Desde la segunda mitad del siglo XV y hasta el siglo XVII —momento en que la moda decae—, se difunde y generaliza en la totalidad de los reinos hispánicos una forma arquitectónica compleja, con funciones de “ventana entre dos muros”, designada con el nombre de “arco de esquina”. El más temprano se localiza en el reino de Valencia, pero los encontramos repartidos por toda la geografía peninsular. Arquitectónicamente constituyen todo un desafío al tratarse de “elementos ligeros y de aparente debilidad, cuya presencia rompe la conti- nuidad vertical del elemento sustentante en una de las zonas más importantes para dotar al edificio de la debida solidez” (p.21). De ahí que el análisis de su forma y construcción resulte, en si mismo, de gran interés para la historia de la arquitectura. Aun así, el autor ha querido ir más allá: analizar su función significa profundizar en el vínculo entre arquitectura, urbanismo y sociedad.
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