Tarragona, España
Entre las divinidades olímpicas, Dioniso, el dos veces nacido, el más joven de los dioses, representaba la ruptura del orden y el triunfo de lo contrapuesto. Bajo su patronazgo, el consumo incontrolado del vino y la embriaguez profunda podían llevar a su séquito semidivino de sátiros y ménades a situaciones extremas de paroxismo en los bosques de Delfos y Tebas. Tragedia viene de tragos, “cabra”, el animal sagrado de Dioniso, y significaría algo así como “canción de los machos cabríos”, es decir de los sátiros. A Dioniso se dedicaban en Atenas las fiestas de las Leneas a fines de enero, una celebración abierta de carácter lúdico y campestre donde las damas, convertidas en bacantes, podían llegar a experimentar con la embriaguez. Seguían las Antesterias al iniciarse marzo, antes de la apertura de las rutas marítimas; una fiesta íntima y ciudadana en la que se probaban los vinos de la última cosecha. Más tarde, a inicios de abril, con el puerto de El Pireo en plena actividad y la ciudad abierta a los extranjeros, tenían lugar esas Grandes Dionisias multitudinarias que menciona el mármol de Paros.
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