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Resumen de O impacto dos novos mediadores da era digital na liberdade de expressão

Francisco Balaguer Callejón

  • español

    Las nuevas tecnologías han tenido un impacto tanto positivo como negativo en la libertad de expresión, los derechos constitucionales y los procesos democráticos. Este impacto fue positivo en las fases iniciales del desarrollo de la web y, en particular, en las primeras fases de la Web 2.0, cuando Internet se diseñó de forma más participativa y cooperativa. Sin embargo, en los últimos años han aparecido procesos jerárquicos de organización de la información y los datos, a través de grandes empresas tecnológicas que monopolizan la distribución de la información y la opinión y son los nuevos mediadores entre los usuarios y la esfera pública. La libertad de expresión está actualmente condicionada por estos mediadores, es decir, las grandes empresas tecnológicas que controlan los procesos de comunicación. Este artículo analiza el papel desarrollado por estos nuevos mediadores, teniendo en cuenta su impacto en la libertad de expresión y la configuración de la esfera pública en los sistemas democráticos. Destacan dos elementos de los nuevos mediadores: la dialéctica sobre la libertad de expresión se traslada de la esfera pública a la privada y de la estatal a la global. Estos dos elementos contribuyen conjuntamente a alimentar el poder de los nuevos mediadores y a debilitar la capacidad de regulación y control del Estado. Pero en los ecosistemas desarrollados por las empresas tecnológicas, los nuevos mediadores ejercen un poder que no es estrictamente privado, en la medida en que ocupan y monopolizan un espacio público. En la entrada creada por los nuevos mediadores, la libertad de expresión se convierte en un mero producto comercial, de modo que la información y la opinión se transforman en una mercancía efímera, organizada mediante los algoritmos de las aplicaciones de Internet, que deciden su impacto y su incidencia en el espacio público. Estos algoritmos han sido creados con una finalidad económica, a través de la cual potencian las noticias falsas y la radicalización, con el fin de atraer la atención del público y generar mayores ingresos. Los nuevos mediadores, al potenciar las fake news en contextos democráticos (sin pretender imponer una narrativa concreta, como en los dictatoriales) generan una tensión destructiva de la realidad. En lugar de contribuir, como hacen los medios tradicionales, a la construcción social de la realidad o, como en las dictaduras, a la reconstrucción de la realidad según los intereses de la oligarquía dominante, están provocando la destrucción de la realidad, es decir, de una percepción social compartida de la realidad. Entre las muchas medidas que se pueden adoptar, destacan las relacionadas con el derecho de la competencia, con medidas institucionales a través de los reguladores que impiden una mayor concentración de poder. Sin embargo, lo deseable sería más que una limitación, la apertura. Sería deseable una tecnología abierta que acabara con el carácter cerrado y jerárquico de las aplicaciones. La comunicación telefónica es abierta y permite que los operadores de telefonía móvil actúen, permitiendo una comunicación global, y lo mismo ocurre con los servidores de correo electrónico. Las aplicaciones de comunicación que ahora son cerradas (WhatsApp o Telegram, por ejemplo) también deberían ser abiertas, intercomunicables y gestionadas por una pluralidad de operadores.

  • português

    As novas tecnologias tiveram tanto um impacto positivo como negativo na liberdade de expressão, nos direitos constitucionais e nos processos democráticos. Tal incidência foi positiva nas etapas iniciais de desenvolvimento da Web e, particularmente nas primeiras etapas da Web 2.0, quando a Internet estava desenhada de uma maneira mais participativa e cooperativa. Nos últimos anos, porém, apareceram processos hierárquicos de organização da informação e dos dados, através das grandes empresas tecnológicas que monopolizam a distribuição da informação e a opinião e que são os novos mediadores entre os usuários e a esfera pública. A liberdade de expressão está atualmente condicionada por estes mediadores, quais sejam, as grandes empresas tecnológicas que controlam os processos comunicativos. Este artigo analisa o papel desenvolvido por estes novos mediadores, levando em conta seu impacto na liberdade de expressão e na configuração da esfera pública nos sistemas democráticos. Dos novos mediadores se destacam dois elementos: a dialética sobre a liberdade de expressão se traslada do âmbito público ao privado e do âmbito estatal ao global. Dois elementos que contribuem conjuntamente a alimentar o poder dos novos mediadores e a debilitar a capacidade de regulação e de controle por parte do Estado. Mas, nos ecossistemas desenvolvidos pelas companhias tecnológicas, os novos mediadores exercem um poder que não é estritamente privado, na medida em que ocupam e monopolizam um espaço público. No entrono criado pelos novos mediadores, a liberdade de expressão se converte em um mero produto comercial, de maneira que a informação e a opinião se transformam em uma mercadoria efêmera, organizada por meio dos algoritmos dos aplicativos de internet, que decidem seu impacto e sua incidência no espaço público. Estes algoritmos foram criados com uma finalidade econômica, através dos quais potencializam as fake news e a radicalização, com o fim de atrair a atenção do público e gerar maiores receitas. Os novos mediadores, ao potencializar as fake news em contextos democráticos (sem pretender impor uma narrativa concreta, como nos ditatoriais) geram uma tensão destrutiva da realidade. Em lugar de contribuir, como os meios de comunicação tradicionais, à construção social da realidade ou, como nas ditaduras, à reconstrução da realidade em função dos interesses da oligarquia dominante, estão provocando a destruição da realidade, isto é, de uma percepção social compartilhada da realidade. Dentre as muitas medidas que podem ser adotadas destacam-se as relativas ao Direito da concorrência, com medidas institucionais através dos reguladores que dificultem uma concentração ainda maior de poder. No entanto, o desejável seria mais que uma limitação, a abertura. Uma tecnologia aberta que acabasse com o caráter fechado e hierarquizado dos aplicativos seria o desejável. A comunicação telefônica é aberta e permite que os operadores de telefonia móvel atuem, possibilitando a comunicação global e o mesmo ocorre com os servidores de correio eletrônico. Os aplicativos de comunicação que ora são fechados (WhatsApp ou Telegram, por exemplo) deveriam também ser abertos, intercomunicáveis e geridos por uma pluralidade de operadores.


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