El conflicto armado interno (1980–2000) tuvo más de 69 mil víctimas y 20 532 desaparecidos, de los cuales 75% tenían el quechua u otras lenguas nativas. La muerte y desaparición fueron distribuidas según geografía, clase y etnicidad siendo los pueblos quechuas el grueso de las víctimas. Las secuelas psicosociales de la guerra se experimentan en la cotidianidad donde el ejercicio de la memoria implica dolor, sufrimiento, debilidad, miedo, tristeza, soledad y otras emociones. Este vínculo entre la memoria y la emoción en los pueblos quechuas (relacional, colectivo y afectivo) es mucho más notorio a diferencia de personas influenciadas por la ideología occidental (razón y la individualidad). El presente artículo versa sobre cómo la emoción es parte constituyente del ejercicio de memoria en los pueblos quechuas desde concepciones y categorías del pensamiento andino.
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