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'I ACTA SALMANTICENSIA ESTUDIOS FILOLÓGICOS 283 o y fイjュ fali,·ionci. Unin:r)iJaJ ,J,. S.11.tm.tnc.1 ᄋ ゥセ ᄋ Q@ Vilbr • r.t• Pib r F,·rnánJ,·z Áh-arl'/ 1! ,.Jici1)11: F<·bn·ru. 2001 l.S.B.N.: 8.¡-7800-ll9J--1 lh·pásiw l11:al: S. <•1-2001 Elli.:i1>11<'S Uni,·crsi,l.1J de S.11.1111.111.:.1 Apar1.1du ¡11 E- 17oSo S.1l.1m.111ca (Esp.ui.1) Fntncnmposi,·ii>n. S. 1 . Teléfono: ')lJ 21 H1 0 1 Sabmam:a TKA tH l l'X lmprcsii'm y c:ncuaJ c:rn.Kil•n: lmpr<·nt:t K Al>MllS Teléfono: 91J .!.l! u 19 S.ilamam:.1 Impreso en Esp.1ña-Pri111,.J in Sp.1in Todos lol Jerecbm r<'l<'rottdm. Ni ltt totalidad ni partl' di' rste libro purdt' reprod11rirl<' m trnmmitim· sin pcn11iso esmt<> de f:dirim1cs U11ivasidad de Saltt1111111r.1. COLOQU IO SOBRE LENGUAS Y C ULTU RAS ヲGr e r o セi OE l..A PENINSUl..A IBÉRICA (8." 1999. S.1l.1m.111c.1) a n as@ Rc:li¡;i<>n, k·ngua y culruras prcrrnm.111,1 d,· l ャゥ セ ー NQョゥ。@ / Fr.in.:isco Vilbr y M.' Pilar Fc:rnánd1.·z Álvarc:7 H」 、 セNI@ 1.' 1.•J , - Sal.inunca : Edicinncs Univcrsid.111de S.1l.1r11Jn.:J, ! OOI (Al'.13 s.1lmanti.:c:nsia. EstuJios ヲゥャッ Q■ᄀ[ゥキセ@ ; 281) 1. tbéric"' P,·ninsul.i (bpaiu y p ッ ョオ ᄀZNQ ャ IMaQ ゥ ᄀ[ᄋQN ャNij」 セMc オ ョᄀ[イ」ZBᄋ@ :. lbérii:.t, ャ I」ョゥセ オ 「@ (Españ;1 y Ponugal)-Lcngu.u-l fotnri.1-l la,t.1 ッセMc 1. lhfri.:.1. Pcninsul.t (EspJñJ y Ponugal}-Civili1a.-i1\n-l l.1,ta ッセM\Z l. Vill.ir, Frnn.:is.:o. 11. F.-rn.índo ￁ ィ ᄋ N ュ ᄋセ N@ M.irí.1 l'il.1r. S11(-1f.o+-1f,.J)(o<• 1) •)10.Ks(-1<00+ 1<,.,)-..NOM セkMHッ\Q I@ ッョᄀ[イ オ ョᄀZイNMB G Bᄋ@ ᄋ@ ÍNDICE NOTA DE LOS EDITORES ................................................................................................................. 8 DISCURSO DE APERTURA .... ............... ......................... .................................................... ................ u DISCURSO DE CLAUSURA ............................................ ............................................... ........ ............. 25 PRIMERA PARTE HISTORIA, ARQUEOLOGfA, NUMISMÁTICA, INSTITUCIONES ..................................................... 27 As paróquias suévicas do território actualmente portugués .......................................... F. BELTRÁN LLORIS Hacia un replanteamiento del mapa cultural y étnico e/el norte de Aragón ...... ]. M. BLAzQUEZ El santuario de Cancho Roano.......................................................................... F. BURRILLO Celtíberos y romanos: el caso de la ciudad-estado de Segeda ........ .......... ........ .......... ... A. M.ª CANTO El paisaje del teónimo: Iscallis Ta!abrigensis y la aspirina ...................................... M. P. GARCfA-BELLIDO Numismdtica y etnias: Viejas y nuevas perspectivas .................................. L. A. GARCfA MORENO Los topónimos en -ippo. Una reflexión etnogrdfica .................................. J. GóMEZ-PANTOJA Y E. ALFARO PEÑA Indigenismo y romanización en las tierras altas de Soria . M. KOCH Cartago e Hispania anteriores a los Bdrquidas .... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. .. .. . A.]. LORRIO Materiales prerromanos de Segobriga {Cuenca)........................................................ F. MARCO SIMÓN Imagen divina y transformación de las ideas religiosas en el dmbito hispano-galo.. J. L. RAMíREZ SADABA Onomdstica indígena en la Baeturia Celtica ............................................ M. SALINAS DE FRfAs Pides, hospitium y clientela en Hispania .................................... ................ F. VILLAR Indoeuropeos y no Indoeuropeos en la Península Ibérica ................................................. 29 61 ]. ALARCÁO 83 89 107 135 161 169 189 199 213 227 241 257 SEGUNDA PARTE FILOLOGÍA, EPIGRAFfA, LINGÜÍSTICA ........................................................................................ 285 X. 287 305 BALLESTER Fono{tipo)logfa de las {con)sonantes {celt)ibéricas ...................................... .......... ... ]. A. CORREA Las silbantes en ibérico .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. ... .. .... .... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .... .. .. .. .. .. .. P. DE BERNARDO STEMPEL Grafemica e fonología del Celtiberico: I. Nuovi dati sulle vocali mute; 2. Una nuova legge fonetica che genera dittonghi; 3. Fonti e fasi di sviluppo della sibilante sonora . ]. DE Hoz Hacia una tipología del Ibérico................................................................................... J. D'ENCARNA<;:ÁO Teonfmia da Lusitania romana ..................................................................... 319 335 363 F. J. FERNÁNDEZ NIETO Revisión histórica del Bronce de Cortono .............................................. J. L. GARCÍA ALONSO Las lenguas prerromanas en el territorio de los vetones a partir de la toponimia...................................................................................................................... ]. GORROCHATEGUI Y J. LAKARRA Comparación lingüística, filología y reconstrucción del Protovasco................ .. .................. ......... ... ..................... .............................. ...................... J. A. HERNÁNDEZ VERA Y C. JORDÁN Titulus Pictus celtibérico procedente de Alfaro, La Rioja ... C. JORDÁN Acerca de los patrones flexivos de los temas en -n en la onomástica celtibérica ............... P. Y. LAMBERT Une particule gauloise as?.... ................................................................................. E. R. LUJAN La onomástica de los Celtici de la Bética ........... ................... ......... ........................... K. MCCONE Celtibérico, celta continental y celta común .. .. ... ... .. ... ... ... ..... .. ..... ... .. .. ... .. ....... ......... W MEID The Grammatical and Semantic lnterpretation of Celtiberian Texts. Methodological Considerations ................................................................... :................................................... J. J. MORALEJO Hidronimia galaica prerromana ......................................................................... M. l. PANOSA Novedades de epigrafla ibérica en Cataluña y algunos aspectos metodológicos ........... R. PEDRERO Los epítetos del teónimo occidental Bandueli ........................... ..... ....... ... .... .......... .... B. PRóSPER Nuevas observaciones sobre el culto a las confluencias fluviales en el Occidente de la Península Ibérica ........... ..... ... ................................................... .... ..... ..... ... .. .............. .... F. R. ADRADOS Torreadrada y Turégano ...................................................................................... F. RUBIO ÜRECILLA Las formaciones secundarias en -ko- del celtibérico ...... .................................. K. H. SCHMIDT The Contribution of Celtiberian to the Reconstruction of Common Ce/tic: lnstalment !!..... .. ............... ...... .............. ............................................... ............. ................ .... J. UNTERMANN Algunas novedades sobre la lengua de los plomos ibéricos ...................................... V. V ALERI Persistencias fonológicas en las lenguas del Mediterráneo occidental .......... ...................... J. VELAZA Chronica epigraphica lberica 11: Novedades y revisiones de epigrafla ibérica .................. F. VILLAR Y R. PEDRERO La nueva inscripción lusitana: Arroyo de la Luz 111 ............................... 373 389 407 439 451 459 471 483 495 501 5n 541 561 571 581 595 613 629 639 663 CRÓNICA DEL COLOQUIO ......................................................................................... ..................... 699 ÍNDICE DE NOMBRES ....... .. ...... .... ......... .. ...... .. ....... ....... ............................................. ..................... 705 ÍNDICE DE FUENTES CLÁSICAS Y MEDIEVALES .... .. . ............... ..................... ....... .. ....... .......... .... 705 ÍNDICE DE AUTORES ................... ... ......................... ................................. ... .......................... .... 707 ÍNDICE DE MATERIAL PALEOHISPÁN!CO .............................................. ......... .... ...... ........ ....... ... 7n ÍNDICE DE PALABRAS ........................................ ...... ................................................................... 737 EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: /SCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA ALICIA M.ª CANTO N ESTE CAMPO DIFÍCIL DE LAS CULTURAS PALEOHISPÁNICAS es preciso buscar «meeting points» en los que lingüistas, epigrafistas, numísmatas, arqueólogos e historiadores de la Antigüedad podamos converger y hacer más útiles y fructíferos nuestros respectivos métodos e investigaciones. Tan necesario como conocer el origen y la evolución lingüística de un teónimo, por ejemplo, es saber qué significaba y a qué lo aplicaban; pero no sólo en función de esta o de aquella lengua antigua, sino dentro del muy concreto marco geográfico en el que aquel vocablo se usó y donde nosotros hoy lo encontramos. La hipótesis que acabo de proponer no hace mucho para entender el hasta ahora enigmático Revve Anabaraecus como «dios fluvial que preside la confluencia de los ríos Ana y Barraeca» (actuales Guadiana y Albarregas, en Mérida), junto a la paralela sugerencia de un extendido culto a las confluencias de ríos en la Hispania prerromana y romana, creo que fue ya descriptiva de tal línea de trabajo'. Deben explorarse las posibilidades que ofrece la toponimia posterior -ya sea medieval, moderna o actual- cuando se pone en relación con los teónimos antiguos prerromanos o romanos, pero también con las peculiaridades geográficas, geológicas, faunísticas o incluso florísticas propias de su zona, cuyos rasgos han permanecido o se pueden aún rastrear y pudieran haber sido los mismos que causaron o que reforzaron el culto de aquella determinada divinidad, o pudieron estar en la Antigüedad asociados con ella. El estudio de lo que llamo «el paisaje del teónimo», de su contexto arqueológico o material cuando existe, y de las fuentes literarias antiguas, medievales y modernas, todo ello junto, E ' Canto et al., 1997, espec. pp. 276 ss. Este método también me fue muy útil para desentrañar el epígrafe y la divinidad de la llamada periodísticamente «Piedra de Cenicientos», en Madrid (Canto, 1994, espec. pp. 278, 288 y fig. 4). ro8 ALICIA Mª CANTO puede ser uno de esos «lugares de encuentro» donde todos podamos aportar algo al conocimiento del pasado. No me cabe duda de que dicha línea de investigación se verá potenciada sólo cuando se pueda llegar por fin a la completa traducción de las lenguas paleohispánicas, lo que hará más entendibles también sus cientos de teónimos. Pero se puede entretener la espera intentando otras vías además de la etimológica con algunos de ellos 2 • Por tanto, con las limitaciones y las dudas propias del tiempo presente, propongo aquí otro ejemplo práctico de dicho método de investigación, que tiene además una curiosa conclusión de tipo médico3. Se trata de reestudiar, bajo las premisas dichas, un interesante mosaico con figura femenina y epígrafe, aparecido en 1981 en el término de Talavera la Nueva (TO), en el paraje de «El Saucedo», dentro de la zona noble de lo que parece una gran villa altoimperial, remodelada en el siglo IV d. C., y que más tarde, posiblemente a fines del siglo V o comienzos del VI, fue cristianizada, adaptándola al uso de basílica baptisterial4. El yacimiento (fig. I) está situado a unos 5 km al SO. de Talavera de la Reina (TO), quizá una antigua Talabriga 5 o Talabara6, desde época tardorrepublicana 2 Hace muy poco F. Díez de Velasco (1997, pp. 96-97), uno de los dos autores que más páginas han dedicado a estos temas, llamó la atención -refiriéndose precisamente a las acuáticas y salutíferas- sobre la dificultad de discriminar las características generales de u na divinidad y la topografía del yacimiento; ello le parece especialmente complicado cuando se trata de divinidades indígenas, puesto que sus cometidos concretos no nos son tan conocidos como los de las romanas. Considera problemático el recurso al análisis de etimologías hasta cuando los dioses están bien atestiguados epigráficamente, dando por «quebrado» -a partir de casos como los de Bormanicus o Cohvetenaei método etimológico mismo. Díez de Velasco concluye (p. 102), aunque sin recomendar la hipercrítica, que esta vía concreta de trabajo se encuentra ante «un cúmulo de indeterminaciones». Por mi parte, de forma bastante más optimista, creo que en el presente estudio se demostrará que las tres vías que él comenta permanecen razonablemente abiertas, pero que no se puede transitar por ellas sin a la vez observar minuciosamente el entorno más puramente físico, e incluso diría «microfísico», de estas divinidades. Véase un ejemplo en la nota siguiente. J Puede calcularse la prometedora labor que queda por hacer, cuando justamente los estudiosos de la Antigüedad hispana no han atendido a realizar análisis o estudios de las propiedades específicas de las aguas tan genéricamente llamadas «salutíferas», con objeto de precisar qué males podían ser los que los agradecidos oferentes habían ido a curarse en cada uno de los muchísimos santuarios acuáticos hispanos (véanse más adelante sobre esto las notas 59 y 60). 4 Voy a operar en principio con lo que han supuesto sobre ella sus excavadores. Pero a lo largo del estudio, y especialmente en la nota final, se verá que estas tres premisas: villa 11 uso privado// basílica cristiana, podrían resolverse de otras maneras mediante hipótesis interpretativas distintas y también fundadas: delubrum pagano// uso público// delubrum cristiano. 5 Ta/abriga puede traducirse como «ciudad del valle» o «ciudad fuerte en el valle», que es lo que define a Talavera de la Reina incluso hoy, cuando de sus fortísimas murallas medievales (bajo las cuales quedan restos de las romanas) sólo quedan reliquias, «a la vera» del ancho valle del Tajo. La recuperación y la persistencia del nombre prerromano sobre el romano, tanto en la vecina Talavera la Vieja (Augustobriga) como en la actual de la Reina (Caesarobriga), me hacen pensar que el nombre autóctono pudo ser Ta/abriga o Ta/abara. Al hablar de la Ta/abriga galaica, A. Tovar (1989, p. 257) evoca la teoría que relaciona el primer elemento más bien con ''"talos: «frente a» o «cerca de». Pero véase la nota siguiente. 6 F. Villar (1993, p. 287) recuerda que, según Hübner (sub CIL II, 453), el antecedente del nom1 bre «Talavera» sería Ta/abara, citando siete ejemplos hispanos del nombre moderno, y analiza 9 hidrónimos y 25 topónimos a partir del elemento ''"Tal-, que designan siempre cursos de agua o hábitats junto a cursos de agua. Pero como las ciudades junto a ríos suelen ubicarse a la vez en valles, quizá podría considerarse el valor de ''·tal como «valle», que es el conservado en el alemán actual y podría sería aquí el preferible. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 109 Caesarobriga, y, por tanto, en territorio vetón y ya próximo a la frontera entre las provincias de Lusitania y Citerior Tarraconense. Esta debía discurrir unos 30 km al E., a la altura de Puebla de Montalbán7. Llamada Talabira desde los comienzos mismos de la conquista, Talavera, prodigio de solidez y riqueza junto al río Tajo, fue en época árabe, y durante siglos, un punto fuerte entre las Españas musulmana y cristiana8 • / . Zᄋセ\ セ M セ[N\@ , セカ⦅ ᄋL@ ' セ@ , -, ッ セ@ 2150 yNエ セ@ セ@ セ ッ ッオ@ 1 Fig. r. Plano de situación del yacimiento de «El Saucedo» (Talavera la Nueva, TO), señalado con un asterisco (según M. Bendala et al., 1998, fig. 1). Con un recuadro negro se añade la ubicación de las dos fuentes de «El Piojo» y «La Tejada». El área concreta donde se extendía la villa romana, en el pago denominado «El Saucedo»9, de poco más de 10 Ha. de extensión, se descubrió para la moderna arqueología en 1950, al construir el Instituto de Colonización una serie de acequias. Los primeros pavimentos y restos de estuco pintado aparecieron hacia 1959; las primeras excavaciones se realizaron en 1964, por M. Martín Aguado. En 1981 una sucesión de expoliaciones ilegales condujo a una excavación de urgencia, realizada por S. Cortés, y al levantamiento oficial de distintos pavimentos musivos -entre ellos el que aquí nos va a ocupar- , que fueron depo7 Canto, 1994, fig. 4. Véase para esta importante etapa, por ejemplo, el resumen de M. Terrasse (1970) y la completa monografía de S. Martínez Lillo (1998) sobre sus poderosas defensas. En el artículo de Terrasse, p. 80, se ofrece una espléndida visión aérea de la ciudad y su inmediato entorno. 9 Corresponde hoy al término de Talavera la Nueva (TO), independizado en los años sesenta de este siglo; pero a efectos de los estudios antiguos, se debe considerar parte del territorium de Caesarobriga. 8 no ALICIA Mª CANTO sitados en el Museo de Santa Cruz de Toledo, donde se conservan. Entre 1982 y 1986 se practicaron en la zona excavaciones de la Universidad Autónoma de Madrid que, tras un largo paréntesis, se continúan desde 1996 (fig. 2) hasta el momento actual, dirigidas por M. Bendala1º. , / / 1) Nicho rectangular exento, orientado al SSE, donde apareció el mosaico de !sea/lis. 2) Gran triple ábside del aula del siglo IV, orientado al E-NE. 3) Fons in delubris o baptisterio cristiano del siglo VI, con la escalera orientada al E-NE. 4) Pasillos absidados, decorados en la cabecera con pareja de delfines (O) y crátera (E). 5) Complejo termal contiguo. >- Hipótesis de M. Bendala et al. para la reut1hzac1on bas1ltcal del aula H。 ーセ ックN@ S). __.. Hi ótesis natural de reutilizac10n ue aqm se postu a aprox. Fig. 2. Planta del sector O. de la villa y del conjunto termal inmediato (según M. Bendala et al., 1998, fig. 3). Se le han agregado números y flechas para hacer referencia a los ambientes que se citan aquí dentro del texto. 'º N oticia de las excavaciones de 1964 en Martín, 1964-1965, y de las de urgencia en Revuelta, 1986, passim. Para la investigación más reciente del yacimiento véase Ramos-Castelo, 1992, pp. n5116. R. Castelo ha presentado no hace mucho (mayo de 1998), al coloquio sobre la Antigüedad tardía, un estado de la cuestión a propósito de la basílica cristiana que en el siglo VI se implantó en el mismo lugar. Véase por último M. Bendala Galán et al. , 1998. En estos y otros muchos artículos los excavadores no han venido dando sin embar o referencias o biblio rafía del ac1m1ento amenores a 1950, ec a e que es en rea 1 a su tercer escu nm1ento. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: /SCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA III Pero el lugar de «El Saucedo» era muy bien conocido, al menos desde el siglo XVI, como uno de los más importantes puntos de la arqueología talaverana (vide infra). El lugar se denomina así, Saucedo, posiblemente a partir de un antiguo salic(e)tum, con el significado obvio de «lugar poblado de sauces», como ya apuntó en su día el P. Fidel Fitan. Era aquél un pago de viñas situado dentro de una gran hacienda, denominada, como el pinar próximo, «La Alcoba», que era propiedad, desde 1400, de los ricos monjes jerónimos de Santa Catalina12• Pueden encontrarse desde el siglo XVI noticias de hallazgos en toda la zona, especialmente monedas, cerámica, esculturas y fragmentos de mármoles, mientras dos de los caminos propios para ir a «La Alcoba» subsisten hoy en la cartografía y en la toponimia. El principal de aquéllos se separaba de la calzada hacia Augustobriga y Emerita (luego Camino Real de Extremadura) más o menos en la primera milla'3• El entorno de «El Saucedo» mismo, más cercano a la ciudad, se documenta desde el siglo XVII plantado de viñedos que, junto con los olivares, aparecen ya en las relaciones topográficas de Felipe II entre los cultivos más frecuentes en Talavera de la Reina'4. «El Saucedo» tenía desde la Antigüedad un carácter sagrado, en relación con dos buenos manantiales muy próximos, llamados «El Piojo» y «La Tejada». Esto último nos consta por la inscripción CIL II 894 (y Suppl. p. 828), sobre un ara granítica hoy desaparecida. La encontró el 25 de junio de 1649 el erudito monje jerónimo Alfonso de Ajofrín15 , quien precisa n F. Fita 1882, p. 254. Al otro lado del Tajo, en la margen izquierda, existe también un «arroyo del Sauce», que desemboca asimismo en el Tajo, apenas 2 km. aguas abajo y enfrente de nuestro «Saucedo». Cerca de él hay el cerro de «Saúgo» (513 rn. de altura) y la «labranza del Saúgo» que, sin embargo, deben venir más bien de «sa(rn)buco». 12 Era éste el convento más rico de Talavera. Fundado en 1397 por el arzobispo Tenorio, adquirió por sí mismo, en 1401, «La Alcoba», «El Pinar» y todos sus anejos (l. Fernández, 1896, pp. 238 ss.). El conde de Cedillo (1958, pp. 322-324) da interesantes circunstancias sobre la dote fundacional y afirma que «les pertenecían las mejores fincas de todo el territorio de Talavera», y que «los mismos jerónimos de El Escorial, no obstante las regias donaciones de Felipe II, no podían competir en grandeza con ellos». Entre sus propiedades figuraba «un numeroso monetario» (ibid., p . 323). 1 i Según las tradiciones talaveranas fue por aquí por donde se dio la batalla de Q. Fulvio Flaco contra los celtíberos, en el 181-180 a. C. (C. Górnez Tejada de los Reyes, rnsc. de hacia 1542 en: Ajofrín, 1651, rnsc., libro 2º, cap. 1º, male 182 a. C., entre otros muchos autores), debido a que siempre ubicaban aquí la Aebura de Livio, que le valió al pretor Flaco su triunfo. No puedo por menos que evocar también la célebre «batalla de Talavera», en julio de 1809, con victoria anglo-española sobre Francia durante la guerra de la Independencia. Ambas famosas batallas sin duda obedecieron a la duradera importancia estratégica y viaria de estos llanos para controlar el paso del Tajo y varias rutas esenciales. 1 4 Viñas-Paz, 1963, pp. 444 ss.: Destacaba entonces por su trigo, cebada, frutales variados y toda clase de ganados. 1 s Ajofrín, rnsc. 1651. El sabio fraile «sacó en limpio» y «reparó» dos estudios previos sobre historia talaverana, debidos al Lic. Cosrne Górnez Tejada de los Reyes (h. 1542) y al prior jerónimo Fr. Andrés de Torrejón (h. 1596), añadiéndoles algunas cosas suyas, corno sus propios hallazgos de 1649. Se le suele llamar «Alonso», quizá por la errata que él mismo cornete en la más historiada (y difícil de corregir) letra del título. Pero, tras consultar en la Biblioteca Nacional el folio 263, último del pulcro original manuscrito citado, así corno otros dos, de distinto asunto, transcritos también por él en 1637 y 1657 y conservados en la misma biblioteca, tengo por cierto que su nombre era Alfonso de Ajofrín, corno correctamente lo cita Hübner (CIL Il, Suppl., p. XCII). Del rnsc. talaverano (sign. rns 8396) existen también allí dos copias, una de 1722 (ms 2039) y otra, incompleta y sin fecha (rns 6947). Del rnsc. de Górnez Tejada afirma M. de la Vega (1992, nota 8, aunque llamándole C. Tejada) que existe un ejemplar «en el Archivo Provincial de Toledo, rns 2039», pero me choca que su número de signatura sea igual al de la Biblioteca Nacional, de forma que debe de ser una confusión suya. II2 ALICIA Mª CANTO dónde (msc. de 1651, fol. 63v-64r): «A la penúltima viña como se camina de Talavera al Pinar (scil., de la Alcoba) á mano derecha, como do(s)cientos pasos del camino, donde se ve un repecho inculto con algunas retamas y a la falda como mira al mediodía, hallamos una basa de pilastra... ». Era rectangular, moldurada, de coronamiento y basamento algo sobresalientes, medía aproximadamente 1, 12 x o. 56 m., y «tenía por la parte superior dos como cartelas que se movían hacia dentro, y en el medio labrado un quadro de una sesma, (h )ondo uria pulgada, asiento de otra cosa diferente», lo que entiendo como un rebaje de 13. 9 cm. de lado y 2. 3 cm. de profundidad, pero no en el frente del ara16 (v. infra) sino en su cara superior, donde iría encajada la base del objeto de la ofrenda, posiblemente alguna pequeña escultura. Su texto, que establezco exactamente a partir de quien lo vio y copió -el padre Ajofrín- era: N ry1 imphis Al· la · Nerei l(iberta) · votum l(ibens) · a(nimo) · s(olvit) · m(erito) · Ésta, con un NIMPHIS que se debe corregir en la 1 y un nexo AL en la 2, parece la lectura más correcta•?, tomada directamente del manuscrito original del hallador, Ajofrín, hombre versado en latín y de muy suficiente cultura, y que discrepa ligeramente de las de Hübner y Fita18, a los que han seguido todos los autores posteriores19. Por lo tanto parece que debe corregirse el nombre de la dedicante, que no sería el cognomen Allia 2º, sino el cognomen Alfa, lo que 16 En su artículo citado (p. 253, nº 2), F. Fita entendió mal esto como un campo epigráfico frontal («... la cara del epígrafe, honda una pulgada y en cuadro, tenía de lado una sesma, ó 14 centímetros ... », el subrayado es mío). Hübner, que debió de sospechar algo raro en un campo epigráfico tan desproporcionadamente pequeño, sólo tomó para el Supplementum las medidas de alto y ancho del ara, además de la ubicación y la noticia de otros hallazgos romanos. 1 7 Creo que se debe corregir la primera l de la lín. 1 porque Ajofrín da NIMPHIS, con dos!, igual que P. García de Vores (NINPHIS), quien creo que también la vio, más de cien años después (infra). 18 E. Hübner corrige directamente el NYMPHIS y en la lín. 2 da AliA, descartando el nexo (aunque, dice, «AL-LA traditur»). El P. Fita sigue al C/L en las dos primeras; en la 4ª da L·A·M·S en vez de L-A·S·M, pero debe de ser una errata, porque en sus notas manuscritas, v. infra, he visto q_ue lo copió bien. Sin embargo, en el manuscrito del P. Ajofrín se lee muy bien ÁL·LA, con nexo AL, que por otra parte es lo más lógico. Véanse más abajo las notas 23 y 24. 1 9 Sólo en las actas de las Primeras Jornadas de Talavera y sus Tierras (Talavera, 1992, passim) la citan en sus respectivos artículos F. Jiménez de Gregorio (p. 25), J. Mangas y J. Carrobles (p. 103), M. de la Vega (p. 337) y M.ª V. Cordero et al. (p. 355) (no la conocen, curiosamente, quienes estaban excavando en El Saucedo: p. 122). Véase además su mención en A. Mª Vázquez, CuPAUAM 9/10, 1982/i983, p. 136 (NYMPHYS [sic]/ ALL/A ... ), o en Pacheco-Moraleda, 1997, p. 429 (estos últimos autores sí hacen una relación entre este epígrafe y el culto a las aguas en la zona de El Saucedo), entre otros, dando todos ellos siempre Allia/Alia. Véase la siguiente nota. 20 Allia también está presente en la misma Talavera de la Reina, en C/L II 900: un Segisamensis, (Antoniae) Alliae matri. Además, una Casia Alia (sic?) parece documentarse ahora en un cipo funerario del cercano Valdeverdeja Giménez, 1992, p. 27). De forma que Allia y Alta parecen ser nombres únicos y cognomina. Allia debe de tener alguna relación con el pueblo actual (también vetón) de Alía (BA). Llego a tiempo de conocer ahora el interesante trabajo de E. Luján (1998, p. 98), que los asocia con el significado de «otro» (aunque no incluye Allia, quizá por considerarlo un nomen, lo que creo no es). EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: /SCALLIS TALABR/GENS/S Y LA ASPIRINA n3 además le cuadra mejor, dada su condición de liberta de un liberto, Nereus, al que ella también menciona por su cognomen. Tanto Allus como Alfa están suficientemente representados en la Península Ibérica, en las provincias de León, Segovia, Burgos, Palencia, Badajoz (Mérida) y Madrid. Pero me interesa más recordar aquí otro epígrafe votivo de Talavera (ILER 728), ofrendado a la diosa indígena Aricona por un/a dedicante de nombre Alfes, que se identifica como miembro de la gentilidad de los Alionices. Me parece claro que Alfa, Alfia, Alles y la gentilidad o familia o los Alio-nices están en íntima relación (y quizá no sólo entre ellos, v. infra), siendo todos ellos unos epígonos romanizados del más genuino sustrato prerromano de Caesarobriga. El benemérito fraile Ajofrín, quien tenía «deseo y afición de semejantes monumentos», con el sano afán de conservar el ara hizo trasladarla hasta su convento talaverano, pero desapareció de allí al poco tiempo, reaprovechada «á escusa», en la presa de uno de los varios molinos harineros 21 que los jerónimos tenían22 • No obstante, el ara debió de permanecer visible en su nuevo destino durante bastante tiempo, pues he tenido ocasión de hallar en la Real Academia de la Historia un curioso cuadernillo manuscrito con varios dibujos de epígrafes talaveranos, fechados en 1762 y debidos al erudito local Policarpo García de Vores (sic) Guerra (quien firma «Guerra») 2 3, y en el que aparece un dibujo del ara, aunque no muy esmerado, con un comentario tomado del hecho por Ajofrín, por lo que podemos ahora ver por primera vez su posible aspecto (fig. 3). García de Vores copió con alguna variación la lectura misma, y hay datos, como 11 En época de Ensenada tenían dos grandes en el Tajo (1753, p. 50), en lo que coincide l. Fernández, que los llama «los molinos de abajo» (1896, p. 334). El del Tajo se llamaba «de Calvete» (BN, msc. 2098, de 1689-1691). En época de Ajofrín, y todavía en 1691 (ibid., fol. 40-42), tenían uno más inmediato a El Saucedo, en el caudaloso .(así lo define J. Paz, 1803, pp. 30 ss.) arroyo «Bárrago» («Várrago» en el catastro, cuando ya no es suyo). La presa en la que se embutió el ara, que sin duda es la del Tajo, había tenido por objeto en la Edad Media retener el agua delante de la muralla meridional, en la actual Ronda del Cañillo, como se documenta en el siglo XII (S. Martínez Lillo, 1998, pp. 15 y 127 con nota 42), sistema destinado a reforzar la defensa de la ciudad y que debió de existir también en la Antigüedad. Véase ahora un estudio citando estas presas, con dos dibujos de Carducci y Martelli, de 1641 (Méndez-Cabeza, en: VV. AA., 1998, p. 174 y figs. l y 6). En cuanto al arroyo «Bárrago», su posible nombre prerromano sería Barraecus, forma masculina del emeritense y también vetón Barraeca=al-Barregas (cf Canto et al., 1997, p. 273). El Albaladiel, como es obvio, debe su nombre a la propia calzada, de modo que ignoramos su nombre preárabe. 11 A. de Ajofrín, msc. cit, fol. 64 r: J. Comide, 1796, pp. 400-401. El día antes, 24 de junio de 1649, había encontrado el fraile, algo más al O., en «El Torrejón», un verraco, «de piedra buena berroqueña», que hizo trasladar al pie de «La Cruz de la Alcoba» (ibid. y F. Fita, 1882, p. 255). Es distinto del que hace pocos años fue publicado, hallado cerca del mismo paraje (Castelo-Sánchez, 1995), pues a aquél le faltaban los cuartos traseros y conservaba la cabeza. Fita hizo de éste un croquis, que ofrezco en otro lugar (e.e.). Ya el autor más antiguo de Ajofrín, Cosme Gómez Tejada, afirmaba (fol. 77 r), de antiguos manuscritos que había visto, que eran dos los «toros de piedra» que había en «La Alcoba». 1 i P. García de Vores, Antiguedades de Elvora Carpentana, hoy Talavera de la Reyna, msc. RAH 9/3941. El cuadernillo no debe de estar bien clasificado, pues lo encontré inserto en un legajo de 1831, a nombre del médico y académico correspondiente D. José Paz, del que hablaré más abajo. El texto que da García de Vores es: NINPH!S/ A-L·A· NERE! ·L·VOTVN/ LA·S·M., Véase con más detalle en A.M. Canto, e. e. Agradezco su invariable gentileza a los encargados de la Biblioteca de la Real Academia, y especialmente a la Srta. Miralles de Imperial y a los Sres. J. Mejías y J. García. n4 ALICIA Mª CANTO Fig. 3. Dibujo inédito del ara C/L 11 894, dedicada a las Ninfas, hallada cerca de «El Saucedo» en 1649. Según P. García de Vores, Talavera, 1762. (Con autorización de la Real Academia de la Historia). EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA n5 las L de travesaño inferior saliente, para creer que fue copiada del original cuando aún estaba en dicha presa2 4. Unas tres décadas después (en 1796) el académico José Comide publicó el detalle de la ubicación original del ara2 5, recogido de los papeles del padre Ajofrín, que habían sido recuperados y ordenados hacia 1762 por el también académico Ignacio de Hermosilla. Emil Hübner, como se ha dic;_ho, la copió también, de Hermosilla y quizá de Ajofrín, y, aunque leyó en ellos AL·LA, prefirió corregir el nombre en ALiA. Casi noventa años más tarde, el 30 de marzo de 1882, el P. Fidel Fita realizó una excursión al lugar, proporcionando detalles aún más precisos acerca del yacimiento: «Casi una legua al Occidente de Talavera, á 200 pasos y á mano izquierda del antiguo camino que conduce á esta ciudad desde el Pinar de la Alcoba... Rodean el paraje al Sur el camino antiguo de Extremadura, que salía de Talavera por la puerta de Mérida 26; al occidente el Pinar de la Alcoba, y al oriente el arroyo Albaladiel... por el lado Norte tiene un repecho ó acirate, cubierto de retamas e inculto, donde apareció precisamente la inscripción consagrada á las Ninfas. Todo el pago ( «Sauzedo» ), cubierto de alegres viñedos, descubre las ruinas de una corta población que debió de ser una villula (alquería) romana, ó quizá la primera mansión de la vía... 27». De esta expedición quedaron inéditos tres croquis, que ubican con aceptable precisión éste y otros hallazgos dentro de «El Saucedo>>28 (fig. 4), que confío en que serán de interés para los actuales trabajos en el yacimiento. La exacta localización del ara, y la descripción de otros objetos aparecidos en el mismo pago de «alegres viñedos»2 9 2 4 Al principio pensé que el dibujo era imaginario; pero la misma página tiene por detrás la anotación de época «en la presa», por lo que cabe pensar que, después de darla como existente en La Alcoba (quizá porque el msc. original de Ajofrín llevaba dibujos que no están en las copias que consulté en la BN), él alcanzó a redescubrirla en la presa, que, como dije, se documentaba nueve años antes, en 1753 (v. nota 21). La rayita baja en el nombre de la dedicante, distinta de las interpunciones, pudiera ser resto de la AL en nexo, que Ajofrín sí supo entender y Vares no, por su inferior preparación, o quizá porque estaba ya más borrada. Estos tres detalles creo que autentifican el dibujo. 2 5 J. Comide, 1796, pp. 400-401. Transcribe el nombre como Al·la, de forma que Comide copió de Ajofrín más fielmente que Fita (o éste se fió más de la opinión de Hübner). 26 Cerca de esta Puerta O. se hallaba el conjunto termal que hace pocos años ha sido hallado y excavado (Pacheco-Moraleda, 1997). Se corresponde ahora con la carretera local a Alberche del Caudillo y Valdeverdeja. En época romana era ésta la calzada principal, que continuaba a Augustobriga (Talavera la Vieja, CC., ahora anegada bajo el embalse de Valdecañas). 27 F. Fita, 1882, pp. 253-254. 28 Se conservan en la RAH, en el legajo 9/7581 de los papeles de Fita. J. M. Abascal (1994, p. 385) los cita y ofrece uno de ellos. Véanse ahora sólo las referencias en Abascal, 1999, pp. 43 y 212. 29 Así, Fita (1882, p. 254) destaca «pendientes de oro, busto marmóreo de medio cuerpo que figuraba a un varón togado, sepulturas con sus cadáveres, molduras de mármol y monedas muchas de cobre, la mayor parte del Bajo Imperio». En su nota l se extiende, a partir del estudio manuscrito del canónigo Francisco de Soto (fechado en 1722), en la detenida descripción del togado, aparecido junto al ara de las Ninfas, que acabó travestido de Santa Catalina y finalmente apedreado (según afirma Fita) durante la desamortización eclesiástica. Este togado, según he leído ya en Gómez Tejada (v. Ajofrín, 1651, fol. 77 r), era en el siglo XVI muy famoso en Talavera, donde le llamaban «el Catón» (por el padre A. Soto puede completarse que tenía cabello y barba cortos). Al describirlo, Ajofrín recuerda que tenía una pareja femenina llamada, por descontado, «la Catana». F. Jiménez de Gregorio (en: Talavera, p. 25) hace también una escueta referencia a los hallazgos del padre Ajofrín y a las monedas más frecuentes allí (de Graciano, Valentiniano II, Teodosio, Honorio y Witiza). n6 ALICIA Mª CANTO Fig. 4. Dibujo inédito del P. F. Fita, de su excursión a las G ranjas de El Pinar y La Alcoba (El Saucedo) el 30 de marzo de 1882, describiendo la posición general del yacimiento con sus caminos, arroyos y fuentes. (Con autorización de la Real Academia de la Historia). permiten ubicar todos ellos en el área misma, y en la muy inmediata, a la villa y basílica que desde hace varios años se vienen excavando. La zona arqueológica definida por Fita se extiende entre dos arroyos -los ya citados Bárrago y Albaladiel- y el camino del Pinar d e la Alcoba, y estaba atravesada oblicuamente ya por entonces por el camino férreo (fig. 5). Otra indicación de Fita era de sumo interés: «Muy cerca del sitio del hallazgo (del ara) están las fuentes del Piojo y la Tejada, famosas por la bondad de sus aguas» (Fita, ibid.). Una de ellas se localiza efectivamente sobre el mapa l: 50. ooo del l. G. N. (hoja 626), inmediata a la banda norte de la actual vía férrea MadridCáceres3º, exactamente entre sus km 139 y 140. En uno de los croquis de Fita se dice que está «a Ioo pasos del (arroy o) Albaladiel», y que «su vena fue cortada por el ferrocarril». En el verano de 1998 fuimos a reencontrarla: Delatados los humedales por la abundancia de muy altos juncales y pobladas zarzas, todo ello sospechosamente dispuesto en un gran semicírculo, hemos de dejar su estudio, que se presenta muy prometedor, para más adelante. Todos estos detalles previos son importantes para la correcta comprensión del mosaico que me ocupa, pues a mi entender son la causa de la diferente interpretación que de él conviene ahora hacer. (fig. 6). · ¡o Q ue debió de aprovechar el «repecho» que citaba Fita (todavía hoy muy perceptible) p ara elevar la vía. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA n7 Fig. 5. Croquis similar al anterior, señalando algunos de los hallazgos. (Real Academia de la Historia, Madrid). n8 ALICIA Mª CANTO Fig. 6. Medallón central con el mosaico de l scallis de «El Saucedo», en su presente estado. Museo de Santa Cruz de Toledo. (Según R. Castelo et al., e.p. b, lám. 15 nº 1). * El mosaico se halló casualmente en 1981 y, como se dijo, fue levantado junto con otros y trasladado al toledano Museo de Santa Cruz, donde se conserva, separado hoy en varios trozos. Originalmente ocupaba el único nicho rectangular3\ saliente y exento, de 3 x 2.5 m.32, que se abría en el muro meridional del aula principal de la villa, con una orientación S-SE33 (fig. 2, nº 1). Dentro de un En M. Bendala et al., 1998, como en sus otras publicaciones anteriores (p. ej., Ramos-Castelo, p. 120), los excavadores se muestran partidarios de considerar este nicho como «la cabecera de la basílica», hecho a fines del siglo V o comienzos del VI para dotar a aquélla de un altar mayor. Por mi parte creo que tanto el nicho como su mosaico deben fecharse en un segundo momento dentro de la segunda época de la villa (la más brillante y de la cual proceden decenas de monedas, de Constantino a Teodosio) y por tanto dentro del siglo IV. Aparte de su simetría física y temática con los dos pasillos fronteros, por lo improbable que resulta que se elija precisamente un tema pagano para el altar mayor de una basílica cristiana en el que, según su interpretación, iría la mesa del altar «directamente asentada sobre el mosaico, sin que haya quedado huella de su colocación» (1992, p. 121). Máxime cuando ahora tiendo a pensar que el complejo suburbano del siglo IV podríjl incluso no ser una villa particular (v. las notas 33 y 88, e infra). 2 J Todos los detalles de medidas, colores, densidades, etc. se podrán confrontar en el trabajo de R. Castelo et al., e. p. La descripción que aquí haré, sin embargo, va a diferir en varios detalles, que he ido viendo en momentos posteriores y son relevantes para su nueva interpretación. JJ Esto puede comprobarse aquí en la fig. 2, según el plano formado por los propios excavadores. Sin embargo, éstos aseguran que este ábside o cabecera de la basílica se orienta «aproximadamente de oeste a este, como aconsejaba la antigua patrística cristiana», sic (Ramos-Castelo, 1992, p. 118 y Bendala et al. , 1998, p. 307; pero véase su fig. 3); « . . . al este... estancia... que hizo la función de cabecera» (Castelo et al., 1997, p. 64; pero véase su fig. 4), o «... basílica... orientada de oeste a este... » (ead. et al., e. p., p. 7), afirmaciones todas que parecen no responder a la realidad . En los paralelos que citan, en cambio, sí se cumple la orientación al E. J• 1992, *Véase ahora (2014) al final de este pdf una buena foto en color, como addenda 1. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA n9 Fig. 7. Medallón central del mosaico de Iscallis de «El Saucedo», Talavera la Nueva, TO, conservado en el Museo Santa Cruz de Toledo. (Según interpretación y dibujo de la autora). rectángulo con cuatro cráteras de esquina se inscribe, rodeado por una guirnalda de ochos, un medallón de 85 cm. de diámetro en el que se representa (fig. 7), con mayor densidad de teselas que el fondo, poco más del busto de una mujer madura, vestida con una túnica sencilla, clara, y un manto liso que cae sobre su hombro izquierdo. Su peinado de trenzas y cintas entremetidas se cubre con un bonete de tipo panónico con tres esmeraldas engastadas. Sostiene o muestra entre los dedos de su mano derecha las puntas de lo que creo es un creciente lunar dorado34 con los cuernos hacia abajo, para el que pueden encontrarse paralelos hispanos (fig. 8). Su mano izquierda, en cambio, sujeta con fuerza, e incluso parece apretar, el extremo superior del cuerpo de una serpiente, cuya boca (bien delineada con una sola línea de teselas rojas) se abre al máximo, dejando H Este objeto se definió siempre por otros autores como una manzana, un fruto o un globo. Yo misma, en un corto avance de su estudio (en Castelo et al., e. p.) creí ver más bien una pequeña esfera con el borde dorado, ya que percibía un sector que se diferenciaba. Pero después me he fijado en que las teselas del manto se pueden seguir viendo por debajo del arco del objeto, lo que sería imposible si se tratara de algo sólido. El supuesto creciente lunar parece tener unas varillas doradas o traveseras que unen ambos lados curvos, como muestra, en la fig. 7, uno de los paralelos posibles. Éste es de un amuleto en el que quizá los puntilleados verticales representen aberturas (Portela, 1998, fig. 2). Muchos amuletos lunares tienen, lógicamente, las puntas invertidas. 120 ALICIA Mª CANTO salir de ella una cornucopial5, de la cual sobresalen, en torno a un rabillo central, algunos frutos rojizos (¿granadas?). Sobre el hombro derecho de la mujer se representa una quinta crátera. La dama aparece identificada con un letrero sobre ella como ISCALLIS. Fig. 8. Ejemplo de amuleto colgante, en forma de creciente lunar invertido y con decoración transversal. Colección particular y procedencia desconocida. (Según D. Portela, 1998, fig. 2). Este mosaico fue publicado por primera vez por José Mª Blázquez en 1982, muy poco después de su descubrimiento casualJ 6 • Disponiendo él de una sola fotografía, en realidad pésima (aunque completa), lo entendió como un retrato masculino barbado, posiblemente del dominus de la villa, acompañado de una copa y de una cornucopia en el brazo izquierdo, y «debajo de ella se encuentra un pez grande, mientras la mano derecha sujeta una manzana». El letrero, con dudas, lo leyó ISEAIVS, y dató el mosaico, como el resto de los pavimentos musivos de la villa, en el siglo IVJ7, a mi juicio muy correctamente. En las ya citadas Primeras ]ornadas sobre Arqueología de Talavera y sus Tierras, celebradas en 1990, M.ª L. Ramos Sáinz y R. Castelo Ruano (excavadoras 35 Al igual que en el caso anterior, los autores anteriores veían siempre aquí «una cornucopia con frutos y un pez». Como yo era incapaz de ver el supuesto pez ya que me parecía un solo objeto, opté por describir (ibid.) la cornucopia sola. Pero fijándome ahora con más detalle en lo que me parecía un ojo a media altura, y (gracias a una diapositiva en color que me facilitó la Dra. Castelo) en el color rojo de las teselas de lo que suponía era una simple cinta de adorno, he podido darme cuenta del tema real, de muchísimo más interés teológico. Podría parecer un pez si no fuera por el hocico picudo y el ojo de forma ovalada. Si se tratara de un pez cabría una posibilidad de que representara al fecundo río Tajo. Pero a causa de su forma y del creciente lunar prefiero la hipótesis de la serpiente. 36 Blázquez, 1982, nº 31, pp. 43-46, fig. 21 y lám. 35: «Mosaico geométrico con busto». 37 1d., ibid., p. 46. Aporta abundantes y acert.ados paralelos para la decoración que constituía el recuadro dentro del cual se encontraba el medallón con el emblema figurado, a los que remito. Casi todos ellos se fechan entre los siglos III y comienzos del IV, tanto los hispanos (p. 43: Santa Cristina de la Polvorosa, ZA, y Villa del Prado, M) como los extrahispanos, a destacar entre éstos los norteafricanos de Sabratha, Leptis Magna y Utica (p. 44). EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 121 junto a M. Bendala Galán del conjunto), después de examinar el mosaico en el depósito del museo toledano, aclararon que la imagen era femenina, y que su letrero debía leerse IS Callis, sin entrar en la interpretación de la figura o el epígrafe. La lectura más correcta la hace casi al mismo tiempo J. Gómez Pallares, quien (1988-1989, p. 421), tras aceptar en principio la de Blázquez, ante unas fotos mejores leyó correctamente ISCALLIS en tres posteriores publicaciones38, aunque siguió creyendo que se trataba de un retrato masculino. Todavía, aunque dudosa, siguió a Blázquez M. Guardia Pons39, Gómez Pallares, en su definitiva monografía de 1997 tiende a ver ahora una figura femenina4°, a la que acompañarían una copa, un fruto y un pez como símbolos de la abundancia. Piensa ahora que no se trata de un retrato, sino de la personificación de la ciudad de origen del propietario de la villa, que según él sería la localidad de Iscalis, en Britannia, para la cual aduce incluso algunos paralelos musivos, con una «corona» similar41 • Y ésta es, hasta donde sé, la hipótesis publicada42 más reciente sobre este mosaico: El dominus de la villa sería un británico afincado en Hispania, y habría querido recordar a la divinidad poliada de su lejana patria. El propio Gómez Pallares (ad loe.) calificó su hipótesis como la lectio difficilior. Y, desde luego hay que convenir en que lo es, al menos por la lejanía. Ya que, en mi opinión, hay sobrados topónimos antiguos en Hispania que se componen de, o que incluyen, los elementos !sea, Ipsca, Esca, Escar, como Ipsca/Íscar (CO y VA), Iscadia (según Apiano cerca de Gemella y Obulcula), (castellum) Iskar en Castiliscar (NA), o modernos, como Escá y Escó (NA), Escatrón (Z), o Iscariante (a través del árabe Iskarayatis) en Ugíjar (GR) o la 38 Gómez Pallarés, 1991, p. 137; 1992, p. 43; 1993, p. 289 (H Ep. 5, 1995, nº 786). En la de 1993, erróneamente, «pueblo de Saucedo, municipio de Talavera de la Reina, Toledo». Su lectura le fue confirmada por carta por D. Fernández Galiano. 39 Guardia, 1992, pp. 383 y 406. Hasta 1995, por cierto, casi toda la bibliografía sitúa erróneamente «El Saucedo» en el término de Talavera de la Reina, siendo lo cierto que, como se ha dicho, pertenece hace ya más de tres décadas al de Talavera la Nueva. 4° Gómez Pallares, 1997, nº TO 4, pp. 155-157 y lám. 65 (repite mal la procedencia). Dice que el busto fue interpretado como masculino «por la bibliografía... la pretendida figura masculina [citando sólo a Blázquez] ... nosotros pensamos que se trata de una mujer» (p. 155-156), y también (p. 156) que sólo leían el letrero ISEAIVS ]. M. Blázquez y M. Guardia, olvidando así citarse a sí mismo (1988-1989, o en 1992 y 1993: «un busto, a nuestro entender masculino», p. 289), cuando él también veía y leía lo mismo que ellos. Todos estamos sujetos a errores, y ganamos al reconocerlos por nosotros mismos. 41 Parece tratarse en realidad de un bonete panónico, según he dicho y como ya observó J. M." Blázquez. 4 2 Todos los mosaicos de esta villa han sido reunidos y estudiados con más detalle ahora en R. Castelo et al., e. p. b (agradezco a la Dra. R. Castelo el haberme facilitado copia de este trabajo, en el que la inclusión, al comienzo de la parte II, de un párrafo sobre el epígrafe de las Ninfas y la mención por primera vez de las dos fuentes próximas, les lleva a la admisión explícita de la posibilidad que les sugerí de un culto acuático pagano previo). Las autoras consideran a la dama una representación de Tyche o Fortuna, pero tratan simultáneamente de retener su carácter cristiano y la fecha de fines del siglo V o comienzos del VI, lo que es muy difícil empeño. Así, admiten que «en Hispania, al menos que conozcamos, no hay paralelos de fechas tan tardías que podamos poner en relación directa con el busto de El Saucedo», y tampoco pueden explicar bien la elección del tema de la Fortuna en época visigoda y para la cabecera de una basílica cristiana, por qué esta «Fortuna» se llama Iscallis o cómo se pueden explicar, desde la iconografía de Tyche, las cinco cráteras que la rodean. ALICIA Mª CANTO 122 muy acuífera Nuestra Señora de Tíscar, cerca de Quesada (J), entre otros muchos que podrían citarse. Incluso he encontrado preservado en la provincia de Cádiz un moderno «Iscal», conservando hasta la terminación en -l. Pero estos paralelos hispanos también resultan alejados: A no tantos kilómetros de «El Saucedo», creo que la raíz misma43 del nombre que leemos en el mosaico, lscal-, puede haber permanecido en el pueblo toledano de Escalona44. Este municipio, con el castillo medieval más extenso de España, custodia el importante paso del Alberche hacia la vega del Tajo45. Su puente, por otro lado, era vital en los años lluviosos 46 y sus caminos permitían nada menos que la comunicación entre ambas Castillas y el paso, por un lado, hacia Talavera (vía Nombela), y por otro, hacia la Vera de Plasencia y Extremadura. Así pues, disponemos de un derivado de /scallis, hispano, quizá todavía vetón47, y mucho más próximo. Tampoco me parece ajeno al mismo radical el nombre del municipio de Illescas, algo más alejado (unos 90 km. en línea recta), ya carpetano pero todavía en la provincia toledana, y que, en documentación medieval48, encuentro escrito con la grafía « Yliescas», que pudiera descomponerse en los dos elementos prerromanos ili y esca. Por todo ello, podríamos ahorrarnos el largo viaje hasta Britannia, ya que tenemos documentados muy cerca de «El Saucedo» al menos dos macrotopónimos muy posiblemente relacionados con el teónimo lscallis: Escalona e Illescas. Pero la cuestión es todavía más sugerente: El radical indoeuropeo >:·sk nos lleva precisamente al líquido elemento: En celta la palabra Gセゥウォ。L@ de >:·eiska o >:·eidska (mir. esc49, irl. esca) designa el agua (mir., esca: «laguna») y los ejemplos europeos, en Britania, Galia y Germania5°, de ciudades y ríos51 denominados a 4l Véanse infra las notas 51 y 52. « Documentado como Scalona en el siglo X II. Escalonilla, aunque está más próximo aún a El Saucedo, parece sólo un derivado medieval del de la propia Escalona. Sabemos que Escalonilla se refunda en el siglo XII a partir del despoblado de «Casas Albas», posiblemente una primitiva A lbica, y quizá en el territorio de la buscada Aebura/Albura?. Por lo tanto, el municipio más antiguo, cuyo nombre sí pudo derivar del prerromano y romano l scallis, es Escalona (sobre estos pueblos y su historia v. Jiménez, 1962, pp. 281- 292 y Moreno, 1977, p. 136). Su clima era, como el de Talavera, muy insano por la humedad (Madoz, 1987, p. 462). 45 Jiménez, ibid. 46 Madoz, 1987, p. 458. 47 Según la hipótesis de la frontera que propuse en 1994, ésta vendría, desde los Toros de Guisando (El Tiemblo, AV) y Cenicientos (M), a pasar casi exactamente por Escalona (TO), camino de la zona de Hontanar, entre Puebla de Montalbán y la misma Talavera. 48 González Crespo, 1985, documentos núms. 323 a 325, ambos dados por Alfonso XI en 1347, en Yliescas. Se conservan en el Archivo Histórico N acional, sección «Clero», legajos de pergaminos, s.v. 49 Pokorny, 1959, I, 43 y 794, y espec. 796. Con esta raíz se asocian piscis, piscina, piscor, y en español directamente «pesca» y sus derivados. Holder, 19611, t. II, col. 77: añade su posible parentesco con el gr. pídax, «fuente». Jordán (1997, p. 431) apunta apelativos relacionados, como iska, en siciliano «terreno regado», en calabrés «matorral de ribera». 5o A. Holder, ibid.y t. I, col. 1467: En Britannia, por ejemplo, ! sea D umnoniorum (Exeter, con su río l sca/Exe), !sea Silurum/lsca Augusta (Caerleon-on-Usk/!sea), aparte del ya citado lscalis de los belgas (Ilchester in Sommerset). En Gallia Belgica el lscara!Hisscar o el /sca/Ijssche en Brabantia. En Germania el ! sea (Isch, afluente del Saar), lscara/Ischer en Alsacia, l scala/Ischl en Salzburgo, etc. s• F. Villar Liébana me apunta el matiz de que, cuando se trata de ríos, suele aplicarse a los de corriente rápida, debido a la base preindoeuropea ''·is-. Le agradezco asimismo el haberme indicado EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 123 partir de ella son muchos (cf RE, s. vv.), como lo son también en España52, y con el mismo sentido. Destacaría, como muy representativa de ello, la Tíscar jienense53, Pero es más: La misma diosa Aricona de Talavera, a la que antes me referí (/LER, 728), podría ser una forma paralela de iska con raíz en grado cero y vocal de uniónH, de forma que las dos diosas, lscallis y Aricona, podrían proceder de la misma raíz. Por consiguiente no sólo tenemos documentada en «El Saucedo» una relación con manantiales de aguas salutíferas, a través de la inscripción dedicada a las Ninfas y de la existencia de ambas fuentes próximas, sino que el topónimo mismo de Iscallis nos denunciaría un lugar «lleno de aguas»55, Por otras noticias verbales5 6, sabemos que esta zona concreta fue en tiempos un verdadero humedal, llamándose antiguamente «Lagunas del Rey57». Hay que imaginarse cómo sería esta vega en la Antigüedad, poco más abajo de la confluencia de un Alberche y un Tajo muchísimo más caudalosos. Sus muchos árboles (cf infra), una extrema fertilidad -propicia para los viñedos- y el carácter curativo de las aguas debieron de contribuir, en suma, a una antiquísima sacralización del lugar. Pero · ué se curaba en este lu ar o con estas a uas? Con esto toco un unto clave y a que tampoco se e sue e prestar mue a atención. En e ecto, eemos y la relevante aportación de C. Jordán Cólera (1997), donde trata abundantemente de los topónimos antiguos con este radical (entre ellos los en -ka y -ko), y a este último autor el habérmelo remitido a tiempo de poder consultarlo. Véase la nota siguiente. 52 Jordán, 1997, espec. pp. 431-436 y 450 (formaciones de ''·eis- con -kalko). En este excelente estudio, que complementa tan bien, entre otros, los ya lejanos de H . Krahe, C. Jordán aporta muchos ejemplos, algunos coincidentes con los que aquí sugiero. Curiosamente, para el tema en -1 que aquí nos interesa, dice este autor (p. 432) que no ha encontrado en la Península Ibérica representantes toponímicos de la raíz '''iska + sufijo con líquida, es decir, de lscal-, a semejanza del río austríaco lscala (actual Ischl) o (con tema en -i) el de la ya citada lscalis británica. Le ofrezco ahora, pues, a su repertorio, los dos que aquí propongo: Escalona en Toledo y el ya citado Iscal de Cádiz. Aunque Jordán considera (su pág. 434) como dudosos dos hidrónimos «Escalona», en Valencia y Salamanca, por su parecido con el lat. scala, quizá nuestra lscallis, con el significado que aquí le atribuyo («divinidad de las aguas», y v. la siguiente nota), sirva para eliminar sus reticencias en torno a ese topónimo concreto). 53 En una visita a este significativo punto en agosto de 1999 pude comprobar lo exacto de la relación que había supuesto previamente, a partir del elemento toponímico -iska: Según cuentan las crónicas, Ntra. Sra. de Tíscar se apareció en la denominada «Cueva del Agua», inmediatamente debajo del bellísimo santuario -hoy muy restaurado-, en el que se custodia una espectacular pila bautismal, posiblemente visigoda (que no pude examinar de cerca). Sería así otro caso evidente de cristianización de un santuario acuático pagano. A pesar de la persistente sequía andaluza, el agua no cesaba de brotar de distintos manantiales naturales en esta bella entrada meridional de la Sierra de Cazorla. 54 Al menos esto piensa C. Jordán Cólera, 1997, p. 431, a propósito de la forma Arika-, con la que creo que la extraña Aricona de Talavera podría estar también relacionada. 55 No me resisto a comentar que Aquis sería una muy correcta traducción latina de un «lscallis» céltico. Así que es mucha la tentación de recordar la última morada del santo confesor Pimenio, la villula de Aquis, que tuvo un efímero obispado, reprobado y suprimido en el cuarto canon del XII concilio toledano (año 681 d. C.). Una cita que a veces se ha evocado (a raíz de una frase afirmativa sin más del obispo Rodrigo Jiménez de Rada), a fin de ubicar Aquis en «El Saucedo». Pero creo que no hay base suficiente para ello. 6 5 Que agradecemos al Sr. José M. Salinero, alcalde de Talavera la Nueva. 57 Sin embargo no se localiza este nombre concreto en el catálogo de L. Pando (1926), ni se documenta otra propiedad real que no sea la fábrica de sedas, en el siglo XVIII, según lo que he visto en las relaciones del catastro de Ensenada de 1753 (Ensenada, 1753), con la que se acuerda bien el cultivo -muy frecuente por entonces- de las moreras. 124 ALICIA Mª CANTO oímos con frecuencia las expresiones «manantiales salutíferos», «aguas sanadoras» y similares58 • Pero pocas veces se profundiza más en lo que hay detrás de estas definiciones, para detallar qué tipo de dolencia concreta se trataban nuestros antepasados en cada lugar, con tanta eficacia -o al menos con tanta feque eran capaces de llenar de aras votivas sus muchos santuarios59, Curiosamente, en ninguno de los estudios extensos más recientes, como los de E. Oró (1995, 1996 y 1997) o F. Díez de Velasco (1998), como tampoco en los dos congresos de termalismo antiguo ya celebrados (1992 y 1997) he sido capaz de encontrar a algún autor (excepto L. Moltó) que se ocupe de esta a mi juicio esencial cuestión60. Sabemos ya bastante sobre los aspectos «religiosos», «cosmogónicos», «salutíferos», «curativos» y «purificadores» de las aguas santas. Ahora necesitaríamos saber cuáles son exactamente las <<propiedades» de las que de forma muy general tanto se habla, y qué enfermedades concretas se podían aliviar o curar en cada manantial sacro, porque eso nos ayudará a conocer mejor -además de otras cosas, como frecuencias y tipos de enfermedades61- a sus respectivas divinidades. A este aspecto, que de forma general sigue estando por hacer, vengo ahora tentativamente para el caso que nos ocupa. La abundancia de aguas en el área de Talavera de la Reina, que más arriba he señalado62, era también la causa de su fama de ciudad insana, y supongo que por ello más necesitada que otras de los auxilios divinos. Lo primero lo afirma ss Destacaré dos recientes, multitudinarios e interesantísimos coloquios sobre cuestiones de termalismo. El primero se celebró en Madrid, 1991, y se publicó como número especial de Espacio, Tiempo y Forma (VV. AA., 1992); el segundo en 1996, en el balneario de Arnedillo (Logroño), al cuidado de la UNED y la Casa de Velázquez (VV. AA., 1997). Consúltense además los trabajos de G. Mora (1981), E. Oró (1997 y 1997) y F. Díez de Velasco (1987, 1997 y 1998), siempre para el ámbito hispano. s9 Considero excepcional en este sentido el trabajo de la médica, especialista en Hidrología Médica, Lucía Moltó (en: VV. AA., 1992, cit., pp. 2n-230), quien precisamente llamó la atención (p. 212) sobre el atraso de este tipo de estudios en nuestro país, al comparar los 52 casos que ella ha detectado en España en los que es posible la asociación entre un yacimiento y un manantial salutífero, con, por ejemplo, las 829 fuentes sagradas que P. Audin (1978) recopiló, sólo en los Departamentos del NO. de Francia. Cf de la misma autora su trabajo de 1990, más lo que sigue. 60 L. Moltó, en el trabajo citado en la nota anterior (p. 219), lo dejó así sugerido: «El análisis de conjunto nos da a conocer la aparente existencia de preferencias en la Antigüedad por determinados tipos de agua, lo que permite deducir las posibles causas que les llevaron a la utilización de unos tipos de aguas más que de otros ... » . Pero, por lo que he podido informarme, esta autora no continuó tan prometedora línea de investigación, que afectaba a los tipos de aguas y a las causas de las preferencias, por donde se hubiera podido acabar llegando a las enfermedades concretas. 61 Durante décadas sólo hemos contado con los beneméritos estudios del médico J. R. Zaragoza (1971, a mi juicio el más completo). M. Ruiz Bremón (1997, pp. 201-210) ha tratado hace poco de estudiar la Hidroterapia en la medicina del mundo ibérico (se refiere con este adjetivo a toda la Hispania prerromana), con el auxilio de otras fuentes. Sin embargo, trae a colación muchos datos que ni se deben a enfermedades ni tienen relación alguna con la hidroterapia, de la cual no trata hasta la última página de texto (la 208), dándola por existente en el Cerro de los Santos (AB) y, con dudas, en el de la Luz (MU), pero sin entrar tampoco en estos casos en las enfermedades precisas para las que usarían. En cambio, las únicas que sí se pueden probar (aunque con dificultad, debido a la extensión del hábito crematorio) a través de la paleopatología, como la artrosis y la artritis en distintas regiones (p. 204) tampoco se recurre a relacionarlas con alguno de los santuarios y aguas conocidas. 61 Súmese a ello lo dicho por Pacheco-Moraleda (1997, p. 429), para la misma Talavera, y en el siglo XVI las fuentes que citan del Caballo, de Miraflores o de Bencachón. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA . 125 ya en la segunda mitad del siglo XVI el talaverano Dr. Bartolomé Frías de Albornoz, en su carta contra el erudito portugués de Evora Andrés Resende, a propósito de dónde estuvo en verdad la ciudad de Elbora/Aebura. Dice textualmente: «(Talavera) ... es muy sujeta a catarros y otras indisposiciones que proceden de la humedad y nieblas... habiendo de esto por estar en el valle y no muy ancho y cercada de arboledas... por esto tuvo antiguamente crédito de lugar malsano63... ». Con esto concuerda admirablemente un dato aparentemente marginal, que quedó olvidado dentro del informe del primer excavador de «El Saucedo», Máximo Martín Aguado, en 1964: Le llamó la atención durante sus trabajos 64 (y no era para menos), la extraordinariamente abundante presencia de unos «gasterópodos, amarillentos y malolientes6 5». Hasta donde he podido saber, debía de tratarse de moluscos de los llamados «paludínidos», cuyo hábitat suelen ser, como su nombre indica, los terrenos pantanosos. Rodeada entonces Talavera de arbolados que proporcionaban abundante sombra, los suelos tendían a la humedad extrema y a la creación y persistencia de charcas, lagunas y, en general, de aguas estancadas, que durante los grandes calores del verano se volvían focos naturales de paludismo y variadas fiebres. Para corroborar estos aspectos desde el punto de vista médico he hallado otro testimonio precioso: Un pequeño informe oficial del erudito profesor de Medicina y Química, J. Mª de la Paz Rodríguez66, publicado después de haber padecido Talavera y su Tierra, a partir de julio de 1803, una especialmente dura epidemia de «calenturas malignas y fiebres intermitentes«, en cuyo combate el Dr. Paz, coordinando a un grupo de médicos talaveranos, se empleó a fondo. Con su descripción de las abundantes -y descuidadas- circunstancias hidrológicas del entorno67, y de las condiciones higiénicas de la ciudad misma (éstas en verdad penosísimas por entonces 68 ) se confirma todo lo dicho al respecto en el siglo XVI por Cosme Gómez Tejada de los Reyes y por Frías de Albornoz. 6 J Esta carta, una larga disquisición, se conserva manuscrita a continuación de la copia incompleta del msc. del P. Ajofrín (BN, ms 6947). El texto al que me refiero ahora (que no fue conocido o al menos citado por Hübner) está a partir del folio 307r. 6 4 Martín, 1964-1965, pp. 326 y 357 ss. 6 5 Por este dato concreto he preguntado a la Dra. R. Castelo, y recuerda que también a lo largo de las excavaciones más recientes se fueron hallando este tipo de moluscos. 66 Paz, 1803, passim. Era también aficionado a las antigüedades. De hecho, redactó en 1816 para la Real Academia de la Historia (de la que fue años después miembro correspondiente) una Memoria sobre las de Talavera que he buscado en vano, pues ya había desaparecido de allí en época del P. Fita. 6 7 Paz, 1803, pp. 11-12: «Además de estos dos ríos (Tajo y Alberche) se desprenden varios ríos y arroyos de los cerros inmediatos, que casi inundan el País Baxo en tiempo de lluvias, siendo los más caudalosos los conocidos con los nombres de Barraca y Portiña... por pocas que sean las lluvias, rara vez faltarán pantanos, charcas y aguas estancadas que podrán infeccionar. .. (El suelo rara vez se seca del todo) ...pues las inmediaciones y contornos de esta villa se hallan grandemente pobladas de árboles frondosos y plantas que dan mucha sombra, con particularidad de olmos, olivas y moreras... ». 68 Paz, 1803, pp. 12-13: Comenta el hedor intolerable dentro de la ciudad, cuyas calles estaban mal empedradas y peor barridas, de forma que se acumulaban los lodos y las inmundicias, y se encontraban frecuentemente muladares, estercoleros y charcos, «incluso en los sitios más públicos y calles más pasajeras... ». Sigue el informe médico sobre los síntomas y tratamientos empleados (entre ellos destaca, naturalmente, la quina americana) y -lo que Talavera deberá agradecerle siempre- sus sabias recomendaciones al Gobierno de Madrid acerca de la indispensable higienización urbana y sanitaria de la ciudad. 126 ALICIA Mª CANTO Aunque pensemos que ni en la época romana ni en la árabe, con sus más cuidados sistemas de encauzamiento69 y de riego, las condiciones favorecedoras de epidemias pudieran ser tan crudas, algo de ello habría, tal como los pequeños moluscos encontrados durante la excavación nos testimonian, y, en tal caso, los simples manantiales de aguas puras y no contaminadas ya por sí mismos serían muy apreciados. Pero si además de alguna de tales fuentes manaban aguas específicas para las fiebres, tercianas o cuartanas, tanto más alta sería su importancia para los enfermos, pudiendo adquirir entonces fácilmente un rango sobrenatural. Así que volvamos, pues, a las divinidades que aquí residían y así dispensaban sus favores. Sobre el hombro derecho de la figura femenina representada en el mosaico se incluye una crátera, que se suma a las cuatro que ocupaban las esquinas exteriores del recuadro que la enmarcaba?º. Nada menos que cinco cráteras en total, parecen todo un símbolo parlante. Aunque podrían evocar simplemente la producción de vino (recuérdense los muchos viñedos de estos pagos), también podrían hacer alusión a la abundancia o cualidades de las aguas. Como tenemos ambos factores en el inmediato entorno, vino y agua, sería aparentemente difícil decidirse. Pero para inclinarnos por una u otra posibilidad podemos recurrir ahora a la consideración de los motivos figurados de los mosaicos, coetáneos, que rematan los dos pasillos fronteros del mosaico de lscallis, en el lado N. de la misma nave (fig. 2 nº 4): Y así constatar que se han elegido para ellos a) otra crátera más, y b) dos delfines que enlazan sus colas en un エイゥ、・ョ セ@ Los delfines no tienen asociación al vino, sino al agua, pero más en concreto también a la salud, por la ancestral vinculación de estos cetáceos a Apolo. Y acaso también podrían representar a N ereus, dios del mar y el padre de las Nereidas, que son justamente las ninfas propias de fuentes y manantiales. Entonces podremos recordar el detalle de que el cognomen N ereus/Nerea se documente nada menos que tres veces en Talavera, y una de ellas precisamente en el epígrafe a las Ninfas del que partíamos en este estudio?'. De esta forma, el conjunto de estos tres ábsides menores figurados parece obedecer a un programa uniforme, y podremos así decidirnos por que el total de la decoración de este aula en su uso del siglo IV d. C. apunta mejor hacia un culto a la salud a las a uas mu abundantes a uí en la Anti üedad hasta ace ien poco, ta como aca amos e compro ar. Nuestra lscallis, cuyo nombre acabamos de verificar no puede ser más oportuno para un lugar tan exuberante de aguas, parece por tanto la personificación -muy acorde con los cánones estéticos del siglo IV d. C.- de una divinidad tópica, acuática, curativa pero también fertilizadora, venerada sin duda por el 69 De hecho, el propio nombre de «La Alcoba» puede proceder de «la cuba», «la cupa», quizá haciendo alusión, según me sugiere -y le agradezco- mi colega F. Valdés, al nombre árabe de los depósitos de agua abovedados, que son comunes en ambas épocas. Sin embargo, encuentro también el término A/vacaba, que pudo precederle, en una fuente del siglo XII (recogida por S. Martínez Lillo, 1998, p. 29). 70 Naturalmente, los autores que piensan en la datación del siglo VI y fechan el mosaico con la adaptación basilical, atribuyen estas cráteras a las aguas bautismales. Pero véanse aquí las notas 4, 33, 72 y 88. 7 ' En efecto, en Cll 11, 5328 (ILER 3272) tenemos la lápida funeraria de Julia Nerea, y en el epígrafe del que partimos tenemos otros dos (quizá también lulii): el liberto Nereus, y su liberta A/la. * Incluyo ahora (2014) , al final de este pdf y a modo de addenda, dos buenas fotos en color de estos dos motivos, encontradas en Internet. Cuando esta ponencia, en 1999· 2001 , no detecté un importante detalle, que más tarde observé) ahora añado: que, en el pasillo (a) , lo que surge de la crátera son grél'ladas . Ésta me parece una nue;a prueba, junto cor el propio mosaico de la diosa, los abundantes amuletos lunares en la zona, y los demás argumentos , de que parece correcta mi propuesta de que /sea/lis es un trasunto local o inter¡:retatio de la Proserpina romana , y por tanto el conjunto no una villa privada sino un de/ubrum o santuario termal (la aparición posterior de bañeras individuales también se sumaría a ello) . Justamente debido a su importancia regional fue después cristianizado, en un proceso bien conocido . EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 127 dominus (o por los devotos, vid. infra), que crean para su culto este -y no pequeño- larario, en la salón principal de esta mansión (o santuario suburbano72). Si ella, auxiliada por distintas ninfasn, del manantial de «El Piojo» y de otros, era una divinidad del área del actual Escalona, o si -lo que parece más probable- el influjo de su culto fue inverso y se irradió desde aquí, son cosas que por ahora no parece que se pueden determinar. Sí podemos aún consolidar la hipótesis religiosa del edificio pagano proponiendo que el extraño nombre de la fuente junto a la que apareció el ara votiva, «El Piojo» (que se repite en otras varias ocasiones en España) pudiera venir de un antiguo piaculum, con el sentido de «expiación, sacrificio expiatorio», por lo que es un microtopónimo que, por raro que ello parezca, podría ser tenido en cuenta como posible indicio de un locus religiosus74. En todo caso, la fama de lscallis debía de desbordar el ámbito estrictamente local, pues la conversión en el siglo VI del lugar en una pequeña iglesia monástica o parroquial, bajo un abad con autoridad para bautizar y con un ámbito baptisterial propio para hacerlo (ambas cosas no tan comunes en la época), me parece confirma plenamente un prestigio pagano previo de cierta consideración, lo que pudo apremiar a la Iglesia a su cristianización, como en tantos otros casos. Podría incluso pensarse -como cada vez me parece más lógico- que el propio complejo del siglo IV no fuera propiamente una villa privada: En la zona 71 Como uede a reciarse el es uema ue resento no enca'a en el marco de una reforma basilical cristiana e os si os V-VI ta como a an ro uesto M. Benda a su e ui o, sino más bien en a remo e ac10n e comp e¡o a ines e sig o 111 y comienzos e IV, uera privado o público. De momento, el argumento más sólido para fechar el nicho y el mosaico de Iscallis en el siglo IV y no en el VI -aparte del iconográfico- es lo improbable de que unos cristianos construyan expresamente una cabecera para colocar el altar de su nueva basílica en el muro S. (porque la más canónica orientación para ello es la E.) y que a continuación lo pavimenten con una divinidad pagana con serpiente (v. infra la nota 86), directamente debajo de las reliquias y de la celebración de la eucaristía. Dejando aparte lo inútil de hacer un mosaico para ocultarlo con una mesa del altar. Por ello creo, al contrario de lo propuesto por ellos, que la reutilización eclesial en el siglo VI del aula del edificio del IV tuvo que producirse en el sentido natural de la gran sala; debieron de usar como muro de cabecera el mismo, ya preexistente, triple ábside semicircular del aula (fig. 2 nº 2), que además ya estaba más adecuadamente orientado hacia el E-NE, y cuyo lateral derecho conserva incluso los huecos de un posible cancel. Con esta idea coincidiría mucho mejor la ubicación de la nueva piscina bautismal o fons in delubris, situada de esta manera a los pies de la nave (fig. 2 nº 3). La piscina y sus siete escalones aparecen así no sólo en su lugar más habitual, a los pies, sino mejor orientada hacia el E-NE (lo que litúrgicamente era lo canónico para la inmersión bautismal: C. Godoy, 1997, p. 187) y además en línea con el gran triple ábside. Por último, el muro transversal que se observa, que ellos consideran hecho para cerrar la nueva basílica y amortizar el triple ábside (que serviría según ellos para vivienda de los sacerdotes), es muy corto y bajo y, sobre todo, está simplemente sobrepuesto sobre el mosaico grande del aula, de forma que su falta de cimentación lo invalida a mi juicio para soportar con garantías cualquier tipo de techumbre. Estas discrepancias sobrevenidas con los excavadores habrán de ser dilucidadas por los futuros trabajos arqueológicos (y véase al final la nota 88). 73 Quizá la Aricona que antes mencioné, de Talavera, podría ser una de ellas. Para la recopilación y comentario de los epígrafes dedicados a las ninfas en la Península Ibérica puede consultarse con provecho el trabajo de conjunto de J. Mangas (1986). 74 En el verano de 1999 tuve oportunidad de reforzar esta idea: El curso fluvial que discurre al pie del santuario de la célebre Virgen de Cortes, patrona de Alcaraz (TE), se llama también río «del Piojo». Me parece claro, y quizá más en este caso, que tal nombre no puede tener que ver con el molesto insecto (que además rara vez se manifiesta en solitario) y debería más bien de proceder de la actividad religiosa que sugiero. 128 ALICIA Mª CANTO inmediata -quizá demasiado inmediata- al aula se ha excavado un complejo balneario de consideración75 (fig. 2, nº 5), muy destruído, fechado, sobre todo por monedas, a lo largo del siglo IV d. C. y por tanto de la misma época que el aula, de manera que podría pensarse que en la fase del siglo IV podríamos estar incluso ante un santuario termal pagano76• Y esto me lleva a la última cuestión que aquí quería tratar, que es justamente aquélla por la que comencé: El entorno, y el propio nombre de «El Saucedo»77 que, como bien dijo Pita, ha de venir del latín salic(e)tum. A mi juicio, muchos de los lugares llamados «Salcedo», «Saucedo», «Saucedilla», «Saucejo», «Sacedilla», «Sacedón», «Saz», «Fuente el Saz» y similares, de los que no andamos nada escasos en España y también en Portugal ( «Salgueiro/s», «Salgueiral/is», etc.), y que suelen coincidir con lugares muy frescos, fértiles y con acuíferos naturales (sean manantiales, arroyos, ríos o pequeños lagos), pueden haberse reconocido en la Antigüedad como curativos o sanadores. Pero quizá no de una manera tan imprecisa como de otros casos, de forma en exceso genérica, se afirma. Sugiero que en muchos de estos «salcedos», y desde luego en el talaverano (que podría ser en mi opinión un segundo caso en el territorio inmediato de la ciudad78), el carácter sacro se debería también a las propiedades del sauce, sobre todo en sus variedades salix alba (sauce blanco), salix purpurea (sauce colorado) y salix helix. Se trata de un árbol característico de riberas, por su rápido crecimiento y por su útil contribución al afianzamiento de aquéllas79. Pero también vive, e incluso más cómodamente, en ambientes pantanosos, insalubres y hasta pútridos, puesto que se nutre mejor y más rápidamente de las aguas corrompidas. 71 Véanse R. Castelo et al., 1997 y M. Bendala et al., 1998, pp. 304 ss. y fig. 3, para los detalles de la excavación y hallazgos de lo que para ellos son las termas privadas de la villa (lo que tampoco debe considerse por el momento descartado). 6 7 Si se confirmara este carácter que sugiero de santuario-balneario termal, podría unirse al hasta ahora considerado único ejemplo de Cueva Negra (Fortuna-Murcia), v. F. Díez de Velasco, 1997, p. 100 y la completa monografía hace poco publicada en Murcia (VV. AA, 1996). Quizá lo fuera también el de Alhama de Murcia, en cuyo interior apareció una hornacina (en la llamada «sala medicinal nº 2») y un ara anepigráfica Q. Baños et al., 1997, pp. 334-335 y]. A. Ramírez Águila, ibid., pp. 329-337, para el edificio árabe superpuesto) y, por supuesto, Baños de Montemayor (CC), entre otros. 77 El apellido «Salcedo» se acredita entre nobles talaveranos varias veces, desde al menos el siglo XVI. Tengo que advertir también que hoy en día no se descubre en el área urbana de la villa ningún sauce, pero ello está en relación directa con la sequedad que hoy preside el lugar. 78 En efecto, sospecho que algo similar pudo pasar en el extremo oriental de la propia Talavera de la Reina, bajo la actual ermita de la famosa Ntra. Sra. del Prado, cerca de la cual surgió la bella lápida negra de Litorius, famulus Dei (ICERV nº 50), fechada en el 510 d. C. y que se puede visitar hoy en su interior: Porque según datos de los siglos XVI y XVIII (épocas de Felipe II y del catastro de Ensenada, láminas de A. de Wyngaerde y de P. A. Guerra), una espectacular masa de álamos (o sauces) negros la rodeaba, constituyendo la célebre «Alhameda» de la Virgen. Se verá sobre esto en A. M. Canto, e. p. 79 Blanco, 1988, pp. 27-30 y Romo, 1997, pp. 187 a 193. Los dos grupos principales de salicáceas (sauces y álamos) tienen otros muchos usos prácticos, como el curtido y la tinción de pieles, la apicultura o la confección de cestería, tanto la rústica como la fina (en las que los celtas eran grandes expertos). Sus maderas, ligeras y resistentes a la fricción y al astillado, se usaron en tiempos pasados para fabricar cerillas, palillos o esculturas, y actualmente para carpintería, pastas celulósicas y maderas prensadas. Son árboles capaces de reafirmar bancos fluviales desgastados, así como otras conducciones de agua corriente. Y esto sin hablar aún de sus propiedades medicinales. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 129 Por una graciosa concesión de Natura -divinidad superior y compleja que para los primeros cristianos, según san Isidoro de Sevilla80, equivalía a «Dios»-, el sauce transforma, desde las mismas aguas pestilentes, la sustancia que sirve para curar lo que las aguas enferman en los seres humanos. Pues es precisamente de la corteza, de las hojas y de los gatillos femeninos de este árbol de donde se extrae la salicina, que es el componente esencial del ácido acetil-salicílico. Como es bien sabido, éste es nada menos que el ingrediente básico de nuestra popular y hoy medio milagrosa «aspirina», de conocidísimas propiedades curativas, especialmente de la fiebre, los dolores de todo tipo, los reumatismos y, más recientemente, preventiva de las enfermedades cardíacas, y que justamente en 1998 acaba de cumplir el primer siglo de su existencia. Quiero decir de su moderna existencia, puesto que el sauce era con seguridad la «aspirina vegetal» de los viejos hispanos. Y no sólo de los hispanorromanos, puesto que la lscallis del mosaico de El Saucedo, gracias a su nombre prerromano y céltico, nos permite suponerlo también para el período anterior a Roma. No se escapó a aquellos inteligentes observadores de la Naturaleza que algo debía contener en sí estos árboles cuando, incluso viviendo en medios húmedos, a veces pantanosos e insalubres, ellos conseguían mantenerse sanos y fuertes81. En efecto, las variadas clases de fiebres intermitentes, la malaria y el paludismo, verdaderos azotes de la humanidad antigua (y de cuyas epidemias, extensión y efectos mortíferos en la Hispania antigua, como de otras muchas enfermedades, no sabemos prácticamente nada) se mejoraban mucho, e incluso sanaban, con estas cortezas de sauce, consideradas por este motivo más tarde como verdaderas «quinas europeas» 82• Por supuesto que tanto el conocimiento de las propiedades de la raíz y de las hojas del sauce como su uso medicinal son muy antiguos, desde Teofrasto a Columela. Trata de ellos Dioscórides en su libro I, cap. n5 y, por descontado, nuestro siempre al tanto Plinio el Mayor, quien le dedicó numerosos párrafos (NH XVI, XXIV-XXVI y passim). Pero, en cambio -y así toco otra vez mi objetivo inicial- mucho menos o nada explorada hoy es la posible asociación del sauce a alguna divinidad concreta, pues además en estos aspectos del vínculo entre la medicina y la religión los autores antiguos citados, más racionalistas que la media de su tiempo, no solían detenerse. Sí sabemos más sobre la antigüedad de la vinculación del sauce al mundo funerario, que debe de preceder al mundo griego clásico, pues parece que era un árbol sagrado en etapas anteriores a la introducción en Grecia del olivo, que le suplantó: Así, la pradera de Circe, visitada por el héroe solar Jasón en su búsqueda del vellocino de oro, estaba plantada de sauces funerarios, o -según Pausanias- al tracio Orfeo, viajero místico al país de los muertos, se le solía representar con una rama de sauce en la mano. 80 Isid., Etym. XI, 3, 1: Unde et ipsi gentiles Deum modo Naturam, modo Deum appellant. Es lo que P. Font Quer (1979, p. n6) llama «la teoría de las señales»: Los sauces valdrían también para combatir el reumatismo -se dirían los antiguos- ya que podían r esistir tanta humedad sin detrimento para su salud. 82 Font, 1992, pp. n5-n7. El benemérito Dr. de la Paz, durante la mencionada epidemia talaverana, disponía de verdadera quina americana de quino, que usaba sólo para los casos más graves (1803, pp. 17 ss.). Denuncia incluso el fraude de la misma, que traían «los Arrieros del Alosno» (ibid., p. 27). Precisamente se usaba el sauce para falsificar las quinas. 81 130 ALICIA Mª CANTO Pero los modos de asociar el sauce a la religión y a la medicina no se limitarían al tratamiento de dolores, fiebres y paludismos, sino que, siendo Iscallis una divinidad femenina, debemos recordar que una variedad concreta, la salix Babylonica, que nosotros conocemos como «sauce llorón», estaba consagrada a Juno, pero a una de sus más antiguas advocaciones, y por cierto a la más relacionada con la problemática femenina, de Juno Fluonia. En este aspecto también tenía para las mujeres virtudes concretas: en las fiestas de las Tesmofórias -en honor de Démeter, v. infra-, las mujeres se sentaban sobre ramas de sauce llorón para evitar la líbido, mientras que sus hojas cocidas eran estimadas como un buen medio para contener las hemorragias y por tanto como antiabortivas83. En el mundo antiguo los dos factores juntos -este tipo de agua y este tipo de árbol- hubieron de asociarse necesariamente a la divinidad o divinidades, en nuestro caso lscallis, secundada por algunas ninfas de manantial84 (pues ella misma no lo es) que, además de hacer fecundas las tierras, o de ser prácticos auxiliares en el mundo agrícola, permitían de paso un alivio eficaz para algunas dolencias, generales y también especialmente femeninas 85. En el caso concreto de Talavera de la Reina y su territorio (en especial visto lo aquí rastreado para el período entre los siglos XVI y XIX), parece bastante lógico imaginar su sagrado y vital carácter también en la Antigüedad prerromana y romana, cuando las posibilidades de medicarse descansaban, y a veces angustiosamente, sólo en lo que Natura podía dispensar. En cuanto a la equivalencia romana de la céltica y vetona Iscallis, si atendemos a los distintos atributos que -según mi presente interpretación- la acompañan en el mosaico de El Saucedo, la cornucopia representaría las riquezas de todo orden que nacen desde las entrañas de la tierra, pero a través de las fauces de una serpiente (concebida ésta como agathós daímon 86 ), por la voluntad e intervención de la diosa, y de las aguas saludables (las cinco cráteras) que ella y sus ninfas generan. Si incluimos el creciente lunar dorado ue creo sostiene en su mano derecha el con.unto odría va er er ectamente ara considerar a lscais como un trasunto talabricense de Diana-Proserpina. Según Estrabón (XIV, 1, 6), arteméas significa «sano y salvo», aunque personalmente me parece muy oportuno también recordar para este caso específico la asociación que evoca 8 3 Tenía otros usos relacionados más específicamente con las mujeres: Se creía que las hojas y los amentos femeninos cocidos, puesto que bajaban las calenturas, en general podían también combatir la histeria, y «enfriar las pasiones venéreas» (incluso en los ho mbres) (Font, 1979, p . n6) y, tomado el cocimiento en ayunas (y esto ya desde Dioscórides), que era capaz de producir la esterilidad en las mujeres, viniendo a creerse en él como, más o menos, en un anticonceptivo natural. Cf., además de las fuentes literarias citadas, Blanco, 1988, p. 30 y Romo, 1997, p . 187. En realidad hojas y amentos son sedantes y antiespasmódicos y, en este sentido, y como tónicos o antidiarreicos, se siguen recomendando hoy (P. Font, ibid., A. Romo, 1997, p. 190). 84 Una asociación similar en una difícil inscripción votiva de Marecos (Penafiel, Porto, Portugal), que se ofrece a la vez a la diosa Nabia y a sus Nymphae (AE 1973, 319 y ahora pace AE 1994, 935, corrigiendo P. Le Roux su propia anterior lectura). 85 Tema éste vasto, muy prometedor, y del que me ocuparé más ampliamente en otro marco. 86 Responde por tanto a la iconografía pagana clásica, para la que la serpiente tiene un valor benéfico, de prosperidad y resurrección (cf Vázquez, 1993, espec. p. 89). Para el cristianismo, muy al contrario, es un animal maldito y enemigo por excelencia. A partir de Constantino el Grande pasa incluso a simbolizar el mal, derrotado por Cristo y su Madre. EL PAISAJE DEL TEÓNIMO: ISCALLIS TALABRIGENSIS Y LA ASPIRINA 131 Macrobio 87 entre Ártemis, Luna y Juno. También entonces nos explicaremos mucho mejor por qué siguen siendo hoy las fiestas más populares de Talavera y su Tierra las llamadas Mondas, ecos claros de fiestas de Démeter, asunto hasta el que ahora no me puedo extender con nuevos datos. En todo caso, parece demostrado que los poderes de nuestra diosa Iscallis, o la devoción hacia ella, no debían de ser cosa despreciable, a juzgar por la necesidad que los cristianos demuestran, dos siglos después, de combatir aquellas viejas creencias paganas a través de una construcción baptisterial en una basílica (¿o quizá es un delubrum cristiano ?88 ), plantada encima y en medio mismo de su sede. De esta forma, los neófitos se sumergirían en la piscina bautismal en el mismo sitio donde ya existía la tradición del baño en un agua regeneradora. Como en tantos otros casos, a aquella primitiva iglesia cristiana (que pudo llamarse algo así como ecclesia Sanctae Mariae in Saliceto 89), fuera basilical o no, le sucedió una ermita medieval, que he podido documentar en las Relaciones Topográficas de Felipe II con la advocación de «Nuestra Señora de La Alcoba». De esta forma espero haber dado un paso más, no sé por ahora de qué longitud, en la línea de investi ar los vínculos ísicos médicos entre los dioses rerromanos sus nom res. Pero no só o en o etimo ó ico, o en as amilias de raíces y sus re ac10nes mgüísticas y para e os, y tampoco solamente en lo que son los puros restos materiales arqueológicos o epigráficos; sino observando atentamente, tratando de reencontrarlo, su medio natural específico y la utilidad que para los antiguos tales dioses podían tener. Lo que podríamos llamar el «ecosistema de la divinidad», en medio del cual ellos a diario ejercían su dominio y concedían sus favores: Aquellos ámbitos sagrados y entre aquellos ele8 7 Partiendo de las tradiciones griegas, afirma (Saturn. VII, 16, 27), al hablar de la equivalencia entre Diana y l uno (pues a ésta está consagrado el aire, y la luna lo corta en su recorrido): Hinc est quod Diana, quae luna est, «Ártemis» dicitur, quasi «aerótemis», hoc est aerem secans. Son dos formas de entender el teónimo pero, como se ve, más bien complementarias. 88 Al final de estas reflexiones (recuérdese lo dicho en las notas 4, 33 y 72), me sigue extrañando la remodelación de la gran nave como una auténtica basílica (incluso con la correcta orientación ENE que he propuesto), debido a dos factores: la ausencia en ella de toda división tripartita, y un desagüe marmóreo original, posiblemente visigodo, que fue hallado in situ, en medio del gran pavimento musivo geométrico que la decora (v. en Bendala et al., 1998, lám. 33 a y b), y que sería más propio de un gran atrio abierto. De tal forma que creo que podría aún dejarse en reserva la idea de que en «El Saucedo» se hiciera a comienzos del siglo VI la adaptación de un espacio del santuario pagano, pero más como un delubrum que como basílica. Curiosamente, según Isidoro de Sevilla (Etym. XV, 4, 9-10) existía un tipo de templo pagano, el delubro, delubra veteres templa fontes habentia, que servían in ablutionem peccatorum. La Iglesia también tomó la idea y la readaptó, y es justamente al hablar de los nuevos delubros cristianos cuando el sabio obispo (que algo sabría de ello y es sólo un poco posterior) describe cómo es y qué significa una piscina bautismal: Fans autem in delubris locus regenatorum est, in quo septem gradus in Spiritus sancti mysterio formantur.. ., pasando a continuación a comentar separada y brevemente la basílica como lugar sólo para el culto y sacrificio a Dios, en su calidad de rex omnium. Si esto fuera así, entonces la verdadera iglesia estaría en algún otro muy punto próximo del yacimiento (¿quizá bajo la ermita que citaré a continuación?), y ganaría puntos igualmente la tesis de que el complejo de El Saucedo podría haber sido también previamente un delubrum, pero pagano y consagrado a lscallis. 8 9 Es frecuente en otros casos combinar una advocación, de virgen o de santo, con la del pago concreto, ex. gr. «ecclesia Lacaltensis in Agrippi• (Moura, Port.), «ecclesia Seg(edensis?) in Ianisi» (Burguillos del Cerro, BA), «(ecclesia) Sanctae Mariae in Sorbaces» (Guarrazar, TO), «ecclesia Sancti Stephani in Nativola » (Granada) ... Quizá se pudiera entender también así IHC 155 (ICERV 302), de Toledo: ecclesia Sanctae Mariae in Catolico» (sic), etc. 132 ALICIA Mª CANTO mentos naturales en donde y a través de los cuales nuestros devotos ancestros estaban tan seguros de reconocerlos. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL, 1994: J. M. 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Addenda 5 . Yacimiento de "El Saucedo". Estado reciente(© foto C. Morales en elpuent,deltie,mpo.com · ,t t<'? ... , , !' 1 Addenda 6. La fig. 18, p. 193, de un artículo de 2006 de Castel o et 81. (también en http:ltwww.laalcazaba. orglimgnalaverillalargueologla·talaverilla.pdf) ofrece esta reconstrucción virtual donde se ve mejor la edícula de /sca#isenrrenle de los pasillos absidados con granadas y delfines. Estas auto1as insisten en defender que la ori3ntaclón de la basfllca cristiana sería hacia et s (arriba)., y con tal divinidad (ella, o Tyche, como prefieren) ornando su altar mayor (sic). Pero véase que la orientación natural de la sala es hacia el E. (izq.) , como proponao. con la ubicación de la piscina baPlismal (derecha) a los Ples. que es lo nonnal. Pieza n.º l Lámina J. Pieza n. 0 2 Pieza n. 0 3 ApliqU<.:S de asa ele sítula hallados en la Villa romana de El Sauceda (Talavera la Nueva, Tolcclo): 1.1 Pieza n. 0 l; 1.2 Pieza n .º 2 y 1.3 Pieza n.º 3 Addemla 7. En un artículo anterior al mío, de 1995 (R. Castelo et al, "Apliques de asa de situlaecon decoración antropomorfa procedentes de la villa romana de El Saucedo (Talavera La Nueva, Toledo)" (ahora en https:/Jrepositorio.uam.eslxmluil'bitstream.Jhandle/104861500121286_21286.pdf?sequence=1) se dio a conocer un hallazgo también significativo para mi interpretación: las asas de tres situlas de bronce. Aunque pueden hallarse en ambientes domésticos (como lo sería una villa privada), sin embargo las sítulas confines lustrales son sin duda más especificas del·ámbito religioso. Por otro lado, su alto contenido en plomo (18-22%) sugiere una época tardía, ysu parecido formal se da con piezas de los territorios vetones, al O. de El Saucedo (p. 151, mapa de dispersión de lafig. 10), lo que apunta de nuevo a las áreas de la vieja Proserpina-Ataecina. J.A. Lóru S..\fzet al. (2009, pág. 103) •Paisajes cuhurales de las ,111as ronlilllas de Toled0» Figura 2 . /Jiag ra111a pali11o lógico del yacilnie11to de El Sauceda rían de alisos (Alnus) y sobre todo sauces (Salix c 10%) L1 pre;ponderancia de pastizales húmedos (Cyperaceae) y ciertas algas (Mougeotia, Spirogyra, Zygnema) supondrían niveles freáticos elevados, temperaturas benignas y condiciones estancia que s upuestamente fue utilizada como aprisco, al menos en los últimos momentos de ocupación del sitio (LÓPEZ PÉREZ et al. , 2008), a la que se asocian restos de 11 ovicáprinos, abundantes huellas de éstos y de cánidos, y un niño de Addenda 8. El estudio palinológico de El Sauceda, desarrollado años después y publicado por J. A. López Sáez et al. en 2009 (cf. lrttp://digitat.csic.eslbitstreaml10261/3907911/ARTICULOS296427%5B1%50 .pdf) concluye en su pág. 105: "En El Sauceda hay que destacar la notable representación porcentual de sauces (Salixc. 10%), todo lo cual concuerda sobremanera con la denominación del sitio a partir de un antiguo Sali(ce)tum o lugar poblado de sauces y lleno de aguas (CANTO, 1999)" (lapsus por"2001"). Pero, añado además, la gran cantidad de algas, los pastos húmedos, y los niveles freáticos elevados (ibid.) detectados en el estudio, completan muy bien "el paisaje del teónimo" al que años atrás yo había llegado por otros medios, lo que creo que indica la validez del método.