La reacción de los Estados ante la extensión de la epidemia ha incluido en casi todos los países un cierre de sus fronteras exteriores, que ha hecho imposible la migración internacional. A la vez, la crisis económica provocada por el confinamiento ha dejado en el paro y en situaciones de gran precariedad a decenas de miles de inmigrantes en todo el mundo. A corto plazo, la epidemia provoca una reacción hacia el proteccionismo, a la vez que pone de manifiesto la dependencia de la fuerza de trabajo migrante en un sector básico, el agrario. El impacto a largo plazo es dudoso y depende de la duración e intensidad de la crisis económica causada por la epidemia.
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