La fe debe unir las preocupaciones materiales con las espirituales. Esta convicción de Martin Luther King hizo de él un profeta y un mártir de nuestro tiempo. Muerto él, parece como si sólo la violencia fuese un camino eficaz para solucionar los problemas. Sin embargo, a veinte años de su muerte, sigue siendo verdad que el amor cristiano es el medio más eficaz para mejorar el mundo.
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