Al concluir la Guerra Civil, la dictadura franquista optó por aplicar un fuerte intervencionismo económico que acabaría provocando una crisis alimenticia que condenó a la población al hambre y a la enfermedad y que se extendería a lo largo de toda la década de los cuarenta. Prácticamente todos los productos de primera necesidad quedaron sometidos a racionamiento, pero los artículos que podían conseguirse por esta vía eran insuficientes y de muy mala calidad. En estas circunstancias muchos hombres y mujeres se vieron obligados a recurrir al mercado negro o estraperlo para garantizar la subsistencia propia y familiar.
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