El control cinematográfico impuesto por las autoridades franquistas no se limitó solamente a la censura de las películas antes de su difusión. El régimen despliega una importante red de observadores encargados de informarlo a propósito de la vida cinematográfica en provincia. En 1944, se crea la función de Inspector de Espectáculos Públicos, intermediario de las autoridades censoras y de los delegados provinciales de Educación Popular y después de Información y Turismo. Esta figura mala conocida de la represión cultural franquista aclara de manera crucial las relaciones mantenidas por el poder con el cine. Este articulo propone retratar a este actor local del control cinematográfico, interesándose por su perfil sociológico, por sus funciones y por el papel social que desempeña en las comunidades locales.
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