Los orígenes de la caza y los orígenes del hombre han estado estrechamente vinculados. Cazando el hombre primitivo aprende a dominar a los animales, controla la naturaleza, conoce el medio, desarrolla destrezas y tecnologías, promueve la interacción y coordinación, se especializa, incluso estimula el pensamiento figurativo y simbólico. Aunque durante mucho tiempo la caza ha mantenido su finalidad alimenticia, la historia nos muestra su transformación en una práctica social con otros fines como la reafirmación y adquisición de prestigio, al tiempo que se ha modificado su significación: de la caza predatoria y de subsistencia a la actual caza deportiva y de afición donde la acción cinegética se institucionaliza. La escenografía de la caza se carga de ritualización y de interpretaciones simbólicas donde se complementan tradición y modernidad: rituales propiciatorios, rituales de expiación y rituales de iniciación como el significativo rito de la "noviez" al que se someten los monteros cuando matan por primera vez.
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