto, pues se rencias con las transcripciones de Valdeflores y Cam- ron para privar a Campo manes del cargo de director mantuvo bastante activo en el Consejo de Estado. pomanes; pero sospecho, por la letra, que es el del pri- de la Real Academia de la Historia, «un cuerpo que le 220 mero. Campomanes se queja de que el marqués no debía cuanto era» (en GIL, 1976, p. 120). Claro que, La siguiente carta que consta en este mismo expediente quiere aclarar la procedencia. Es un epígrafe honorÍ· desde abril anterior (cf infta) Campo manes sabía que la escribe ya su hijo Sabino. Difunto el conde, como fico imperial, de al menos el siglo IV: El detalle de las había perdido, si no la amistad personal, sí la con- se ha dicho, el 3 de febrero, el día 7 Cevallos (supon· lecruras eimerpretacionesen GIL, 1976, pp. 151-161; fianza política de Carlos IV, y la aparición de un can- go que al tiempo de darle el pésame oficial) le pide que cita en ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, p. 207. didato, antagonista y apoyado, en la Academia --el le envíe, de lo que aún quedaba inédito, lo referente a 224 duque deAlmodóvar- no pudo cogerle despreveni- las regalías. Se refería al célebre TratatÚJ, que no se había Según ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, p. 227, figura en el do, aunque sin duda le doliera mucho la influencia publicado en su forma completa hasta casi treinta años catálogo de manuscritos del «Instituro Jovellanos» de del deseo del rey en la vocación final. Máxime porque después de escrito (de 1753 a 1783), pero del que de- Gijón, sin fecha, pero debe de ser de estos años. No la desde ese mismo año era ya él el académico decano de bían de quedar aún documemos o reflexiones sin publi- he visto. la institución. car. La respuesta del hijo es que «ha quedado todo bas- 225 229 tante desordenado y se tiene que ordenar». Citadas las tres, de forma literal la árabe de Mérida y Precisamente fue nuestro aiíorado J. Alvarez y Sáenz 22I la de Ginzo, en ÁLVAREZ REQUEJO, 1954, pp. 193 y ss. de Buruaga quien, en sus minuciosas investigaciones GIL, 1976, documentos n. 05 3 a 6, literales. La fuente de la emeritense está incorrecta, «el Sr. Arvi- en los archivos municipales, destacó los acuerdos de 222 net», por «el Sr. Alsinet». Los originales están en la los libros de actas del municipio a los que me refiero: GIL, 1976, p. 36, resalta que Campomanes en su RAH. Sobre la árabe de Mérida cf infta en los capítu- vid. J. ÁLVAREZ Y SAENZDE BURUAGA, Materiales para juvenrud no se sentía completamente seguro como los VI y VII. la Historia de Mérida (de 1637 a 1936), Mérida-Los helenista. En el prólogo del Periplo él mismo no se 226 Santos de Maimona, 1994, pp. 180-182. reconoce como filólogo, incluso «atento a la puntua- No muy extensa, la he transcrito y la ofreceré en otro 230 lidad en la corrección de los acentos», sino más bien trabajo por su carácter también precursor, en casi un Creo que tal visita debió de hacerla aprovechando su como un historiador, con mayor preocupación por los siglo, con respecto al Corpus lnscriptionum Latinorum viaje como presidente de la Mesta al que ya me he problemas de contenido. Según Gil, «la conciencia de germano. Cf CANTO, 1994, p. 502 con nota 9. referido; aunque éste se dice terminado en Madrid el su falibilidad le inducía a prestar excesivo crédito a la 227 4 de mayo de 1778, la fecha se referirá al informe autoridad del padre Sarmiento, que no era muy supe- La labor de Campomanes como historiador y acadé- mismo. Como la carta a Mérida indica que ha llega- rior a la suya en este campo». mico consta en su expediente, el n. 0 34, de la RAH; do felizmente a la corte un domingo de abril del 223 y véase CASTRO, 1996, pp. 44-48 y 426-434. mismo año, éste sería el último anterior, y la no men- La cita en su Antigüedad de Cartago, pp. 32-33 de la 228 ción en la Memoria de la visita al «coro» debe expli- introducción. El dibujo, sin procedencia, autoría ni Aunque Campomanes --como experimentado polí- carse por ser una actividad privada en su curso. fecha, lo he encontrado en el legajo 9/7567 («Ins· tico- pasa con discreción sobre el asunto, contamos 231 cripciones»), n. 0 1, de la RAH. Parece fragmento de con los comentarios del otro gran asturiano de la Cesó en abril de 1791, al no querer Carlos IV firmar una columna, y mide, según el texto a su pie, «tres época, G. M. deJovellanos, confiados en carta priva- su propia propuesta, aprobada secretamente en las cuartas de largo, de ancho una cuarta, por lo alto una da a un amigo. Incluso después de la ruprura de su Cortes de 1789, para restablecer el viejo derecho his- cuarta y por lo vajo (sic] media terzia por los lados amistad con Campomanes, Jovellanos, a 11 de enero pano de las hembras a reinar, abolido por Felipe V: 79 232 es más prudente atenerse a los registros oficiales del ras guerras carlistas; según CASTRO, 1996, p. 472, GODOY, 1965, t. I, p. 409: cita especialmente la fábri- Ayuntamiento de Mérida, pero otra prueba la he también influyó en ello la oposición de Floridablan- ca de bonetería, una de las propuestas del sabio conde encontrado en el propio GODOY, 1965, t. I, p. 12: «La ca. Me ha parecido muy interesante el análisis del pro- en sus Apéndices a la educación popular(Madrid, 1775- casa [familiar] [... ] fue bastante para dar posada a mis Negativa que, por cierto, está en el origen de las futu- ceso, con interesante bibliografía (incluido el manus- 1777). Téngase en cuenta la situación de «balance e reyes, cuando en febrero de 1796, dirigiéndose a Sevi- crito inédito de la RAH, de A. Muriel), de A. ÁLVAREZ inventario» desde la que escribe Godoy. lla, descansaron muchos días en Badajoz y se digna- DE LINERA, «La extraña conducta de Carlos III con su 2 33 ron habitarla». Así pues, hay que confirmar que la hermano don Luis», Revista de la Biblioteca, Archivo y ÁLVAREZ Y S. DE BURUAGA, 1994. Me informa ama- estancia en «Campomanes» fue en enero de 1796. Museo (Ayuntamiento de Madrid) , año XVII , 56, blemente doña Carmen Gasset Loring, descendiente Una úlrima prueba de la fecha la encuentro en la ano- 1948, pp. 33-71, espec. 49yss. (a propósito del matri- del conde, que en el «coco Campomanes» existe aún tación, en los Libros de Asientos de Decretos del AHN, monio de Godoy con Teresa [de Borbón y] Vallabri- una placa que conmemora esta visita, aunque su fecha con el n. 0 1 de 1796, de haberse concedido, en favor ga) . Campo manes se retiró en ronces oficialmente a la es «1795». En cambio, para SECO SERRANO, 1965, de la casa del padre de Godoy en Badajoz, el derecho vida privada, aunque permaneció en actividad, según t. I, p. XXXIX, la estancia es recordada por la reina María de representar cadenas en la fachada, como era tradi- ya se ha dicho, como consejero de Estado (CASTRO, Luisa (encarcaaGodoyde 14demayo de 1801) como cional para las viviendas donde se había alojado algún 1996, pp. 490 y ss.). hecha «cuatro años atrás» , es decir, en 1797. Siempre monarca. 80 V DON MANOEL DE VILHENA MOZINHO: PORTUGUES, MARINO, DIBUJANTE ... ESPAÑOL, PRESBÍTERO Y ARQ!)EÓLOGO En cuanto a la figura misma de don Manuel de Villena Moziño, su estudio nos abrió otra serie de novedades. Las noticias preexistentes sobre su persona, presencia y trabajos en Mérida eran escasas y además confusas. La primera mención que se encuentra de él en el siglo XX se debe al arqueólogo emeritense don Maximiliano Macías, como recuerda también Guillén. En su Guía de 1929 234 , Macías comenta, al hablar de las noticias antiguas sobre el teatro, que «en 1794, un anticuario portugués, don Manuel Villena, comisionado por el Gobierno de su país, realiza algunas excavaciones [... ] lgnórase si las causas de no haber continuado esas investigaciones obedecieron a la falta de recursos necesarios, o, lo que es más probable, a dificultades que le pusieron por la profanación que cometía con la plaza de toros, alto destino en que a la sazón estaba convertido este teatro» 235 • J. F. Guillén Tato 23 6, por su parte, indica que Macías «le tuvo por portugués, y [que trabajó] por cuenta de aquel Gobierno [... ] si bien no se desprende esto de las leyendas de algunos de los planos que ahora ven la luz ... ». Pensó, por tanto, que era español. En la más reciente monografía (1998) sobre la arqueología española en el siglo XVIII se embrolla todavía un poco más la cuestión, pues se asegura que «las primeras excavaciones [scil., en Mérida] que pueden considerarse científicas fueron las realizadas por el portugués don Manuel de Villena Mosiño, comisionado por la Academia de la Historia de Lisboa», lo que resulta todavía más confusa2 37 • Por lo que se me alcanza, creo que Macías simplemente entendió mal la noticia inicial, repetida literalmente antes que él por P.M.ª Plano y García238 • Porque en efecto, es de G. Fernández y Pérez de quien procede la primera de las dos únicas referencias originales publicadas hasta el siglo XX sobre estos trabajos de Villena239 • Escribiendo Fernández y Pérez sobre el teatro, entre 1826 y 183 7 240 dice: «Por los años de 1794 al de l 79S241 , estuvo en Mérida, comisionado por el gobierno, el anticuario D. Manuel Villena, de nación portugués, el cual descubrió ... »242 • Como se ve, la alusión de Fernández y Pérez al «gobierno» a secas, tomada de él por Pedro M. ª Plano 243 daba a entender más bien que se trataba del gobierno español. Sin embargo, Maximiliano Macías, por su cuenta (supongo que por considerar ilógico que un portugués trabajara para España), sobreentendió «el Gobierno de su paíS>>, confundiendo así a Guillén y a quienes modernamente han seguido a éste en esta noticia. Para resumir, pues, antes del trabajo de Guillén sólo teníamos en principio noticia de un «anticuario», portugués o español, que había excavado, o para Portugal o para España, en Mérida y «entre 1794 y 1795». El error en las fechas lo demostraron en 1935 los propios dibujos, pues iban firmados entre 1791 y 1794. Además Guillén, extrañado porque fuera portugués 24 4, consiguió («en lo poco que pude rebuscar») localizar a un personaje, español, casi homónimo, marino y dibujante: un Manuel de Villena Mosiño, «alférez de fragata de la Real Armada, de la clase de Pilotos, que regentaba la clase de dibujo de la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas de Cartagena, hasta que en 1786, al cambiar por los hábitos la casaca de la Armada, obtuvo cierta prebenda en la mismísima Santa Iglesia Catedral de Cuenca». Y queda él mismo al final dudoso: «... fuera o no español el tal Villena [... ] y aún, fuera o no la Marina su profesión ... ». Los nuevos documentos que presentaré prueban sin lugar a dudas que el supuesto «encargo del gobierno portugués» se debió en realidad a Carlos IV, y que por tanto se trató de una misión hispana y regia. Pero ello, en cambio, no obstaba para que Villena fuera ciertamente de origen luso; como comprobé primero a través del informe de la Real Academia, luego de otros detalles de mano del mismo Villena, que se contienen en los planos, y, finalmente, por la bastante laboriosa búsqueda y feliz hallazgo de una certificación de su partida de bautismo. Observaré además al respecto que, excepto en cinco de los planos, Villena al firmar solía escribir su segundo apellido con «z», «Moziño», y no «Mosiño» (aunque así en Guillén), lo que me llevaba a los apellidos originales, que habían de ser Vilhena y Mozinho (alternando Mousinho también en la época). Por otra parte, usa en sus textos vocablos como «quintas», «pomares», «enlousado» o «castillans», menciona a las gentes de Portugal que acuden a curarse a los baños de Alange, y sabe del curso portugués del río Guadiana. Y, también concluyente es esta crítica de I. Bosarte245 por su deficiente modo de escribir246 : «Si el autor huviera dado áver [sic] á algunos españoles las narraciones y explicaciones ... »247 • Partiendo de los únicos datos que daba Guillén 248 , emprendí la búsqueda de una personalidad y una vida para el artista, pues me parecía poco serio y bastante injusto el dejar su existencia en sólo una firma al pie de unos maravillosos dibujos, muy superiores a la generalidad de los creados en la misma época. Además se trataba del autor de las primeras excavaciones que 82 de momento se pueden documentar debidamente en Mérida249 • Primero localicé en la biblioteca del Palacio Real una obra suya anterior (1784), posiblemente hecha en Cartagena, que confirmaba la sospecha de Guillén de que el autor era marino y dibujante: se trata de un precioso y grande mapa de las costas e islas turcas, titulado Carta plana del archipiélago que com- prehende desde la ysla Serigo, [ ..} para uso en su viage á Constantinopla, de la Esquadra de S.M. C[atólic}a, del mando del brigadier de la Real Armada Dn. Gabriel de Aristizábal, y va firmado por «Dn. Manuel de Villena M. »; en él pude reconocer la misma letra, firma y peculiaridades de nuestro Villena emeritense250 • La lámina se encuentra en la página 72 de una preciosa obra manuscrita, muy bien ilustrada, excelentemente encuadernada en gran folio, presentada como informe oficial a Carlos III: el Extracto del diario de la navegación hecha a Constantino- pla en el año de 1784 por la Esquadra de S.M. C[atólic}a al mando del brigadier de la Real Armada Dn. Gabriel de Aristizábal, [Cartagena], 1784 (sign. II/1051). No he encontrado a Villena en la dotación de oficiales de los cuatro barcos que componían la expedición; su lámina, que está entre las n. os 27 y 28, carece de número propio y tampoco tiene llamada a ella en el texto correspondiente, lo que indica que debió de hacer en la Academia de Cartagena el mapa, «para uso de la escuadra», pero no participó en la expedición misma. La lámina se añadiría a la vuelta, en el momento de encuadernar el informe. De ella se dice en el manuscrito (folio 5): «La carta corregida del Archipiélago n. 0 XXVII no se cita en el discurso, porque es fácil sacarla por su título en la concepción de la obra» (scil, del índice). Villena afirma en el pequeño cuadro explicativo que confeccionó el mapa «a partir de los mas selebres navegantes de estos mares». En segundo lugar, nuestro marino también apareció pronto, citado como «Maestro de Dibuxo», en una relación cerrada a noviembre de 1785 del personal de la Academia de la Escuela de Guardiamarinas de Cartagena251 • Asimismo el dato de que después fue sacerdote lo pude confirmar enseguida, por la primera referencia oficial sobre estos trabajos de Mérida, que había pasado hasta ahora desapercibida, pero que se refleja brevemente en las citadas Memorias de la RAH, en 1796, entre los encargos regios (p. XCV}, y que transcribo: Con oficio del Excelentísimo Señor Duque de laAlcúdia, hoy Príncipe de la Paz, Primer Secretario de Estado y del Despacho, su fecha en 14 de Septiembre de 1794, se sirvió S.M. encargará la Academia el examen de los planos e inscripciones de las ruinas de Mérida, sacadas por el Presbítero Don Manuel de Villena, para que dixese el mérito y utilidad de estos trabajos. (Real Orden de 14· de septi embre de 1794"') Esta noticia confirmaba que nuestro Manuel de Villena Moziño, en el momento de efectuar su viaje y trabajos en Mérida, era, efectivamente, presbítero 253 • Sin embargo, nada pude encontrar que le relacionara, a partir de 1786, con la «mismísima Santa Iglesia Catedral de Cuenca» 254 • Las primeras indagaciones en los expedientes antiguos de la Marina, así como en la sección de Gracia y Justicia de la Cámara de Castilla del Archivo Histórico Nacional, parecieron, de momento, igual de frustrantes. Ignoraba qué había hecho Villena antes de 1784, o entre 1786 y 1794, ni después de 1794, y quién era en realidad. Fue entonces cuando se me abrió una puerta: sumergida en el Archivo Histórico Nacional entre interminables archivos de legajos y expedientes, de Estado, Consejos y Gracia y Justicia, teniendo siempre como término post quem non el año de 1786, se me ocurrió continuar, en uno de Consejos, hacia delante, hacia 1787, por si la fecha de Guillén no era la exacta. Y, en efecto, di con el Expediente de concesión de naturaleza de estos Reynos á Dn. M anuel de Villena Moziño, es decir, con todo el trámite de la obtención de la nacionalidad española. Se trata del expediente n. 0 6 del legajo 13.244 de la sección de Consejos (AHN) 255 , que aclara su nacimiento, familia, edad y el beneficio concreto obtenido, y sugiere algunas otras interesantes circunstancias256 • Casi simultáneamente me llegaron del Archivo Histórico de la zona marítima del Mediterráneo, en Cartagena257 (AHC), su nombramiento para aquella escuela, de 1777, y el precioso dato de que, cuando se trasladó allí, procedía de la Escuela de Pilotos de Cádiz. En la misma semana, en el Archivo Histórico «Alvaro Bazán» del Museo Naval, hoy en el Palacio de El Viso del Marqués (AHM) , aparecía otro expediente, relativo a las circunstancias que rodearon la baja de Villena de la Marina española. Más datos y documentos localicé después, tras sendos viajes a Lisboa y Setúbal y al Archivo General de Simancas. Con todo ello, y confiando en que otras búsquedas emprendidas 258 acaben dando también algún resultado, paso a relacionar a continuación lo esencial de lo que todos estos nuevos documentos 259 aportan hasta ahora, siguiendo el orden cronológico de la vida de Villena Moziño. NACIMIENTO Y BAUTISMO EN SETÜBAL. PORTUGAL La certificación de bautismo era un requisito indispensable para el trámite de la ciudadanía, y más en este caso, pues iniciaba la carrera eclesiástica. Se presenta también su traducción legalizada del portugués al español260 • La certificación es de 9 de noviembre de 1787, y la partida misma de 28 de diciembre de 1740 (AHN), y dice: Certifico que en los libros de Bautismo, al folio 116, está el asiento siguiente: A los 28 días de Diciembre de mil setecientos y cuarenta años, bauticé y puse los santos óleos a Manoel, nacido a los veinte y cinco días del presente mes. Hijo legítimo del Teniente Coronel Domingos de Vilhena, bautizado en la Basílica de Santa María de la ciudad de Lisboa, y de Catharina Victoria Mozinho, bautizada en la freguesía de Nuestra Sra. de la Anunciara de esta misma villa. Recibidos en nuestra freguesía, fue su padrino el Excmo. Sr. D. Joáo de Almeida, gobernador de esta plaza, y madrina la Excma. Señora D.ª Magdalena de Borbón [... ]. [firmado] El Prior Luis Correa da Silva. San Julián de Setúval, 8 de Noviembre de 1787. Manuel de Villena nació, pues, en Setúbal261 , la vieja Caetobriga, cerca de Lisboa, el 25 de diciembre de 1740, hijo de un alto oficial del ejército portugués de cuyas carrera y circunstancias no he podido saber nada más 262 . Fue bautizado en la parroquia de San Julián de la misma ciudad, tres días después, y tuvo, como puede verse, dos relevantes padrinos, ambos nobles, a quienes sí tuve la suerte de poder documentar263 . Ello demuestra que las relaciones de los Vilhena, en el ambiente de Setúbal (en cuya fortaleza y a las órdenes del ilustre padrino quizá estaría destinado el teniente coronel Vilhena), eran las mejores, y también permite deducir que la situación económica de la familia debía de ser más que aceptable. Por otra parte, tanto los Vilhena264 como los Mozinho 265 se pueden documentar en Setúbal desde al menos 1619 266 . Los Vilhena portugueses proceden de los Villena y Manuel de Villena españoles a fines de la Edad Media. La rama femenina de los Vilhena aparece relacionada con la gran propiedad del condado de Palma, cerca de Setúbal. Margarida de Vilhena, hija de los condes de Sabugal, fue esposa del VIII conde de Attouguia, don Luis Peregrino de Attayde, a fines del XVII. Los Mozinho, por su parte, responden a dos grupos únicos: los de Silveira y los de Alburquerque. Casándose entre ellos, se extendieron sólo por una franja que alcanza desde el área de Badajoz-Olivenza, por Campo Maior, Elvas, Crato, Nisa, Castelo de Vide y Marváo, hasta precisamente Setúbal. Puede concluirse, pues, que por ambas partes se trataba de dos familias de buena posición, entroncadas en la nobleza y ubicadas desde hacía bastante tiempo entre Portugal y España, de donde en última instancia procedían. Técnicamente, los Vilhena podían considerarse nobles 267 • Nada sé sobre la etapa siguiente, desde 1740 hasta unos años antes de 1767. Supuse primero que se formaría en Portugal como piloto 268 , y que por tanto allí sería adiestrado en el dibujo de costas y cartas náuticas. Pero la aparición posterior del documento que reproduzco a continuación, en el que no se le menciona como piloto, invita más bien a pensar que no lo era. Pudo viajar y estar en Italia, a juzgar por el conocimiento que parece acusar de Roma y de la arqueología romana en sus 8.:;, trabajos y comentarios. Llegó a España, posiblemente a Cádiz, en edad ya algo madura, unos veinticuatro o veinticinco años, como nos deja ver su defectuoso castellano. MAESTRO DELINEADOR DE LA ESCUELA DE NAVEGACIÓN DE CÁDIZ En el legajo n. 0 207 de Marina de Simancas (AGS), que contiene expedientes de pilotos de 1763 a 1768, hallé la primera y expresiva noticia de Villena en España. Se trata de la concesión de su puesto de «Maestro Delineador de la Escuela de Navegación269 de este Departamento» . Le ha recomendado para el puesto el comandante en jefe del Cuerpo de Pilotos 270 , y lo propone directamente en el escrito, ante Carlos III, nada menos que don Juan José Navarro, marqués de la Victoria, el laureado y ya anciano capitán general jefe del Departamento de Cádiz, a través del secretario de Marina, don Julián de Arriaga, en los siguientes términos: Muy Sr. mío: En virtud de la jubilación concedida al Alférez Graduado de Fragata D. Joseph Badaraco, Maestro Delineador de la Escuela de Navegación de este Departamento: Me ha propuesto el Comandante en Gefe del Cuerpo de Pilotos para subceder á aquel en dicho Magisterio á D. Manuel de Villena y Mocinho, exponiéndome concurrir en él, las correspondientes circunstancias á su desempeño. Que és natural de la Villa de Setúbal en Portugal, de edad de 31 años' 71 , de estado viudo 272 que se halla instruido suficientemente en los tratados de las Ciencias Mathematicas, haviendolos estudiado en la Academia de Artillería de esta Ciudad: Que és de un lucido travajo en la delineación, dibujo y Miniatura (según he reconocido en alguna obra suia que se me ha manifestado) y que el todo, lo está exerciendo en el día, y de algunos años a esta parte con el Ingeniero Director D. Antonio Gave [sic]. En cuia virtud, y en la de considerarle, idóneo para dicho empleo, le propongo á S.M. para él, con el goze del sueldo que obtenía el antecesor. Y lo hago presente a VE. para que se sirva trasladarlo á noticia de S.M. y facilitar su R[ea]l aprobacion[ ... ] Cádiz y Marzo 20 de 1767. Este documento proporciona excelente información. Manuel de Villena -y véase que conserva todavía la grafía portuguesa de su segundo nombre, Mocinho- aparece con el tratamiento de «Don», lo que indica un origen, de acuerdo con lo anterior, por lo menos hidalgo. Debemos suponer que se hallaba en Cádiz, como se dice, desde «algunos años antes», y se nos evidencian sus estudios previos de Matemáticas y Dibujo en la Academia de Artillería de la ciudad273 • El ingeniero director de la misma, que se cita, es don Antonio Gaver274 , con el cual debía de colaborar, como aquí se dice, desde hacía tiempo. Destacaba ya por su mérito como dibujante y miniaturista (esto segundo explica algún detalle de las láminas emeritenses, como se verá) , suficiente para suceder al célebre Badaraco. Pero de la calidad de su trabajo ya en su juventud no podríamos encontrar testimonio más autorizado que el del marqués de la Victoria, el firmante de la propuesta, pues éste había sido precoz y expertísimo dibujante y es considerado como uno de los mejores, si no el mejor, de su época 275 . Ante el joven solicitante quizá no podría evitar el marqués recordar sus propios comienzos 276 . Por otra parte, en estos momentos Villena no debía de ser piloto aún, pues creo que esta condición se habría mencionado en la propuesta. Sus estudios en la Escuela de Artillería de Cádiz, dada la condición de su padre en Portugal -teniente coronel del Ejército-, plantean alguna relación, pero no de pertenencia original a ese arma, pues ni se cita grado alguno ni tiene edad ya (27 afios) para estarlos comenzando en Cádíz. No quiero, sin embargo, olvidar el hecho curioso de que, en 1751, el comisario general de Artillería de Marina, en Cádiz, era don Joaquín Manuel de Villena, primer marqués de Villena. Recordando la relación más atrás apuntada de los Villena-Manuel de Villena españoles y portugueses, quizá este parentesco fuera la causa de la estancia y los estudios de Villena en la populosa y muy internacional ciudad gaditana, aunque también pudo tratarse de un exilio por motivos políticos, ya que, después de la situación bélica con Portugal en 1762, no fueron pocos los simpatizantes lusos que se trasladaron a España277 • Así que quizá tuviera algún parentesco con los famosos marinos Manuel de Víllena españoles. Todo esto abre un abanico de posibilidades prevías que de momento no permite más conclusiones; la más clara es que no era marino ni piloto, por tanto un simple civil. Como dice el documento, Víllena y Mozinho había ya envíudado 278. Con fecha de 31 de marzo, en efecto, en otro documento se le nombra desde Madrid, mediante notificación al intendente de Marina J. Gerbaut, Maestro Delineador de la Escuela de Pilotos de Cádiz, con un sueldo de 40 escudos mensuales279, para lo cual su condición de portugués no fue el menor inconveníente 280 , lo que es buen indicio de su calidad. Supongo que debió de vivir en Cádiz28 \ desempeñando este puesto 282 los diez años siguientes. En el transcurso de los mismos fue admitido oficialmente en la Armada y entró en el Cuerpo de Pilotos. Dos afios después, en 1769, permanecería aún como piloto segundo 283 . Entre este año y el de 1777 obtendría el ascenso a piloto primero y el ingreso como oficial, con el grado de alférez de fragata284. Es el caso que a 2 de diciembre de 1777 (cf infra) es ya «Alférez de Fragata graduado» de la Armada española. Dado que «la concesión de graduaciones propias de los Oficiales Mayores sólo les era reconocida a aquellos Pilotos y demás Oficiales de Mar que hubieran destacado por sus especiales méritos al servicio de nuestra Armada» 285 , en ausencia de datos más concretos, el ascenso a oficial se produciría al menos por sus facultades como piloto y dibujante. MAESTRO DE FORTlFICACIÓN Y DIBUJO DE LA ESCUELA DE GUARDIAS MARINAS D E CARTAGENA De una real orden que a continuación se glosa emana la notificación del ministro, a la Contaduría de la Academia de Guardias Marinas de Cartagena286 , del nombramiento de Villena como «Maestro de Dibujo», donde se menciona también su anterior destino, el de «Delineador de la Escuela de Pilotos 287 [del Departamento] de Cádiz» que acabo de comentar. Ello, en la autorizada opinión del capitán de navío J. Ruiz García, muestra que «Don Manuel de Villena fue sin duda un piloto experimentado, que sobresalió especialmente en el difícil arte de la delineación». De 2 de diciembre de 1777 a 15 de junio de 1787 Villena fue Maestro de Fortificación y Dibujo de la Escuela de Guardias Marinas de Cartagena (AHC y AHM) . Su nombramiento figura en una real orden de 2 de diciembre de 1777 : «El Rey ha concedido el empleo de Maestro de Fortificación y Dibujo de la Academia de Guardias Marinas de ese Departamento á el Alférez de Fragata graduado Don Manuel de Villena, Delineador de la Escuela de Pilotos del de Cádiz ... ». El Libro de Asientos de los Maestros de la Plana Mayor de la citada Escuela, creada en 1777, le cita en primer lugar, y aclara que «tomó posesión el 21 de Abril de 1778». Esto quiere decir que, al crearse en 1777 la Escuela de Guardias Marinas (sic) de Cartagena, que sería en adelante el mejor semillero de oficiales de la Armada288 , Villena es trasladado allí desde la de Pilotos de Cádiz, nombrándole para ser su primer maestro de dibujo. Creo que esto termina de probar que Villena debía de ser ya por entonces uno de los más experimentados dibujantes de la Armada289 • Villena permanece en Cartagena, al parecer ininterrumpidamente, durante algo menos de diez años (de 1778 a 1787) 290 • De 1784, como se recordará, data su gran mapa de las costas del Egeo, al que más atrás me referí y que se conserva en el Palacio Real2 91 , de la expedición de Aristizábal a Constantinopla, en la que él no se embarcó, por razones lógicas. Debió de preparar 88 otras muchas cartas náuticas, mapas y derroteros para expediciones similares o de menor trascendencia, y coincide, pues, en el tiempo y en las Academias, con marinos tan notables como V Tofiño y J. Varela (director y maestro en la de Cádiz), J. Mazarredo (ascendido y trasladado, como él, de Cádiz a Cartagena, luego director de las tres academias y ministro), Gabriel Císcar, A. Malaspina o J. Vargas Ponce, y con muchos futuros oficiales y cartógrafos célebres de este fin de siglo, como F. Bauzá, que pasarían por sus enseñanzas o serían sus colegas 292 • LA BAJA DE LA ARMADA En unacartamanuscritadedonManuel de VillenaMosiño, «Alférez de FragatadelaRealArmada», de 29 de enero de 1787, dirigida a Carlos III desde Madrid (AHM) 293 , explica que habiendo obtenido Real Licencia294 para pasar á Portugal su patria a negocios propios, y habiéndose demorado en esta Corte, tanto por la crudelidad del tiempo quanto por lo débil que se halla después de una enfermedad que ha padecido once meses, de la cual ha recaído y está convaleciente, y habiéndosele acabado los medios para mantenerse, suplica a la Gran Piedad de Vuestra Majestad mande se le abone en Tesorería los quatro meses de su sueldo que ha devengado, y interim no se restablece, se le pague mensualmente, merce[d] que espera alcanzar de la innata295 piedad de V.M. De esta carta se puede deducir que llevaba detenido en Madrid al menos desde septiembre u octubre de 1786. En el margen, a mano y en letra menor, alguien de la Secretaría de Despacho añade: «Concedido». Pero ello debe ser consecuencia del documento que sigue, donde leemos: «Floridablanca ruega al Sr. Valdés 296 condescienda a esta sup[li]ca fundada en hechos ciertos [rúbrica]». Esto lo tomo como prueba de lo que, por una noticia incierta que comento más abajo, había ya supuesto antes: que Floridablanca, el influyente Secretario de Estado de Carlos III, había dispensado una especial protección desde hacía años hacia nuestro Villena. En los otros documentos de este lote se da razón de la merced del beneficio eclesiástico que comento a continuación, y nuevamente interviene Floridablanca, a 25 de enero de 1788, comunicando al ministro de Gracia y Justicia y al intendente general de Cartagena que «se abonen á Dn. Manuel de Villena Mosiño, Alférez de Fragata que fue de la Real Armada, los sueldos que hubiese[n] vencido con arreglo al Real Decreto de 17 de febrero último». Es decir, quizá como consecuencia de una salud debilitada, no sabemos por qué causa (¿quizá la humedad prolongada? 297 ), Villena solicita causar baja definitiva en la Marina. Su situación económica no era boyante, pues, camino de Portugal298 sólo puede resistir en Madrid sin cobrar su sueldo un espacio de cuatro meses 299 • Quizá por la intervención de Floridablanca ante Carlos III, o por el rey mismo, o por ambos apoyos, se le proporciona generosamente y casi de inmediato la baja de la Armada y, menos de cuatro meses después, un nuevo modus vivendi, permitiéndosele además cobrar la totalidad de los sueldos que le correspondían en Cartagena durante su permiso temporal -el llamado «relief» 300- , desde 1 de julio a 31 de diciembre de 1787301 • Se le concede también la indispensable nacionalidad española, cuyo trámite ocupa la segunda mitad de 1787. Aunque, según Floridablanca lo explica a Valdés, «habiéndose retirado de aquella carrera para seguir la del estado eclesiástico se sirvió el rey conferirle ... »302 • Manuel de Villena Moziño da entonces un giro copernicano a su existencia. ESPAÑOL, PRESBÍTERO Y BENEFICIADO EN SANTA MARÍA DEL CAMPO (CUENCA) Decretos reales de 18 de mayo y 15 de junio de 1787 (AHM y AHN). En los documentos de Marina se cita el primero de estos decretos como causa de la baja de Villena en la Armada (AHM), y también en los segundos (expediente de concesión de ciudadanía: AHN), pues sin ser español naturalizado no se podía disfrutar el beneficio eclesiástico concedido. El que he hallado es el segundo de los dos decretos, pero afortunadamente se citan en él los términos del primero. En el de 15 de junio de 1787, dado en Aranjuez, dice textualmente Carlos 111 al Secretario de Cámara, don Manuel de Aizpún: Atendiendo á las circunstancias que concurren en Don Manuel de Villena Moziño, he venido en concederle naturaleza de estos Reynos para que pueda obtener y gozar la Prestamera de la Yglesia Parroquial de Santa María del Campo de la Diócesis de Cuenca, para la qua! le nombré por Decreto de diez y ocho de Mayo próximo pasado. Tendráse entendido en la Cámara, y se pedirá el consentimiento acostumbrado á las Ciudades de voto en Cortes para su cumplimiento. En efecto, el resto del expediente no tiene más que el consentimiento por escrito de treinta y nueve ciudades que en esos momentos tenían voto en Cortes, y que se limitan a reproducir rutinariamente la petición del rey, los asistentes a la sesión en que se acuerda el asentimiento, y su monótono contenido. Conocí así por fin el beneficio concedido a Villena para que pudiera mantenerse de él, y que es citado varias veces también como causa en su expediente de baja y «relief» de la Marina. Por ello me había sido imposible encontrar el beneficio que Guillén decía había obtenido Villena «en la mismísima Santa Iglesia Catedral de Cuenca»: porque no fue allí en donde se le benefició, ni tampoco había ocurrido en 1786, sino al año siguiente. Así pues, de los siete datos que en la bibliografía anterior, durante dos siglos, se manejaban sobre Villena, cinco eran inexactos: no era español de origen, no dejó la Armada en 1786, no fue prebendado de la catedral de Cuenca, estuvo en Mérida antes de lo que se decía y no lo hizo por cuenta del gobierno portugués. Sólo dos de los datos, su condición de marino y de dibujante, aunque imprecisos, eran ciertos 303 • El caso es que en 1787 podemos imaginar al flamante sacerdote y nuevo ciudadano español, a los cuarenta y seis años de edad, dejados para siempre casacas, sextantes y brisas marinas, de camino -por lo men~s para conocerlo- al llanísimo pueblo, mesetario y cerealístico, del que era nuevo beneficiado, y de cuyas rentas iba a vivir en delante 304 • Por fortuna, Santa María del Campo Rus (que es como, de forma curiosamente redundante, se denomina hoy el pueblo) cuenta con un cronista espontáneo 305 • Gracias a él podemos saber que en 15 78, cuando las Relaciones Topográficns de Felipe 11, era tierra de realengo, con unos quinientos vecinos; dependía del obispado de Cuenca y del arciprestazgo de Alarcón, y tenía una gran iglesia principal, junto a la plaza, la de la Asunción de Nuestra Señora, hoy muy arruinada. Y, lo que más nos interesa306 : contaba con dos capellanías de autoridad y renta, y un hospital que había fundado un arcipreste de Illescas, B. Ortiz, «beneficiado» de la villa, quien lo dejó dotado con la mitad de los frutos de su beneficio. Quizá es legítimo suponer que una de estas tres fuera la «prestamera» 307 que Carlos 111 otorgó a Villena, con cuyas rentas pudiera al menos sobrevivir el resto de sus días con lo indispensable que requiriera su nuevo estado eclesiástico. Como dije, Santa María del Campo tenía un beneficio específico a fines del siglo XVI, cuya mitad sola bastaba para sostener un hospital. Si fue este -y así lo creo- el beneficio asignado a Villena, pudo cobrarlo y quedarse a vivir en la corte, según la posibilidad antes anotada, permaneciendo así a disposición del monarca, exactamente para trabajos similares al que, cuatro años más tarde, Carlos IV le enviará a ejecutar en Mérida. De hecho, en los archivos de la parroquia conquense Villena no dejó rastro 308 • Si, a juzgar por sus últimos devengos en Marina, le suponemos incorporado a las rentas de Santa María del Campo a 1 de enero de 1788, puede decirse que justo a tiempo se materializó esta real protección, pues Carlos III falleció el 14 de diciembre de aquel mismo año. 91 Las maravillosas dotes artísticas de Villena, de cuyas práctica y docencia había vivido hasta entonces, quedaban de momento, y que sepamos, sin aprovechamiento. Sin embargo, junto al nuevo rey permanecería unos años más el conde de Floridablanca, aquel ministro «perplejo y tímido hasta el exceso» 309, pero muy poderoso, que era quien seguramente le favorecía31 º. LA MISIÓN DE MÉRIDA (1791-1794) Como dije, Villena debió de quedar en la corte a disposición del rey. Aunque no hallada de momento, tuvo que existir en 1791 una real orden por la que, «dotado por la generosidad del monarca», se le comisionara para documentar gráficamente las antigüedades de Mérida y para practicar las excavaciones precisas para este encargo y sus aclaraciones necesarias. Debía de concederle el rey un permiso amplio aunque específico, que incluyera algún mínimo equipo, o al menos alguien que le ayudara a tomar medidas, aparte de los peones que contratara en Mérida, o pusiera el ayuntamiento a su disposición311 , para los trabajos. Durante la misión debió de excavar, en el propio año 1791 de su llegada, los sectores del teatro que él mismo señala con todo detalle en sus láminas (cf. infra, capítulo VII, láminas n. 05 2 y 12). En este edificio, de todos modos, se estaban haciendo algunos trabajos de exploración, al menos desde 1789 312 , y me parece muy posible que algunos de los hallazgos habidos fueran los que llamaran la atención de la corte, ya que Villena precisamente comienza sus trabajos por el teatro. A continuación nuestro presbítero-arqueólogo excavó en el área de la calle Holguín, donde situó, con notable aproximación, lo que él llamaba el «convento jurídico>>(hoy «foro provincial»), de cuyos hallazgos («chapitel [... ] distintas piesas de columnas del mismo orden, como assi mismo fragmentos de estatuas») da su primera versión de un gran capitel compuesto (vid. n. 05 1 y 11), posiblemente coincidiendo también con la excavación practicada a fin de liberar el perfil completo del «Arco de Trajano», vecino de la zona anterior (vid. n. 05 3 y 13). Obsérvese que sus tres primeros diseños, firmados en 1791, son de esos tres puntos. Pero creo que algunas otras excavaciones o hallazgos se hicieron coincidiendo con su estancia en Mérida31 3 • Como comisionado del rey, no tiene nada de raro que su actividad produjera un cierto estímulo de los trabajos y de los hallazgos casuales en esos años, a la vez que cierto control de los desmanes. La referencia que hace, en la primera de las dos láminas del teatro (n. 0 2), al destrozo hecho por don Alonso de la Vera, que ha quitado veinticuatro sillares de una puerta del teatro y «deve recomponer» (cf. infra), indica que contaba con cierta autoridad delegada al respecto. Aunque la medición precisa de enormes construcciones, como el acueducto de Los Milagros, el puente del Albanegas, el teatro o el embalse de Proserpina, le ocuparía probablemente mucho tiempo, no es verosímil que permaneciera de continuo en Mérida desde 1791 al verano de 1794314 y, de hecho, algunas de las segundas versiones pudo realizarlas en Madrid. Sin embargo, fue en 1794 cuando la comisión debió de darse por oficialmente concluida, pues no es hasta septiembre de ese año cuando se envían al menos nueve de los diecinueve planos que hoy tenemos para el informe de la Academia. Llegados hasta aquí, queda por dilucidar otro detalle: ¿por qué Carlos IV designa precisamente a don Manuel de Villena, ex marino, excelente dibujante315 y sacerdote, para la misión de Mérida, con la cual se nos convierte además en anticuario y arqueólogo? Parece que hay sólo dos posibilidades. La primera, el mismo Campomanes: cité más arriba su más notable obra de juventud, la Antigüedad marítima de la República de Cartago, con elperiplo de su general Hannón (1756). Este libro pretendía en realidad ser la primera parte de una completa «Historia de la Marina Española» 316 , que sus otras ocupaciones no le dejaron ya concluir. De esta época de verosímiles contactos, y de la posterior de ministro, guardaría buenas relaciones con la Marina, y quizá entonces le llegaran referencias para conocer y apreciar personalmente las habilidades gráficas del antiguo profesor de dibujo de las Escuelas de Cádiz y Cartagena317 , además de los conocimientos y del mucho sentido común que -leyendo las «Explicaciones» y «Narraciones» de sus láminas- se ve que le asistían, y por ello le recomienda ante el rey. Según lo investigado hasta aquí, por lo menos puedo decir que ocasiones para estas dos supuestas intervenciones de Campomanes (la misión misma sobre todo) sí que existieron. Hay otra pista, sin embargo, que me parece más probable y señalaría a su vez al otro magnate de los mismos años, también fiscal y amigo de Campomanes durante años y luego Secretario de Estado de Carlos 111: el omnímodo D. José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca (lám. XV318 ); pues encontré casualmente una noticia que se le pudiera referir: en su estudio sobre su final político, C. Alcázar319 comenta que el 9 de junio de 1792, tres meses después de su caída, éste visitó su Murcia natal y «presenció la procesión del Corpus desde la casa del arcediano de Villena» 320 • Me parece que se habla aquí de un apellido y no del conocido pueblo alicantino. De esta última noticia podríamos deducir que, aunque parece difícil, en 1792 Villena podría haber llegado a arcediano 321 , y poseería casa (y bien ubicada para una procesión tan principal) en la ciudad natal del secretario de Estado (cerca también, por tanto, de Cartagena); también se inferiría, de remitirse a él la noticia, que Villena no permanecería de continuo en Mérida, sino que ocasionalmente pasaría a Murcia. 93 Pero lo más interesante de esta referencia es que probaría también una buena y fiel amistad anterior de don Manuel de Villena Moziño con el conde de Floridablanca. No tengo idea de cómo o cuándo se produciría su relación, quizá durante la estancia de Villena en Cartagena, en la región natal del Secretario de Estado. Lo cierto es que durante el más importante de los cargos de don José Moñino se producen, o aparecen firmados por él en nombre del rey, los avances principales de la vida de Villena, por lo menos los que aquí he podido analizar: su ascenso a Cartagena (1777), la licencia regia para ir a Portugal (1 786) , el urgente adelanto de sueldos en Madrid (enero de 1787), su baja de la Marina con el completo «relief» (mayo de 1787-enero de 1788), la concesión de la prebenda de Cuenca (mayo de 1787), que llevaba aparejada la de la ciudadanía española (junio de 1787) y, por último, el mismo encargo real para Mérida322 , además del hecho de que un grupo de láminas, cuatro, se hallaran, aún en 1794, en el domicilio particular del ex secretario de Estado desterrado ( cf. infra, capítulo VI). El hecho de brindarle su casa de Murcia, una vez derribado del poder, sería un gesto de lealtad LAM . XV Francisco de Goya, Retrato del conde de Fforidabfanca, 1783. hacia el viejo protector que ennoblecería a Villena. Pero Madrid, Banco de España (anees en la colección del Banco Urquijo). insisto en que la expresión de la citada carta es ambigua y por eso también dudoso, aunque bastante atractivo, todo cuanto nos sugiere. 94 Por lo que se refiere a la persona de don Manuel de Villena y Moziño, a partir del verano de 1794, cuando entrega las últimas láminas de Mérida y está, como presbítero, a punto de cumplir -el día de Navidad- los cincuenta y cuatro años, no he conseguido por el momento saber nada más, aunque, según un dato no completamente seguro del propio Guillén Tato 323 , en 1808 habría podido, secularizado otra vez, contraer matrimonio en América con doña Antonia Sequeira y Porlier (de apellidos luso324 y galo). No olvidemos que los años de 1807 y 1808, años de guerra, inestabilidad y persecuciones, vieron la emigración de muchísimos españoles a distintos destinos europeos y americanos. Algunos datos encontré que podían dar cierta verosimilitud a «la pista americana». Por un lado, un poder notarial otorgado en Cádiz, en 1812, «por D. Quirico Aristizábal y Sequeira, en favor de D. Manuel de Villena, vecino de La Habana», para que cobrara unas cantidades que se le debían; Villena tendría aún una edad posible, 72 años, pero la pista resultó negativa. Por otro, un R. de Sequeira Palma y un R. Porlier constan en los archivos de San Fernando (Cádiz) tomando el hábito de la orden de Santiago, en los años 1791 y 1792, y los apellidos Villena, Sequeira y Porlier no escasean en relación con las ciudades de Cádiz y La Habana325 • Pero de momento no pasan de ser curiosas coincidencias en el ámbito del Cádiz donde Villena también había vivido bastantes años. De momento, y aunque no he regateado esfuerzos para lograrlo, a partir de 1794 no puedo decir cuándo, dónde, ni cómo o de qué vivió Villena el resto de su vida, ni cuándo o dónde se detuvieron para siempre sus hábiles manos, dónde está enterrado o ni siquiera si dejó descendencia. Al menos, un cierto rastro del amor por la Arqueología y por el dibujo sí estoy segura de que debió de dejar tras de sí, en alguna parte326 • Creo que los méritos de don Manuel de Villena Moziño como excavador, estudioso de las antigüedades y preciso dibujante, le hacen acreedor de ocupar un lugar entre los pocos arqueólogos que conocemos de ese siglo, y entre sus buenos delineantes, militares y civiles, en ninguno de cuyos censos se encuentra hasta ahora. Confío en que esta posteridad nuestra, ya que aquella convulsa época le negó tanto a tantos, sí se lo conceda. Cifiéndonos a los datos comprobados que hemos ido localizando, podríamos ya imaginar quién propuso al rey estudiar y excavar en Mérida (Campomanes) y quién pudo recomendarle el nombre concreto del anticuario (él mismo o Floridablanca). Ambos poderosos próceres estaban ya próximos a su final político (mucho más amargo el de Moñino), y lo cierto es que, cuando la misión misma concluye, ya bajo Godoy, también tiene un triste resultado: la Sala de Antigüedades de la Real 95 Academia de la Historia, recién creada como vimos en 1792, emite un informe desfavorable para el enorme trabajo de Villena, un informe en mi opinión injustificadamente severo327 • Para entonces, y desde diciembre de 1791, Campomanes había dejado también la dirección de la institución, después de veintisiete años, y ello pudo influir en el resultado. Todo parece traslucir el fin de los apoyos para un hombre del valido desterrado, que quizá tampoco era un afrancesado. Las bellísimas láminas, junto con los informes solicitados, regresarían o a Palacio328 , o al despacho de Godoy. Si juzgamos por algún otro caso conocido329 , en mi opinión es más factible que permanecieran en la Secretaría de Estado, es decir, en el gabinete del Príncipe de la Paz, y por ello quedarían expuestas a todos los azares sobrevenidos tras su destierro, intervención de sus asuntos y confiscación de sus propiedades330; de las que algunos aprovechados, como casi siempre, sacaron tanto partido. La obra de, al menos , tres años de la vida de Villena, de pesada y costosa ejecución y de tanto interés para la arqueología emeritense, se vio sepultada en el olvido 331 hasta su ingreso en los fondos del Museo Naval, hacia 1930, y hasta su primera publicación, nada menos que ciento cuarenta años después. Nueva luz, dieciochesca esta vez, para los bellos monumentos romanos de Mérida. Una luz agradecida, por esas raras vueltas que da la historia, a J. Guillén Tato, otro culto marino. N O T A S la ciudad, de 25 de marzo de 1777, en la que les noti- lo demás, Mora cita trece de los diecinueve planos de fica la decisión del rey de permitir que se puedan Villena con sus temas. Bosquejo para su estudio, Barcelona, 1929, p. 70. celebrar corridas cada cuatro anos, «a fin de poder 35 La cursiva es suya. En efecto, encontré cita de al construir con los beneficios obtenidos un cuarrel 238 P. M. ª PLANO Y GARCÍA, Ampliaciones á /a Historia de militar» . Mérida de Moreno de ¼rgas, Forner y Fernández, en menos una corrida de toros dentro del teatro, auto- 236 Historia de Mérida, Mérida, 1894. La obra reúne tam- rizada por Carlos III en el año 1779: V. NAVARRO DEL GurLLÉN, 1935, p. 224. bién las obras de A. F. Forner y Segarra (escrita entre CASTILLO, Historia de Mérida y pueblos de su comar- 2 37 MORA, 1998, p. 105. Ignoro de dónde puede ha'.her Fernández y Pérez (datada de entre 1826 y 1837 e de ella: en el Archivo Municipal de Mérida he visto comado la autora esta nueva versión, pues Guillén, en impresa por primera vez, pero incompletamente, en (Sec.i.a, leg. 25, n. 0 10) carca del conde de Riela a quien ella se apoya principalmente, no dice esto. Por 1857). Esta edición triple ha sido publicada poroctava 34 M. MAcfA.s LIÁÑEZ, Mérida Monumental y Artística. 2 2 ca, Cáceres, 1975, c. I, p. 91. Y más tarde, la causa 1755 y 1762 pero inédita hasta entonces) y la de G . vez, anasráticamente, por el Ayuntamiento de Méri- ningham sí pudo, en época de Carlos III, excavar con da, con gran éxito (Mérida, 1992). Resultaría muy útil, el oponuno permiso en el teatro de Sagunco. Lo nor- vo (sólo el de la baja) se encuentra en el Archivo-Museo no obstante, que para una futura novena edición se la mal era, sin embargo, hacerlo con financiación nacio- Álvaro de Bazán, de El Viso del Marqués (Ciudad jada. De hecho, parte de su expediente administrati- dotara al final de unos buenos índices globales. nal, como los crabajos de Velázquez en el teatro de Méri- Real), que el propio Guillén organizó y donde apare- 239 da, por cuenta de Fernando VI (1752), o los del ció hace poco gracias a las gestiones de la señora Mar- La segunda, que creo ha pasado bastante desapercibi- canónigo Trabuco y Belluga cerca de Málaga, a cargo tín Merás; pero seguramente, al tiempo de escribir su da, se debió al gran Vicente Barrantes, en 1865. de la propia Academia (fines de 1764) y otros muchos. artículo de 1935, aún no había recogido esca dow- 240 2 45 mentación y luego, aunque la encontró, no volvió más Historia de las Antigüedades Como ya avancé, es el académico (de San Fernando y sobre el rema. de Mérida (\857), en Historia de Mérida, Mérida, de la Historia) Basarte el encargado del peritaje de las 2 1894 (8.• ed., Mérida, 1992), p. 44. láminas que el rey solicita a la segunda de ellas en sep- Las primeras fueron, en efecto, las del marqués de Val- 24r tiembre de 1794, y sobre los detalles de cuyo informe deflores, pero están sin estudiar aún, lo que, con per- Esta fecha, tan repetida después, es errónea, pues la me extiendo en la parte VI de este estudio. miso de la Real Academia de la Historia, espero poder excavación de Villena en el teatro data ya del propio 246 hacer en breve. Véase lo dicho sobre ello más adelan- año 1791, y su estancia fue de cuatro años (quizá con Tiene además algunos hábitos característicos, al escri- te, en la nota 366. intervalos), mienuas que en 1795 no consta que estu- bir «se» como «ce>> (en «conceIVan», ((conciderar», «des- 250 G. FERNÁNDEZ Y PÉREZ, 49 viera ya en Mérida. Así pues, la ignota fuente de don cubriendoce») y lo contrario («peses», «veses»), que en Agradezco a don José Cremades, de la Real Bibliote- Gregario no parece muy exacta, y no encontraría su mi opinión delatan su larga estancia en Cádiz. De todas ca, su amable ayuda. Recientemente ha tratado de este origen en las actas municipales (que de esta misión no formas, no quiero dejar de comentar lo raro que resul- importante y curioso viaje de 1784 R. GONZÁLEZ CAS- recogen nada, lo que me resulta bastante extraño). ta qlle alguien que vive durante tanto tiempo en Espa- TRILLO, 242 ña (llevaba para entonces aquí, como veremos, unos nopla en 1784, según el manuscrito original 11-1051 de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, Doc. His- El viaje de Gabriel de Aristizábal a Constanti- Las cursivas son mías. Algo más abajo, completa: «El creinta años), incluso como docente en, al menos, dos anticuario que reconoció este {anfifceatro, parece que centros oficiales, y que luego trabaja para el rey, duran- tóricos, n. 0 17, Fundación Universitaria Española, se explicó con elogio acerca de él, diciendo que era más te tantos años no se moleste él mismo, ni sea requeri- Madrid, 1997, cuya úlcima lámina es la que aquí suntuoso que el de Roma», noticia que-junto a cier- do, para mejorar por lo menos un poco su ortografía comento. El manuscrito tiene otras ilustraciones muy ta tendencia a exagerar- sugiere un conocimiento de y su pésima administración de acentos y puntuacio- interesantes para la arqueología tardorromana y q lle Villena, al menos bibliográfico, acerca de los monu- nes, roda lo cual repite en una carta de puño y letra aprovecho en otro estudio, ya que los marinos dibllja- mentos de la urbe. suyos que más tarde encontré. ron también algunos monumentos romanos de Cons- 243 247 tantinopla. PLANO Y GARCÍA (1894), 1992, p. 153. Esto de «los españoles» me resulta curioso, porque para 25r 2 44 entonces hacía ya siete años que Villena estaba natllra- Almanak náuticoy Estado General de Marina para el año En efecto, lleva a extrañeza que un portugués pudiera lizado español, dato que no podía escapar a Basarte. de 1786, Madrid, p. 57. No estaba, sin embargo, en el obtener permiso para excavar en el teatro de Mérida 248 censo del personal de la Real Armada, entre los alfére- comisionado por el gobierno de Portugal; aunque en Aquello «poco que pudo rebuscar» principio tal cosa no sería imposible pues, como acabo parece sería una especie de «Libro de Bajas», pero no co que no figure, porque era lln graduado. Agradezco de recordaren el cap.III(noca115), el irlandés W Cun- con más datos que los que dio, pues él los habría refle- al investigador del Museo Naval don Jesús M.ª Alía el J. F. Guillén me ces de fragata (pp. 32-39). En la lista de pilotos es lógi- 97 señalarme este catálogo. El Almanak se comenzó a diente de Francesco Pignatelli, de mayo de 1786, se publicar justamente en 1786, y en el de 1787 Villena dice que «se le concede la naturaleza de estos Reynos 2 59 Omito los documentos burocráticamence reiterati- ya no aparece, lo que coincide muy bien con la fecha para disfrutar del arcedianato del Ampurdán, digni- vos, acompañantes, y los que de alguna forma repiten de su baja de la Marina, que veremos fue concedida dad de la Santa Iglesia Catedral de Gerona». Más tarde información ya conocida por otros medios. en mayo de ese año. me tropecé a ambos, J. B. Fini y F. Pignatelli, en el 260 252 Archivo General de Simancas (Gracia y Justicia, leg. Certificada por don Felipe de Samaniego, secretario La real orden misma no está en el legajo de la Acade- n. 0 612, año de 1785), cuando ambos, el año ante- de Interpretación de Lenguas del Consejo de Su mia, pero recojo lo esencial de su texto del citado resu- rior, eran aún pretendientes a las citadas prebendas. Majestad. men de ella. Acerca de Fini se dice que era «capellán, viejo, en suma 261 2 53 Ouo solitario y muy dudoso dato, de 1792, no alcan- indigencia,,. La lista de concesiones, larguísima, pare- Desgraciadamente, un voraz incendio en la noche del ce dar alguna razón a la liberalidad que se achacaba al 4 al 5 de octubre de 1910, con motivo de los distur- za a asegurar que llegara a arcediano (cf infta) . conde de Floridablanca, por lo menos en el número bios republicanos, destruyó por completo la Cámara 2 54 Aunque es una de las catedrales con los archivos mejor de personas favorecidas (cf infta nota 310). Municipal de Serúbal («Os Pa~os») con todos los archi- 2 57 Agradezco al capitán de navío don José Ruiz García, vos y las obras de arte de la ciudad, causando además organizados, su expediente no se hallaba allí, ni aparecía ningún Villena citado entre los canónigos en los director del Archivo, las fotocopias que me envió, y CEICÁO QUINTAS, Sáo ju!iáo, Setúbal-Lisboa, 1993, p. 49. Por fortuna, a mediados de la centuria anterior un enorme perjuicio a los historiadores: cf M. CoN- libros de actas, o en el epistolario que se conserva de aún más su personal valoración sobre la carrera de los años 1786 e inmediatamente siguientes. En este Villena en la Marina española, así como los datos del un estudioso, F. Almeida Carvalho, había redactado caso agradezco al canónigo archivero de la misma y señor Valdés Pedauyé sobre los pilotos exuanjeros en a parcir de ellos seis tomos de estudios sobre algunos compañero de la UAM, doctor Antonio Chacón, el la Armada española. de sus aspectos y épocas (vid. aquí nota 264), que son haberse hecho cargo ran amablemente de esta bús- 258 los datos aún utilizables. queda; como él me dijo y más carde se comprobó, era En archivos históricos de Setúbal, Cádiz, Murcia, 262 muy difícil que hubiera tenido algún beneficio en la Cartagena y Madrid. Sí puedo adelantar que en los Gracias a la amabilidad del teniente coronel A. Hen- misma catedral. No sé de dónde procedería la noticia archivos históricos lisboetas de la Torre do Tombo no rique Afonso, director del Arquivo Histórico Militar de entonces de Guillén. se conservan rastros de él ni de su familia directa. do Exército Portugues, he podido saber que no se con- 2 55 Luego encontré su correlación con el asiento extracta- Admito mi sentimiento porque, aunque he podido serva allí referencia alguna del teniente Coronel don reconstruir con mucho trabajo su origen y naci- Domingos de Vilhena. do del Libro n. 0 2753, Decreto n. 0 27 de 1787: «D. miento, su formación, empleos, y casi treinta años de 263 Manuel de Villena Moziño: [Decreto que] Concede su vida, le pierdo por completo el rastro en 1794 y A. CAETANO DE SousA, Memórias historicas, egenea- naturaleza de estos Reynos para gozar una prestamera tampoco puedo decir cuándo murió o dónde des- logicas dos Grandes de Portugal, Lisboa, 1755, pp. que S.M. le ha conferido en el Obispado de Cuenca». cansan sus restos mortales. También es cierto que mis 323 y ss., y espec. 330. Dos rarísimas obras de esre 256 modestos medios no me permitieron hacer más. Sin minucioso genealogista luso se conservan en nues- La concesión de ciudadanía no era algo tan frecuen- embargo, confío aún en que la publicación de estas tra Biblioteca Nacional, donde las he consultado. te entonces. Entre los expedientes que se conservan páginas ayude a desenredar los nudos que me dejo en Don Joiio de Almeyda,. hijo menor del segundo en este archivo esrán los de Fini (1785), Pignatelli el ovillo: desde 1741 a 1764 y desde 1794 hasta su conde de Avintes y de doña M.ª Antonia de Bour- (1786) y Barsanti (1788). En el muy similar expe- muerte. bon, fue «Veedor de la Rainha D.• Maria Anna de Austria, Comendador dos Fornos na Orden de San- 266 272 riago, Brigadier dos Exercitos de S.M. e Gobernador En cambio, en los censos de las grandes familias No tengo el menor indicio acerca de las fechas de su da Fortaleza da Barra de Setúvah,, cargo que debía setubalenses de fines del XIX no figura ya ningún matrimonio y viudedad, ni de quién sería su esposa. desempefiar cuando falleció, ya mayor, el 8-12-1749. Vilhena o Mozinho (R. PERES CLARO, Setúbal de La referencia, en todo caso, así como su edad (27) Una hembra de entre sus diecisiete hijos (le sobrevi- hd 100 años, 1886-J 887, Setúbal, 1990, pp. 97- abren también la posibilidad de que tuviera ya por vieron sólo seis de ellos), de nombre Magdalena Luisa 100). En el cementerio antiguo, inaugurado hacia entonces hijos pequefios (aunque algunas de sus cir- de Barbón (el apellido Borbón lo llevaban todas sus 1851, existe un sólo caso de estos apellidos. Ambas cunstancias posteriores no lo apoyan). hijas por su abuela paterna), nacida el 17-3-1716 y familias, pues, o se extinguieron en Setúbal o se casada con don Gon~alo Thomaz Peixoto da Silva, trasladaron. El bautismo del padre, Domingos de 2 73 S. DE Sorro, conde de Clonard, Memoria histórica podría, en 1740, con veinticuatro años y casada, Vilhena, en la Basílica de Sanca María de Lisboa, de las Academias y Escuelas Militares de España, haber amadrinado al peq uefio Villena. Pero, debido apunta ya a esta segunda posibilidad, al menos para Madrid, 1847, pp. 24-25: las Reales Academias de a su juventud, y al tratamiento de «Excma.» que se los Vilhena. Artillería de Cádiz y Barcelona se crean en 1751, con menciona en la partida, me inclino más bien por que 267 Es.cuelas de Matemáticas. En 1760 se extinguió la de la madrina que se cita sea la Excma. Sra. doíia Mag- Agradezco al amigo y experto genealogista Dr. Luiz Barcelona y, desde esta fecha, la de Cádiz «compren- dalena de Borbón (1671-1748), de la misma casa de Coelho esta precisión y sus explicaciones al respecto dió las instrucciones de los oficiales de ingenieros, Avintes, casada con don Jorge Henriques, señor de de las complejas relaciones internas de la nobleza por- pero dirigida por el Estado Mayor de Artillería, Alcá~ovas y también veedor de la casa de la reina. tuguesa en este siglo, así como la consulta de una ver- entrando en ella dos ayudantes de aquel cuerpo». Ambos padrinos, pues, serían hermanos entre sí. El dadera joya bibliográfica: El Theatro genealogico [. ..} Véase asimismo para su historia W. AA., La sección hermano mayor, Thomaz de Almeida (1670-1754), das principais familias do reyno de Portugal [. ..} pe/,o de Costa de la Academia de Artillería, Cádiz, 1980, ostentaba por entonces el cargo de patriarca de Lis- Prior D. Tivisco de Nasaozarco y Colona, libro bajo pp. 16 y ss. Llamada propiamente «la Escuela» (a par- boa [J. MEDINA (dir.), História de Portugal, Madrid, pseudónimo y supuestamente publicado en Nápoles tir de la de Artillería en 1678), cuando a su vez el 1995, t. VII, p. 211]. en el afio 1092 (sic). conde de Gazzola fundó la de Segovia en 1764 la de 264 268 Cádiz no se clausuró, sino que reapareció con el He consultado entre otras la obra de F. ALMEIDA CAR- Así en mi artículo de avance en CANTO, 1994-1995. mismo nombre, siendo origen de la Escuela de Arti- VALHO, Acontecimentos, lendas e tradirífes da regiáo setu- Encontré como antecedente marino un Manoel Este- llería de Marina, y ésta a su vez de la ulterior Escue- balense, ed. O. Paxeco, Setúbal, 1968, vol. II, p. 25 : van de Vilhena, capitán de nave y caballero del rey don la Naval Militar. Villena estudia y colabora allí pre- un Manuel de Vilhena figura como adamante forzo- Manoel, que murió combatiendo en India. cisamente en estos años de cambio. so de Felipe III, en 1619 (durante la llamada «domi- 269 274 nación filipina»), con una contribución de diez mil Es decir, de pilotos. Firmados por Antonio Gaver he visto [en M. SELLÉS quinientos reales y sin figurar oficio, lo que indica que 270 YA. LAFUENTE, era propietario. Pensé primero que éste podía ser entonces J. Gerbaut. Madrid, 1988] algunos buenos planos y alzados del El observatorio de Cddiz (1753-1831), 265 271 observatorio, de 1766 y 1769, en los que, aunque el CARVALHO, 1968: en 1619 también participa en los En realidad, como sabemos por su partida de bautis- objeto es muy diferente, algo puede apreciarse del esti- actos ya citados un Vasco Mousinho de Quevedo, mo, sólo tenía entonces 27, y debió de añadirse (¿por lo del propio Villena y podría decirse que se adivina poeta, y aparecen los Mousinho entre los principales consejo o por su cuenta?) algunos años, para parecer su magisterio sobre el joven portugués. Detalle de la moradores de vivienda. más maduro y adecuado para la docencia. vida y obras de Gaver en H. CAPEL ET AL., Los inge- 99 nieros militares en España. Siglnxvm, Barcelona, 1983, se la Compafiía de Caballeros Guardias Marinas de pp. 200-204. Entre 1750 y 1755 había estado levan- Cádiz en 1717 había entrado allí no como marino, de la Victoria, aunque no deja de sorprenderme que no tando planos en el área de la frontera con Porrugal. Lo sino porque era ya un «inteligentísimo matemáti- cite estos méritos en su recomendación a la corte. encontré además como «Antonio Gaver, Brigadier co» y hablaba tres idiomas. Fue después cuando «se 278 Ingeniero Director en Cádiz, natural de Barcelona», aficionó a la Marina» y pensó en prepararse para Se conserva en el Archivo de Si mancas (Marina, leg. otorgando testamento, el 20 de septiembre de 1769 ingresar en ella (GU!LLÉN, 1933a, p. 50). Si nuestro 209) un listado de pilotos de la Real Armada de esta- (M. RAVINA E l. CEBALLOS, Índice de las disposiciones Villena no era entonces ya piloto, el paralelismo en do civil casados, del año 1769. Había entonces en testamentarias de Cádiz 1740-1775, Madrid-Bilbao, la memoria del marqués consigo mismo, incluso por Cádiz, de esca condición, veintiún pilotos primeros, 1991, p. 143) . la edad del ingreso, sería inevitable. diez segundos y diez pilotines; me había extrañado no 2 75 J. F. GUILLÉN TATO, «El manuscrito sobre arquireccu- 277 encontrar en la lista a Villena, pero la causa era que Pueden adivinarse dos causas posibles para este exilio: había ya enviudado. ra naval del marqués de la Victoria», Archivo Español que el joven estuviera relacionado de algún modo o se 279 apoyo que recibe Vilhena en Cádiz del citado marqués de Arte y Arqueología, 25, 1933, pp. 47 y ss. Guillén le quisiera mantener lejos de los sucesos que sacudieron En cambio, no es hasta 1776 cuando se sube el suei- define a quien llegó a ser Capitán General de la Arma- Portugal después del atentado de los Távoras contra do hasta esta misma cantidad a don Andrés de la Cues- da como «de gran sensibilidad y temperamento artís- José !, a los que siguieron juicio, crudelísimas conde- ta, delineador y maestro de Dibujo de la Escuela de tico», de «expresivos y exactos dibujos, delineados con nas, y represalias, el 12 de enero de 1759, en cuya cons- Pilotos de El Ferro!. rara propiedad por diestra mano», admirado muchas piración, parte contra el rey y parte contra el poderoso 280 veces por los reyes mismos (Felipe V e Isabel de Far- y odiado marqués de Pombal, aparecen involucrados el Sigo en esto las interesantes informaciones del licen- nesio), en Cádiz. Ceán Becmúdezalabó «la corrección ll. 0 conde de Atrouguía, don Jerónimo de Attayde, ciado J. M. Valdés Pedauyé, del AHC, que le agra- y gracia... del mejor dibuxante de su tiempo en España» yerno de los marqueses de Távora, y don Juan de Almey- dezco. Las Ordenanzas del Cuerpo de Pilotos, dentro de las Generales de la Armada de 1748 (tratado 41, y Vargas Ponce, en su biografía de Navarro, que «se le da Portugal, marqués de Aloma (cp. supra nota 263 y estimó siempre por uno de los mejores dibujantes que la partida de bautismo de Vilhena). Sobre estos suce- tít. !, art. VIII), decían que «no se admitirán extran- a la sazón florecían ... ». Si recojo estas opiniones (apar- sos pueden consultarse J. M. LATINO COELHO, O mar- jeros en el número de Pilotos de la Armada, si no fuere te de su justicia) es para que se vea cuánto más valor quez de Pombal Lisboa, 1905, pp. 107 y ss.; y, más porabsolucafalra de nacionales». No agudizándose tal hay que conceder, sobre las habilidades de nuestro actualmente, J. VER!SS!MO SERRAO, El despotismo ilu- falta hasta la segunda mirad del siglo joven Villena, a su opinión de que «es de un lucido minadc (1750-1807), vol. VI de História de Portuga~ las autoridades eran conscientes de las especiales cualidades por parre de algún pilara extranjero, éste era XVIII, «cuando travajo en la delineación, dibujo y Miniatura», y al Póvoa do Varzim, 1990, pp. 38-46; algunas de las reu- hecho de, tras ver una muestra de sus obras, «conside- niones de la conjura se mantuvieron en Secúbal. La admitido de manera provisional sin ninguna cortapi- rarle idóneo para dicho empleo», ya que los garantiza segunda causa posible podría ser la guerra con España, sa; posteriormente, y cuando en la práctica confirmaba aquellos conocimientos, solía ser admitido en un dibujante de tan alto nivel y experiencia. Debe que se prepara a partir del pacto de familia de los Bar- recordarse esta autorizada opinión sobre él más ade- bones en 1761. Las actuaciones bélicas en Portugal, nuestra Armada de forma ya oficial y definitiva». El lante, cuando las láminas de Vi llena sobre Mérida sean entre el 18 de mayo ye! 3 de noviembre de 1762 cuan- señor Valdés ejemplifica la cuestión con los casos del descalificadas por los académicos de Madrid. do se firma el armisticio, nos acercarían de forma sufi- inglésThomas Bryant (1 78 1), el veneciano L. Maca- 276 ciente a los años en que, anees de 1767, se nos dice que vich y el francés Jean Antaine (1783). En cambio, el Pues, en efecro, el longevo (sirvió a cinco reyes) don Vilhena vivía ya en Cádiz. Esca segundamorivación me holandés Jan Graaf (1753), fabricante de jarcias, no Juan José Navarro, marqués de la Victoria, al crear- parece más convincente, debido a la buena acogida y cumplió con las expectativas y fue despedido posee- ºº riormente. Es muy interesante también el decreto de meros, veinte segundos y treinta pilotines (BLANCA ñanzas que se impartían en sus escuelas: los alumnos 2 de mayo de 1781 (del cual asimismo me remite foto- C.\RLIER, 1979, p. 169). Con veintiún pilotos prime- practicaban la navegación «yvolvían a la Escuela a repa- copia) según el cual se concedía a todos los pilotos de ros en 1769, todos casados, y sin figurar Villenaentre sar asignaturas y copiar y diseñar planos en la sala del la Real Armada el socialmente muy apreciado trata- ellos (pues era viudo), en la lista habría un hueco al primer maestro delineador de la Escuela ... » La autora miento de «Don» (que se recordará que Villena ya menos (serían 20 y no 21). De esto podríamos cole- afirma precisamente que la Escuela de Navegación de tenía por su nacimiento). gir que en el año de 1769 Villena era, como mucho, Cádiz es la que más actividad tuvo en relación con la 281 piloto segundo, clase en la que queda un margen de cartografía de América, y la de Cartagena con la del Cf J. M.a BLANCA CARLIER, «El Cuerpo de Pilotos diez para solteros y viudos. Mediterráneo. No me cabe duda de que búsquedas más de la Armada», Revista General de Marina, 197, 1979, 284 derenidas en los mapas carro gráficos de las citadas zonas pp. 165-173, espec. 168. Al hablar sobre el posible AGS, Marina, leg. 209, año de 1771: Expediente de marírimas nos llevarían hasta nuevas obras, firmadas o alojamiento de los píloros en Cádiz, cree que debió promoción de Maestros de Escuelas de Navegación y Pilo- no, por Villena Moziiío. de ubicarse primero junto al de los guardiamarinas, tos primeros de la Armada promovidos d Oficiales de DURO, «Academias de Pilotos», en Disquisiciones ndu- Cf rambién C. FERNÁNDEZ en el castillo de la Villa. En 1768, al trasladarse el Guerra desde Teniente de Fragata incluido hacia abaxo; ticas, Madrid, 1876 (reed. Madrid, 1996), departamento a la isla de León, la Academia de Pilo- aunque su nombre no figura en éste, aparecería en pp. 209-232 y 324; BLANCA CARLIER, 1979, y M. A. IV, L tos y sus viviendas estarían en la «Casa del Sacra- uno similar, que incluye a los maestros, (aunque cons- SELLÉS Y A. LlfUENTE, 1985. mento». En 1775, con la adquisición de los terrenos ran también promociones individuales). Se conserva 288 de la «población de San Carlos», se instaló la Escue- allí un modelo del título-tipo del nombramiento regio. Sobre la gran riqueza y actividad de Cartagena (ciu- la en uno de los laterales de la Casa de Intendencia El ascenso del profesorado de las Escuelas de Pilotos dad, arsenal y astill~ro) en estos anos y desde media- (hoy Escuela de Suboficiales). En su condición de a oficiales era algo común. En 1765 se ascendió a alfé- dos del siglo, merced a la instalación allí de la Marina viudo, debieron de ser éstos los tres escenarios coti- rez de fragata a N. Berlinguero, que era el delineador de Guerra, véase, por ejemplo, J. P. MERINO, «Carta- dianos de la estancia gaditana de Villena. de la de Cartagena (BLANCA CARLIER, 1979, p. 169). gena: El arsenal ilustrado del Mediterráneo español», 282 285 Áreas, primer semestre de 1981, pp. 41-52. Además de otros que cito, es destacado el trabajo de Agradezco mucho este experto juicio, debido al men- 289 M. A. SELLÉS cionado director del Archivo Histórico de Cartagena, En una ciudad en la cual habían reinado los dibujos cap irán de navío don José Ruiz García. de los célebres Jorge Juan y Sebastián de Feringán (ésre Y A. LAFUENTE, «La formación de los piloros en la España del siglo XVIII», en La Ciencia Moderna y el Nuevo Mundo, Madrid, 1985, pp. 149- 286 muerto en 1762) el nombramiento habla bien a las 191, quienes se extienden sobre las enseñanzas de las Se notifica al contador, don Alfonso Alburquerque, claras de la calidad de nuestro dibujante. Escuelas (pp. 164yss.). Las Ordenanzas de 1748 pre- la llegada de los nuevos y primeros maesrros de Dibu- 290 veían dar también a los alumnos «las reglas básicas jo, Idiomas y Esgrima, con un sueldo asignado de cua- Me informa amablemente el seiíor A. Granda! López, jefe de Archivo y Publicaciones del Archivo Munici- para el diseño, á fin de que aprendan a sacar Planos renta escudos de vellón al mes (el mismo del que dis- de Puertos, formar Cartas, figurar Costas y Montes, frutaban en Cádiz). pal de Cartagena, que, lamentablemente, no se con- etc.» El dibujo se impartía en Cádiz al final de los estu- 287 serva ningún censo de población de entre los años dios, en la llamada «tercera clase» o nivel. M.a L. MARTíN-MERÁS, «Las Escuelas de Pilotos de la 1771 y 1800. Pero, como en Cádiz, pudo residir en 283 Armada», Ingeniería Naval., 682, 1992, pp. 207-208. las viviendas oficiales de la Marina. Lo deduzco del documento que cité en la nota 278: Apunta interesantes observaciones sobre el Cuerpo de 291 al crearse en 1748, en Cádiz habría veinte pilotos pri- Pilotos de la Armada, creado en 1748, y el tipo de ~nse- Véase al comienzo de este capítulo y la nota 250. OI 292 ca letra «y griega» acentuada (un curioso hábito, pero Sin duda fueron sus colegas o alumnos el alférez de del que he encontrado sin embargo algunos otros sugerir que, si su familia tenía la buena posición económica a que apuntaban el cargo de su padre y la alcur- fragata M. Zerquero, el primer piloto F. La Borda y el ejemplos de la época). nia de sus dos padrinos de pila, aquélla, o no podía ya, segundo A. Berlinguero, que participaron en 1784 en 296 o no quería ayudarle, lo que resulta más verosímil hacia la expedición a Constantinopla y dibujaron los mapas Se trata del ministro de Marina, el bailía Fr. D. Anto- el hijo largamente ausente y medio español. del viaje. nio Valdés. 300 2 93 Este lote de doce documentos del Archivo Histórico 2 97 Este curioso término se conserva sólo en inglés con el Este «mal del pecho» castigó también a otros marinos, sentido de «relevo», y en italiano se usaba en el siglo de la Marina de El Viso del Marqués (Ciudad Real), como el famoso Vargas Ponce. Éste cuenta que hubo XVIII reunidos por el contralmirante Guillén, afecta sólo a de recuperarse en Sevilla, en 1795, y que más tarde, no lo he encontrado en diccionarios al uso. Pero su la baja de la Armada de Villena; lleva una carpetilla «no pudiendo resistir el mar, pasó, harto fatigado del sentido lo explican bastante las carcas de 22, 25 y 29 (con letra que me aseguran es de su propia mano), en pecho, á Murcia» (notas biográficas manuscritas, al de enero de 1788, de Floridablanca a Valdés y del la que figuran las anotaciones: «Portugal», «Piloto», comienzo del libro de C. FERNANDEZ DURO, Corres- intendente de Cartagena (Alfonso Alburquerque) a Valdés (AHM): «que se digne mandar despacharle el para «relieve». Con el económico que aquí tiene «A[lférez] de F[ragata]», «dibujo de bonete (por pondencia epistolar de D. José de Vttrgas Ponce y otros en "sacerdote"), 1787», «dibujo de dos espadas cruzadas materias de arte, Madrid, 1900, pp. 30-31). Por cier- correspondiente Relief [... ] que se le abonen los suel- [combate] 1805 gol[eta?J Elizabet. P[ortugal?]» (todo to que aprovechó ambas ocasiones para el expurgo de dos devengados desde el 11 de julio hasta fin de esto tachado) y «N [uevaJ E [spaña? J» dentro de círcu- archivos y para la toma de notas sobre obras artísticas diciembre del año ... », «que se abonen á [... ] los suel- lo y, al final, «círculo con punto interior» y «Da. que pensaba serían de gran ayuda para el que, eq ui- dos que hubiese vencido ...», «S.M. concede á [... J relief Ant[oni]a Sequeira y Porlier- 1808», también cru- vocadamente, consideraba como amigo, zado por línea vertical. Son sin duda anotaciones suce- Bermúdez. He visto que éste, muy al contrario, se Decreto de 17 de febrero (de 1787) ... » De esto cabe sivas de Guillén, según encontraba o desechaba noti- refiere despectivamente a Vargas, en carta a un anó- deducir que se ordenó que se tratara el caso, desde la J. A. Ceán de los sueldos quehuviesevencido, con arreglo al Real cias para su expediente. Es difícil pensar que Villena nimo destinatario de 1803: «Ahora mismo acabo de petición de baja de Villena, en mayo anterior, como abandonó el sacerdocio y contrajo nuevo matrimonio responder á otra de nuestro Vargas [... ] pero yo [... ] si fuera una prórroga del primer permiso de viaje de en 1808, cuando tenía ya 68 años, aunque luego cita- despreciando su gran fárrago, respondo á lo poco útil seis meses (aunque se cira un decrero anterior, que ré dos curiosos documentos, encontrados más tarde, de sus cartas ... » (ibid., p. 141; pero Fernández Duro supongo sería de aplicación general). En Simancas que dejan abierta la puerta a esta posibilidad. Agra- no resalta este feo detalle de Ceán) . existe un índice de la época que reza «Reliefes o reliefs: dezco a la señora Martín-Merás la localización de este 298 v. Licencias temporales y pasaportes». En otro caso que expediente, y sus opiniones sobre las claves usadas por Es una pena que en este punto no indique específica- he encontrado allí (Marina, leg. 209), don Andrés de el contralmirante Guillén, a la discípula de ésta, doc- mente a qué ciudad de Portugal se encaminaba para la Cuesta solicita en 1775 «relief para cuando regrese tora Higueras, así como a su ilustrado hijo, don Jorge sus «negocios propios», lo que me hace pensar que no [de los Baños deArnedillo] para poder cobrar los cua- Juan Guillén Salvetti. fuera Lisboa. tro meses acumulados de su licencia en Ferro!». Se 2 94 La citada licencia se le había extendido por seis meses. 2 99 El sueldo, que se mantenía inalterable desde hacía con el cual, al regreso, se podían cobrar en caja los 2 95 muchos años (tal como entonces era habitual), tam- meses de ausencia por permiso temporal; una especie Pone «inacra». He regularizado las grafías deficientes poco debía de dar para mucho teniendo que pagar alo- de «garantía de buen fin» de los permisos o licencias y habituales en Villena, especialmente su característi- jamiento y comidas en la corte. Pero esto me parece concedidos. I02 trata, pues, de una providencia o documento oficial, 301 tena (un beneficio similar), «no era prescriptiva la con- 311 Carta del conde de Floridablancaal ministro de Mari- dición eclesiástica a perpetuidad, de forma que, una Esto último habría dejado algún indicio en los libros de acuerdos municipales, pero no los he encontrado. na, dada en El Pardo a 22 de enero de 1788 (AHM, vez obtenida la pieza, el abandono por la vía del matri- expediente de Manuel de Villena Moziño). monio no implicaría la pérdida de la veintena». Según 312 302 esta autora (p. 90), las remas de las «prestameras» osci- Según ÁLVAREZ Y S. DE BURUAGA, 1994, p. 188, «en el presupuesto municipal de 1789 (al fol. 227) figu- Cf la cana citada en laamerior. Según ella, Villenaaban- laban mllcho según las de la parroquia; por ejemplo eran dona la Armada por abrazar el estado eclesiástico, y es a de entre 1.100 y7.500 reales de vellón anuales en pue- raba L1n crédito con destino a trabajos de exploración consecuencia de ello cuando se le concede el beneficio blos de la provincia de Sevilla. de antigüedades, y se acuerda librar 500 pesetas para curado. En mi opinión debió de ser al revés. Pero esto 308 jornales de parados en los mencionados trabajos, limi- sería entrar en arriesgados juicios de intenciones, pues Agradezco al reverendo padre Lozoya, estudioso tándolos al "Anfiteatro" romano, el Teatro para noso- cabe también que su prolongada enfermedad le llevara párroco de Sama María del Campo, la noticia de que tros, ya qL1e a él se referían equivocadamente con ese a reflexiones virales y religiosas de más trascendencia. en sus libros parroquiales, de 1787 en adelante, no hay nombre)), 303 la menor mención de algún sacerdote Manuel de Ville- 313 Pllede calcL1larse lo que tantas referencias incorrectas na. Esto me parece confirma que quedó en Madrid a En 1792 consta también una época de hallazgos, como me dificultaron la investigación sobre su vida. disposición del monarca. «en las inmediaciones de la naL1machia» (es decir, del 304 3o9 anfiteatro), el de una lápida de Ervigio, restaurador Aunque no siempre era obligatoria la presencia física Esta curiosa definición es la que aplica GODOY (1965, godo del puente y las murallas, «pero no se tuvo la pre- del prebendado; en este caso tiendo a pensar que no t. !, 15) al conde de Floridablanca quien , como ya visión de copiarla ni de publicarla oportunamente»: lo fue, y que Villena pudo vivir tranqllilamente en la dije, se mantuvo junro a Carlos IV hasta comienzos vid. NAVARRO DEL CASTILLO, 1975, p. 406. El mismo coree. de marzo de 1792, sustituido por Aranda hasta el 15 autor también indica (ibid, p. 403) que «en las exca- 3°5 C. VALLADOLID BUEND1A, Memorias de tm oriundo, de noviembre, cuando sucede a éste el propio Godoy. vaciones verificadas en esta ciudad en 1792 aparecie- 310 ron multitud de estatL1as, inscripciones y colllmnas Valencia, 1994, p. 64. En la «Sátira primera» contra Floridablanca ( Conver- procedentes de escos dominadores [los godos]». Éstas 306 !bid., p. 140. sación curiosa é instructiva que pasó entre Los condes de pudieron ser efectuadas por Villena, pero no así los Floridablanca y de Campomanes, en julio de 1188) se hallazgos de la «naumachia», que no hubiera dejado 307 Cf M.• L. CANDAU CHACÓN, La carrera eclesidstica en hace una crítica expresa contra las muchas «preben- de copiar. Algunos de escos hallazgos de 1792 prepa- das eclesiásticas» que había concedido el primero ro para otro trabajo. el siglo XVJJI, Sevilla, 1993, p. 401: «Prestamera: Pieza «... para favorecer a sus paniaguados [... ] en despótica 314 eclesiástica dorada en algunas parroquias y participan- provisión[ ...] una vez bajaron ála Cámara hasta sesen- Traté de comprobar los censos de Mérida de esros re de las remas del diezmo. Procedía, en su origen, de ta [... ], con una mezcla de zurriburris nunca vista ... » años, en el Archivo Histórico Municipal, por si se le aportaciones del arzobispo a clérigos beneficiados para (téngase en cuenta el contexto de la cita y su carácter contara en ellos como transeúnte, pero casualmente sufragio de estudios en alguna Universidad, realización deliberadamente injurioso). Véase en: Obras origina- no se conservan los de estos años. El legajo 252, de los de trabajos administrativos o ejercicio de curaros. En la les del Conde de Floridablanca y escritos nforentes a su años 1637-1796, tiene multitud de lagunas. práctica, muchas no eran de libre provisión y se halla- persona, B.A.E., 59, Madrid, 1952, pp. 275 y ss. (una ban anejas a instituciones, colegios o convemos, ose otor- versión manuscrita de esta sátira he visco en la Real 31 5 A pesar de lo cual no aparece citado en el célebre Dic- gaban a clérigos ausentes», y p. 89: en el caso de la vein- Biblioteca: sign. II/1389, ff. l 7lr-l 80r). cionario histórico de Los más ilustres profesores de Bellas 10., J. A. Murcia, el 12 de enero de 1847, acordó por unani- Ceán Bermúdez, ni en su la colección del Banco Urquijo y actualmente es del suplemento (Madrid, 1800), aunque es cierro que no Banco de España, y adorna su sede de la calle de Alca- midad hacer por fin justicia a su compatriota, eri- entraba bien en esca clasificación, pues ni era civil ni lá de Madrid (M. D!AZ PADRÓN, «La pintura de los giéndole hermosos monumento y estatua, embelleci- académico, ni sus obras eran conocidas fuera del ámbi- siglos XVI, XVII y XVIII», en Colección Banco Urquijo. da su inauguración, el 19 de noviembre de 1849 (día to de la Marina. Pintura, Dibujo, Escultura, Madrid, 1982, pp. 78-85). del cumpleai\os de Isabel II), con un sentido discurso del alcalde (cf «Descripción de los festejos públi- Artes en España, de 316 Pero véase ahora al hombre, físicamente poco fino, que Así en su prólogo, p. 4: «de aquí cómo principio a la asoma eras el conde. Se ha discutido mucho acerca de cos con que la muy noble y muy leal ciudad de Mur- Historia Nautica de España, para que con el patroci- quién se trata. Se admite, naturalmente, que es un cia... », en FLORIDABLANCA, 1952, pp. 528-530). Y es nio de V[uestra] Mag[escad] pueda continuarse una estrecho colaborador, pero la opinión más generali- que «la Historia, carde ó temprano, siempre hace jus- obra cuyo progresso ha de referir el conrinuado zada es la de que se uata de un arquitecro, sea éste Villa- ticia á los hombres que sirven honradamente á su esfuerzo ... ». En el Archivo Histórico Nacional (sec- nueva, Ventura Rodríguez o Sabacini (ibid., p. 80, con patria» (ibid., in fine). ción Estado, leg. 3197, doc. 21), en una carta ya cita- las referencias). Sin embargo, el instrumento que suje- 32r da, que dicta y firma para P. Cevallos el 20-12-1801, ta en su mano derecha es una bigotera de doble punta Me informa el doctor J>.,. Chacón que tal ascenso, en casi ciego y poco ames ya de su muerre, lo explica él aguda, un objeto especialmente típico no tanto de la sólo cuatro años, era difícil en la época (aunque quizá mismo de forma que me parece emocionante, afir- arquitectura como de las mediciones náuticas (agra- no para un «protégé»). O quizá Villena se presentara mando que de todo aquello «ya casi ni se acordaba» dezco estaopiniónadonA. Rubio Valenzuela); puede como arcediano en Murcia. Lo que no creo es que se (cf supra, cap. III). verse también que los dos planos que el personaje está refiera la frase a «la casa del arcediano [del municipio] 31 7 He buscado sin éxito, en la colección de documentos en trance de mensurar no son edificios o planos urba- de Villena», que es la única arra posibilidad. nos, sino cartas náuticas o fluviales (en primer plano 322 manuscritos de Campomanes depositados en la Fun- hay un gran mapa del Canal Imperial deAragón). Así Que, naturalmente, aparte de los gastos de dietas de dación Universitaria Española de Madrid (el llamado pues, el desconocido ha de ser un ingeniero. ¿O quizá estancia y excavación, conllevaría una retribución «Fondo Gasset-Dorado»), alguna carra o texto que nuestro experto dibujante náutico? ... extra por su trabajo, incluso cobrando «un tanto por pudiera confirmar sus intervenciones en el asunto de lámina terminada según su mérito», como se acos- Mérida, que hoy sólo puedo suponer. Cf]. CEJUDO, 319 C. ALCÁZAR MOLINA, «España en 1792. Florida- Catdlogo del Archivo del Conde de Campomanes, blanca,>, Revista del lmtituto de Estudios Políticos, 71, tumbraba entonces. Madrid, 1975. Agradezco también a la señorita Isa- 1953, pp. 93 y ss., espec. 129 con nota 79. 32 3 En efecro, en la carpetilla que abría el expediente de bel Balsinde, de esca institución, su amabilidad. Quizá 320 Villena, en el archivo de El Viso, hay esa anotación se encuentre algo sobre ello entre los manuscritos que !bid. El dato se comenta a propósito de la ingratitud de mano del propio Guillén, tal como antes dije. La aún permanecen en otra rama de la familia. humana; ya que, caído Floridablanca en febrero- raya verrical que en parte surca el citado nombre permite dudar si el dato para Guillén era seguro o no. 3r8 marzo de aquel mismo año, nadie vino a hacerle en El retrato que aquí intencionadamente ofrezco es el su propia tierra las fiestas y halagos con que cuando Después de todo, para entonces Villena tendría ya que le pintó Francisco de Goya en 1783. Acercó aquel estaba en el poder solían agasajarle. Lo cuenta en una 68 años de edad, y no parece lógico. La misma raya genio aragonés, como camas veces, a captar de la per- carca doña Teresa de Roxas asu hija; dicha carta se con- tacha también dos siglas «NE» que, en las claves usa- sona la inteligente expresión en los claros y penetran- servaba en 1953 en el archivo del marqués de Villa- das por este hisroriador, significarían nada menos tes ojos del secretario de Estado Moñino y, en el mancilla de Perales, de Murcia, donde quizá podrían que «N[ueva] E[spaña]». Pero véase sobre esto a con- ambiente, su incesante actividad. Este cuadro fue de encontrarse más datos. Por suerte la corporación de tinuación. tugal (Lisboa, 1886), Pinheiro Chagas dice de Vilhena 330 32 4 Agradezco también al doctor L. Coelho el dato de que Bacbosaque nació el 31 de julio de 1811; curiosamen- Es curioso, sin embargo, que en tal caso no hubieran eran los Sequeira, o Siqueiras, una familia nobilísima. te, no precisa dónde, como solía ser costumbre, ni de aparecido las láminas en alguno de los archivos histó- Pertenecía a ella el Obispo de Portalegre y Guarda, en quién era hijo o nieto. Este Vilhena, que alguna rela- ricos oficiales (Nacional o Simancas) . Véase la nota 1640. Curiosamente, a mediados del siglo XVIII esta- ción, aunque sea lejana, ha de tener con el nuestro, fue siguiente. 33 1 Parece que entre 1794 y su reaparición hubiera pasa- ban asentados en la zona de Elvas, es decir, en la misma autor también de la introducción a J. P. N. DA SILVA, franja que los Mozinho. No,óes Elementares de Archeologia, Lisboa, 1878. 32 5 32 7 Cf infra, cap. VI. do algo «no oficial», y que medió en cierto momen- Para el poder notarial, M. RAVINA MARTfN, Las Cor- tes de Cádiz y elprotocolo notaria/,, Cádiz, Archivo His- 328 catálogo que sigue, todos los planos llevan en su parte tórico Provincial, 1991, p. 27, n. 0 5586, de3 de junio Si fue así, y era lo lógico, no estaban ya allí en 1889, trasera dos tipos de números de época, a tinta. De de 1812. En este caso era fundamental conocer el pues no los veo relacionados en C. FERNÁNDEZ una mano y en lugar concrero (ángulo inferior dere- segundo apellido del apoderado, para lo cual solicité DURO, Noticia breve de las cartas y planos existentes cho) los números llO, ll2 (únicos) o 147 y 176, copia del poder al señor Ravina; enviada muy ama- en la Biblioteca particular de S.M. el Rey, Madrid, éstos repetidos por lotes. De otra mano, en tinta tam- blemente por él, comprobé que el indicio no era útil. 1889, p. 57, salvo que se hallen dentro de los ítems bién antigua, en el borde superior y en números Consta también el testamento de un Ignacio Sequei- titulados «Varios», pero es raro, por tratarse de un romanos, sólo en cuatro de ellos, un <<XXXV», segui- do de «36, 37, 38, 39». Parecen, pues, dos series de to una apropiación indebida. Como se verá en el ra Caro, natural de La Habana. En 1744 nació en La conjunto amplio, firmado y notable. Tampoco los Habana J. M. de Villena, el segundo marqués del Real he encontrado en el inventario de láminas y dibujos inventario, y la segunda implica a mi modo de ver Tesoro. Fue ayudame del Real Cuerpo deArrillería de sin grabar de la Real Calcografía, de 1824 (S. CUBI- algún tipo de exposición pública. Sólo cuatro, tam- Marina y, de 1771 a 1795, estuvo reriradoconelgrado LES, 1983, pp. 370 y ss.). Me inclino a pensar que bién muy buenos, van enmarcados con orlas de cinta de alférez de navío y sin sueldo. Y en 1768, un José M. quedaton en poder de Godoy (cf las notas siguien- de color, amarillas y azules, como si se hubieran pre- de Villena, alférez de fragata de la Real Armada, quien tes y la 379). parado para su exposición, pero, excepto uno, no tiene permiso para casarse con doña Teresa Porlier, que son los que tienen los números romanos . Y todos, se halla en La Habana, solicita autorización paca incor- 32 9 CUBILES, 1983, doc. n. 0 20, p. 474: el arquitecto Juan porarse allí a su escuadra (AGS, Marina, leg. 30-B). Pedro Arna!, en 1799, solicitase le devuelvan tres pla- de Instrucción de Marina de Madrid, que Guillén por último, llevan un sello, moderno, del Juzgado 326 nos con propuestas de fachadas, hechas en 1795 para no mencionó; según él, procedían de los fondos del No puedo dejar de recordar a un célebre arqueólogo el edificio de la nueva Imprenta Real en la calle de viejo Depósito Hidrográfico, pero carecen de la sig- portugués, don Ignacio de Vilhena Barbosa, también Carretas, puesto que se había elegido el proyecto de natura habitual allí. Así pues, las láminas llevan escri- sacerdote, temprano aficionado a la fotografía, técnica otro amor. Se le contesta, sin embargo, que rales dise- tas por detrás su periplo, pero ignoro cuál es la clave que empleó mucho en sus artículos paca el Arquivo Pitto- ños «debían quedar en esta Real Secretaría» (AHN, para descifrarlo . resco. En el prólogo a su bella obra Monumentos de Por- Consejos, leg. 11.283). VI EL EXPEDIENTE Y LOS INFORMES DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA ACERCA DE VILLENA Y SUS DIBUJOS En la Real Academia de la Historia se conserva, entre los reciente y afortunadamente reordenados legajos provinciales, el siglado 9/7983, referido a «Antigüedades» de la de Badajoz. Dentro del mismo, el n .0 68, un fajo grueso, contiene los documentos (originales recibidos y minutas o borradores de las respuestas), relativos a la intervención que hace la Academia sobre nueve de los diecinueve planos de Villena para cumplimentar la comisión regia más arriba citada; todos estos documentos, excepto el primero, han permanecido inéditos hasta ahora332 • Paso a ofrecerlos aquí, por orden cronológico y respetando asimismo sus grafías. 14 s E P T. 1794 . Real Orden: «Con oficio del Excelentísimo Señor Duque de la Alcúdia, hoy Príncipe de la Paz, Primer Secretario de Estado y del Despacho, su fecha en 14 de Septiembre de 1794, se sirvió S.M. encargará la Academia el examen de los planos e inscripciones de las ruinas de Mérida, sacadas por el Presbítero Don Manuel de Villena, para que dixese el mérito y utilidad de estos trabajos». La real orden misma no está en el legajo (recojo lo esencial de su texto del resumen de ella publicado en Memorias, 1796, p. XCV), pero sí las siguientes. Como avancé más atrás, este texto prueba el encargo regio y la condición de sacerdote que en estos momentos tiene el antiguo marino. Sí me parece importante observar que no se trata del procedimiento habitual: el soberano solía encargar a la Academia un estudio determinado, para cumplimentar el cual aquélla designaba al o a los individuos más adecuados (por no buscar o encontrar lo cual, muchos autores modernos suelen atribuir algunos estudios a iniciativas académicas, cuando en realidad responden a encargos específicos de Palacio) . En el caso de esta real orden, los académicos se encuentran un trabajo ya hecho, de un campo específico suyo -a raíz de la citada reforma estatutaria de hacía dos años-, pero que había sido encargado a una persona no procedente de los círculos habituales reconocidos y además ajena por completo a la Academia. 2o s E P T. 1 7 94. Oficio del duque de la Alcudia333 ; envía a la Academia «cinco planos y dos inscripciones334 que ha remi- tido desde Mérida D. Manuel de Villena y Mosiño de las antigüedades que ha descubierto últimamente, en cumplimiento de la comisión en que está entendiendo, para que [la Academia] los examine y diga de su mérito ... », y agrega: «y diga si existen ya en su poder algunos planos iguales a éstos y a los que anteriormente ha remitido de esta clase el mismo Villena los quales parece se pasaron igualmente a esa Academia ... ». 26 s E P T. 1794. Acuse de recibo de la anterior remisión de orden y planos, por el académico secretario, don Antonio de 35 Capmany3 quien contesta, al segundo extremo, que «la Academia ni tiene ni ha tenido planos iguales a éstos [... ] ni otros trabajos anteriormente hechos por el mismo Villena, pues nunca hasta ahora ha recibido la Academia tales monumentos por ninguna vía». 2 o e T. 1 7 9 4. El duque de la Alcudia hace un nuevo envío, a través de Francisco Javier de Santiago Palomares 336 , de otros cuatro planos «hechos anteriormente por D. Manuel Villena», para que los añadan a los_ cinco primeros. 5 o e T. 1 7 9 4. Carta del citado F. J. de S[antiago] Palomares al mismo Capmany: Habiéndome preguntado de oficio si existían en este Real Archivo algunos planos o mapas de Antigüedades de Mérida enviados por D. Manuel Villena y Mosiño respondí que había cuatro, que recogí de casa del Sr. [conde de] Floridablanca. Hoy me hallo con orden de S.E. el Sr. Duque de la Alcudia para que los envíe a la Academia. [Unía a ellos la carta anterior de Godoy, de 2 de octubre]. 22 oe T. 1 7 9 4 . Informe de esta fecha del miembro supernumerario de la Academia don Isidoro Basarte sobre los nueve planos; el dictamen le había sido encargado para su traslado a la Sala de Antigüedades de la misma, que formaría a partir de él su propio juicio colectivo 337 • Me voy a permitir subrayar en este texto los varios elogios que contiene hacia el autor de los mismos: He tenido singular gusto en ver los planos de los antiguos edificios de Mérida según el estado en que se hallan el día de hoy, formados por D. Manuel de Villena Moziño, sujeto de mucha prdctica en La delineación y de gusto en el uso y Labado de Las tintas. Estos diseños, y otros que de algunas ruinas de Mérida ha hecho recientemente D. Fernando Rodríguez338 , son Los únicos que he visto coloridos [sic] a estilo académico. Pasando al plano crítico, comenta a continuación la elección por Villena de las toesas y varas de Castilla ( vid in.fa) para sus mediciones, frente a los dibujos de Mérida de L. J. de Velázquez339 : «... aunque el propósito de Velázquez fue medir con el antiguo pie español, se decidió por usar el antiguo pie romano del Capitolio, acompañado del pie español del Maestro Esquivel» 340 • 107 También en tono general, en cuanto al estilo, dice: «Antes de proponer algunas observaciones que me ocurren sobre estos diseños [... ] no puedo menos de notar un descuido trascendental á roda esta obra, y consiste en no haber conformado el autor las narraciones de los edificios y las explicaciones de sus partes al lenguaje corriente castellano y á la ortografla de nuestra escritura», citando a continuación varios ejemplos de esta crítica, que, en efecto, existen y son bien apreciables (vid. infra 341 ). Acto seguido, entra ya a comentar con más detalle los nueve planos de que dispone. Llaman su atención algunas diferencias de medidas de los monumentos entre Velázquez y Villena, inexplicables, por ejemplo, en el caso del puente: «Es notable el número de arcos del Puente, para Velázquez 59, 60 para Villena; Moreno de Vargas, según Ponz, cuenta 64, él [scil., Ponz] cuenta aún más .. .», en lo que, cumple decirlo ya aquí, Villena, junto con Forner, era el único acertado 342 • Sobre el dibujo (que en realidad son dos, de 1791 y 1793) del arco de Santiago (scil, «de Trajano»), comenta: «En esta ruina no se puede estar al diseño ni á las medidas de Velázquez, porque aquél es malo y éstas inexactas. Villena ha hecho una excavación al pie del arco y ha descubierto el zócalo hasta el empedrado romano. Ahora se ve este monumento con otra elegancia que la que había manifestado ... ». Añade a este elogio que, en su opinión, no es un arco de triunfo, sino que fue de trofeos, como decía Velázquez adhiriéndose a la opinión anterior de Gaspar de Barreiros343 • Cuando glosa el dibujo de la Alcazaba (donde Bosarte no puede apoyarse en Velázquez, que no describió ni dibujó -que sepamos- el interior del conventual) es para alabarlo también, y sólo echa de menos que «para formar juicio sobre esta variedad de pareceres, convendría que el Sr. Villena extendiese un discu rso, y que aumentase nuestros diseños sobre éstos, que son buenos, poniendo en grande y separadamente las principales partes o miembros de la obra ... », pero porque, según creo, no podía entender la nada común estructura de este peculiar aljibe (cf infra cap. VII, lámina de Villena n. 0 15). En cuanto a los demás, el dibujo del capitel le parece que es «bueno», pero que «el labado de la tinta china es inferior en este diseño al uso de los colores [en los demás] ». Los de la Charca de Cornalvo y laAlbuera los califica de «buenos»; en el puente del Albanegas observa alguna diferencia de medidas, pero sólo «en el punto K». Los dibujos del teatro le parecen «los más destacados». Comenta las excavaciones practicadas por Villena, el descubrimiento de las cinco puertas, la galería que lo rodea y la inscripción de Agripa, «cuias letras dice [Villena] estar escritas en un betún blanco muy fino». Por último, Bosarte anota que «del templo de Marte, del circo, de la Naumachia, de las estatuas, de los baxos relieves ni de las aras no ha embiado diseños el Sr. Villena ... ». JOt En este caso no es seguro si lo dice porque sepa que existen, sino quizá porque tiene a la vista el juego de los hechos por Velázquez cuarenta años atrás. En realidad el comisionado regio sí había hecho dibujos del circo, de la «naumachia» (es decir, el anfiteatro) y de las aras, durante 1792, pero éstos o no habían llegado aún al rey o, por lo menos, no habían sido remitidos a la Academia. Se observará, por último, que Bosarte no repara en absoluto en dos críticas que un verdadero experto sí hubiera debido hacer a la obra del anticuario y dibujante: la falta de un plano general de la ciudad, en el que se señalara la situación de cada monumento dibujado 344 , y la ausencia completa de orientaciones cardinales en los planos345 • De inmediato volveré sobre el tono que la Sala atribuirá a este informe de Bosarte como negativo, en vez de positivo como vemos que en general lo es. 3o oe T. 1 7 9 4. Nueva carta del duque de la Alcudia, pues no llega el informe solicitado; que en cuanto esté terminado se lo haga saber, y «que me comunique el aprecio que le hayan merecido para hacerlo presente al Rey, pues desea Su Majestad conocer su mérito y el de su autor». 1 4 Nov. 1 7 9 4. La Academia redacta el oficio que final y formalmente cumplimenta la petición regia346 , que comienza refiriendo los términos de la real orden, de 20 de septiembre de 1794. En este momento, al contrario que con el de Bosarte, voy a subrayar los juicios negativos, sean éstos evidentes o sutiles: La Academia informa a V.M. sobre el mérito y utilidad de los planos e inscripciones de antiguos monumentos de la ciudad de Mérida descubiertos y diseñados por D. Manuel Villena [... ] a examen varios diseños y copia de dos inscripciones, la una fenicia y la otra árabe [... ] remitido todo por D. Manuel Villena347 , encargado en el reconocimiento de estas antigüedades y dotado por la generosidad de V[uestra] M[ajestad] para que vaya dando cuenta de esos descubrimientos [... ] La Academia pasó todos los dibujos y documentos a su Sala de Antigüedades 348 , donde se examinaron con reflexión y diligencia, y ésta expuso que, a excepción de la inscripción fenicia, de todo lo demás tenía la Academia copias exactas, sacadas por la diligencia de su académico D. Luis Velázquez, marqués de Valdeflores, a quien en el año de 1752 dio comisión para hacer el viaje literario por la provincia de España[ ... ] y, concluido el de Extremadura, presentó a la Academia las copias de inscripciones, estatuas, baxos relieves y demás monumentos, con explicaciones, notas y observaciones propias de su ingenio, estudio y crítica. Comparados éstos con los que ha remitido D. Manuel Villena, observa la Academia: 1) Que aunque los diseños de ½llena están coloridos [sic] á estilo académico, no están arreglnd1Js á la medida delpie romano, lo que hubiera sido más conforme al método que observan los antiquarios, que la de varas y tohesas, y evitaría muchas dudas y equivocaciones 349 • 109 [2]3 50 Que aunque los diseños de Villena son primorosos, carecen de explicaciones, vistas, discursos y juicios críticos para que sirvan de auxilio a la historia, sin cuyo requisito sólo serdn útiles para los profesores de las Artes351• [3] Que es mucha la diferencia que se nota en la relación que hizo D. Luis Velázquez del tamaño de algunos monumentos y la que les da Villena, con otros reparos muy sustanciale/'5' que expuso Don Isidoro Bosarteen la memoria que acompaña, original, señalada con el n. 0 1 [scil., anexa]. En cuanto a la inscripción arábigo-cúfica 353 (lám. XVI] se advirtió que ni es tan completa como la que posee la Academia, copiada por el mismo Velázquez, pues le faltan dicciones: ni es exacta por defecto de los caracteres: ni estd reducida a escritura común y corriente; y que la traducción castellana tiene algunos defectos, como lo prueba Fr. Joseph Banqueri en su memoria, que se incluye con el n. 0 2 ... [continúa su traducción]. 354 Sobre la supuesta inscripción «fenicia», como el dibujo no se entendía muy bien, solicitan el envío del original o de un yeso, aunque de momento adjuntan, como anexo 3, la memoria redactada por C. M. ª de Trigueros, con su traducción del púnico, «más verosímil que la de Villena, que no tiene fandament{))>355 • Debían de ser caracteres púnicos de verdad356; en el siglo XVIII existía la fama de que Mérida no era ciudad ex novo, precisamente por la ocasional aparición de este tipo de testimonios. Como conclusión, el dictamen termina: Éstas son las observaciones que ha hecho la Academia y expone a N[uestra] M[ajestad] cumpliendo con su Real Orden; pero en la persuasión de que, para conseguir los efectos que V[uestra] M[ajestad] se ha propuesto, juzga conveniente se digne mandar que así en estos descubrimientos como en los que se proporcionen en otras provincias, se agreguen d los sujetos que se dedi- can a ellos otras personas de reconocida literatura e inteligencia, que bajo un método uniforme trabajen para que se hagan con utilidad. [Fecha] 17 N o v. 17 94 . Finalizando el expediente, por carta del académico secretario, Capmany, se devuelven al duque de la Alcu- dia «nueve planos y dos inscripciones de las Antigüedades de Mérida descubiertas y recogidas por D. Manuel de Villena, que con Real Orden se sirvió V.E. remitir al examen de la Real Academia de la Historia, y acompaño el informe que ha hecho este cuerpo acerca del mérito y utilidad de los expresados monumentos». Terminan aquí las referencias a este expediente de trámite de informe. Varias conclusiones pueden extraerse, a mi juicio, de él. IIO r \ \iJ1 ;cnL1S lid!:, セ@ .1 1 ·Ala Academia no se remitieron todos los planos emeri- -----=--=-==-- tenses sino sólo nueve, es decir, la mitad, a pesar de que todos o.U L ...f' ..d.:rJ"""' u..&.,sJ L セ@ L _g.,.c=i. LL セ@ .f L ellos estaban hechos antes de septiembre de 1794. Cuatro357 .U L r..., .:P L .U L los tenía el conde de Floridablanca, y se recogen de su casa, d.r. u.._.,. desterrado él en Murcia y Pamplona358 • El secretario perpetuo, Antonio de Capmany, devuelve al final a Palacio nueve i dll L 0,_! L . ~ Ljdl ,§,~:} L セ@ - ~ ) í ' L. -- d.L l,lbJ.LJ¡a,:IC'~~ láminas que, según se comprueba por el informe de Bosarte -porque las comenta una a una-, eran: 1) puente del Guadiana; 2 y 3) arco d.e Santiago (scíl, de Trajano), en dos versiones; 4) Alcazaba; 5) capitel; 6) Charca de Cornalvo; 7) Al buera de Mérida; 8) puente del Albanegas; 9) teatro 359 1 LÁM . XVI -- Inscripción árabe en letra cúfica clásica, dibujada posiblemente por F. Rodríguez (según puede adivinarse en la láurea superior), procedente de las excavaciones y hallazgos de M. de Villena, en esce caso de la Alcazaba. RAH, legajo 9/ 7983-68. (corresponderían aquí a los n. 05 1, 2, 3 y 14-19). Así, se ve que Villena había ido enviando grupos de pla- nos (cf infra) desde su llegada a Mérida, quizá a mediados de 1791. Al menos cuatro estaban antes de febrero de .1 792 ya en Madrid, pues son los que se van a buscar a casa de Floridablanca, cesado en esas fechas. Cabe pensar, o que Villena conservaba aún en su poder el resto de los planos, lo que no parece verosímil, o que el rey o Godoy no consideraron necesario enviar más que una muestra360 ; aunque en ese caso pienso que no habría hecho falta hacer ir a recoger y añadir los que se guardaban en casa de Floridablanca. Que todos los diseños estaban o llegaron a estar juntos lo demuestra, me parece, el que hoy continúe reunido lo que parece el juego completo361 • 2 · El informe del académico a quien se encargó la evaluación principal, Isidoro Basarte, no señala «reparos muy sustanciales»; al contrario, es bastante más suave, e incluso elogioso, que el que finalmente suscribe y envía la Academia como institución. Quizá lo primero tenga que ver con algo que no quiero dejar de mencionar, un detalle que el mismo Basarte no oculta sino pone de relieve, a modo de justificación personal: que «le es muy sensible no haber estado nunca en Mérida y no II l . conocer directamente los monumentos de los que informa», por lo cual ha de basarse en las descripciones y dibujos de Valdeflores (de 1752-1753), y en obras impresas como las de Moreno de Vargas (de 1633) o Antonio Ponz (su tomo VIII, de 1784), que no cuentan con dibujos apropiados. No cabe duda de que para Basarte esta limitación (verse necesitado de juzgar sin conocer personalmente ninguno de los monumentos) debió de representar un cierto problema de conciencia. 3 · Frente a esta actitud cauta y, en todo caso, más bien favorable, del experto, el dictamen final enviado por la Academia al soberano, debajo de su lenguaje formalmente exquisito, deja traslucir una desaprobación global hacia estos trabajos de Villena y Moziño que no se desprende, como se ha visto, del informe pericial de don Isidoro Basarte. Éste parece incluso tener buena opinión de Villena, señala que ha tenido «singular gusto» en ver sus trabajos y reconoce su mucha práctica en delinear y su elegancia en el uso y lavado de las tintas. Dos veces indica que varios planos son buenos, e incluso lüs del arco de Trajano mejores y más fiables en medidas que los de Valdeflores (cf supra: «... el diseño de Velázquez es malo, y sus medidas inexactas»); igualmente agrega que las excavaciones hechas por Villena al pie del arco «dejan ver este monumento con otra elegancia que la que había manifestado». 4 · De las dos críticas principales que Basarte hace a Villena, la primera afecta a su imperfecto uso del castellano. Pero incluso esto no me parece un «descuido trascendental» ya que, si bien causa un extraño efecto, no afecta a la calidad, mérito o utilidad científica de los planos y dibujos mismos, como tampoco a la validez arqueológica de las «Explicaciones» y, en último extremo, era algo fácilmente mejorable en una futura publicación. La segunda crítica radica en haber optado por la vara castellana y la toesa francesa para sus mediciones, siendo que «los anticuarios suelen usar el pie romano» 362 • Curiosamente, según he podido comprobar, sólo cuatro años después de hecha esta crítica a Villena, en 1798, el también académico J. Comide, para los dibujos de su más atrás ya recordado viaje anticuario a Portugal (capítulo III), tampoco eligió el pie romano que cuatro años antes, formando él mismo parte de la Sala de Antigüedades, se decía era lo académicamente ortodoxo. Esta crítica, por tanto, también carecía de base. Con un criterio a mi juicio más acertado, Villena usa la medida oficial de Castilla, la vara, y la que más se utilizaba en Europa, la toesa francesa363 , quizá por costumbre (pues era muy frecuente en Náutica), o para facilitar el aprovechamiento científico, en otros países, de una posible divulgación de los dibujos de las ruinas emeritenses, como acababa de hacerse en Dublín, en 1790, con el teatro de Sagunto. Para esto es para lo que me parece que el rey buscaba la opinión favorable de la Academia, aunque en ningún momento se menciona la posibilidad de una publicación o de una excavación al modo de las herculanas 364 • De forma que tampoco este argumento tenía una justificación de peso. La tercera crítica del perito informante era parcial y paradójica: cuando juzga el plano de la Alcazaba con su «noria», Bosarte se limita a recomendar como «deseable» que Villena «extienda un discurso» «para su mejor comprensión». Esta desiderata concreta más bien parece una confesión de que él, un competente especialista en Arte, no tenía conocimientos suficientes de Arqueología como para entender, sólo por sus planos y secciones, un monumento complejo y de una tipología tan poco común como la de aquella cisterna emeritense con su estanque colgante encima; por lo que, para mayor seguridad, le parece preferible pedir una memoria explicativa. Pero esta petición de ampliación, que no es una crítica, es reconvertida por la Sala de Antigüedades en un reproche global: los diseños de Villena «carecen de explicaciones, vistas, discursos y juicios críticos para que sirvan de auxilio a la Historia, sin cuyo requisito sólo serán útiles para los profesores de las Artes». Aunque insisto en que el criterio puede parecer en principio válido, no creo que debiera reprocharse su falta en aquél de quien sólo se debían juzgar planos y dibujos. Pero es que, además, como el lector podrá comprobar por sí mismo, la carencia señalada en realidad no existía: muchos de los diseños sí son acompañados por largos, y hasta larguísimos, comentarios y, en todo caso, tienen todo lo técnicamente necesario para entenderlos. 5 · La Academia podía haber recomendado que Villena redactara una «Relación» o memoria en toda regla, complementando tales aspectos de los planos, para lo que sin duda estaba capacitado. Pero esta oportunidad no se sugiere, sino que se dictamina que el trabajo de Villena no es útil ni para la Arqueología ni para la Historia, quedándose sólo en «Bellas Artes». La recomendación que cierra el informe oficial, por último, es lacerante, y con diferencia la más descalificadora: si el rey quiere en adelante que sus encargos y patrocinios de antigüedades y excavaciones alcancen eficacia, la Real Academia le sugiere que haga acompañar a sus comisionados de otras personas «de reconocida literatura e inteligencia, que bajo un método uniforme trabajen para que se hagan con utilidad». Esto es lo mismo que decir, como puntilla y no muy diplomáticamente, que Manuel de Villena carecía de las tres cosas -literatura, inteligencia y método-, y que sus trabajos y dibujos, por tanto, no eran «útiles». 113 El dictamen pericial de la Sala de Antigüedades de la Real Academia se desacredita sólo con admirar las láminas mismas. Y mucho más si retomamos ahora el dato (capítulo V, para 1767, y cf nota 275) de que uno de los más expertos dibujantes del siglo XVIII, el marqués de la Victoria, ya había certificado, casi treinta años atrás, la pericia, precisión y habilidades para el dibujo, e incluso para la miniatura, que Villena ya tenía con sólo veintisiete de edad; cualidades que el tiempo y la experiencia no habrían hecho sino perfeccionar. Como también se prueba porque, en 1777, al tiempo de inaugurar la que sería la mejor Escuela de Guardias Marinas de España, la de Cartagena, se le había trasladado a ella para que fuera su primer «Maestro de Dibujo y Fortificación». O, sin salir de la propia institución, por el hecho de que, como dejé apuntado más atrás (nota 114), pocos años más tarde, en la obra de Comide, al levantar el plano de Segóbriga, claramente tratara él mismo de imitar el menos «académico» pero mucho más riguroso método de Villena. Lo que demuestra que en este caso los juzgadores menospreciaban aquello que ellos mismos no sabían hacer, como en tantas otras ocasiones en la historia se puede constatar. No puedo dejar de preguntarme si esta misión arqueológica habría acabado así en el caso de que en 1794 hubieran seguido en el poder tanto Floridablanca como Campomanes, o si este último, al compás de su declive político, no hubiera sido impelido a dejar también la dirección de la Academia de la Historia, justamente en el período entre 1791 y 1798. Como en el caso desgraciado de Valdeflores, cuatro décadas atrás, factores ajenos a la ciencia pudieron interferir en lo que hubiera sido un claro avance para los estudios de la Antigüedad. Por mi parte creo poder afirmar, después de llevar hace algunos años una de mis líneas de investigación entre legajos, dibujos, planos e informes antiguos, que, en la España de fines del siglo XVIII, y precediendo en más de una década a los de Alejandro de Laborde, los ajustados planos y dibujos del marino-presbítero Villena Moziño se pueden calificar de nada frecuentes y francamente extraordinarios, y que ojalá los hubiera hecho también de los demás monumentos hispanorromanos visibles en su época. El mismo Bosarte, de hecho, apostilla que, a excepción de los de Fernando Rodríguez, «son los únicos que ha visto coloridos á estilo académico». Y en cuanto a su fiabilidad (sobre la que más abajo se volverá), ya comenté el ejemplo de los arcos del puente del Guadiana, el del arco de Trajano, e incluso su interés por la Alcazaba árabe, que el propio Valdeflores, hasta donde sabemos, no había tenido en cuenta para su estudio. Y aunque la Academia alegó tener prácticamente de todo «copias exactas», hechas por el marqués de Valdeflores, con comentarios «propios de su estudio, ingenio y crítica» 365 , es más cierto que Bosarte, cuando alude a los dibujos de Valdeflores, 114 afirma que los del marqués, de Mérida en concreto (que eran el modelo académico de que disponía para comparar), «se hicieron á pluma y en pequeño tamaño, lo que les hace parecer mezquinos». Aunque éstos no se hubieran reencontrado hace poco 366 , la somera definición del propio perito los rebajaba ya ante los del hispano-portugués, dos de los cuales superan con creces el metro de longitud. De forma que la Academia, aunque afirmara otra cosa, lo que sí tenía eran buenos informes escritos de los monumentos, pero nada en el aspecto gráfico que se pudiera equiparar a los que en ese momento estaba menospreciando. Creo que conviene en este punto preciso añadir, además del testimonio coetáneo del marqués de la Victoria, la opinión de un arquitecto crítico de nuestros días. Al estudiar A. Jiménez Martín los acueductos emeritenses 367 y, más concretamente, la arquería de San Lázaro, afirma: «Ni las idealizaciones de De Laborde y Ponz, ni aún menos el esquema de Fernández Casado, se aproximan a la fidelidad de Villena Mosiño, que a su vez tiene leves errores en las medidas [... ]. El dibujo más exacto que conocemos es el de M. de Villena Mosiño [... ] el alzado es exacto ... ». Sólo es posible concluir ahora que este informe de la regia institución consultada faltó de forma deliberada a la verdad. Sólo queda lamentarse de aquella miopía académica. ¡Qué gran publicación española se hubiera podido presentar ante Europa, si los académicos hubieran rescatado los arrinconados y sabios comentarios del académico Valdeflores (fallecido después de duras pruebas personales en 1772368), para que ilustraran la valiosa documentación gráfica del hábil, preciso y primoroso Villena! Es siempre aventurado hacer juicios de intenciones, y más mediando dos siglos de aquéllos a quienes debemos analizar. No obstante este riesgo, considero por lo menos cierto que los académicos, como Cuerpo, endurecieron deliberadamente el informe del perito y no juzgaron con justicia el durísimo trabajo ni los méritos y capacidades de Villena. Parece percibirse incluso un cierto desdén personal cuando se refieren a él unas veces como «Manuel Vi llena», rebajándole el tratamiento de «Don», y otras veces quitándole la partícula nobiliaria «de», a los que sin embargo tenía derecho desde la cuna. Lo difícil es saber hoy las causas de esta injusta, y en todo caso dañina para la ciencia, actitud. ¿Quizá porque era aún a sus ojos un extranjero, injustamente favorecido por un monarca poco prestigiado y dado a las privanzas? ¿Tal vez por considerarle un intruso en la profesión de anticuario y arqueólogo? ¿Porque era un hombre protegido por Campomanes o Floridablanca, caídos ambos entonces en desgracia? ¿Por complacer un deseo de alguna forma insinuado por Godoy? 369 ¿Porque era en verdad muy bueno, y sus trabajos superaban a los habituales de la época? ¿Porque Villena no era académico ni 5 universitario ni, por tanto, un sabio oficial reconocido? ¿O porque una posible publicación, como la irlandesa sobre Sagunto, habría puesto en evidencia la falta de estudios españoles sobre Mérida, ya por entonces la más importante ciudad romana de España, y ello afectaría al prestigio de la institución? Quizá por todo ello a la vez, por alguna, o por ninguna de las razones que el conjunto del expediente me sugiere, lo cierto es que todos los gastos hechos por Carlos IV y, lo que es peor, los más de tres años de fatigas y los resultados de las excavaciones de Villena, en una Mérida por entonces pequeña, seguramente incómoda y poco atractiva culturalmente para vivir370 , resultaron a la postre completamente inútiles. La bella colección de dibujos quedó inédita hasta que fue a parar (por suerte) a los fondos del Museo Naval y, siglo y medio después, rescatada de la oscuridad, acabó dada a la luz, con visión mucho más certera y generosa, nada menos que por otro marino , pero también en un momento histórico y con unos medios muy poco prop1cros. N O T A S 33 2 Más tarde, en junio de 1997, pude consultar, en la era bastante más. No habría más en el expediente toria, de la que más tarde sería «protector». Véase más que la real orden, de tal fecha, cuando Barrantes lo sobre él en el cap. III de este libro. biblioteca del Museo Nacional de Arte Romano de consultó. Mérida, una obra rara de encontrar en Madrid: V. 334 Las dos inscripciones que se ciran son una hebrea (orras Catálogo razonado y críti- 333 Se trata naturalmente de don Manuel Godoy y Álva- veces llamada «púnica» y «fenicia») y una «arábigo-cúfi- co de los Libros, memorias, impresos y manuscritos que rez de Paria, el famoso ex sargento mayor de los Guar- ca». De esta segunda, de la que queda una copia del tratan de la provincia de Extremadura, Madrid, dias de Corps, adlectus a Príncipe de la Paz, privado dibujo (lám. XVI), quizá hecho por F. Rodríguez bajo 1865. En ella, con el n. 0 9 de las dedicadas a Méri- de la real pareja, que aquí actúa en nombre del rey, las instrucciones de Vtllena, constan el estudio y traduc- da (p. 195) figura la siguiente referencia: «Planos e en su condición de primer secretario de Estado y de ción hechos por el académico Fr.J. Banqueri. De la pri- inscripciones de las ruinas de Mérida, sacados por Despacho. Fue hecho duque de la Alcudia a los vein- mera se pide enviar el original o un yeso, por no enten- el Pbro. Manuel de Villena. Papel suelto en la Real ticinco aiíos, el 15 de noviembre de 1792, cuando derse bien, pero no hay en el expediente nada de ella. Academia de la Hisroria. 14 de septiembre de susriruyó al efímero conde de Arandaen aquellos car- 1794». De todas formas, la cica de un único «papel gos. El 10 de julio de 1795 (con veintiocho aiíos) sería 335 Antonio de Capmanyyde Montpalau (1742-1813), suelto» no permitía pensar que lo conservado allí también Godoy admitido como académico de la His- que aún era secrerario de la Academia en 1796, fue BARRANTES Y MORENO, 6 autor entre otras de una célebre obra, Memorias his- 338 cade la nacionalidad portuguesa de origen del autor, que tóricas sobre la marina, comercio y artes de la antigua Esta mención de unos planos emeritenses en colores Basarte obviamente conoce. No entiendo por qué Gur- ciudad de Barcelona, 1772-1779 (partes I-II). Se le del casi desconocido Fernando Rodríguez, que hasta LLÉN (1935, p. 224) dijo que la extranjería «no se des- conoce también como un ilustrado miembro de las donde sé son aquí mencionados por primera vez, me prende de las leyendas de algunos de los planos que airara Corres de Cádiz, él mismo como un Centinela contra llevó a su búsqueda y localización en la Real Academia ven la luz ... », apostando por la españolidad del autor. .franceses (1808) y por sus Cartas de un buen patriota de San Fernando, en 1996, donde estaban por enton- 34 2 (1811). PÉREZ DE GUZMÁN, 1905, p. 136, resalta ces descatalogados y no asequibles. No los llegué a ver PONZ, 1772-1794, p. 108: «él contó sesenta y quatro cómo fue Capmany de los primeros en apresurarse a ni estudiarlos enronces por ceder el paso a una antigua arcos, pero si no conté mal, me parece que son más ... ». entrar en el círculo de la protección del jovencísimo alumna, quien, finalmenre, no procedió a hacerlo. En Además de los citados por Ponz, Tomás López, geógra- Godoy, obteniendo de inmediato su favor para poder 1998 fueron objeto de una exposición en la RABSF, y fo del rey, en su obra citada (supra nota 105, p. 297) afir- terminar de imprimir dos de sus obras pendientes. en 1999 de una publicación parcial. Tras su actual estu- ma-basándose, sorprendentemente, en la respuesta de Sin embargo, fue después uno de sus más firmes ene- dio, he llegado a una concreta hipótesis acerca de su los propios emeritenses a su cuestionario del 798~que migos. Militar de origen (precisamente del regimien- relación con los de Villena, para lo que remito al final tiene «72 ojos», N. Díaz y Pérez en 1887 anota 64, y el to de Dragones de Mérida), se ocupa con detalle de él del capítulo VII. Este tipo de planos o láminas se so- propio Campomanes contó nada menos que 80. En el J. M.ª ÁLVAREZ MARTí- G. VALDELVIRA GONZÁLEZ en su interesante mono- lían enviar por real orden, ya directamente o desde la moderno estudio del mismo, grafía Los militares ilustrados del siglo XVIII, Madrid, Academia de la Historia, para su evaluación. NEZ, El puente romano de Mérida, Monografías Emeri- 1996, pp. 46, 134 y 339 tenses, 1, Badajoz, 1983, p. 45, ha esrablecido que el SS. 336 Desde que me interesé por su figura y obra (CANTO, puente tiene 57 arcos visibles y tres semicegados, es decir, Ya me referí a este erudito a propósito de las excavacio- 1994) traté de localizar en la Academia la colección de 60, como dijeron sólo Villena y A. F. Forner y Segarra nes de Segóbriga, en el cap. III y nota 112. Archivero dibujos que envió a ella, de la parte que le dio tiempo [(1755-1762), 1992, p. 33, aunque le da de largo 950 real durante largos años (no muy bien pagados, a j uz- a concluir de su «viaje literario»; los de Mérida han rea- varas]. La exactitud era un dato muy importante para gar por un documento privado que encontré casual- parecido hace poco (vid nota 366). Éstos son los que la valoración final del trabajo de Vi llena, pero precisa- mente en el AHN, había sido ayudante en su día de sirven a Basarte de comparación. mente Basarte no era el académico más adecuado para Pérez B3.yer, de manera que tenia formación en anti- 34° saberlo güedades, Dejó inédita una Paleografta ó segunda parte Es evidente que Valdeflores no se fiaba de la medida (mayo de 2001), habrían aparecido tres nuevos arcos, (cf infta). Según recentísimas noticias de prensa del arte de escribir, que Godoy publicó «con mucho del pie propuesto por Esquive!, y que a Villenale ocu- aunque pueden ser los tres que se hallaban cegados. gusto» a instancias de su hijo en 1796, y es una obra de rrió lo mismo. El primero prefirió servirse de la escala 343 mucho mérito. Cf J. PÉREZ DE GUZMÁN, Papeles inédi- en pies romanos, y Villena de la toesa francesa. Ello, a Portugués, autor de una Chorographia, publicada en tos del archivo de la Secretaría de la Real Academia de la mi juicio, era más bien prudente y moderno. De hecho, Coimbraen 1561, en cuyas págs.13-28 comenta fuen- Hirtoria, Madrid, 1920, p. 471; e id, 1905, p. 153. los planos que marinos e ingenieros diseñaban enton- tes textuales y monumentos de Mérida. La opinión se 337 ces solían usar también con mucha frecuencia las toe- basaba en que se veían en la zona de los frentes e intra- No hago una transcripción lireral de todo él, sino sólo sas francesas (pueden verse varios ejemplos de esta cos- dós del arco muchos «garfios» (no sus agujeros) de hie- de aquello que me parece de más interés para el juicio tumbre en SAMBRICIO, 1991,passim). rro, «que servirían para colgar los despojos». Los auto- dicho y que copio, como lo demás, respetando su orto- 34 1 res posteriores siguieron más la idea de FORNER grafía. Aclaro que no es mucho lo que abrevio, ya que Éste me pareció un dato claro, con algún otro en los mis- SEGARRA (1755-1762), 1992, p. 34, de que no podían el informe no es largo. mos planos, que ya comenté y se verán más tarde, acer- erigirse arcos rriunfales más que en Roma. Y 344 gía, Guevara, Banqueri, Martínez Marina, Muñoz, segunda en la antigua colección Monsalud, hoy Muni- Parece lógico que levantara un plano general de González Arnao y Manuel, presididos por el propio cipal, de Almendralejo (Badajoz). Mérida, aunque sólo fuera para su propio uso. Capmany. 355 Como el resto de lo que debió de dibujar y esbozar 349 Me resulta admirable que Villena se atreviera con un a lo largo de tres años, ignoramos lamentablemen- Obsérvese el sutil recurso para sugerir que en los dibu- texto semita, dado lo excepcional que era por enton- te dónde puede estar ahora. Afortunadamente, sí jos hay de hecho «dudas y equivocaciones». ces en España tener algún conocimiento de hebreo. disponemos del plano de Fernando Rodríguez ( vid. 350 Aquí no se puede uno decidir porque, como dije, no infra. cap. VII), que nos dice qué se podía ver en la El redactor o el amanuense se olvidaron de escribir en aparece el dibujo ni el anexo del autor en el legajo, Mérida de Villena. la minuta los números 2) y 3) de los razonamientos, pero según el propio informe, la traducción de Tri- 345 pero seguramente irían donde los sugiero. gueros era: «La presidenta de los augures de Megri- Hay que indicar que de todas formas éstas eran poco 35 1 ta [o de "Magarith/Hemegrita": una divinidad de la frecuentes en los mapas y planos de tipo anticuario de Resulta de gran validez (y hasta diría que muy actual), Mérida cartaginesa] anunció con misterio al ciuda- la época. Tampoco las tienen, por ejemplo, los de esta forma de distinguir Arqueología y Arte. Pero, como dano más principal y noble la destrucción [rotura] ». Velázquez ni los de Comide, por más que, como se se verá, lo que se dice tampoco es verdad, pues muchos Cabría admitir que la de Villena -que no se con- recordará, el dato sí se estima importante para «ubi- de los planos de Villena sí contaban con «narraciones» serva- fuera una traducción «inverosímil», pero car los parages de hallazgo» en la Real Cédula de Car- y «explicaciones», y algunas muy detalladas. siempre que se aceptara también que ésta del ilustre los IV de 1803. Pero de Villena podría haberse espe- 352 académico Trigueros tampoco parece sobrada de sen- rado que las señalara, debido a su formación previa de Como hemos podido leer más atrás y se comentará tido. Para descargo de ambos, y dado que el nivel en dibujante militar. más adelante, los reparos de Bosarte no tenían nada hebreo de Trigueros era más que suficiente (AGUI- 346 de «muy sustanciales». LAR PIÑAL, 1987, pp. 46-47), está claro que el epí- Naturalmente lo que manejo de los documentos de 353 grafe no se dejaba leer bien, pero tampoco para los salida son las minutas o modelo de los originales que Para todo lo relacionado con esta interesante inscrip- académicos. se enviaban, que sí irían escritos con toda la propie- ción, que es una de las eres que conmemoraban la fun- 356 Si hubieran sido lo que ellos llamaban generalmente dad formal y caligráfica del caso. Deberían de existir dación de la Alcazaba de Mérida, en el año 835 d.C., en los archivos reales, aunque no los he hallado. véase el estudio en preparación de C. BARCELÓ, «Ins- «desconocidos», es decir, hispánicos, ni Villena ni Tri- 347 cripción fundacional de la Alcazaba de Mérida», Anar, gueros habrían podido ofrecer una traducción. Y lo Se enciende que desde Mérida al rey. Obsérvese el en prensa. «fenicio» propiamente parece -sin descartarlo- detalle de cómo le eliminan el «de» en su apellido, 354 demasiado antiguo para lo que hoy sabemos de los cuando en el resto de las cartas, así como en el propio La inscripción según deduzco sería, contrariamente a niveles arqueológicos de Mérida. informe de Bosarte, sí se le respetaba. lo que dice la Academia, nueva e inédita; las falcas que 357 348 indican en la transcripción quizá se debieran, simple- Esto indicaría que había más láminas que no conoce- Sala o comisión específica que contaba, como se recor- mente, a que no era la misma que ellos guardaban allí mos, pues sólo tres (aquí nuestros n. 05 1-3) se fechan dará, exactamente con dos años desde su creación, en desde 1752. Escas emeritenses, de gran calidad, son antes de la caída de Florida blanca. Lan. 0 4 es de mayo noviembre de 1792 (véanse el texto y la nota 123). todavía las más antiguas inscripciones árabes de la de 1792, cuando ya Moñino no estaba en el cargo ni Recuerdo brevemente que la componían en ese Península Ibérica. La mejor de ellas se conserva en en Madrid. Cabe también que la cuarta fuera alguna momento diez académicos: Trigueros, Comide, Trag- el Museo Visigodo de Sanca Clara, de Mérida, y la de las dos no fechadas (n.º' 18 y 19). 358 363 366 V éa.se lo dicho más arriba sobre el defenestrado conde También usa ocasionalmente la escala de 7 pies de Los catorce dibujos emeritenses de Valdeflores, extra- y su hipotética amistad con el presbícero Villena. Fue Castilla. Véase para estas medidas la nota 384. viados, acaban de ser localizados después de años de secretario de Estado de Carlos IV hasta el 28 de febre- interesarme en su búsqueda y gracias ahora a la dili- ro de 1792, cuando el rey le retira su confianza para 364 Cf aquí el capítulo II para algunas de las publicacio- («esperando a Godoy») nombrar, por sólo ocho meses, nes napolitanas auspiciadas por Carlos III. nete de Cartografía y Dibujo de laRAH. El académico al conde de Aranda. 365 don José Comide, tras su periplo a Extremadura y 359 Como dije más arriba, siete de éstos pueden coinci- De hecho, estos elogios académicos sobre la diligen- Portugal de 1800, los añadió a los suyos en una car- cia y el ingenio del marqués de Valdeflores chocan peta, con la idea de cotejarlos, o bien de aprovechar- dir con los que llevan en su verso el n. 0 119 (éste con con la permanencia por entonces de la mayor parte los y publicarlos para completar las ilusrraciones de su detalle del envío: aquí n. 0 11), o el 147. de su ingente obra de estudio en cajones, sin orde- propio viaje. Su casi inmediata muerte dejó el plan 360 nar ni aprovechar, tanto en su Málaga natal como en inconcluso, y así quedaron los dibujos de Valdeflores gencia de la doctora Carmen Manso, jefe del Gabi- Hay cuatro repet1c10nes (arco de Trajano, capitel la propia Academia. Precisamente, y casi seguro a (que estaban sin firmar) confundidos con los suyos. corintio y acueductos de San Lázaro y Los Milagros) raíz de este informe de fines de 1794, la Academia Identificados ahora, me dispongo a darlos a conocer en un próximo articulo. A su vista, sólo por su tama- además del de las termas de Alange, que no era pro- propone al Príncipe de la Paz (31 de julio de 1795) piamente emeritense. Aunque no eran idénticos, que, de parte del rey, se reclamen a la familia de Val- iío y el uso de tinta y carboncillo se puede compartir resultaba innecesario enviar los repetidos. Podía ser, deflores los manuscritos que permanecen en Mála- la opinión de Bosarte de que eran «mezquinos», aunque parecen fidedignos y algunos son hasta soberbios pues, que en Palacio hubiera por lo menos hasta cator- ga. La Academia, llegados de su hermano (a cambio ce, en ese momento. de la rehabilitación real del marquesado de Valde- (por ejemplo los del templo de Marre); pero, como el 36r flores} cuatro cajones con un índice, comenzó, entre mismo Basarte ya apreció, no pueden compararse con los de Villena. El primer dibujante de Valdeflores, Nada impide, y más bien sería esperable, que Vi lle- 1798 y 1806, a intentar ordenar los 69 volúmenes na hubiera hecho muchos más ejercicios, croquis, de manuscritos, trabajo que la Guerra de la Inde- Esteban Rodríguez, era profesor de Bellas Artes, muy bocetos, planos y dibujos, a tinta negra y «colori- pendencia volvió a paralizar, hasta el día de hoy. Sólo experto, hermano del más célebre Ventura Rodríguez, y hubo de ser él quien hizo estos dibujos previos de dos», y también algunos de estatuas, inscripciones las 4.000 inscripciones, más de un siglo después de y otros objetos. En el afortunado caso de conser- que Valdeflores las recogiera, delineata et descripta Mérida, entre fines de 1752 y comienzos de 1753. varse éstos aún, sería lógico que se encontraran o perite et accurate, fueron explotadas por E. H übner Quizá fueran sólo los borradores provisionales, para en Palacio (donde, sin embargo, no están, al menos para el CILII, quedando el sabio alemán literalmente más adelante pasarlos a mayor formato y esmero. cacalogados) , o en poder de sus (ignorados) des- sobrecogido por aquel ingente y valioso trabajo, y cendientes. porque no había sido terminado: Valdeflores había 367 A ]IMÉNEZ MARTlN, «Los acueductos de Emerita», Augusta Emerita: Actas del simposio internacional con- 36z sido el mejor de los hispanos junto con Pérez Ba.yer Según dice el mismo Bosarce, el primer propósito del (sobre rodo ello, CANTO, 1994, pp. 513 y ss.). En memorativo del Bimi/,enario, ed. A. Blanco Freijeiro, modelo académico-el marqués de Valdeflores- no clara conexión, M. Abella propone al mismo Godoy Madrid, 1976, p. 112 con nora 8. Cf infta el comen- fue usar del pie romano, sino del espaiíol; y si se deci- un plan para un enésimo «Viaje literario», que aprue- tario a las láminas de Villena n.º' 9, 11 y 18. dió por aquél no fue por ser «el propio de los anti- ba el rey (en nueva prueba de nuestra Espaiía-Pené- 368 cuarios», sino porque no se fiaba mucho del espaiíol lope) con fecha 11 de agosto de 1795 (cit. supra). CANTO, 1994, pp. 512-513: en enero de 1772 Val- propuesto por el maestro Esquive!. Véase también la nota 108. deflores, con sólo 49 aiíos, vuelve a su Málaga natal - II) abatido por las adversidades, la prisión y el exilio, y en su facilidad para perdonar; algo de lo que él mismo, noviembre una apoplejía fulminante lo libera de la al final de su vida, ante decenas de ingratitudes, se de los Caballeros (p. 665) , los4.873 habitantes y quin- lucha. Sobre el destino de sus papeles inéditos, véan- quejaba con amargura). De codas las posibilidades, ce licenciados de Zafra (pp. 675-676) o, incluso, con se atrás las notas 365 y 366. ésta, por su afición probada a la cultura, es la que más menos habitantes que ella (3.233), los doce licencia- 369 me sorprendería. dos de Zalamea, Mérida contaba con sólo 3.5 51 habi- habitantes, cuatro doctores y dos licenciados de Jerez No olvidemos que tanto el duque deAJmodóvarcomo 370 tantes, no censándose en ella ningún doctor y un sólo Antonio de Capmany -respectivamente director y Casualmente, en el homenaje a Sáenz de Buruaga que licenciado, hallándose muy por debajo de la media, secretario perpetuo de la Real Academia- estaban acaba de publicar la Revista de Estudios Extremenos(n. 0 que superaban en cambio otras diez poblaciones de la (en ese momento) sumamente agradecidos al Prín~i- 52, 1996, pp. 647-675), ve la luz un artículo de F. provincia (pp. 652 y 670). Con esto podemos colegir pe de la Paz por distintos motivos. Aunque cueste tra- RUBIO GARC!A l. PÉREZ GONZÁLEZ, «Registro de cómo sería la situación medio siglo antes; la inexis- E bajo creer que insinuara el arrumbamiento de la Académicos, Doctores y Licenciados mandados a tencia en la ciudad de un grupo de ciudadanos más misión, es cierto que Godoy hizo perseguir, encarce- formar por la "Ley de Organización y Atribuciones cultivados culturalmente debió también de perjudi- lar o proscribir, quizá no a tantos como en su día se de los Ayuntamiemos" de 1840». Estudiada la cum- car la reclamación del estudio y conservación de sus dijo, pero sí a varios de sus adversarios (como es cier- plimentación de la citada ley a partir de 1844 en la valiosas ruinas. to también que los historiadores del período reconocen provincia de Badajoz, se observa que, frente a los 6.349 120 VII LOS «DISEÑOS COLORIDOS» DE VILLENA SOBRE LAS ANTIGÜEDADES ROMANAS DE MÉRIDA Llega por fin el momento de describir e ilustrar, como entonces hubieran merecido, los famosos «diseños» emeritenses, «lavados en colores», que hizo para Carlos IV el anticuario don Manuel de Villena Moziño. Pues así, con «z», es como firma en catorce de ellos. Conviene aclarar antes que he podido observar que los diecinueve planos (dieciocho de Mérida y uno de Alange), tienen un sello moderno por su parte uasera que reza: «Juzgado de Instrucción de Marina de Madrid»37 1• Todos ellos tienen también por detrás sendos números a tinta, antiguos, en la esquina inferior derecha. Llevan el n. 0 «147» los planos n. 05 1, 2, 3 (de 1791) y del 14 al 19 (1793-1794), es decir, justamente nueve de ellos (los que antes sugerí que fueron a examen de la Academia). Llevan el «176» cuatro planos, del 4 al 7, todos de 1792. Sólo el n. 0 13 (segunda versión del arco de Trajano, de 1793) lleva por detrás el n. 0 110, y sólo el n. 0 11 (segunda versión de un capitel de la calle Holguín, de 1793) lleva, también por detrás, un «119» y, añadida a mano la nota: «Planos de varios monumentos antiguos de la ciudad de Mérida, remitidos por Dn. Manuel Villena». Podría pensarse que éste era, al azar (pues es ya de 1793) el primero de los dibujos de la colección en la ordenación que se les diera donde permanecieran entre 1791-1794 y la fecha de su ingreso en el Museo Naval. Por último, sólo cuatro de ellos llevan, de otra mano, más gruesos y en el borde superior, otros números, romanos y arábigos: «XXXV36» (n.0 19), «XXXV37» (n.0 7), «XXXV.38» (n. 0 12) y «XXXV39» (n. 0 14). Los primeros juegos de números arábigos, de la misma mano, implican una catalogación antigua, en cuatro series, de su estancia en Palacio, en la Academia, en casa de Godoy o en el recién creado Depósito Hidrográfico. Pero creo más bien que estos números (« 11 O, 119, 147, 176») son los de su archivo en la Secretaría de Estado, por la razón de que fue allí a donde, como se dice, Villena «remitió» los diseños 372 • La de números romanos es de inventario y mano distintos. Tampoco existe relación entre las cuatro láminas que tienen números romanos y las también cuatro que están enmarcadas por orlas de cinta de color, amarilla (n. os 18 y 19) o azul (n. os 2 y 3), fino enmarque que parece sugerir que alguna vez estuvieron expuestas o se prepararon para ello; puesto que sólo la n. 0 19, con orla amarilla, lleva por detrás el n. 0 XXXV36. 12· Sabemos que los nueve planos enviados a la Academia volvieron, como atestiguaba la carta de Cap many antes referida, o a manos de Godoy o al archivo de Palacio. A partir de ahí debe, pues, comenzar la búsqueda de la razón de su extravío. Debo decir que, hasta el día de hoy, no he llegado a averiguar el porqué de los sellos del Juzgado de Instrucción de Marina, que son, más lógicamente, la auténtica explicación de que fueran a parar a los fondos del Museo Naval. Puede ser que procedan de una incautación judicial en su ámbito, ignoro en qué marco y momento 373 • J. F. Guillén374 da a entender al comienzo de su artículo que, por haber sido Manuel de Villena marino de profesión, los planos debieron guardarse desde el principio en el Depósito Hidrográfico, fundado por Carlos N y Godoy (cf supra cap. III) a fines del siglo XVIII en la calle Alcalá de Madrid («a su archivo iban a parar las relaciones dichas»). Lo creo posible, pero no porque su autor fuera marino. Pues cuando Villena empezó estos trabajos hacía cinco años que había, como bien dijo el mismo Guillén, «cambiado la casaca por los hábitos». Y es sólo como «presbítero» como aparece en la real orden que pone en marcha el expediente de la Academia de la Historia. Además, el trabajo se había hecho por comisión regia directa y sin ninguna intervención (ni había por qué) del Ministerio de la Guerra (Marina). Así pues, nada creo que tuvieron que ver los dibujos emeritenses con la anterior pertenencia de Villena a la Armada, excepto, desde luego, la experiencia adquirida como dibujante de cartas náuticas y luego como profesor de Dibujo en la Escuela de Pilotos de Cádiz y en la Academia de Guardiamarinas de Cartagena375 • Y aunque sí los pudo mandar a guardar Godoy en el Depósito Hidrográfico por tratarse de trabajos muy valiosos 376 y relacionados genéricamente con la cartografía, las láminas carecen de la signatura habitual que allí se les daba377 • En Palacio tampoco debieron quedar. Es más posible, como ya dije378 , que permanecieran en la Secretaría de Estado, es decir, en el gabinete del Príncipe de la Paz, y sujetos a las posteriores confiscaciones y desórdenes379 • Conviene entonces recordar ahora que las dependencias de los Ministerios, y más concretamente del de Marina, estuvieron durante muchos años en el edificio que había sido palacio madrileño de Godoy3 80 , en la llamada Plaza de la Marina Española. En todo caso, después debió de mediar un robo. El caso es que, retomando a Guillén 381 , «con motivo de la Exposición de Sevilla [scil, la Gran Exposición Universal de 1929), en la que figuraron no pocos, y del desahucio de la casa de la calle de Alcalá, todos los papeles, planos y dibujos [del viejo Depósito] que carecían de actualidad científica pasaron a constituir el archivo-biblioteca del Museo Naval, en donde desde dos años a esta parte [scil., desde 1932 o 1933) se procedió a su catalogación, que proporciona[ ... ] pequeños pero continuos descubrimientos». Quizá alguien acierte a completar algún día esta parte oscura de la historia. 122 En cuanto al orden de presentación de las láminas, ignoro a qué criterio respondió el del contralmirante Guillén, mientras que el catálogo del museo sigue la sucesión de sus actuales números de registro, que progresa según las fechas de cada una de ellas. A mí me ha parecido esto lo más útil, pues la fecha consta en todas excepto en dos 382 , y porque hay una posibilidad, si bien no completamente segura, de que este orden represente el de la misma progresión de los trabajos del presbítero Villena en Mérida. Los envíos a Madrid, según las datas, se pudieron producir por grupos, que defino, respectivamente, como: AJ 15 de octubre de 1791 (tres dibujos); BJ 1 de mayo de 1792 (cuatro); C] 26 de enero de 1793 (seis); y D] 3 de junio de 1794 (cuatro) . Como grupo E] dejo los dos no fechados (que, no obstante, pueden pertenecer a 1794). Parece que en junio de 1794 se podría considerar terminada la misión, pues a la vuelta de ese mismo verano, el 14 de septiembre, es cuando se expide la real orden de Carlos IV a la Academia de la Historia para que informe sobre nueve de ellos. Indico también la correspondencia de esta nueva numeración que les doy, tanto con el artículo citado ( vid. nota 1) de J. Guillén (1935), que llamo «Guillén», como con el catálogo del Museo Naval, «Cae.», seguidos éstos de los números actuales de registro y de referencia gráfica del museo. Citaré varias veces en las notas, con la abreviatura Mérida, la de W.AA. Conjunto arqueológico de Mérida: patrimonio de la Humanidad, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1994, por poderse encon- trar en ella casi todos los monumentos comentados con sus actualizaciones bibliográficas hasta dicha fecha. Pueden consultarse además novedades sobre la arqueología, excavaciones y estudios emeritenses en general en otras obras recientes 383 • Haré sólo unas observaciones de método antes de comenzar el catálogo. Sigo agradecidamente las descripciones de soporte, medidas, escalas384 y proporciones de la referida catalogación del Museo Naval (1990), tras comprobar su exactitud. En cuanto a la transcripción de textos, resuelvo las abreviaturas y regularizo lo más posible las grafías, pues Villena abusa de las mayúsculas, que sólo sirven para estorbar la ya complicada lectura de las descripciones 385 • Respeto en cambio su pésima ortografía (habría que decir más bien su «heterografía>,) y su caos en las acentuaciones 386 y puntuaciones (son éstas las que deforman la generalmente correcta construcción sintáctica de las frases), porque sirven para detectar las anomalías que criticaba Basarte. Sólo cuando el texto puede no ser bien comprensible, completo y desarrollo con[-], s~plo con<->, o elimino mediante{-}. 2 .. Dib os rma os e 15 e octu re e 7 .,, l 1_¡ I ) CAPITEL CORlNTIO DEL FORO PROVINCIAL (Cfn.º 11) [Guillén VII; Cae. 649 セ@ Reg. 4912, ref. PI-!] L AM. XVII D E s c R Ir c I ó N : ME DI DAs: E SCA L A : Ms. sobre papel, lavado en gris. 37 x 24 cm. c. l/12;unatoesa= 15,7 cm. Fechado y firmado en Mérida, 15-10-1791. Verso: Sello del Juzgado de Instrucción de Marina de Madrid, y el n. 0 «147» escrito a tinta en el ángulo inferior derecho. T EXTO Chapitel del orden corinthio, hallado en laescavación, que se yso en la Ciudad de Merida, junco á las Ruynas donde dízen fúe, el convento Jurídico. Quizá fue un primer ensayo, de un tema sencillo, al comien- J'caÍa zo de su estancia (después de todo, no estaría tan habitua- th ,.,., , , .'Tu,:;,«.. ,· do a este tipo de láminas) 38 7• Dibujó en 1793 otro capitel ,ft.J, JS'Jc/Jrtí,f,<Jt.l;fljl tan parecido (n. 0 11) que debe de ser el mismo, pero con .Jt:,,,.w' k%Ímr .V,{v;¡ ·' más fidelidad de ejecución y una explicación más extensa, procedente de la misma excavación, que hasta ahora era casi LÁM. XV I[ TEATRO (C/n.º 12) 2 [Guillén VUI; Car. 651; Reg. 4914, ref. Pl-12) LÁM. XVIII D Es c RIPc Ió N: Ms. sobre papel lavado en colores, montado sobre tela con orla de cinta azul. MEDID As: 53 x 75 cm (Guillén, 48,5 x 71,5). Es c A LA : l /291; gráficas de 15 toesas y 3 5 varas castellanas = 10 cm. Fechado y firmado («Mosiño») en Mérida, 15-10-1791. Verso, sello del]uzgado y, en el ángulo inferior derecho, «147». TEXTOS 1) Plano vistas interior, exterior, y perfiles, del amphiteatro, ó teátro anti- desconocida. Ésta la realizaría el propio Villena a poco de ini- guo romano, q[ue) como se demuestra se concervaen la Ciudad de Meri- ciar su misión (pues «se hizo» no tiene sujeto y de la excava- da: Levantado, de Real Orden, y descubierto todo lo que se manifiesta ción habla l. Bosarte, cf supra), en el área del monumental desde la superficie de la tier[r]a, ábajo. 2) Vista exterior, en prespectiva templo de la calle Holguín 37-39, modernamente excavada cavallera [sic]. 3) Vista interior: prespectiva regular. 4) Perfil que corta la desde 1983 y hoy en parte visible; ésta se sigue considerando líneaA-B, C-D, E-F y G-H. 5) Explicación: Es este edificio, uno de los en efecto, tal como con otras palabras -«convento jurídi- más bellos théatros antiguos romanos que se há encontrado en nuestra 388 co»- apunta Villena, parte importante del complejo urbano del foro provincial. España; que áunque a[r)mynado, como se manifiesta en sus vistas y perfiles , dan muestras de lo magnifico y mag{u)estuoso de el: se vée cambien por lo que se ha descubierto, tiene cuatro terminas ó cuerpos, y que está Desgraciadamente, cuando hemos querido buscar este capi- fundado, sobre la cayda de una loma de tierra, en la que el sabio y inge- tel para su exhibición, se ha podido comprobar que está per- nioso architecto, formó el primer, y segundo cuerpo: y en el llano puso dido; ni siquiera debió de ingresar ya cuando la creación del la orchesta: y imagino pondría el procenio, pulpito, scena y portico, lo v1eJo museo. que hasta aora no seha buscado y no deficulto el yncontrarce; porque en ") ) J. - la escavacion una c[o]luna, H , de dos pies y seis pulgadas de diametro y servían para subir al cuarto termino, y bajar al tercero. G) Cuarto ter- de marmol blanco con su base como assi mismo distintas piessas de cor- mino: todo lo que esta sombreado de negro sobre el carmín, és lo que nisa del orden corinthio, en las que se obcerva haver{en} estado forradas se concerva ar[r]uynado. H) La c[o]lu[m]na que encontre en la esca- de marmoles finos , por los ajujeriros: cuios fragmentos concidero serian vacion de la puerta B la que sevee en el Perfil que corta la linea AB. I) del procenio: juntamente se ha encontrado una piedra de granito, que Piedra con la ynscripcion dicha a[r]riba la que se deve colocar sobre la señala la letra I (en el perfil que corta la líneaAB), la qua! tiene de largo, puerta Ben el lug{u}ar endonde estan puestas las X.X. K.F.) La unica dos tuesas, y dos pies; y de ancho un pie y diez pulgadas'", la que me puerta que havia entera para subir al cuarto termino; y desbarató Don parece servia de architrave a la puerta que se descubrió, parte de ella aruy- Alonso [de] la Vera quitándole 24 cantos, ó sillares, los que van expre- nada como se manifiesta en la vista y perfil con la letra Y, con la inserí pción sados con puntos y deve recomponer. M.AGRIPPA.L.F.COS. lll.TRIB.POT.lll (laque nos da a entender por quien fue edificado) escrita sobre un hermoso betun blanco, que parece un fino marmol: promete el terreno encontrarce cumplecto un padron que tanto honor haze á nuestra España; el que concidero digno [de] que el Mag- El detalle de su «Explicación» indica que lo primero que hizo al llegar a Mérida, antes de octubre de 1791 , fue excavar el teatro 390 y levantar su plano, todo ello «de Real Orden». En nanimo Spirito de Su Magestad que Dios guarde, mande desenterrar tan prescioso monumento; para que las Estrañas Naciones, que nos con- prácticamente cada una de las letras de su columna «N óte- cid{i}eran dormidos en las Siencias, vean que tenemos un Monarcha, ce» («Nótese») indica con precisión dónde trabajó y qué que no solo nos despierta, mueve, ilumina y instruye en ellas: fundan- encontró, con lo que resulta ser una pequeña memoria de danos Academias enrodas Artes, y Ciencias; sino tambien que hace que excavación. Ésta fue bastante amplia, y hubo de ocuparle [se] vean los [monumentos] que tantos siglos yasen sepultados. 6) [Deba- algunos meses 391 • G. Fernández y Pérez aporta algunos datos jo, en dos columnas]: Notece. Que todas las letras contenidas en el Plano, sobre ella, y sobre cómo personas que entraron por la gale- son referentes a las Vistas y Perfiles. A) Primera puerta que descubrí, y sale al procénio. B) La conrrespondiente a ella donde hise la escavacion, ría anular dijeron que «había aposentos, salas, estatuas y aún una fuente en un gran salón» 392 • Afirma también que «el y descubrí lo que manifiesta la Vista, y Perfil, que corta la linea AB. C) Seis puertas, que descubrí, y un corredor que da la vuelta atodo el theatro, y esta en el segundo termino. D) Puerta, que estava empesada anticuario que ·reconoció este {amphi}teatro, parece que se explicó con elogio acerca de él, diciendo que era más sun- a descubrir desde la letra D. hasta Q que va dar alcor[r]edor que des- tuoso que el de Roma»393 • El dibujo del teatro de Alexandre cubrí. E) Cinco puertas que tienen la entrada por la parte exterior y salen de Laborde, ejecutado muy pocos años después, presenta al 3. 0 termino. E) Seis puertas que tambien tienen la entrada por afuera notables semejanzas con el de Villena, aunque éste es más VÍST:\ E:XTERÍOR, [N l'RESPECTÍVA C'AVALLERA , ,:. L _.z_ !'UNO VÍSTAS ÍNTERÍOR,f.XTERIOR, . YJ'EN}'lf.ES, DEL ,LMPHi TEATRO, AN"J7caro ROMANO. ó n:inw QCOMO ,Sf:1J1::.J.WEJ-fHA SE CONCER\~ F.N LA CJWJ.AJ> JJE ME..u.iJM; ,f.J.1íL\TAIJ0,1JXRLAL ORJJF~,Y JJL(CU[liLJfl.VTn11<J 1.0 Ql'F. .•T.)J,,l\'ll'Ü:..q,1.pr.sn1:. I...t .crTPnuiríE. m:I.ATlF.JL\,i.n.do. -'.: l'l..l'>:t \· .. ,,. ,;, \\~ - •tv セ@ セ@ セ@ ,•. , VÍSTA ÍNTF.RÍOR:l'Rf.SPECTÍVA Hf.GULAR. LÁM . XVIII 127 me referí en el capítulo III, y la opinión de otras naciones sobre nosotros se entiende sólo con recordar la historia de estas láminas. No puedo entrar ahora en otros detalles muy interesantes de la excavación y del plano del edificio. En 1793 Villena repitió la lámina (cf infra n . 0 12), bastante mejor: no duda ya de que es un teatro, e incluye el dibujo del epígrafe deAgripa que aquí sólo menciona, aunque resalte ya su valor histórico (véase allí añadido el dibujo de la inscripción misma) 394 . Es muy noved,oso el detalle de que la inscripción fundacional del teatro-edificio debido al general y yerno de Augusto M Vipsanius Agrippa, en el 16-15 a. C. ( CIL II , 474)- estaba enlucida con un polvo finísimo de mármol, y seguramente muy compactado, hasta dar esa LÁM. XIX Dimel del itero acceso Este del teatro de Mérida, descubierto en las exca- impresión que comenta Villena de «betún blanco». Sugiere vaciones de M. de Villena en 1791, con uno de los epígrafes conmemorativos de un intento posterior de embellecer el crudo y oscuro grani- Agripa ( CIL II, 474) . En esta fotografía anónima de comienws del siglo XX, que se conserva en la RAH, puede apreciarse todavía el «betún blanco» (y no rojo) que según Villena se veía cuando él (y no Laborde) la encontró. to de una sin embargo venerable inscripción, ocultándolo mediante un estucado para no desentonar tanto con los mármoles blancos de las ornamentaciones posteriores. Este deta- real y el del francés está en exceso retocado. La palabra «pres- lle lo he podido comprobar posteriormente en la RAH, en pectiva», por «perspectiva», la he encontrado así también en una viej a fotografía que demuestra que, a comienzos del varias láminas de la época. El mayor destrozo que se cono- siglo XX, este dintel aún conservaba su color blanquecino ori- ce sobre el teatro es de 161 O; éste que aquí se menciona, de ginal395 (lám. XIX). Por último, juzgue el lector si estas lar- don Alonso de la Vera, debía de acabar de ocurrir y se corri- gas y detenidas explicaciones de Villena merecen la acusa- ge en el acto, seguramente por efecto de la misma orden que ción de «inexistencia» que le hizo la Academia en su Informe había llevado a Villena a Mérida. Al elogio hacia Carlos IV (vid p. 110, n. 0 2). 128 1 3 ARCO DE TRAJANO O DE SANTIAGO (Cf n.º 13) [Guillén I; Cae. 650 = Reg. 4913, ref. Pl-7] PLANO, El. f. V LÁM . XX DE se R r Pe I o N : ciON,Y Ff.JU-iL DE. UN ARCO ¡¿,,,,,,,1(1 ,a!J,ul,,/' J, if"'.7''7 r ~1l!a,~ c""'1'"' d I.LF.VAci ON . f !'JI(' TRÍ ?-ll'H,\I. Skr,m/,1 'il ~.,t. ··~ A~rric ,NI, , ;~Q セ@ 0,11.0MA.NO, ,,f¡i,1~:,..,. PERFÍL .,,,.,.,,:,,_ Ms. sobre papel lavado en colores, montado sobre tela con orla de cela azul. M E o 1o As E : 49 x 38 cm. s e A LA : c. l /72; escalas gráficas de seis toesas y 14 varas de Cas- tilla= 14 cm. Fechado y firmado («Mosiño») en Mérida, 15-10-1791 396 • Verso, sello del Juzgado y n. 0 «147» en el ángulo inferior derecho. TEXTOS 1) Plano, elevación, y perfil de un arco triumphal antiguo romano, llamado vulg<ar>mente de S[a]nTiago por allarce contiguo a una hermica de d [ic]ho Aposto! en la Ciudad de Merida. 2) Elevación. Perfil que corta por la líneaAB. Plano. 3) Nota. Que codo lo que se representa debajo de la superficie de la cierra señalada con las letras M.N. está totalmente enterrado; para de mostrarlo hise la escavacion (señalada con la letra) «O » hasta l'LANO. r A 1 ! L que encontre el soc<a>lo y el empedrado antiguo romano como se manifiesta en plano. i JI Es quizá, junto con el anterior y el n. 0 14, uno de los dibujos Sea/as más útiles paralaArqueologíaactual397 • Escribe «SnTiago» en la forma habitual en el siglo XVIII, también entre españoles. LÁM , XX 129 J. F. Guillén no copió el contenido de la «Nota», puesta en esta opinión; el cardo, si los vecinos no extrajeron del todo el el lado inferior derecho de la lámina, ni ésta ni la más breve empedrado, debería de encontrarse más abajo. Obsérvese de su pareja de 1793 (n. 13). Pero justamente en esta nota también un importante detalle de método que distingue el Villena explica que, con objeto de demostrar que el zócalo trabajo de nuestro anticuario del de A. de Laborde: Villena moldurado del arco estaba oculto bajo tierra, y cómo era éste no menciona, ni dibuja, los famosos y sugerentes «argollas y exactamente, excavó en el punto «O » (qu,e se aprecia en la garfios de hierro para los trofeos», descritos por otros auto- planta) y llegó a dar efectivamente con el empedrado de lo res, como el propio Campomanes (y que allí continúan visi- que sin duda era el cardo máximo de la ciudad al pasar, bajo el arco, en dirección al foro provincial. Dibuja el empedra- bles), y tampoco las estatuas que quizá en aquellos años también ocuparan los nichos del interior399., que aquí aparecen do exactamente como el de una vía urbana, con gruesas pie- vacíos. Ello se debe a que, si bien cualquiera de esos detalles dras, tanto en la planta como en la sección. Se suele afirmar embellece una lámina romántica, un estudio arquitectónico hoy, sin embargo, que la calle propiamente dicha al llegar ante debe prescindir de añadidos y retoques posteriores que no el arco giraba a la izquierda, y que lo que hay, a un metro esca- pertenecieran originalmente a la obra. Seguramente por la so de profundidad, es un enlosado de mármol de tipo foren- misma causa realiza Villena la excavación, al darse cuenta de se398. Pero es lo más normal que bajo un arco pase una vía y, a que el arco está incompleto en su perfil original debido a la la vista del fiable detalle de Villena, creo que habría que revisar considerable porción que tenía enterrada. 0 BJ 4 , os 1 . . rma os e o ema , " EL LLAMADO «TEMPLO DE DIANA» [Guillén III; Car. 653 = Reg. 4916, ref. Pl-5] LÁM. XXI o E s e R I P e 1ó MEDIDAS: E s e A LA : N : Ms. sobre papel lavado en gris, ocre y rosa. 51x37cm. c. l / 145; escalas gráficas de nueve toesas y 21 varas = 12cm. l} J ..) .J ..) .) ·.) .) .J J ,.) ..) ..) .J .J Fechado y firmado en Mérida, 1-5-1 792. Verso, sello del Juzga- .J J J .) 1:. • do y el n. 0 «176». TEXTOS r.?"::..¿~~~~i?.:~ 1) Plano de una porcion del portico antiguo romano que como se demues- ~:/? . . ¿r,a 'f'u tra se concerva en la Ciudad de Merida, sobre el q[ua]l ha fundado su ·1 ((1/it 11.ft~ C,,/1, ~1.la f'Jrmr. ----------i casa el Conde de los Corvos: formando sus paredes principales, en el PLANO DE. UNA 1'0RciON セ@ ynrercolunio; dejandolas col unas medias fuera, motivo porque se ha con- .. r.-r.,•. .Ir~ ,~t;(,;.-,., ..:.~;..L . ilf~,.. ..~~v•~r «,w . セ@ cervado: son de piedra de granito. [A cada lado] : 2) Plano de una porcion セ@ .-;_~ , •,ü1qu1tu .,M,. , ,r.., ;;,,t\i.1 セ@ ....セ@ • · , IA./"."{.p,1-,.!-,..;.,... _,;__,.~ j~, ..,, •'!"JIR/1,• \'~TJ..t o{,¡ ;., H 0 .:, 1.¡• .&:·TWIIIJ,,.· de un portico. 3) Vista de la entrada principal. 4) Vista que cahe algardin. 5) Vista que cahe a la calle de la Parra. );:r,',,1r/.·:,· '., .:, Se trataba, en la gráfica expresión de Mariano José de Larra (1835), del «vivo atado a un cadáver». Pero Villena no dibuja LÁM . XXI ..,f"·'~ •,:.,. 1•,.Jfl o\"'J ..,...,, .. «el vivo», prescindiendo, muy correctamente y con el mismo 5 ANFITEATRO criterio de la lámina anterior, de todo el postizo moderno [Guillén IV; Cat. 654 = Reg. 4917, ref. Pl-11) del palacio de los Corbos. Su lado de la «vista al jardín» es el LÁM. XXII oeste, donde se han excavado, desde 1972400 , precisamente instalaciones romanas de fuentes y estanques 401 • Coincide o E s e R r P e r o N : Ms. sobre papel lavado en colores. con precisión con la «vista pintoresca» del mismo lateral por M E oro A s : Laborde402 , incluido el trozo de entablamento, aunque nues- E 73 x 53 cm. s e A LA : c. l /291; escalas gráficas de veinticuatro toesas y 56 varas= 16 cm. tro autor parece no ubicarlo precisamente. Es notable que Fechado y firmado en Mérida, 1-5-1792 405• Verso, sello del Juz- Villena lo considere un pórtico, sin hacerse eco de la ver- gado. En la esquina inferior derecha, «176» a tinta. sión, tan divulgada por Moreno de Vargas, de que era «el templo de Diana» (nombre por el que sigue siendo conocido), o por lo menos un templo, de lo que deduzco que Ville- TE X T OS 1) Plano de la N[a]umaquia' 06 • 2) Vista de la n[a]umaquía en préspecríva cavallera. 3) Naracion. Es este bello edificio uno de los raros monu- na manejaría también la obra, mucho menos popular pero bastante más docta, de Juan Gómez Bravo 403 , y compartiría mentos y restos de la Antiguedad, unico en nuestra España; el qua! servia, ami parecer para Escuela militar, donde se exercitavan en las maniobras la idea de éste de que era más bien «el pórtico de un mages- navales: se concerva en la forma, que manifiesta el Plano, Vista y Perfil. tuoso templo» (lo mismo que opinaba el otro gran erudito En él hay descubierto [s] dies caños, los que servían para llenar la n [a] urna- local del XVIII, Forner). Villena marca la entrada principal quia del agua que para este fin la conduzían de déstintas partes. Prime- en el lado largo oriental, pero ello debe entenderse desde su ramente del Chorrillo sitio junto ála Guadiana, donde se ven vestigios de idea de que no era un templo sino un pórtico. Lo mismo, muy seguro, en G. Fernández y Pérez, que lo considera sólo un edificio, que al parezer servia para subir el agua de dicho rio; porque en áquella altura, junto donde escava la ermita de Sn.Albin, sevé argamasados como de estanque para recebirla como tam bien lo confirma, 6 el «atrio» del templo real, que se extendería hacia el norte y la calle de Santa Eulalia404 • hase parezer, la cañería, que va sobre la antigua muralla, desde este sitio hasta la n [aJumaquia: asi mismo, 6tra des tinta cañería, que viene del sitio llamado el Borbullon, dos, y media leguas distante, de hermosa construcion, cubierta de bovedas de manposteria; de {es}rrecho, á {es}trecho, con sus estribos; para mayor conssistencia. ultimamente la que venia del valle f > ') . :;- de Mariperes, dos leguas hasta rabo de Buey subterranea, y desde alli por arcos de ermosa cantería, de la cual nó existe[n] mas que dos arcos llamados vulgarmente Milágros de Sn.Lazaro de cuja agua en el dia abastece la ciudad, por arcos modernos, formados la mayor parte de ellos, sobre los cimientos antiguos, ad [eJmas de estos dies caños señalados con las letras A-B-C-D-E-F-G-H-I-K. se encuentran otros, que nos hazever se llenava hasta la superficie, y de alli a[r]riba, gradas, para los espectadores. No puedo comprehender el modo, conque concluhia, esta ápreciable reliquia de la Antiguidad. La idea de que los anfiteatros servían también, o sólo, para batallas navales, era de las más arraigadas entre los anticuarios, máxime cuando comprobaban su evidente relación con traídas de agua próximas. El edificio no se empezó a excavar y conocer en realidad hasta la campaña de 1915, a cargo de J. R. Méliday M. Macías 407 , de forma que lo que dan Villena y Laborde se parece bastante entre sí y no dice mucho acerca de la estructura interna del mismo. El dibujo da idea de excesivo abocinamiento, quizá por el prejuicio de que era un reservorio de agua. El mismo Villena afirma que «no puede comprender cómo concluía», y tampoco se adivinaba apenas nada de la arena. En este sentido hay que recordar el comentario de Antonio Ponz sobre el uso del edificio en el siglo XVII 408 • El anfiteatro, augusteo del 8 a.C., debe de tener una remodelación claudiana, de entre 51 y 54 d.C4° 9 • LÁM . XXII 6 LAS AR.AS DEL MONUMENTO DE SANTA EULALIA [Guillén V; Cat. 652 =Reg. 4915, ref. Pl-3] ry .J;J by¡,m LÁM. XXIII D E s e R r P eró N : MEo Es e "!lfuur.c ,:,¡-;,o, ,,111 IM 7ª' J. ·11r1jrw,1, ¡,:J/mJ [,,,, ¡.,·11,.,;, ,/2 l .r ,1/,n1i é~cul/llra ilt .JIZ,1rmcl ·na ro{,_... j !a,. wlrcalo ¡,, Aarlá· ,s"ol.,/k J,f'• Cr,,J¡J/J,JfC,,,I,,. r Ms. sobre papel lavado en gris. r o A s : 46 x 28 cm. ALA : c. 1112 aprox.; escalas gráficas de 1 toesa= 16 cm y de 3 varas= 21 cm. Fechado y firmado («Mosiño»), en Mérida, 1-5-1 792. Verso, sello del Juzgado y n. 0 «176». T E XTO Tres airares de sacrificios, ó piras de excelente esculrura de marmol fino, con los que han formado una columna y han colocado [a] la marcir Santa Olalla patrona de esta Ciudad de Merida. Es quizá el más «primoroso» dibujo de la colección, aunque ciertamente las dos aras superiores ya se prestan mucho de por sí al impacto estético. Otra vez Villena, a diferencia de Laborde, prescinde con rigor de todo lo que no considera romano original. Aunque su olfato hubiera alcanzado a reconocer bajo ; 1 CONCORDIA . AUGUSTI la imagen de la mártir emeritense al togado romano remodelado que se aprovechó410 , posiblemente no lo habría reflejado; incluso no dibuja el capitel que, bajo la santa, coronaba . ., scalade?~UJ.Yuc.Ja. . >-·t .. ,,/¡1 ,,,.10 ;¡ " 4 _.,.,i;h~ . /, ¾=!;o!;=;=;a,== aaai:========= ==f•• ·' :f;,..,~ ' ===-iáaaa= =,:,¡__==~···--i==~======= = ==='= el monumento, quizá porque ya había dibujado uno a gran LAM. XX Ill 7 CIRCO [Guillén X; Cat. 655 = Reg. 4918, ref. Pl-10] LÁM. XXIV o Es c RI Pc r ó N : M EDIDAS: Es c AL A : Ms. sobre papel lavado en colores. 53x74cm. c. 1/385; escala gráfica de 40 varas= 13 cm en la plan- ta; y de 30 toesas y de 70 varas= 13,5 cm (prop. 1/431) en el per- fil del mismo. Fechado y firmado en Mérida («Mosino»), 1-5-17924' 4 • Verso, sello del Juzgado y el n. 0 «176» a cima, abajo y a la derecha. Y en el margen superior izquierdo, a tinta y de época: «XXXV37». TE X TO S tamaño (n. 0 1) o bien porque rompía la armonía de la lámi- 1) Plano y Perfil del precioso circo antiguo romano, que segun se demues- na. Como ya se ha dicho 411 , esta de Villena es la primera tra se concerva en la Ciudad de Merida: cuya grandeza, y capacidad hase representación que se conserva de lo que él justamente no ver la opulencia que en aquellos tiempos havia: tan bien meparece fué llamó «obelisco» 412 , sino, algo más correctamente, «colum- Escuela militar; pues assi como en la n[a]umaquia se exercitavan en evo- na» (la definición en realidad es difícil por lo anómalo de luciones naváles para funciones marítimas; en este formavan hombres este curioso «collage») . Un pequeño detalle nuevo para la robustos, con los exercicios y diferentes juegos de que usavan; ya luchan- epigrafía emeritense: se viene creyendo 41 3 que el ángulo supe- do, corriendo apie, á cavallo, en b{r)igas, y cuadrigas para quando fuesen rior derecho del bloque epigráfico con la dedicación CON- precisos para los exercitos entierra. Esta fundado este, junto al aqueducto tan bien antiguo romano llamado vulgarmente Milagros de Sn.Lazaro: Se CORDIA[E]/ AVGVSTI, que se colocó en la zona inferior del monumento, fue restaurado con un recuadro de mármol halla muy arr[u]ynado, como se vé en el Perfil; pues ni señas hay de las gradas, que tenia, ni como podia ser elcodo del edificio; aunque en la Cir- entre 1806 y 1877. Pero en este dibujo, que es catorce años cunferencia de él se vé entre los sembrados vestigios de simiencos no se anterior al de Laborde, se aprecia perfectamente dicha res- puede formar juizio de como era; y cada día hirá ámenos por la continua- tauración, que por tanto debía de estar ya hecha en 1792. ción delá lavor: assi mismo la espina, que esta en el sentro, con el tiempo si 1 35 no serremédia, nó quedará vestigio, que aunque está desmantelado este resto Villena), parecen seguirse bastante bien. Añade que no hay de Amiguidad, es digno de concervarse; por haver sido construhido por «ni señas» de las gradas, y, de hecho, no da apenas estructu- unos hombres que tanto honor han dado á la Nacion. 2) [Debajo, en dos columnas]: Explicación. A) Circo el qua! sealla mui aruinado. B) Espina, ras en planta; en este plano sí puede decirse que, o Laborde se imaginó el perfil 41 5, o Villena no fue capaz de distinguir- que de las tres partes de que se componía, solo há quedado entera una, y parte de otra. C) Estanque para que beb<i>éran los cavallos. D) Passo como lo, o en el intervalo entre las visitas de ambos anticuarios se para noria en donde se veé alfondo un arco, que se ygnora donde vá. E) Ermi- excavaron algunas zonas, lo que bien pudo ser. Muy intere- ta de San Lazaro. F) Casa del ermitano. G) Caneria que prové a la ciudad santes sus referencias y dibujos de las bóvedas anulares, de formada sobre los simientos antiguos hasta el pilon H. I) Milagros de San las que varias se conservaban aún, así como los de los ente- Lazaro. K) Ent<i>erros antiguos. 3) [En el ángulo inferior izquierdo]: Por- rramientos situados a ambos márgenes de la calzada. Insi- cion del muro del circo, para manifestar su construcion, de bobedas hechas núa con líneas rosadas, discontinuas y casi imperceptibles, de manposteria. 4) Perfil que corre por la linea AB. a la derecha, la forma en la que él creía que continuaba la spina. Este dibujo ofrece interesantes perspectivas de estuComo puede verse, ya faltaba entonces la cabecera occi- dio y de cotejo con lo poco hoy conservado. El circo ha sido dental con las carceres, estando aún sólo próxima la calzada muy recientemente objeto de una actuación especial, que hacia Córdoba, pero el trazado del resto de los muros, así habrá podido aclarar algunas de estas cuestiones y, vicever- como el de los dos tramos de spina (algo más completa en sa, quizá este dibujo pueda arrojar alguna información más. ,~ LÁM. XXJV 157 C] Dibujos firmados el 26 de enero de 1793 8 BAÑOS DE ALANGE llamado Dn. Christoval Solar, vecino de Villafranca, que movido afavo- [Guillén XI; Cae. 658 = Reg. 4921, ref. Pl-8] recer la ynfinidad de personas de todos sexos, y calidades, que con curren cada año a bañarce donde se obcerva curan diversas enferm[eda]des; no LÁM . XXV ha podido logrartan piadoso fin, por haverce opuesto el dueño de la huerta endonde esta fundado el edeficio, áque hisiera escavacion para encon- DE se RIr e Ió MEDID As : Es N : Ms. sobre papel lavado en colores. 47 x 59 cm. e AL A: c. 1/124; gráficas de 9 toesas y 21 varas= 14 cm. trar la cañeria pordonde venia el agua á dicho baño; que aunqúe sellena como se véé en el Plano, y Perfil; no viene caliente como se obcerva en su Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1793. Verso, sello del Juzga- nacimiento por ser filtrada por las paredes de los mismos baños, y la estra- do; tapado por un recuadro de papel, el n.0 « 119». viada de la infin[id]ad de manantiales que lo circundan. ni aunpagandole el daño que le causara, ni tampoco el logro de que S<e> la vendiera, TEXTOS para buscar la [an]tigua cañeria, de lo que resulta que los enfermos seba- 1) Plano y perfil con la vista de los sudaderos de los Baños del Lange [sic] ñen en un alvercon, a la yntemperie, y al paso de un camino, donde el antiguos romanos, que segun se manifiesta se concervan, á tres leguas dis- rubor de los pacientes muchas veses hase porque no los vean, elque se reti- tante de la Ciudad de Merida cuyo edeficio es mag{u}estuoso: esta for- ren, y no estén todo el tiempo que requiere á la curacion, lo que expon- mado de bella manposteria sin inlusido; pero tan perfectamente hecha, go á la alta compreencion de Vuestra Excelencia para que movido del amor, que parese estavan las piedras cortadas de yntento, para su formacion; y caridad, haga con su poderoso influxo a que S. M. mande habilitar tan dos caras estan bien concervadas; pero las otras dos estan [d]escarnadas antiguo monumento para que logren, desee beneficio no solo los de la por el exterior como vá señalado con tinta de china sobre el carmín del Provincia de Estremadura, mas tambien los de las demas, como assi mismo Perfil, donde ser obcerva tambien un arranque de boveda, que no dudo las ynfinitas gentes que vienen del Reyno de Portug{ u}al. 2) Explicacion. serian officinas, que ligarían con la obra A, donde se veén cuatro bove- C) Baños antiguos romanos formados debella manposteria, los que las das sumergidas, como se manifiesta en el Perfil y Elevacion de ella, y pro- dos caras tiene descarnadas y las otras dos perfectas. D) Baño ynabilita- ciguen segun parece: El baño B. ha sido habilitado por un particular do ylleno de piedras como se representa en el Perfil. F) Cuatro bovedas PLANO Y PERFiL CON J'f.Rf11. Ql'l: COR'JA J'OR !.A LÍNEA F C .JU. K .I.. L \ '1STA m ; !.OS Sl//J;\DUWS /Jr /~ JtuÑr,1, ,kf_/.~ . lnh,¡u"" /t.rN,..,;m,v, 'I ,'~t/'"' cJi. Jll~~,~•IJ , I; ,:..,, c"r1Íil11,.,n,~ /.,'/'1o1-1 ,,:JhUJ/1 ,/¡ /., t iiulJ ,/, 1\11n:I., ,¡,~ .1:. f.,, ~U~1J11,rf 11,'!.M•: 1JI_; ¡;_,,.,1h -, .,(: /.l,1 111,17,film,r /111~ 1 ¡ljN 1Ñ /iN 1~ : /"."''• f.lN,~~r/,r11t ' --..... oJ/., r.,,. ,1, 1a~1.r._:_J,Mh7_. ¡,.vft•w ,:V1,1r¡¡r.-., ,1, セ@ 'i,,1;,,1,, 1.;w,"' J:i ;¡,,, C,r,1,t• .'''":' 'llhl ,..,,,u,,n-f~,J,,r ,r.,.11/,W\~, ,., '·"' º""" ~..,...,m.,Rr.',. ;li., .,,,,,,~ e... 'ºi:." c........ ,.; .,;¡;;,l.f,1,, ....,, 1,i,1., .1, ,ñtNJ .~,,,, , / ' t17il. J.1'f,f¡ , f; ,.J. ,,r.1 t °.ll'HIN ,{¡/ r.m11H J, l'!t~n'>-1,f!, /,,,.,/.,.;N tW 1/r 'Yf•''~-f ¿,J..,,¡,,:,,., l'f1,1 /,~,.,,:,,, ,w,/., 11/.,,., ~\ ,.L,..j, , >ml'f L"41/"f¡• ./'I,,, JY,~ •'•JN(•r'f1,/.u , ,,.,..,,, ,1, ••t.uHp;.,,,., #'N ,/¡,;; ..,,~ r 1:/,~J, r,... [_j 1-----------------------------------------------,¡ p, J'/.JINO. PI.ANO. .,, ,JI" 1-:7 J'¡ ,"¡·,~.JL. /.•.t ,1,,t. ~1-"'I,+'.• .,r,-a-,)ffn •.,."'<ifU # p,, •1 : l..J-/,¡~. ¡....,. 1»" ,-..!,1,,u/..., 9•,Jy~.._,¡ ,,:V,,,, lhn,r..• .t JV/4¡:-:.m ,~ .. Y"' ....w,-,J., ,,¡.,....m.,,. /,1 '1,f,.-.1, ·"?·,.i.J. '1.U .•b o\_ f,~/': 14,w. (J. '., ::r,:;, ,t /..,wN11r J:0 11t :1/,J.1,-1,,t.¡(;~¡·#l f'lu, r.1 \ Nr,11: l't'N ,,,.,,,,u t:i,fi,,"" ,ft,•:1,•,• h,i, J'"/¡,\, /.,.m,r /,u~¡.·,.,:,,..,·}t: ,IAV' !t., 11lt ,,, ruu 4?nrf,. ,/,1,u Kt" 1,/., Ílwrl., ,·,,,,,.~/r .!Jlu )1'~..¡.,:• lf I°""_'/'""", ,.lf,U x._.,, ,!if'»•fr.Wlf fW°" fh 1: .111r., .. h :,¡,,,,:~, f""' ·'w.•Jb J~·~, ,1.1yw, ., J'~", __, ,/1,, 'J.ú';i, , r' lllllff'II d r /.1,.11•, yf':.7.'( .Ñ&..1ut j,.J'N ,h .Vm, ••; ./ rl'1U ~':, ,,,;»L ,..,¿~.,,¡, r .ir J,r f,/,1.,1),1 flllll Ot, fil , •f, t ,,IW ;vr/4,rv /í/., n'itr,, ,/,-l ·, hü#IN1".,~1Ír.1 "':l.r ,,trJrr.,,J dr. . 'l 111,m!J,¡/¿, .y/.· {irhuÚ.01 u ''"'!º·' /1 ,.,.,,....セ@ •• ~'! ,."1'. . , . ,, 1.,, h ,r•i/, ,y,j U,.• ?"" ~#fo» t.,1.r¡IF,, ,.:,111.f.ol • .AÍ'f"I, 1n};n,1~ . _ .............JI ;: .J: A f,,..,., .liJ,1 flf Ú e k J~~¡,,L!IK.1 ,•,dw.W..,. ,_.,, 1,. ...7/wn,il. J ,11,,¡,,,.,}.,'-":"'A~ ,/,,.,, ,:,,lfWÑ1•"';"-l~}t ;// ;, J..., ,/ ,!,.,• 1.1.w·.-.', ,11 ,. . . ..., rr.vA .;.,....,. J'Ñ'I _¿., ''t•t • 11, ,,N• /r,'/, r//,ru,ur• f"'' 1:,rof"l ;¡.,, , ~,,,.,~,,~ft>V' t,.r¡,v,,,. ~l, JJ¿ • 1, l' f/_.GN.; j ·" ~t.lH , ~._,.......VÍ S'/ ;1. l 1/frt • -...,../'"nul-n1 .Ir セ@ ,• t .a;IJI, ' ,- J~ , •• ,.v,., t'' ;_.n,k N,1 .l.,4., •....,.,:, t.".M.1h, • .,~. "'f ,(./{ A,,/,1,t,, l.u1 • lnt. .,_. • . /f,1Nt,, '1L,.1I, ; ~, , .., :.JNI .,..,¡rw·,.,/,j,t. Ñ1!flu~ ,.... セ@ k,./úhn'l1111: , .-J., .,,_,,,,,, t ),,.,,,.,,1,,11-_. , u ~.,., .J,111 , ,,~ ,. • / ,,N,lw n /.v r/. .~ J,_..,.,, ,.-, /.J.,' ·""'f,,1/J,• ,~n/,r., '/'u 1-ri..... , H 1,/ ft.:y11•• i /wl~17wl ¡ . :'/1,:m•,, ,., :7,::~g} J' h :r.~~~ LÁM . XXV las que concidero servian para sudaderos las que la mayor parte estan sumergidas, como se manifiesta en el Perfil, y Elevacion. 3) Noca. Que ARQ!JERiA DE LOS MILAGROS Y PUENTE DEL ALBARREGAS todas las letras de la Vista y Perfiles son con respondientes a los Planos. l."versión (Cf n.º 19) 4) Perfil que corta por la línea F.G.H.I.K.L. Plano. Plano. Visea. [Guillén XV; Cae. 660 = Reg. 4923, ref Pl-19] 9 LAM . XXVI Las famosas termas medicinales de Alange han sido frecuentemente diseñadas y estudiadas4 16, pero creo que tam- D E s e R rP c ró bién Villena fue el primero en hacerlo; en este caso Labor- M E DI DA de, años después, no ofreció las secciones. De la larga Es narración de Villena, que demuestra una sincera preocupación social, se desprende que, si intervinieron «los poderes públicos» para recuperar la antigua función de los Baños 417 N : Ms. sobre papel lavado en colores. s : 58 x 92 cm. e A LA : c. l/ 1164; gráficas de 60 toesas y 140 varas = 1O cm. Señala otras escalas para los distintos sectores que estudia. Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1793. Detrás, sello del Juzgado y n.0 « 119» en el ángulo inferior derecho. , fue debido seguramente al muy razonable reclamo que aquí TEXTOS hace Villena, no directamente al rey, sino a través del pro- 1) Vista del precioso aqueducto antiguo romano , que se concerva como pio Godoy (desde fines de 1792 secretario de Estado y de se manifiesta en la ciudad de Merida: primera parte, en prespectiva cava- Despacho), a quien se dirige aludiendo ya a su «poderoso llera. 2) Plano y Elevacion del aqueducto antiguo romano que se concerca en la Ciudad de Merida segun se demuestra; viene desde la Albu- influxo» sobre el monarca. Este detalle sugiere que el encargo se realizaba a través de Godoy, y además una acertada y hera, distante una legua de la ciudad; por cañerías subterraneas hasta la letra A; y desde allí por arcos como se manifiestan: son de ermosa sille- temprana información de Villena sobre la situación políti- ria, con sus fajas de ladrillos: como assi mismo contiene el terreno de sus ca vigente en la corte. emediaciones con el Plano el Puente de Albarregas con su Vista en punto mayor. 3) Explicacion. A) Sitio hasta donde viene la cañería subterranea, cubierta de b<o>v<e>das de manposreria, capás de andar por ella qua! quiera persona enpie. BC.) La mayor parte del aqueducto, el que vá devedido en tres partes, para mayor inteligencia nó se ha puesto en punto menor. DE.) La segunda porcion, laquecomprehende (el llamado) segun el vulgo el Milagro Grande. F.G.) La ultima parce en la que se manifiesta q.o /, . ··~.-;....,.,,, .L,:'z.,;J LÁM . XXVI el tamaño del conducto capaz de cra{y}er infinidad de agua. H) Camino había observado el conde de Campomanes. También me que va desde el Calvario assi alPuente de Albarregas a quien llamavan los parece nueva la observación de que este puente «sirve a romanos via Apia. I) Puente de Albarregas el que cambien se m anifiesta en punto mayor, para mas clara inteligencia. 4) Plano y Elevacion del ambos ríos», pues prueba que la crecida anegaba habitualmente toda el área de su confluencia, que hoy aparece des- Puente de Albar[r]egas antiguo romano. Es de bella consrrucion: esca arruhynado en los postes de los arcos. Carece de composi<ci>on por que plazada. La observación, de otra forma, la hizo también senó serrepara, y cahe, interceca codo elcomercio de las Castillas, tiene G. Fernández y Pérez en el siglo XIX42 1 y, hace muy poco, cambien la particularidad, de servir a dos ryos; ál de Albarregas en sus de nosotros mismos 422 • Se aprecia que todo este sector extra- sagues, y el Guadiana en sus crecientes. 5) Tercera parce del aqueducco. muros estaba aún ocupado sólo por «cortinales», es decir, 6) Segunda parce del aqueducco. Prespectiva cavallera. parcelas sembradas, y así se mantuvo al menos hasta casi comienzos del siglo XX. El dato sobre el nombre de «vía Se trata de un espléndido trabajo, que debió de costarle Apia» que, según él, daban los romanos a la hoy vía de la muchísimas horas de mediciones; especialmente riguroso Plata es muy curioso y parece erudito; de hecho, en su segun- 4 8 ' , que aparece da versión, más perfecta, lo elimina. Esta última (n. 0 19), visto desde el mismo lado, pero de frente, en el que es quizá sin data (pero que creo pudo hacer antes de junio de 1794), el más célebre grabado emeritense de Laborde. Es muy ilus- no es idéntica, a pesar de lo dicho por Guillén, ni tampo- trativo acerca del interés de Villena el aviso que hace, cuan- co lo son sus textos; véase allí. Recientemente (Canto, en es el sector de la arquería de Los Milagros 4 19 del río Albarregas 420 (de cuya his- prensa) he podido documentar en el autor árabe al-Rusati toria también éste es el primer dibujo conocido), instando que este acueducto era denominado en el siglo X al-Bariqa, a su reparación inmediata para que no quede cortado el lo que me permite sugerir que en época romana su nombre comercio entre ambas Castillas, un detalle que hacía años fuese Aqua Barraeca (de Barraeca = río Albarregas). do se refiere al puente ro ARQ!)ERiA DE SAN LÁZARO l." versión ( Cf n. 0 18) J'Ll\NO Y E.U. \'+-'-"""' Jlf",,.. セ@ !.SJ..,...W +,: セ@ .,1-,.. •,:,_,. ,;.cio DE L AQUF.(JU T O ANT i GUO ROMA O Ll.AMAW .";"1-.,... .9t(,:..., ...... .c. ,;.:.;.w.Jl.fm.L,J,-J -1•111 .,_ ' -:,- "9--.Jl.~ ~\:.C-'~ r = ""-Dt.•,.-,.J.i..:. ,.t,r.. t - .:- .. r ... ~~.JL-.,,.._-1.. ~ -. .. .1.. ._L........,.. ,'-~.J "'- ,-..h rJ A,_ ••f A~ ¿ 1.,.4 .~J- [Guillén xv; Car. 656 = Reg. 4919, ref. Pl-1 7] L.~~"""' LÁM . X XVII o Ese RI Pe I ó ME Es N : Ms. sobre papel lavado en ocre, gris y rosa. o I o A s : 59 x 47 cm. AL A : c. 1/72; gráficas de 6 toesas y 14 varas = 16 cm. e Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1 793. Verso, sello del Juzgado ; en el ángulo inferior derecho n. 0 «l 19». TE XTOS 1) Plano y elevacion del aqueducto antiguo romano llamado vulg<ar>mence Milagros de Sn.Lasaro que se concerva en la Ciudad de Merida, el qua! venia una legua distante, del sitio llamado Valle de Mariperes; por cañerías subrerraneas hasta Rabo de B<ue>y' 23 , y desde alli por arcos, como el que se manifiesta, de los que no ha quedado más, y los simiencos que sobre ellos han edificado arcos modernos; los que condusen abundancia de agua con la qua! se proveé en el día la Ciudad. 2) Elevacion. Plano. Véase lo dicho bajo el n. 0 18. "· LÁM , XXV!l 1 43 r r CAPITEL CORINTIO DEL FORO PROVINCIAL 2.ªversión (Cfn.0 1) [Guillén VI; Cat. 661 = Reg. 4924, ref. Pl-2] LÁM. XXVIII DE sc ME D Es R rPc ró N: Ms. sobre papel lavado en gris. r DA s : 48 x 29 cm. c AL A: c. 1/ 13; gráfica de 1 toesa y 6 pies de Castilla= 15 cm. Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1793. Verso, sello del Juzgado; a media altura, a tinta y con letra de la misma época: «N. 0 119. Planos de varios monumentos antiguos de la ciudad de Mérida, remitidos por Dn. Manuel Villena». TEXTO Chapitel del orden corintio en contrado en la escavacion que híso en la calle de Orguín, junto las ruhinas, que clisen fúe el convento Juridico donde tambien se han encontrado distintas piesas de columnas del mismo orden, como assi mismo fragmentos de estatuas es digno de colocarce donde sevéa para que por la parte, se conosca qua! seria el todo. 4'!""'---'~-..!...- - - '- ~ á..--.....!..- - 4 ,.. i-~ ,fea/,,, de, vúl~fi";,, ,l,(f!/'-" Parece, desde luego, el mismo capitel que el de la n. 0 1, aun- ~¡4.!... · _._ , _ que mejor dibujado. La información del texto es también más completa que la anterior del año 1791. Parece dejar más claro («escavacion que hiso») que, aparte de ver los hallazgos fortuitos y antiguos en la zona, practicó también la primera excavación en la zona del foro provincial de la calle Holguín, LÁM. XXVIII Ld..1. ' ' __,_,- - ---'·- --''' ---~~f.->: .;'/Kí,k.!,l't r·· J.(!!,,11 12 TEATRO 2.ªversión (Cfn.0 2) [Guillén IX; Cat. 659 = Reg. 4922, ref. Pl-18] LÁM. XXIX DEse RIP e Ió M EDID As : Es e AL A : N: Ms. sobre papel lavado en colores. 59 x 92 cm. c. 1/291; gráfica de 30 toesas y 70 varas = 20 cm. Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1793. Verso con sello del Juzgado. En el ángulo inferior derecho, tapado por un recuadro de papel, n. 0 «119», y en el superior izquierdo: «XXX:V.38». TEX T OS 1) Vista exterior del theatro antiguo romano, que segun se manifiesta se concerva en la ciudad de Merida. Prespectiva cavallera. 2) Plano del theatro. 3) Vista interior del theatro, em prespectiva rigorosa. 4) Perfil que corta por la líneaA.B. / C.D./ E.E/ G.H. 5) Plano, vistas, y perfiles. del theatro hallando fragmentos de columnas de su mismo módulo y antiguo romano que en la Ciudad de Merida se concerva, y existe como se orden, así como «fragmentos de estatuas». Es una lástima demuestra. Nar[r]acion. Es este raro edeficio uno de los mas bellos thea- que no conservemos los dibujos que sin duda hizo de las mis- tros antiguos romanos, que se ha encontrado en nuestra España, que aun- mas, pero su mera documentación escrita ya es novedosa. que aruynado como se manifiesta en sus vistas, y perfiles, dá muestras de En cuanto a la indicación que figura en su parte trasera, únicamente presente en esta lámina, es evidente que serviría para lo magnifico, y mag{u}estuoso de el: se veé tambien; por lo que se ha descubierto tiene segun parece cuatro cuerpos, y está fundado en la cahida de una loma de tierra, en la que el sabio architecco, formó el primer; y segun- el conjunto. La manera de llamar al autor, «Dn. Manuel do cuerpo: y en el llano, puso la orquesta, el procenio, pulpito, scena, y por- Villena», debe de proceder de su archivo en la Secretaría de tico, que hasta hora no se ha buscado, y no dificúlto el que se encuentre; Estado, que es a donde Villena los había «remitido», como porque en la escavacion Ase ha encontrado una columna de marmol blan- al comienzo se dijo. co, con betas a sulco. B. una base C. y otras déstintas piesas de cornisa del 1 45 orden corinthio, en las que se obcervan estaban forradas de finos marmo- columna que se encontró en la escavacion A y s<e> manifiesta en el Plano les; por los ajujeritos con gra{m)pas de fierro, que las sustenían, las que jusgo y Perfil que corta la linaA.B. D) La piedra con laynscrision [sic] que abajo serian ádornos del procenio: juntamente se ha encontrado una piedra de se demuestra la que merece colocarce sobre la puerta G. para que los viaje- granito la que señala la letra D con la ynscripcion que abajo se manífiesta ros véan la antiguidad de este raro monumento. N) Puerta provisional la la que nos dá a entender por quien, y en que tiempo fue edificado can bello que se veé fue abierta apico des pues de la obra hecha. O) Termino Senato- vestigio de la Antiguidad, la que tiene de largo dos tuesas, y dos pies: y de rio alqual se entrava por las puertas principales señaladas con las letras F.G. ancho, un pié y dies pulgadas, la que ymagino servia de a<Dchitrave ala P) Procenio. Q) Orquesta. Notece: Que todas las letras contenidas en el puerta E. la que se descubrió parre de ella aruhinada, como se representa Plano, son referentes, a las Vistas y Perfiles. 5) Lapídaencontrada en la esca- en la vista, y Perfil: Promete el terreno encontrarce un Padron cumplecto, vacion A. La que tiene de largo dós tuesas, y dos pies: es digna de quese que tanto honor haze ánuestra España; el que concidero digno, de que el colóque sobre la puerta G. para que vean los viag{u)eros tan bella reliquea Vuestra Excelencia con su poderoso influxo ha<g>a que el Magnanimo Espi- de laAntiguedad. [Dibujo del epígrafe]: M.AGRJPPA L.F.COS.III.TRJB.POT.III. rito de Su Mag{ u}estad, que Dios guarde, mande desenterrar tan rarísimo monumento para que las Estrañas Naciones, que nos ymaginan dormidos en las Sciencias, vean que cenemos un monarcha, que no solo nos mueve, despierta, ylumína, yynstruye en ellas, fundando nos Univercidadesy Academias, en todas Artes, y Sciencias; sino que cambien que hase que se vean Aunque J. F. Guillén dice que ambos diseños son idénticos, éste es más completo, tiene más texto (con tres columnas de claves de letras en lugar de dos), no existe ya la confusión con los (monumentos) que tantos siglos yasen sepultados. 6) Explicacion. F) el «amphitheatro» que tuvo en el de 1791, y aquí incluye el Puerta que sale al procenio, y la primera que se descubrio. G) La conrres- dibujo del dintel deAgripa, hallado por él dos años antes (aun- pondiente á élla donde se hiso la escavacion A, y se descurbio todo lo que que omite en esta ocasión el detalle del enlucido blanco que lo manifiesta la Vista, y perfil, que corta la lineaA.B. H) Seis puertas, ó vomi- cubría). Hay también algunas diferencias con el dibujo ante- torios con su corredor; que dá vuelta átodo el edéficio, y salen al Senatorio, rior en la planta del teatro, concretamente en el graderío, la y proceguiendo se encontró la entrada principal, que escava abierta desde la letra X hasta Z. I) Sitio donde hiso la escavacion para ver las gradas que tenia el Senatorio. K) Cinco puertas que tienen la entrada, por la parre exterior, y sale al tercer termino para bajar al segundo. L) Seis puertas, que tie- orchestra, alguno de los perfiles, y en los itinera o accesos laterales, que aparecen más liberados como consecuencia de su progresiva excavación. La riqueza de datos para el aspecto origi- nen cambien la entrada por lo escerior, y servían para bajar al tercer termi- nal del teatro es grande, así como el detallismo del dibujo. Se no y subir al quarto. M) Cuarto termino, ó popular que tiene arruy{a)nado ve que excavó primero en el iter oriental, pasando luego al todo quanto manifiesta el sombreado de negro sobre el carmín. B) La opuesto y a otras zonas de las cáveas. Deduce la existencia del VÍST.\ f:XTUIÍOR JH: t . íllf:,\TRO .lll'TÍGllü llOMAJ\iO. Q St:GlJN SH{ANiFits rn Sf. CONO~RV,\ o: L,\ CÍl lJUIJ 1-l~lf:JIJJ\ J' KJ·:SJ'J:CTT\ ",\ C"A\,11 .U,K,\ . PLANO,ViSTAS ,Y PERFiLES. IJLl. ·¡ /-/J:¡\"J'/W i lNTicuo IWJ\UNO, QL'E EN).¡\ CJllJJAJ) llF. MEHJVA SI.: rnNcf:1\\-~ ~· ,,:xisn: co~ro sr-: 1Jl:Mllf".ST111 NAMCiON. ,.,.....,.,,,._ . / /~ , ¡,¡ ¡}tu r,,jf'!'" 1 & C,,1., ,...,!,,/,,,,," e :1 l ·.,,1.,_,....,,,, , .,·,,. , ,,,.,, LAM. XX IX pórtico por el hallazgo de una columna en el sector A, creyendo ver a colocar el dintel donde hoy sigue era acertado. Véanse que sería posible el excavarlo con éxito, como todo el edificio, otros comentarios, también por fuerza parcos, que hice bajo para ilustración de los viajeros, lo que vuelve a encomendar al el n. 0 2 y especialmente, refiriéndome a la inscripción, la nota «poderoso influjo» de Godoy cerca del rey. Su consejo de vol- 394 y su texto. r3 ARCO DE TRAJANO O DE SANTIAGO l'I./1.NO. VÍS7il,Y PERFiL DELA l'OIICÍON QUE HA QUWAIJODEUN ARCO 2.ª versión ( Cf n.º 3) TRiUMl'HAL /I.N7JGCIO ROMANO. [Guillén Il; Car. 657 = Reg. 4920, ref. Pl-16] .t.;~;::-: ··~.~;:·;:::~~;~;z1::_:~.~~::::: ,=': .:~-:.;,~~.:: ':::~~:..~:z::~·'.{¡,~~~~==.::..:·."::~ 1 r LÁM . XXX D Es e R I re I ó N : ME 1:¡:1,,,, e,,,,.. 1.1.,-,.,.. ,,,u Ms. sobre papel lavado en gris, ocre y rosa. o I o As : 59 x 47 cm. E s c AL A : c. 1/72; gráficas de 6 toesas y 14 varas = 16 cm. Fechado y firmado en Mérida, 26-1-1793. Verso, sello de[Juzgado. Todo el borde trasero lleva una tira de papel como refuerzo. Ésta ha tapado un número, en el ángulo inferior derecho, que al trasluz parece ser un «110» (cf aquí n. 0 11). TEXTOS 1) Plano, vista, y perfil de la porción. que ha quedado de un arco triumphal antiguo romano que actualmente se concerva como sedemuestra en la Ciudad de Merida llamado vulg{u}armente el Arco de SanTiago, por ;_. _ _ _ ""'-'ft-'_ _ __ __,- f estar inmediato auna ermita del Sanco aposto!: Yace sepultado todo lo Í-J que queda debaxo de la linea sombreada con el color de tierra, que para }, averiguarlo, se hizo la escavacion AB. hasta encontrar elsoc<a>lo y el empedrado antiguo. 2) Elevacion. Perfil que corta la línea BA. Plano. LÁM . XXX Véase lo dicho en la lámina de 1791 (n. 0 3). El sombreado de la excavación, no muy bien resuelto gráficamente por las, y que las once centrales presentan una oquedad; todas tie- entonces, aparece aquí de menor tamaño; se observa en su nen pequeños agujeritos en ambos extremos, todo ello quizá fondo menos empedrado, que aparece sin embargo comple- resto de su primitivo revestimiento. Aún se aprecia hoy en día to y bien dibujado en la sección, junto con el corte del sector con claridad en el interior del arco el sombreado de la línea que excavó. Obsérvese que vuelve a dibujar veintinueve dove- arqueada que Villena esboza en la cara interna meridional. 1 DJ Di l jos firmados el 3 de junio de 1794 Montiel en la laguna Roydera; se hunde junto á Argamancilla, y renace PUENTE DEL GUADIANA, MURALLA. ALCAZABA Y CHORRILLO 9 leguas adelante cerca á Daymiel, en laguna llamada Ojos de Guadiana [Guillén XVI; Cae. 665 = Reg. 4928, ref. Pl-14] y ócultandoce, y descubriendoce varias veses, lleva su carrera al descubierto desde Oriente á Poniente y entrando en la Esuemadura pasa por LÁM. XXXI D E se R rPeI oN MEDIDAS: : Ms. sobre papel lavado en colores. 59x93cm. Medellin y de alli tuerce algo al Poniente y de aqui [sci!., de Mérida] llega a L<o>bon y a Badajoz: Sirve de raya ó devision á España de Portugal: llega á la antigua colonia de Mertola donde se despeña formando una e A L A: c. 1/291; gráfica de 30 toesas y 70 varas= 20 cm. admirable cascada, sigue su curso entre varios pueblos, assi de España, Fechado y firmado en Mérida, 3-6-1794424. Verso, sello del Juz- como de Portugal, regando con sus dulces aguas las hermosas quintas y Es gado, en el ángulo inferior derecho, a lápiz,« 147» y en el superior del mismo lado, «XXXV39». pomares que hay de una, y otra parte, hasta que por Ayamonte y Castromarin dezagua en el Oceano. 6) Explicacion. A) Antiguo puente de Merida. B) Puerca del Castillo. C) Entrada para la ciudad. D) Surtida"' TEXTOS para el tajamar. E) Tajamar. F) Muralla antigua romana sobre la que los 1) Plano de una porcion del precioso puente antiguo romano de la ciugodos y moros fundaron el castillo llamado vulgarmente el Conventual. dad de Merida con su tajamar, como assi mismo él dé la muralla cambien G) El Conventual. H) Chorrillo. / Notece: Que todas las letras del plano antigua laque llega desde el puente hasta el Chorrillo, sobre la qual los son conrespondientes á las Vistas y perfiles. godos y los moros, han formado él Castillo llamado vulg{u}armente el Conventual, con sus Vistas y Perfiles. 2) Elevacion y vista del Chor[r]illo. 3) Visea y Perfil que corta y corre por la linea I.K. 4) Vista de una porcion del muro del tajamar, por la parte que mira al Conventual. 5) Naracion. Esta lámina es quizá la más completa y variada en noticias, y novedosa para distintos aspectos hoy desaparecidos por Tiene este puente 632 varas de largo, 8 de ancho, esta fundado con 60 completo, como el citado «Chorrillo» 426 • Es también muy hermosos arcos de bella cillería, sobre el memorable ryo Guadiana, el que poco lo que queda actualmente del espléndido tajamar, muy tiene, su nascimiento en la Tierra de Alha<m>bra distante 4 leguas de castigado ya en las avenidas del río en los siglos XVII y XVIII. Para la multiplicidad de versiones sobre el número de arcos (que no es una inscripción); y, a la derecha, lo que se ase- que en realidad tenía el puente según cada observador, véase meja a una estela de las típicas funerarias emeritenses, con el capítulo anterior y la nota 342: sólo acertaron Forner y un busto y debajo una faja para el epígrafe de rigor. Por otra Villena. En el extremo izquierdo del muro de la Alcazaba parte, Villena apunta detalles sobre el Guadiana sólo o más se ve la emblemática Puerta del Puente (que sustituyó, delan- fáciles de conocer entonces para un portugués, como la te de ella, a la emblemática geminada de las monedas roma- «cascada» que el río hace un poco al norte de Mértola (el nas de Augusta Emerita), conservando completo el espec- «Pulo do Lobo»: catorce metros de estrecha caída) y que en tacular arco de herradura árabe, poco apuntado aunque realidad impedía la navegabilidad continuada desde Mér- bien cerrado, y del que hoy sólo queda como testimonio un tola hasta Mérida, tópico éste que sin embargo ha estado pequeñísimo resto de su arranque derecho. Hay que tener presente en nuestra bibliografía durante décadas 429 • Lamen- en cuenta que todo este sector debió de sufrir mucho con los ción de Castro Marim como punto de desembocadura en bombardeos de 1811 427 por lo que estamos ante un docu- vez del moderno, Vila Real, prueba el rellenamiento pos- mento histórico, pero no sólo de lo más antiguo. Esta pers- terior de las bocas del Guadiana. Por otra parte, usa «pomar» pectiva, que refleja incluso el completo almenado de la para manzanales o frutales en general, y «quintas» por fin- , 42 muralla 8, me parece asimismo muy importante para el cas, palabras que, aunque existentes en español, son de uso estudio de la Alcazaba árabe y del recinto del posterior con- más habitual en portugués. En las escalas gráficas de esta ventual cristiano, y espero que el documento sea muy bien lámina escribe también varas «castillans» 430 • Campomanes aprovechado por los especialistas en la arqueología hispa- da una interesantísima noticia sobre este mismo sector, nomusulmana. Sobre la puerta, el preciosismo de Villena cuando dice que « ... á la entrada del Puente al pie de la ciu- -recordemos sus habilidades como miniaturista- ha dad [... ] el lienzo de la muralla añadido (scil., por los ára- dibujado: el escudo con las armas de la orden de Santiago, bes) esconde la escala Romana», lo que sugiere que aún a a la que perteneció el Conventual; otra hornacina o relieve mediados del siglo XVIII era reconocible algún tipo de rampa de cabecera semicircular, que parece estar rellena con algo escalonada o similar del acceso romano a la ciudad. 150 - ~~.::- ---. ,: \ "',.,e • L .' . -- . ' . ··~ . :......· = • • ·;-. ~- - . ::1... LÁM . XXXI 151 EL ALJIBE DE LA ALCAZABA señales de campanas. Assimismo á firma el mismo hestoriador haver sido [Guillén XVII; Cat. 662 = Reg. 4925, ref. Pl-13] yglesia de los godos, sé assi fuera, rubiera otra forma, y sumpruosidad: toda esta óbra sea de quien fuere, es apreciable por la raresa, y su cons- LAM. XXXII trucion: esta formada de bella cantería, tiene agua segun la lleva el ryo Guadiana de quien la recibe, y guarda su nivel: las escaleras son muy sua- D Es e R r Pe I ó N : Ms. sobre papel lavado en colores. 45 x 95 cm. Es e AL A: c. 1/125; gráfica de 9 toesas y 21 varas= 14 cm. Fechado y firmado en Mérida, 3-6-1 794. Verso, sello del Juzgado; en el ángulo inferior derecho, n. 0 « 147». ME n rn ves al bajar: los techos de éstas son de diferentes marmoles átosas"', que As: las recibe un comisan: en la boveda mas alta del alg{u}ibe, esta la abertura para que la noria saque el agua y llenar el gran estanque (que como dizen esta en el ayre) para regar la guerta del Conventual. 3) Perfil que corta la linea... A B C D en el plano. 4) Perfil que corta la linea E F. 5) Explicacion. 1) Guerta del Conventual. 2) Edificio donde en lo alto esta TE X TO S 1) [Sobre el recuadro inferior izquierdo] : Plano y Perfiles de la particular noria antigua romana, que segun se demuestra está en el con ven [rual] 431 • la Mesquita, y en lo subterraneo la entrada para bajará el Alg{u}ibe. 3) Entrada para la Mesquira. 4) Mesquita. 5) Entrada para el corredor sub- 2) Naracion. Aún que en la Historia de Merida por Bernabe Moreno de terreaneo en donde estan dos surtidas para bajar ál Alg{u}ibe. 6) Puertas Vargas clise, que este edificio és hecho por los godos; ymajino padece de dichas (surtidas) con sus escaletas. 7) Alg{u}ibe, 8) Boveda, que se equivocacion; porque la mayor parte de las bovedas que tiene, seconocen conoce fue reedificada. 9) Boveda antigua romana. 1O) Ventana que cahé án sido hechas por los romanos; pues estan metidas en la muralla antigua al ryo Guadiana. 11) Caja de la noria para sacar el agua. 12) Estanque o romana, como se manifiesta en el plano y Perfil: assi mismo la ventana alverca. 13) Muralla de los moros sobre la antigua. 14) Muralla antigua que le comonica luz: en la Vista de la del conventual bien sin falencia'", romana. lo testefica. y luego si fuese obra de godos, [¿]havian [de] desbaratar otro edeficio suyo, para con los marmoles de él á domar este? Si fuese adornado con los de los romanos podría ser; por que todos los edeficios suyos destruyeron, y aniquilaron, á que nó quedase memoria, pero fundar una obra y nó lavrar los adornos apreposito para ella, és incompatible; soy de parecer mas bien, que los godos desbarataron esta obra á los romanos, y En el análisis de esta difícil obra, todavía hoy uha de las menos estudiadas de las emeritenses, es donde Villena Moziño muestra mejor su sentido común y su capacidad para la observación arqueológica, aunque su conclusión supusiera la reedificaron los moros, y la adornaron con los fragmentos de los edifi- ircontralaautoridadde B. Moreno de Vargas (seguida luego cios godos y romanos, corno lo manifiestan los Perfiles: también sobre la por G. Fernández y Pérez). Es este el monumento del que boveda de la entrada a dicho alg{u}ibe esta la mesquita con su torre sin el académico Basarte en su peritaje encontraba deseable que 111111 /, t,!l il t'f ,r,., , ,1,/J,(,:., 1:, 1: PF:Jffil. QUE COH1A /_A LÍNEA A.B .C U. EN EL PI.ANO. .¡.; t.: \/1,W/ O/\''. ~lf~..,¡;,.•J;,.r.,.. r:.c,y; LÁM. XXX II Villena «extendiera su descripción con nuevos dibujos, sos exteriores; segundo, si no es goda y tampoco conserva donde se presentaran más detalladas y a mayor tamaño las por completo su primitivo aspecto romano, es que los godos diferentes partes de la obra». El razonamiento de Villena es, debieron de destruirla, o al menos el edificio del vestíbulo de hecho, impecable: primero, si la obra original fuera goda, superior; y, tercero, por tanto son los árabes, al construir la sería absurdo que la decoraran con elementos propios pero Alcazaba en el 835 d.C., los que revalorizan el viejo aljibe reutilizados, como lo son las bellísimas pilastras de los acce- romano -del que debía permanecer intacta sólo la sólida 1 53 cámara de captación-, reaprovechando para ello materia- PRESA DE ARAYA"• les romanos y también visigodos, seguramente de la inme- [Guillén XVIII; Cat. 663 diata «aula» de Sancta Maria omnium Virginum (quizá aneja = Reg. 4926, ref. Pl-4] LÁM. XXXIII a un monasterio femenino), cuya consagración en el 627 d.C., con numerosas reliquias, se conmemora en la célebre inscripción aparecida en 1947 en la huerta del Convenmal434. La forma de trabar la techumbre de los dos túneles de bajada recuerda en efecto más a las técnicas árabes de raíz DE sc R Ir cIó MEDID As: Es N : Ms. sobre papel lavado en colores. 29 X 47 cm. c A LA: c. 1/418; gráfica de 15 toesas y 35 varas= 7 cm. Fechado y firmado en Mérida, «3 de Junio del [1]794» 437 • Verso, sello del Juzgado y, en el ángulo inferior derecho, «147». oriental. Parece, pues, que la famosa cisterna o aljibe de la Alcazaba debe ser en origen una obra civil romana, fundamentalmente práctica, mientras las escaleras, los portales de acceso y el reservorio superior («en el aire»; Campomanes lo TEXTOS 1) Plano de la charca de laAraya, antigua romana distante de Merida una legua; servia para recebir el agua sobrante de la de Albuera de la que dista media legua, existe como manifiesta el Plano y la Elevacion. 2) Elevacíon. llamaba «baño pensil»), es decir, sobre las bóvedas de bajada, han de corresponder a la restauración árabe. El conjun- Según creo, es el primer y único estudio antiguo438 de esta to, muy bien concebido, se beneficia hábilmente de la cota presa-aliviadero, a unos 2,5 km de la de Proserpina, aquí lla- del Guadiana, y tener un aljibe fuera de la muralla, en una mada con su nombre tradicional de «LaAlbuera» (cf a conti- Hispania ya pacificada, no parece en realidad ningún pro- nuación, el n. 0 17). Cuando entre 1826 y 1837 la mencionó blema; en todo caso ya señalaba Villena en su «narración» G. Fernández y Pérez439 la componían ya sólo restos de muros, que la mayor parte de las bóvedas inferiores «están metidas mientras que aquí aún conserva relativamente su forma. Fue en la muralla antigua romana435 • estudiada brevemente en 1970 por J. M. ª Álvarez Martínez440 • Su idea es que no se trata de una presa secundaria, como sugiere Villena, sino de un embalse para uso particular de una vil/,a. Quizá cumpliera ambas funciones. Hoy en día sus muros están muy cegados y destruidos, y parece de menor tamaño que el que Villena le representa, pero conserva los contrafuertes44 '. 1 54 11 · ·. ·'\., 'o ' ..: .. ,.- , 1 !·: ·•: ... . ' r .'· ::;. セ@ .~ 1• ::.'.· i :i· ... 1 p ' ~o .~. A;i\· .:_ t~, i:· ,, i t~ ..., セ@ ;. ' ¡, • .iJl" , . .. . '·· : セ@ l t ,:i· セ@ : ¡, • • セ@ b 1 セ@ ( :>l . ,~ "':.- セ@ セ@ セ@ .¡, \,,. t~. .!; ,..~ i-~ J , ' ( ~s j_ ¡. ,f # I') ¡!0 ;i ·.·, l.~¡.. •• ·, ,. f' • . ~- セ@ ,f\ r. , ' '. ;,fo·,1 t • •! 1 ' セ@ 1'•. '• . ¡:.! ;' ,' 'l. 1 ..:.J~I'~.· セ@ ' .... ' ·' • ( . "-·J '' .. . ;;,-~ ',:. ,' .o...:.'l" ' セ@ '(', . )\ ., : . . -~ · · :~ *"~ :r. , : ,. , ,;'· ,~ ,:.- : . :_ ~::,; • 't ¡. ,. · 1 , 1. • ',.. : ; ~:::? ' ·~' ..! ,. .o ,· l セ@ ., -~ .fii .. ;.. ; : _;, ', '. ' •.l.' e) .. §: !=:: セ@ r•J,1\A~ :, 1, 1 ,.' to·, I• ,,. •• 'セ@ ; .'~/ ••. "!;I O> • i, ; ' 1 r ., " r.. ;; S: !S 1\ 1i' ,: .... 1·1: I• . ' ,. r J J · : ,, I' / •¡' > i•)< J'. :• • • • ••_.,lo.' ,. • J; . ,.. ) セ@ H r, ... ' ' ': ... h ! セ@!:S ) !·'¡· 1}, ,• •'·'·.·:, ! .} L ' ~· セ@ セ@ ¡.:, .. ,, ...., セ@ -t • I '; ,.. \ ',i~ • ?~ .-!· :· t • ,;-:-; , ,'t:· ... : -t: : 1 '·iJ· 1 ..-;-· • •• 1 ': : : •• ;• .. \ • • • :., . ' - : ·..セ@ : •! : . ,. J' ' : • • ~' to ·~ • . J, セ@ ' . ! 0 1 • セ@ :,,: !;;; • セ@セ@ : e= ... ·.:1-: •¡ ; :• セ@ • ) '· ·' l~ . セ@ I• ¡-. ,. ,·,· ·' l ;'1· セ@ - •·.) f~ I f;°¡ 't.. ';: ;~-} ~-.- t. , t 1•. J• ¡, f 1 •• .~:' . . ·, :• ·\if .'. ~. tiセ@ ¡: ):5 セ@ f\ , 1 \ 1 f.iA セ@ セ@ f>• .._; b s: 1_:.:··, :~· ./·, :..,¡ r, L ., • セ@ Q f;i :,...> ,. t,·1 .. . . ·,'. • .~, l.: , 't ' · : • セ@ .:1 ~·t'. .}- ¡ . ; , . l' " .. •• \ t.\ 1 • l ~. ' , ' セ@ ºJ.,•l, .. ~t,¡. r ' t- 1, ., ~· ~ - ~s: •. ::.:~·セ@ . セ@ !-~ b ~- • • f t. " セ@ ,1 "'· · •. ~. 1! . , ~ ij-4 ' l, . ",.,. a. : 1 : l. 1 t 1 :. 1 , : I¡¡, i· ·1 • · t . セ@ 1 .r, . •., •. i . •·,·· ; 1 1 I !. セ@ • l'\ ,._t. 17 PRESA DE PROSERP!NA (LA ALBUERA) [Guillén XIX; Car. 664 = Reg. 4927, ref. Pl-9] LÁM . XXXIV D E se R rPeI o MEDID As: Es N : Ms. sobre papel lavado en colores. 47 x 133 cm. e AL A: c. 1/529; gráfica de 30 toesas y 70 varas= 11 cm. - 7. . Fechado y firmado en Mérida, 3-6-1794. Verso, sello del Juzga- :. do y el n .0 « 147». En el extremo derecho tiene por detrás una restauración antigua por un desgarro de la lámina. I'l .:\\'()_)··v1sT,\ /)/·: / .. \ CJ!:\J{C¡\ .\.\'ºJÍC.U;\ /W.\l;\N:\ I.Lt\,\L\/)¡\ nu.<;11:v . TEXTOS l) Plano, y Vista de la charca antigua romana llamada vulg{ u}armente ... Albuera, está distante de la ciudad de Merida una legua poco mas, ó menos. 2) Narracion. Nadie puede negar, que los antiguos romanos, cuando emprehendian qualquier obra miraran fuece tan perfecta, que serviese de modelo en lo fu{c}turo. Hallando pues ser este terreno tan capaz, y aproposito para formar una laguna artificial entre los cerros A.B. levantaron una gran muralla de manposteria, revestida de bella cillería, con dos bozines cuadrados ala espalda, con sus escaleras, tambien de cantería, para bajar alfondo á graduar mas, ó menos, la salida á el agua de los aguamaniles de bronse que están en la muralla, segun para lo que lahavian menester; en frente de estos están unos conductos, que tiene de alto siete pies, y tres de ancho con sus clarasboyas; por donde vá elagua siguiendo cubierta por bajo de tierra todo el espacio, que occupa el malecon que han formado artificial para reforzar, y servir de empujo a dicha muralla; luego seguia al descubierto para los molinos LÁM . XXXIV ... ": ' t " . ::- !! .i\ 'ARHJ\ cioN. /.1.f.YANO.I' .,......., ._,,,, • l.-:1.., • l -=-,:- ,>.' ·;. r,,, . ::;,~·~;_:::-;~:.~:~·~/·:::·:·::·::·~::>:.": ;/:·.:t ;:-/ ·~·....... ....,. ··'- .,._. l ~,;., . ;..(..,.. ""~ ·"' .. ,:..,..,1... セ@ ¡...------------- .-------------------------------------------------------1 :·~:.. セᄋ@ .·: 1:;:,~. .,.:!!,~:::...,·.,~: .~......,.:~:. ;.::,:.~:;~--,1~;::t)~~" .. .-.,.. ... 1..... •• -~.. 'f*"' - -,4 .J, # • 1~":·. I\ ·~··...... !... . #~ .,~.t,...,. ; '"'" _..., , • ....- ,/#'" ~ _ _ , _ , ... , .... ",,,.,.., • • '* J, rl-;¡'"' At:.~-i-.,.. , r•" t,,,., (:·.,..,.. ·'·,'~!-:..""( ,..... , ':,'/:.''·"·," . . ,,, .,:1 ..:-·:.., ·''"'''.í:, ... :.,, •..•J• , el.,:~, -·~·11. , !,.. r"T .¡... .. , ... ..., ..... ,...... ,. ;,_,: 4.,-i:.. .,.,~,.->,,,.,. ._... .. . . ¡., •• ••, ' r ,, , I•" セ@ - ,·:, / 1,, ,'.,,.:, ¡ ., ,.,•. • , •' ,,..,:.,,, .,4 .... . '.,. ,.,~, ,,.., ~¡., ·:. ~,-,: :~·:·;~~-;, セ セ@ . :~~;l•·. . ~.:·i:: :1, :·~:i セ@ ;;: ·:·::·:::·.:..... ·:::;. ·::.· •• ::··~~:-;::·. '~., l ::(:~'~:~·::.:::· .._:·~~::~;::; ... ,-.r- :... _ ...., .· -·-..:r # ..., . . ,.,. . ¡.,~j,, ,:Jto,• ,.,. .. セ@ -~:..J ...... . ,# ..,.,, ...' ,,..,·,.,!; ,ff.,.-,,'i:, ,,.,; f"' ,•,,/,,,-, ~/, IJ"•' ," ,:-,,. / , /t; ,• •• > ,·,,.r, ,.1,,,. J• ,., ,.,, .',., ,', '·::. -, ..,.,.,,.¡, ... ,;,, .·,·-r··¡'~ ...J ,. •::tM~> •• ,u:"' r:. t/,, ('.,,, • • /,,,. ,' ..... ,,,, •• F:.../'IJCAC'/OX \ /\ ,·,,.,,' ,~,-, : .., •• ' l. ,: . .. ·......... • ,, ·-·· • ' .. ',,_,,,,, .• ., ·..,., ,._ ,._ ""'-- -=--- - - - -..:..:·,.·:. . . . ,,,........\-~ -=--="- 1 57 que cenian en coda aquella vega, en donde se concervan dós antiguos Aún conservaba entonces esta bella obra de ingeniería formados de bella canceria con sus bovedas de la misma: hay hasta onze hidráulica su antiguo nombre de «La Albuera de Carija» o, modernos de particulares, los que cuando falta el agua en Guadiana con simplemente, «LaA1buera» 442 , así como sus «aguamaniles de la cequedad del escio, muelen, y provéen nó solo la ciudad, mas aún muchos de los pueblos immediatos: tiene dicha laguna de circumferencia en su mayor creciente, cerca deuna legua, és abundante de bronce». Se trata del plano más largo de todos (1 m y 33 cm) y el segundo por su escala, tras el de la arquería de Los Mila- muchos, y bellos peses, como pardillas, bordallos, carpas, y enguilas: y gros. La observación con respecto al carácter de desaguadero por que en las grandes avenidas no sobrepujace él agua por en cima de y reservorio de riego para la presa de Araya es muy original, la muralla, en uno de los cerros, abrieron apico un canal para que salie- pero, salvo estudios más detenidos en busca del canal secun- ra el agua, y fuera á dezaguar a la charca de Araya distante media legua, dario que cita, no parece muy factible. Del «molino antiguo junco al ryo Guadiana. 3) AB) Cerros entre los que se ha formado la romano» que señala con la letra H no parece quedar hoy ras- muralla. C) Muralla. D) Bosines con sus escalones. E) Conductos subcerraneos. F) Clarasboyas de dichos conductos. G) Cañería al descubierto. H) Molino antiguo romano. tro, y debía de serlo porque reconoce once modernos. La enorme y valiosa presa, todavía en uso, ha sido después suficientemente conocida y estudiada. r58 E] Dibujos no datados: ¿1794? r8 ARQ1JERÍAS DE SAN LÁZARO 2.ªversión (Cf n. 0 10) [Guillén XIV; Cae. 647 = Reg. 4910, ref. Pl-6] LÁM . XXXV D Es e R Ir e ró N : Ms. sobre papel lavado en colores, montado en tela con una orla de cinta amarilla. MEDIDAS: 47x36cm. Es e A L A: c. 1/72; gráfica de 6 toesas y 14 varas= 16 cm. Firmado en Mérida («Mosiño»), sin fecha (¿1794?). Verso, sello del Juzgado y el n. 0 «147». TE X TO Plano y elevacion de una porcion del aqueducto antiguo romano que ha quedado en la ciudad de Mérida, el qua! venía del Valle de Mariperes distante una legua; por cuyos conductos antiguos viene (en el dia el agua, que abastece la ciudad) asca Rabo de Buey, distante un ciro de cañon, y sigue deahy en adelante, por arcos modernos formados la mayor parte de ellos sobre cimientos antiguos. _j _J _J e/; ut._.~~ ,w ~ -¾<-.,....,..,_.___.,S~, _,i,__ _ illu __ ~ - ---.. ~. Ji u 11. ~~,,.,. La principal diferencia con la versión anterior (aquí n. 0 10) ) ;¡.~-.~ ,;=a-1==,=.aalaaa,a=!==;=''"== = =- ~ = =,; ,. ,.._ es que la composición es más armónica y está mejor proLÁM . XXXV 1 59 19 LOS MILAGROS Y PUENTE DEL ALBARREGAS 2.•versión (Cf n. 0 9) [GuillénXIII; Cat. 648 = Reg. 4911, ref. Pl-15] LÁM. XXXVI DE s e R I Pe Ió N : Ms. sobre papel lavado en colores, montado como el anterior sobre tela y con orla amarilla. MEDID As: 68 x 93 cm. Es e AL A: c. 1/215; gráficas de 15 toes_as y 35 varas= 13,5 cm y porcionada, ocupa mejor el primer plano y su dibujo es de de 140 varas y 60 toesas para el plano. más calidad; de ahí que pueda pensarse que ésta fue una Firmado («Mosiño»), sin fecha (¿ 1794?). Trasera: Sello del Juzga- mejora de aquélla y una lámina, como la siguiente, hecha ya do. En el ángulo inferior derecho, «147»; en el superior «X:X:XV.36». al final de la estancia (véase el detalle del montaje del diseño sobre tela y con la misma orla de color amarillo). El texto TEXTOS es similar al anterior, pero también su redacción es más 1) Vista del acueducto antiguo romano de la ciudad de Merida. 2) Plano, correcta y, como puede verse, ha eliminado el nombre por y elevacion de un acueducto antiguo romano, y sus emediaciones: como el que el vulgo conocía estos arcos, derivado de la ermita tanbien, el plano del antiguo puente de Albar[r]egas, situado en la vía inmediata, y usa «Buey» en vez de «Boy». Es digno de des- militar, en punto mayor, con su elevacion. 3) Plano y [e]levacion del tacar, como ya comenté supra en el capítulo VI, que, estu- puente de Albanegas. 4) Explicacion. A) Cañería y caja d[e]l agua que diando en 1976 este resto de acueducto, y esta lámina sin fecha en concreto (a partir de J. F. Guillén) el arquitecto A. Jiménez Martín443 afirma que el de Villena, de todos los venia al aqueducto. B.C.D.E.F.) Aqueducto formado sobre tres ordenes de arcos arruynados. G) Huertas junto al ryo Albanegas. H) Ryo Albanegas el qua! desagua en famoso Guadiana. Y) Vía militar en la que se concervan aun oy parte de su enlousado. K) Puente antiguo romano el dibujos que conoce, incluso los más modernos, es el más fiel: que tiene la excellencia de cervir a dós ryos, Albanegas, y a la Guadiana su alzado es exacto, y tiene sólo leves errores de medidas en cuando las avenidas, que por esta parte se estende. L) Puente de Albane- su planta. gas. M,N) Vista ó elevacion de la parte del aqueducto que en el plano 160 ,. Pf.,\NO, y Eu.·v,tcioN D.t uN AQU}:IJVCTO A\TiGUO llOMA.7\10,Y .5US E:MLDIACiONEtl: COMO TAi~BiE.N1 T::I. JIJ.A.\'OD.ELANTIC,UO PUE.vn: DE ALJW\F.GAS, .Sfl'l'ADO EN' u. vlA MT.LiT.AJ\.EN PtlN'To ?1-IAYOR,CON su E,U."\'Adox. ~{,-.r/.v'!'w,.,,fue:,!. ~:::::::::::::::::::::::::::~::;:;:~::;::;:::.t., ....... LÁM. XXXVI 161 señala la B.C. O,P) Vista ó elevacion de la porcion del aqueducto que en además ha reorganizado completamente la lámina, elimi- el plano señala la D,E. Q) Plano del puente deAlbarregas en punto mayor. nando el feo recuadro con el deforme pilar solitario llama- R) Vista del puente de Albarregas, el que no ha tambien escapado de que le hayan quitado sus parapetos, y continuaran para acabarlo de destruhir do «Milagro Gordo», y ha trasladado de sitio el segundo sector y el cuadro con la «explicación». Por todo ello, creo que si nó sepone remedio; en su sitio se manifiesta la falta de la cant<e>ria de este dibujo es posterioraln. 0 9 (firmado en 1793) y que quizá su parapeto. se pueda fechar en 1794, junto con el anterior445 • Como puede verse, la concepción de la lámina ha variado Aprovecho aquí para sugerir que sería muy deseable una bastante con respecto a la versión anterior (aquí n. 9). Los decisión de las autoridades del Consorcio de Mérida en el textos son más concretos, en el dibujo atiende más hacia sentido de adquirir el solar y optimizar el entorno de este aspectos complementarios, como las huertas. Indica la pér- «Milagro Gordo», imponente y solitario resto de la arcuatio dida de buena parte de los parapetos originales del puente. de Los Milagros, consolidando el pilar, ajardinando sus alre- Señala otra vez lo extraordinario de servir el mismo tanto al dedores y dejando franco el paso al público para admirarlo, Albarregas como al Guadiana en las crecidas («que por esta por el conjunto turístico que podría formar con el ninfeo de parte se extiende»), y omite los comentarios acerca del corte «El Calvario»; pues éste, al revés de lo que siempre se ha creí- del comercio entre las Castillas, como si ese pormenor no do desde que se halló en 1971, no creo que sea ningún «depó- fuera a llamar tanto la atención del destinatario. Ya no llama sito» o castellum aquaedel mismo acueducto, según ya mani- a la calzada «VíaAppia», sino, con más propiedad, «vía mili- festé en 1995 a miembros del Consorcio y del Museo de 0 tar» 444 (y obsérvese el detalle de la palabra «enlousado»). Pero Mérida. EL DISCÍPULO EMERITENSE: LAS SESENTA LÁMINAS DE FERNANDO RODRÍGUEZ No quisiera terminar la presentación de las láminas de Villena sin dedicar un pequeño apartado a la única repercusión del trabajo de Villena constatable en la propia Mérida, que constituye, más que un epílogo, un epígono, y descubierto no hace mucho: la existencia de un más que probable discípulo y continuador, que en determinados aspectos va a superar al que supongo fue su maestro directo. Más atrás (vid texto con nota 338) me referí a una larga serie de láminas de un prácticamente desconocido Fernando Rodríguez, que habían llegado a la Academia de San Fernando entre 1794 y 1797 para su evaluación. Tenía antes una sola referencia de este hombre porque se le citaba, en una Real Orden de 13 de febrero de 1807, como «maestro de obras» y «celador de las antigüedades emeritenses», todavía en época de Carlos IV446 • Había anotado este dato porque, al igual que en el caso de Sagunto, demostraba que Carlos IV se había ocupado también de nombrar para Mérida un precoz «conservador de antigüedades», aunque la diferencia de clase social entre Palos y Navarro, abogado de los Reales Consejos, y Rodríguez, un modesto maestro de obras, se plasma en la diferencia de su rango: «juez» el primero, simple «celador» el segundo. La constatación, en el informe que Isidoro Bosarte hace para la Sala de Antigüedades (supra), de que además le citaba como autor de láminas de Mérida, coloreadas «a estilo académico» poco antes de septiembre de 1794, me llevó a buscar y encontrar las citas de las mismas en distintas actas de la citada Academia de Bellas Artes, donde se justipreciaban. De las actas que consulté se desprendía que su relación con las antigüedades de Mérida duró, al menos, de 1794 a 1807 y que, sólo entre 1796 y 1797, había realizado treinta y uno de estos dibujos, de calidades muy desiguales a juicio de los académicos. En aquel momento (1996) las láminas estaban descatalogadas y no eran fácilmente localizables. Posteriormente lo fueron, e incluso motivaron una exposición en dicha Academia, en el verano de 1998, y la publicación de cuarenta y cinco de las sesenta que componen el lote completo por dos investigadoras del museo de la misma, acompañadas de sus respectivas láminas, presentadas en blanco y negro y a pequeño tamaño pero con una gran calidad gráfica, que permite hacerse buena idea del estilo 447 • Todavía más recientemente encuentro que catorce de las láminas de Rodríguez, pero en color, han sido incluidas, aunque a efectos simplemente ilustrativos, en una ambiciosa obra panorámica de las técnicas constructivas en España448 • Las autoras antes citadas hacen referencia a nuestro Villena, pero sólo entre los excavadores de la ciudad (p. 311). Por no conocer aún mi avance de 1994-1995, el presente trabajo ni las láminas, indican, según la versión más tradicional (en este caso tomada de Macías, 1929), que, «antes de que acabara la centuria, siendo comisionado por su país, el anticuario portugués Manuel Villena realiza en 1794 excavaciones en el mismo edificio [para ellas, el templo de Diana] [... ] Es en este mismo año de 1794 cuando Fernando Rodríguez, natural de Mérida, comienza a estudiar y copiar sus ruinas clásicas», sin adivinar, por tanto, ninguna relación entre ellos. Para el lector será evidente a estas alturas que el ensamblaje de fechas entre el fin de la actividad de Villena y el comienzo de la de Rodríguez es muy significativa. Sobre esto volveré. De momento, tomo de estas investigadoras algunas referencias de interés en torno a este también muy seductor dibujante, que comparte hasta ahora con Villena la oscuridad y el olvido en el que han permanecido durante dos siglos sus respectivos trabajos, con toda la gran importancia arqueológica que conllevan. Según los datos que obran en la Real Academia de Bellas Artes (p. 315), en 1788 Rodríguez había solicitado de esta corporación madrileña la titulación de «maestro de obras», que en el momento venía a equivaler a la actual arquitectura técnica (los antiguos peritos), pero no superó los ejercicios de mayo ni los de julio de ese año, como consta en las Actas de las Juntas ordina- rias, generales y públicas. Desde 1786 hasta 1794 (sign. 3/85, passim). Seis años después, en abril de 1794, vuelve a presentarse y, aunque no consta formalmente su aprobación, en las actas siguientes, de 1795 hasta 1802 (sign. 3/86, fol. 25) figura ya con el título, de lo que deducen que debió de aprobar los ejercicios en algún momento entre abril de 1794 y noviembre de 1795. No se sabe a qué responde exactamente la creación de estas láminas. El autor las va remitiendo a la Academia, que las valora según su mérito en reales de vellón o doblones (aunque no se sabe si se las abona) y las conserva, pero no parece haber referencias de que este trabajo se enmarque en alguna misión relacionada con la Corona, o incluso de que obedezcan a órdenes dadas previamente por la propia Academia. El caso es que el envío de planos de Mérida por parte de F. Rodríguez para su valoración artística y económica por la misma se extiende entre agosto de 1796, cuando envía los diez primeros, hasta enero de 1798, con los cinco últimos, totalizando nada menos que sesenta, y no sólo de Mérida, sino también de puntos más alejados, como el «puente de Trajano sobre el río Aljuzén» (que se presenta arruinado y reconstruido: láms. 38 y 39), o los puentes de Alcántara (láms. 44 y 45) y Alconétar (láms. 46 y 47). Sus servicios parece que se ven finalmente premiados con su nombramiento por el monarca como conservador de las antigüedades emeritenses, en 1807, según ya dije. Sin embargo, varias de las láminas estaban realizadas y セ@ -7 ,M(. .. ..:; '¡; 1 -.~ • .1.·,.·..i.:.Jl. ~Ti. 1~ :t firmadas cierto tiempo antes. Según las notas que tomé de ..._ .r.~ . f" ... t•,,1.ft' _-:,.... ¡..,.._,...:.':- las sesenta láminas, tras un necesariamente somero examen, ~ir~~;;~ cinco están fechadas en la segunda mitad de 1794 y siete en &'I i,~l'r.;..~ .M.'lli.Jo i# ,S b j/J"\.I Jr:rK,,...,,lff.•~,.?11- • 1795, mientras en los años siguientes se acelera extraordinariamente su producción, pues lleva a cabo las otras cuarenta y ocho, algunas de _extraordinaria complejidad. Curiosamente, casi todas esas primeras láminas reproducen los mismos monumentos que en los años inmediatamente anteriores había realizado Manuel de Villena (o al menos de las láminas suyas que nos han llegado): n. 0 1, monumento de LÁM. XXXVII Fernando Rodríguez, Teatro de Mérida, fines de 1794. Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En esta lámina, el autor continúa claramente el estilo y la línea de rrabajo del ya ausente M. de Villena. Santa Eulalia, de 26-XII-1794 (lám. 1); n. 0 2, arco de Trajano, de22-XI-1794 (lám. 2); n. 0 3, arcos en pie de San Lázaro, de 28-XII-1794 (lám. 3); n. 0 4, parcial y sección de las arquerías de Los Milagros, de 2-XII-1794 (lám. 4); n. 0 5, teatro, de 5-X-1795 (lám. 5); n. 0 6, naumachia o anfiteatro, de 101-1795 (lám. 6); n. 0 12, circo, a 28-X-1795 (lám. 12); n. 0 51, arco sobre un arroyo, de 6-VIII-1795; n. 0 52, puente sobre el Albanegas, de 18-VIII-1795 (lám. 41); n. 0 53, muro de contención en el frente del Guadiana, 16-IX-1795 (lám. 53); n. 0 54, puente del Albanegas, muro de contención del Guadiana, etc., de 3-X-1795 (lám. 43); y, finalmente, la n. 0 58, puente sobre el Guadiana, a 26-XII, 1794. Pero no sólo hay aproximación en las fechas y coincidencia en los temas de dibujo, sino que he podido comprobar que el maestro de obras de Mérida Fernando Rodríguez imita el estilo, la forma de componer, los lugares para fechar y firmar y otros detalles de las láminas de Villena. No controla bien, en cambio, la técnica del lavado de colores de la forma magnífica en que lo hacía el hispano-portugués, y por ello predomina en él el uso de la tinta china negra, aunque en algunas láminas 165 sí ensaya el uso de verdes y marrones, sobre todo. Reproduzco aquí (lám. XXXV1I) sólo una de ellas, con la que puede uno hacerse idea de cuánto debió Rodríguez al antiguo marino, si se compara con nuestra lám. XXIX, que corresponde a la lámina n. 0 12 de Villena, firmada en 1793 en ocasión de las excavaciones. La misma observación puede hacerse cotejando, con la publicación de Arbaiza y Heras, las restantes que he señalado: son más sencillas y sus explicaciones son más cortas, limitándose a veces al simple enunciado del tema que dibuja. Otra cosa ya será la progresión de Rodríguez en los dos años siguientes. Por estos motivos, creo que podemos afirmar que Fernando Rodríguez, que había suspendido dos veces en 1788 los exámenes para la obtención del título de maestro de obras, debió de trabajar en estrecho contacto con don Manuel de Villena en sus años de estancia y trabajos en Mérida, entre 1791 y el verano de 1794, aprendiendo de él mejores técnicas para el dibujo de edificios antiguos. Este inesperado magisterio con un excelente dibujante es seguramente lo que le permite, en abril de 1794, volver a intentar, esta vez con éxito, la superación de los exámenes pertinentes en Madrid. Como ya dije, Villena debe de ausentarse de la ciudad, terminada su misión, en el verano de ese año. En el otoño, Fernando Rodríguez comienza en efecto a enviar sus propias láminas emeritenses a la Real Academia de San Fernando. De hecho, he encontrado después, en los fondos de dibujo y grabado de la Biblioteca Nacional (sign. B/1650) , otra lámina desconocida de Fernando Rodríguez, que podríamos llamar «de transición»: trata también sobre el teatro, con un esquema parecido a la que ofrezco, y se fecha el 23 de febrero de 1794, en blanco y negro con algunas rayas rojas para las secciones. En este caso, el estilo me parece demasiado próximo al de Villena, por lo que no cabe descartar que sea una lámina «compartida». Rodríguez continúa por su cuenta sus trabajos de delineación y documentación de las antigüedades emeritenses y, a mi juicio, llega a alcanzar un excelente nivel, atreviéndose con monumentos de gran envergadura o perspectivas más ambiciosas, entre las que señalo (refiriéndome al número de las láminas en el artículo citado de 1998) la segunda versión del acueducto de Los Milagros (lám. 36) , la planta, alzado y sección de San Lázaro (lám. 37), el puente de Alcántara (lám. 44), el de Alconétar (lám. 47), y, por su originalidad en la «vista aérea» y representación de verdes, los planos de las presas de Esparragalejo y Araya, de agosto de 1797 y mayo de 1796, también representadas por Villena pero desde otra concepción. Ya en su lugar comenté que es imposible que Villena realizara solamente las diecinueve láminas que han llegado hasta nosotros. Estoy convencida de que muchísimas otras deben de haberse perdido, o encontrarse en algún lugar ignorado. Las sesenta de Rodríguez, que han tenido la fortuna de conservarse en mayor número, nos indican el monto posible mínimo :66 de las de nuestro estudiado autor en un similar período de tiempo. Pero, además, superan a las de Villena precisamente en que nos aportan noticia de más monumentos y restos de Mérida, algunos perdidos ya, otros de los que no teníamos noticia, que serán de una enorme utilidad para la arqueología actual cuando se proceda a su detenido estudio, ya que las dos publicaciones donde partes de este conjunto han aparecido de momento no han explotado o han dejado totalmente virgen su aprovechamiento arqueológico. No quisiera, por tanto , dejar de señalar brevemente las para mí principales láminas en tal sentido. Entre ellas destaca el plano de la ciudad, lavado a colores y fechado el 16 de marzo de 1796, con los restos romanos más visibles entonces (lám. 34 de Arbaiza y Heras, 1998; reproducida también en González Tascón, 2000), que Villena necesariamente tuvo también que levantar, con indicaciones pocas pero preciosas: recinto, muros, «templeto», «alcázar», «arco de triunfo», «otros edificios antiguos», teatro, «naumachia», «plaza de comercio» (en la isleta del Guadiana), puente del Guadiana, puente del Albarregas, alcantarilla, «vías militares o calzadas», circo y «convento jurídico» (foro provincial). Debe combinarse su consulta con la planta hecha algunos años después por A. de Laborde. Esta es, en definitiva, la misma Mérida romana que conoció Villena, y esta lámina de Rodríguez nos ayuda a compensar su pérdida. Otras láminas que suscitarán mucho el interés arqueológico son aquellas en las que recoge los restos del también por él llamado «Templo de Júpiter», más ceñida que la de Laborde pero donde interpreta de otra manera el pronaos, no columnado, del templo, y recoge en alzado los restos de sus muros (láms. 20 y 21), la planta y alzados «del templo jurídico o casa-tribunal, y de un templete» (láms. 24 y 25), la planta y sección de una «villa de recreo» en las afueras de la ciudad (láms. 22 y 23), las plantas de edificios a orillas del río, destinados a alfarería y construcción de adobes (láms. 13 y 14), la de las conocidas termas de la calle Baños (lám. 17), la de los famosos «sepulcros» mencionados por Moreno de Vargas (lám. 12), diversos dibujos de aras y epígrafes (passim, pero sobre todo láms. 8 y 9), y también el curioso edificio para la fundición de metales, espléndidamente conservado en altura con sus cúpulas, situado «en los montes, á dos leguas de la ciudad» (láms. 18 y 19). Después de esta, a mi pesar breve, llamada de atención sobre lo mucho que también aportarán a la arqueología emeritense los dibujos del discípulo, parece que cabe concluir, por un lado, que don Manuel de Villena y sus láminas dejaron un digno continuador de su trabajo en la ciudad. Pero, por otro, que parece incomprensible, y reprobable, que unos materiales gráficos que tanto hubieran ayudado a entender y aprovechar mejor los muchos y fecundos trabajos que durante el siglo XX han dado por fin a Mérida el lugar que en la arqueología romana en general, y en la española en particular, le correspondían, y que hubieran contribuido a orientar mucho mejor las exploraciones en busca de salvar edificios romanos tan representativos como el llamado «templo de Júpiter», hayan podido permanecer tanto tiempo, poco más de dos siglos, en una institución oficial y pública, sin ser siquiera dados a la luz. Si hemos de agradecer mucho que se hayan conservado, y en buen estado, hasta nuestros días, no hemos de dejar de deplorar que no hayan podido alcanzar, ni en su tiempo ni hasta ahora, su verdadera utilidad para la ciencia. En este sentido, Manuel de Villena y su discípulo, Fernando Rodríguez, alcanzaron a compartir una parecida mala fortuna. N O T A S de 1815, al final de una larga relación de cuadros, 371 misma mano, acusan en colorido y factura el ama- MARTfN-MERÁS y RIVERA, 1992, pp. 249 y ss. Debe neramiento característico de nuestros pilotos del «diez y seis mapas, o planos de varios tamaños, con advertirse que el detalle sobre esre sello se ha omitido siglo XVIII». sus correspondientes medias canas de caoba, que las en tres: n.~ de aquel catálogo 648, 659 y 660. 376 sirven de caja», y, en ocros ítems «siete [como los 37 De hecho, como ya comenté, el mismo Godoy (1965, dichos] con medias canas sencillas» y «una porción Pero si así fuera, y suponiendo que la numeración pro- t. I, p. 203) recuerda que reunió en este museo «un de mapas y planos de distintas clases y tamanos, en gresiva corresponde a un registro oficial de ingreso, indi- tesoro de planos, mapas, manuscritos y libros raros ... ». papel, sin media cana», procedentes del palacio de caría que Villena no envió las láminas según las iba haciendo, sino que mandó primero dos de 1793, luego 377 Agradezco esta observación a la señora Martín-Merás, documentos, planos y pinturas correspondientes al 2 Buenavista. Se anade la nota de que «los papeles y nueve (unas de 1791 y otras de 1794) y, por último, las del Museo Naval. Soto de Roma, que existieron en la Depositaría de 1792, proceso que rampoco ofrece mucha lógica. 378 General de Secuestros, se entregaron por el Depar- 373 Cf supra notas 328 a 331, y la siguiente. tamento al Mariscal de Campo D. Miguel de Álava, na no son citados por Guillén. 379 Véase la nota anterior. En el Archivo Histórico comisionado por el Duque de Ciudad Rodrigo ...». Es muy difícil encontrar su rastro entre las propie- 374 Nacional de Madrid se conservan, en la sección de dades de Godoy (parte de las cuales se confundirían GU!LLÉN, 1935, p. 223. Hacienda (755, 3580-3582, etc.), múltiples legajos con las que estuvieran allí debido a sus cargos) por 375 GUJLLÉN (1935, p. 225), un gran experto en esta con el título común de Secuestro de D. Manuel Godoy. su número y dispersión; por ejemplo, parte de sus En el leg. 3581, doc. 27, fols. 49 r yv, figuran como librerías, en caoba y oro, se encuentran hoy en las cuestión, aprecia que los dibujos, «todos ellos de la enviados al Depósito General de Secuestros en enero salas nobles del MAN. Justamenre estos sellos modernos del Juzgado de Mari- 168 380 medía 835,9 mm y se subdividía en tres pies castella- Cf con detalle sobre este edificio y su historia BLAS- nos, de 12 pulgadas o 27,8 cm cada uno. CO CASTIÑEYRA, 1996.Estáamuyescasadistanciadel 385 mismo edificio se habían centrado sobre todo en el gra- Palacio Real . Hoy se halla allí el Centro de Estudios Guillén sí lo hace, y también indica con barras el cam- derío inferior y en varios vomitorios del teatro; queda Constitucionales y al edificio le vendría muy bien un bio de renglones; esto lo he ahorrado por no dificul- de ellas un dibujo bastante expresivo, entre los que tengo remozamiento exterior. tar la lectura y debido a que confío en que ahora ésta, en estudio. Quizá por ese motivo Villena se dedicó más 381 Art.cit., p. 224. con las fotografías de mayor calidad, sea mucho más a la zona de la orchestra, los itineray la scaena, aunque accesible para el lector minucioso que con aquellas no dejó, como indica, de explorar la galería anular (lo 382 pequeñas de Guillén. que llama «coredor») y sus puertas. 39r Las ya mencionadas del marqués de Valdeflores en el En el catálogo del museo se comienza la relación con 386 39 2 éstos, debido a su fecha indeterminada, 1791-1794, Por un problema tipográfico, prescindo en todos los casos FERNÁNDEZ Y PÉREZ (1857), 1992, p. 44. lo que también es aceptable. Se trata de las dos vistas de su característica acentuación de la letra «y» aislada. 393 duplicadas que hay de los acueductos de Los Milagros 387 Esta noticia de oídas (una evidente exageración) pare- y San Lázaro. Pero por razones que explico a su tiem- No cabe desechar, sin embargo, la posibilidad de que ce en todo caso que debe de atribuirse mejor a Ville- po, creo que pudo hacer ambos durante el año de entre 1787 y 1791 se hubiera dedicado a dibujar para na (del que Fernández y Pérez ha hablado poco antes) 1793, o ya en 1794; por ello los ubico al final de la el monarca antigüedades u otros encargos. que a Valdeflores, el otro «anticuario» que había estu- presente catalogación. 388 diado el teatro de Mérida. Desconozco si su compa- 383 J. M. ª ÁLVAREZ MART!NEZ, «Excavaciones en Augus- ración con un monumento de Roma sería libraría o Entre las que destaco: VV.AA., Mérida. Excavaciones ta Emerita», en W.AA., Arqueología de las ciudades directa, pues nada sabemos de la vida y experiencias de Villena antes de 1765-1767, o sobre si pudo hacer arqueológicas1994-1995. Memoria, coord. P. Mateas modernas superpuestas a las antiguas, Zaragoza, 1983, Cruz et al, n. 0 1 (Badajoz, 1997) a n. 0 3 (Badajoz, pp. 42 y ss. Cf otro capitel, del mismo lugar y mejor algún viaje a Italia durante los casi veinte años en que 1999); J. M.• ÁLVAREZ MARTfNEZ, Mérida. Patrimo- conservado en Mérida, 1997-1999, pp. 269-271. En permaneció al servicio de la Armada. nio de laHumo.nidad, Mérida, RealAcademiade Extre- el verano de 1999 se seguían haciendo excavaciones madura, 1998; los catálogos de tres exposiciones: por el Consorcio en diferentes solares próximos a esta 394 En el comentario de este epígrafe bajo CILII, 474, Hüb- VV.AA., Hispania Romana. Desde tierra de conquista a provincia del Imperio (cae. exp.), Milán-Madrid, Elec- área, muy difícil de liberar. ner afirma que la inscripción fue «trouvée dans les foui- 389 lles [... ] sous lesyeuxde Mr. de Laborde». Para ser hones- ta, 1997; VV.AA., Ana-Barraeca. Confluencia de cul- Conforme ala antes dicho, serían aprox. 4,44 x 0,51 m. tos, debería como mucho decir ((rerrouvée», pues no turas, Badajoz, 1998; y W .M., Hispania: el legado de Roma. En el año de Trajano (cat. exp.), 2.ª ed., Madrid, Las 5 x 1 varas que, según Fernández y Pérez, son parece que en 1791 Laborde pudiera estar en Mérida, y 4,18 X 0,835 m. estos dibujos prueban que la encontró Villena. F. FITA 1999, más, también del activo Consorcio Histórico- 390 (Boletín de la Real Academia de la Historia, 25, 1894, Artístico-Arqueológico de la ciudad, la nueva revista Recuérdese que el marqués de Valdeflores había prac- p. 100), indica más correctamente que «volvió a descu- Mérida. Ciudady patrimonio, desde el n. 0 1, 1997. ticado también excavaciones en el teatro, entre fines brirse algunos años más tarde, en presencia de Laborde». 384 de 1752 y 1753 (e/ nota siguiente), y que ya apenas Este detalle nos ilustra ligeramente sobre cosas que el hispano-francés se podía atribuir. A veces incluso me da la La toesa («tuesas» escribe Villena siempre en las esca- dos años después, entre 1755 y 1762, Forner y Sega- las) era una medida francesa de longitud, muy utili- rra se lamenta de no poder continuarlas por falta de impresión de que Laborde tuvo ocasión de inspirarse o zada, que equivalía a 1 m y 946 mm. La vara de Castilla medios económicos. tomar notas de los diseños de Villena, lo que es Factible por las fechas y por ser el Viajepintoresco de España, como aquí se afirma también que Villena «en su plano» da sobre este edificio, recogida por FORNER se ha dicho en la parte III, otra empresa patrocinada por noticia de una gran cloaca que iba a desaguar al río. (1755-1762), 1992, p. 35: «Estas columnas dieron Y SEGARRA la Corona y muy poco posterior. Seguramente a Labor- Como puede verse, ni Víllena la dibuja ni hace alu- mucho que discurrirá Bernabé Moreno, el cual dice de se le permitió consultar la cartografía histórica y las sión aellaensu«Nota» (aunque si había calzada debía que serían del templo de Diana[ ... ] por otra parte sos- láminas de antigüedades que existían en Palacio o en la de haber efectivamente un desagüe bajo ella), así que pecha que estuvo en este sitio el Septisonio [sic] á mane- Secreraría de Estado. Hagamos votos para que al menos creo que el añadido se debe también aM. Macías. Lo ra del que levantó en Roma el emperador Severo ... ». 402 Mérida, 1994, p. 259. en el nuevo CJLII se adelante la fecha del hallazgo y tam- lógico es que Vi llena detuviera su excavación al llegar bién que se saque del anonimato al verdadero excavador. al empedrado antiguo, porque a él, y así lo dice, sólo 395 Je interesaba liberar el zócalo para poder dibujar el 4o3 CJL II, 474. Recientemente J. M. ABASCAL, «Progra- arco Íntegro. Quizá Juego se expoliaron las piedras de J. GóMEZ BRAVO, Advertencias a la lstoria de Merida mas epigráficos augusreos en Hispania», Anales de la calzada y quedó al descubierto la cloaca. [de B. Moreno de Vargas], Florencia, 1638, reedición Arqueología Cordobesa, 7, 1996, pp. 45-82, espec. 48 399 anascática de Badajoz, 1989, con introducción de J. con nota 7, afirma que «probablemente ambos textos De las esratuas habla FERNÁNDEZ estaban estucados y pintados en rojo», siguiendo la 1992, p. 21: «Se reunieron allí [bajo el arco triunfal] opinión del responsable de Mérida en la reedición del recogidas de diferentes puntos en tiempo de la guerra FERNÁNDEZ CJL, J. L. Ramírez Sádaba. Por el contrario, como este de lalndependencia, y los ingleses, conociendo su méri- luego hay que reconocer que esta hipótesis parecía Y PÉREZ (1857), M. Álvarez Martínez, p._16 y fols. 9 y 11 v. 404 Y PÉREZ (1857), 1992, p. 50. Desde texto y la foto posterior prueban, los dinteles mismos to, se llevaron lo mejor, y se llevaron ásu pais, según he la más lógica, con la fachada principal hacia el norte estaban cuidadosamente estucados en blanco. oído, dos de ellas, las más grandes, dejando bajo de dando frente al foro y al cruce de los cardo y decu- 396 dicho arco cinco piezas ó restos de otras». Luego se manus principales. El hallazgo posterior de una esca- Tanto J. F. Guillén como las autoras del carálogo del pusieron allí otras [«hoy en el Museo», PLANO Y GAR- lera en la fachada sur dificulta este planteamiento, Museo Naval dicen que la fecha es «15 de octubre de cfA (1894), 1992], cuya calidad incluso llamó la aten- y hace pensar en alguna remodelación posterior. 1791», y, en efecto, como meapuntalaseñoritaL. Vare- ción de Mariano José de Larra, en la segunda entrega Ignoro si durante Ja moderna excavación citada en la, el signo debe de ser un «8», con la lectura «octo-bre». de su delicioso artículo emeritense: «Las antigüedades la nota 400 se vieron algunos daros que apoyen esta idea. 397 de Mérida», E/Mensajero (revista literaria), Madrid, 30 Comparado con los dibujos de Valdeflores (en este de mayo de 1835. No estaría de más, por cierto, tratar 405 caso casi un simple boceto) yde Laborde, aquéllos pre- de identificar qué estatuas fueron las «cransportadas» a En éste y en el siguiente el carálogo del Museo Naval sentan 23 dovelas y el de Víllena 29. En el arco hoy se Inglaterra. señala como fecha el «1Ode mayo», pero pienso corres- cuentan 23 dovelas, pero, a pesar de ello, cuesta trabajo considerarlo un error (lo repite en la pareja de 400 Cf Mérida, 1994, pp. 259-267, y J. M. ÁLVAREZ MAR- 406 Llamar al anfiteatro numaquia o numachía, en vez de ponde a «1.0 », ya que Villena agranda algo el superíndice. 1793, aquí n. 0 13); el ensanchamiento hacia el muro TfNEZ, «El templo de Diana», en AugustaEmerita: Actas se produce donde Villena lo pone. Quizá contara blo- del simposio internacional conmemorativo del Bimilena- naumachia, debía de ser lo habitual y considerarse correc- ques dobles en las bandas horizontales. De todas for- rio de Mérida, Madrid, 1976, pp.43-53 (antes de la libe- to, pues en 1752 también lo hacía el médico anticuario mas, este arco sigue necesitando un estudio detallado. ración completa del palacio de los Corbos). J. Alsinet, en carra a la Real Academia de la Historia 398 401 [recogida por PLANO yGARC!A (1894), 1992, p. II]. Así en Mérida, 1994, p. 75: «Lo que es cierto es que Es difícil, a la vista de este tipo de hallazgo, evitar recor- bajo el arco no hay calzada alguna». Por ocro lado, dar la impresión que Bernabé Moreno de Vargas tenía 407 Mérida, 1994, pp. 65-72. 408 415 PONZ, 1772-1794, t. VIII, p. 121, y cf infra, en el Mérida, 1994, pp. 113-120. Pone otro portuguesismo: «Boy». Epílogo. 416 424 409 J. M.• Ar.vAREz MART1NEZ, «Las termas romanas de Guillén por error dice «l 793». A. M. ª CANTO, A. BEJARANO y F. PALMA, «El mauso- Alange», Habis, 3, 1972, pp. 267-290, con referen- 425 leo del Dime! de los Ríos de Mérida, Revve Anaba- cias y planos, entre ellos (fig. 1, lám. XIII) el de Ville- Es decir, una rampa o plano inclinado, usada tanto raecusyel culto de las confluencias», Madrider Mittei- na (es uno delos pocos que alguna vez han sido repro- para el descenso como para el varado de pequeñas 423 lungen, 38, 1997, pp. 249-294, espec. 291: se traca de ducidos); cf Mérida, 1994, pp. 285-291. embarcaciones. un fragmento de inscripción monumental, imperial, 41 7 426 posiblemente procedente del anfiteatro, y hallada, Ar.vAREz MARTINEZ, 1972, p. 267. Donde éste se levantaba hay hoy un barrio moderno, reutilizada, dentro del mausoleo, que hemos atribuido 418 que heredó de aquél el nombre. Pero en época de a los fines del reinado de Claudio. Para éste y el de San Lázaro (n.ª 11) cf JIMÉNEZMAR- Plano y García, a fines del XIX, aún existía y era en 410 TfN, 1976. parte'visible. En un reciente trabajo (CANTO, en pren- W.AA., El obelisco de Santa Eulalia (cat. exp.), Méri- 419 ÁLvAREZMARTíNEZ, 1983b, pp. 75-79,seocupatam- ximadamente existía un «palacio pequeño», con jar- da, Museo Nacional de Arte Romano, 1992, p. 42. sa), según algunos autores árabes, en esta zona apro- 411 bién de este segundo e importante puente emeritense. dines (esto anotado también en 1633 por Moreno de ] . L. DE LA BARRERA ANTÓN, «El llamado "obelisco" 420 Vargas), y una torre con un mecanismo de espejos de Sanca Eulalia en Mérida y sus piezas romanas», en Sorpresa reciente es que el nombre de este afluente del para la observación del río, que se compara con la de Actas de la I Reunión sobre escultura romana en Hispa- Guadiana, en cuya confluencia se ubicó la ciudad, no es, Alejandría. nia, Madrid, 1993, pp. 125-141. como muchas veces se ha repetido, «recuerdo romano 412 alusivo a una legendaria Alba Regia» (teoría lanzada por 42 7 Véase la nota 453. Se refieren también a estos destro- Difícilmente podrían haber elegido los antiguos eme- Moreno de Vargas en el siglo XVII), ni tampoco propia- zos PLANO Y GARCfA (1894), 1992, p. 33; y NAVARRO ritenses un nombre más desafortunado, excepto, si mente árabe. Los árabes se limitaron a añadir el artículo DEL CA~í'ILLO, 1975, p. 361. acaso, el de «pirámide», que otras veces (incluso poco al delante de su interesantísimo nombre prerromano, 428 anees de llegar Villena a Mérida), se propinó a este sin- Barraeca(cf CANTO, BEJARANO Y PALMA, 1997, p. 273). El marqués de Valdef!ores representa también este gularísimo monumento honorífico. GóMEZ BRAVO frente meridional de la ciudad, junto a una vista late- Obelisco de Santa Eulalia, 1992, p. 41. Corresponde 421 Apud PIANO y GARC!A (1894), 1992, p. 25: «... seguía el mismo muro formando ría y canal navegable como el de la parce superior, que llegaría acaso hasta la emboca- a CIL II, 465. Por otra parre esto confirma que el texto dura del arroyoAlbarregas; el cual, teniendo entonces más original en la línea 1 no era «CONCORDIA», como a fondo, y con el agua que le refluiría del Guadiana, podría 42 9 Ar.vAREZ MARTfNEZ, 1983b; en sus pp. 10-11 trata el veces se dice, sino «CONCORDIAE», más propio para también navegarse y subir los barquichuelos hasta cier- problema de la cascada del «Pulo do Lobo», reforzando una dedicatoria vociva. to 414 (véase para esca curiosa etimología la nora anterior). En el Catálogo se fecha el «l Ode agosto»;]. F. Guillén, 422 arriba del puente, indican un movimiento de pequeños conforme a la daca real, pone el 1. 0 de mayo. CANTO, BEJARANO Y PALMA, 1997, p. 277. calados, al menos hasta Metellinum (Medellín). (1638), 1989, p. 9 lo llamó «aguja». 4 13 punto [... ] en que se supone estuvo el Alba &gúb, ral desde el río, y se detiene igualmente en el bello almenado. En cambio, en su dibujo de la puerta principal no se distingue casi nada. las opiniones de J. Comide, J. d'Alarcáo y J. Álvarez y Sáenz de Buruaga. Los restos del muelle fluvial, aguas I; I Ión donde se sostiene aún en pie el pilar de esquina 43° 436 Por eso es tan extraño que, refiriéndose precisamente Reproducida en color en SAMBRICIO, 1991 . todavía llamado «Milagro Gordo»), y pude ver, en a los textos de las láminas, J. F. Guillén afirmara que 437 compañía de don Félix Palma, que aún conserva, efectivamente, un bello enlosado, que en época de Ville- no creía que fuera portugués. Guillén, por error, año 1793. 43 1 438 na debía de estar parcialmente a la vista. Guillén lee «conven[to)». Pero en realidad, para no En la fig. 1 del artículo mencionado de A. Jiménez 445 Obsérvese, como curiosidad, el modo en que llena dejar este imaginario «plano dentro de plano» dema- (nora 367), con el trazado general de los acueductos siado pegado a la sección del aljibe, Villena, con muy y presas al norte de Mérida, no se la tiene en cuenta. orillas y lecho del río con juncos; debían de ser enton- buen estilo, dibuja un doblez de su esquina que, sin 439 ces muy característicos de él, y hoy se siguen viendo. embargo, permite, por su fino trabajo, adivinar bajo En PLANO GARCÍA (1894) , 1992, p. 40, junto con Cf la representación de las deidades fluviales Ana y él el resto de la palabra: «conven[tual)». otras, como Esparragalejo, Valverde, Don Tel10 ye! Peral. Barraeca, ambas provistas de juncos, en CANTO, BEJA- 43 2 440 RANO Esta palabra, hoy en completo desuso, significa «error J . M.• ÁLVAREZ MARTfNEZ, «El embalse romano de 446 o engaño al apreciar una cosa». Araya en Mérida», en Actas del XI Congreso Arqueoló- Cf ÁLVAREZ Y SÁENZ DE BURUAGA, 1994, p. 211. 433 Es esto sin duda lo escrito. No sé qué quiere decir exac- gico Naciona4 Zaragoza, 1970, pp. 729-732. 447 44 1 S. ARBAIZA BLANCO-SOLER Y C. HERAS CASAS, «Fer- tamente, sugiero que «a rozas», por analogía con las Tuvieron la amabilidad de acompañarme a visitarla los nando Rodríguez y su estudio arqueológico de las rui- techumbres de madera. En efecto, los sillares esrán colo- señores Velázquez y Saquete, pero ese día no pudimos nas romanas de Mérida y sus alrededores (1794-1797) cados como los artesonados de madera, en sección de acceder precisamente al frente que aquí se dibuja. Cito (Exposición 23 de junio-19 de octubre 1998)», Aca- tronco de pirámide, a lo largo de ambas bajadas al aljibe. de sus descripciones. demia. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de 434 44 2 San Fernando, 87, 1998, pp. 309-366.Agradezco a la J. VIVES, Imcripciones cristianas de la España romana El sitio entró en la historia de España por la (en mi señorita SilviaArbaiza una separata de su publicación, y visigoda, Barcelona, 1969, n.0 548, donde sugiere opinión) inmerecida victoria de Isabel la Católica así como las facilidades dadas para el estudio de las para la consagración tal fecha. Para el posible bizan- sobre «la Excelente Señora» Juana, Princesa de Astu- láminas, con motivo de la selección de seis de ellas para cf Mérida, l 994, rias, en la batalla que tuvo lugar en sus cercanías en su exposición en el MNAR. pp. 57-58, siguiendo la idea de F. V ALDÉS FERNÁNDEZ 1479. Albuera viene de «albufera», y «La Albufera» es 448 en ExtremaduraArqueo&gica, II, Mérida, 1991 , p. 548. precisamente como llama a esta misma presa el conde l. GONZÁLEZ T ASCÓN «La ingeniería romana», en 435 de Campomanes en su referida visita a Mérida, usan- W.AA., Historia de las técnicas constructivas en España, Los defensores de que el aljibe sea íntegramente árabe do de lo que quizá en su época sería un cultismo. Madrid, Fundación FCC, 2000, pp. 3-77. Ofrecen las barajan algún otro argumento, sobre todo el de que 443 siguientes: 1) planta romana de Mérida; 2) Los Milagros; 3) frente del río Guadiana y tajamar del puente; tinismo de la fortificación en sí, Y Y PALMA, 1997, lám. 44. no parece lógico mantener un aljibe extramuros. Estu- ]JMÉNEZ MART!N, 1976, y su lámina n. 0 XXXV. dié más expresamente esta construcción en una recien- 444 4-5) calzada romana y su sección, con dos miliarios; 6) te visita y me siento más inclinada a creer, matizada- La mencionada calzada, ya cerca del pueblo pero aún circo; 7) teatro; 8) anfiteatro; 9) acueducto de San Láza- mente, que es ejecutada en época árabe pero desde fuera de la línea de la muralla romana cuando está ya ro; 1O) acueducto de Los Milagros; 11) frente de la luego sobre una idea y obra romanas, aunque quizá próxima a convertirse en cardo, se descubrió para unas Alcazaba con la salida de las cloacas; 12-13) presas de algo menor en superficie. obras el pasado verano de 1996 (a la altura del corra- Esparragalejo y Cornalvo; y 14) Baños de Alange. 172 VIII EPÍLOGO No hay ya espacio para más conclusiones que las que se han ido derivando de este trabajo. Otros investigadores podrán disponer ahora del material y de las ideas, y sacar las suyas propias, complementando y mejorando cada uno de los múltiples asuntos que aquí se han tratado. En cuanto a los monumentos mismos, es un consuelo pensar que conservamos buena parte de lo dibujado por Villena, a pesar de los avatares de los dos siglos transcurridos. Quizá las zonas más transformadas o perdidas (y por ello donde los dibujos presentan más novedades) , sean el teatro, el circo y el frente de la Alcazaba por la zona del río; este frente de la ciudad (en gran parte por culpa de las agresiones bélicas a comienzos del siglo XIX), ha perdido todo su almenado y casi toda su espléndida puerta de herradura árabe449 , así como mucho del tajamar y la totalidad del llamado «Chorrillo». Hay que lamentar que no se llegaran nunca a editar después de 1794 estas bellas láminas, como tampoco las de Fernando Rodríguez, ya que la publicidad en España y en Europa de estas maravillas emeritenses, tan dignamente trasladadas a imágenes (y más si, como dije, se hubieran acompañado de los autorizados e inéditos textos del marqués de Valdeflores), quizá habría acabado creando la presión suficiente, nacional e internacional, como para que, en efecto, Carlos IV hubiera dado orden de comenzar y proseguir unas excavaciones regulares y permanentes en el tiempo, al modo de las vesuvianas que había patrocinado su padre. De la misma opinión, iniciar cuanto antes allí excavaciones continuadas y rigurosas, -bien entendido que con el rigor propio de la época-, habían sido muchos otros viajeros europeos ilustrados y, por supuesto, algunos emeritenses. Del 1O de junio de 1752, por ejemplo, data la carta, que más arriba mencioné, del médico, destinado en Mérida y estudioso de la ciudad, José de Alsinet, dirigida al entonces Director de la Real Academia, Montiano 450 • Es larga y muy expresiva del impacto, seguido de indignación, que Mérida suscitaba en los extranjeros: Admiración causa verles con el ansia que llegan á esta ciudad, y más admiración la que muestran de no hallar lo que trahen concevido, ni Patricio curioso que les instruya; ni escrito que les documente; hacen burla de la impericia con vanidad de los 1 73 Españoles, y se lamentan de que Monumentos tan preciosos estén encerrados en las ruinas, y en el descuido [... ] este año han sido muchos los Extrangeros curiosos que he acompañado; pero el más aficionado fue Joan Williamson, Ministro Inglés en Lisboa [siguen los elogios y lamentos del supuesto embajador inglés, sobre el que véase a continuación]. A esta carta la Academia contestó con gran celeridad, el 17 de junio, remitiendo al erudito médico el título de académico honorario y diciéndole que se pasaba al mismo tiempo informe y petición al marqués de la Ensenada. Como sólo cinco meses después, el 1 de diciembre de aquel mismo año, el marqués de Valdeflores salió de verdad para Mérida, con encargo de Fernando VI y de la Academia para estudiar y excavar en la ciudad, no cabe dudar de que los comentarios de Williamson (aunque su verdadera personalidad no escaparía a la corte) y la dura carta de Alsinet (por más que sospecho que más fuerza haría el pseudo-diplomático) habían surtido en algo sus efectos. Sin embargo, muy poco después, la caídil en desgracia ante el monarca de Ensenada y del propio Valdeflores, como mencioné al principio del capítulo 111 de este trabajo, dio al traste con esta primera empresa regia y académica. Por eso volvemos a encontrar que Antonio Ponz, treinta años después, en 178445 1, se lamenta todavía de que «la negligencia respecto al teatro, circo, y naumachia, sitios destinados un año á la siembra de garbanzos y otros á la de otras semillas, da motivo á que los que llegan á Mérida, amantes de las bellas memorias antiguas, hablen malamente de nuestro poco gusto y curiosidad». Recuerda otra vez el viaje, en 1752, del señor John Williamson, que en realidad era un capellán inglés en Lisboa (aunque en la historiografía posterior fue ascendido a «embajador de lnglaterra»452), y que vino hasta Mérida, como tantos otros, «traído de la fama de sus monumentos». Aparte de escandalizarse por el estado de abandono de muchos de ellos, cuenta Ponz que el «embajador», indignado, «aseguró repetidas veces que Mérida era un segundo Herculano, y que si el Rey de España (era el Sr. Fernando Vl), supiese bien lo que aquí había, haría sin duda lo que el Rey de Nápoles [luego Carlos III] en el Herculano ... ». Después de citar esta, sin duda, acertada opinión, el propio Ponz se maravilla, como dije, de que incluso el teatro y el anfiteatro se sembraran de cebada, dado que pertenecían al mayorazgo del propio alcalde e historiador emeritense Moreno de Vargas, afirmando de éste:« ... qué extraña cosa en un sugeto que manifiesta tan buen gusto é inteligencia de las antigüedades, á lo menos el no haber[se]le ocurrido hacer antes en aquellos espacios muchas excavaciones, donde seguramente hubiera encontrado cosas de aprecio». 4 Así pues, podemos ver que la idea de practicar excavaciones en la más rica y visible de las ciudades romanas de España estaba en el ambiente en aquellos últimos cuarenta años del siglo XVIII. Las reclamaron -entre otros muchos desconocidos para nosotros-Alsinet, Forner, Williamson, Valdeflores, y, años más tarde, los mismos Campomanes, Ponz y Villena. No consta que Carlos 111, durante todo su reinado, y aunque resulte bastante extraño, hiciera absolutamente nada por repetir en Mérida su personal experiencia napolitana, aun cuando las circunstancias le habían conducido más tarde a reinar en España. Es cierto que el estado de conservación de las estructuras romanas, debido a la continuidad del hábitat humano en la ciudad en los siglos siguientes, no podría haber sido el mismo que en las petrificadas Pompeya, Herculano o Stabia. Pero aun así, si se hubieran iniciado de verdad las excavaciones en Mérida, la cantidad y calidad de los hallazgos habrían forzado el desplazamiento de los modernos núcleos de habitación fuera del casco histórico, o al menos fuera de la muralla, y se habría conseguido poco a poco crear allí uno de los mejores conjuntos arqueológicos europeos de la época. Pero esta oportunidad, como tantas otras en España, también se dejó escapar. Quizá las renovadas quejas de Ponz en 1784 influyeron también algo en la segunda iniciativa regia, la de 1791 . Como hemos podido probar a través del presente estudio, la misión arqueológica de 1791-1794, que comenzó por el estudio y la documentación previas de las ruinas comisionando directamente para ello a don Manuel de Villena Moziño -a quien podemos reconocer ya como uno de los pocos arqueólogos-excavadores y de los mejores dibujantes de la época- se debió en realidad a Carlos IV y a su secretario de Estado y valido, el extremeño y aficionado a la arqueología Manuel Godoy, y se nos antoja como el intento de cumplir, por fin, una vieja aspiración de tantos amantes de la arqueología romana de Hispania. Definitivamente, y por su fatal coincidencia con una época crítica en la Historia de España, el período 1793-1808, una vez más el intento quedó frustrado, y quizá también, en el fondo, por una causa política y ajena a los intereses de la ciencia. De todo aquello que el capellán Williamson habría aconsejado a Fernando VI ya en 1752, Carlos III no hizo nada, y Carlos IV se conformó sólo, a través de las láminas de Manuel de Villena y, acaso, de Fernando Rodríguez, con «saber bien lo que había», y en 1796, durante su fugaz visita a la ciudad, con conocerlo personalmente. Por lo menos el hispano-portugués Villena y Moziño sí puso todo su arte y conocimientos al servicio de que la gran excavación de una «Pompeya hispana», o de un «Herculano español» ocurriera. 1 75 De aquella misión arqueológica concreta, a la que se debe también la excavación, que sepamos al menos, de tres edificios tan señeros de la ciudad como el teatro, el arco de Trajano y el foro de la calle Holguín, sólo nos quedan hoy estas hasta ahora casi desconocidas láminas. Sin embargo, además de las muchas menores más atrás descritas, la Arqueología española debe reconocer ya tres actuaciones muy importantes a dos personajes tan amantes de la cultura como históricamente desacreditados -quizá en exceso- como fueron Carlos IV y Godoy. En cuanto al estudio y la documentación en general, la propia formación del monarca desde su infancia napolitana, y el conocimiento de la existencia y del estado de deterioro y desprotección de muchas antigüedades hispanas, que le llegaban en forma de noticias, memorias, obras, denuncias y avisos de todo tipo (incluso por informes de espionaje), permitió sensibilizar a Carlos N lo suficiente como para, en 1792, encargar a la Real Academia de la Historia (de la que, no olvidemos, Godoy era «protector») el velar por ellas, estudiarlas y centralizar su documentación, creando específicamente para cumplir tal misión una «Sala de Antigüedades» que, más de dos siglos después y aunque con altibajos en su historia, continúa en activo y trabajando por los mismos fines. En segundo lugar, desde el punto de vista de la eficacia normativa, el mismo interés que, frente a los análisis habituales, me permito calificar sin duda como de ilustrado y moderno, les impulsó a redactar y promulgar, con asesoramiento académico, la citada Real Cédula de julio de 1803. Las pocas veces en que se ha citado esta norma, quizá por inercia, por no haberla consultado directamente o por guiarse sólo de su título, ha sido atribuida casi en exclusiva a la iniciativa de la Academia (como vimos ocurría también en varias de las excavaciones y estudios, que en realidad se organizaban para satisfacer una demanda previa del monarca). Pero es lo cierto que en este caso el propio rey deja claro en el preámbulo que la Instrucción 1 1 es consecuencia «de lo que tuve á bien encargará mi Real Academia de la Historia con el deseo de hallar algun medio que pusiese á cubierto las antigüedades que se descubren en la Península de la ignorancia que suele destruirlas, con daño de los conocimientos históricos y de las artes, á cuyos progresos contribuyen en gran manera... », para proponer la cual, insiste, «se previno de mi órden á la Academia». La orden resultante de esta iniciativa de Carlos IV (en la que, como dije, no es difícil adivinar también la influencia de J su favorito) vino a ser, como comentamos en el capítulo II, la primera medida legal de protección de alcance nacional y, por supuesto, la más amplia en cuanto al tipo de monumentos (véase su exhaustivo artículo 1. 0 ) y culturas históricas que j contemplaba y obligaba a salvaguardar («qualesquiera cosas, aun desconocidas, reputadas por antiguas, ya sean Púnicas, Romanas, Cristianas, ya Godas, Árabes y de la baxa edad»), como demuestra el que no fuera sustituida por otra similar y de ámbito nacional hasta la citada ley de 1911. Al leer esta cédula se comprueba que está inspirada por un criterio por completo alejado del puro «coleccionismo de corte» al modo de su padre, y que se ciñe más a buscar el servicio que los monumentos antiguos pueden prestar a la Ilustración en general y a la reconstrucción de la Historia en particular, línea en la que, por otra parte, la Real Academia se movía también desde hacía tiempo. Para conseguirlo, por ejemplo, se obliga especialmente a todas las autoridades eclesiásticas de cualquier tipo (a las que se dedican especialmente el artículo 3. 0 y parte muy detallada del 7. 0 ), consciente de su peso en España en cuanto a la posesión de antigüedades. En esta hasta ahora no justamente reconocida Real Cédula, los verbos de medidas positivas («buscar», «conservar», «dar parte y noticia», «adquirir», «gratificar», «ubicar puntualmente», «reconstruir», «proteger», «estudiar») se alternan con los prohibitivos («no destruir», «no maltratar», «no derribar», «no tocar los materiales») en una a mi juicio muy acertada combinación. En la protección y el estudio de las antigüedades se hallan las claves para «la ilustracion de la patria[ ... ] el adelantamiento de la instruccion pública», «el honor de la Nacion [... ] las ventajas para nuestra Historia, secular o eclesiástica» y, en resumen, «el honor, antigüedad y nombre de los Pueblos mismos». Es una medida legal, en definitiva, que sintoniza perfectamente con el pensamiento ilustrado de la época y merece ser leída y valorada con mucho detenimiento. Desde la perspectiva de la documentación bibliográfica, la tercera más importante actuación que la Arqueología española debe también al patrocinio de Carlos IV -aunque en este caso se prueba que más señaladamente al del Príncipe de la Paz, a quien de forma palmaria, como también en este estudio he podido probar, el propio autor dedicó la obra- es nada menos que el famoso Voyage Pittoresque de l'Espagne de Alexandre de Laborde. Un proyecto de colaboración hispano-gala, muy ambicioso y de gran alcance, cuyos resultados comenzó a imprimir la Real Imprenta en Madrid pero que las adversas circunstancias llevaron a ser terminados y publicados en Francia, borrándose en muy pocos años su hispanidad de origen hasta para los españoles mismos, que siempre la hemos creído hasta ahora una obra plenamente francesa, cuyo patrocinio se adjudica a Napoléon. Este tercer logro fue fundamental para la Arqueología española, ya que el famoso Voyage salvó de verdad, para la vista al menos, aquello mucho de lo que, como en efecto predecía Godoy en sus Memorias, «la voracidad del tiempo podía llevarse por delante». - ¡-, ,_ i / Estos por sí solos, pero más sumados a las distintas misiones y excavaciones arqueológicas que en sus correspondientes epígrafes he evocado, son los valores y méritos comprobables que creo que justifican la atribución a Carlos IV y a Godoy del calificativo de «protectores ilustrados de la Arqueología española», mérito que nuestra reciente historiografía, de una forma automática y sin saberse bien fundada en qué, viene atribuyendo a Carlos 111 y desconociendo por completo para su hijo y sucesor. Por lo que respecta a la venerable Augusta Emerita, no obstante, Carlos IV, quizá influido por el, en aquella ocasión, equivocado dictamen de la Sala de Antigüedades, y aunque podía haber echado mano de arqueólogos más experimentados o de académicos, incluso muy batallados en los temas romanos como fray Joseph Ortiz (que estaba disponible en 1795), no hizo nada más, sin que sepamos exactamente la causa. Ello ha de ser cargado ya en los debes de su propia historia, o quizá de la nuestra colectiva. Valga en <;iescargo del monarca recordar que otras preocupaciones políticas mucho más graves le asaltaban desde 1793. Aunque, para los providencialistas, los márgenes para este tipo de lamentos son siempre más limitados. Quizá Mérida salvó más de su rico patrimonio enterrado gracias a que Carlos IV no se decidió a explorarla extensamente. Porque, ¿quién sabe? A lo mejor, sin saberlo, la indecisión del soberano para ordenar unas excavaciones en gran escala fue la que evitó precisamente que, durante las inmediatas guerras y ocupaciones de la ciudad entre 1807453 y 1814, los expolios sucesivos de las riquezas arqueológicas visibles de la antigua capital lusitana por los ejércitos francés e inglés llegaran a ser mucho mayores de lo que por desgracia sabemos que fueron. Sin embargo, a la altura de este año de gracia de 1794, hubiera sido para Carlos IV de Borbón y Sajonia una sorpresa cataclísmica imaginar siquiera que tales cosas podrían llegar a ocurrir, y más aún saber que él mismo seguiría aquellos tristes acontecimientos bélicos desde un exilio que, en Compiegne y en Roma, iba a consumirle ya el resto de su vida. 178 N O T A S 449 llegó a ser más tarde médico real en Aranjuez) debió de De la que, como dije, sólo permanece (y no parece 45 2 De forma casual, leyendo el vetusto libro de uno de muy sólida) una mínima parte del arranque de su lado los ilustrados viajeros ingleses a España, J. T. DrLLON, ter». La confusión, no obstante, se ha perpetuado en la derecho, que convendría reforzar, o incluso tratar de Travels through Spain (Letters), 2.• ed., Londres, 1782, bibliografla: hace bien poco, MORA, 1998, p. 105, seguía comprender indebidamente el término inglés «minis- reconstruir con auxilio del dibujo de Villena y del de p. 255 con nota (a), pude enterarme de que el airado via- contando la anécdota del «embajador inglés». Valdeflores de 175 2. jero se debió de explicar mal acerca de su verdadero cargo 453 45º con el médicoAlsiner, pues, tras citar la misma opinión Hubo danos graves y diversos, como el bombardeo de la «Carca a D. Agustín de Monciano y Luyando en de Ponz a la que me refiero, Dillon adara que no se tra- Alcazaba árabe por el río; o la noticia de que, en 1807, se sacaron «escombros» del interiordelanfirearro «para repa- 1752, sobre las antigüedades de Mérida, por D. José taba del embajador, sino de«Mr.John Williamson, cha- de Alsiner (Mérida, Junio y 1O de 1752)». Se publi- plain of che British Facrory in Lisbon [... ] Our envoy rar las fortificaciones», entre ellos «mármoles con ins- có, de una copia del original de la Biblioteca Colom- [scil., embajador], ar that time, was Mr. Casters, who cripciones vorivasy monumentales, que no se tuvo la pre- bina de Sevilla, al comienzo de PLANO died, in Lisbon, in 1756, where I happened ro be, when visión de traducir ni de conservar» (apud NAVARRO DEL (1894), 1992, pp. [-[V. rhat city srill lay in ruins, in consequence of che fatal CASTILLO, 1975, p. 370), además del ya descrito robo 451 earthquake, on che first ofNovember, 1755». Sospecho inglés de las mejores esculturas que, para protegerlas, los PONZ, 1772-1794, t. VIII, p. 121 con nora l. así que seguramente el benemérito galenoAlsinet (quien emeritenses habían guarecido bajo el arco de Trajano. Y GARCfA BIBLIOGRAFÍA F. 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THEATRO GENEALOG!CO, 1092 • F. de Zevallos, La ltdlica ÍNDICE A Abella, M., 37, 53, n. 365 Academia Herculanense, 19 Academia Imperial de Berlín, n. 124 Académie des Inscriptions (París), n. 207 Aemilius Rectus (epígrafe de), 47 Águila, conde del, n. 58 Aguilar Piñal, F., 25, 26, n. 16 Aizpún, M. de, 90 Alange (Badajoz), 82, 121, 138, nn. 4, 10,360 Alcubierre, R. J., 19, n. 33 Alfonso X el Sabio (obras), 36, 48, n. 154 Alhambra (Granada), 50 Almeyda,J. de, 85, n. 263 Almodóvar, duque de, 75, nn. 228, 369 Alsinet, J ., 173, nn. 225,406,452 Álvarez y Sáenz de Buruaga, J., 13, 14, nn. 229,312,370,429 Antichita di Ercolano, 17, 20, 21 Anticuaria (ciencia), 49 Aqua Barraeca = al-Bariqa, l 42 Aranda, conde de, 36, nn. 170, 309, 333,358 Aranjuez (Madrid), 40, 55, 90 Archivo de Protocolos (Madrid), nn. 154,201 Archivo Torre do Tambo (Lisboa), nn. 154,258 Asco de Bará (Tarragona), n. 160 Aristizábal, G. de, 83, 88, n. 250 Aristizábal y Sequeira, Q., 95 Arnal,J. P., nn. 61,120,329 Arriaga, J. de, 86 Actayde (familia), 85, n. 277 Attouguía (familia), 85, n. 277 Augusto III de Sajonia, 20 Augustobriga (Talavera la Vieja, Cáceres), 36 ANALÍTICO, ONOMÁSTICO Avintes (casa de), n. 263 Azara, J. N., 40, n. 121 I3 Badajoz, 106, nn. 138, 170,233 Badaraco, J ., 87 Baiardi, O. A., 20 Banqueri, J., 35, 110, nn. 98, 210, 334 Barco, A. del, n. 7 4 Barraeca, río, n. 240 Barrantes, V, n. 239 Barreiros, G. de, 108 Bastitania, 3 7 Bauzá, F., 89 Berlinguero, N. y A., 284, n. 292 Bibliotecas Reales, n. 67 Bodoni (tipos), 50, 53, n. 168 Bonaparre, L., 52 Barbón, D. Luis de, n. 231 Barbón, Magdalena de, 85, n. 263 Basarte, I., 40, 47, 107 ss., 152, 163, nn. 117,245,247 Bruna y Ahumada, F., nn. 55, 58, 71 Buenavista, palacio (Madrid), nn. 171, 379 Burriel, A. M., 32, n. 79 Bustamante, J. F., 34 C Cabrerizo, M. de, n. 175 Cáceres, Real Audiencia de, n. 196 Cádiz, 33, 95, nn. 275, 281, 290 · Academia de Artillería, 86, 87, n. 273 · Escuelas de Pilotos y Guardias Marinas, 84,86,88,93, 122,nn.276,278,28 1, 282,287 · Observatorio astronómico, 33 Caetobriga (Setúbal, Portugal) , 85 Calcografía Real y Nacional (Madrid), 34 Calpe (Alicante), 37, nn. 61 , 66 camino Real a Badajoz, 57 Campomanes, archivo, 74, nn. 205, 211 y Campomanes, coro (Mérida), 71, 75, nn. 230,233 Campomanes, P. Rodríguez, conde de, 38, 71 SS., 93, 95, 96, 114, 130, 142, 150, nn. 170,310,317,342,442 Campomanes, S. Rodríguez de, 72, n. 220 Capmany, A. de, 107, 111 , 122, nn. 335, 369 y passim Carlos III de Borbón y Farnesio, 17 ss., 174 ss. y passim Carlos IV de Borbón y Sajonia, 14, 17, 22, 25, 32 SS., 175 SS. y passim Carlos V, 50 Carlos VII de Nápoles (Carlos III), 18, 21, 22 Carrese, M ., 55 Carragena,47, 72, 73,83,94,n. 290 · Academia de Guardias Marinas, 82, 83, 88, 94, 114, 122, nn. 284, 287, 288 Carvalho, F. de Almeida, n. 261 Casariego, J. E. de, n. 207 Casiri, M., 72, nn. 79, 92, 209 Castellanos de Losada, B., nn. 68, 121 Castilla (viaje de), n . 117 Castilla y León (iconos), 50 Castuera (Badajoz), n. 138 Castulo (Linares, Jaén) , nn. 61, 7 1 Cataluña, 55, nn. 146, 168, 175 Cavanilles, A. J., 37 Ceán Bermúdez, J., nn. 96,117, 275,297 celador de antigüedades, 163 Cerat de Salvatierra, B., 53 Cevallos, P. de, 40, 73, 74, 220, nn. 212, 217,316 Císcar, G ., 89 Clemente de Aróstegui, A., n. 212 TOPONÍMICO Clunia (Coruña del Conde, Burgos), nn. 61, 70 Colección Diplomática (proyecto), 41 Colección Lithológica o Epigráfica (proyecto), 41 comercio de las Castillas, 142, 162 Comisión mixta RAH-RABSF, n. 125 _Comisiones de Monumentos, n . 125 Concordia (moneda de Galba), 50 Conde, J. A., 35, n. 98 Constantinopla, viaje a, 83, 88, nn.250,292 Contestania, 37 Córdoba (monumentos), n. 92 Comide, J. de, 35, 38, 48, 112, 114, nn. 95,100,153,154,345,366 Corpus de los mosaicos romanos de Hispania (proyecto), 41, n. 124 cotos reales de caza, n. 63 Cristina de Suecia, 18, n. 19 Cronache Ercolanesi, 20 Cronache Pompeiane, 20 Cuenca, iglesia catedral de, 82, 84, 91 Cuerpo de Pilotos de la Armada, n. 287 Cuesta, A. de la, nn. 279, 300 Cunningham, W., nn. 115,244 D Danvila y Collado, M., n. 50 Dehesa de Cubillana, n. 143 Dehesa de las Tiendas (Mérida), n . 143 Depósito Hidrográfico (Madrid), 33, nn. 121, 331 Díaz y Pérez, N., n. 342 Diccionario Geográfico (proyecto), 35, n. 105 Didot l'Ainé, 50, n. 168 Diéguez, L., n. 208 Dillon, J. T., n. 452 Disco de Teodosio, nn. 126, 143 Dresde, 18, 20 Forner y Segarra, J., 108, 132, nn. 238, La Vega, F., n. 32 Duque de la Alcudia, vid. Godoy, M. 342,401 Laborde, A. de, conde de, 21, 48, 50 ss., Duratón (Segovia), 39, 58 Foy, M . S., 57 126, 130, 132-134, 136, 140, 142, Duruelo (Segovia), 39 C Gaver, A., 86, n. 274 167, nn. 4, 96, 160, 167, 173, 175, E El Escorial, monasterio (Madrid), 72, Gerbaut, J., 87, n. 270 394,397 n. 143 Ginzo de Limia (Orense), 74, n. 225 Lapurdum (Bayonne, Francia), n. 173 Godoy y Álvarez de Faria, M., 44 ss. y passim Elche (Alicame), n. 61 Larra, M. J. de, 131 , n. 399 Enríquez, J. A., 73, 74, n. 217 Godoy, guión de, 45, n. 137 Ley de Excavaciones de 1911, 58, 177, Ensenada, marqués de la, 73 , 174, n. 170 Gómez Bravo, J., 132 n. 127 Escuela de Dibujo de Zaragoza, 40 Goya, F. de, 33 (lám.), 94 (lám.), n. 82 Lisboa, 48, 84, 174, nn. 189, 266, Esménard, M. d', 46, n. 140 Granada (monumemos), n. 98 298,452 Espinosa, F., n. 96 Guadiana: recorrido, 149, bocas, 150 López Enguídanos, T., 38 (lám.), 39 Guillén Tato, J. F., 13, 15, 81, 82, 95, (lám.), 48 Esquilache, marqués de, 73, 174, n. 170 Esquive!, pie de, 107, nn. 340, 362 96, 122, 123, 130, 142, 146, nn. 6, 8, López, J., 36, n. 104 Estabia, 18, 19, 24, 175 11, 178,237,248,275,293,323, López, T., 36, 37, n. 340 M Madrid, 36, 40, 52, 56, 89, nn. 168, 170, Esrepa (Sevilla), vid. Ostippo 331, 371 SS. Estrabón, 36, n. 104 (mapa) H Herculano, 18, 24, 57, 174 171,173 «Herculano español», 175 Extremadura, 36, 71, 109, nn. 198,366 Málaga, nn. 365, 368 F Farnesio, Alejandro, 17 Hércules, torre, faro (La Coruña) , 35, 50 Malaspina, A., 34, 89, n. 92 Feijoo, P., n. 79 Hermosilla y Sandoval, I., 36, nn. 98, 120 Mallorca, n. 55 Felipe II, 50, 91 heterografía (de Villena), 123 María Amalia de Sajonia, 18, 20, 22, nn. Felipe III de Habsburgo y Austria, n. 264 Hübner, E., nn. 116, 124, 365, 394 52, 57 Humboldt, A. von, 33, 34 Felipe IV de Habsburgo y Austria, n. 19 María Luisa de Parma, 40, 54, nn. 171, Felipe V de Borbón y Anjou, 17, 24, nn. f Ifach (Alicame), 37 233 19, 55, 67, 231, 275 Imprenta Real, 51, 53, 55, 177, nn. 98, Martín Sedeño, S., 39 Feringán, S. de, n. 289 Masdeu, E., n. 102 150,151,1 74,329 Fernán Núñez, conde de, n. 50 lriarte, B., 40 Mazarredo, J., 89 Fernández de Rojas, J., 53, nn. 166, 167 Isabel de Farnesio, 17, nn. 19, 21, 36,275 «Megrita, augures de» (divinidad, sic), n. 355 Fernández y Pérez, G., 81, 126, 132, 142, Isabel II de Borbón y Borbón, n. 170 Mélida Alinari, J. R., 13, 14, 133, n. 6 Isabel la Católica, 50, n. 442 152,n. 238 Memorias (Godoy), nn. 89, 171 y passim Fernando IV de Nápoles, 19, n. 62 ltalica (Santiponce, Sevilla), 55, 57, nn. Menéndez y Pelayo, M., n. 171 Fernando VI de Borbón y Saboya, 22, 24, 55, 57, 58, 61, 71, 96, 189 Mengs, A. R., 20, 71 (lárn.), nn. 192, 202 j Jaca (Huesca), n. 173 32, 72, 174,nn. 55, 76, 79, 81, 83, Mérida (Badajoz), Augusta Emerita, passim 159,177,244 Jano bifronte (guión heráldico), 45 · Albarregas, río, 142, nn. 420,421 Jovellanos, F. de P., n. 216 Fernando VII de Borbón y Parma, 45, 54, · Excavaciones de Villena, 92 ss., n. 313 n. 170 · Guadiana, río, 142, n. 421 Jovellanos, G. M. de, 37, nn. 170, 172, Ferrer del Río, n. 50 211, 216, 228 · Láminas de F. Rodríguez, 166 ss. Perreras (Tarragona), acueducto de las, 50 Juana, la «Excelente Señora», n. 442 · Láminas de Villena, 121 ss. y passim Figueroa Silva, J. de, n. 71 juez conservador de antigüedades, 38, 163 · Mérida cartaginesa, n. 3 5 5 Flórez, E., n. 79 Jusci, C., 21 · Monumentos citados o djbujados: L La Borda, F., n. 292 Floridablanca, J. Moñino y Redondo, · «Alba Regia», nn. 420, 421 conde de, 34, 36, 56, 74, 75, 89, 90, La Coruña, 35 · alcantarilla, 167 92-94 ss., 107, 111, 114, nn. 71, 170, La Granja (Segovia), nn. 26, 52 · «alcázar», 167 181,211,231,256,300,301,309,310, La Habana, 95, n. 325 · alfares, 167 318-320, 357, 358 La Serena (comarca, Badajoz), n. 143 · aljibe de la Alcazaba, 113, 152 90 · anfiteatro, 133, 165, n. 453 · aras de Santa Eulalia, 134, 165 · aras y epígrafes (varios), 167 · «arco de Santiago» o «de Trajano», 129, 148, 165, n. 453 , «arco sobre un arroyo», 165 · arquería de Los Milagros, 140, 160, 165,166 , arquería de San Lázaro, 143, 165, 166 · cerro de El Calvario, 152 (y vid. ninfeo de-) , Chorrillo, 149, 173, n. 426 · circo, 135, 165, 167 , «convento jurídico», 124, 144 · conventual de la Alcazaba, 149, n. 453 · «edificios antiguos», 167 · «escala romana», 150 · · · · foro provincial, 124, 130, 167 inscripción árabe cúfica, 111, n. 353 inscripción fenicia, 110, nn. 355, 356 inscripción del pedestal de Santa Eulalia, 134 (lám.), 135 · inscripción del teatro (dintel de Agripa), 56, 108, 126, 128, 146, 147, n.394 • inscripciones fundacionales de la Alcazaba, nn. 353, 354 · «Mi lagro Gordo,>, 162, n. 444 · muralla, 149, almenada, 150 · ninfeo de El Calvario, 162 • plano de Rodríguez (1796), 167 , «plaza de comercio», 167 · pórtico de templo (i.e., «templo de Diana»), 131 · presa de Araya, 154, 166 · presa de Proserpina, 156 · puente del Albarregas, 140, 160, 165 · puente del Guadiana, 149, 165 · puerta del puente (árabe), 150 · «sepulcros», 167 · taller de fundición de metales, 167 · teatro, 125, 145, 165 , «templeto», 167 · templo de Diana, 131 • templo de Júpiter, 167 · «templo del convento jurídico» o «casaParís, 50, 54, nn. 168, 170, 171 cribunal», 167 Parma, 17- 19 , «templo jurídico», 167 parrimonio arqueológico, 42 y passim · termas de la calle Baños, 167 Perciet, Ch., 51 (lám.) · «via Appia» (sic), 142, 162 Pere Lachaise (cementerio), n. 171 · vías militares, 167 Pérez Bayer, F., 23, 36, nn. 79, 99 , 148, · villa de recreo, 167 336,365 Mesonero Romanos, R. de, 54, n. 172 Persano (Nápoles), n. 63 Meteltinum (Medellín , Badajoz), n. 429 Pestalozzi , H . J., 34 Monciano y Luyando, A., 173, n. 297 Pignatelli, F., n. 256 M oreno de Vargas, B. , 108, 112, 132, Piranesi, L., 21 152,174, nn. 401 ,420 Plano García, P.M.•, 81 Moscoso, J., n. 96 Pombal, marques de, n. 277 motín de Aranjuez, n. 172 Pompeya (Italia) , 18, 19, 24, 175 Mousinho de Quevedo, V., n. 265 «Pompeya española», 57 , 175, n. 189 Mozinho, C. V., 85 Ponz, A., 23, 40, 47, 108, 112, 133, 174, Munda, 36 175, nn. 66, 117, 149, 197 Munigua (Sevilla), n. 61 Porlier, R., 95 Murcia, 93, 94, 111, nn. 297, 320 Porrici (N ápoles), 20, 22, n. 60 Mucicl, A., n. 50 Portugal, passim Murviedro, vid. Saguntum Prado y Mariño, M . de, 38, n. 144 Museo Arqueológico Nacional, 47, n. 74 prestamera eclesiástica, n. 307 Príncipe de Asturias, 45 Museo Botánico, n. 41 Museo Herculanense, 20 Príncipe de la Paz, vid. Godoy, M. Museo Naval (Madrid), 13, 15, 84, 96, Procita (Nápoles), n. 63 116, 121-123, nn. 2, 8 protección de antigüedades, 42 y passim N Napoleón, 49 , 54, 177, nn. 82, 160 puente de Alcántara, 164, 166 puente de Alconétar, 164, 166 Navarro, J. J., vid. Victoria, m. de la Numancia (Garray, Soria), n. 61 puente de Trajano sobre el río Aljucén, 164 Nicolau, S., n. 207 Nápoles, 20, 21, 23-25 , 42, n. 62 Puerca del Macho (Carcagena, Murcia), 4 7 O Observatorio astronómico (Madrid), 33 R Real Academia de Buenas Letras d e Sevilla, nn. 71, 116 Oda a la monarquía española (de Laborde), 50 Real Academia de la Historia, 13, 15, 35, Ortiz y Sanz, J., 23, 35, 39, 48, 55, 178, 37-39,4 1,42, 50, 56, 58, 74, 76, 82, 83, 106 SS., 121-123, 128, 173 SS., nn . 99, 110, 115, 156, 158 Orriz, B., 91 nn. 105, 112, 122, 192, 207, 223, 225, Ostippo (Estepa, Sevilla) , n. 7 4 227,228,27 5 O suna (Sevilla), n. 61 Real Academia de Lisboa, 14, 81 P Pademi, C. 17 (lám .), 23, n. 60 Real Academia de San Fernando, 35, 40, Palacio de Godoy (Madrid), 122, n. 380 163 ss., nn. 61, 98 , 11 7, 119, 338 Palladio, A., 48, n. 156 Real Biblioteca, 82 Real Biblioteca de San Isidro (Madrid), 53 Palomares, F. J. de Santiago, 38, 107, n. 366 Palos y Navarro, E., 38, nn. 158, 163 Real Cédula de 6-7-1803, 41-43, 58, 176, Pamplona, 111 177, nn. 72, 127- 132, 345 Real Instituto Pestalozziano (Madrid), 34 Traggia, J. de, 36 relief, 90, 94, n. 300 Tratado de la Cronología de Espafza Resina (H erculano), 18 (proyecto), 41, n. 124 Trigueros, C. M.•, 40, 110, nn. 74, 116, Reyes Católicos, 50 Rielves (Toledo), n. 61 355,356 Rodríguez, E. , n. 366 U Urquijo, M. L. de, 42, nn. 93, 170 Rodríguez, F. (dibujante), 107, 163 ss., V Valdeflores, marqués de, 32, 37, 41, 48, 173, 175, nn. 119,338,344 74, 107 ss, 17 3, 174, nn . 76-79, 148, Rodríguez, V., nn. 318, 366 159,1 77,223,244,249, 366,390,391, Rodrígu ez Mohedano, hermanos, n. 102 393, 397, 428 y passim Roma, 17, 20, 21 y passim Valdés, fr. A., 89, 90, nn. 296, 300 al-Rusati, 142 Valdivieso, D., 45 (lám.) Valeria (Valera la Vieja, Cuenca), n. 112 S Saguntum (Murviedro, Sagunco, Valencia), 38, 48, 57, 58, 112, 116, nn. 55, 61, Vallabriga, M.• T. (de Borbón) y, n. 231 106, 109, 110,115, 158, 159 Vargas Ponce, J. de, 89, nn. 275, 297 Sala de Antigüedades (RAH ), 41, 42, 95, Vasi, G., 21 107 ss., 176, 178, nn. 123, 348 Velázquez de Velasco, L. J., vid. Sala de Geografía (RAH), 37 Valdeflores, marqués de Sans Barutell, J., 36 Vera, A. de la, 126, 128 Sanca María del Campo Rus (Cuenca), 90, Viage literario de Espafza (proyecto), n. 76 Viaje Pintoresco de Espana, vid. Viryage... 91, n. 308 Sarmiento, M., 74, nn. 197, 222 Victoria, J. J. Navarro, marqués de la, 86, «secuestro» de los bienes de Godoy, n. 379 87, 114, 115, nn. 275-277 Segobriga (Saelices, Cuenca), 38, 39, 57, Vilhena, D. de, 85, nn. 262, 266 Vilhena, M. de, n. 264 58, 114, nn. 61, 111, 189, 190, 336 Sequeira (familia), n. 324 Vilhena Barbosa, l. de, n. 326 Vilhena Mozinho, M. de, vid. Villena Sequeira Palma, R. de, 95 Moziño, M. de Sequeira y Porlier, A., 95, n . 293 Setúbal (Porrugal) , 84, 86, nn. 261, 266, 277 Villanueva de la Sagra, marqués de, n. l 94 Sevilla, 75, n. 297 Villan ueva, fr. J. de, 4 7 Villanueva, J. de, 39, nn. 120, 318 Silva, L. Correa da, 85 Sociedades Económicas de Amigos del Villena Moziño, M. de, láminas, cap. VII, País, 40 vida, cap. V, y passim Solar, C., 138 Villena, arcediano de, 93, nn. 253, 321 Soco de Roma (Granada), n . 379 Villena, J. M. de, marqués de, 87, n. 325 Southwel, T., 74, n. 215 Villena, Manuel de Villena (familias) , 85, 87 T Talavera la Vieja, vid. Augustobriga Voyage Pittoresque de l'Espagne, 49 ss. y Tanucci, B., 19, 23, 24, nn. 30, 52, 60, passim \Y/ Wall, R., 73 62, 63 Tavira, A., n. 111 Weber, M., n. 32 Távoras (conjura de los), n. 277 Williamson, J., 174, 175 , n. 452 Teodosio I, 50, n. 126 Winckelmann, J. J., 20, 21, 54, n. 41 toesa francesa, 107, 112, n. 384 Z Zamora, F., 47 Tofiño, V., 89, n. 88 Zerqueco, M., n. 292 Trabuco y Belluga, cardenal, n. 244 Zevallos, fr. F. de, n. 5 5 lí)I EDICION Fundación de Estudios Romanos Fundación El Monte PR.ODUCCION Ediciones El Viso, S.A. Lucía Varela DISE Ñ O María José Subiela Bemat FOTOCOMPOSICIÓ N Y FOTOMECÁ NICA Cromotex, S.A. lMPR.ESION Julio Soto, Impresor, S.A. Avda. de la Conscicudón, 202, Torrejón de Ardoz (Madrid) ENCUADER. NA CIÓN Encuadernación Ramos, S.A. © De:: la L-dición: Fundación de:: Estudios Romanos, 2001 © De los rt::X.tos: AJicia M.~ Canco © De.- las obras: sus propietarios ISBN, 84-607-2510-3 Depó,;,o L,gaJ, M-24455-2001 C R.É DI TOS FOTOG RÁ Freo S Barcelona, colección particular: lám. IX Madrid, Biblioteca Nacional: láms. I, XI, XII, y XIII Madrid, Museo Naval: láms. XVII, XVIII y XX-XXXVI Madrid, Real Academia de Bellas Arres de San Femando: lám. XXXVII Madrid, Real Academia de la Historia: R. Leoz, láms. III, IV, V, XIV y XVI; Biblioteca, lám. XIX; Gabinete de Antigüedades, lám. VII Zaragoza, Museo de Bellas Artes: lám. II