En el siglo XVII, el significado de la historia como maestra de vida hacía que fuera lectura casi obligada para soberanos y ministros, pues sus enseñanzas servían para analizar la realidad y buscar modelos de respuesta. Gaspar de Guzmán conde duque de Olivares, primer ministro o valido de Felipe IV entre 1622 y 1643 concedía a la historia y a los historiadores un papel fundamental en su programa de gobierno. Por una parte, la historia era una herramienta de análisis, a ella recurría para tomar decisiones, por otra era un depósito de memoria de los hechos y realizaciones de su ministerio de ahí que se esforzara por dejar consignadas gestas militares y actuaciones políticas de su gobierno para enseñanza de la posteridad. La Historia sustentaba la fama, quiso que los historiadores que estuvieron a sus órdenes le dejaran situado para la posteridad en la galería de los hombres ilustres cuyos hechos eran recordados y ensalzados. No lo consiguió.
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