La inmensa mayoría de los refugiados, el 90%, vive en países en desarrollo y buena parte de ellos pasa su vida en campamentos, donde permanecen una media de 20 años. Sólo una minoría se beneficia de la calidad de vida y la protección de los países más ricos, pero esta protección provoca problemas políticos internos. Es necesario reformar el sistema para hacerlo más justo y más sostenible. Invertir en la creación de empleo en los países que acogen a los refugiados en Asia y África es prioritario.
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