El maridaje de la religión con el arte es una constante desde los orígenes de la humanidad. En concreto, la relación entre el cristianismo y las creaciones artísticas supone uno de los capítulos más importantes de toda la cultura occidental. El arte cristiano ha prestado un servicio inestimable a la tarea pastoral de la Iglesia. Hoy se ha superado el concepto que confería al arte religioso un mero papel decorativo. El Vaticano II y los documentos posteriores sitúan en su justo lugar las mutuas relaciones del arte con la vida cristiana.
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