Con estos términos, Reconocimientos Veterinarios de la Sanidad, se definían, a mediados del siglo XIX, los practicados por parte de los profesores veterinarios para conocer si los animales de renta en general, y los équidos en particular, a los que nos vamos a limitar, en los tratos de compra-venta estaban sanos, o por el contrario, padecían alguna enfermedad, defecto de conformación o vicio. Hemos de tener presente que nos estamos remontando a los años 1825-1850, y la aparición del automóvil no se produjo hasta 1886, por lo que el caballo, por entonces, era el único medio de transporte utilizado y muy valorado, así como un mecanismo indispensable en las tareas agrícolas. Decía un veterinario práctico de la época, que “la venta de los animales domésticos es, frecuentemente incompatible con la honradez. El que dice de buena fe los defectos que tienen sus animales, no vende. Jamás debe fiarse de las palabras del vendedor ni de las del comprador”. En un principio, los animales pasaban directamente, sin previo reconocimiento científico al dominio de los compradores, pero con el paso del tiempo, la picaresca hizo que, tanto compradores como vendedores tuvieran que confiar su cometido a las personas que se dedicaban a la curación de las dolencias de aquellos, y las personas más preparadas en apreciar las enfermedades, defectos de conformación y vicios de los animales, eran los veterinarios instruidos. El primero que describió el modo de practicar los reconocimientos de sanidad fue el inmortal albéitar Francisco de la Reina. Don Francisco, quien ya recomendaba que “los actos se efectúen con buen conocimiento para no engañar al que compra, ni sea engañado el mismo albéitar”.
These terms defined, Veterinary Health Recognitions, in the mid-nineteenth century, those practiced by veterinary professors, to know if the animals for rent in general, and equids in particular, to which we are going to limit ourselves, in the purchase deals -sales were healthy, or on the contrary, they suffered from some disease, defect of conformation or vice. We have to keep in mind that we are dating back to the years 1825-1850, and the appearance of the car did not occur until 1886, so the horse, by then, was the only means of transport used and highly valued, as well as an indispensable mechanism in agricultural tasks. A practical veterinarian of the time said that “the sale of domestic animals is often incompatible with honesty. He who says in good faith the defects that his animals have, does not sell. You should never rely on the words of the seller or those of the buyer”. In the beginning, the animals passed directly, without previous scientific recognition to the domain of the buyers, but with the passage of time, the picaresque caused that both buyers and sellers had to entrust their task to the people who were dedicated to the healing of the ailments of those, and the people most prepared to appreciate the diseases, defects of conformation and vices of the animals, were the trained veterinarians. The first who described how to practice health examinations was the immortal albéitar Francisco de la Reina. Don Francisco, who already recommended that “the acts be carried out with good knowledge so as not to deceive the one who buys, nor be deceived by the same albéitar”
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