Daniel Jesús Martín-Arroyo Sánchez
No es oro todo lo que reluce, pero en este caso sí. El aceite de oliva es por su inclusión en la dieta mediterránea, Patrimonio de la Humanidad. Su peso es notable en la economía andaluza actual, pero su historia se hunde, como las raíces de un olivo, en un pasado común universal, la Antigüedad Clásica. Más aún, fue un bien primordial para la sustentación del Imperio Romano. Los restos arqueológicos que han dejado su producción y comercio ofrecen una oportunidad única para profundizar en el funcionamiento de la economía antigua. Solo contemplamos la punta de un iceberg que yace, en buena medida, bajo los pies de los andaluces.
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