Según Ignacio de Loyola los excesos en la oración no son buenos. Para vivir con Dios orar) es mejor ser persona de grandes deseos, capaz de encontrarse con Dios en las ocupaciones habituales, sin preocuparse por el tiempo (o no tiempo) empleado y con la alegría y la paz que produce el saber que Dios es quien realmente es fiel, no nosotros.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados