Si algo caracterizó el final de la guerra fue la represión sobre los vencidos, desde la eliminación física, la privación de la libertad, los campos de concentración, los trabajos forzados o las incautaciones, a las depuraciones o el exilio. El objetivo no solo se orientó a castigar sino también a evitar cualquier actividad contraria al régimen.
La dureza de las medidas se mantuvo, con escasos cambios, hasta el final de la dictadura y el miedo se extendió en el tiempo. Ochenta años después es inexcusable recordar el sufrimiento que marcó la vida de millones de personas en tiempos tan convulsos.
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